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El Diagnóstico de la familia que maltrata

La demanda de averiguaciones es un proceso alternativo dictaminado por un juez de menores ,esta ofrece
la posibilidad de adoptar disposiciones de pérdida o suspensión de la potestad y, al mismo tiempo,
predisponer intervenciones diagnósticas, terapéuticas o asistenciales . En este sentido, podemos decir
que el alejamiento de los menores del lado de los padres, acompañado de la prescripción de
averiguaciones diagnósticas en los casos de maltrato o de violencia, representa una clara coacción del
Tribunal de Menores hacia la familia.

Ya que este procedimiento es impuesto, es el origen de dificultades para el profesional de la salud mental
ya que existe baja motivación e interés para colaborar tanto con el diagnóstico como con la terapia. En
una situación de imposición, los individuos no podrán evitar recibir las expectativas y los criterios de juicio
del psicólogo y generar actitudes, nuestro esfuerzo es el de hacer que las conclusiones diagnósticas y
pronosticas sean, en la medida de lo posible, verificables y transparentes. Para lograrlo nos basamos
esencialmente en hechos y pruebas concretas que testimonien un cambio real de la situación familiar.

El diálogo experimental supone una práctica cuyos resultados adquieren significado solamente si se
refieren a una hipótesis concerniente a los principios a los cuales los procesos, si la hipótesis encuentra
confirmación empírica en las afirmaciones de la familia, y si resulta por ella compartida, se llega a un
primer nivel de comprensión: condición necesaria, pero no suficiente para fomentar un cambio.

En el diagnóstico en situación de imposición, lo que se busca es demostrar, a través de hechos concretos,


los cambios que se producen en la familia. El papel del experto no puede limitarse al del simple
observador: aquél debe proponer a la familia juegos diversos, como diversas alternativas de
comportamiento. No debemos olvidar que nos encontramos frente a familias que, dada la situación,
deberán reorganizar los propios modelos interactivos.

El concepto mismo de pronóstico positivo implica, de hecho, que la familia va readquiriendo la capacidad
de ocuparse adecuadamente de los hijos, esto significa que entre los cónyuges se va formando una cierta
alianza como padres y una relación de confianza mutua, condición indispensable para afrontar
adecuadamente los problemas de los hijos.

El diagnóstico sobre las dinámicas que han llevado al maltrato puede concluir, sin embargo, con un
pronóstico negativo, que es formulado cuando la familia de origen no se considera idónea para ocuparse
de los hijos. Se trata de situaciones de dos tipos: aquellas en las cuales, no se ha producido en la familia
ningún cambio de signo positivo, y aquellas en las cuales el diagnóstico y, por consiguiente, el pronóstico,
en los hechos se ha mostrado equivocado, por lo cual episodios de violencia o de evidente incapacidad
como padres reaparecen en el transcurso del tratamiento terapéutico. En los casos del primer tipo, la
ausencia de cualquier señal de cambio puede ocurrir por numerosos motivos. El pronóstico negativo quizá
se deba a una exigencia de exclusión de la familia de aquel hijo, exclusión que la misma familia no puede
o no se atreve a expresar abiertamente. En estos casos se trata de trabajar con el núcleo, en presencia
del niño, cuando su edad así lo permita, para lograr de este modo que el rechazo implícito sea
honestamente declarado y que se disipe toda confusión. Debe considerarse que también los errores de
quien diagnostica, sus limitaciones o su incompatibilidad con ese tipo de familia pueden frustrar cualquier
cambio positivo. Si se está en condiciones de apreciarlo oportunamente, se pueden elaborar modalidades
de supervisión específica, o bien hallar estrategias que permitan a otro colega entrar en contacto con esa
familia. Los casos del segundo tipo, aquellos en los cuales la reiteración de la violencia se verifica en el
transcurso del tratamiento terapéutico, son evidentemente más dolorosos y más difíciles de afrontar,
tanto para la familia como para los asistentes.

Los casos de pronóstico negativo implican la necesidad de predisponer para los menores soluciones
alternativas a la familia de origen. Es menos amenazante para la familia si se le otorga la custodia a otros
parientes y se les permita mantener un nexo, aunque sea limitado, con ellos. Por el contrario el considerar
la adopción es prácticamente imposible de negociar con los padres, sin embargo esta decisión no debe
tomarse a espaldas de los mismos, pues tienen derecho a conocerla.

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