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P.D. N° 036-2010-CNM
VISTO;
CONSIDERANDO:
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hacerlo, con el propósito de favorecer a la parte demandante, vulnerando
el deber de independencia - imparcialidad, así como el artículo 184° inciso
1 de la Ley Orgánica del Poder Judicial.
Cuarto: Que, asimismo, agregó que estando a que desde la fecha en que
sucedieron los hechos materia de la presente investigación, 26 de julio de
2007, hasta el 27 de setiembre de 2007 en que se formuló la queja en su
contra, transcurrieron más de 60 días, y se excedió el plazo máximo de 30 días
para interponer la queja administrativa establecido en el artículo 204° de la Ley
Orgánica del Poder Judicial, caducando el referido derecho; lo cual respalda en
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el artículo 108° del ROF de la OCMA y Resolución de l Consejo Nacional de la
Magistratura N° 087-2010-CNM;
Quinto: Que, del mismo modo, señaló que conforme lo establece el artículo
204° de la Ley Orgánica del Poder Judicial, concord antemente con el artículo
61° de la Ley de Carrera Judicial, una vez interpue sta la queja prescribe de
oficio a los dos años; por lo que estando a que hasta la fecha no ha culminado
la presente investigación administrativa, la misma habría prescrito;
Sexto: Que, con relación a las excepciones en materia se debe precisar que a
partir de la disposición que invoca el juez procesado, artículo 204º de la Ley
Orgánica del Poder Judicial, el Reglamento de Organización y Funciones de la
OCMA del Poder Judicial, aprobado por Resolución Administrativa N° 263-96-
SE-TP-CME-PJ, vigente en el contexto de los hechos, reguló en su artículo 63°:
“La prescripción a que se contrae el Artículo 204 del Texto Único Ordenado de la Ley
Orgánica del Poder Judicial, es aquella Institución legal que extingue la acción
administrativa, entendida no como el derecho de petición sino como facultad de la
Administración de perseguir la conducta funcional irregular (…)”, y en su artículo 66°:
“La Caducidad es aquella institución legal por la cual el transcurso del tiempo extingue
la acción y el derecho de la persona, para recurrir ante el Órgano Contralor para
cuestionar una presunta conducta funcional irregular (…)”; asimismo, el artículo 64°
del citado reglamento prevé: “El cómputo del plazo de prescripción se inicia a partir
de la fecha en que el Órgano Contralor toma conocimiento de la presunta conducta
irregular a través de la interposición de la queja. En los casos en que la conducta
irregular denunciada sea continuada, el plazo de computa a partir de la fecha de cese
de la misma”, y en su artículo 65°: “El cómputo del plazo de prescripción se
suspende con el primer pronunciamiento del Órgano Contralor competente”;
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Octavo: Que, en cuanto a la prescripción deducida, debe delimitarse esta
institución jurídica como aquella por cuya virtud el transcurso del tiempo
extingue la facultad persecutoria que tiene la administración respecto de la
infracción administrativa; y, de conformidad con lo establecido en el artículo
233 numeral 233.2 de la Ley N° 27444, Ley de Proced imiento Administrativo
General, el plazo de prescripción sólo se interrumpe con la iniciación del
procedimiento sancionador; por tanto, al haberse iniciado dicho procedimiento
por resolución de 26 de noviembre de 2007, el plazo de prescripción se
interrumpió, razón por la cual la prescripción deducida deviene en infundada;
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distancia y contexto del lugar donde ejercía la función de juez, situación sobre
la cual el Consejo Nacional de la Magistratura a través de la resolución N° 187-
2010-CNM se ha pronunciado reconociendo que un juez puede alegar el
desconocimiento de un precedente, correspondiendo que tal criterio sea
aplicado a su caso;
Décimo: Que, por otro lado, el doctor Pajuelo Infante expresó que no se le
puede sancionar por un acto reprochable a la parte demandante, pues en no
pocos casos los demandantes promueven procesos constitucionales en
provincias creando domicilios inexistentes, frente a lo cual ni la Corte Suprema
ha podido prohibir que las referidas demandas sean admitidas y, atendiendo
que en el presente caso la demandante acreditó su domicilio con un contrato,
debía dar trámite a su demanda en virtud del Principio de Tutela Jurisdiccional
efectiva; finalmente, puntualizó que no es cierto que a consecuencia de haber
sido quejado declaró improcedente la demanda en cuestión, pues cuando por
resolución del mes de abril de 2008 se le corrió traslado de la citada queja, ya
había declarado fundada la excepción de falta de legitimidad para obrar e
improcedente la demanda por resolución del mes de octubre de 2007;
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diciembre de 2006, de fojas 365 a 367, disponiendo: “(…) CONCEDER la
MEDIDA CAUTELAR solicitada por la empresa, CORPORACIÓN BILBAO
SANTANDER S.A.C. (…), disponiendo: A) La Suspensión de la aplicación de la Ley N°
27153, (modificada por la Ley N° 27796), aprobada p or Decreto Supremo N° 009-
2002-MINCETUR y Directivas Complementarias, en relación al objeto social y
desarrollo empresarial de las recurrentes, regulado por la Ley N° 27153 modificada por
la ley N° 27796; B) Así como el Artículo 22° de la Ley N° 27796 que incorpora al
Artículo 47° de la Ley N° 27153, respecto de las so licitantes; C) La suspensión del
Artículo 25° de la Ley N° 27153 modificado por el A rtículo 12° de la Ley N° 27796
incisos h, i, j, k y l; D) La suspensión de la Primera Disposición Transitoria de la Ley N°
27796; E) Debiendo la demandada se abstenga [Sic] de realizar cualquier acto que
signifique impedimento en el desarrollo del objeto social de uso y explotación de
máquinas tragamonedas, e importación de las mismas, así como de piezas de
componentes, derivados de aplicación directa de la normas antes mencionadas y
mientras se dilucide el presente Proceso; (…)”;
- Expediente N° 9165-2005-PA/TC:
“(…) 32. Por lo demás, y conforme a lo expuesto en la STC N.° 2302-2003-AA/TC, y
en la propia STC N.° 0009-2001-AI/TC, entiende este Tribunal que una exigencia de
tal naturaleza responde a una cuestión de prevención de la salud pública, pues el ocio
que promueve el Estado mediante la cultura, recreación y el deporte es distinto al que
tolera con los juegos de apuesta, que pueden generar adicción –ludopatía– con
efectos económicos y sociales perjudiciales para el jugador y su familia, lo cual resulta
compatible con la preservación y defensa de otros bienes y principios constitucionales,
y en particular, la protección de la moralidad y seguridad públicas (…).
37. Respecto al plazo de adecuación que fuera declarado inconstitucional por este
Colegiado mediante la STC N.° 0009-2001-AI/TC, el c ual fue ampliado hasta el 31 de
diciembre del 2005, queda claro que no podrían aplicarse sanciones hasta el
vencimiento del mismo (STC 1024-2001-AA/TC, 1343-2003-AA/TC, 0964-2003-
AA/TC).
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38. Así, teniendo en cuenta que la Ley N.° 27796 f ue expedida en julio del año 2002,
el Tribunal Constitucional estima que, en las actuales circunstancias, dicho plazo –de
aproximadamente tres años y medio– resultó por demás razonable y proporcional con
la entidad, los costos y la envergadura de las nuevas condiciones impuestas y, por
ende, razonable y válido en la medida que se encuentra acorde con el principio de
seguridad jurídica (…)”;
- Expediente N° 4227-2005-PA/TC:
“(…) 42. El Tribunal Constitucional no puede dejar de expresar su preocupación por el
hecho de que, según se advierte de los recaudos anexados al escrito presentado con
fecha 11 de agosto de 2005 por la propia recurrente, en sede judicial se vienen
dictando sentencias –que han adquirido la calidad de firmes– en materia del impuesto
a la explotación de los juegos de casino y máquinas tragamonedas, que infringen el
segundo párrafo del artículo VI del Código Procesal Constitucional y la Primera
Disposición General de la Ley Orgánica de este Tribunal, en virtud de los cuales los
jueces y tribunales tienen la obligación de interpretar y aplicar las leyes y toda norma
con rango de ley, y los reglamentos respectivos, según los preceptos y principios
constitucionales, conforme a la interpretación de los mismos que resulte de las
resoluciones dictadas por este Colegiado en todo tipo de procesos, bajo
responsabilidad.
43. En tal sentido, y de conformidad con lo establecido por el artículo VII del Título
Preliminar del Código Procesal Constitucional, este Tribunal declara que la presente
sentencia, que adquiere la autoridad de cosa juzgada, constituye precedente
vinculante. En consecuencia, al haberse confirmado la constitucionalidad del artículo
17º, y la Tercera y Décima Disposiciones Transitorias de la Ley N.º 27796; de la
Tercera Disposición Complementaria y Final del Decreto Supremo Nº 009-
2002/MINCETUR; de la Primera, Segunda y Tercera Disposiciones Finales de la
Resolución de Superintendencia N.º 014-2003/SUNAT, y de la Resolución de
Superintendencia N.º 052-2003/SUNAT, en aplicación del primer párrafo del artículo VI
del Código Procesal Constitucional –que resulta también de aplicación en aquellos
casos en los que este Colegiado desestima la solicitud de ejercer el control difuso
contra norma, por no encontrar en ella vicio alguno de inconstitucionalidad–, dichos
preceptos resultan de plena aplicación en todo tipo de procesos, quedando proscrita
su inaplicación por parte de los jueces en ejercicio del control difuso de
constitucionalidad de las normas (…)”;
- Expediente N° 1436-2006-PA/TC:
“(…) 6. En ese sentido y de conformidad con lo establecido por el artículo VII del Título
Preliminar del Código Procesal Constitucional, este Tribunal, mediante STC 04227-
2005-AA/TC, confirmó el razonamiento expuesto supra, estableciendo precedente
vinculante, según el cual
“(...) al haberse confirmado la constitucionalidad del artículo 17º, y la tercera y décima
disposición transitoria de la Ley 27796 (...), dichos preceptos resultan de plena aplicación en
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todo tipo de procesos, quedando proscrita su inaplicación por parte de los jueces en ejercicio
del control difuso de constitucionalidad de las norma” (…)”;
Décimo Quinto: Que, bajo los mismos parámetros legales, el artículo 82° del
Código Procesal Constitucional prescribe: “Las sentencias del Tribunal
Constitucional en los procesos de inconstitucionalidad y las recaídas en los procesos
de acción popular que queden firmes tienen autoridad de cosa juzgada, por lo que
vinculan a todos los poderes públicos y producen efectos generales desde el día
siguiente a la fecha de su publicación.(…)”; de otro lado, el artículo VI del Título
Preliminar del citado cuerpo legal adjetivo prevé: “(…) Los Jueces no pueden
dejar de aplicar una norma cuya constitucionalidad haya sido confirmada en un
proceso de inconstitucionalidad o en un proceso de acción popular. (…)”; y, la
Primera Disposición Final de la Ley Orgánica del Tribunal Constitucional regula:
“Los Jueces y Tribunales interpretan y aplican las leyes y toda norma con rango de ley
y los reglamentos respectivos según los preceptos y principios constitucionales,
conforme a la interpretación de los mismos que resulte de las resoluciones dictadas
por el Tribunal Constitucional en todo tipo de procesos, bajo responsabilidad”;
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contradicciones, corroboran que debió resolver sujetándose a los precedentes
vinculantes dictados por el Tribunal Constitucional, pues esta acción deviene
precisamente del precepto de la sujeción de los jueces a la Constitución y la
ley; asimismo, porque no se puede justificar el tipo de acción que se le
cuestiona por el desconocimiento en el que alega haber incurrido, debido a que
es contrario a la naturaleza y fines de la función del juez;
Décimo Sétimo: Que, en tal sentido, se advierte que el juez procesado, doctor
Pajuelo Infante, mediante la Resolución N° Uno de 0 5 de diciembre de 2006,
detallada en el considerando Décimo Tercero de la presente resolución,
concedió la medida cautelar solicitada por la empresa Corporación Bilbao
Santander S.A.C., disponiendo la suspensión de la aplicación de la Ley N°
27153, modificada por la Ley N° 27796, y ordenando al MINCETUR que se
abstuviera de impedir la explotación de máquinas tragamonedas e
importaciones de las mismas, sin tener en cuenta los precedentes vinculantes
citados por el Tribunal Constitucional en las sentencias números 9165-2005-
PA/TC, 4227-2005-PA/TC y 1436-2006-PA/TC, y contraviniendo de ese modo,
entre otras disposiciones, el artículo VII del Título Preliminar del Código
Procesal Constitucional;
Décimo Octavo: Que, por lo expuesto, se configura por parte del juez
procesado, doctor Pajuelo Infante, la vulneración de las normas legales citadas,
y la infracción de su deber de resolver con sujeción a las garantías
constitucionales del debido proceso previsto en el artículo 184° inciso 1 de la
Ley Orgánica del Poder Judicial; asimismo, que incurrió en la responsabilidad
disciplinaria devenida de tal vulneración e infracción, conforme a lo regulado en
el artículo 201° numeral 1 de la citada ley orgánic a; hecho por el cual es pasible
de sanción disciplinaria;
Décimo Noveno: Que, con relación al cargo que se atribuye al doctor Pajuelo
Infante en el literal B), conforme a lo detallado en los considerandos Décimo
Segundo y Décimo Tercero de la presente resolución, se tiene que el juez
procesado, mediante la Resolución N° Uno de 29 de n oviembre de 2006,
admitió a trámite la demanda de amparo que formuló Corporación Bilbao
Santander S.A.C. contra el Ministerio de Comercio Exterior y Turismo -
MINCETUR, proceso constitucional que se signó con el número 067 - 2006; y,
sucesivamente, por Resolución N° Uno de 05 de dicie mbre de 2006, concedió
medida cautelar a favor de la demandante;
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el magistrado procesado no efectuó motivación alguna respecto de su
competencia para conocer el proceso, limitándose a señalar en la parte
considerativa del mismo el siguiente fundamento: “CUARTO: que, esta judicatura
resulta competente para conocer la presente acción, en aplicación de la disposición
contenida en el artículo 51° del Código Procesal Co nstitucional”; y, menos aún
realizó motivación al respecto en la Resolución N° Uno de 05 de diciembre de
2006, por la que concedió una medida cautelar dentro del mismo proceso;
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afirmación sólo con un contrato de alquiler de bien inmueble suscrito un día
antes de la fecha en que presentó la referida demanda; cuestión importante
que el doctor Pajuelo Infante debió advertir para determinar su incompetencia
por razón de territorio, máxime si por expresa disposición del aludido artículo
51° del Código Procesal Constitucional esta compete ncia no era prorrogable; a
lo que se debe agregar que el magistrado no tomó en cuenta que según el
Testimonio de Constitución aludido en el considerando Vigésimo Primero de la
presente resolución, el domicilio de la empresa estaba señalado en la ciudad
de Lima, tal como también se puede apreciar en el formulario de información
registrada de la SUNAT de fojas 36;
Vigésimo Sexto: Que, sobre el cargo que se imputa al doctor Pajuelo Infante
en el literal C), se observa que a consecuencia de las irregularidades en que
incurrió en el trámite del proceso constitucional de amparo signado con el N°
067-2006, y cuyos hechos han configurado los cargos anteriormente
desarrollados, la Procuraduría Pública del Ministerio de Comercio Exterior y
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Turismo por escrito de 27 de setiembre de 2007, de fojas 06 a 08, interpuso
una queja en su contra por inconducta funcional ante el Jefe de la Oficina
Distrital de Control de la Magistratura de la Corte Superior de Justicia de
Ancash; en mérito de la cual se emitió la resolución N° 1 de 28 de setiembre de
2007, de fojas 09, por la que se solicitó al doctor Pajuelo Infante que en el
plazo de cuarenta y ocho horas remitiera copias certificadas de todo el
expediente judicial del proceso de amparo seguido por la Empresa Corporación
Bilbao Santander S.A.C. contra el MINCETUR;
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menoscaba el decoro y respetabilidad del cargo, conforme a lo regulado en el
artículo 201° numerales 1 y 6 de la citada ley orgá nica; por lo cual es pasible de
la sanción de destitución;
Trigésimo Primero: Que, los hechos que subyacen a los cargos imputados en
el presente proceso disciplinario se contextualizan además en las disposiciones
del Código Modelo Iberoamericano de Ética Judicial, norma que establece en
su artículo 3º: “El juez, con sus actitudes y comportamientos, debe poner de
manifiesto que no recibe influencias -directas o indirectas- de ningún otro poder
público o privado, bien sea externo o interno al orden judicial”; en su artículo 9º: “La
imparcialidad judicial tiene su fundamento en el derecho de los justiciables a ser
tratados por igual y, por tanto, a no ser discriminados en lo que respecta al desarrollo
de la función jurisdiccional”; en su artículo 18°: “ La obligación de motivar las
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decisiones se orienta a asegurar la legitimidad del juez, el buen funcionamiento de un
sistema de impugnaciones procesales, el adecuado control del poder del que los
jueces son titulares y, en último término, la justicia de las resoluciones judiciales”; en
su artículo 19°: “Motivar supone expresar, de manera ordenada y clara, razones
jurídicamente válidas, aptas para justificar la decisión”; en su artículo 28º: “La
exigencia de conocimiento y de capacitación permanente de los jueces tiene como
fundamento el derecho de los justiciables y de la sociedad en general a obtener un
servicio de calidad en la administración de justicia”; en su artículo 35º: “El fin último
de la actividad judicial es realizar la justicia por medio del Derecho”; en su artículo
43º: “El juez tiene el deber de promover en la sociedad una actitud, racionalmente
fundada, de respeto y confianza hacia la administración de justicia”; y, en su artículo
79º: “La honestidad de la conducta del juez es necesaria para fortalecer la confianza
de los ciudadanos en la justicia y contribuye al prestigio de la misma”; advirtiéndose
que los hechos acreditados conforme a las consideraciones precedentes,
resultan contrarios a las disposiciones anotadas;
Trigésimo Segundo: Que, por otro lado, el Código de Ética del Poder Judicial
aprobado en sesiones de Sala Plena de fechas 9, 11 y 12 de marzo de 2004,
establece en su artículo 2°: “El Juez debe encarnar un modelo de conducta ejemplar
sustentado en los valores de justicia, independencia, imparcialidad, honestidad e
integridad, los cuales deben manifestarse en la transparencia de sus funciones
públicas y privadas. La práctica transparente de estos valores contribuirá a la
conservación y fortalecimiento de un Poder Judicial autónomo e independiente y se
constituirá en garantía del Estado de Derecho y de la justicia en nuestra sociedad”; y
en su artículo 5º: “El Juez debe ser imparcial tanto en sus decisiones como en el
proceso de su adopción. Su imparcialidad fortalece la imagen del Poder Judicial. El
Juez debe respetar la dignidad de toda persona otorgándole un trato adecuado, sin
discriminación por motivos de raza, sexo, origen, cultura, condición o de cualquier otra
índole (...)”; normatividad que también se ha visto afectada negativamente
según se aprecia del análisis de cada uno de los cargos imputados;
Por estos fundamentos, apreciando los hechos y las pruebas con criterio
de conciencia, en uso de las facultades previstas por los artículos 154° inciso 3
de la Constitución Política, 31° numeral 2, 33º, 34 ° de la Ley Nº 26397, Ley
Orgánica del Consejo Nacional de la Magistratura y 35° de la Resolución Nº
030-2003-CNM, Reglamento de Procesos Disciplinarios del Consejo Nacional
de la Magistratura y, estando a lo acordado en sesión de 06 de enero de 2011,
por unanimidad;
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SE RESUELVE:
Regístrese y comuníquese.
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