Sunteți pe pagina 1din 2

Rayo de luz

1 de enero de 2018

Solemnidad de Santa María, Madre de Dios

Aquí estamos otro año más, a punto de abrir este regalo que Dios pone en
nuestras manos. Ante nosotros tenemos un año nuevo, sin estrenar, en blanco. Y
lo comenzamos pidiendo la bendición del Señor para que nos proteja, ilumine su
rostro sobre nosotros, nos conceda su favor y la paz. No hay mejor manera de
comenzar este 2018. Feliz Año Nuevo.

A propósito del Año Nuevo, ¿ya has hecho tus planes y promesas para el 2018?
¡Cómo nos encantan las listas de cosas para hacer en el nuevo año! Yo no sé qué
es lo que nos pasa, pero al segundo mes ya se nos van aflojando los ánimos y
reducimos la intensidad con la que comenzamos. Y ahí vienen el desencanto, la
frustración que nos golpean por un par de días.

Sin embargo, te tengo una buena noticia: hay Alguien que diseñó un plan con una
promesa y es fiel a ella. Un plan de salvación encaminado a levantar a la
humanidad caída, al género humano que vivía en las tinieblas. Durante siglos
guió y preparó al pueblo de Israel para que el Emmanuel pusiera su tienda en
medio de ellos. San Pablo les recuerda a los gálatas que el plan comenzó a
hacerse realidad, cumplido el tiempo, con la llegada del Hijo de Dios hecho
hombre en el vientre de una mujer. Y aquí es donde comienza el papel de esta
joven de Nazaret: concebir en su vientre al Hijo del Altísimo, a Jesús (Dios salva).

Hoy, la liturgia nos lleva a contemplar esta verdad de nuestra fe: María es la
Madre de Dios. No hay ningún error en afirmar esto, si bien hay muchos
hermanos cristianos que les zumba el oído cada vez que oyen la plegaria “Santa
María, Madre de Dios…” María es madre de Jesús, verdadero Dios y verdadero
hombre. La divinidad de Jesús no le vino por María, pero la única manera de que
Dios se hiciera uno de nosotros era naciendo de una mujer. Y esa mujer es María,
la criatura más pura de la raza humana.

Pues bien, hoy se nos invita a entrar en el establo de Belén, junto a los pastores,
para contemplar la hermosura de esta Madre que lleva en sus brazos al mismo
Dios. Que salgan de nuestros labios palabras de gloria y alabanza porque Dios ha
visitado a su pueblo. Glorifiquemos el nombre de este niño que se nos ha dado.
Que doblemos nuestras rodillas ante el nombre de Jesús y que nuestra lengua
proclame la grandeza del Señor.

Oración: Santa María, Madre de Dios, consérvame un corazón de niño, puro y


cristalino como una fuente. Dame un corazón sencillo que no saboree las
tristezas; un corazón grande para entregarse, tierno en la compasión; un corazón
fiel y generoso que no olvide ningún bien ni guarde rencor por ningún mal.
Fórmame un corazón manso y humilde, amante sin pedir retorno, gozoso al
desaparecer en otro corazón ante tu divino Hijo. Amén.

Propósito del día: En oración, presentar al Señor todos mis propósitos para este
nuevo año, haciendo conciencia de que las grandes obras se componen de
pequeños esfuerzos que se realizan todos los días.

S-ar putea să vă placă și