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SENTENCIA NÚMERO: CINCUENTA Y DOS.

En la ciudad de Villa María, Provincia de Córdoba, a los seis días del mes de agosto de
dos mil ocho; reuniéronse en Audiencia Pública los señores vocales de la Excma.
Cámara de Apelaciones en lo Civil, Comercial, Familia y con competencia en lo
Contencioso Administrativo de la Cuarta Circunscripción Judicial de la Provincia de
Córdoba, con sede en la ciudad de Villa María, integrada de conformidad con lo
previsto por el art. 382 del Código Procesal Civil y Comercial (en adelante CPC),
modificado por Ley Nº 9129, por los doctores Juan Carlos Caivano y Luis Horacio
Coppari; presidida por el primero de los nombrados, en presencia de la Secretaria
autorizante, con el fin de dictar sentencia en estos autos caratulados: “FONSECA
MARIO CÉSAR Y OTRA C/ VICENTE GIULIANO Y OTRO – DEMANDA
ORDINARIA” (Expte. “F” – Nº 2 – 02 de marzo de 2006), con motivo de los recursos
de apelación interpuestos a fojas 757/759 por los Dres. Alejandro Roberto LAION,
Heraldo GARELLO, Gabriela ESLAVA y Aldo Mauricio BOSSA, todos por derecho
propio; y a fs. 761 por el Dr. José Guillermo ROMERO, en calidad de letrado
apoderado del actor, señor Mario César FONSECA (Carta-Poder de fs. 104), y de la
señora Liliana Silvia BORDI, quién actúa en nombre y representación de su hijo menor
Nicolás Miguel BELTRAMO (Carta-Poder de fs. 105); los que fueran concedidos a
fojas 760 y 773, respectivamente, en contra de la Sentencia Número Ochenta y cuatro
(Nº 84), de fecha treinta de noviembre de dos mil cinco, dictada por el señor Juez de
Primera Instancia en lo Civil, Comercial, Conciliación, Familia, Instrucción, Menores y
Faltas de la ciudad de Oliva, obrante a fojas 742/756, cuya parte dispositiva expresa: “I)
Rechazar la demanda deducida por los señores Mario César Fonseca, Liliana Silvia
Bordi en representación de su hijo Nicolás Miguel Beltramo y la prosecución de la
acción de este último por derecho propio cuando adquiere la mayoría de edad; en
contra de los Sres.: Vicente Giuliano, Miguel Giuliano y de la citada en garantía
Federación Patronal Seguros S.A.. II) Imponer las costas a la parte actora, con
excepción de las generadas por los peritos de control, que serán a cargo de las partes
proponentes. III) Regular los honorarios profesionales de los Dres. Alejando Laion,
Heraldo Garello, Gabriela Eslava y Aldo Mauricio Bossa en el carácter de letrados de
la citada en garantía y de los demandados, en conjunto y proporción de ley, en pesos
dieciséis mil quinientos cuarenta y cuatro ($16.544), con más el 21% en concepto de
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I.V.A. sobre la proporción correspondiente al Dr. Alejandro Laion; regular los
honorarios de los Dres. José G. Romero y Verónica L. Oggero en el carácter de
letrados de la parte actora, en conjunto y proporción de ley, en pesos tres mil cincuenta
y cuatro ($3.054). Regular los honorarios de los peritos: médico oficial Dr. Miguel A.
Colunga, psicólogo oficial Lic. Adriana Guardado, y mecánico oficial Sr. Adelqui
Zazzetti en pesos doscientos noventa y cuatro ($294 – 12 jus) a cada uno; y los de los
peritos de control: Dr. Héctor González, María Soledad Cresenciano, e Ing. Sixto José
Sonzini Astudillo, propuestos por los demandados y la citada en garantía, y al Sr.
Ricardo Durante propuestos por la parte actora, en pesos ciento cuarenta y siete ($147)
a cada uno. Protocolícese y hágase saber”.-
El Tribunal planteó las siguientes cuestiones a resolver:
1) ¿Es justa la sentencia apelada?
2) En su caso, qué pronunciamiento corresponde dictar?
Practicado el sorteo de ley a fojas 821 (art. 379 CPC), resultó que los señores
vocales votarán en el siguiente orden: doctor Luis Horacio COPPARI y doctor Juan
Carlos CAIVANO.
A LA PRIMERA CUESTIÓN PROPUESTA POR EL TRIBUNAL, EL
DOCTOR LUIS HORACIO COPPARI, DIJO:
1) La sentencia en recurso contiene una relación de causa que satisface los
extremos del art. 329 del C.P.C.-
2) Según las constancias de autos los recursos han sido interpuestos en
tiempo y forma ya que se trata de la Sentencia Número Ochenta y cuatro (Nº 84), de
fecha treinta de noviembre de dos mil cinco, dictada por el señor Juez de Primera
Instancia en lo Civil, Comercial, Conciliación, Familia, Instrucción, Menores y Faltas
de la ciudad de Oliva, (fs. 742/756), que ha sido notificada a los actores mediante cédula
de notificación de fecha 07.12.2005 (fs.763); y respecto a los apelantes por derecho
propio, Dres. Alejandro Roberto LAION, Heraldo GARELLO, Gabriela ESLAVA y
Aldo Mauricio BOSSA, se han notificado mediante retiro del expediente, conforme
certificado de fs.760. Resultaron concedidos a fojas 773 y 760, respectivamente.
3) A fs. 757/759 expresan agravios los Dres. Alejandro Roberto Laion,
Heraldo Garello, Gabriela Eslava y Aldo Mauricio Bossa, por su propio derecho, en
contra de la regulación de honorarios como letrados de la citada en garantía y de los
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demandados, reclamando que la regulación debió practicarse sobre la base del art. 29
inc. 2 primera parte de la ley arancelaria, es decir el monto del crédito con más sus
intereses y no la suma de pesos ochenta y un mil ochocientos cuarenta y uno que fuera
el monto de la demanda.
Que aplicando la tasa promedio mensual que publica el BCRA con más el
0,5 nominal mensual, y a partir de esa fecha y hasta la de la sentencia a TPBCRA, debe
adicionarse el 2% nominal mensual y a ello aplicarle el 18,5% como escala media de
acuerdo a lo estipulado por el art. 34 de la ley arancelaria, arrojando como resultado la
suma de cuarenta y tres mil novecientos diecisiete con ochenta y seis centavos
($43.917,86) que es en definitiva la que reclaman como regulación. Peticionan, en
definitiva, se haga lugar al recurso de apelación en cuanto a la regulación de honorarios
practicada en la sentencia (fs.759).
4) A fs. 761 apela el Dr. José Guillermo ROMERO, en calidad de letrado
apoderado del actor, señor Mario César FONSECA (Carta-Poder de fs. 104), y de la
señora Liliana Silvia BORDI, quién actúa en nombre y representación de su hijo menor
Nicolás Miguel BELTRAMO (Carta-Poder de fs. 105); y expresa agravios a fs.
779/796vta., quejándose de que el “A-quo” haya considerado el expediente penal, en
especial la pericia mecánica del accidente como prueba dirimente ya que, sostiene, que
los actores no ejercieron el control de parte por no haberse constituido en querellantes
donde además, los únicos testigos presenciales del hecho fueron los Sres. Fiori y
Grangetto quienes acompañaban al demandado civil y reconocieron en esta sede ser
“amigos” del imputado. Sostiene que la resolución penal asienta en la pericia mecánica
de esa sede que es muy contradictoria con la llevada a cabo en sede civil, por ejemplo
en las velocidades de los vehículos y en especial en las conclusiones a las que arribó el
perito de su parte tan contradictorias con las del perito oficial que mereció una denuncia
penal.
Reclama que el expediente penal sólo es una prueba instrumental que goza
de fe documental pero no hace verdad de las manifestaciones que los testigos hayan
hecho en esa causa, por lo que se agravia del valor decisivo que atribuye el “A-quo” al
sumario penal, para citarlo en primer término para rechazar la demanda, pues,
desarrollando los principios que asientan en que lograda la condena penal, no se puede
discutir en sede civil la existencia del hecho principal que constituye delito; asevera que
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según la doctrina la absolución en sede penal no obsta a que se indague la culpa en el
proceso civil.
Afirma que el sentenciante no ha tenido en cuenta que se ha acreditado en
autos la elevada velocidad en que circulaba la pick up antes del choque contrariamente a
lo afirmado de que la moto haya ganado el cruce mediante aumento de velocidad, tal
como surge del que califica detallado y preciso informe del perito de control de parte.
Cuestiona detalladamente el informe pericial oficial afirmando que el mismo
se sustenta solo en la experiencia del perito lo que convierte en arbitraria a la sentencia
que pretende apoyarse en ella, además de haber evitado analizar los testimonios que no
fueron cuestionados o impugnados de los Sres. Lucas Ezequiel Quinteros, José Daniel
García, Claudio David Bessone, Hernán Pascual Prosperi, Marcos César Arce, Marcos
Alejandro Luis Bodoira y Diego Ricardo Gabanes que dieron detalle de cómo la Pick
Up embiste a la moto; la mayor velocidad en que se conducía respecto de la moto y que
circulaba sin luces así como que la moto había transpuesto las tres cuartas partes de la
Av. Olmos, también el lugar y modo en que quedaron los cuerpos de los conductores de
la moto luego del choque. Se refiere en especial a los testimonios de los dos primeros
testigos.
En definitiva reclama la revocatoria de la sentencia de primera instancia por
haberse basado en un expediente de sede penal, en el cual su parte no tuvo intervención,
y por el contrario se analice la mecánica del accidente y la responsabilidad en el hecho
dañoso de acuerdo a las probanzas producidas y colectadas en esta sede civil; con
especial imposición de costas. Hace reserva del caso federal.
5) A fs. 798/808 contesta los agravios el Dr. Alejandro Roberto LAION,
representante de los demandados y de la citada en garantía; pidiendo el rechazo de los
mismos. Alude especialmente, que el argumento de la parte actora que no ejerció
control de la causa en sede penal carece de todo sustento jurídico, ya que de acuerdo
con el art. 993 del Código Civil, ese instrumento público es cierto hasta tanto no sea
argüido de falso, por lo que el Juez no pudo dejar de lado esa prueba tan contundente,
más aún ante el desinterés de los ahora actores en constituirse como querellantes en esa
causa. Sostiene que las numerosas testimoniales, ahora ofrecidas carecen de relevancia,
pues al tiempo del accidente y según los policías actuantes los únicos testigos
presenciales fueron Marcelo Fiori y Lucas Grangetto. Testigo que declararon en el
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sumario, porque ellos mismos proporcionaron sus datos, al serles requeridos, apenas
ocurrió el hecho, por el personal policial actuante.
De igual modo rebate el reclamo de descalificar la pericia mecánica
realizada en sede penal, ya que no logra conmover la decisión de sede penal y en la cual
se basa el Juez civil por aplicación de principios de prejudicialidad consagrados por el
derecho de fondo, según las cuales una vez que se han establecidos los hechos en sede
penal no puede luego en sede civil modificarse los mismos. Es decir las conclusiones
del juez penal sobre el decisorio civil, en lo que a los hechos se refiere le resultan
plenamente vinculantes aunque no a las conclusiones de responsabilidad penal o civil
que pueden ser distintas en ambas instancias, con lo que puede el juez civil condenar a
quien resultó absuelto penalmente, por entender que hubo responsabilidad, pero siempre
partiendo de la misma plataforma fáctica, ya que los hechos deben ser los mismos.
En definitiva pide el rechazo de los recursos con especial imposición de
costas
6) Dictado el decreto de “autos a estudio”, firme y consentido según
certifica la Actuaria, e integrado el Tribunal, la causa queda en estado de resolver (fs.
821).
7) Corresponde analizar la queja de los actores que cuestionan el valor
probatorio del sumario penal, y al respecto debemos recalcar que con motivo de un
hecho ilícito -en el caso, accidente de tránsito- son válidos elementos probatorios para
ser analizados en la causa civil en la que se reclama su reparación, aún cuando los
testimonios no hayan sido ratificados en esta sede con el contralor de las partes, desde
que el valor probatorio de las actuaciones quedó admitido por ambas partes en calidad
de hecho integrante de la relación procesal.
A los Tribunales Criminales, según los arts. 1102 y 1103 del Código Civil,
corresponde decidir si el hecho atribuible al acusado existe, si el inculpado es el autor y
si aquél le es imputable según la ley penal y como delito del derecho criminal;
resultándoles ajeno y sin derecho pronunciarse sobre si el hecho constituye un delito
del derecho civil o un cuasi delito.
En base a tales premisas, los Tribunales han elaborado doctrina indicativa de
que al ser distinta la culpa penal de la civil, sólo el supuesto contemplado en el último

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de aquellos artículos tiene entidad suficiente para excluir por completo el hecho
generador de responsabilidad civil.
Las constancias del sumario penal cumplidas por los agentes policiales o
técnicos oficiales en ejercicio de sus funciones, gozan de pleno valor probatorio para
evaluar la mecánica del accidente de tránsito, sin que sea menester la ratificación de los
actos mientras no se declare nulas a dichas constancias por justa causa.
En el sub discussio la pretensión del recurrente es que tales probanzas sean
disminuidas en su valor convictito, oponiendo para ello las probanzas de sede civil que,
por el contrario se muestran débiles y de dudosa convicción, como son, no sólo los
numerosos testigos que no fueron mencionados por los funcionarios policiales cuando
ocurrió el hecho; sino además las controversias que plantea el perito de parte.
Si bien el peritaje no es en principio el medio idóneo para acreditar la
mecánica de un accidente de tránsito, ello no significa que mediante ese elemento de
convicción y en relación, o por virtud con otros, el perito pueda llegar a conclusiones
apropiadas de un experto. Por ello, las apreciaciones del Perito Oficial deben primar por
sobre las del perito de parte, por su natural imparcialidad; en tanto y en cuanto se
encuentren debidamente fundadas y no sean adversas al sentido común y a reglas
básicas de la experiencia.
Las constancias de la causa penal (agregada de fs. 553 del Cpo. III a fs.713
del Cpo. IV) promovida por el accidente de tránsito reúnen un caudal probatorio
formativo de convicción para el Juez que de ninguna manera puede desecharse, no sólo
porque tienen la fe que la ley asigna a los funcionarios públicos dentro de la órbita de
sus atribuciones, sino porque éstos son ajenos a las partes y carecen de interés en
relación al resultado final del pleito.
Toda vez que en el proceso formativo de la convicción del magistrado sólo
excepcionalmente puede lograrse una certeza absoluta sobre la forma en que sucedieron
los hechos, basta para fundar su decisión el haber alcanzado una certeza o convicción
moral, entendiendo por ésta el grado de suma probabilidad acerca de la verdad, tras el
examen de la prueba rendida por los litigantes. En esta labor el Juez Civil deberá
atenerse a las circunstancias fácticas principales tenidas en cuenta por el Juez Penal para
determinar la condena, en virtud de lo previsto en el, ya citado, art. 1102 de la Ley
Fondal. Declarada la existencia del hecho y su autoría en jurisdicción criminal, esos
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aspectos no se pueden rever en sede civil, aunque ésta es soberana para atribuir o no al
hecho el alcance de un delito civil o cuasidelito y juzgar la responsabilidad del autor en
función de esos parámetros.
Como ya lo dijo este Tribunal en autos “GARABOLLA, OMAR MATIAS Y
OTROS C/ ANGEL OSCAR ALAEJO Y OTROS – DAÑOS Y PERJUICIOS” (Sentencia
Nº 39 del 01.11.2005), se considera relevante interpretar la sentencia penal, para
verificar cual fue la determinación del hecho principal, efectuada por el sentenciante
penal, a fin de establecer si ha mediado la contradicción denunciada por los
demandados, en función del art. 1103 del Código Civil.
El señor Juez Correccional en la Sentencia dictada el 14 de abril del 2000,
obrante en fotocopias certificadas a fs. 698/708; “RESOLVIÓ: 1º) Absolver al
imputado Miguel Ángel Giuliano por la acusación del delito de lesiones culposas que
en los términos del art. 94 del C.P. le atribuyó la requisitoria fiscal. 2º) Regular los
honorarios...” (sic. fs. 708). Tanto la parte actora (fs. 107vta.), cuanto la parte
demandada (fs. 466vta.), y Compañía Aseguradora citada en garantía (fs. 522vta.);
ofrecen como prueba la causa “GIULIANO, Miguel Ángel p.s.a. de lesiones
culposas”. En función de lo expuesto, y en virtud del principio de adquisición, dicha
medida de prueba juega aquí con todo su esplendor. Además, la sentencia penal
absolutoria del señor Giuliano, fue dictada en juicio plenario que es contradictorio y
público, y que permite a los afectados hacerse parte en él (querellantes) y proponer las
pruebas pertinentes, cosa que no hicieron, los actores, como lo confiesan a fs. 780 al
expresar agravios en esta Alzada.
Planteada la cuestión a decidir, cabe recordar que el art. 1103 del Código
Civil dispone que: “después de la absolución del acusado, no se podrá tampoco alegar
en el juicio civil la existencia del hecho principal sobre el cual hubiese recaído la
absolución”.
Corresponde puntualizar en primer lugar que dicha prescripción, es una
norma de naturaleza procesal que está dirigida a fijar la eficacia o influencia de la
sentencia penal absolutoria en el proceso civil de resarcimiento.
Es decir que, independientemente de que la previsión integra el Código
Civil, como toda norma procesal cumple una doble finalidad práctica: regula la acción
civil y, a la vez, el ejercicio de la función jurisdiccional, fijándole límites y requisitos.
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Es más, el principio de norma procesal que dimana de dicho precepto, por su
vinculación teleológica a principios de orden público, debe ser aplicada de oficio por los
jueces (Cfr.: TSJ, Sala Civil y Comercial, Sentencia Nº 169 del 27/11/2001, dictada en
autos “Lora, Clara Catalina c/ Ana María Rodríguez y otro – Ordinario – Recurso
Directo”).
Dicho lo expuesto, y como enseña BORDA, del examen atento de la ley,
surge que ésta se limita a establecer que absuelto el procesado, no se podrá alegar en el
juicio civil la existencia del hecho principal sobre el que hubiere recaído la absolución.
Así –prosigue- si el tribunal del crimen declara que no ha habido hurto, no podrá luego
en sede civil declarar que hubo hurto.
Cabe preguntarse –dice el autor- qué debe entenderse por hecho principal,
materia en la que el procedimiento penal absolutorio hace cosa juzgada en lo civil.
Debe tratarse, a nuestro juicio, de las circunstancias de hecho que han sido esenciales
para la fundamentación de la sentencia absolutoria (Cfr.: BORDA, Guillermo A.,
“Tratado de Derecho Civil”, Ed. Perrot, 8ª edición actualizada, Bs. As., 1998,
Obligaciones, Tº II, pág. 398, nº 1618). Aclara seguidamente que en cambio “… la
referencia a hechos que no han sido invocados sino de manera incidental y cuya
existencia o inexistencia no influiría en la condena o absolución no hace cosa juzgada
(aunque pueda influir como circunstancia agravante o atenuante)” (Cfr.: BORDA, G.,
obra y pág. citadas).
A modo de ejemplo dice más adelante: “… si en el juicio criminal se
estableció que las barreras estaban cerradas, no se puede decidir que estaban abiertas en
el civil; ni cabe alterar en el fuero civil lo decidido en lo criminal respecto de la
autenticidad de un documento; ni resolver que la posesión se perdió por despojo, si en la
sentencia criminal se decidió que fue por abandono voluntario de la cosa; ni anular un
acto jurídico por el vicio de violencia, si en lo criminal se resolvió que no había
mediado coacción alguna. Esto significa que está vedado a los tribunales civiles aceptar
como existentes hechos que según los tribunales represivos no han existido” (Cfr.:
BORDA, ob. cit., pág. 398 in fine y 399).
Por su parte señala SAUX que: “En lo que concierne a la noción de hecho
principal (...) básicamente tienen que ver las circunstancias que el sentenciante penal
consideró esenciales para resolver la absolución. En un ejemplo paradigmático
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propuesto por LLAMBIAS y reiterado uniformemente por la dogmática en función de
su claridad, si el sentenciante penal dijo que al pasar el tren las barreras estaban bajas, y
por ello fue absuelto el maquinista, no podrá el juzgador civil sostener que estaban
levantadas” (SAUX, Edgardo I., en “Código Civil y leyes complementarias”,
Hammurabbi, Bs. As. 1999, Alberto J. BUERES –dirección-, Elena I. HIGHTON –
coordinación-, Tº 3-A, p. 323 y sus citas: LLAMBIAS, “Límite de la cosa juzgada en
materia de responsabilidad civil”, E.D., Tº 84, p. 775; BORDA, Guillermo A., “Tratado
de Derecho Civil”, Ed. Perrot, 8ª edición actualizada, Bs. As., 1998, Obligaciones, Tº II,
pág. 398 in fine y 399; KEMELMAJER de CARLUCCI, “Código Civil y leyes
complementarias”, A.C.BELLUSCIO –director-, E.A.ZANNONNI -coordinador-, 1984,
Tº 5, pág. 311, etc.).
La Cámara Civil y Comercial de San Francisco (Cba), tiene dicho que: “En
definitiva, mientras el Juez Penal sostuvo que el hecho principal, invasión del camión
de la mano contraria no existió, el a-quo lo tuvo por cierto, siendo así no caben dudas
que se ha infringido la regla del art. 1103 del Código Civil, que bueno es recordarlo,
debe ser aplicado de oficio y aunque no hubiera sido invocado por las partes (CREUS,
“Influencias del proceso penal sobre el proceso civil”, p. 107; LLAMBIAS, “Código
Civil Anotado”, Tº II-B, p. 406, nº 13). Siendo así y habiéndose dictado tal resolución
en el fuero represivo en la etapa de plenario, ello es irrevisable en sede civil...” (Cám.
cit., 23-08-1983, “Culzoni Hnos. c/ Blengini, Jorge A. y/u otra”, LLC 1984-280).
En definitiva, el Tribunal Penal es el que detenta la autoridad sobre las
circunstancias de hecho. Así no se puede “… alterar la determinación del lugar en que
ocurrió el hecho (…) ni resolver que el demandado infringió las ordenanzas de tránsito
cuando la sentencia absolutoria declaró lo contrario…” (SALAS, Acdeel E., “Tratado
de Derecho Civil anotado”, Ed. Depalma, 2ª edición actualizada, Bs. As. 1999, Tº 1, p.
569, nº 3).
Es cierto que la absolución en lo penal no impide alegar ante los tribunales
civiles un hecho distinto del que fue objeto de decisión por los tribunales represivos.
Pero, no es éste el caso que nos ocupa.
Los actores invocan exactamente el mismo hecho que motivara la decisión
penal absolutoria, alterando totalmente las circunstancias esenciales de ocurrencia del
accidente, desconociendo la calidad de cosa juzgada existente al respecto determinada
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en sede criminal, lo que sella la suerte adversa del recurso en tratamiento. Debe estarse
a la existencia del hecho de la manera configurada por el señor Juez Correccional en la
sentencia absolutoria.
Como vemos los argumentos esgrimidos por el apelante en la Alzada no
alcanzan a conmover la decisión, la que luce incólume en su poder convictito.
Por todo ello los agravios vertidos por el Dr. José Guillermo ROMERO, en
calidad de letrado apoderado de la parte actora, señor Mario César FONSECA, y señora
Liliana Silvia BORDI, quién actúa en nombre y representación de su hijo menor Nicolás
Miguel BELTRAMO, a fs. 779/796vta.; no son de recibo y deben ser rechazados.
8) Ahora analizaremos el agravio por la regulación de honorarios que según
los recurrentes, Dres. Alejandro Roberto Laion, Heraldo Garello, Gabriela Eslava y
Aldo Mauricio Bossa, quienes lo hacen por su propio derecho; debió practicarse en
función del monto del crédito y sus intereses y no del monto de la demanda.
Tratamos el artículo 29, apartado 2 de la entonces vigente Ley Arancelaria
Nº 8226 (y sus modificatorias), que estableció: “Para el abogado de la parte
demandada, la base regulatoria será el valor del crédito y sus intereses o los bienes
motivo de la demanda, en caso que ésta fuese totalmente rechazada en la sentencia”. La
interpretación de la norma, ya sea doctrinaria, cuanto jurisprudencial había dejado
sentado que, en el ámbito provincial, frente a los textos expresos de la ley local, los
intereses integran la base económica, a los fines de la regulación (VENICA, Oscar H.,
DE SOUZA, Roxana y FILIBERTI, Graciela: Honorarios, Marcos Lerner Ed. Córdoba,
2003, p.104 y sgts.; y jurisprudencia allí citada). En la Sentencia en crisis, el Iudex
Inferior no hace alusión a los intereses, ya que al haber rechazado la demanda no han
sido considerados en la misma.
En razón de ello el agravio esgrimido por los Dres. Alejandro Roberto Laion,
Heraldo Garello, Gabriela Eslava y Aldo Mauricio Bossa, por sus propios derechos y
solo en lo atinente a la regulación de honorarios practicada por el Iudex “A-quo”, es de
recibo y procede conforme a las pautas metodológicas que infra se exponen.
En función a los procedentes de esta Cámara, a los fines de determinar la
base económica del sub discussio; debe tomarse la suma total reclamada en la demanda,
que asciende a Pesos Ochenta y cuatro mil ochocientos cuarenta y uno con nueve
centavos ($ 84.841, 09) (monto expresado a fs. 21vta., 26vta., y 27, no como
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erróneamente consignan los apelantes de $81.841.-), y adicionarle intereses judiciales
según la tasa fijada por el Excmo. Tribunal de Justicia, en ejercicio de la función de
nomofilaquia y unificación que le es propia, desde la fecha del accidente o evento
dañoso (15-03-1999), hasta el momento de pago de los honorarios a regular.
Ello, conforme haberse pedido la imposición de intereses (fs. 21 vta. y
28vta.), los que a tenor de la doctrina sentada por el Alto Tribunal citado (TSJ, Sala
Civil y Comercial, Sentencia Nº 78 del 15/08/2000, autos “Aguilera, Silvia del Valle c/
Jorgelina Zulma Belén y/o titular dominial del vehículo – Demanda Ordinaria – Daños
y Perjuicios – Recurso de Casación”, Foro de Córdoba Nº 65, p. 101 y siguientes),
corresponde calcularlos con relación al lapso temporal que va del 15/03/1999, hasta el
06/01/2002, la aplicación de la tasa pasiva promedio publicada por el Banco Central de
la República Argentina con más el medio por ciento (0,5 %) mensual (Causa: “Zapata c/
Ros Alex”, Sentencia Nº 105/1994, T.S.J. Sala Laboral); y con más el dos por ciento
mensual a partir del 07/01/2002 hasta la fecha de efectivo pago (Cf.: TSJ, Sala Laboral,
Sentencia Nº 39 del 25/06/2002, autos “Hernández, Juan Carlos c/ Matricería Austral
S.A. – Demanda – Recurso de Casación”, fundado en las circunstancias actuales, de las
cuales “... resulta un hecho notorio la alteración de la situación económica y el proceso
de desvalorización monetaria reiniciado a partir del dictado de la ley 25.561...” y “...
el menor poder cancelatorio de la moneda de curso legal frente a la divisa que antes
fue su marco de conversión...”. Dicho criterio fue ratificado por la Sala Civil y
Comercial, el 06/08/2003, en autos “Bufe, Daniel c/ Vera, Dino A. y otros” (La Ley
Córdoba, Rev. 10 de noviembre de 2003, p. 1213); y nuevamente el 26/04/2004, en
autos “Minio, Vicente c/ Habiague, José A.” (La Ley Cba., Revista Nº 1, febrero 2005,
pág. 48), adunando allí que: “A partir de la vigencia de la ley 25.561, corresponde fijar
la tasa pasiva promedio mensual que publica el B.C.R.A. como variable que regula las
fluctuaciones del costo monetario con más un parámetro constante del dos por ciento
nominal mensual, con la salvedad que cualquier solución que se adopte en materia de
intereses moratorios es esencialmente provisional ya que responde a las fluctuantes
condiciones de la economía del país”.
En función de lo expuesto, y siendo de recibo los agravios vertidos por los
Dres. Alejandro Roberto Laion, Heraldo Garello, Gabriela Eslava y Aldo Mauricio
Bossa; deberán efectuarse los cálculos correspondientes en la baja instancia a los fines
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de la regulación de los honorarios profesionales, y teniendo presente la labor desplegada
por los letrados apelantes por derecho propio, a la luz de las reglas de evaluación
cualitativas previstas en el art. 36, incisos 1º (el valor y eficacia de la defensa), 2º (la
complejidad de las cuestiones planteadas), 4º (la responsabilidad puesta en el asunto), 5º
(el éxito obtenido), 7º (la cuantía del asunto) y 10 (el tiempo empleado en la solución
del asunto), del C.A. vigente al momento de los trabajos profesionales de que se trata,
consideró equitativo que se cuantifiquen los emolumentos correspondientes a la primera
instancia, en el punto medio de la escala pertinente (arts. 25, 26, 29 inc. 2º primera
parte, 34, 36 y concs., ley 8226).
No corresponde regular honorarios al Dr. José Guillermo ROMERO, en
virtud de lo dispuesto en el art. 25 de la ley 8226.
9) En lo que respecta a las costas de la segunda instancia, deberán ser
asumidas por el señor Mario César FONSECA, y señora Liliana Silvia BORDI, quién
actúa en nombre y representación de su hijo menor Nicolás Miguel BELTRAMO, en su
calidad de apelantes vencidos (art. 130 del C.de P.C.C.). Aplicando las mismas pautas
de evaluación cualitativas referidas más arriba (art. 36, incisos 1º, 2º, 4º, 5º, 7º y 10, ley
8226), estimo justo y equitativo que se fijen los honorarios profesionales del Dr.
Alejandro Roberto LAION, en el cuarenta por ciento (40%) de la regulación anterior
(punto medio previsto en el art. 37 de la ley 8226).
En consecuencia y a mérito de los fundamentos dados a la primera cuestión
(¿Es justa la resolución recurrida?) el Dr. Luis Horacio Coppari votó negativamente, en
lo que respecta al recurso de apelación por honorarios deducido a fs. 757/759, y,
afirmativamente en lo atinente al recurso articulado por la parte actora a fs. 761.
A LA PRIMERA CUESTIÓN PROPUESTA POR EL TRIBUNAL, EL
DOCTOR JUAN CARLOS CAIVANO, DIJO:
Que se adhiere al criterio adoptado por el señor vocal preopinante en el voto
que antecede, por estimarse debidamente fundado lógica y legalmente; votando en igual
sentido.
A LA SEGUNDA CUESTIÓN PROPUESTA POR EL TRIBUNAL, EL
DOCTOR LUIS HORACIO COPPARI, DIJO:
Corresponde: PRIMERO. Hacer lugar al recurso de apelación por
honorarios interpuesto en ejercicio de sus propios derechos a fojas 757/759, por los
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Dres. Alejandro Roberto LAION, Heraldo GARELLO, Gabriela ESLAVA y Aldo
Mauricio BOSSA, y en consecuencia REVOCAR el apartado III, primera parte, de la
sentencia opugnada, en cuanto ha sido materia de agravio; DIFIRIENDO la
cuantificación de sus emolumentos de primera instancia, en conjunto y en la proporción
de ley, la cual será practicada por el señor Juez a-quo, observando las pautas
establecidas, una vez que se determine la base regulatoria de acuerdo con los cálculos
mandados a practicar en los considerandos.
SEGUNDO. RECHAZAR el recurso de apelación interpuesto a fs. 761 por
el Dr. José Guillermo ROMERO, en calidad de letrado apoderado del actor, señor Mario
César FONSECA y de la señora Liliana Silvia BORDI, quién actúa en nombre y
representación de su hijo menor Nicolás Miguel BELTRAMO, y en consecuencia
CONFIRMAR la SENTENCIA NÚMERO OCHENTA Y CUATRO, dictada por el
señor Juez de Primera Instancia en lo Civil, Comercial, Conciliación, Familia,
Instrucción, Menores y Faltas de la ciudad de OLIVA (Cba.); con costas a cargo de los
recurrentes, por aplicación del principio objetivo de la derrota (art. 130, CPC), a cuyo
fin la baja instancia cuantificará los honorarios del Dr. Alejandro Roberto LAION, en el
cuarenta por ciento (40 %), de la regulación global que se practique en concepto de
honorarios de primera instancia, por aplicación de lo resuelto en el punto “PRIMERO”
que antecede. TERCERO. Protocolícese, agréguese copia, hágase saber y
oportunamente bajen. Así voto.
A LA SEGUNDACUESTIÓN PROPUESTA POR EL TRIBUNAL, EL
DOCTOR JUAN CARLOS CAIVANO, DIJO:
Que comparte la propuesta de resolución formulada por el señor vocal
preopinante, por estimarse ajustada a derecho; votando en igual sentido.
Por el Acuerdo que antecede el Tribunal, por unanimidad:
RESUELVE:
PRIMERO. Hacer lugar al recurso de apelación por honorarios interpuesto
en ejercicio de sus propios derechos a fojas 757/759, por los Dres. Alejandro Roberto
LAION, Heraldo GARELLO, Gabriela ESLAVA y Aldo Mauricio BOSSA, y en
consecuencia REVOCAR el apartado III, primera parte, de la sentencia opugnada, en
cuanto ha sido materia de agravio; DIFIRIENDO la cuantificación de sus emolumentos
de primera instancia, en conjunto y en la proporción de ley, la cual será practicada por el
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señor Juez a-quo, observando las pautas establecidas, una vez que se determine la base
regulatoria de acuerdo con los cálculos mandados a practicar en los considerandos.
SEGUNDO. RECHAZAR el recurso de apelación interpuesto a fs. 761 por
el Dr. José Guillermo ROMERO, en calidad de letrado apoderado del actor, señor Mario
César FONSECA y de la señora Liliana Silvia BORDI, quién actúa en nombre y
representación de su hijo menor Nicolás Miguel BELTRAMO, y en consecuencia
CONFIRMAR la SENTENCIA NÚMERO OCHENTA Y CUATRO, dictada por el
señor Juez de Primera Instancia en lo Civil, Comercial, Conciliación, Familia,
Instrucción, Menores y Faltas de la ciudad de OLIVA (Cba.); con costas a cargo de los
recurrentes, por aplicación del principio objetivo de la derrota (art. 130, CPC), a cuyo
fin la baja instancia cuantificará los honorarios del Dr. Alejandro Roberto LAION, en el
cuarenta por ciento (40 %), de la regulación global que se practique en concepto de
honorarios de primera instancia, por aplicación de lo resuelto en el punto “PRIMERO”
que antecede.
TERCERO. Protocolícese, agréguese copia, hágase saber y oportunamente
bajen-

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