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El sentimiento de inseguridad y temor en mujeres de sectores populares en un asentamiento

periférico en Argentina

Gimena Bertoni** - Argentina

FLACSO Sede México

Resumen

La presente investigación está abocada al estudio de las representaciones sociales


sobre la inseguridad y el temor que poseen las mujeres de sectores populares de un
asentamiento de la ciudad de La Plata, Argentina, y a las prácticas individuales y colectivas
que despliegan en pos de afrontar dicha problemática.

Partiendo de la idea de que el sentimiento de inseguridad es un entramado complejo


de emociones, acciones, representaciones y discursos, sostenemos que existe una relativa
autonomía del sentimiento de inseguridad con respecto a la victimización, lo cual supone a
la vez que éste se vuelve un problema separado y separable del delito. Esta perspectiva nos
permitirá ir más allá de los datos objetivos sobre el delito y las victimizaciones, para poder
comprender bajo qué formas el miedo y el sentimiento de inseguridad afectan la
cotidianeidad de las mujeres de sectores populares así como las prácticas desarrolladas en
términos individuales y colectivos.

Palabras clave: sentimiento de inseguridad – fear of crime – mujeres – sectores populares –


victimización – inseguridad – prácticas securitarias

**
Licenciada en Sociología por la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación – Universidad
Nacional de La Plata. Estudiante de la Maestría en Ciencias Sociales de la Facultad Latinoamericana en
Ciencias Sociales (FLACSO) – Sede México.

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Introducción

El presente trabajo forma parte de una investigación en curso que se propone analizar las
representaciones sociales sobre la inseguridad y el temor que poseen las mujeres de
sectores populares de un asentamiento periférico de la ciudad de La Plata, Argentina, y las
estrategias individuales y colectivas desplegadas en pos de afrontar dicha problemática.
Dado que el trabajo de campo está aún en curso, el objetivo que nos proponemos en esta
ponencia es la presentación del marco teórico con el que, hasta el momento, será abordada
la investigación y que contribuirá a dilucidar los testimonios de las mujeres referidos a las
inseguridades y al temor.

En primer lugar, a través de la literatura sobre el tema, podemos sostener que el


miedo al crimen es un fenómeno social que se ha vuelto común en toda América Latina. En
segunda lugar, en las últimas décadas, observamos un cambio en los miedos de los
ciudadanos: anteriormente éstos se encontraban ligados a las dictaduras y violencias
ejercidas desde Estado, mientras que actualmente lo que se observa es un crecimiento del
sentimiento de inseguridad frente al delito común (Kessler, 2008). Para el caso argentino, a
partir de los años ‘80s con el retorno de la democracia, la demanda por la seguridad
ciudadana ha ido tomando cada vez más importancia en vastos sectores de la sociedad,
incluso por momentos, superando las demandas por el desempleo y las condiciones
socioeconómicas que se dirigen hacia la esfera político estatal.

De esta forma, hace una década la preocupación por la inseguridad se ha instalado


en el espacio y debate público, comenzando a ser considerada como un problema social de
carácter prioritario por la ciudadanía. En Argentina, siguiendo a Kessler (2009), aunque no
exista una relación causal entre el aumento del delito y el sentimiento de inseguridad -dado
que intervienen distintos factores en la construcción de éste-, sí podría decirse que el
aumento de las tasas de delito y victimización y el aumento de la violencia, han contribuido
a que dicha preocupación haya ocupado el primer lugar en diversas encuestas a partir del
año 2003.

Asimismo es posible observar cómo, tanto desde el debate público como desde la
agenda política y la ciudadanía, este fenómeno sólo es problematizado y abordado en tanto

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seguridad urbana, y que además se halla ubicado en estrecha relación con la delincuencia y
el miedo a ser víctima de un delito, dejando por fuera otro tipo de inseguridades –tales
como la falta de acceso a la salud o la inseguridad laboral. En segundo lugar, no sólo es
asociado a la delincuencia, sino que además se la relaciona principalmente a ciertos delitos
-aleatorios y callejeros, y que atentan contra la propiedad privada- y a ciertas conductas
delictivas de ciertos actores construidos socialmente como peligrosos –jóvenes varones y
“morochos” de sectores populares.

Dado que el concepto de inseguridad se ha convertido en un concepto polisémico,


en debate y disputa, aquí retomamos las ideas de Kessler acerca de la “inseguridad” ya que
siguiendo su perspectiva, consideramos que la noción fear of crime se centra
principalmente en el estudio de la dimensión subjetiva sólo del temor al delito. De esta
manera y articulando otros elementos relevantes para explicar este sentimiento, para el
sociólogo argentino la inseguridad se halla conformada “por la intersección entre ciertos
delitos, según la consideración del sistema legal, que generan preocupación pública y una
serie de sentimientos como el temor y la indignación así como demandas que ello genera
hacia el Estado” (Kessler, 2009b: 16); y de “sentimiento de inseguridad”, entendiéndolo
como “un entramado de representaciones, discursos, emociones y acciones que se
configuran [y reconfiguran] dentro de (…) una trama de sentido mayor” (Kessler, 2009:
35).

Esta perspectiva constructivista social nos permitirá ir más allá de los datos
objetivos sobre el delito y las victimizaciones, para poder comprender a la inseguridad y al
sentimiento de inseguridad como construcciones de sentido que se dan a partir de formas
particulares de representaciones de la realidad que exceden a la problemática del delito, en
nuestro caso, por parte de mujeres de sectores populares. Esto supone que partimos de la
idea de la relativa autonomía del sentimiento de inseguridad con respecto a la
victimización, la cual admite a la vez que el sentimiento de inseguridad se vuelve un
problema separado y separable del delito (Míguez e Isla, 2010).

Estas representaciones sociales que contribuyen a la construcción de las


percepciones sobre la inseguridad, surgen a través de la confluencia y retroalimentación de
distintos fenómenos sociales como son la desconfianza hacia la justicia y las instituciones y

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fuerzas de seguridad, las redes de sociabilidad en los territorios y de las cuales forman parte
los sujetos, los niveles de delito y apropiación (o no) de las construcciones de sentido de los
medios masivos de comunicación, entre otros (Corral, 2010; Kessler, 2009; Míguez e Isla,
2010; Walklate, 2001). Reconociendo de este modo la complejidad del fenómeno, en esta
investigación nos propondremos abordar la problemática de la inseguridad y el temor a
partir de los hechos que las vecinas del asentamiento escogido consideren como habituales
y violetos.

El sentimiento de inseguridad y el temor en las mujeres

En primer lugar, el interés por centrar el análisis en mujeres de sectores populares se debe
principalmente a dos cuestiones: por un lado, algunos estudios recientes (Corral, 2010;
Kessler, 2009; Míguez e Isla, 2010) han mostrado que son los sectores más desfavorecidos
de la sociedad argentina quienes sufren en mayor grado tanto la victimización real como el
temor al delito, dado que experimentan de manera más extrema la inconsistencia
institucional, la desigualdad, y la fragmentación y vulnerabilidad social. Por otra parte,
Kessler (2009) y Dammert (2007) dan cuenta de que al interior de los sectores populares las
mujeres son quienes experimentan en mayores niveles el sentimiento de inseguridad, y no
así las victimizaciones en términos agregados, hecho que se repite en toda la región y que
reafirma la relativa autonomía del sentimiento de inseguridad con respecto a las tasas
delictivas. Esta “paradoja del miedo” (Warr, 1984: 682 cit. en Madriz, 2001: 26) ha sido
explicada desde distintas interpretaciones: desde una supuesta “irracionalidad” (Pain, 2001)
hasta perspectivas feministas que resaltan la cultura patriarcal, la socialización diferenciada,
los roles esperados y la posición social desigual de mujeres y varones (Dammert, 2007;
Madriz, 2001).

De igual manera, otro elemento que atañe a la explicación del sentimiento de


inseguridad en las mujeres, sus representaciones y percepciones es el hecho de sufrir o
haber sufrido violencia familiar o violencia ejercida por un varón de su entorno (Kessler,
2009; Madriz, 2001; Stanko, 1995). Situaciones conflictivas como éstas, agravan
significativamente la idea dominante de vulnerabilidad de las mujeres y la preocupación

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por su integridad física y sexual. Asimismo observaremos también si se pueden reconocer
“cadenas de violencias” (Auyero y Berti, 2013: 94), es decir que ciertos tipos de violencias
conllevan a otras, que hayan marcado sus experiencias y vivencias en el asentamiento, en la
medida en que los relatos de estas mujeres retraten distintas agresiones que en un primer
momento parecerían no estar interconectadas.

Es por ello que enfocaré mi análisis en este sector de la población, con la intención
de analizar cómo construyen las mujeres de sectores populares de un asentamiento de la
ciudad de La Plata el sentimiento de inseguridad y temor, y cómo se definen y constituyen
las estrategias individuales y colectivas que han desplegado en pos de afrontar esta
problemática en un entorno carente de estabilidad y certidumbre. Mi interés se desprende
asimismo de que esta particularidad es señalada en la literatura académica existente sobre el
tema en Argentina, pero no se ha ahondado lo suficiente en la explicación del fenómeno.

El desarrollo de estrategias securitaras individuales y colectivas para afrontar la


incertidumbre del entorno

Teniendo como punto de partida que las mujeres de sectores populares se encuentran -hace
ya varios años- viviendo un proceso de aguda desigualdad y vulnerabilidad social, podemos
observar de manera clara que asimismo se encuentran en un entorno permeado por la
incertidumbre y la falta de previsibilidad. Es en este marco en el que sostenemos que se van
desarrollando las estrategias securitarias de las mujeres. Parte de este ambiente inseguro lo
constituyen distintos tipos de violencias y situaciones conflictivas que se han vuelto
recurrentes en la vida cotidiana de las mujeres en particular, y de los sectores populares en
general.

Siguiendo a Giddens (1995) este tipo de contextos en permanente cambio, generan


en los actores diversas preocupaciones por los peligros a los que sienten estar expuestos.
Dichos peligros, que pueden ser tanto reales como potenciales, originan una falta de
estabilidad en la “seguridad ontológica” de los individuos y en los parámetros que
organizan, dan sentido, coherencia y certidumbre a las actividades de la vida cotidiana. Esta

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imposibilidad de “colonizar” el futuro en los ambientes caracterizados como riesgosos,
provoca tanto una pérdida de confianza en la seguridad cotidiana como numerosos miedos.

Las rutinas y los hábitos que las personas van desarrollando en estos espacios
cobran una centralidad fundamental para la organización de la cotidianeidad,
principalmente para afrontar las ambivalencias que se les presentan (Giddens, 1995). Pero
de la misma manera, en este contexto de desafiliación y diversas formas de vulnerabilidad
social (Castel, 2010) sostenemos que las estrategias que despliegan las mujeres para
afrontar cotidianamente la problemática de la inseguridad son parte de la creatividad
desarrollada por los sujetos, la cual es entendida como aquellas formas innovadoras de
actuar frente a experiencias y situaciones nuevas (Giddens, 1995: 58). De este modo, tanto
las rutinas como la creatividad, son un intento de reconstruir la previsibilidad social y la
sociabilidad. Así y retomando a Walklate (2001), también podemos concebir a estas
prácticas como una manera en que las comunidades que se hallan en zonas donde el Estado
se retiró o está en retirada comienzan a generar distintas formas de gestionar y asegurar su
seguridad ontológica1.

En este tipo de contextos externos inseguros, la rutinización de estas estrategias y la


“conciencia práctica” se tornan fundamentales para la autonomía de los individuos,
entendidas como rituales de la vida cotidiana que posibilitan seguir adelante y proyectar
una dimensión de futuro (Giddens, 1995). Esto se debe a que las distintas prácticas
desplegadas pueden ser entendidas como capacidades adquiridas a partir de la experiencia
individual acumulada pero también de la colectiva, que intentan encontrar –aunque
probablemente no siempre con éxito- distintas soluciones a las situaciones conflictivas con
las que se miden diariamente (Rodríguez Alzueta, 2011).

Ahora bien, ello no supone que consideremos que esta cotidianeidad con las
situaciones violentas deba ser concebida en términos de una naturalización de las violencias

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Sin embargo, para el caso argentino se vuelve necesario hacer una salvedad. Las fuertes transformaciones en
las condiciones de reproducción material y sociabilidad de los sectores populares durante el ordenamiento
neoliberal, no implicaron que el Estado esté ausente sino que se trata “de una forma cualitativamente diferente
de gubernamentalidad estatal (…) que demuestra simbólicamente el poder arbitrario del Estado y que
refuerzan la separación entre poblaciones 'válidas e inválidas'” (Rodgers, 2006: 325 cit. en Auyero y Berti,
2013: 122). Así, en la actualidad nos encontramos con una presencia estatal contradictoria, selectiva e
intermitente.

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y el delito, o que conlleve una suerte de inmovilismo de los actores. Por el contrario, y
retomando las ideas de ritual e interacción de Goffman (1970), en cada situación y
encuentro cara a cara los sujetos interactúan de acuerdo a ciertas reglas en el marco de un
escenario, en donde se hacen presentes motivos, imputaciones e intenciones situadas en una
dimensión espacio-temporal.

Asimismo esta perspectiva para pensar las prácticas y las interacciones en el espacio
barrial, será complementada con la noción de acción social de Alexander (2006) pensada en
términos de una performance culturalmente estructurada, lo cual nos permitirá pensar a los
actores y sus acciones no sólo como estratégicas o instrumentales. De tal forma, y aún
reconociendo los condicionamientos culturales, la idea de la contingencia está presente ya
que ni la performance ni los elementos que la constituyen están dados previamente.

Para finalizar es importante resaltar y tener en consideración que, siguiendo a


Madriz (2001), las mujeres al experimentar un mayor sentimiento de inseguridad son más
proclives a transformar sus rutinas, sus prácticas y sus comportamientos por temor a ser
victimizadas. Esto sería particularmente visible en el caso de las mujeres de sectores
populares, dado que no poseen ciertas comodidades –tales como un automóvil propio, un
guardia de seguridad que aguarde su llegada, entre otras– y lleva a muchas de ellas a vivir
“bajo un toque de queda autoimpuesto” (Madriz, 2001: 29).

Estrategia metodológica

En lo que respecta al método, propongo una estrategia cualitativa que contempla la


realización de entrevistas semi-estructuradas a mujeres y de observaciones en el
asentamiento escogido de la localidad de Los Hornos, La Plata. A través de las entrevistas
semi-estructuradas considero que podré acceder –en palabras de los propios actores,
mediadas por su memoria, su experiencia e interpretación personal- a analizar bajo qué
formas el miedo y el sentimiento de inseguridad afectan la cotidianeidad de las mujeres de
sectores populares así como las prácticas desarrolladas en términos individuales y
colectivos (Marradi, Archenti y Piovani, 2007).

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La totalidad de las entrevistas se hará a partir de un muestreo teórico (Monje, 2011:
130), dado que ya poseemos un acercamiento y conocimiento sobre el territorio en el cual
se llevará adelante la investigación. No obstante, se comenzará con encuentros con las
informantes clave que nos facilitarán el acceso a distintas vecinas que se predispongan a
contar sus experiencias y a partir de allí se irán seleccionando intencionalmente las mujeres
que se considere pertinente. En este sentido, se tendrá en consideración que la cantidad de
entrevistas a realizar permita una representatividad de la pluralidad de voces de las mujeres
que habitan el asentamiento según su nacionalidad y edades, dado que suponemos que cada
uno de estos grupos experimenta de modos distintos el sentimiento de inseguridad y el
temor tanto dentro como fuera del asentamiento “El Zanjón”.

Consideraciones finales

A raíz de lo expuesto hasta aquí y dado que el trabajo de campo está comenzando a
realzarse, podemos sostener en primer lugar, que las estrategias securitarias desplegadas
por las mujeres entrevistadas son parte de un repertorio más amplio y cotidiano de prácticas
que desarrollan como respuesta para canalizar y resolver distintos conflictos que aquejan a
su barrio.

En segundo lugar podríamos decir que, las mujeres entrevistadas hasta el momento,
siempre han situado el peligro “más allá” del lugar donde ellas residen aunque conciban a
su barrio como un lugar peligroso o inseguro por lo que se vuelve imperioso indagar acerca
de cómo se construye dicha seguridad en un ambiente que, como suponíamos, se concibe
como ambivalente. De igual manera, la construcción del otro y las formas en que ello tiene
lugar, deberá ser reflexionado con mayor profundidad a la que se había pensado en una
primera instancia, como un ser y habitar el espacio público y compartido en el barrio.

Para finalizar, aunque aún también de modo preliminar, podemos sostener que las
redes sociales en las que se hallan inmersas las mujeres en particular, y las familias en
general, se vuelven vínculos no sólo en los quien contar, sino que se constituyen –tal como
sostiene Rodríguez (2011)- como redes de soluciones de problemas. Ello se debe a que la
falta de vinculaciones al interior del barrio o el asentamiento han dejado en suspenso o sin

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solucionar ciertas conflictividades entre vecinos que continúan latentes en términos de
enemistades y hostilidades, por lo cual se han ido agravando y desenvolviendo una suerte
de grupos de “amigos” y “enemigos” al interior del asentamiento.

Referencias bibliográficas

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- Castel, R. (2010) “¿Más allá del salariado o más acá del empleo? La
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- Corral, D. (2010) “Los miedos y el alma inquieta del barrio. Representaciones
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