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Larissa I. López
Después de rogar a Dios que los trabajos del Sínodo de la Amazonía sigan
desarrollándose en el espíritu de la cooperación, el Papa se refirió al conflicto vivido en
Ecuador.
“Encoméndemos a nuestra Madre a los hermanos ecuatorianos que han sido matados
en estos días, heridos, perseguidos, presos, que Ella ponga paz y los acompañe en este
momento de tanto sufrimiento, sobre todo entre los indígenas del Ecuador”, fueron las
palabras del Santo Padre, indica Vatican News.
Llamamiento en el Ángelus
Por otro lado, se mostró contenta por el acuerdo entre las partes logrado ayer a través
del diálogo: la derogatoria del decreto y la creación de uno nuevo que permite que
Ecuador vuelva a vivir un ambiente de paz y de esperanza.
Francisco, por su parte, expresó su satisfacción al saber que los indígenas no usaron la
violencia para tratar el conflicto.
Conversaciones
Larissa I. López
Dicho mensaje fue transmitido a través de una carta emitida el pasado sábado, 12 de
octubre de 2019, desde el Vaticano, donde se encuentra en curso el Sínodo de la
Amazonía.
Por otro lado, manifiestan que coinciden con la idea de que “el proceso de diálogo
podría incluir una gestión de mediación y agenda temática de común acuerdo entre las
partes” y consideran “muy positivo que el sistema de Naciones Unidas y la Academia
hayan demostrado su interés de facilitar el proceso de mediación”.
La carta está firmada por: Mons. Miguel Cabrejos Vidarte, presidente del Consejo
Episcopal Latinoamericano (CELAM) y presidente de la Conferencia Episcopal Peruana;
Mons. José Luis Azuaje, presidente de la Conferencia Episcopal de Venezuela; Mons.
Óscar Urbina, presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia; Mons. Ricardo
Centellas, presidente de la Conferencia Episcopal Boliviana; y Mons. Walmor Oliveira de
Azevedo, presidente de la Conferencia Nacional de los Obispos del Brasil.
Redacción
La Iglesia está llamada a hacer oír su voz. Algunos han dicho que las representaciones
pontificias podrían seguir desempeñando un papel esencial en los gobiernos y en los
organismos internacionales para promover las demandas del pueblo amazónico sobre
sus derechos a la tierra, al agua y a los bosques. Además, la Iglesia en la Amazonía
está llamada a promover una economía circular que respete la sabiduría y las prácticas
locales. También se invocó la creación de un observatorio eclesial internacional sobre la
violación de los derechos humanos del pueblo amazónico. Por consiguiente, la
exhortación es: los países industrializados deben expresar una mayor solidaridad hacia
los países con economías frágiles, también porque aportan un mayor índice de
contaminación. El Sínodo, con la multiplicidad de intervenciones e ideas que resuenan
en la sala de audiencias, está reforzando en los participantes la idea de una Iglesia
unida en torno a los desafíos de la región panamazónica. Cada región del mundo siente
propia la Amazonía y los frutos de esta asamblea especial beneficiarán a la Iglesia
Ministerios y discernimiento
Igualmente hay espacio para el tema de la soberanía alimentaria: cada pueblo tiene
derecho a elegir qué cultivar, qué comer y cómo garantizar el acceso a los alimentos
respetando los ecosistemas. Una parte significativa de la biodiversidad agroalimentaria
Anne Kurian
El obispo venezolano José Ángel Divassón Cilveti dio testimonio de la misión de los
salesianos, que acompañan desde 1957 al pueblo yanomami que vive en Venezuela y
Brasil. Se trata, dijo, de “compartir la vida de las comunidades”, sin “decirles lo que
tienen que hacer”, porque “son ellos los que tienen que tomar las riendas de sus
destinos”.
Sí, por ejemplo, se les puede ofrecer “instrucción”, pero “no deben depender de otros
para nada”. Por lo tanto, la misión no es llegar como “colonizadores”, imponiendo el
propio punto de vista, sino “comprender lo que ellos piensan”. Según el obispo, “el
Evangelio trae cosas nuevas”, como el perdón, cuyo valor aprenden los pueblos
indígenas: “la capacidad de perdonar les ha ayudado a resolver ciertos problemas, han
logrado superar numerosos conflictos”.
“Queremos que se delimiten nuestros territorios, queremos tener títulos… gritamos para
que se escuche nuestro grito”, dijo ante la prensa, denunciando en particular la
“invasión” de los grandes proyectos de desarrollo y los asesinatos de los que son
víctimas los pueblos indígenas. Y pidió a los líderes protección contra los “nuevos dioses
del mundo civilizado”, las grandes organizaciones financieras y comerciales.
Larissa I. López
Larissa I. López
Contenido
Movimientos populares
Los movimientos populares han mantenido tres encuentros mundiales con el Papa
Francisco: Roma, 2014; Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, 2015; y de nuevo Roma en
2016.
Estos encuentros son un espacio de hermandad entre las organizaciones de base de los
cinco continentes, una plataforma construida por diversos movimientos populares en
torno a la invitación del Pontífice a que los pobres y los pueblos organizados no se
resignen y sean protagonistas del proceso de cambio.
Su finalidad es promover la cultura del encuentro con el propósito de dar la batalla, sin
soberbia pero con coraje, sin violencia pero con tenacidad, por la dignidad humana, por
la naturaleza y por la justicia social. Igualmente, pretende favorecer la organización de
los excluidos para construir desde abajo la alternativa humana a esta globalización
excluyente que arrebata hasta los derechos sagrados al techo, al trabajo y a la tierra, las
conocidas como “3T”, criterios esenciales de justicia social.
Papa Francisco
“Los movimientos populares expresan cómo la ‘fuerza del nosotros’ sea la respuesta a la
‘cultura del yo’ que mira únicamente a la satisfacción de los propios intereses. La ‘fuerza
del nosotros’, cultiva el sueño de un mundo distinto y más humano”.
Redacción
Programa
En este mes de octubre misionero el santoral nos ofrece la vida de dos insignes
carmelitas, ambas de nombre Teresa, que unieron a Jesús. Teresa de Lisieux, de cuya
trayectoria se hizo puntual eco esta sección de zenit hace unos días, y la fundadora
Teresa de Cepeda y Ahumada, considerada una de las grandes figuras de la Iglesia, de
poderoso influjo en santos y beatos. Imposible precisar el número de personas
anónimas que la eligieron y continúan tomándola como modelo, pero seguro que son
multitud. Se han vertido tantas reflexiones en torno a ella que nada nuevo se puede
añadir. Seguimos admirados de su entrega, agradeciendo a Dios su fecunda existencia.
Era su amor vehemente, sin fisuras, alimentado a través de una oración continua: «
La oración no consiste en pensar mucho, sino en amar mucho». Comenzó a
experimentar la vida de perfección como ascenso de su alma a Dios, y a la par recibía la
gracia de verse envuelta en místicas visiones que incendiaban su corazón, aunque hubo
grandes periodos templados por una intensa aridez. Susurros de su pasión
impregnaban sus jornadas de oración: «Vivo sin vivir en mí, y tan alta vida espero, que
muero porque no muero…». Demandaba fervientemente la cruz cotidiana: «Cruz,
descanso sabroso de mi vida, Vos seáis la bienvenida […]. En la cruz está la vida, y el
consuelo, y ella sola es el camino para el cielo…».
En otra de las visiones le fue dado a contemplar el infierno. Fue tan terrible que
determinó el rigor de su entrega y emprendió la reforma carmelitana así como su
primera fundación. Tenía 40 años, y Dios iba marcándole el camino que debía seguir.
San Juan de la Cruz se unió a su empeño. La reforma no fue fácil. Las pruebas de toda
índole, insidias del diablo, contrariedades, problemas internos, dudas y vacilaciones de
su propio confesor, así como el trato hostil dispensado por la Iglesia, entre otros, le
infligieron grandes sufrimientos. A pesar de su frágil salud, tenía un potente
temperamento y no se dejaba amilanar; menos aún, cuando se trataba de Cristo. Así
que, acudió a los altos estamentos, se codeó con reyes y nobleza, fue donde hizo falta,
y se entregó en cuerpo y alma a tutelar y enriquecer espiritualmente las fundaciones con
Era una excepcional formadora. Tenía alma misionera; lloró amargamente pensando en
las necesidades apostólicas que había en tierras americanas, donde hubiera querido ir.
Plasmó sus experiencias místicas en obras maestras, imprescindibles para alumbrar el
itinerario espiritual como «El camino de la perfección», «Pensamientos sobre el amor de
Dios» y «El castillo interior», que no vio publicadas en vida. La Inquisición estuvo tras
ella; incluso quemó uno de sus textos por sugerencia de su confesor. Fortaleza y
claridad, capacidad organizativa y sabiduría para ejercer el gobierno, confianza y
entereza en las contrariedades, humildad, sencillez, sagacidad, sentido del humor, una
fe y caridad heroicas son rasgos que también la definen.
Devotísima de San José decía: «solo pido por amor de Dios que lo pruebe quien no
creyere y verá por experiencia cuan gran bien es recomendarse a ese glorioso Patriarca
y tenerle devoción». Aunó magistralmente contemplación y acción. Recibió dones
diversos: éxtasis, milagros, discernimiento… Murió en Alba de Tormes el 4 de octubre
de 1582. Pablo V la beatificó el 24 de abril de 1614. Gregorio XV la canonizó el 12 de
marzo de 1622. Pablo VI la declaró doctora de la Iglesia el 27 de septiembre de 1970.