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19/9/2019 Acuario (recipiente) - Wikipedia, la enciclopedia libre

Acuario (recipiente)
Un acuario es un recipiente de vidrio u otros materiales, generalmente
transparentes, dotado de los componentes mecánicos que hacen posible la
recreación de ambientes subacuáticos de agua dulce, marina o salobre, con el
fin de albergar un ecosistema correspondiente a esos ambientes, con peces,
invertebrados, plantas y casi cualquier animal fluvial o marino.

La cría de seres acuáticos en cautividad es muy antigua, sin embargo los


acuarios nacieron en el siglo XVIII, al menos en su forma contemporánea. El
entretenimiento de mantener y disfrutar de un entorno acuático a la vista de
todos surgió con la moda de coleccionar animales y sobre todo plantas. Estas Acuario monegasco. Los acuarios
últimas necesitaban humedad tanto para vivir como para ser transportadas, cumplen muchas funciones y son un
pasatiempo muy antiguo.
para lo cual se desarrollaron recipientes sellados que podían contener cierta
cantidad de líquido. Más adelante, dicha cantidad fue aumentando hasta
convertirse en los modelos actuales.

Un acuario es una instalación muy planificada. Los exitosos requieren algún estudio preliminar para su correcta ubicación,
así como una previsión del contenido que albergarán, pues se precisa conocer de antemano el tipo de agua, el tipo de fauna
y flora, la decoración o el suelo. Del mismo modo, resultan imprescindibles un conjunto de mecanismos y sistemas
automáticos con la capacidad y potencia suficientes para lograr condiciones como la temperatura necesaria, la oxigenación
adecuada o la luz precisa que mantenga un ambiente saludable para la fauna y la flora, sin perder con ello transparencia y
vistosidad.

Los acuarios son ecosistemas vivos y, por lo tanto, dinámicos. Razón por la cual siguen demandando cuidados extras, aun
con todas las automatizaciones conseguidas. Tareas como el cambio de agua, la combinación de nutrientes para la fauna y
la flora, la limpieza del biotopo o la sustitución de filtros siguen siendo imprescindibles para la salud de los seres vivos y
no se han conseguido automatizar por el momento.

Todas las tareas y los desembolsos necesarios para hacerse con un acuario y mantenerlo no desaniman a los aficionados a
esta disciplina de la biología, por las ventajas que presenta para sus propietarios, convirtiéndose incluso en una industria
propia. Asimismo, han proliferado acuarios profesionales en muchos países, abiertos al gran público, con millones o
decenas de millones de litros de capacidad. En ellos viven peces, plantas e, incluso, mamíferos marinos, como belugas,
morsas u orcas, y realizan programas de reproducción y repoblación con especies amenazadas.

La popularización de los acuarios, públicos y privados, se ha expandido hasta el punto de volverse un elemento más de la
cultura popular.

Índice
Etimología
Historia
Beneficios de un acuario
Fabricación

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Tipos
Según la salinidad
Según su finalidad
Según la temperatura del agua
Partes de un acuario
Cubeta
Biotopo
Decoración
Agua
Accesorios
Filtro
Iluminación
Climatización
Suministro de gases
Lámpara ultravioleta
Flora
Fauna
Preparación y mantenimiento del ecosistema
Ubicación
Limpieza
Renovación de agua
Alimentación
Ciclos biológicos
Ciclo del nitrógeno
Otros ciclos de nutrientes
Acuarios públicos
El acuario en la cultura popular
Consecuencias ambientales
Véase también
Notas
Referencias
Bibliografía citada
Bibliografía complementaria
Enlaces externos

Etimología
La palabra acuario proviene del latín aqua, que significa ‘agua’, más el sufijo -rium, que significa “lugar” o “edificio”. El
término se le atribuye a Philip Henry Gosse, explica Brunner (2005, p. 38), quien utilizaba la expresión vivario en su libro
(sic) A Naturalist's Rambles on the Devonshire Coast, publicado en 1885, como vocablo intercambiable con “acuario
marino”. Pero al año siguiente ya lo sustituyó por la nueva voz en su trabajo (sic) The Aquarium: An Unveiling of the
Wonders of the Deap Sea. Siguiendo las explicaciones de Burnner, para Gosse “acuario” constituía una palabra más fácil
de pronunciar y de recordar, dejando “vivario” para las urnas con anfibios y reptiles. Se podía llamar también aqua
vivarium, pero entendió que aquarium era la forma neutra de aquarius, además de aportar reminiscencias latinas.

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Por derivación, la ciencia o la parte de la biología que estudia los acuarios se llamaría acuariología. Pese a ser acuñado en
el siglo XIX, el término no lo recoge la Real Academia Española, aun siendo muy utilizado en la literatura especializada, no
sólo en manuales de instrucciones y divulgación, investigaciones como la de Pedro Arté (1958) ya lo llevaban por título a
finales de los años 50.

El concepto de “acuario” se diferencia del de “pecera” por las condiciones ambientales. Para el primer caso estas son
permanentes, controladas y adaptadas a los organismos que van a vivir en él. Los acuarios más sofisticados pueden
albergar ecosistemas tan delicados como un arrecife de coral, al estar dotados de sistemas de iluminación, generadores de
olas, filtros físicos, biológicos y químicos, termostatos, bombas dosificadoras de elementos, relojes, alimentadores y un
largo etcétera. Por su parte, una pecera carece de todo ese instrumental. Es un recipiente de diferentes tamaños, formas y
materiales, construido con el fin de mantener y observar peces y otros organismos acuáticos.

La voz acuario es de uso neutro, no así el término pecera, el cual posee connotaciones negativas por representar una
especie de tortura para los inquilinos que les haya tocado en suerte malvivir en ella, pues la pecera típica es una bola de
cristal, abierta por arriba a través de un agujero circular, con un fondo plano, en el que se mantiene agua y los peces de
colores. Al no estar controladas las condiciones ambientales, el agua debe ser sustituida cada cierto tiempo por otra sin
clorar para eliminar toxinas y aportar oxígeno, respirado por los animales del interior. En estas circunstancias
generalmente sólo sobreviven especies robustas, como carpas doradas (Carassius auratus). Afortunadamente para sus
pobladores, las peceras casi han desaparecido, según Dreyer y Keppler (1996, p. 13).

Historia
Pese al origen latino de la palabra, el nombre no proviene de la literatura
romana, si bien es verdad que los romanos practicaban un arte similar, si
hacemos caso de los datos proporcionados por Plinio el Viejo, citado por Bernd
Brunner (2005, p. 21). El cuidado de peces en entornos cerrados o artificiales,
acuariofilia o acuicultura, es una práctica que se remonta varios siglos antes de
Cristo.

Los sumerios eran conocidos por mantener peces en estanques, antes de su


consumo. Peter W. Scott (1995, p. 6) indica que también se han encontrado
descripciones del pez sagrado Oxyrhynchus en el arte egipcio antiguo. Para
El koi ha sido criado en estanques
Hargrove y Hargrove (2011, p. 17) las primeras evidencias arqueológicas sobre
decorativos durante siglos en China
la tenencia de peces en recipientes con fines recreativos provienen de esta y Japón.
civilización, no de la sumeria.

Scott (1995, p. 6 y 7) mantiene que costumbres similares a la acuariología se daban en otras culturas y cita la reproducción
selectiva en China de la carpa entre el 618 al 907 DC. Dicha reproducción derivó en los hoy populares kois y carpas
doradas. Asimismo, también Scott (1995, p. 7) menciona la existencia de sólidas evidencias sobre el gusto de los chinos
durante la dinastía Song por los peces de colores en recipientes cerámicos grandes con fines recreativos. Autores como
Pedro Arté (1958, p. 6) indican que no se cuenta con pruebas sobre las prácticas chinas en particular y orientales en
general, pero el autor no duda en afirmar que debieron existir y se orientaban casi exclusivamente a especies de agua
dulce. Esta práctica perduró, de algún modo, en varios países de Asia, como Corea del Norte, tanto es así que Kang Chol-
Hwan y Chor-Hwan Kang (2002) destacaban lo muy común de esta afición entre los niños de Pyongyang, quienes acudían
a los ríos para capturar ejemplares nuevos.

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El concepto de un recipiente transparente para su uso en interiores con el fin


de observar distintos tipos de animales y plantas, en muchas ocasiones
muertos, surgió aproximadamente en el siglo XVIII. Brunner (2005, p. 9)
constata la pasión de gentes acomodadas por coleccionar conchas y animales,
especialmente marinos, para disfrute de propietarios e invitados. Nuevamente
Bernd Brunner (2005, p. 17 y 18), autor de una monografía sobre la historia de
la acuariología, destaca la colección reunida por Levinus Vincent, hacia 1706,
en la que sobresalían los corales.

El biólogo Abraham Trembley conservó, en grandes cilindros de vidrio, una


Diseño de un acuario marino hacia
hidra que capturó en los canales del jardín 'Sorgvliet', en los Países Bajos. El fin
1860.
no era estético sino científico, pues Trembley pretendía estudiar la hidra. Pese
a este logro, la ciencia impulsó pocos avances para llegar al acuario actual. Para
Brunner (2005, p. 20) el primer gran paso hacia el acuario moderno lo trajo de nuevo el coleccionismo, pero en esta
segunda etapa sería el coleccionismo de seres vivos. Durante la primera mitad del siglo XIX, en Gran Bretaña se puso de
moda coleccionar helechos, especialmente tropicales. Por tanto tenían que ser transportados desde su lugar de origen en
buenas condiciones de humedad. Esto sólo podía lograrse llevando las plantas en urnas estancas capaces de conservar
tierra húmeda y agua en su interior. El siguiente paso para llegar al acuario moderno consistiría en añadir más agua que
tierra. Nathaniel Bagshaw Ward propuso en 1838 conseguir algo así y en 1841 logró llenar un recipiente de agua, con
plantas acuáticas y peces de juguete. Entre las dos fechas, el zoólogo francés Félix Dujardin afirmó poseer un acuario de
agua salada. Pero fue la zoóloga marina Anna Tynne la que logró mantener un acuario marino con corales durante varios
años gracias a la casualidad, el agua se renovaba gracias a la lluvia caída por la ventana. Una longevidad como esa
constituyó un logro sin parangón para la época y atrajo la curiosidad de otros científicos (Brunner, 2005, p. 35 y 36).

Los primeros acuarios consistían en armazones metálicos en los que se incrustaban los cristales, lo cual reducía la visión
del interior.

Pese a que los objetos y animales más demandados para coleccionar y admirar eran los marinos, los acuarios de agua
salada tuvieron un desarrollo mucho más lento que los de agua dulce, aun siendo los primeros en investigarse. La razón de
dicho retraso estriba en que la ciencia de la época disponía de menos conocimientos sobre los distintos medios marinos y,
por tanto, no se sabía cómo recrearlos y especialmente cómo mantenerlos. El agua salada era difícil de obtener y más aún
de sintetizar. Además, los márgenes de temperatura son más estrechos para estos ambientes que para los fluviales y
lacustres, y lo mismo sucede con los rangos de oxigenación. Por todo, autores como Michael S. Paletta (2003, p. 10)
afirman que los avances conseguidos en el cuidado de acuarios marinos han sido más bien especulaciones o adquisiciones
por medio del ensayo y error, sin partir de conocimientos ictiológicos u oceanográficos previos. Según el mismo autor, los
acuarios de agua salada vivieron su gran avance tras la Segunda Guerra Mundial, con el desarrollo del buceo con
escafandra autónoma, momento en el que los fondos marinos tropicales pudieron ser contemplados por gran cantidad de
personas, lo que volvió a disparar su demanda y la necesidad de indagaciones para el asesoramiento.

Beneficios de un acuario
El primer beneficio que aporta estos recipientes a sus dueños es el disfrute de un ambiente acuático en su casa o en otra
dependencia, misión para la que fueron creados. Pero además se han descubierto varias ventajas asociadas al cuidado de
cualquier mascota. Hargrove y Hargrove (2011, p. 16) indica que la fauna y la flora de un acuario son seres vivos y, por
tanto, demandan cuidados como alimento, temperatura casi constante o higiene, lo que supone un motivo de
preocupación para la persona que los posee y, por tanto, una responsabilidad que contribuye a paliar la soledad, el
sentimiento de inutilidad y la monotonía, situación vivida por muchas personas jubiladas.nota 1 Pero, al contrario que

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perros y gatos, no requieren tareas cotidianas largas, como sacarlos a pasear


cada día; tampoco hacen ruido, no producen malos olores, ocupan poco
espacio y no estropean los muebles o el suelo, salvo accidentes. Además,
siguiendo con la comparación con perros y gatos, el mantenimiento de un
acuario resulta económico en el caso de un acuario de agua dulce, aun
incluyendo el costo de los cambios de filtros de carbon activo, CO2, abono de
plantas o iluminación. Sin embargo, el acuario marino o de agua salada,
requiere un desembolso sensiblemente superior al de agua dulce.

El desembolso, prosiguen Hargrove y Hargrove (2011, p. 16), es menor que los Instalación en un centro comercial
de Kaunas, Lituania. Los acuarios
desembolsos para comida, champús o vacunas de gatos y perros. Bien es
son un buen elemento decorativo y
verdad que la cuestión económica cambia para los acuarios de agua salada, los
arquitectónico.
cuales requieren más tecnología y más mantenimiento. Sin embargo, un
estudio, recopilado por Hal Herzog (2012, p. 120-121) y realizado por
miembros de la Universidad Queens en Belfast, demostró que las mascotas llegaban a tener efectos negativos sobre las
personas con fatiga crónica. El mismo autor recoge otro trabajo realizado en Finlandia con 21.000 personas donde se veía
un menor consumo de tabaco y alcohol en los dueños de algún animal; pero, prosigue Herzog (2012, p. 121), ese grupo de
personas presentaba niveles de presión arterial y colesterol superiores a quienes no cuidaban animal alguno, entre otros
perjuicios.

Un beneficio más estriba en su potencial docente. La microbióloga Nancy Mahecha Parra (2005, p. 116) informa que
poseer un ser vivo constituye un buen medio para instruir a los niños a asumir responsabilidades, además de aprender el
amor a otras especies. En segundo lugar, son muy útiles para explicar determinados temas de biología, en parte como las
otras mascotas y en parte no, por su vertiente acuática. Para Ramón María Nogués (1988, p. 164) tanto un acuario como
tal, como un estanque al aire libre, permite conocer los ciclos biológicos, el comportamiento de los animales que lo habitan
o familiarizarse con la madurez del ecosistema, entre otros usos.

Con todo, los acuarios aportan también ventajas exclusivas, siguiendo a los citados Hargrove y Hargrove (2011, p. 16). La
más vistosa es su posibilidad de ser un elemento decorativo, tanto por su luminosidad como por su función
arquitectónica.1 Debido a su forma rectangular, muchos acuarios se utilizan para dividir visualmente una estancia o para
decorar una pared.2 Otra ventaja de la que carecen otras mascotas es su capacidad para combatir el estrés. En frase de
Dreyer y Keppler (1996, p. 15) “ante un acuario resulta fácil relajarse”. Esta peculiaridad los hace útiles en ambientes
donde pueden vivirse situaciones de nerviosismo. Connie Neal (2011, p. 47-48) recoge varios lugares donde los acuarios
ayudan a reducir el estrés producido, como los restaurantes, los despachos de consultoría o los consultorios pediátricos,
para mitigar el miedo de los niños. Razón por la cual, continúa Neal, ciertos doctores y terapeutas aconsejan colocar
acuarios en salas en donde se pueda experimentar niveles de estrés elevados.

Fabricación
Los acuarios poseen por lo menos una cara transparente construida en vidrio, polimetilmetacrilato o poliéster, siendo la
primera la solución más corriente,nota 2 Pese a todo, y como afirman Hargrove y Hargrove (2011, p. 29 y siguientes), cada
material cuenta con ventajas y desventajas. Es el uso y los fines del acuario lo que determinará el más idóneo.

Hasta la década de los 70, la mayoría de los acuarios de vidrio se ensamblaban en el referido armazón metálico, pero
posteriormente se fue introduciendo la silicona para realizar las uniones. En principio se impuso la de tipo acético, sin
aditivos como el antimoho u otros, y en especial de color negro para evitar la decoloración, ennegrecimiento o crecimiento
de algas, que con el tiempo terminan siempre apareciendo. Posteriormente, y con el perfeccionamiento de las siliconas, la
elección de tal o cual tipo ha terminado siendo más bien cuestión de modas, como apuntan Dreyer y Keppler (1996, p. 10).

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Pese a la introducción de pegamentos lo suficientemente potentes, los marcos


de metal o plástico no han desaparecido y se pueden encontrar acuarios de
cristal, otros embutidos en bastidores metálicos y acuarios con refuerzo mixto,
donde sólo la base y la parte alta cuentan con un marco independiente. La
decisión de un modelo u otro depende de la presión que deban soportar, su
emplazamiento o su empleo. Según Dreyer y Keppler (1996, p. 11), un refuerzo
metálico superior con travesaño perpendicular se hace indispensable a partir
de un metro de largo.

Los cristales deben tener un grosor proporcional a la presión que deberán


resistir. Así, la parte baja puede ser más ancha que la superior, para cubetas
Tanque de belugas en el acuario de
Atlanta, Georgia, con un solo lado muy altas, ya que de otra forma no soportaría la fuerza generada por la
transparente de material plástico. columna de agua. Por tanto, cuanto más alto es un acuario más compleja será
su construcción. Algo parecido podría decirse de su anchura, pues a más
anchura mayor volumen de agua deberá retener. Expertos como los citados
Dreyer y Keppler (1996, p. 11) indican como ideal el acuario más ancho que alto. Sin embargo, esta no es la tendencia de la
industria, la cual suele fabricar cubetas más altas que anchas, apuntan los autores.

Otro apartado importante que los fabricantes planifican con antelación es el tipo de filtro, interno o externo. Es decir, si se
alojará en el interior de la urna, separado por las paredes que se estimen oportunas, o residirá en un recipiente aparte.
Como se verá en su apartado correspondiente, cada sistema tiene sus ventajas y desventajas.

Por último, la tapa resulta una pieza de gran utilidad porque suele alojar el sistema de iluminación que a su vez permitirá
la fotosíntesis de la flora en caso de haberla, regulará los ciclos vitales de la posible fauna y permitirá admirar el conjunto.
Además, la tapa puede alojar varias herramientas para la limpieza de cristales, extracción de residuos e incluso albergar
una lámpara de rayos ultravioleta, muy efectiva contra las algas y varias enfermedades de la fauna. Pese a ello, puede ser
un elemento contraproducente cuando lo que se busca es que las plantas crezcan libremente sin límite de altura, apuntan
Dreyer y Keppler (1996, p. 23).

Tipos
Las tipologías de acuarios son muy variadas según el concepto empleado para realizar la clasificación. Así, pueden ser
privados o públicos, industriales o fabricados a medida, poliédricos o rectangulares, etc. A continuación se utiliza tres
criterios empleados por autores como Hargrove y Hargrove (2011), Paletta (2003) o Dreyer y Keppler (1996) para realizar
otras tantas clasificaciones.

Según la salinidad
Tomando como elemento diferenciador la concentración de sal en el agua, en concreto la de sales minerales, puede haber
dos o tres tipos, según el autor consultado. Como se verá seguidamente, algunos expertos realizan sólo dos clasificaciones,
mientras que otros subdividen las respectivas clases en muchas más; por lo tanto, los tres tipos descritos a continuación
no deben tomarse como consensuados, y mucho menos unánimes:

Acuarios de agua dulce: poseen una concentración de sales inferior al < 0,5 % y tratan de simular un ambiente
lacustre o fluvial. Para Hargrove y Hargrove (2011, p. 18 y 19) este tipo se podría subdividir a su vez en acuarios de
agua dulce tropical y los de agua dulce fría. Para Peter Scott (1995, p. 110 a 54 y siguientes) se podrían subdividir a
su vez en acuarios amazónicos, zaireños,nota 3 del sureste asiático, de Papúa Nueva Guinea, etc.
Acuarios de agua salada: los que cuentan con una concentración salina entre 0.5 % y 3.8 %. En ellos se recrea un
ambiente de arrecife, costero u oceánico. Han demostrado ser los más difíciles de mantener y estabilizar por las

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peculiaridades del agua salada. Para Paletta et al. (1999, p. 19) o


Hargrove y Hargrove (2011, p. 20) todos son acuarios marinos, pese a
reconocer ciertas diferencias, punto de vista no compartido por
Scott (1995, p. 130 a 146), quien sí los trata de forma distinta.
Acuarios de agua salobre: simulan los ambientes intermedios en cuanto a
concentración salina, como por ejemplo albuferas o estuarios, con
concentraciones salinas comprendidas entre 0,5 %-5 %. Existe cierta
discrepancia entre los autores acerca de si son o no un tipo diferente de
los anteriores. Paletta (2003, p. 42) no los trata como un tipo lo
suficientemente diferenciado, no así Hargrove y Hargrove (2011, p. 20) y
menos aún Scott (1995, p. 110 a 122), quien distingue incluso aguas
salobres del Sureste asiático, África o América Central .

Según su finalidad
Los recipientes, el tamaño y los elementos necesarios para mantener un
acuario pueden variar dependiendo del objetivo que deba conseguir; por esta
razón, expertos como Scott (1995, p. 130 y siguientes) hacen distinciones entre
unas instalaciones y otras. Es posible encontrar los siguientes tipos: Un acuario marino de arrecife.

Acuarios comunitarios: donde viven peces y plantas de diversas especies,


independientemente de su lugar de origen, pero agrupados por características ambientales parecidas.
Acuarios de especie individual o específicos: contienen una determinada especie de pez, crustáceo o planta.
Acuarios de biotipo: denominados así porque reúnen peces y plantas que pertenecen a un mismo hábitat y sólo los
que pertenecen a él. Se crean con el fin de recrear un determinado ambiente.
Acuarios plantados, también llamados acuarios holandeses: constituyen un tipo especial de acuario que tiene su
origen en los años 70 y son poblados principal o únicamente por plantas. Resultan algo más difíciles de mantener, al
no existir animales que produzcan abono natural para la flora. Son especialmente adecuados para el “paisajismo
acuático”, actividad que consiste en crear paisajes sumergidos, alternando plantas de distintas alturas, según
Dreyer y Keppler (1996).
Acuarios de reproducción: son los más orientados a la producción industrial por imitar las condiciones ambientales
ideales de una o pocas especies, con el fin de facilitar su reproducción.
Acuarios de cría: su misión es proporcionar las mejores condiciones para las crías nacidas en los acuarios de
reproducción y permitir el crecimiento rápido y sano de una sola especie, ya sea por motivos de selección de raza o
con fines comerciales.

Según la temperatura del agua


La temperatura marca el ritmo biológico de los seres vivos que habitan en ella, especialmente de los peces por su
condición de animales con temperatura corporal variable. Por este motivo, autores como Hargrove y Hargrove (2011, p. 18
y 19) dividen las instalaciones de agua dulce en dos tipos. Por una parte, los acuarios de agua fría, donde la temperatura
oscila entre 18 y 22 °C aproximadamente, por lo que van dotados de una resistencia eléctrica para impedir un descenso
por debajo de los 15 °C. Se utilizan sobre todo para albergar peces exóticos resistentes. Después estarían los más comunes
acuarios tropicales, en los cuales el agua oscila entre 23 y 28 °C aproximadamente, gracias al mencionado uso de
resistencias eléctricas reguladas por termostatos.

Los ecosistemas de agua salada domésticos serían todos tropicales, pero los públicos pueden llegar casi a los 0 grados para
permitir la vida de aves y mamíferos provenientes de la Antártida o del océano Ártico.

Por último, estarían las peceras, descritas en el apartado Etimología. Son relativamente fáciles y económicas de mantener,
pues están desprovistas de climatización y normalmente también de filtración. La temperatura varía según las estaciones y
suelen albergar carpas doradas, aunque estas necesitan cuarenta litros por pez y mucho oxígeno. Las peceras tienen la
superficie de intercambio de gases muy pequeña, por lo que los animales pueden morir asfixiados. Han aparecido peceras
esféricas dotadas de filtro y calentador. Pese a ello siguen sin ser adecuadas, pues los cristales curvos deforman la imagen,
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dañando la visión de los pobladores. Además, se ha demostrado que los peces se orientan principalmente por las
vibraciones del agua, y los recipientes esféricos siempre las devuelven distorsionadas, angustiando a los animales. Según
Dreyer y Keppler (1996, p. 13) quedan muy pocas.

Partes de un acuario
Existe una creencia errónea según la cual un acuario es la cubeta donde se aloja el agua, cuando no es así. Sin todos los
apartados detallados a continuación eso sería una pecera con forma cuadrada. El orden seguido a continuación es también
el de montaje para un acuario doméstico, según indicaciones de Dreyer y Keppler (1996, p. 18).

Cubeta
La cubeta suele componerse de cinco cristales, pero existen acuarios con
menos o con más. Según el esquema más básico, el vidrio de mayor tamaño
hará de suelo y los demás se montan encima. Existen muchas formas de
acuarios según tengan esquinas curvas, poliédricas o sean cilíndricos,2 por
citar algunas alternativas, pero lo más normal es el de forma rectangular, con
caras iguales dos a dos.

El volumen de la cubeta puede ser muy diverso. Cuanto más volumen de agua
más fácilmente se consigue la estabilidad del ecosistema, porque los cambios
de temperatura son más progresivos y los posibles contaminantes se diluyen en
más litros. Por razones como estas Hargreaves (2002, p. 20), Hargrove y

Dibujo de una cubeta simple. Cinco Hargrove (2011, p. 9) se decantan por las cubetas de mayor tamaño frente a las
cristales unidos por silicona. más pequeñas.

Aunque no forman parte de la cubeta físicamente, también se pueden ir con


ella las paredes para contener en el interior las distintas etapas del filtro, la bomba y el termostato, es decir, el ya
mencionado filtro interno. En segundo, lugar algunos modelos están dotados de una base que puede amortiguar ciertos
golpes y proteger la urna con un reborde resistente. Por último, suelen venir equipadas con una cubierta. Esta suele ser
desmontable o, por lo menos, abatible una parte, como muestran Paletta et al. (1999, p. 31). Esta sección móvil o extraíble
permite acceder al interior e introducir comida, limpiadores o manguillas. En él suele ir alojado el sistema de iluminación
y puede reservar un espacio para guardar las herramientas mencionadas o la lámpara de rayos ultravioleta. Algunos
fabricantes crean cubiertas dotadas de un reborde robusto que contribuye a reforzar el conjunto en su parte alta.3 Pero en
ocasiones este suplemento puede ser contraproducente si llega a impedir a las plantas crecer por encima del agua para
florecer. El filtro interno, la base y la cubierta estrictamente no forman parte de la cubeta, pero en muchas ocasiones
resultan inseparables en la práctica y se venden como un solo producto.3

Como se ha indicado, cinco cristales suele ser lo normal, pero existen muchos acuarios que solo cuentan con uno, la cara
visible, pues el resto son paredes de hormigón u otros materiales muy resistentes a la presión.1 Es el caso de los grandes
acuarios públicos. De la misma forma, en ocasiones pueden contemplarse cubetas poligonales y acuarios metálicos
alojados en contenedores, donde parte de una o más caras se han sustituido por sendos cristales, pero las paredes en sí son
metálicas.

Biotopo

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El biotopo se consigue cubriendo el suelo con algunos centímetros de grava


fina. Dicha grava permite la fijación de las plantas y la colocación de huevas
por ciertas especies. A esta base se le pueden añadir todo tipo de objetos
decorativos y raíces tropicales que decoren el acuario, proporcionen escondite
a los animales y contribuyan a mejorar las condiciones del agua. Por tanto, el
biotopo cumple una triple función: por una parte aporta un fondo natural a los
animales para desovar o esconderse. De la misma forma y según indican
Dreyer y Keppler (1996, p. 14), en él pueden ocultarse algunos elementos, caso
de los calentadores de fondo. Por último, permite la proliferación de plantas,
las cuales contribuirán a oxigenar el agua, reducir las algas y realizar las El biotopo pude ser de grava o de
primeras descomposiciones de deshecho y excrementos producidos por la piedras, mejor que de arena, como
fauna y la flora, entre otros ciclos biológicos. en este acuario egipcio.

Además de una función pasiva, el biotopo puede disolver sales en el agua,


consiguiendo las condiciones demandadas por las especies que vivirán en ella; sería el caso de las arenas coralinas para los
acuarios de arrecife. Por contra, el biotopo puede ser perjudicial para las instalaciones de agua dulce si contiene sustancias
calizas o nocivas. Asimismo, Boruchowitz (2001, p. 125), Hargrove y Hargrove (2011, p. 49) insisten en el empleo de grava
y no arena, pues esta última dificulta las tareas de mantenimiento, se comprime con los días y evita que las raíces de las
plantas se desarrollen. Además, con los movimientos para la limpieza del fondo, tiende a mantenerse en suspensión, lo
que confiere al agua un aspecto turbio bastante desagradable.

Autores como Boruchowitz (2001, p. 32 y 33), Dreyer y Keppler (1996, p. 14) advierten sobre los peligros de introducir
elementos en el acuario sin los cuidados previos. Un ejemplo sería la utilización de productos químicos sin control, como
algunos tipos de pinturas, o el incorporar al biotopo gravas o incluso arenas sin lavar previamente y de procedencia
desconocida; es decir, las no adquiridas en comercios del ramo.

Decoración
En principio, los elementos decorativos podrían considerarse parte del
biotopo, pero se los detalla por separado porque Scott (1995), Hargrove y
Hargrove (2011) o Dreyer y Keppler (1996), entre otros, les dedican un
subapartado propio e, incluso, un apartado. Como en el caso del biotopo, la
decoración cumple una doble función. Por una parte sirve para crear
ambientes y dar vistosidad al conjunto. Por otra, realiza una labor fundamental
Acuario casero con diferentes al proporcionar escondites para ciertas especies, como la locha payaso, por
objetos decorativos. ejemplo, y cobijo para la puesta y protección de sus huevos. Por estos motivos,
en la decoración pueden emplearse piedras, cocos cortados por la mitad,
floreros de cristal, troncos, las ya mencionadas raíces tropicales, etc.

No existe consenso sobre qué tipo de ornamentación es la idónea. Hargrove y Hargrove (2011, p. 49) indican que se
pueden utilizar elementos plásticos como buceadores o cofres del tesoro. Scott (1995, p. 10 y siguientes) por su parte da
cierta preferencia a los materiales naturales o de apariencia natural, como guijarros, raíces de turbera, rocas o arena, esta
última con las advertencias ya mencionadas. En el caso de las raíces tropicales o de turbera, su función es tanto decorativa
como de biotopo, por lo que todas las indicaciones referentes a aquellas las aplica también a estas, en especial su limpieza
previa, incluido el hervido para liberarlas de posibles taninos que pudieran enturbiar el agua.

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Otros elementos ornamentales, en este caso exteriores, pueden ser el póster con un paisaje acuático, con el fin de
aumentar el efecto de profundidad, y el enmascaramiento del cristal trasero con una decoración de poliéster en forma de
resinas o arena.

Roca viva es también un elemento decorativo importante del acuario marino, especialmente por los colores de las algas
coralinas incrustantes. A menudo se utiliza para construir estructuras en el acuario, con el fin de proporcionar una escena
interesante, y dotar de refugio a sus habitantes.

Agua
Dreyer y Keppler (1996, p. 26) indican que un tema candente siempre será el
agua por ser el ambiente donde se desarrollará la vida en general, pese a existir
acuarios parcialmente inundados. Es necesario que sea lo más similar a la del
hábitat natural que trate de imitarse; si no se logra esta imitación, la
supervivencia y buena salud de la fauna y flora correrá peligro. Se ha llegado al
extremo de importar agua del propio mar. Existían acuarios de interior, como
el de Chicago, abastecidos directamente desde Florida, según
MobileReference (2007). Por supuesto, un dispendio económico como el
referido está reservado solo a personas, físicas o jurídicas, con grandes
Acuario de arrecife perteneciente al
recursos. Resulta mucho más común emplear agua del sistema público, pero
Sea World de Queensland,
convenientemente tratada para eliminar el cloro y los metales pesados que Australia.
pudiese contener, además de añadirle sales para los ambientes costeros y de
arrecife.

Aun eliminando los elementos perjudiciales para sus habitantes, el agua corriente cambia su composición si se obtiene de
la cabecera o de la desembocadura de ríos y lagos; por este motivo cada tipo de agua necesita un tratamiento propio. Se
distingue tres tipos: aguas blandas, con un contenido muy escaso de sólidos disueltos; aguas ácidas, con un ph bajo y, por
último, aguas duras, las que requieren un aporte de sales especiales o de piedras calizas para dotarlas de una disolución
parecida a la existente en ambientes como el lago Malaui. Si el agua del sistema público es muy dura, caso de algunas
regiones costeras, Hargrove y Hargrove (2011, p. 196) indican que se puede añadir agua de lluvia, destilarla por un sistema
de ósmosis o añadir turba como una masa filtrante más. Para el caso de aguas muy básicas, el remedio es más fácil,
comentan los autores, por estar disponibles en los comercios del ramo diversos productos acidulantes, como pastillas de
CO2. Asimismo, si lo que se necesita es aumentar la dureza la solución aportada por Hargrove y Hargrove (2011, p. 196) es
añadir bicarbonato sódico.

El planteamiento previo, en cuanto a sales y tratamiento, es muy distinto cuando el objetivo es recrear un arrecife de coral
u otros ambientes oceánicos. Los peces de agua salada necesitan un suplemento de sal, preferentemente añadido a un
agua correctamente depurada por ósmosis u otro mecanismo. Debido a la naturaleza del agua salada, su mayor capacidad
de corrosión y una densidad diferente, los sistemas y tratamientos requieren más atención y los resultados obtenidos con
ellos son más inciertos, indican Vincent B. Hargreaves (2002) y Michael S. Paletta (2003).

Como se mencionó en Tipos de Acuarios, se discute si deben diferenciarse las aguas salobres o no. Expertos como
Paletta (2003, p. 42) no los tratan como si fueran un ambiente especialmente diferente, pero autores comoHargrove y
Hargrove (2011) sí lo hacen, destaca Scott (1995, p. 110 a 122), quien los subdivide a su vez en acuarios salobres del sureste
asiático, del Índico africano o de América Central.

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Independientemente de cual sea el agua necesaria, si esta procede del sistema público lo más normal es que haya sido
clorada para potabilizarla; además, es probable que contenga metales pesados, venenosos para la fauna. Debido a la
existencia de dichos componentes se han desarrollado técnicas y compuestos para expulsarlos. La más sencilla de todas
quizá sea mantener el líquido en un recipiente abierto durante 48 horas, tiempo mínimo necesario para expulsar el cloro,
aunque también la industria comercializa productos decloradores. En el caso de los metales pesados, se pueden eliminar
con masas añadidas al filtro, como el carbón activo. Dreyer y Keppler (1996, p. 47) advierten de un fenómeno que se
produce al introducir el carbón activo junto a la turba y es la neutralización de uno por el otro y viceversa, con lo cual se
vuelven inútiles.

Accesorios
Aunque es posible conservar algunas especies durante un cierto tiempo en el agua sin ninguna ayuda tecnológica, su
esperanza de vida será corta, salvo que se haya conseguido un ecosistema muy estable. Por esa razón se requiere de
aparatos externos que creen las condiciones de luz, temperatura y salubridad propias de los seres vivos que viven en él, en
lugar de conformarse con las existentes en el ambiente.

En opinión de David Boruchowitz (2001, p. 26) o Vincent Hargreaves (2002), una de las diferencias entre un acuario
exitoso de uno fracasado son los accesorios que lo mantienen. Así, Boruchowitz (2001, p. 26) escribe: “cuando se mira
dentro de un acuario encontraremos una enorme cantidad de tecnología”. Hargreaves (2002) es más explícito al afirmar
que construir y mantener un arrecife de coral doméstico sólo fue posible con la mejora tecnológica de los sistemas que lo
mantienen.

Los accesorios básicos para evitar la muerte prematura de la fauna y la flora se


muestran en la imagen.

Filtro
Es vital mantener el agua circulando sin interrupciones, limpia de impurezas y
biológicamente depurada. Para hacer esto los filtros llevan a cabo tres tipos de
tareas: una filtración mecánica con elementos como el perlón o los filtros
cerámicos; una filtración biológica gracias a los microorganismos que terminan
apareciendo en el agua tras unos quince o veinte días y, por último, una
filtración química para neutralizar los metales pesados y, en menor medida, el
cloro.

Existen tres tipos de filtros: interno, externo cerrado y externo abierto, como
muestra Scott (1995, p. 159). Resumiendo las conclusiones de Dreyer y Keppler Sistema de filtración en un acuario
(1996, p. 46), el primero es menos molesto, pero más complicado de manipular típico:
(1) Entrada.
y limpiar. Los segundos son más manejables, pero a cambio suponen un objeto
(2) Filtración mecánica.
añadido a la cubeta o colocado en el suelo con los tubos por el exterior.
(3) Filtración de carbono activo.
(4) Medio de filtración biológica.
Independientemente del tipo de filtro, todos deberían llevar elementos
(5) Salida al acuario.
filtrantes parecidos. Dreyer y Keppler (1996, p. 46) dividen los distintos
materiales del filtro en tres tipos, enumerados según los atraviesa el flujo de
agua: masa para partículas grandes que retenga la mayoría de las partículas y albergue considerable cantidades de
bacterias, como el citado perlón de poro fino. A continuación, la masa para largo plazo, como los anillos cerámicos, la lava

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o la espuma con poro de uno a dos milímetros. Por último, estarían las masas especiales de filtración, el ya citado carbón
activo y la turba, que no necesariamente deben incluirse permanentemente. Ya se ha indicado que ambas masas son
incompatibles, porque realizan funciones opuestas.

El filtro es el principal contribuyente al mantenimiento del acuario, pero también él demanda mantenimiento, en especial
limpieza. Las discrepancias surgen cuando se cuantifican los tiempos y la intensidad de dicha limpieza. Dreyer y Keppler
(1996, p. 45 y siguientes) recogen la polémica existente entre defensores de la filtración mecánica frente a los de la
biológica y viceversa, ya que una es opuesta a la otra; es decir, cuanto más limpio está un filtro mejor depura
mecánicamente, pero contiene menos bacterias para la filtración biológica. De la misma forma, cuantas más bacterias
habitan en las masas filtrantes más taponadas están y peor depuran mecánicamente. Los filtros químicos, como la turba o
el carbón activo, son necesarios cuando las circunstancias los demandan, pudiendo retirarse tras normalizar la situación.
Dichos autores recomiendan limpiar las dos primeras masas filtrantes, la de partículas grandes y la de largo plazo, con el
agua del mismo acuario. Sin embargo, resulta inútil limpiar la turba y el carbón activo, pues, por su carácter químico, se
agotan con el tiempo y deben ser sustituidos por otros. Los nombrados Dreyer y Keppler (1996, p. 47) advierten de lo
nocivo que resulta cambiar o limpiar todas las partes de un filtro al mismo tiempo, porque se termina con la colonia de
bacterias y la filtración biológica subsiguientemente. Del mismo modo, vaciar un acuario casi totalmente y reemplazarse
con agua nueva puede ser mortal para la fauna y la flora, aun siendo agua declorada y sin elementos nocivos, al
permanecer durante días sin la imprescindible acción biológica.

Pese a no realizar ninguna función de filtrado, la bomba resulta esencial e inseparable de cualquier filtro,
independientemente del tipo que sea. Esta máquina desempeña la fundamental misión de hacer circular toda la masa
líquida de la instalación por las etapas filtrantes para que toda ella sea depurada por los dos o tres métodos, mecánico,
biológico y químico, este último si la situación lo requiere. En la naturaleza, el cambio de agua es constante, cosa que no
sucede dentro de un acuario. El hecho de permanecer la bomba funcionando día y noche intenta imitar la renovación
natural de líquido que se vive dentro de ríos y lagos, de la misma forma que la iluminación y el calentador imitan la luz y la
temperatura de los ambientes tropicales.

Iluminación
La iluminación cumple tres funciones esenciales. Por una parte permite contemplar el acuario independientemente del
momento y de la ubicación donde se haya instalado. En segundo lugar, dota a los seres vivos de un ritmo parecido al
natural por su ciclo apagado-encendido. Por último, permite la fotosíntesis de las plantas, su crecimiento y también el de
los peces.

El método aparentemente más idóneo para iluminar una cubeta y primero en


emplearse fue la luz del Sol, pero contaba con numerosos inconvenientes:
hacía crecer las algas por la falta de control sobre la intensidad, mostraba
colores menos apagados en peces y plantas, variaba mucho la temperatura
entre noche y día, etc. Sería sustituida por tubos fluorescentes de tipo “luz de
día” o equivalente, cuando esa tecnología estuvo disponible.

Sin embargo, cuando dichas luces comenzaron a diversificarse, se comprobó


que no todas eran válidas. Así, la “luz blanca” y la “luz de bajo espectro”
Acuario iluminado con lámpara producían un sobre-crecimiento de algas; y mucho peores eran las luces UV e
HQL. Esta luz permite alejar el foco infrarrojas, pese a que las primeras pueden ser necesarias para la cría de
de la flora y prescindir de la tapa.
tortugas, como explica Wilke (2010, p. 42). La cantidad de luz precisa se
obtiene al relacionar vatios y litros. El ratio adecuado para los acuarios de agua
dulce es de 0,4, y de 0,6 para los de agua salada. Por ejemplo, para un acuario de sesenta litros se necesitaría una lámpara

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de 24 W. Estos cálculos son válidos si las lámparas poseen un cociente de lúmenes igual o superior a 90; dicho cociente se
obtiene de dividir los lúmenes, información proporcionada por el fabricante, entre los vatios, impresos en la propia
lámpara y su embalaje.

Como se ha indicado, la luz también cumple la función de simular la noche y el día. Como el resto de los componentes, la
luz contribuye a crear un ambiente lo más parecido al natural, que suele ser el trópico. En esas latitudes la duración del día
y la noche es similar, por lo cual la duración de la iluminación artificial deberá oscilar entre 10 a 12 horas por día, según
comentan Dreyer y Keppler (1996, p. 48) el margen es debido a la hora de amanecer y de anochecer, las cuales pueden
incluirse o no. Esta tarea se puede automatizar con cierta facilidad y bajo costo empleando un temporizador.

Está el caso especial de los acuarios plantados, donde la flora requiere y


consume gran cantidad de luz. Para ellos existen las llamadas lámparas
fluorescentes hortícolas y las HQL (mercurio de alta presión). En principio, los
fluorescentes aportan una luz menos puntual que las HQL y producen menos
calor, lo que perturba menos las variaciones de temperatura en el agua. Por
contra se deben instalar en cajas, encima del acuario, impidiendo a las plantas
sobresalir del agua, cosa que no sucede con las HQL, según explican Dreyer y
Keppler (1996, p. 49). En la actualidad, se está popularizando el uso de Las lámparas led aportan estética y
lámparas led para iluminar un acuario plantado. La razón fundamental es el reducen costes de consumo
consumo más eficiente (aproximadamente se reduce a la mitad) sin perder
potencia en lúmenes junto con una reducción de costes que ha ido
experimentando esta tecnología. Es de destacar que también aportan a la estética de la instalación, dado que ocupan
menos lugar y se puede optar por diferentes tipos de diseños.

Climatización
Para recrear la temperatura del agua tropical se necesitan calefactores
compuestos de una resistencia calentadora y de un termostato. En las aguas
tropicales la temperatura suele variar en un rango comprendido entre los 21-
27 °C. Para los peces de agua fría, el procedimiento puede ser inverso, al
precisar un sistema de refrigeración. En los acuarios públicos la situación es
muy diferente, pues algunas veces requieren una temperatura del agua unos
pocos grados sobre cero, caso de las instalaciones para Pingüinos o mamíferos
árticos. Pero, salvo estas excepciones, el calefactor es imprescindible en todos
los acuarios, tanto públicos como privados. Acuario con calefactor de tubo a la
izquierda.
Para mantener la temperatura del agua en niveles tropicales se han
desarrollados distintos modelos. Dreyer y Keppler (1996, p. 56) los dividen en:
calefactores de fondo, con una resistencia en forma de serpentín instalada bajo la grava del acuario, calefactores de tubo,
alargados y estrechos con la resistencia en el interior, y termofiltros, instalados en la salida del filtro con el fin de producir
una corriente cálida, los más avanzados técnicamente.

Independientemente de cual sea el tipo instalado, todos deben tener una potencia calorífica directamente proporcional al
volumen de agua que deben calentar. Dicha potencia no debe ser inferior a los 0.5 ni superior al vatio por litro. La
horquilla de temperaturas se debe al calor aportado por la sala donde se ubicará el recipiente, dependiendo de si cuenta
con calefacción o no el calentador deberá ser más o menos potente. Por supuesto, en regiones tropicales son innecesarios,
salvo en estancias con aire acondicionado.

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Expertos como Dreyer y Keppler (1996, p. 56) advierten del riesgo que suponen para los peces los calefactores defectuosos
o mal regulados. Un dispositivo así puede calentar en exceso el agua para después dejarla enfriar demasiado. Las
variaciones considerables de temperatura generan molestias a los animales y facilitan la proliferación de bacterias que
atacan a muchos peces con enfermedades como el punto blanco. Por último, un calentador defectuoso supone un riesgo
para toda la instalación por ser fuente de posibles accidentes eléctricos.

Suministro de gases
Los suministradores de gases pueden ser de dos tipos: inyector de aire y de CO2.

El inyector de aire permite la respiración de los peces al oxigenar el agua por medio de una cortina de burbujas. En el
mercado existen varios sistemas, caso de la bomba de diafragma o el re-circulador tipo Venturi. Todos cumplen las
misiones de oxigenar, oxidar de los nitritos producidos por la fauna y convertirlos en nitratos, menos nocivos. Debido a las
diferentes formas y tamaños de cortinas, estas pueden cumplir también una labor ornamental. Boruchowitz (2001, p. 26)
afirma que mucha gente no puede imaginar un acuario sin burbujas.

Los suministros de anhídrido carbónico, por su parte, carecen de misión decorativa. Su función es diluir ese gas en el agua
para que las plantas se alimenten y crezcan. Según Dreyer y Keppler (1996, p. 51) la industria continúa empeñada en
fabricar filtros que quiten el CO2, cuando se sabe desde hace años que dicho gas resulta de vital importancia para un
acuario estable. La cantidad recomendada oscila entre las veinte y las treinta partes por millón (ppm).

Los cuidados demandados por un inyector de aire y por uno de CO2 son muy diferentes. El primero necesita poca o
ninguna revisión y se suele colocar entre la grava del fondo para oxigenar más cantidad de agua, aunque puede ubicarse
junto a una pared. El segundo es casi opuesto, pues debe ser instalado en la parte alta de la cubeta, junto al chorro de agua
que sale del filtro. Esto es debido al mayor peso del anhídrido carbónico que lo hace descender en lugar de ascender,
además de la necesidad de ser esparcido por toda la masa de agua. Del mismo modo su mantenimiento es más complejo.
Requiere de revisiones periódicas realizadas por profesionales, debido a que dicho gas es confinado a gran presión y
siempre correrá cierto riesgo de explotar.

Lámpara ultravioleta
La lámpara de rayos ultravioleta o UV es un componente accesorio en los acuarios para peces o los acuarios plantados, es
decir, se puede lograr la necesaria estabilización sin ella. Sin embargo, como informa Hartmut Wilke (2010, p. 42), resulta
esencial cuando se trata de criar tortugas, al necesitar esa luz para el correcto crecimiento de su caparazón.

En el caso de los ecosistemas con plantas y peces, la lámpara viene dentro de un recipiente opaco, por el que se hace pasar
el agua salida del filtro, ya que los UV son peligrosos para todos los seres vivos. En este caso su función es doble: por una
parte esterilizar el acuario de buena parte o todos los microorganismos que pueden atacar a la flota y a la fauna. Por otra,
mata las algas que pueden colonizar todo el ecosistema y ahogar al resto de la flora, al conseguir apoderarse de casi toda la
luz e impedir la fotosíntesis a cualquier organismo que no sean ellas.

Como indica Wilke, los rayos UV son peligrosos y en caso de que las lámparas no están contenidas en una funda opaca
resulta imprescindible dosificar el tiempo que permanecen encendidas. Si cuentan con dicha funda, es imprescindible
vincular la lámpara a la bomba del filtro para que toda el agua reciba la correspondiente radiación.

Flora

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Las numerosas especies de plantas aptas para acuarios de agua dulce


hogareños se suelen comercializar en las tiendas de acuarismo. Estas son
cultivadas en invernaderos tropicales y en ocasiones colectadas de la
naturaleza. La mayor parte de la floranota 4 utilizada en acuarios pueden vivir
totalmente sumergida, semisumergida o incluso fuera del agua. Por lo general,
son seres vivos oriundos de pantanos, por lo que se adaptan a los tres
ambientes. Dreyer y Keppler (1996, p. 64 y 65) relatan la visita a un criadero
donde la mayoría de los ejemplares estaban sobre tierra sin inundar.

Las plantas son de gran Al igual que sucede con la decoración, las plantas pueden trasportar plagas, por
importancia; incluso existen lo que autores como Dreyer y Keppler (1996) recomiendan lavarlas, al igual
acuarios poblados solo por ellas: se que se indicó con las distintas partes del biotopo. Incluso pueden sumergirse
denominan acuarios holandeses. unos minutos en una solución desinfectante, como permanganato de potasio, o
en una solución de 5 % de hipoclorito de sodio (lavandina o lejía), para
eliminar caracoles, hidras y otros huéspedes.

No todas las plantas se muestran igual de tolerantes con las condiciones ambientales, de una forma similar a como les
sucede a los peces. Algunas de las más robustas son: Ceratophyllum demersum, Hygrophila polysperma, Echinodorus
amazonicus, Echinodorus horizontalis, Sagittaria subulata o Microsorum pteropus. Sin embargo, existen otras muy
exigentes con las condiciones donde viven, como pueden ser Cabomba furcata, Alternanthera reineckii, Hemianthus
callitrichoides Cuba, y Aponogeton madagascariensis. La mayoría de estas son plantas de color rojo que requieren mayor
cantidad de luz, especialmente de mercurio halogenado (HQL).

Las plantas, además de cumplir una función decorativa, producen oxígeno por medio de la fotosíntesis, aunque por la
noche lo reducen con su respiración. Este último comportamiento hace necesario el oxigenador antes mencionado o, en
último caso, algún aparato que remueva la parte superior del agua para oxigenarla por ósmosis al contacto con el aire.

Las plantas artificiales, por contra, constituyen otra opción, pero también pueden llegar a ser un problema, según
Hargrove y Hargrove (2011, p. 52). Las fabricadas con plástico se recubren muy rápidamente de algas y pueden generar
una cepa resistente a los alguicidas. En ese caso la única solución es sacar el objeto con la cepa y destruirlo. A pesar de
todo, contando con un filtro de suficiente potencia, sí es posible dar cabida a este tipo de adornos, ya que no se pudren y
una vez instalados pueden presentar un aspecto prácticamente natural. Un ejemplar artificial, no obstante, nunca podrá
ejercer las importantes funciones biológicas relacionadas con el ciclo del nitrógeno (vid infra), por lo que siempre será una
opción mucho menos deseable que las naturales.

Para acuarios de agua salada se pueden encontrar varias especies de algas marinas en el mercado, como las del género
Caulerpa.

Fauna
En opinión de David Boruchowitz (2001, p. 26) el apartado de la fauna es el que primero se debe aprender para lograr que
los distintos ejemplares sobrevivan, especialmente los marinos. El autor reconoce que se puede introducir cualquier tipo
de pez para observar su reacción, como hacían los ya citados Kang Chol-Hwan y Chor-Hwan Kang (2002, p. 41), pero esto
reducirá sus posibilidades de supervivencia. Por su parte, Gregory Skomal (1997, p. 5) hace hincapié en la necesidad de
adquirir un conocimiento general de los peces, de su anatomía y biología, así como de sus hábitos reproductores.

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Un acuario doméstico se destina principalmente a los peces; por esta razón,


todos los expertos consultados les dedican un espacio propio, incluido
Brunner (2005, p. 21 y siguientes).nota 5 Pese a ello, estas instalaciones
también pueden albergar igualmente algunos invertebrados como
gasterópodos o moluscos, camarones, pequeños crustáceos y reptiles, en
especial tortugas. No se ha encontrado ninguna referencia sobre los anfibios
más allá de menciones esporádicas.nota 6

Pterygoplichthys sp., buen aliado Aunque algunas especies se reproducen muy mal en cautividad, otras, en
contra las algas. cambio, pueden hacerlo fácilmente y llegar a sobrepoblar el acuario. Un pez
por cada 5 L es el máximo. Así, un acuario de 100 L puede albergar unos 20
peces medianos, como Trichogaster leerii, o unos 40 pequeños, como los
pertenecientes a la familia de los danios, como el pez cebra.

Los peces no sólo desempeñan una función estética: resultan un sujeto de vital importancia para la estabilidad del
ecosistema. Especies como Corydoras o Ancistrus son de gran utilidad para controlar o exterminar las plagas de caracoles
traídas por plantas nuevas y no suficientemente limpias. De la misma forma, los Hypostomus plecostomus contribuyen a
controlar las algas en la decoración y en los cristales.

La fauna de los acuarios salobres es un tema discutido. En los apartados Tipos de Acuarios y Agua se han plasmado los
defensores de incluir este medio y su fauna como un punto propio y los que no le otorgan esa importancia. La fauna
salobre presenta el problema de quedar compuesta por especies fluviales, que bajan durante algún tiempo a los estuarios,
y por marinas, que penetran algo en esos ambientes. Por este motivo, Scott (1995, p. 110-122) no se refiere a los habitantes
de pantanos, estuarios y ciénagas como fauna salobre única, sino que los diferencia en tres tipos, asiáticos, americanos y
africanos.

Por último, en agua de mar pueden vivir numerosos invertebrados, pero estos
animales son mucho menos tratados por la literatura y, por tanto, es más difícil
obtener información sobre sus necesidades, cuidados o enfermedades. Los
títulos que les dedican un apartado son el de Hargrove y Hargrove (2011,
p. 121) y el de Hargreaves (2002, p. 188-274). Algunos de los invertebrados
más comunes son: erizos de mar, anémonas, poliquetos marinos, corales,
esponjas.

Por otra parte, los peces de agua salada tiene unas demandas diferentes, lo Arrecife artificial en el Acuario de
mismo que las tienen sus ecosistemas. Estos animales necesitan un mayor Berlín, 2005.
espacio para crecer y también son más territoriales que los de agua dulce o
salobre.

Es necesario recordar nuevamente que utilizar el término “agua de mar” no es sinónimo de un único tipo de acuario
marino. Básicamente, pueden recrearse al menos dos ambientes diferentes: el costero y el de arrecife. Este último está
especialmente dotado de corales e invertebrados y no se centra en los peces, sino en los invertebrados coralinos, igual que
los acuarios plantados de agua dulce conceden más importancia a las plantas. Más aún, Scott (1995, p. 130 a 146)
distinguen a su vez entre acuarios coralinos hawaianos y los de pozas de marea. Además, según la capacidad económica, se
podrían incluir acuarios árticos para morsas y belugas4 y antárticos, con distintas especies de pingüinos,5 pero estos
ambientes son muy caros de mantener, las temperaturas deben rondar los cero grados, y requieren mucho espacio, porque

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los mamíferos y las aves crecen hasta un determinado tamaño, no como muchos peces que pueden adaptar su crecimiento
a las dimensiones de su ambiente. Por tanto, son accesibles para muy pocas instituciones; en toda Europa sólo hay una
instalación con un tanque para belugas.4

En una posición entre acuario y terrario público estarían los ambientes de manglares6 o los costeros. Por una parte son
acuarios por la masa de agua que pueden contener, pero también ofrecen un amplio suelo de arena o rocas donde habitan
animales como el cocodrilo del Nilo o focas y leones marinos, respectivamente.

Preparación y mantenimiento del ecosistema


Preparar y estabilizar un acuario es un proceso lento y puede llevar varios días o semanas, incluso más tiempo para los
marinos.

En principio la preparación consistiría en colocar los elementos decorativos y los accesorios técnicos según el orden
correcto, llenar el recipiente de agua convenientemente tratada y esperar a que las bacterias se reproduzcan en cantidad
suficiente, mientras los productos químicos desencadenen las reacciones esperadas. Este proceso puede ser relativamente
sencillo y no llevar muchas horas, dependiendo de la cantidad de automatismos que se incorporen, según explica
Scott (1995, p. 48 y siguientes).

Algo muy distinto es conseguir la estabilización del ecosistema que se generará una vez se ha llenado de agua. Según
Paletta et al. (1999, p. 16) existirían dos “estabilidades”, la de corto plazo, la conseguida momentáneamente, y la de largo
plazo, alcanzada gracias a la correcta interacción de todo el acuario. Autores como el citado Scott (1995, p. 8) utilizan la
definición acuñada por Philip Glosse, según la cual, estabilizar sería lograr las mismas condiciones ambientales de que
disfruta la fauna en su ambiente salvaje, por tanto, cambia según la especie, pero Scott matiza que la mayoría de los
animales disponibles en el mercado son tolerantes con las condiciones de muchas otras, por lo que no es necesario
satisfacer estrictamente a una en concreto. Ahora bien, dicha tolerancia no es tan generosa en los acuarios de agua salada,
donde los márgenes bacterianos, de calor o decantación son más estrechos. En un acuario marino este proceso resulta más
complicado, pudiendo alargarse durante meses. Paletta et al. (1999, p. 16) indican que puede ser necesario medio año para
estabilizarlo y otro medio para lograr la estabilidad a largo plazo.

Los principales puntos que necesitan ser planificados para lograr un ecosistema estable son los siguientes:

Ubicación
El lugar donde se ubica el acuario influye mucho en la preparación y más aún en la vida que surgirá dentro. La
acuariología con el tiempo ha ido aprendiendo algunas lecciones según indica Hargreaves (2002). Un error ya comentado
fue lo perjudicial de los emplazamientos muy soleados, pese a lo que pueda parecer. Con una potente fuente de luz las
algas proliferarán con facilidad y por ende algunas pestes algáricas. Expertos como Hargrove y Hargrove (2011, p. 24)
advierten además de lo peligrosa que puede resultar la luz solar al subir considerablemente la temperatura del agua por el
día y descender demasiado por la noche, con el riesgo de producir enfermedades. La experiencia indica que las ubicaciones
dotadas de luz indirecta son las mejores para lograr un acuario exitoso.

Asimismo, y por medio del ensayo y el error, se sabe que los pasillos y lugares transitados o con mucho ruido ambiente
tampoco resultan adecuados, ya que los peces sufren estrés constante con el trasiego de personas, las cuales siempre serán
percibidas como peligrosas. Por último, no debe olvidarse la mencionada capacidad decorativa e incluso arquitectónica.1
Un acuario bien ubicado no solo proporcionará una vida apacible a los peces, sino que ofrece un singular y atractivo
espectáculo relajante.2

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El mueble que sustente toda la instalación es de importancia capital. Ha de ser


firme y capaz de soportar un peso doble al del agua que pueda contener. Un
acuario de 100 L más accesorios, grava, etc., puede llegar a pesar
holgadamente unos 140 kg.nota 7 El peso final que alcanzará será un factor
importante si el conjunto mueble-acuario se moverá para limpiar sus
inmediaciones, por ejemplo. Idealmente se debe desplazar lentamente y, a ser
posible, cuando se realizan los cambios de agua, momento en el que pesa
menos y está más agitado. El peso también determina una cuestión en
principio sin importancia, pero que a largo plazo puede causar daños cuando el
Acuario colocado junto a una
mueble se deposita sobre un suelo de madera: su posición con relación a la
ventana: en principio, una ubicación
incorrecta. orientación de las lamas de tarima, parqué o suelos laminados, si el piso está
forrado con ellas. Varias decenas o incluso cientos de kilogramos pueden
curvar dichas láminas si se coloca en paralelo o sentido longitudinal, es decir,
con el mueble reposando sobre dos o tres. Mientras que la orientación transversal es más robusta al distribuir el peso
entre más elementos de madera (cinco, siete, diez, etc.).

Otro factor es su carácter de instalación compleja, por lo que muchas veces se planifica el lugar teniendo en cuenta que se
necesitará por lo menos una toma de corriente eléctrica bien instalada y aislada, es necesario recordar que todo el
conjunto albergará considerable agua en su entorno y a veces salpicará, lo cual siempre supone cierto riesgo eléctrico.
Según Hargrove y Hargrove (2011, p. 25) y por las razones expuestas antes, un acuario no es el mueble ideal para los
niños. Por último, Hargrove y Hargrove (2011, p. 26) indican que una toma de agua potable y un desagüe son también de
utilidad para evitar acarrear cubos por la casa o la oficina.

Limpieza
Un acuario correctamente estabilizado y poblado requiere poco mantenimiento. La observación y la práctica indicarán con
el tiempo el estado de la fauna y de la flora. Pese a ello y a todo el instrumental que pueda colocarse, no deja de ser un
sistema estanco y, por lo tanto, diferente del hábitat natural donde habitan peces y plantas. Este defecto insalvable hace
imprescindible algunas tareas que imiten el constante y natural cambio de agua de ríos, lagos y océanos. La limpieza quizá
sea la más importante, no solo por razones estéticas, sino de salubridad, pues de lo contrario los nitritos y fosfatos
expulsados por los animales terminarán convirtiéndose en toxinas.

Una tarea periódica es la limpieza del filtro. Como se apuntó en su apartado correspondiente, una limpieza total y no
progresiva de todas las masas filtrantes supondría la pérdida de las colonias bacterianas que viven en ellas y la
interrupción de la filtración. Como se indicó, un filtro cuenta con dos o tres masas filtrantes; el orden para limpiarlas
puede ser el de la propia disposición en el filtro, como muestra Scott (1995, p. 162); es decir, primero las masas más finas,
tiempo después las más gruesas y, por último, cambiar las masas químicas si las hubiera. Finalmente, en el habitáculo
quedarán impurezas no atrapadas por los distintos materiales; si no se retiran de vez en cuando se irán descomponiendo y
producirán sustancias dañinas para la fauna; también pueden contribuir a taponar el filtro. La limpieza de dichas
impurezas puede realizarse mediante sifón, es decir, absorbiendo el agua con un tubo con ilustra Boruchowitz (2001,
p. 73). Lo mismo que las masas filtrantes, estas impurezas alojan importantes colonias bacterianas; por lo tanto,
absorberlas cuando se piensa limpiar o se ha limpiado parte del filtro privará de un considerable filtrado biológico, con un
efecto negativo para la estabilidad del medio.

Con el fin de minimizar el impacto que la limpieza causa sobre la depuración biológica se pueden poner en práctica
diferentes soluciones: limpiar las distintas masas en días alternos y utilizando agua del mismo acuario, traer agua de otro
acuario cuando la pérdida ha sido considerable o incluso añadiendo bacterias adquiridas en comercios del ramo, caso de

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necesitar vaciar la cubeta por una rotura y haber conservado pocos litros. Con estas técnicas se consiguiendo minimizar la
pérdida de una forma similar a como puede hacerse con el primer llenado, siguiendo las indicaciones de Scott (1995,
p. 159).

Como se ha escrito ya, la frecuencia de limpiado la dicta más la experiencia y la


percepción que un grupo de normas fijas. Pese a ello, en el caso de acuarios
marinos o de arrecife se ha demostrado que retirar todos los desechos que
hubiera y limpiar dos veces al día el vaso colector del espumador (skimmer)
resulta beneficioso.

Tanto en los acuarios de agua dulce como los de salada, la temperatura del Neones.
líquido con la que repone a la extraída resulta importante y puede causar
daños a los seres vivos si es agua templada o caliente. Según los ya citados
Paletta et al. (1999), los acuarios de agua marina son más complicados de mantener y una de esas complicaciones se
manifiesta en el tipo de agua requerida para la renovación, pues la del sistema público puede causar problemas, pese a
recibir un aporte correcto de sales. La de ósmosis ha demostrado ser más inocua, pero también resulta más difícil de
obtener.

Si la limpieza del filtro puede llegar a ser importante para los peces, la limpieza de las plantas resulta vital. Si las algas
consiguen cubrir totalmente las plantas superiores pueden llegar a matarlas, algo que buscan genéticamente por estar en
competencia con la flora superior. Pero, al producir mucho anhídrido carbónico, también ponen en peligro a los animales
(Hargrove y Hargrove, 2011, p. 215). Limpiar las hojas cuando se han cubierto de algas resulta conveniente y puede
realizarse de dos maneras: con productos químicos, algicidas, o manualmente hoja por hoja. La primera es más
contundente, pero también más extrema, en definitiva es utilizar un biocida y Boruchowitz (2001, p. 32 y 33) advierte de
los peligroso que son los biocidas y otros productos químicos. La limpieza manual es más laboriosa, pero más saludable
para todo el entorno, desgraciadamente sólo es una solución temporal si no se ataja lo que permite a las algas
desarrollarse.

Otro capítulo de la limpieza se refiere al biotopo. Sobre los elementos más grandes, como rocas y raíces, los excrementos y
otros deshechos precipitarán y comenzarán sus procesos de putrefacción. Con el tiempo dichos desechos se tóxicos. La
limpieza de objetos grandes comprende: sacar las rocas y troncos, frotarlos con un cepillo de dientes que no haya sido
usado antes y devolverlos a su emplazamiento. Los desechos que caen al fondo, las plantas podridas y las que flotan
seguirán el mismo ciclo que las raíces y rocas. Para evitarlo las plantas pueden retirarse fácilmente con una manguilla, sin
embargo la grava del suelo requiere ser removida para que los guijarros precipiten y las sustancias potencialmente tóxicas
permanezcan flotando para poder absorberlas por sifón, Skomal (1997, p. 95) indica que estas operaciones pueden hacerse
anualmente.

Un apartado que tener en cuenta es la limpieza de los cristales. Expertos como Hargrove y Hargrove (2011, p. 181) le
dedican un apartado propio solo a la limpieza exterior. Esta operación obedece a necesidades tanto estéticas como vitales,
por eliminar también en parte las perjudiciales algas. Estas tienen tendencia a ir cubriendo las paredes y así apoderarse de
la luz que pueda entrar. Debido a la competencia entre plantas y algas, cuanto más débiles sean estas más fuertes serán
aquellas y la limpieza de cristales resta vitalidad a las segundas y reduce sus desagradables olores. Para esta labor existen
en el mercado gran cantidad de utensilios mecánicos, no biocidas, como los imanes mostrados por Skomal (1997, p. 90),
pero estas herramientas magnéticas presentan el molesto inconveniente de rayar los vidrios si algo de grava se aloja entre
los utensilios y el cristal, por ejemplo cuando se limpia la parte baja de la cubeta, ya que aquella está formadas por trozo de
cuarzo y otros minerales duros.

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La limpieza de un acuario, incluidos los cristales, no es sólo un requisito de las instalaciones domésticas, los zoológicos,
museos y otras instituciones abiertas al público cuentan con equipos de submarinistas para realizar esta labor sus grandes
tanques de millones de litros.

Renovación de agua
Como ya se apuntó, en los acuarios no se puede reproducir el cambio constante de líquido, algo casi continuo en su medio
ambiente. Este fenómeno debe simularse con renovaciones regulares, ya que si las bacterias se encargan de degradar el
amoníaco y convertir los nitritos en nitratos, estos últimos se acumulan, pudiendo alcanzar valores importantes y tóxicos
para los peces. Los nitratos son consumidos por las plantas acuáticas y por las algas; sin embargo, este consumo en
ocasiones no basta para eliminarlos todos. Sólo la sustitución de agua permite obtener tasas aceptables. Una tasa de
nitratos igual o superior a 50 mg/L puede ser peligrosa. Por otra parte, los cambios de agua permiten suministrar los
oligoelementos necesarios para peces y plantas; en caso contrario se agotan.

Todos los títulos consultados coinciden en esta tarea,nota 8 aún siendo una de las más costosas de automatizar. Por el
contrario, los expertos no se ponen de acuerdo sobre la frecuencia de la renovación. Para Skomal (1997, p. 94), Dreyer y
Keppler (1996, p. 53) debe sustituirse cada semana una cuarta parte del total,Scott (1995, p. 45) apuestan por renovar
entre un 20 y un 25 % cada dos o cuatro semanas. Esta frecuencia puede aumentar si las tasas de nitratos o fosfatos fuesen
elevadas. En lo que todos coinciden es en lo saludable para los peces de dicha práctica. Otro beneficio añadido está en el
propio método empleado para extraer el agua, que puede constituir un beneficio extra. Como se ha indicado en el apartado
limpieza, resulta saludable remover la grava y absorber las impurezas que se desprenden, así se deja sitio para el agua
limpia y se purifica el fondo de los nocivos excrementos que, antes o después, envenenarán el biotopo donde viven
especies como el Hypostomus, útil devorador de algas.

Independientemente de qué autor se lea, todos coinciden que cambiar la mitad o más del agua en un solo día resulta
perjudicial, al romper el Ciclo del nitrógeno. Asimismo, existe consenso sobre la necesidad de intentar igualar las
temperaturas del agua entrante y residente, con el fin de no provocar enfermedades, como el punto blanco
(Ichthyophthirius multifiliis).

Alimentación
Una tarea diaria es el suministro de alimentos, tanto para fauna como para
flora. Afortunadamente puede automatizarse con alimentadores para peces e
inyectores de anhídrido carbónico para las plantas, los animales también
proporcionan nutrientes. Pese a ello se requiere atención.

El alimento para la fauna, ya sea vertebrada o invertebrada, puede ser fresco,


congelado, deshidratado e incluso vivo, como las dafnias o las artemias. Sin
embargo, es muy común las opciones de copos y tabletas, dependiendo de si
son para peces que viven en la superficie o en el fondo (Dreyer y Keppler, 1996,
p. 89). Por contra, las tortugas suelen necesitar carne fresca. Siguiendo la
Distintos tipos de alimentos para información de Dreyer y Keppler (1996, p. 86) también existe comida en forma
peces. granulada, escamas o polvo, ya que cada especie tiene sus propias exigencias.
Pese a las demandas de las distintas especies, la mayoría de ellas pueden ser
alimentadas con un solo producto. En una fábrica de comida para peces
Dreyer y Keppler (1996, p. 88) apreciaron una mezcla de gambas, pescado, harina de cereales, levaduras, algas... pero la
mezcla final es secreta.

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Los peces son capaces de convertir en carne un 50 % de la comida ingerida, mientras que los animales terrestres
consiguen el 10 % (Hargreaves, 2002, p. 61), por esta razón, alimentarlos en exceso les hace acumular grasas que sólo
servirán para acortar su vida. Por otra parte, si su ración es excesiva, no llegan a comérsela toda, ensucia el agua
enseguida, comprometiendo la salud de sus habitantes y estimulando el crecimiento de algas filamentosas. Asimismo, es
normal que los peces de arrecife no coman los días siguientes a ser introducidos en la cubeta. Por ello la ración alimenticia
de un animal debe elaborarse en función de sus gustos y exigencias, aunque suele constar de: alimentos frescos como
harina de pescado, carne cruda, huevos de pez, mejillones o vegetales; presas vivas como gusanos acuáticos, larvas de
insectos o pequeños crustáceos y alimento artificial, caso de los granulados industriales o escamas (hojuelas).

El llamado “gusano tubifex” (Tubifex tubifex), un invertebrado vivo que se recomienda para ciertos peces (Scott, 1995,
p. 105 y siguientes), viene asociado con aguas estancadas de gran contenido en parásitos, bacterias o pestes micóticas, las
cuales provocan enfermedades a los peces como velo o el punto blanco, también desarrollan tumores. Por esta razón la
preparación y los cuidados que dicho animal requiere son abundantes. Skomal (1997, p. 82) indica que los mejores son los
criados por uno mismo.

Las plantas exigen menos a la hora de alimentarse, básicamente, su abono se compone de una base ferrosa orgánico, pero
pueden vivir sólo del CO2 y de los excrementos animales durante semanas o meses.

Ciclos biológicos
Como recoge Scott (1995, p. 8), un acuario ideal reproduce un entorno ecológico concreto en un sistema cerrado. En la
práctica es casi imposible lograr un equilibrio perfecto. Por ejemplo, una relación equilibrada de depredadores y presas
solo es posible de conseguir en teoría, incluso en el mayor de los tanques. El cuidador debe tomar medidas para mantener
el equilibrio en el pequeño ecosistema que recrea porque cualquier alteración se notará. Por ejemplo, la muerte de un
único pez en un depósito de once litros causa cambios dramáticos en el sistema, mientras que la muerte de ese mismo pez
en un depósito de 400 L con muchos otros peces en él, representa una variación mucho menor, pero también constituye
una perturbación. Por este motivo los principales ciclos demandan vigilancia y mediciones constantes.

Ciclo del nitrógeno


Como explican Hargrove y Hargrove (2011, p. 189 y siguientes), un asunto
esencial para el acuariófilo es la gestión de los desechos biológicos producidos
por los pobladores. Peces, invertebrados, hongos y algunas bacterias excretan
residuos nitrogenados en forma de amoníaco que se puede convertir en
amonio, dependiendo de la química del agua. El amonio pasará por el ciclo del
nitrógeno. También se produce amoníaco a través de la descomposición de las
plantas y la materia animal, incluyendo heces y otros detritos. En
concentraciones altas, los desechos en forma de amoníaco se convierten en Ciclo del nitrógeno en un acuario.
tóxicos para los peces y otros habitantes.

Un depósito bien equilibrado contiene organismos que pueden metabolizar los desechos. Así El amoniaco producido en un
depósito es metabolizado por un tipo de bacterias conocidas como nitrificantes (género Nitrosomonas). Las bacterias
nitrificantes lo capturan y metabolizan para expulsar nitritos. Los nitritos, en concentraciones altas, también son tóxicos
para los peces. Afortunadamente otro tipo de bacterias, género Nitrospira, los convierten en nitratos, una sustancia
menos tóxica, pero dañina en última instancia. Este proceso se le conoce como ciclo del nitrógeno (Dreyer y Keppler, 1996,
p. 30 y 38).

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Además de las bacterias, las plantas acuáticas también eliminan los residuos
nitrogenados metabolizando el amoníaco y los nitratos. Cuando las plantas
metabolicen los compuestos nitrogenados eliminarán el nitrógeno del agua,
utilizándolo para construir biomasa. Sin embargo, esto es solamente temporal,
ya que la flora vuelven a expulsar el nitrógeno cuando las hojas viejas se
descomponen, por ejemplo.

Aunque informalmente se le llama ciclo del nitrógeno y se puede leer así en


obras como la de Hargrove y Hargrove (2011, p. 187), es de hecho solamente Ciclo del nitrógeno en un acuario.
una parte de un ciclo mayor, pues la comida suministrada también añade
nitrógeno al sistema y los nitratos se acumulan en el agua al final del proceso, o
contribuyen a un crecimiento en biomasa mediante el metabolismo de las plantas. En la práctica, el cambio de agua se ha
revelado como el último recurso para eliminar los nitratos.

Los acuarios domésticos a menudo no contienen las poblaciones necesarias de bacterias para metabolizar los residuos
nitrogenados producidos por sus habitantes. Este problema se ataca a través de dos soluciones: Los filtros de carbono
activo absorben los compuestos del nitrógeno y otras toxinas del agua, mientras que los filtros biológicos proporcionan un
medio especialmente diseñado para la colonización por las bacterias nitrificantes deseadas.

Otros ciclos de nutrientes


El nitrógeno no es el único nutriente que circula por un acuario. El oxígeno entra en el sistema por la superficie del agua o
mediante una bomba y también cumple una función vital. Por su parte, los gases de CO2 que alimentan la flora demandan
también este gas.

Otro ciclo importante de nutrientes ha demostrado ser el del fosfato y su excesiva concentración favorece a las algas
Hargrove y Hargrove (2011, p. 195). Al contrario que para el nitrógeno, la industria del ramo sí fabrica productos para
corregir los niveles de fosfato, pero el cambio de agua se ha demostrado una solución tan útil como cualquier otra.

El azufre, el hierro y otros micronutrientes también circulan por el sistema, entrando como comida y saliendo como
desechos. El control apropiado del ciclo del nitrógeno, junto con un suministro de comida equilibrado, suelen ser
suficientes para mantener estos otros ciclos de nutrientes en equilibrio.

Acuarios públicos
Los acuarios públicos son instalaciones a las que se accede libremente o tras el
pago de una entrada para ver especies acuáticas generalmente muy difíciles de
tener en domicilios, ya sea por su gran tamaño, ya sea por la dificultad de su
cuidado. Algunas de las más espectaculares son los escualos, los mamíferos
marinos y en general los animales oceánicos.7

La mayor parte de los acuarios públicos presentan una determinada cantidad


de tanques pequeños, así como uno o más depósitos mayores. Los más grandes
Tanque tropical en el acuario de
tienen una capacidad de varios millones de litros de agua y pueden albergar
Georgia, Estados Unidos, 2006.
especies como delfines, tiburones o ballenas. Los animales acuáticos y
semiacuáticos, caso de nutrias, pingüinos o cocodrilos,6 pueden también ser
alojados en estas instalaciones

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Desde el punto de vista operacional, un acuario público es similar en muchos aspectos a un zoológico o museo. Realiza
exposiciones temporales y otras exhibiciones para atraer a los visitantes,8 mientras exhibe su colección permanente. Unos
cuantos ofrecen su propia versión de “zoo para tocar”; por ejemplo, el Monterey Bay Aquarium en California o el SeaWorld
Orlando, de Florida, cuentan con un depósito superficial poblado con rayas.9 El público puede tocar a los animales
cuando pasan o se acercan para ser alimentadas por el propio público.

Como los zoos, los acuarios normalmente poseen un cuerpo especializado de investigadores que estudia las costumbres y
biología de sus especímenes. En los últimos años, los grandes acuarios han estado intentando adquirir y criar diversas
especies de peces de océano abierto, incluso cnidarios (medusas…), una tarea difícil puesto que estas criaturas nunca antes
han encontrado superficies sólidas como las paredes de un depósito, y no han adquirido el instinto para no chocar con las
paredes. También muy difícil se ha confesado la cría del tiburón blanco. Al ser un animal grande que necesita largos
espacios para sobrevivir, no puede ser alojado durante mucho tiempo ni en el tanque más voluminosos. Asimismo, la
captura y cría de tiburones blancos recién nacidos ha fracasado por el momento, como sostenía Marie C. Levine (1998,
p. 25).

El primer acuario público lo abrió el Regent’s Park de Londres, en 1853. Según


Sheppard y Lousada (2010, p. 86), era un momento en que los zoológicos
habían surgido en muchas ciudades del mundo, razón por la cual los directivos
del parque deseaban seguir siendo la institución con más vida salvaje en
cautividad. Según Marc Rothenberg (2001, p. 594) en los años 50 del siglo XIX
Estados Unidos imitó al Regent's Park con el Aquarium Garden de Boston y en
1861 Phineas Taylor Barnum abrió el P. T. Barnum Aquarium en Broadway,
Túnel Ocean Voyager en 2006, una Nueva York. El autor también afirma que la capital estadounidense terminó el
de las atracciones del acuario de National Aquarium en 1873. No hay acuerdo sobre cual fue el primer acuario
Georgia (Estados Unidos). oceánico de los Estados Unidos. Para Rothenberg (2001, p. 594) sería el de San
Agustín (Florida), ya en 1938. Por su parte, la guía MobileReference (2007)
afirma que tal mérito le corresponde al Shedd Aquarium de Chicago, en 1930.

La mayor parte de los acuarios marinos públicos se localizan cerca del océano, porque una instalación como el
L'Oceanogràfic de Valencia, el más grande de Europa, necesita unos 24 millones de litros para funcionar, más la reserva
para renovaciones. Si no estuviera ubicado en la Ciudad de las Artes y de las Ciencias o en otro lugar junto al mar,10
transportar toda esa agua supondría un dispendio considerable. Lo mismo sucede con el Acuario Mazatlán, emplazado en
la ciudad mexicana homónima, el cual cuenta con el tanque más grande de Hispanoamérica, y obtiene sus suministros
hídricos del Pacífico.11 Sin embargo, la distancia del mar no ha sido un impedimento para países y empresas con grandes
recursos económicos y perspectivas de amortización. Es el caso del primer acuario marino de interior, según la guía
MobileReference (2007), el ya referido Shedd Aquarium de Chicago. La institución confió en el transporte por ferrocarril
para recibir los suministros de agua demandados por sus instalaciones. Antes de su inauguración se necesitaron veinte
tanques alojados en vagones para transportar los 3,8 millones de litros desde Cayo Oeste hasta Chicago. El transporte lo
realizó el Nautilus, un tren hecho a medida para la institución estadounidenses, el cual seguiría funcionando hasta 1959.

En enero de 1985, Kelly Tarlton empezó la construcción del primer acuario con un gran túnel acrílico transparente, en
Auckland, Nueva Zelanda. La tarea necesitó diez meses para terminarse y costó tres millones de dólares neozelandeses. La
obra consistió en un túnel de 110 metros, formado por hojas de plástico fabricadas en Alemania, las cuales se conformaban
en el Archipiélago utilizando un gran horno.

A menudo, algunos acuarios públicos se afilian a instituciones superiores de investigación oceanográfica o emprenden sus
propios proyectos de reproducción o cría en cooperación con otros centros.7 Esto es debido al hecho de que los acuarios
públicos normalmente, aunque no siempre, centran su atención en determinadas especies y ecosistemas, a veces de aguas

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distantes miles de kilómetros. Debido a este distanciamiento del ambiente


natural o a otros problemas, estas instituciones prefieren acordar programas
con homólogas suyas para cofinanciar campañas de investigación
independientes en a los lugares de origen. Otros, en cambio, han sido famosos
por actividades totalmente fuera de su ámbito didáctico y científico, caso del
Sea Life Centre de Oberhausen,12 donde vivía el Pulpo Paul recordado por sus
aciertos en la Eurocopa 2008 y en el Mundial de Fútbol 2010.8 Sin embargo,
muchos acuarios públicos reiteran su labor didáctica respecto al medio marino,
Acuario Inbursa en la Ciudad de
enseñando que los leones marinos no son focas,13 que las rayas no son
México.
tiburones9 o que la población de grandes escualos está disminuyendo,14 entre
muchos otros ejemplos.

Debido al mantenimiento que estas instalaciones necesitan, resultan costosas de mantener, razón por la cual muchos
tienden a diversificar su oferta. Así, por su especial espectacularidad, muchos acuarios públicos celebran en ellos actos
como comidas, banquetes o bodas, caso del Two Oceans Aquarium de Ciudad del Cabo entre otros.15

El acuario en la cultura popular


Son innumerables las películas, series de televisión, videojuegos y otras representaciones culturales donde aparecen los
acuarios. Uno de tantos casos puede ser 2010: Odisea dos, donde la casa del Dr. Heywood Floyd parece estar rodeada por
una gran acuario, en este caso un delfinario.

En el título La espía que me amó, una de las estancias del gigantesco sumergible Atlantis está dentro de un acuario,
realmente planos rodados en Okinawa, porque al villano le gustaba rodearse de los ambientes que amaba, teniendo en
cuenta que Karl Stromberg, interpretado por Curd Jurgens,16 era uno de los hombres más ricos del mundo en la ficción.

En la cinta Jaws 3-D: El gran tiburón se muestra un supuesto centro de control submarino y varios túneles imaginarios
que surcan la bahía, constituyendo en la ficción el principal atractivo del acuario público más grande del mundo. Los
exteriores fueron rodados en el Sea World de Florida.17

La industria de los videojuegos tampoco ha perdido de vista el potencial de las instalaciones acuáticas. En varias versiones
de los Sims están disponibles distintos tipos de urnas para decorar la casa. En el ámbito de los acuarios públicos, distintas
versiones del Zoo Tycoon ofrecen la posibilidad de construir tanques para varias especies, entrenamiento de animales e,
incluso, buceo a lomos de belugas, mantas o tortugas.

Consecuencias ambientales
La acuariofilia ha traído como consecuencias:

La exportación de peces de un lugar a otra fuera de su habitad natural, lo que ha causado modificaciones en los
ecosistemas debido a que algunos peces no se reproducen en acuarios o en cautividad.
La producción de peces que no son originarios de esa región, provoca que se introduzcan al medio ambiente
pudiendo ser una especie invasora y perjudicando a otras especies.
El pez Hypostomus plecostomus es una plaga en México es sus respectivos estados como: Morelos, Oxaca,
Chiapas, Tabasco y algunos expertos cren la posibilidad de que lleguen a la preponderante fauna y flora de
Campeche y Quintana roo. Como consecuencia está afectando a los pescadores, pues ya que este pez consume los
huevos de mojarra, y no solo a ellos sino a la fauna y vegetación originales pues ya que fue introducido por los
comerciantes de peces.

Véase también
https://es.wikipedia.org/wiki/Acuario_(recipiente)#Tipos 24/28
19/9/2019 Acuario (recipiente) - Wikipedia, la enciclopedia libre

Acuaponia
Acuariología
Acuariofilia
Acuario público
Oceanario
Paisajismo acuático
Peces de acuario de agua dulce

Notas
El Chromobotia macracanthus, no
instalaciones. Hargreaves (2002,
1. Hal Herzog (2012, p. 120) recoge se puede reproducir en cautiverio. y
p. 99) los menciona revisando las
un estudio, realizado con más de diferentes clases de seres vivos y se captura en su habitad original
diez mil alemanes y australianos, más adelante al indicar que para ser comercializado: muchos de
el cual ponía de manifiesto que fueron los reyes de la Tierra en el ellos mueren en el camino o al
las personas con animales periodo Carbonífero. Por último, introducirlos al acuario.(es por esta
visitaban menos al médico que Scott (1995) los cita como ramas
quienes no poseían mascota. razón que se está extinguiendo)
o descendientes de determinadas
2. El plexiglás amarillea con el especies al abordar la evolución
tiempo dando un aspecto de algunos peces. Los demás
envejecido, aún ganando en autores no hacen mención a
ligereza. estos.
3. El libro fue escrito antes del 7. Hargrove y Hargrove (2011, p. 30)
cambio de nombre por República muestran una tabla de relación
Democrática del Congo. volumen - peso para los acuarios
4. Se utiliza la expresión flora y no e indican que se debe consultar
plantas porque algunas especies, con el constructor en caso de
como el llamado musgo de Java, duda, porque una cubeta de 110
no son plantas o en ocasiones no litros pesará más de media
son consideradas como plantas. tonelada si sumamos el mueble,
los cristales y otros accesorios.
5. Los expertos consultados son,
por orden alfabético de primer 8. Los títulos consultados, cuyos Como podrán ver el pez
apellido: datos aparecen en el apartado Pterygoplichthys sp. está viviendo
Bibliografía citada, son los
en un acuario casero y reducido, así
David E. Boruchowitz. siguientes:
que cuando este pez crece no
Bernd Brunner. The Simple Guide to Fresh puede vivir ahí por la falta de
Stephan Dreyer. Water Aquariums. espacio, algunos portadores lo
John Goodman. The Ocean at Home: An liberan al medio ambiente y es un
Vincent B. Hargreaves. Illustrated History of the
fatal error, aparte de ser uns de las
Maddy Hargrove. Aquarium.
teorías de como pudo llegar este
Mic Hargrove. El libro del acuario peces,
plantas y técnica. pez a México.
Edward Kadunc.
The Complete Book of the
Rainer Keppler. Marine Aquarium.
Scott W. Michael. Freshwater Aquariums for
Michael S. Paletta. Dummies.
Peter W. Scott. The New Marine Aquarium:
Gregory Skomal. Step-By-Step Setup &
Stocking Guide
6. Boruchowitz (2001, p. 82) se
refiere a ellos en el capítulo sobre Ultimate Marine Aquariums:
los filtros, indicando que estos Saltwater Dream Systems and
son más populares en acuario How They Are Created.
con reptiles y anfibios. The Complete Aquarium.
Brunner (2005, p. 38) los nombra Setting up a Freshwater
cuando explica la diferencia entre Aquarium: An Owner's Guide
acuario y vivario, más otras veces to a Happy Healthy Pet.
enumerando las diferentes clases
que contenían las primeras

https://es.wikipedia.org/wiki/Acuario_(recipiente)#Tipos 25/28
19/9/2019 Acuario (recipiente) - Wikipedia, la enciclopedia libre

Referencias
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de 2013.
2. Pérez, Ana (12 de mayo de 2012). «Acuarios para decorar» (http://interiorismos.com/acuarios-para-decorar/) (HTML).
Interiorismo decora tu hogar con estilo. Consultado el 25 de marzo de 2013.
3. «Acuario Juwel Rekord 600» (http://www.zooplus.es/shop/tienda_peces/acuario/set_acuario_principiante/133148?gcli
d=CO24xtP0nLYCFaLHtAodfCQApA#more). Madrid: Zooplus AG. 1999-2013. Consultado el 27 de marzo de 2013.
4. Ciudad de las Artes y las Ciencias. Generalitat Valenciana. «Ártico» (http://www.cac.es/oceanografic/exposiciones/fich
a/?contentId=5913). Valencia: Generalitat Valenciana. Consultado el 29 de marzo de 2013.
5. Coex Aquarium (2004). «Tercera generación, la imaginación del parque Pingüino» (https://web.archive.org/web/20130
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Seul: Seoul Ocean Aquarium Inc. Archivado desde el original (http://www.coexaqua.co.kr/n_news/n_story_etc_view.a
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6. Faunia. «Cocodrilo del Nilo» (http://www.faunia.es/animales/cocodrilo-del-nilo-0). FAUNIA, el Parque Temático de la
Naturaleza. Madrid: Parques Reunidos. Consultado el 29 de marzo de 2013.
7. Acuario de Veracruz (2011). «Conservación» (https://web.archive.org/web/20130705172015/http://www.acuariodevera
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https://es.wikipedia.org/wiki/Acuario_(recipiente)#Tipos 27/28
19/9/2019 Acuario (recipiente) - Wikipedia, la enciclopedia libre

Enlaces externos
Wikimedia Commons alberga una galería multimedia sobre Acuario.

Wikilibros alberga un libro o manual sobre Acuarios de Arrecife.


Sea Life Centre de Oberhausen. (http://www.visitsealife.com/Oberhausen/)

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