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Es un factor clave que el maestro tenga una personalidad cristiana. Empezando porque
debe ser un creyente. Puesto que la enseñanza cristiana consiste en un encuentro
personal con Dios, quien no lo haya experimentado no puede enseñar lo que a él mismo
no le ha ocurrido. Nadie puede enseñar lo que no conoce. Así como nadie puede dar lo
que no tiene.
Jesucristo tenía en alta estima a la Escritura. En sus discusiones con los líderes judíos les
decía: "Ustedes andan equivocados porque desconocen las Escrituras y el poder de
Dios" (Mateo 22:29). Y también anda muy equivocado aquel maestro que desconozca
hoy en día la enseñanza de la Biblia y tenga una actitud liviana ante ella o que base sus
enseñanzas en algo diferente a la Palabra de Dios. El problema de los enemigos de Jesús
era que en realidad no enseñaban a la gente la Palabra de Dios, sino sus propias ideas y
por eso Jesús les dijo: "En vano me adoran; sus enseñanzas no son más que reglas
humanas" (Mateo 15:9).
Jesucristo amaba a la gente y eso le motivaba a enseñar. La Biblia nos dice que "al ver a
las multitudes tuvo compasión de ellas" (Mateo 9:36). Una actitud de menosprecio o de
temor hacia los alumnos es un factor que afecta el proceso de enseñanza - aprendizaje
de una manera tal que lo puede bloquear. El maestro(a) cristiano(a) debe tener en alta
estima a sus alumnos, amarlos, tomarlo en cuenta y creer que ellos pueden culminar el
proceso con éxito.
odríamos pensar algo así como: Yo quisiera que al salir de la escuela dominical ellos
puedan:
Saber que tienen un Dios todopoderoso y que pueden confiar en Él no importando las
circunstancias.
Tener una base de amigos cristianos sólida que les permita entrar en la adolescencia.
Tener al menos cinco adultos en su vida a los cuales los puedan ver como referentes de
fe (Kara Powell explica mejor este punto).
Empezar a descubrir sus dones para poder servir a otros con ellos.