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De Arte, 9, 2010, pp.

235-242
ISSN: 1696-0319

De  la  construcción  reciente  para  el  eterno  des‐


canso.  La  arquitectura  mortuoria  en  la  actuali‐
dad 

Laura MUÑOZ PÉREZ


Universidad de Salamanca

RESUMEN. El hecho físico, tangible e inevitable de la muerte acompaña y condena al hombre desde su nacimien-
to. Como parte complementaria de su llegada a la tierra la muerte se convierte en la otra única constante, exigiendo –al
igual que la vida- el desarrollo de escenarios arquitectónicos exclusivos en los que sea presencia y protagonista. Éstos
han ido variando su morfología en función de la imagen que sobre la vida y la ausencia de ella se ha ido conformando a
lo largo de los siglos, apareciendo hoy como espacios depurados de símbolos ostentosos, más bien prácticos, asépticos y
neutros, dejando que los sentimientos los aporten los usuarios y que cementerios, tanatorios o crematorios acusen su
modestia frente a las sensaciones de paz, armonía y calma que buscan transmitir.
Palabras clave: arquitectura contemporánea / cementerios / tanatorios / crematorios.
 
ABSTRACT. The physical, tangible and inevitable fact of death attends and condemns men since their birth. As a
complement to their entry into earth, death becomes the only other constant, demanding -like life- the development of
architectural scenarios where it is protagonist and presence. These places have changed their morphology over the
centuries depending of the conception about life and death that has been unfolded, appearing today as spaces purged of
ostentatious symbols, more practical, aseptic and neutral, letting that cemeteries, funeral homes or crematories accuse
their modesty in front of the feelings of peace, harmony and calm that they expect to transmit.
Key words: contemporary architecture / cemeteries / funeral homes / crematories.

Desde el siglo XVIII, en el momento de esplendidez artística y hasta urbanística


en que las iglesias, conventos, catedrales, o paisajística durante el siglo XIX1 para ir
monasterios y sus inmediaciones dejan de después perdiendo su antes explícita carac-
ocuparse como lugares de enterramiento terización religiosa (cruces, ángeles, coro-
por necesidades de espacio y cuestiones de nas…) hasta pasar ahora a ser enclaves
higiene (dentro de unas ciudades cada día
más saturadas y, en la mayor parte de los ■
1
casos, insalubres), los recintos que se han Como trasunto de la ciudad de los vivos. Ver
habilitado para estos menesteres en los Una  Arquitectura  para  la  Muerte.  I  Encuentro  Internacio‐
nal  sobre  los  cementerios  contemporáneos (actas), Sevilla,
cinturones urbanos han vivido momentos 1993.

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donde gentes de toda creencia (o ausencia que no vemos no existe- sino que nos re-
de ella) dan el último adiós a sus difuntos. cuerdan con su presencia el hecho incontes-
Así pues, en la actualidad los tanatorios, table de la finitud humana. Así, de hecho,
crematorios y cementerios de reciente crea- se concibe el edificio suizo, erigido sobre
ción –en correlato con la actitud que el una pequeña loma del centro de la locali-
hombre tiene hoy ante la muerte- presentan dad y aprovechando la blandura del te-
una común asepsia no sólo en sus volúme- rreno no tanto para imponerse a la montaña
nes, espacios y dependencias (tendentes a como para cobijarse en sus entrañas. Pre-
dar cabida a cualquier manera de experi- sencia y discreción se dan la mano en una
mentar la vida y, en consecuencia, la falta construcción que, no por necesaria, es acon-
de la misma) sino también en sus símbolos sejable hacer masiva o intrusiva. De esta
externos, que han dejado de ser terreno manera, si bien parte de sus instalaciones se
exclusivo de una mayoría religiosa para acogen en el seno de la tierra ofreciendo
amparar a todas aquellas creencias que refugio e intimidad a quien padece la pér-
patentizan el crisol multicultural y de cre- dida de un ser querido, la presencia del
dos de las sociedades actuales o bien, en la tanatorio se hace visible en su cubierta, que
mayoría de los casos, para prescindir por queda a la vista y que, además, se concibe
completo de cualquiera de las referencias transparente –gracias al vidrio que le da
devotas canónicas, al vivir ahora cada uno forma- para aprovechar las posibilidades
sus experiencias espirituales de manera lumínicas naturales y maximizarlas en el
única, exclusiva y privada también en el interior. Es más, si bien durante el día es
momento de la defunción2. evidente que su apariencia no puede pasar
desapercibida para los ciudadanos, durante
Ejemplos de esta nueva manera de
la noche también queda de manifiesto su
concebir la arquitectura mortuoria son el
personalidad, cuando es el tanatorio el que
Tanatorio  de  Bonaduz, desarrollado por Ru-
se ilumina desde dentro y expande su res-
dolf Fontana y Christian Kerez en 1993 o los
plandor a los alrededores.
más recientes de León y de Monuta en
Apeldoorn, en los Países Bajos. Todos ellos, Por su parte, los equipamientos in-
pese a pertenecer a autores distintos, estar ternos se conciben priorizando la intencio-
ubicados en regiones dispares y haber sido nalidad de la luz, la diafanidad y minima-
construidos con independencia creativa, lismo de los espacios y la recurrencia a ma-
comulgan en un aspecto que parece común teriales puros, de extrema blancura, de
a la constructiva de estas características modo que la ausencia de una direccionali-
realizada en el periplo del cambio del se- dad acusada permita al visitante sentir en
gundo al tercer milenio. Se trata de su afán su dolor el consuelo de cierta libertad y
por hacerlos pertenecer al urbanismo ciu- recogimiento, pudiendo dar rienda suelta a
dadano como uno más de sus equipamien- sus emociones en un marco no condicio-
tos de modo que, pese a las connotaciones nante sino aséptico y respetuoso3.
de pérdida que traen aparejados, no caen
Entre los construidos en la última dé-
en la tentación de alejarse de la vida coti-
cada de la pasada centuria destaca también
diana -para que de ese modo parezca que lo
el Tanatorio  de  Monuta, concebido en Apel-
■ doorn por el Atelier Zeinstra Van der Pol –
2
Lo que lleva a considerarlos infraestructuras cívi-
cas, esto es, aconfesionales, antes que sagradas. Sobre
el proceso ver S. DIÉGUEZ PATAO y C. GIMÉNEZ SE- ■
3
RRANO (eds.), Arte  y  arquitectura  funeraria  (XIX‐XX), «Tanatorio, Bonaduz», 2G: Revista internacional de 
Madrid, 2000, p. 8. arquitectura, 14, 2000, pp. 116-121.

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en los albores del siglo XXI- como la trans- Badía6 observa, pese a la distancia geográfi-
posición y modernización de las habitacio- ca, paralelismos con los recintos suizo y
nes y salones de las residencias privadas holandés en la medida en que se comienza
que antaño actuaban como recintos donde a pergeñar como equipamiento inherente al
velar a los muertos cuando esta ceremonia urbanismo ciudadano –y vinculado, ob-
se realizaba en las casas de los difuntos. La viamente, con él- y no como espacio arrin-
intimidad, la escala doméstica de los espa- conado de la vida cotidiana, lo cual ha sido
cios, la comodidad y la ausencia de forma- hasta fechas recientes la tónica habitual de
lismo eran entonces comunes al trance del la arquitectura mortuoria. En efecto, el
fallecimiento y en ese sentido también pre- nuevo tanatorio de la capital castellano-
tenden serlo en una obra, como se ha co- leonesa se asienta entre bloques residencia-
mentado, carente de cualquier enseña reli- les de un barrio de reciente creación, lo cual
giosa identificativa pues desea acomodarse confirma el apriorismo que se ha comenta-
a la pluri-confesionalidad de la población do pero, sin duda, plantea a sus arquitectos
holandesa. la dificultad de hacer convivir un equipa-
miento incómodo con el devenir diario de los
Con el fin de conjugar los valores de
ciudadanos de la zona. Para evitarlo no les
cercanía reseñados con los de respeto y
basta con recurrir a la pureza y calidez de
representación de diferentes concepciones
las formas desapercibidas de Apeldoorn y
vitales en el marco de este edificio, los auto-
deciden ir un paso más allá. Así, camuflan
res lo conciben, en la línea de lo observado
las instalaciones del recinto bajo una losa
en Bonaduz, como un equipamiento más de
compacta y una lámina de agua que, en un
la ciudad (cercano, por tanto, a las vivien-
entorno arbolado, expresa los cambios at-
das y no segregado a los extrarradios) que
mosféricos del cielo que refleja y crea una
toma la forma de un único volumen, alar-
especie de parque natural el cual, en reali-
gado y de escasa altura, forrado de lamas
dad, no es más que parte de la cubierta del
de madera4 y abierto con algunos mirado-
tanatorio (y su auténtica fachada, pues es la
res vítreos y con pequeñas zonas al aire
única faceta visible del mismo), bien es
libre en forma de patios que dan respiro
verdad que lo suficientemente estudiada
físico y psicológico a la opresión de los
como para que su presencia haga pasar
momentos que puedan vivirse allí5; en de-
desapercibido el uso real de los espacios
finitiva, un enclave neutro, adaptable a los
que guarda en su seno (Fig. 1). De este mo-
cambios y desapercibido en el entorno que
do, para acceder al interior es preciso iniciar
dulcifica el impacto que el tránsito hacia la
un descenso real y simbólico (a través de
otra vida provoca en quienes se quedan en
una rampa) que, desde el bullicio de la vida
la terrena.
en superficie, conduce al visitante a un
El Tanatorio  de  León (1997-2001), tra- entorno tranquilo y apacible donde el tiem-
bajo salido del estudio de Josep Val y Jordi po parece detenerse y las circunstancias
son, por tanto, más adecuadas para dejarse
llevar por la meditación y el recuerdo.


4
Material, por otro lado, que ha sido uno de los ■
6
históricos de la constructiva neerlandesa y que aquí Quienes, ya por entonces, atesoran una variada y
actúa como cobertura y caparazón protector del exte- amplia experiencia en el campo de la arquitectura
rior sin dejar, por ello, de permitir el paso de una luz funeraria, como confirman sus diseños para la rehabi-
suave, tamizada y variable hacia el interior. litación del cementerio del Salvador de Oviedo (1998)
5
«Tanatorio de Monuta, Apeldoorn (Países Ba- y para la ampliación de los de Sabadell y Sestao (am-
jos)», AV Monografías, 95, 2002, p. 102 y ss. bos en 2001).

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Sin embargo, un escenario compacto o la cremación como posibles alternativas al


y aplastante, dado su carácter semi- destino final del cuerpo. Cada opción tiene
subterráneo, podría provocar en algunos sus características y sus evidentes especifi-
usuarios una sensación de desazón y ago- cidades, lo que obliga al diseño de espacios
bio nada aconsejable. Es por ello que las arquitectónicos diferenciados y únicamente
salas del tanatorio, aun priorizando su in- conjuntos en la sensación de paz, descanso
dividualidad frente al mundo exterior, ne- eterno y reposo que emana de ellos. La
cesitan el contacto con él, algo que se consi- cremación, que cada vez está adquiriendo
gue a través de cinco lucernarios (compa- un papel más preponderante en Europa -
rados por los especialistas con los dedos de sobre todo en aquellos países de histórica
una mano) que iluminan el oratorio y am- tradición católica, la cual se caracteriza por
plias cristaleras en las estancias de espera, dejar que sea la tierra la que reciba los res-
volcadas hacia patios interiores. La luz na- tos de sus muertos-, demuestra su arraiga-
tural y la visión de la naturaleza que rodea da tradición en lugares como Oriente, don-
y cobija al centro no resultan intrusivas a de siempre ha sido el último paso antes de
los sentimientos que se expresan en el re- la definitiva despedida. Así pues, en esa
cinto y sí relajan y destensan unas instala- zona son varios los posibles ejemplos a
ciones que, de otro modo, hubieran podido desarrollar en materia de arquitectura cre-
resultar molestas (Fig. 2). matística reciente, bebiendo todos ellos de
una costumbre enraizada y de un uso cons-
Con respecto a los materiales utiliza-
tante a lo largo de los siglos que apenas ha
dos en la construcción, si bien Val y Badía
sufrido modificaciones en su empleo.
recurren a la calidez del revestimiento de
madera de iroko en el interior y al hormi- Entre los más actuales cabe citarse el
gón tintado con el tono de la piedra de Bo- Crematorio  Meiso  no  mori 8  del  cementerio  de 
ñar -con la que se construyeron los más Kakamigahara en Japón, diseñado entre 2005
reconocidos monumentos históricos leone- y 2006 por Toyo Ito, autor del país que, en
ses-, también tiñen algunas superficies in- categoría de tal, conoce y sabe adaptarse a
ternas de negro7, símbolo de luto en la cul- las exigencias y recetas ancestrales nipo-
tura occidental y, en esa medida, imagen de nas9. Precisamente una de las más arraiga-
respeto pero quizá, en una construcción tan das en su arquitectura popular pasa por
sutil como la planteada, una concesión in- integrar la naturaleza en la construcción,
necesaria a la tradición, máxime en una haciendo armónicas las relaciones entre
sociedad como la actual en la que el simbo- ambas y desdibujando los límites de una y
lismo del negro no es ya tan unánime como otra. A tal efecto Toyo Ito imagina aquí una
en el pasado y mientras para muchos es un cubierta de hormigón en forma de manto
tono neutro y elegante, para otros sigue blanco, extendido sobre una amplia super-
evocando una sensación de tristeza y pér- ficie, que se ondula para adaptarse a las
dida en la que en un marco como éste pare- irregularidades del terreno y convertirse, a
ce redundante ahondar. la postre, en sábana  petrificada  en  el  instante 
que  es  agitada  por  el  viento10, en nube nebli-
Tras recalar en el tanatorio la familia
del difunto ha de elegir entre la inhumación

8
Literalmente, bosque de la meditación.
■ 9
7 Sobre su evolución se reflexiona en Toyo  Ito,
J. BADÍA y J. VAL, «Tanatorio municipal de León»,
Londres, 1995.
Quaderns d’arquitectura i urbanisme, 229, 2001, p. 176 y 10
ss. y “Plaza y tanatorio municipal, León”, AV Monografías, Á. VARELA DE UGARTE, «Crematorio de
93-94, 2002, pp. 134-135 y ss. Kakamigahara», Tectónica, 25, 2007, p. 37.

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nosa o en loma del paisaje. La precisión y En semejantes términos se concibe,


elegancia de las formas, que se percibe co- también en Japón, el Crematorio  Kaze  no 
mo natural, en realidad deviene de un pro- Oka14 de Nakatsu, realizado por Fumihiko
ceso de proyección que hubiera sido impo- Maki entre 1995 y 199715. En efecto, y como
sible sin los avances técnicos que en materia en el caso anterior, el arquitecto ahonda
de diseño informático y estudio de la resis- aquí en la tradición oriental del retorno a la
tencia de las estructuras facilitan las últimas naturaleza tras el fallecimiento. Es ella el
tecnologías (Fig. 3). punto de partida y de vuelta y volcándose
hacia lo orgánico se concibe un espacio
Bajo esa sutil y ligera capa de trasun-
minimalista que sabe que la esencia de la
to orgánico –sostenida por pilares fungi-
construcción radica aquí en saberse tras-
formes, de aspecto esponjado y cálido (Fig.
cender para poner el énfasis en aquello que
4)- se disponen unas dependencias morfo-
la rodea. Pureza, sobriedad y austeridad
lógicamente tradicionales, de planta rectan-
traen como resultado un enclave aséptico y
gular11, pero asimismo abiertas al paisaje a
útil que los críticos comparan, por su ten-
través de un cerramiento cristalino excepto
dencia a reivindicar un volumen compacto
en la zona de la entrada (tras la cual se cobi-
y masivo, con una escultura a escala arqui-
jan los habitáculos necesarios para la cre-
tectónica (Fig. 5). De hecho, a la sala de
mación). Así el espacio interior se desmate-
espera para las visitas, el crematorio pro-
rializa, el mundo exterior entra a formar
piamente dicho -ejecutado en hormigón- y
parte de la experiencia arquitectónica y, lo
la capilla funeraria -ésta de ladrillo- se aña-
que es más importante, contribuye a facili-
de un entorno ajardinado que rodea el es-
tar las vivencias que tienen lugar dentro del
cenario, al cual se ha concedido tanta prio-
sencillo edificio, carente pues de cualquier
ridad en el diseño como a los espacios inte-
masividad o compacidad que complique su
riores (Fig. 6). Conceptos como paz o respe-
lectura y la vivencia de los momentos que
to priman en la ejecución del trabajo lo que
tienen lugar en su interior. Por último, la
justifica, además de los factores ya comen-
presencia de un lago artificial en las inme-
tados, la elección de tonalidades apagadas -
diaciones (alimentado con el agua de lluvia
que van del negro al marrón (pasando por
que se recoge a través del espacio hueco
varios matices de gris)-, adecuadas a la
existente en el interior de los pilares del
expresión recogida y no recargada que se
edificio) incrementa la impresión relajada y
trata de transmitir a este crematorio16.
serena del lugar y destensa el contenido
emocional que trae aparejada la construc- Lo que sí parece quedar claro con
ción12, reconfortando a la familia y volcan- muestras como éstas es que el componente
do el peso de su atención sobre una natura- específicamente religioso, vinculado a una
leza reposada de la que surgimos y a la que, creencia mayoritaria en el convencimiento
en último término, hemos de regresar13. de que ésta prima como fe de los usuarios,
no tiene ya cabida en las edificaciones de
estas características construidas hoy. La

vinculación con la naturaleza, entendida
11
P. JODIDIO, «Meiso no mori municipal funeral
hall», Architecture now! Volumen 5, Colonia, 2007, p. 278
y ss. ■
12 14
«Nube eterna», Arquitectura  Viva, 110, 2006, p. Colina de los vientos en japonés.
15
106 y ss. P. JODIDIO, «Kaze-no-oka crematory», Building a 
13
Á. VARELA DE UGARTE, «Crematorio de new Millenium, Colonia, 2000, pp. 332-333 y ss.
16
Kakamigahara», Tectónica, ver op. cit., nota 10, pp. 26- P. JODIDIO, «Kaze-no-oka crematorio», Buil‐
37. ding…, ver op. cit., nota 15, pp. 332 y 333.

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como madre, como lugar de partida y re- Junto a la cremación, ya se ha comen-


torno, es lógica pues desde estos presu- tado que es la inhumación de los difuntos el
puestos, al igual que también lo son las modo de enterramiento más extendido
referencias asumibles en estas obras a pen- contando éste, además, con una fuerza y
samientos y vivencias de tiempos lejanos, difusión notables merced a la tradición
cuando las religiones de las que aún se funeraria cristiana que exige la sepultura de
alimenta el hombre todavía no habían cua- los cadáveres y no su incineración, asociada
jado en el mundo. Así se explica que los a los cultos paganos romanos con los cuales
arquitectos Axel Schultes y Charlotte Frank, los discípulos de Cristo quisieron marcar
a la hora de concebir el Crematorio  berlinés  las diferencias desde los orígenes. En ese
de  Baumschulenweg (1992-2000), recurran a sentido sigue proliferando la construcción
tradiciones paganas y ancestrales, como el y, sobre todo, la ampliación y remodelación
mito de Orfeo, para dar forma a un edificio de cementerios guardando éstos, eso sí,
que, desde el punto de vista que venimos diferencias notables con respecto a los tra-
matizando, observa un carácter monumen- dicionales camposantos de época decimo-
tal por el trasunto que encierra. En efecto, nónica; interminables extensiones de te-
Schultes y Frank recurren a una tradicional rreno que, acotadas mediante muros, han
planta ortogonal, de forma rectangular, y a ordenado a sus muertos, para la eternidad,
sólidos muros de hormigón para materiali- en filas infinitas.
zar el espacio. Sin embargo son conscientes
de que un exceso de masividad podría pro- Un ejemplo de esta nueva tendencia
vocar el rechazo de los usuarios a un edifi- puede representarlo, sin abandonar Ale-
cio, per se, poco agraciado dada las funcio- mania, el Cementerio  de  Riem, ideado por
nes que alberga. De este modo, notan la Andreas Meck y Stephan Köppel en las
necesidad de incorporar sencillez y lumino- inmediaciones de Munich entre 1999 y
sidad a la obra (en relación también a la 2000. Dado que, como ha quedado subra-
oposición entre la claridad de la tierra y la yado en otros puntos de esta reflexión, la
oscuridad del inframundo al que se acerca aconfesionalidad de centros como éstos
Orfeo en su intento por rescatar a su esposa debe ser manifiesta, es inevitable prescindir
Eurídice) y lo consiguen a través de la de aquellos símbolos culturales que caracte-
abundante presencia de soportes columna- ricen a una u otra creencia, de modo que la
dos en su interior (desmaterializándolo, identificación del escenario en su contexto
aligerándolo y, por ende, evocando la apa- ha de hacerse recaer en recursos tales como
riencia tradicional del templo clásico), así materialidad, contraste de volúmenes o
como por la distribución de aberturas circu- texturas, formas llamativas por su fuerza…
lares en la cubierta –pozos  de  luz según los A ello hay que unir, en esta ocasión, la falta
autores17- que iluminan hasta lo más recón- de referentes ciudadanos definidores del
dito de los espacios y los hacen etéreos. El contexto del cementerio (situado en una
contraste entre lo pesado y lo liviano, lo zona alejada del centro y aún sin urbani-
rotundo y lo evanescente consigue dotar a zar), lo que obliga a los arquitectos a ser
la obra de la seriedad y trascendencia con- doblemente originales si quieren dar perso-
sustanciales a su función pero también del nalidad a su trabajo. Así pues, recurren a
carácter suave y no agresivo que dicho una edificación (capillas, pasillos, jardines,
mismo uso exige (Fig. 7). habitaciones del personal y de los sacerdo-
tes, patios…) de líneas netas pero evidentes,
■ circunspectas y volcadas hacia el interior, y
17
P. JODIDIO, «Baumschulenweg crematory», a una combinación de compuestos contras-
Building..., ver op. cit., nota 15, pp. 428-429 y ss. tantes que se dejan sin tratar, evidenciando

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su materialidad (piedra tosca, metal oxida- cancelas de entrada a modo de arcos de


do, hormigón con muestras de encofrado, acceso hechas en hormigón pero cubiertas
madera sin pulimentar…). A su vez estos con las agujas de los pinos que salpican las
recursos esconden, pese a su simplicidad, inmediaciones; plazas de acogida, mirado-
un contenido simbólico unido al acto de res con pérgolas o terrazas, setos e hileras
nacer y al de morir y, así, en la rusticidad de árboles que, con el tiempo, se asimilarán
de los materiales se busca su sometimiento a las del bosque circundante20 y confirma-
a los efectos de la naturaleza y del ciclo de rán la premisa generatriz de este ejemplo
la vida, significándose a su través los estra- de arquitectura, antes paisajística que reli-
gos del paso del tiempo (Fig. 8). Del mismo giosa.
modo, la presencia de patios y muros peri-
Otro tanto le ocurre, por el especial
metrales, abiertamente horizontales, contri-
enclave en que se erige, a la ampliación del
buye a concentrar la mirada del usuario en
Cementerio de San Michele, el más amplio de
el interior del recinto convirtiéndolo, a pe-
los camposantos venecianos, situado en una
sar de la ausencia de símbolos religiosos
de las islas que queda entre la Serenísima y
específicos, en un lugar consagrado a la
Murano (Fig. 9). El encargo de acometer tan
solemnidad de los ritos vinculados a lo
delicado proceso (por la propia idiosincra-
sagrado18.
sia del mismo y por las abundantes y tópi-
La conexión con la materia orgánica cas particularidades de Venecia) recae en el
que somos y a la que volvemos, constatable estudio del británico David Chipperfield,
en la concepción del cementerio de Reim, es quien lo afronta a partir de 1998. La premi-
también caracterizadora del Camposanto  de  sa con la que parten los diseñadores es la de
Fürstenwald  (Chur, Suiza), obra ideada por la carencia de espacio en que materializar la
el estudio Kienast Vogt Partner entre 1993 y extensión. Cuando en el siglo XIX se decide
199619. Para coadyuvar a dicha empresa en alejar de la ciudad un enclave poco saluda-
este caso juega un importante papel no sólo ble como era el cementerio original (princi-
el cariz dado por los autores a la obra sino palmente dadas las condiciones de hume-
la propia ubicación de la misma, en un en- dad y degradación que la misma provoca, a
clave desde el que se divisan las montañas que está sometida la zona), no se tiene en
alpinas y el valle del Rin. La paz que supo- cuenta la constante exigencia de superficie
ne situarse frente a semejantes panorámicas en un lugar de estas características; necesi-
para despedir a quienes se han ido es, per dad que en San Michele se había convertido
se, consuelo para quienes los lloran pero es en ineludible problema a finales del siglo
que, además, los proyectistas han procura- XX. Así pues, la única solución posible con-
do enfatizar dicho efecto natural a través de siste en robar espacio a la laguna y erigir
recursos arquitectónicos y paisajísticos suti- sobre ella la comentada ampliación.
les, desapercibidos frente a la grandeza de
Pese al romanticismo que es consus-
la naturaleza, tales como muros de conten-
tancial a algunos cementerios y máxime al
ción que dibujan los desniveles de la colina
hablar de uno al que sólo se puede acceder
de forma zigzagueante, en apariencia ca-
a través del agua -asociado además a la
sual y bordeando el cementerio; amplias
historia mítica de una ciudad en eterna
■ decadencia-, lo cierto es que más allá de sus
18
«Cementerio de Reim, Múnich (Alemania)», AV 
Monografías, ver op. cit., nota 5, p. 74 y ss.
19
Acerca de la visión del estudio en materia de ar- ■
20
quitectura cementerial consultar Kienast Vogt Parks and  «Cementerio, Fürstenwald (Suiza)», AV  Mono‐
Cemeteries, Basilea, 2001. grafías, ver op. cit., nota 5, p. 66 y ss.

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muros perimetrales la configuración del vias, más convencionales en su ejecución


camposanto de San Michele se puede califi- pues, manteniendo la tipología clásica del
car de prosaica, recurriendo a la convencio- cementerio del sur de Europa, optan por
nal disposición en hileras y parcelas de las situarse en el extrarradio urbano, en un
tumbas ocupadas sin orden a lo largo de los enclave sin urbanizar y demarcan su te-
años. Partiendo de esta premisa, una vez rreno con un espacio acotado tras cuyos
definida el área destinada a los nuevos muros se disponen, en pasillos, las tumbas,
espacios, se decide que sean éstos los en- nichos y mausoleos. La particularidad más
cargados de otorgar un remozado aspecto a notable de estos dos lugares radica, como
un escenario empobrecido y recuperar con no puede ser de otra manera, en su acerca-
ellos algo del espíritu misterioso y embau- miento a la modernidad, que se lee desde
cador en que la mitología popular ha con- dos puntos de vista. Por un lado las formas
vertido al cementerio de Venecia. Para ello y materiales por los que se opta son los
no sólo se recurre a nuevas capillas y patios habituales de la arquitectura religiosa con-
sino, sobre todo, a una composición pinto- temporánea; esto es, hormigón armado,
resca que engloba dichos escenarios en un acero, madera o asfalto en bloques geomé-
marco paisajístico singular, no necesaria- tricos, generalmente cúbicos, despojados de
mente cerrado con las tapias de la obra todo añadido decorativo y reducidos a su
original sino abierto hacia el agua, acen- mínima expresión física. Por otro, y dada la
tuando así tanto su vinculación con la natu- constante relación ya analizada entre natu-
raleza como con la propia ciudad de Vene- raleza y vida/muerte, se busca la vincula-
cia (Fig. 10). Se prescinde de la linealidad, ción con el entorno, ya sea en forma de
repetitividad y regularidad de los sepulcros estanques que reflejan la lámina del cielo o
de antaño y se polariza la atención sobre de miradores sobre el páramo castellano en
diferentes núcleos compactos, cada uno de Palencia24, ya la adecuación a la pendiente
ellos caracterizado e individualizado. El de la ladera sobre la que se asienta el ce-
primero de los completados –abierto en menterio de Gerona25, lo que permite jugar
2007- es el llamado Patio de los Evangelis- con las vistas hacia el paisaje circundante,
tas, cuyo nombre deriva de su comparti- combinando el paseo del que transita con la
mentación en cuatro zonas de diferente peregrinación del que llora.
tamaño21. A éste seguirán otros, cada uno
Asociadas a la muerte, como lugar de
distinto, siendo el resultado final22 un com-
aislamiento, descanso y despedida del di-
plejo multiforme, unificado a partir de cri-
funto, merecen un espacio en este recorrido
terios comunes de utilidad y comunión con
las capillas fúnebres, que suelen completar
el paisaje.
las dependencias de tanatorios, crematorios
Las Necrópolis de Villamuriel de Cerrato o cementerios. De hecho, los ejemplos aquí
(1999) -obra de Gabriel Gallegos y Juan ya reseñados reservan parte de su superfi-
Carlos Sanz- y Gerona, cuya ampliación es cie para la erección de dependencias de este
ejecutada por Joan Escribà y Maria Dolors tipo, alcanzando en algunos de ellos una
Nadal23, resultan, comparadas con las pre- entidad lo suficientemente importante co-

■ ■
21
«Cementerio de San Michele», AV  Monografías, cias y transformaciones», Patrimonio  cultural  de  la 
131, 2008, pp. 46-49. Iglesia y evangelización, Salamanca, 2009, pp. 219-221.
22 24
Cuya conclusión está prevista para 2013. «Cementerio, Villamuriel de Cerrato (Palencia)»,
23
Ver otras manifestaciones cementeriales recien- AV monografías,  81-82, 2000, p. 124 y ss.
25
tes en L. MUÑOZ PÉREZ, «Arquitectura religiosa espa- «Cementerio en Girona», Quaderns d’arquitectura 
ñola en el marco de la contemporaneidad: Perviven- i urbanisme, 252, 2006, pp. 30-33.

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mo para convertir estas capillas en foco de formas nítidas, de escasa altura, frugal pre-
atención crítica privilegiada. sencia y apariencia calma comentadas en
Oliveira do Douro, los autores se inspiran
Un ejemplo de esa tipología edifica-
en la arquitectura tradicional agrícola de
toria lo ofrecen las Capillas  funerarias  de 
esta zona del Alentejo; hecho que les lleva a
Oliveira do Douro, en Portugal, proyectadas
encalar los muros perimetrales y a armoni-
por José Fernando Gonçalves como parte
zar su presencia con la flora del lugar, un
integrante del nuevo tanatorio de la locali-
espacio de encinares que no sólo ofrece
dad. Se trata de un conjunto de tres capillas
cobijo del sol sino que permite un juego de
situadas en las inmediaciones del cemente-
luces y sombras cargado de significados
rio y bordeando el camino que siguen los
simbólicos (claridad frente a oscuridad,
cortejos fúnebres que parten del pueblo y
calidez frente a frialdad, vida frente a
desembocan en el camposanto. Cada una
muerte…28).
presenta un volumen compacto y cúbico
parejo que se enlaza con los restantes a Llegado el final de este recorrido por
través de una galería común situada al fon- la arquitectura mortuoria más reciente
do del solar. Dichos prismas destacan por queda en evidencia que, ante la realidad
su sencillez formal y material, siendo el ineludible e inevitable de la muerte, la reac-
hormigón visto y el travertino los compues- ción del hombre sigue estando impregnada
tos que los aglutinan, con la mezcla de mo- de respeto, reflexión y un general senti-
numentalidad y sobriedad que ambos con- miento de pérdida; esto es, sensaciones
llevan. Por último el cobre da forma a las parejas a las que el acto del deceso ha pro-
cubiertas, buscando aprovechar los cambios vocado en la humanidad a lo largo de los
cromáticos y sensoriales que el paso del siglos. Sin embargo, tendentes a exprimir la
tiempo provoca en el material y que con el vida al máximo, a experimentar la existen-
devenir de los años redundarán en el enri- cia como un cúmulo de sensaciones que se
quecimiento de los valores expresivos que consumen, las engañosamente juveniles
transmite un conjunto cambiante, adaptable sociedades occidentales actuales tienden a
a los tonos de la vegetación que lo circun- ocultar la realidad de nuestra finitud, a
da26. obviar una parte tan sustancial de la vida
como es su final. Se celebra el nacimiento,
Sin abandonar Portugal hay que
se conmemora esa fecha cada año con júbilo
mencionar la capilla funeraria que completa
pero, sin embargo, se dedica poco tiempo a
el Cementerio  de  Estrela, creado por Pedro
educar y a pensar sobre lo lógico de su con-
Pacheco y Marie Clément entre 2000 y 2004
clusión, sin asociarla a miedos atávicos, a
en sustitución del desaparecido como con-
condenas religiosas o a castigos divinos
secuencia de la construcción de la presa de
sino como parte de un proceso con un prin-
Alqueva, que sepulta la primitiva ubicación
cipio y un final. En tales contextos y ante
del pueblo 27 . La aproximación al marco
tales vivencias no extraña pues el carácter
rural en que se desarrolla el proyecto resul-
desapercibido que las infraestructuras fu-
ta también vital en este caso para cuya con-
nerarias despliegan en los últimos tiempos
secución, si bien se recurre a las mismas

■ 28
Si bien ha sido un apriorismo parcialmente
26
«Capillas funerarias, Oliveira (Portugal)», AV  arrebatado al lugar en el momento en que los vecinos
Monografías, ver op. cit., nota 5, p. 58 y ss. de la aldea de Estrela decidieron arrancar la encina
27
Así como la de la localidad de Luz. De redibujar que Pacheco y Clément habían respetado e incorpora-
su cementerio también se encargan Pedro Pacheco y do al patio de acceso. Ver «Un paisaje pacífico», Arqui‐
Marie Clément, en este caso entre 1998 y 2002. tectura Viva, 109, 2006, p. 44 y ss.

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pese a formar parte del urbanismo ciuda- Del momento de la despedida, sustituyen-
dano, no manifestando su presencia con do esas emociones por otras más amables,
contundencia y optando por una discreción menos invasivas –y también más política-
y asepsia que, traducida en formas simples, mente correctas- como la paz, la serenidad
volúmenes austeros, colores armónicos y o la nostalgia.
texturas naturales, expresa esa tendencia a
minimizar o camuflar el dolor y la dureza

■ Fig. 1. Josep Val y Jordi Badía. Tanatorio de León. 1997-


2001. León (España). (Fotografía de la autora).

■ Fig. 2. Josep Val y Jordi Badía. Tanatorio de León (ima‐


gen de los lucernarios). 1997-2001. León (España). (Fo-
tografía de la autora).

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■ Fig. 3. Toyo Ito. Crematorio Meiso no Mori del 


cementerio  de  Kakamigahara. 2005-2006. Kaka-
migahara (Japón). (Fotografía: Yuco).

■ Fig. 5. Fumihiko Maki. Crematorio Kaze no Oka 


(detalle  del  exterior). 1995-1997. Nakatsu (Ja-
pón). (Fotografía: D. Okada).

■ Fig. 4. Toyo Ito. Crematorio Meiso no Mori del 


cementerio  de  Kakamigahara  (detalle  de  los  pila‐
res). 2005-2006. Kakamigahara (Japón). (Foto-
■ Fig. 6. Fumihiko Maki. Crematorio Kaze no Oka 
grafía: Yuco).
(vista del interior). 1995-1997. Nakatsu (Japón).
(Fotografía: D. Okada).

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■ Fig. 9. David Chipperfield. Ampliación  del 


cementerio de San Michele (detalle). 1998-¿2013?
Venecia (Italia). (Fotografía: M. Riedel).

■ Fig. 7. Alex Schultes y Charlotte Frank. Cre‐


matorio  de  Baumschulenweg  (imagen  del  inte‐
rior). 1992-2000. Berlín (Alemania). (Fotogra-
fía: C. Miguel).

■ Fig. 10. David Chipperfield. Ampliación  del 


cementerio de San Michele (vista de uno de los pa‐
tios). 1998-¿2013? Venecia (Italia). (Fotografía:
M. Riedel).

■ Fig. 8. Andreas Meck y Stephan Köppel.


Cementerio  de  Riem. 1999-2000. Cercanías de
Munich (Alemania). (Fotografía: N.
Holzheu).

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