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Por otro lado, deben mencionarse las normas de hermenéutica contractual que
imponen al juez la obligación de descubrir la verdadera voluntad de los
contratantes. Dispone el artículo 1562 CC., que "el sentido en que una cláusula
pueda producir algún efecto, deberá preferirse a aquel en que no sea capaz de
producir efecto alguno". Esto, llevado al plano del contrato, induce a concluir que
aquél debe interpretarse de tal manera, que le permita producir algún efecto,
aislando desde luego aquellas cláusulas que adolezcan de nulidad. De otro modo,
se llegaría fenómeno de la conversión de los actos nulos, sirve para cimentar las
bases de la nulidad parcial. Resulta claro que los objetivos que han tenido en vista
las partes al momento de contratar, deben ser resguarda-
dos por la ley, de un modo tal, que si resulta imposible satisfacerlos en su totalidad,
porque un vicio de nulidad de ciertas cláusulas lo impide, se resguarden, protejan
y conserven todos aquellos beneficios que sí pueden lograrse, por no estar afectos
a vicio alguno.
Estos dos argumentos, por cierto bastante subsidiarios ante el principio de la
conservación de los actos jurídicos, demuestran que el propósito de la leyes dotar
a la voluntad de los sujetos de eficacia jurídica, por lo que, desde este punto de
vista, deben arbitrarse los medios necesarios para que subsista y logre todos sus
objetivos o al menos parte de ellos.
LA NULIDAD PARCIAL
La nulidad de un acto jurídico puede ser, pues, total o parcial. La primera abarca
la integridad del acto, su totalidad, mientras que la segunda, afecta una o más
disposiciones del acto, dejando subsistentes otras, y puede también estar referida
a uno o varios actos relacionados entre sí, pero no a todos, tratándose de un acto
compuesto.
Según Coviello:
Artículo 224:
Como puede apreciarse, el acotado artículo 224 da contenido a tres re-glas que
gobiernan la nulidad parcial:
A estas reglas puede sumarse la de la nulidad del acto plurilateral, que hemos
considerado anteriormente y la de la nulidad del documento, que consideraremos
después.
El primer acápite del artículo 224 del Código Civil, como hemos visto, legisla
sobre la nulidad de las disposiciones separables, las cuales, por ser tales, no
perjudican a las demás, subsistiendo el acto. La norma, por registrar como
antecedente a la del artículo 1127 del Código Civil de 1936, tiene como fuente, la
del artículo 1039 del Código Civil argentino.
La regla del segundo acápite del artículo 224 es, pues, superflua, pues no es
sino consecuencia de la prevalencia del orden público sobre la autonomía privada
y la aplicación del inciso 8 del artículo 219 que da una sanción diversa a la de la
nulidad del acto, al sancionar una nulidad parcial.
En otras palabras, a los agentes no les estaría dado tener por nulo todo el negocio
por la supresión de una cláusula y modificación de la misma por mandato legal.
Tal es la primera conclusión a que se llega con la lectura de este párrafo del
artículo.
Doctrinariamente creemos que pueden existir fundadas razones para excluir estos
supuestos de la teoría de la nulidad o que, a lo mínimo justificaban un artículo
separado. Nos parece fuera de duda que la nulidad descansa en una interpretación
de la intención de las partes, operación que no rige cuando se aplica el segundo
párrafo del artículo 224.
En un caso, la voluntad de las partes es decisiva; en el otro ni siquiera se la toma
en consideración. La disposición 224 que estamos analizando debe aplicarse con
el mismo espíritu que inspira el artículo 1355 del Código, que circunscribe la
imposición de reglas o limitación de contenido a «consideraciones de interés
social, público o ético». En otras palabras que la entrada obligatoria de la norma
de sustitución en el reglamento negocial, sólo puede producirse cuando así resulte
por las referidas consideraciones, o por el texto de la disposición legal, que ordene
expresamente la inserción de un nuevo contenido por vía de integración sustitutiva
o correctiva.
(Ha de señalarse, no obstante su misma justificación, que los artículos 224 y 1355
contemplan hipótesis diferentes, aunque se complementen. El primero regula la
sustitución por nulidad en un negocio ya celebrado; el segundo impone en un
contrato por celebrar. Por tanto, el posible conocimiento por las partes de las
circunstancias juega un rol diferente, que puede influir en una voluntad negocial
errada).
Pero creemos que no solo con la aplicación de la máxima romana la más puede
ser interpretada a cabalidad. Es necesario establecer cuando la obligación -
disposición y tambi6n acto- es principal y cuando accesoria. Para ello hay que
determinar la relación de dependencia y en ello participa, incuestionablemente, la
voluntad de las partes, pero también la naturaleza de la obligación -disposición y
también acto-. Las partes pueden convenir que una obligación o un acto queden
supeditados a otro, que por ello le sea principal. Hay también obligaciones que por
su naturaleza son accesorias, como pagar intereses, y también actos que por su
naturaleza son accesorios, los constitutivos de garantías.
CONCLUSIONES
2.- Las disposiciones son separables, salvo que otra cosa se deduzca de la
naturaleza del negocio, de la intención de las partes y de las circunstancias
concurrentes (artículos 223 y 224)
La ley puede prohibir que un contrato tenga eficacia con cierto contenido pero no
puede imponer en el negocio un contenido legal, por cierto y permitido a todos,
pero no querido en el caso concreto, salvo que existan, legalmente y taxativamente
calificados como tal, unos intereses superiores dignos de protección que obliguen
a mantener el contrato. No debe confundirse el acto con el documento que sirve
para probarlo. Puede subsistir el acto aunque el documento se declare nulo.
DIFERENCIA ENTRE ACTO JURÍDICO Y DOCUMENTO
"La nulidad del instrumento no induce a suponer la nulidad del acto, cuando el
mismo instrumento no es la sustancia de él. Del instrumento debe constar que fue
observada la forma que la ley exige para el acto. El instrumento público, aunque
nulo, puede valer como privado, si el acto pudo ser realizado mediante esta forma,
o como principio de prueba por escrito para los efectos del derecho. El instrumento
público o privado, nulo por la falta de alguna solemnidad que la ley exige para
constituir acto especial, valdrá como título de deuda".
Art. 1131 (C.C. 1936).- No debe confundirse el acto con el documento escrito
que sirve para probarlo. Puede subsistir el acto aunque el documento se
declare nulo por cualquier defecto.
La nulidad del documento sin afectar la validez del acto es solo posible cuando el
documento, ha sido utilizado mediante una formalidad ad probationem, en la que
el acto y el documento no son consustanciales y no forman una sola entidad
jurídica, siendo por lo tanto separables. Esta nulidad constituye también un caso
de nulidad parcial.
Valen, respecto de este numeral los comentarios hechos sobre las formalidades,
y la nulidad del negocio por defecto de ellas. La razón del artículo es explicable, y
hace bien en decir que el negocio puede subsistir, ya que también pueden ser
diferentes las hipótesis: