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pesne 8 axos i ALFAGUARA INFANTIL Efrain en La Vega Mario Carvajal y Victor Hugo Riveros Text eilstraciones de los autres En estas vacaciones, por primera ver, Efrain no viajaré a El Tabo sino que a su pesar, deberé quedarse en Santiago Sin embargo, no todo seré caras largas y desgano, ya que no se imagina las. aventuras que viviré ni los amigos que har acompafiando a su tio en su puesto en La Vega. Una historia lena de ‘emaciones en un lugar tan tradicional y popular de la capital que encantara a Quienes se atrevan a descubrir lo que ‘culta el mercado abierto mas grande de Santiago. ae INFANTIL 9A PT —Pero, paps, si todavia esti oscuro! —reclamé fain mirando la ventana. (Tengo suetio! —En La Vega comienzan a trabajar cuando todavia es de noche —dijo su padro—. Presta vez yo te iré a dejar mis temprano por- que después debo ira mi trabajo. Desde mafia- 1a ced solo y podris legar més tarde. . Efrain Garots y su padre particron ca- ‘minando hacia La Vega. El nino no dejaba de pensar en ls extras vacacoies que cstaban por comenzar. Acostumbrado a ir todos los aos 2 Bl Tabo, ext verano se presentaba muy diferente. ‘A medida que se acercaban a La Vega se esenchaba un ruido que iba aumentando.. fran se sorprendié cuando comenzé a ver 4 10 es: hora de la maliana varioe carretones carga- dos de frutasy verduras tirados por exforzados ‘cabajadores. Dieron vuelta a una exquina y se encontraron con mucha gente que iba y venta en plena actividad. Mujeres y hombre: cargaban ‘2006, daban érdenes a gritos y Eftain comen- a sentir intensos olores de fruas y verdurea, {que se mezclaban con quesos, peacados ycarnes, Pequefios locales, pegados uno al lado del otro, vendfan todo tipo de productos. Habjan llega. doa La Vega; cnuzaron galponesy pasillo lenos colors que fain nunc habla visto pest u FI nino y su padre legaro a un gran portén de madera con un letrero que decfa El Paraiso, Era el negocio del tio Abelardo, ‘Cuando se disponfan a entrar, un gordo cruzé a calle y antes de doblar la esquina mieé a Efrain y le cerns un ojo. Los gatos no le cierranel ojo alas personas, pensd el nfo, y sali corriendo a buseatlo, pero habia desaparecid, El tio Abclardo salié a saludarlos. Ea tun hombre delgado, no muy alto, de grandes bigotesy pelo negro, Siempre andaba despeine do'y con una sonrisa de orejaaoreja. Su negocio xa un galpén repleto de caja y grandes canas- tos con fas y verduras. 2 Asi que vai a estar viniendo peed du- rante las vacaciones! —le dijo el tio a Efrain, hhaciéndole carfio en la cabeza. Si poh, fo —respondié Efrain, con —Aqut lo vai a pasar mejor que en la playa, jAcuérdate! Efrain no estaba muy convencido de que La Vega iba a ser més entrerenida que El Tabo. Pero no habia otra alternativa. Sus padres, por motives de trabajo, no iban a salir de San- tiago yl inca solucién para que no se quedars solo en casa era estar en el negocio de su tio todas las mafianas. Su padre se despidi y Efrat se dedicé a mirar a la gente pasar recomer el local y ob servar cada detalle. Todo era nuevo y extraio. Las jas canastos se amontonaban por todos lades. Al fondo, una puerta conducta a un pe- 226 bio, yen ne deo incones habla una tips de maders en el eo, rian —¢Para qué es esa tapa? —pregunts —Parn bajar al eubtrsieo —cepon- dif lo. Hace muchos aioe, ls pesona uc Fu dua dal loa de un montén de con al 1 nea la vino abc, fain se qued6 pensaivo, Siempre le tian amido Jo ngs lenoe de cons ies tal nex pods encargarte de hinplar y ondenat exe lugar —dijo Ho, sonrien- do tamtmese “ mercaderia. ;Qué te parece «i desde mafiana lo tom como un tmbajo hasa que terminis cepts ol encargo de inmediao. Ordenar un subserréneo repleto de cosas vicjas le parecié ‘uy interesante, El subterrinso a, Al dla siguiente, Hfaf legs a La Voga sy cemprano. Sic yes iper i, lo respons fain —. Yo vivo cer, en la calle Man. Se puso a tbajer de inmediatm. Fue sl singin don stabs fa tapa de madera que -conducfa al subterréneo y comenaé a levantarla; fr mi peda delo que emperaba. Una ver que loge ata se enconeré con una crac ques ‘eta bastante oscura, Su se ace y pasindo- tea nea le coe —Toma, esto te puede servir —y lo ‘dejé solo. ‘hain la encendisy empexs a desen- dee. Cuando Megé al pizo del subterrinco se scoot en una gran pie lena de objeto: Smontonads en gn orden, Eagar no na itenna vente v bats Be 16 ‘Temeroto, Bula comensé a recorrer el lugar pensando que no iba 2 ser fil oF- dlenar tanto eachuseo. Al fondo de la pia, medio escondidos entre unas cajas, habla un hombre y una mujer que lo miraban Gjamen- te. Dio un salto y vio que los personajes tenfanpicrnas, sino una base de madera. Eran smaniquis con extraios sombreros, como los aque habfa visto en las iendas de ropa. Respisé dliviado micas su corazén lata acelerada- mente. El nfo contiaus con su visita sobre tuna vigja mesa encontsé una caja cubiera de polvo. Tomé un pean de papel y la Kimpié. Sobre a tapa apareié el dibujo de tn bello pi sje de campo y en una exquna estaba femado el nombre Jaina "fia se apresuré a abrir a ea, pero ‘emaba cerrda con un pequeio candado y no se ‘ela ninguna lve. D6 la aja cuidadosamen- tey continné mirando otros objeros. Encontrs sua vieja mdquina de cose, des mascara, un bai leno de ropa vieja un montén de foros antiguas, archivadores lienos de papeles, una Pintura enmarcada con el retrato de un mili- fary una caja llena de monedas anciguas. Fue reuniendo los objets ordenadamente oztea de Jn escalera para fialmentesacacos del loca. 7 Habia cosas que era mejor botar a la basuras y otras que prefirié conservar. Estuvo trabajando toda la mafiana mo- viendo cajas. y después de tanto esfuerzo se tendi6 a descansar en un viejo sof de tercio- pelo que estaba junto alos maniquis que tanto Jo habian asustado. En un par de minutos se quedé dormido profundamente. Comenzé a sofiar con un campo y una nifa muy hermosa, tun poco mayor que él, La joven susurraba: «La ave esté junto al reloj.. fa lave esté junto al reloj..r. Su suefio fue interrumpido por fa voz desu to Abelareio: —iEfain, ya es hora que volvsi a casa! Tu pap me dijo que fueras puntual y te fueras« la hora de almuerzo, pal que ew mamé nose preocupara. EL nifio se ditigié a ou casa y en el ca- ‘mino ao dejé de pensar en el suet que habia tenido con la nifia campesina, que hablaba de tuna llave junto 2 un reo}... Sera ka pequena llave para abrir la eaja de madera? a, El canto misterioso Al dia siguiemte se levanté ansioso por Legar al subterrénco. Tomé desayuno, se despi- dié apurado y partié caminando hacia La Vega. Cuando Uegé al negocio, el fo Abelar- do lo saludé carifiosamenre. —Hay mucho que hacer allé abajo —le conté Efrain—. Escd todo desordenado. 'No quiso dar muchos detalles porque ‘0 querfa contarle a su do la aventura que esta- ba comenzando a vivir. Se ditigié dicecamente al subcerrinco ‘yempez6 su tarea moviendo cajas de un lado a ‘otro, barriendo y sacudiendo. “Apoyado en uno de los muros del subee- ‘réneo habla un armario con pequetios cajoncs. Se puso a abridlos y estaban lends de cosae. En uno de ellos habla una peineta junto a un espejo; ‘1 otro, un viejo reloj con una cadena que en st cetremo tenfa una pequefia lave plateada, y en 1 dkimo, estampillas, Records el suefio del dia lun poco mayor que d. La joven susurraba: «La lave esté junto al rloj... fa lave esté junto al teloj..». Su suefio fue interrumpido por fa voz desu to Abelard: Efrain, ya es hora que volvdi a eu ‘asa! Tu papé me dijo que Fucras puntual y te fueras« la hora de almuerzo, pa’ que tu mami ‘no se preocupara. El nifio se a au casa y en el ca ‘mino ao dejé de pensar en el suefio que habia ‘enido con la nifia campesina, que hablaba de tana lave junto a un rele... Sera fa pequenia lave para abrir la eaja de madera? Al dia siguiente se levanté ansioso por Legar al subterréneo. Tomé desayuno, ze despi- ddié apurado y parti6 caminando hacia La Vega. Cuando legs al negocio, el fo Abelar- do lo salud6 catifiosamente. —Hay mucho que hacer allé abajo —e conté Efrain—. Estd todo desordenado. 'No quiso dar muchos detalles porque ‘0 querfa contarle a su to la aventura que esta- ba comenzando a vivir. Se ditigié dicecamente al subcerrénco _yempezs su tarea moviendo caja de un lado a ‘otro, barriendo y sacudliendo. “Apoyado en uno de los muros del subee- ‘réneo habla un armario con pequetios cajoncs. ‘Se puso a abrtlos y extaban llenos de cosas. En uno de ellos habia una peineta junto a un espejoz ‘n ot10, un viejo reloj com una cadena que en st cotremo tenfa una pequefa lave placcada, y en cl dkimo, estampillas. Recondé el suefio del dia ancetior y con I lave plateala corr a buscar la caja que no habia logrado abrie. Introdujo la lave y el candado se abrié de inmediato. Levanté suavemente la tapa y dentro de la caja encontrd numerosas foros y dibujo, algunos acompafiados de poeslas que hhablaban de campos, ros, lagos y bosques. De pronto, Efiain comenzé a escuchar Ja vor de una aifa cantando. Se quedé muy quieto. La misteriosa voz proventa de un lugar czreano, pero no del interior del subterréneo. Se ‘ofa mds ald de los muros. Era una vor van dal ‘ce que sintib ganas de acerearse. Cert la caja Tentamente y caminé hacia el fondo del sub- a tecrdneo alfa vou se eneéa mds cereana, Coie ddadocamentecomensé a desplazar ls maniquls hhacia un lado y enconeré una pequeta puerta, 1a suave melodia proventa de eae agar, Tomé 12:manilla de la perea ycomenzé a abr. Vio tum Largo pasillo que se ozcurecta hacia cl fondo 1 singié una besa muy helads. La dulce voz se ‘dejo nose escuchs mis. Arusado, Effin e- sé la poquefa pers y sali ipidamente del subecerineo. 2 Durance el esto de la mafiana, Efain dio yuchas en el negocio, pero no wvié a bajar. Pars a su czea bastante nervioso, No podia de- jar de recordar a suave ymistevioma melodia que proventa del vencbroto y oscuro pasllo. Sa madre lo noté preocupado, pero Efialn no quiso contaley so le comenté que ‘staba un pooo adoforido de tanto mover cajas yycanasios de un lado para ott. Ea la noche, ya en au cama, se daba vrelias sin poder dormit. Se preguntaba si est vor que habia escuchado serfa ania con la que habla sofado cuando se duemié en el sof. EL subwerineo del local de su fo Abe- Jando era un lugar misterioso, que lo lenaba de ‘emor, a pesar del cual, Effain no questa aban- donar eta avencura Pasaron semanas y Eftain ao volvié a bjr al subterraneo. Se quedabe junto a su cto ayuddndole en el negocio. ‘Un poco extrafiado, sto le pregunté: —Terminaste de ondenar of subeerc- neo, Efraln? —Todavia no, to. Es que me cansaba mucho —se discalps. —No olvides que scordames que el subterrineo quedartalimpio y ordenado antes de que volvdi al colegio —dijo su to—. Si ve cansfi mucho, podis pele ayuda 2 otros ca- bros. Hay vazios que trabajan sek en La Vege. A Efrain de pared. una exelence iden, pero atin no conoeta a nadie desu edad. Que ‘fa cumplir con el compromiso que habia hecho con mato y saber mds de es extrafo lugar, pero tno aevia avolver solo por alngrn motivo. ‘Un par de dias después, Efain se encon- «a en ln entrada del negocio con ello Abdardo ey junto a un hombre viejo que cargabs frutas en tun carrexén-de mano, ‘=. Ben gran mig yeaa conmigo der de que empect exe negara. Ee aul desde ‘mutho sss que yo legen Melle Efn —djo nia, on una snes arable igo los by dior —Llevo muchos aitos trabajando aqui, conoaco ca incon 2 ota gets que Creu oct hagar —sConoce nis de ei cd? —pre- sum Efain Stn, conaaco un lot! — responds Sepia Hay von bree gue © peck proctiat.;Quers que elle 2 dar un asco Ps que conondl jor La Vega? —Predo? Pregunté Ela, mind s0ida —Por supe que ste espondié el ti, que tble que vj em un hone boo- Aldon y de mucha cof, laa eine cbmodamente bree ceri ye vigjo se clgs de a manila o> viendo sus pies, casi flotando en el aire, para rama Eo como ir volanda 25 EL Sopita no tenfa dientes, y todos de- ‘fan que sin dientes slo podia tomar sopa, pot 0 lo amaban ast. El anciano conocla muy bien La Vega, su gente, los pasills, veredas y ‘allpones, Parecia que ya lo habia visto todo. La Vega sel principal mereac’ ce San- tiago —dijo el Sopita—. Aqui se venden frutas, flores, verduras, pescados, carnes, condimen- tos, hierbas, y un moneén de cuestiones més. Hay negocios chicos y grandes y es mis bara- to que en cons par, ESAS, (deena yl pope ls bautzarn como el tiempo la gente se acoscumbré a llamasle La ‘Vega. Al comienzo cra un lugar chico, pero dea poco ha ido creciendo. Hoy trabajan una mon- tonera de comerciantes. Uno de ellos es uu lo Abelardo, con su negocio de feuras y verduras. 1a Vega tiene mucha historia, Efata, Siempre hha estao! yes pareede los =O sea, que La Vega exeé en mi bartio -comenté Efrain—. Con mis*papts"vivimes onl 1La Vega era un lugar mucho més grande y antiguo de lo que habla imaginado, Mientras recorran el lugar, el Sopiea le contd muchas co- as a Effain, Lo que més le intccesd fue lo que 26 dijo cobre los fantasmas. Le conté que en La ‘Vega habfa'fantasmas que asustaban a la gen- ‘te, sobre todo en Iz noche. Le comenté que él conocia a todos los fantasmas, incluso cuando habian sido personas viva. Efrain recondé lo del subterréneo, y por lo que decfa el vigjo, lo més “seguro esque ea vor que haba escuchado fuera de un faneasma. Pero no Ie dijo nada. Hasta hay pervos y gatos fanrasmas —decia el Sopita—. Andan por dentro de los ‘muros, pero en la noche salen y persiguen a los animales vivos. Cuando la gente los ve se escon- den al tio, Son muy molestosos y glienos pat revolver Efrain recordé al gato que le habia ce- oun oj ol pie iy pene esc EI nifio se sorprendié de que en La Vega hubiera tants gente. El Sopita le presents aJuancho, el lustrabotas: a don Lucho, del local de los pescados y mariscos, ala seta Petro- nila, que vende los quesos. dP Jesclote y Cocoliso yy ‘Una mafia, Bafa se cncones nueva- mente con el Sopitay le dio: Ore, me dijiste que me ibas @ seatarnifios de ini eda! va TEN ys tenis polo? SNe que ver! —ljo Elin. Mis compas de cso son muy psa: algunas screen grandes y hasta s pinta. ero on bonis, cero? —pregun- (6-4 Sopra, ceria un oj Ham.» f algynas —dijo Bfin, un poco avergonaado. Quel ir «dar oto paseo? —to in visé ol vgjo—. Vamos a vers encontames Slynos eabros que tabaan ack 2 Efiatn acepeé de inmediat, Pascar con. 4 era entretenido. Mientras recorfan pasilos y rincones de La Vega, entre gritos, olor a pescado ‘y empanadas fra, los dos conversaban anima damente ‘Oye, Sopits, ces cierto que tienes mis decien afios? —pregunté Efrain. —:Quin te dijo eo, nitio? —respon-

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