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Doctorando en Derecho UCV.
Resumen:
Palabras clave: Estado, constitución, leyes constitucionales, soberanía, derecho internacional, teoría
monista, teoría dualista.
Abstract:
The present essay tries to analyze the tension between the conception of the state sovereignty and
the International Law of the human rights, approaching from the theoretical point of view the concept
of the sovereignty of the States, after analyzing the political- for the period between 2000 and the
present time in our country, taking into account the jurisprudential tendency throughout all these
years, and then concluding if, in the light of current legal-political conceptions international law and
human rights has undergone an evolution or on the contrary an involution.
La evolución de este concepto tiene su origen en la Europa de los siglos XVI y XVII, momento en el
cual los doctrinarios de la época buscaron fundamentos para justificar la autoridad de los incipientes
Estados-Nación. Se le atribuye a Jean Bodino la construcción del concepto de soberanía1, vinculado
al derecho divino de los reyes a gobernar.
Más adelante, tanto Juan Jacobo Rouseau como Enmanuel Sieyes, proponen un concepto de
soberanía popular y soberanía nacional respectivamente, considerando que no es en el Monarca o
1 BODINO JEAN, Los seis Libros de la República: “Para identificar quien es el soberano, hay ciertas señales
que permiten identificarlo; éstas hacen al príncipe, soberano, y los derechos de que ellas se derivan son inmedibles,
inalienables e imprescriptibles, Las señas o marcas son: Poder de dar la ley a todos en general y a cada uno en
particular; Decidir la guerra o tratar la paz; Instituir los principales oficiales; Ser el último recurso en materia
jurisdiccional; Poder otorgar gracia a los condenados por encima de las sentencias y contra el rigor de las leyes”
Abog. Alexánder P. Hernández L. 2
Doctorando en Derecho UCV.
en alguna clase en particular donde reside la soberanía, sino en el pueblo quien es el titular de las
decisiones fundamentales de un Estado2.
Ya en la obra de Carl Schmitt respecto del concepto de constitución, equiparaba dicha noción con la
de Estado, por lo tanto, Constitución=Estado, definido éste como modo y forma de existencia política
de una unidad política concreta, el cual identificaba con el “pueblo”3. Característico del pensamiento
Schmittiano es la conceptualización de “decisionismo” frente a la noción de “normativismo”. Al
respecto, establecía que lo vinculante de una Constitución no descansaba en una simple norma o
mandato del deber ser, sino por el contrario, en una voluntad subyacente y soberana de quien
manda, es decir, del Ser4. Según este autor, es el pueblo quien mediante aclamación aprueba o
desaprueba a un gobierno o alguna reforma de la Constitución, pues es él quien detenta en todo
momento el poder constituyente5, de donde luego concluiría luego que es este el sujeto de la
soberanía.
2
Al respecto, ver las obras “El contrato social” de Juan Jacobo Rouseau; ¿Qué es el tercer estado? De Enmanuel
Sieyes; e incluso “El Leviathan” de Tomas Hobbes.
3
Carl Schmitt, Teoría de la Constitución (1929): “…1. Primera significación: Constitución = la concreta situación de
conjunto de la unidad política y ordenación social de un cierto Estado. A todo Estado corresponde: unidad politica y
ordenación social; unos ciertos principios de la unidad y ordenación; alguna instancia decisoria competente en el caso
crítico de conflictos de intereses o de poderes. Esta situación de conjunto de la unidad politica y la ordenación social se
puede llamar Constitución. Entonces la palabra no designa un sistema o una serie de preceptos jurídicos y normas con
arreglo a los cuales se rija la formación de la voluntad estatal y el ejercicio de la actividad del Estado, y a consecuencia
de los cuales se establezca la ordenación, sino más bien el Estado particular y concreto -Alemania, Francia, Inglaterra-en
su concreta existencia política. El Estado no tiene una Constitución «según la que» se forma y funciona la voluntad
estatal, sino que el Estado es Constitución, es decir, una situación presente del ser, un status de unidad y
ordenación. El Estado cesaría de existir si cesara esta Constitución, es decir, esta unidad y ordenación. Su
Constitución es su «alma», su vida concreta y su existencia individual.”
4 Carl Schmitt, Sobre los tres modos de pensar la ciencia jurídica (1919): “El ultimo fundamento de toda la existencia del
derecho y de todo valor jurídico se puede encontrar en un acto de voluntad, en una decisión que, como tal, crea derecho,
y cuya «fuerza juridica» no puede ser deducida de la supuesta fuerza jurídica de unas reglas de decision; puesto que
también una decisión que no se corresponde con una regIa crea derecho. Esta fuerza jurídica de las decisiones no
conformes a una norma es propia de todo «orden juridico». Por el contrario, un normativismo consecuente debería
conducir al absurdo de que la decisión conforme a la norma tomaria su fuerza juridica de la norma y, paradójicamente, la
decisión contraria a la norma tomaria su fuerza solo de si misma, jde su propia contradiccion con la norma! Para el
jurista del tipo decisionista, la fuente de todo «derecho», es decir, de toda norma y ordenamiento que de el deriven, no es
el mandato como tal, sino la autoridad o soberanía de una última "decisión que viene dada con el mandato. El tipo del
decisionista no es menos «imperecedero» que el del normativista. Sin embargo, apareció con claridad mas tarde. Ello es
debido a que, antes de la desaparición de las concepciones del orden del mundo antigua y cristiana por influjo de la
nueva ciencia natural, estaba siempre presente en el pensamiento, como presupuesto de la decisión, una idea de orden.
En este contexto, la pura decisión sin mas, queda asu vez limitada e incorporada en una idea de orden; esa decisión
deriva de un orden presupuesto. Cuando el jurista y teologo Tertuliano dice: «Estamos obligados a algo, no porque es
bueno sino porque Dios 10 manda» (…)”
5Carl Schmitt, Teoría de la Constitución (1929): “b) La forma natural de la manifestaci6n inmediata de voluntad de un
pueblo es la voz de asentimiento o repulsa de la multitud reunida, la aclamación. En los grandes Estados modernos, la
aclamación, que es una manifestación natural y necesaria de vida de todo pueblo, ha cambiado su forma. Se manifiesta
Abog. Alexánder P. Hernández L. 3
Doctorando en Derecho UCV.
En Kelsen, la soberanía no es más que un atributo del Estado, del orden jurídico normativo, que
implica la posibilidad de éste de adoptar, crear y aplicar normas jurídicas6.
2.- ¿Primacía del orden jurídico estatal sobre el derecho internacional o a la inversa?
Sobre este aspecto, la doctrina ha oscilado entre una y otra tendencia. Las tesis que sostienen que
es el derecho interno el que prevalece sobre el internacional se fundamentan principalmente en que
el derecho internacional al carecer de órganos de coacción que aseguren su cumplimiento, carece
de la esencia del derecho que es la coercividad, por lo tanto no puede considerarse un sistema
normativo; que es por voluntad del Estado, único soberano, que las normas internacionales existen y
le pueden ser aplicadas7 8. Las tesis que sostiene lo contrario, es decir, que prevalece el derecho
como «opinión pública» (abajo, § 18,3, pág. 240). Pero siempre puede el pueblo decir sí o no, asentir o rechazar; y su sí
o no será tanto más sencillo y elemental cuanto más se trate de una decisión fundamental sobre la propia existencia
común. En tiempos de orden y paz, semejantes manifestaciones son raras e innecesarias. El que no se dé a conocer
ninguna manifiesta y especial voluntad, significa precisamente asentimiento para que subsista la Constitución presente.
En tiempos críticos, el no que se dirige contra una Constitución existente será claro y decisivo sólo como negación, en
tanto que la voluntad positiva no es tan segura. Sin embargo, suele residir en ese no, por sí mismo, la afirmación de una
forma de existencia que se ofrece como contrapuesta. El pueblo alemán negó en noviembre de 1918 el principio
monárquico existente hasta entonces. Esto significa por sí mismo República. Pero con ello quedaban incontestadas
todavía las últimas posibilidades de formación de esta República -Democracia (constitucional) del Estado burgués de
Derecho, o República socialista de Consejos-o El no frente a una República burguesa del Estado de Derecho hubiera
significado, a su vez, según la situación de las cosas: vuelta a la Monarquía, Dictadura, sistema de Consejos o cualquier
otra forma política. La voluntad constituyente del Pueblo se manifiesta siempre en su sí o no fundamental y adopta así la
decisión política que da contenido a la Constitución.”
6
Ver también Hans Kelsen, Teoría General del Estado, (1959), páginas 141-157.
7Hans Kelsen, Teoría Pura del Derecho (1934): El derecho internacional que, desde el punto de vista de la primacía del
orden jurídico estatal -o de la soberanía del Estado-, sólo vale en tanto un Estado lo ha reconocido como obligatorio para
sí, no aparece por lo tanto como un orden jurídico supraestatal, ni tampoco como un orden jurídico independiente del
orden jurídico estatal propio, como un orden jurídico aislado frente a éste, sino, en tanto es en general derecho, como
una parte integrante del orden jurídico del propio Estado. Se le ha designado como "derecho externo", partiendo del
supuesto de que regula las relaciones del Estado hacia el "exterior", de que regula sus relaciones con otros Estados.
Pero el derecho internacional no puede ser definido por el objeto que sus normas regulan.
Como ya se expuso, regula el derecho internacional no sólo el comportamiento de los Estados, y por ende,
mediatamente, el comportamiento de los individuos, sino también lo hace inmediatamente. El derecho internacional sólo
puede ser definido por el modo y manera en que se producen sus normas. Se trata de un sistema de normas jurídicas,
producido por la costumbre entre los Estados, por tratados entre Estados y por órganos internacionales constituidos por
tratados entre Estados. Si las normas así producidas sólo son consideradas válidas cuando, mediante su
reconocimiento, se han convertido en parte integrante de un orden jurídico estatal, tendremos que su último fundamento
de validez está dado por la norma fundante básica presupuesta de ese orden jurídico, y, por lo tanto, la unidad del
derecho internacional y del derecho estatal no proviene de la primacía del orden jurídico internacional, sino que se funda
en la primada del orden juridico del Estado particular.
8
Ver también Hans Kelsen, Teoría General del Estado, (1959), páginas 141-157.
Abog. Alexánder P. Hernández L. 4
Doctorando en Derecho UCV.
internacional sobre el interno se basan en planteamientos como estos: que los Estados pacten
determinadas normas implica que están coordinados y por lo tanto esto presupone que existe sobre
ellos un orden superior que los coordina; que el carácter de coactivo de la norma internacional se
puede observar cuando al incumplir una norma o tratado los Estados responden con la fuerza –
guerra-9. Sin embargo, ha sido muy empleada la concepción dualista del derecho interno e
internacional. La misma postula que, por una parte, el dualismo asume que el Derecho Internacional
y el Derecho interno conforman dos ordenamientos jurídicos distintos y separados, que difieren tanto
en sus fuentes como en los sujetos a quienes está destinada la norma. Así, por ejemplo, el Derecho
Internacional regula las relaciones entre Estados soberanos mientras que el Derecho interno regula
las relaciones entre los individuos y las relaciones entre el Estado y los individuos; el Derecho
Internacional es un derecho aceptado por los Estados a quienes está destinada la norma, mientras
que el Derecho interno es impuesto por el Estado a quienes están sujetos a su autoridad. Afirma la
profesora Yuri Cisneros Mussa, en su ensayo académico titulado “Derecho Internacional de los
Derechos Humanos y el Derecho Interno”, trabajo integrado al Manual del Curso Sistema
Interamericano de Protección de los Derechos Humanos. UCAB – Fundación Honrad Adenauer
(2004):
Conforme a la doctrina dualista, las normas internacionales para que puedan afectar el
orden interno, tienen que ser transformadas en Derecho interno, de lo contrario, no
pueden ser aplicadas a cualquier supuesto por los jueces nacionales.
9 Hans Kelsen, Teoría Pura del Derecho (1934). “La primacía del orden jurídico internacional. El segundo camino por el
que se alcanza el conocimiento de la unidad del derecho internacional y del derecho estatal, parte del derecho
internacional corno un orden jurídico válido. Si se parte, Como se indicó en lo anterior, de la válidez de un orden jurídico
estatal, surge la cuestión de cómo fundar, en tal punto de partida, la validez del derecho internacional, lo que sólo puede
efectuarse en cuanto se la funda en el reconocimiento por parte del Estado para el cual el derecho internacional tiene
validez. Ello implica la primacía del orden jurídico estatal. Si se parte de la validez del derecho internacional, la cuestión
que se plantea es cómo pueda fundarse, partiendo de ese punto, la validez del orden jurídico estatal; tendría que
encontrarse el fundamento de validez en el orden jurídico internacional. Ello es posible porque, corno ya se indicó en otro
contexto, el principio de efectividad, que es una norma del derecho positivo internacional, determina tanto el fundamento
de validez, como los dominios de validez territorial, personal y temporal de los órdenes jurídicos estatales particulares,
pudiendo concebirse a éstos corno órdenes jurídicos parciales delegados por el derecho internacional, y, por ende,
subordinados a éste y comprendidos por él en cuanto orden jurídico mundial universal, órdenes parciales cuya
coexistencia en el espacio, su sucesión en el tiempo, justamente es jurídicamente posible a través del derecho
internacional. Ello significa la primacía del orden jurídico internacional. La misma es compatible con el hecho de que la
constitución de un Estado contenga una disposición según la cual el derecho internacional general debe valer corno
parte integrante del orden jurídico estatal. Si se parte de la validez del derecho internacional, que no exige ningún
reconocimiento por parte del Estado, la mencionada disposición constitucional no significa que el derecho internacional
adquiera validez para el Estado en cuestión, sino que, mediante una cláusula genérica, se le transforma en derecho
estatal.”
Abog. Alexánder P. Hernández L. 5
Doctorando en Derecho UCV.
Conclusión: en opinión de quien escribe, en el estado actual de las cosas, no puede afirmarse que
alguna de las tesis expuestas (monistas y dualista) sea la única válida, siendo que determinados
sistemas y Estados se inclinan más sobre uno u otro. Empero, en ciertas áreas existe un consenso
casi universal que afirma la primacía del orden internacional sobre el orden interno, p. ej., en los
casos del derecho internacional comunitario y de la integración, del derecho internacional
humanitario, y sobre todo, del derecho internacional de los derechos humanos, por comprender éste
último en muchos casos, normas pertenecientes al ius cogens internacional10.
Asimismo, es verificable el hecho de que, si bien la Carta Fundamental vigente desde 1961 hasta
1998 no contenía, paradójicamente, alguna norma que obligara a la aplicación inmediata de los
10
Ver art. 53 de la Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados.
Abog. Alexánder P. Hernández L. 6
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tratados internacionales en materia de derechos humanos11, lo cierto es que por vía ejecutiva se
firmaron y ratificaron múltiples tratados y convenios12, por vía legislativa13 y jurisprudencial se
desarrollaron muchas normas. Esto último puede observarse de los casos que se detallan a
continuación: Con ocasión de una acción de amparo constitucional interpuesta ante el Tribunal
Superior Octavo en lo Civil y Mercantil de la Circunscripción Judicial del Distrito Federal y Estado
Miranda, en su sentencia definitiva de segunda instancia, de fecha 10 de febrero de 1983 sobre el
caso “Rondalera”, relativo al derecho constitucional a la educación, al declarar la procedencia de la
acción de amparo ejercida en ese momento en ausencia de una ley que regulara la materia, expuso:
Posteriormente, La extinta Corte Suprema de Justicia en Pleno, actuando entonces como tribunal de
control concentrado de la constitucionalidad de las leyes, sostuvo en varias oportunidades que los
derechos humanos y en concreto los instrumentos internacionales que los consagran, adquieren
jerarquía constitucional, y en consecuencia, se convierten en “parámetro de constitucionalidad”14. En
este sentido, su sentencia de fecha 5 de diciembre de 1996, que decidió el Recurso de nulidad
interpuesto por Antonio Guzmán y otros contra la Ley de División Político Territorial del Estado
Amazonas, que había sido solicitada por su Asamblea Legislativa sin consultar a las comunidades
indígenas afectadas, a pesar de que el derecho a la participación política no estaba consagrado en
la Constitución vigente en ese momento, la Corte anuló la ley, pues lo consideró un derecho
constitucional implícito con fundamento en el artículo 50 de la Constitución de 1961, por encontrarse
11
Sin embargo, no hay que obviar que contenía una cláusula abierta de derechos en su artículo 50, así: “La enunciación
de los derechos y garantías contenida en esta Constitución no debe entenderse como negación de otros que, siendo
inherentes a la persona humana, no figuren expresamente en ella. La falta de ley reglamentaria de estos derechos no
menoscaba el ejercicio de los mismos”.
12
Ejemplo de ello: firma y ratificación de la Convención Interamericana de Derechos Humanos, Pacto de San José de
Costa Rica, y con ello Venezuela se incorpora formalmente al sistema interamericano de protección de derechos
humanos.
13 De hecho, numerosas disposiciones legales en Venezuela durante ese período contemplaban expresamente la
aplicación de los tratados internacionales por parte de los tribunales nacionales, incorporándolos como fuente del
Derecho interno; a saber, el Código de Procedimiento Civil (arts. 2 y 8), la Ley Forestal de Suelos y Aguas (art. 9), La Ley
de Timbre Fiscal (art. 29, Parágrafo Único), la Ley Orgánica del Servicio consular (art. 54, N° 12), la Ley de Extranjeros
(art. 25), y el Código Orgánico Procesal Penal, que en su artículo 1, consagra el derecho de toda persona a ser juzgado
“[…] con salvaguarda de todos los derechos y garantías del debido proceso, consagrados en […] los tratados, convenios
y acuerdos internacionales suscritos por la República.”
14Al respecto, ver Yuri Cisneros Mussa, en su ensayo académico titulado “Derecho Internacional de los Derechos
Humanos y el Derecho Interno”, trabajo integrado al Manual del Curso Sistema Interamericano de Protección de los
Derechos Humanos. UCAB – Fundación Honrad Adenauer (2004)
Abog. Alexánder P. Hernández L. 7
Doctorando en Derecho UCV.
“Estima este alto Tribunal que en la formación de una ley de división político-territorial
del Estado, como lo es el de Amazonas, […] no debe desestimarse la expresión de la
voluntad de los mismos indígenas. […] su participación debe ser considerada con
especial atención, en vista de que los indígenas constituyen uno de los grupos
sociales más expuestos a la violación de sus derechos humanos, por sus condiciones
socio-económicas, culturales y aislamiento, por cuanto en su hábitat intervienen
intereses distintos y a veces contrarios a los legítimos derechos de la población
autóctona […] Asimismo, precisa el alto Tribunal, que la lesión de los derechos
humanos de las minorías no les atañe sólo a esas comunidades sino a la nación
entera, en virtud de la solidaridad y protección de los intereses superiores del gentilicio
venezolano (arts. 57 y 51 Carta Magna).”
La Corte concluyó que dicha situación configuraba una “lesión constitucional” y, con base a ello,
declaró la nulidad absoluta de la ley impugnada, por violar el derecho humano constitucionalizado de
participación ciudadana en la fase de su formación.
“[…] omite las garantías establecidas por las normas internacionales para un juicio
justo incluyendo el derecho a la defensa y a la presunción de inocencia. Así lo
establecen los artículos 9 y 14 del Convenio Internacional sobre Derechos Civiles y
Políticos y los artículos 7 y 8 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos.
La Constitución de 1999 trajo consigo una serie de normas que establecen de forma textual la
primacía del derecho internacional en materia de derecho de la integración, y sobremanera en
materia de derechos humanos sobre el derecho interno. Como mejor caso de referencia se tiene que
bajo la vigencia de la Constitución de 1961 los pactos y tratados internacionales –cualquiera fuere su
objeto- para ser aplicado en el orden interno debía ser aprobado mediante ley por el Congreso
Nacional; con la Constitución de 1999, a la luz de los artículos 23 y 153, los tratados en materia de
derechos humanos y derecho comunitario son auto-ejecutables, es decir, no requieren de la otrora
aprobación legislativa del Congreso.
El autor del presente ensayo, sobre la base del conocimiento empírico y de la revisión documental 15,
atribuye la incorporación de dichas normas a la actual Constitución a dos razones: 1.- Desde hace
un tiempo ha habido un consenso en la comunidad jurídica internacional en el sentido de que los
derechos humanos como un todo forman parte del ius cogens, por lo tanto, normas de carácter
vinculante para cualquier Estado o persona en el mundo; 2.- la evolución que por vía legislativa y
jurisprudencial se venía desarrollando en Venezuela. Los artículos 19, 22, 23, 27, 29, 31 de la actual
Constitución son prueba de ello. NO obstante, el contexto político desde ese el año 2000,
empezando por las actuaciones del Ejecutivo Nacional, parecen demostrar la tendencia de alejarse
de las actuales corrientes, sobre la base de argumentos –falacias- de que el sistema internacional de
los derechos humanos forma parte de un orden parcial del denominado Imperialismo, que en los
mismos subyace el intervencionismo de potencias extranjeras en nuestra soberanía, que se
corresponden con el sistema económico capitalista, entre otros16. Aunado a ello, la jurisprudencia de
15
Ver archivos de debates de la Asamblea Nacional Constituyente de 1999, y exposición de motivos de la Constitución
de la República Bolivariana de Venezuela.
Develó el discurso inmoral de los países imperialistas en el ámbito de los derechos humanos quienes pretenden erigirse
como protectores, custodios y vigilantes de los mismos, pero, que paradójicamente son aquellos quienes no han
ratificado los tratados internacionales sobre derechos humanos y, por ende, quedan sustraídos de los organismos
creados para su seguimiento, poniéndose de manifiesto -nuevamente con ello- la estrategia imperial de dominación,
control y neocolonialismo.
Abog. Alexánder P. Hernández L. 9
Doctorando en Derecho UCV.
Sentencia del Tribunal Supremo de Justicia, Sala de Casación Penal, de fecha 21 de noviembre de
2000, con ocasión de un recurso de casación intentado por el ciudadano abogado JORGE NOEL
CONTRERAS MOLINA, la sala concluyó:
“Ha habido una notoria insistencia de la Sala sobre los tratados internacionales sobre
derechos humanos, lo cual en principio está muy bien; pero pareciera que a veces en
Venezuela se le quisiera dar ahora más importancia a esos tratados que a la propia
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. En efecto, en Venezuela ya
muchos están creyendo, incluso muy distinguidos abogados penalistas, que hay una
supraconstitucionalidad de tales tratados sobre la Constitución. No hay tal. La Sala
Constitucional ha decidido que esos tratados son aplicables por mandato de la
Constitución. (...) No puede ser “supraconstitucional” sino constitucional, porque la
misma Constitución lo ordena cuando haya principios más favorables. Entonces habría
la prevalencia, por la remisión que hace la Constitución a esos tratados. Pero esos
tratados son aplicables en lo que a la substancialidad se refiere y no respecto a lo
procesal o adjetivo, porque sería renunciar a la soberanía. Tales tratados, etc., forman
parte del sistema constitucional venezolano por voluntad de la Constitución; pero en
caso de que haya una antinomia o colisión con el dispositivo de la Constitución,
deberá sin ningún género de duda, primar la Constitución. La Sala Constitucional del
Tribunal Supremo de Justicia, ha clarificado que esos tratados son aplicables por
mandato de la Constitución”
A partir de esta sentencia, se abonó el camino para la tergiversación del sentido del art. 23
constitucional. Luego, en sentencia de la Sala Constitucional de fecha 01 de noviembre de 2001, con
ocasión de un Recurso de Amparo intentado por Elías Santana y otros, por habérsele negado el
derecho de réplica, la sala concluyó al referirse a la aplicabilidad del Pacto de San José de Costa
Rica:
Puso al descubierto la invasión silenciosa de las potencias, a través de sus bases militares en los países
latinoamericanos, del Caribe y del mundo, el apoyo armamentista a grupos ultraderechistas, las operaciones
clandestinas o encubiertas de los organismos de inteligencia y el peligro que tales situaciones representan para la paz y
seguridad de los pueblos.
Asimismo, divisó la contradicción irreconciliable entre derechos humanos y el capitalismo como sistema de explotación y
aniquilación de los seres humanos, como promotor de lo individual y del consumismo exacerbado, de la acumulación del
capital en beneficio de unos pocos, generador de pobreza, miseria, hambre, explotación, violencia, desempleo y muerte.
(…)”
Abog. Alexánder P. Hernández L. 10
Doctorando en Derecho UCV.
Se empieza a delinear entonces un criterio, según el cual, no son ya los principios pacta sunt
servanda e indubio pro homine los que deben regir el cumplimiento de un tratado internacional -
inclusive ratificado-, sino su conformidad –conveniencia- o no con la soberanía nacional.
“(...) Sobre este tema, la sentencia de esta Sala Nº 1309/2001, entre otras, aclara que
el derecho es una teoría normativa puesta al servicio de la política que subyace tras el
proyecto axiológico de la Constitución y que la interpretación debe comprometerse, si
se quiere mantener la supremacía de la Carta Fundamental cuando se ejerce la
jurisdicción constitucional atribuida a los jueces, con la mejor teoría política que
subyace tras el sistema que se interpreta o se integra y con la moralidad institucional
que le sirve de base axiológica (interpretatio favor Constitutione). (...) mientras existan
estados soberanos, sujetos a Constituciones que crean el marco jurídico dentro de sus
límites territoriales, y donde los órganos de administración de justicia ejercen la
función jurisdiccional, las sentencias de la justicia supranacional o transnacional
tendrán que adaptarse a su Constitución. Pretender en el país lo contrario sería que
Venezuela renunciara a la soberanía”
Pareciera entonces, que el concepto de soberanía asumido por el TSJ es propio del siglo XVI-
anacrónico para la época actual- reiterando criterios anteriores y acentuando cada vez más la
doctrina de la soberanía nacional en detrimento de los derechos fundamentales.
En sentencia de la Sala Constitucional del año 2004, con ocasión del recurso de amparo intentado
por el ciudadano Carlos Ayala Corao, se ratifica lo que sigue:
(...) Sobre este tema, la sentencia de esta Sala Nº 1309/2001, entre otras, aclara que
el derecho es una teoría normativa puesta al servicio de la política que subyace tras el
proyecto axiológico de la Constitución y que la interpretación debe comprometerse, si
se quiere mantener la supremacía de la Carta Fundamental cuando se ejerce la
jurisdicción constitucional atribuida a los jueces, con la mejor teoría política que
subyace tras el sistema que se interpreta o se integra y con la moralidad institucional
que le sirve de base axiológica (interpretatio favor Constitutione). (...)
En el renombrado caso de Apitz Barbera y otros, la Sala Constitucional mediante sentencia del año
2011 con ocasiono de la interpretación y aplicación de una sentencia de la Corte Interamericana de
Derechos Humanos, dispuso:
(…) Por otra parte, el citado artículo 23 de la Constitución no otorga a los tratados
internacionales sobre derechos humanos rango “supraconstitucional”, por lo que, en
caso de antinomia o contradicción entre una disposición de la Carta Fundamental y
una norma de un pacto internacional, correspondería al Poder Judicial determinar cuál
sería la aplicable, tomando en consideración tanto lo dispuesto en la citada norma
como en la jurisprudencia de esta Sala Constitucional del Tribunal Supremo de
Justicia, atendiendo al contenido de los artículos 7, 266.6, 334, 335, 336.11 eiusdem y
el fallo número 1077/2000 de esta Sala.
Abog. Alexánder P. Hernández L. 11
Doctorando en Derecho UCV.
(...) en este orden de ideas, los estándares para dirimir el conflicto entre los principios
y las normas deben ser compatibles con el proyecto político de la Constitución (Estado
Democrático y Social de Derecho y de Justicia) y no deben afectar la vigencia de dicho
proyecto con elecciones interpretativas ideológicas que privilegien los derechos
individuales a ultranza o que acojan la primacía del orden jurídico internacional sobre
el derecho nacional en detrimento de la soberanía del Estado.
DISPOSITIVA
“Entiende la Sala que, fuera de estas expresas áreas, la soberanía nacional no puede
sufrir distensión alguna por mandato del artículo 1 constitucional, que establece como
derechos irrenunciables de la Nación: la independencia, la libertad, la soberanía, la
integridad territorial, la inmunidad y la autodeterminación nacional. Dichos derechos
constitucionales son irrenunciables, no están sujetos a ser relajados, excepto que la
propia Carta Fundamental lo señale, conjuntamente con los mecanismos que lo hagan
posible, tales como los contemplados en los artículos 73 y 336.5 constitucionales, por
ejemplo. Consecuencia de lo expuesto es que en principio, la ejecución de los fallos
de los Tribunales Supranacionales no pueden menoscabar la soberanía del país, ni los
derechos fundamentales de la República (subrayados de este fallo).”
Se entiende entonces que el Tribunal Supremo yerra el concluir: 1.- que la soberanía nacional está
por encima de los derechos humanos consagrados en ella misma, 2.- que los fallos de los tribunales
17
También el ex - Presidente de la República en septiembre de 2011 en cadena nacional, se refirió a la CorteIDH a
propósito de este fallo declaró: “¿Qué valor puede tener esa corte? Para mí no vale nada. Es un cero a la izquierda (…)
Entre sus miembros habrá gente honrada, pero creo que con esa decisión le hacen un favor a la batalla, a la dialéctica.
Los corruptos, los dictadores, banqueros prófugos, son protegidos por los EEUU y por ese sistema internacional que
obedece al mandato del poder imperial y de la burguesía que forman parte de ese poder…”
Abog. Alexánder P. Hernández L. 12
Doctorando en Derecho UCV.
En esta última sentencia, a pesar de que el tema decidendum no era precisamente la aplicación de
normas internacionales de derechos humanos, sino mas bien normas derivadas del derecho
comunitario –en este caso de la Comunidad Andina de Naciones (CAN)-, el Máximo Tribunal termina
por ratificar la doctrina monista del derecho interno sobre el derecho internacional, superada en
nuestro país desde hace un buen tiempo, y apartándose así del espíritu del constituyente de 1999.
Conclusión: Se tiene entonces una paradoja contraria a la conclusión en el punto 3 de este ensayo:
si bien la constitución de 1999 prevé en forma clara la concepción de primacía del derecho
internacional en materia de derechos humanos sobre el derecho interno, la misma se desmanteló
por vía legislativa y jurisprudencial, pudiendo aseverarse que en nuestro ordenamiento jurídico hubo
una involución en perjuicio del principio de progresividad y maximización de los derechos humanos.
18Sobre esto, el art. 31 de la CRBV establece: Artículo 31. Toda persona tiene derecho, en los términos establecidos
por los tratados, pactos y convenciones sobre derechos humanos ratificados por la República, a dirigir peticiones o
quejas ante los órganos internacionales creados para tales fines, con el objeto de solicitar el amparo a sus derechos
humanos.
El Estado adoptará, conforme a procedimientos establecidos en esta Constitución y la ley, las medidas que sean
necesarias para dar cumplimiento a las decisiones emanadas de los órganos internacionales previstos en este artículo.
Abog. Alexánder P. Hernández L. 13
Doctorando en Derecho UCV.
4.- Venezuela denuncia el Pacto de San José de Costa Rica y se sustrae de la competencia
jurisdiccional de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Involución respecto del
principio de acceso a la jurisdicción internacional.
A raíz de los múltiples fallos emitidos por la Corte Interamericana de los Derechos Humanos donde
se condena a la República Bolivariana de Venezuela, y con ocasión de lo sugerido por la citada
sentencia de la Sala Constitucional del año 2011 con ocasión de la interpretación y aplicación de una
sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos en el caso Apitz Barbera y otros, donde
en su parte dispositiva dispuso que “con fundamento en el principio de colaboración de poderes
(artículo 136 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela) y de conformidad con lo
dispuesto en el artículo 78 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, se solicita al
Ejecutivo Nacional proceda a denunciar este Tratado o Convención, ante la evidente usurpación de
funciones en que ha incurrido la Corte Interamericana de los Derechos Humanos, con el fallo objeto
de la presente decisión”, con fundamentos más políticos que jurídicos19, el 30 de abril de 2012 en
cadena nacional, el Presidente de la República solicitó a los diferentes poderes públicos acelerar la
instalación del Consejo Estado, al cual encomendó, como primera tarea, hacer las recomendaciones
necesarias para el retiro de Venezuela de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH)
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Germán Saltrón, a través del portal https://www.aporrea.org/ddhh/a173805.html expresó: “Los partidos de la oposición
venezolana y las ONG´S de Derechos Humanos venezolanas y extranjeras, financiadas todas ellas, por el gobierno
estadounidense, desde que el presidente Hugo Chávez Frías llego al poder en el año 1999, vienen presentando
denuncias infundadas ante la Comisión y la Corte Interamericana de Derechos humanos, para lograr deslegitimar todas
las instituciones del Estado venezolano. El candidato fracasado Henrique Capriles Radonski presentó reciente ante la
Comisión Interamericana de Derechos Humanos, el caso de las “elecciones fraudulentas” venezolanas celebradas el
14/04/2013. Si el Estado venezolano no hubiera denunciado la Convención Americana el 7 de septiembre de 2012, este
asunto hubiera sido conocido por la Corte Interamericana y seguro que hubiera dado la razón.
Esta Corte y que de los derechos humanos, antes del gobierno del Presidente Chávez, donde hubo violaciones masivas
de los mismos, conoció de un solo caso del Estado venezolano, El Amparo. Cuando en nuestro país se infringieron todos
los derechos humanos durante los cuarenta años de los gobiernos de los partidos Acción Democrática y Copei. La
Comisión y que de derechos humanos archivó el caso del Caracazo, ocurrido el 27/02/1989, donde durante siete días, el
pueblo venezolano de las poblaciones populares, se rebeló contra un paquetazo económico impuesto por el Presidente
Carlos Andrés Pérez y el Fondo Monetario Internacional. Durante esta insurrección popular, el Ejecutivo Nacional utilizó
al ejercito para asesinar a miles de personas y heridos un centenares de ellas.
La Comisión envió el caso del Caracazo a la Corte Interamericana el 07/06/1999, después del triunfo electoral del
Presidente Chávez. Pasaron diez largos años de complicidad entre los Comisionados y los Presidente de la Corte
Interamericana, muchos de ellos venezolanos. Durante los catorce años del gobierno democrático del Presidente
Chávez, donde se han respetados todos los derechos humanos de las personas, la Corte Interamericana ha condenado
al Estado venezolano en trece ocasiones evidenciando la parcialidad absoluta de la Comisión y de la Corte
Interamericana contra nuestro país.
(…)
Nos salimos de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, porque, ésta no cumple con los principios que deben
regir los sistemas de protección de los Derechos Humanos. Tales como: La universalidad, imparcialidad, objetividad, no
selectividad y transparencia. Nos quedamos bajo la jurisdicción de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos
porque para salir de este adefesio jurídico hay que salirse de la Organización de Estados Americanos.
Abog. Alexánder P. Hernández L. 14
Doctorando en Derecho UCV.
Conclusión: Por todo lo expuesto en este trabajo, se concluye entonces que desde el período
histórico comprendido entre el año 2000 al presente en nuestro país, ha operado una involución
institucional en lo que respecta a las concepciones de la soberanía y el Derecho Internacional de los
derechos humanos, haciendo primar al primero sobre el segundo, no en perjuicio de un sistema
político o ideológico, sino en perjuicio de la razón de ser del Estado mismo: el ser humano.
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Declaraciones del ex - Presidente Hugo Chávez: “…yo pido al Sr. Vicepresidente que aceleremos la instalación de
este Consejo de Estado y, como Jefe del Estado, lo primero que le voy a pedir a este Consejo de Estado es el estudio,
repito acelerado, Sr. Canciller, y la recomendación al Jefe del Estado para retirarnos de inmediato de la tristemente
célebre Comisión Interamericana de Derechos humanos. ¡Ya basta! ¿Hasta cuándo nosotros vamos a estar con esa
espada de Damocles? Como Britto García lo ha explicado muy bien, el primer país que desconoce esta Comisión son los
Estados Unidos…”.
21 Augusto Cancado Trindade, Las cláusulas pétreas de la protección internacional del ser humano: El acceso directo de
los individuos a la justicia a nivel internacional y la intangibilidad de la jurisdicción obligatoria de los tribunales
internacionales de derechos humanos, trabajo publicado en el libro Seminario EL SISTEMA INTERAMERICANO DE
PROTECCIÓN DE LOS DERECHOS HUMANOS EN EL UMBRAL DEL SIGLO XXI (1999): “En el umbral del siglo XXI,
ya no puede haber duda de que el derecho de petición individual a los tribunales internacionales de derechos humanos y
la intangibilidad de la jurisdicción obligatoria de éstos, necesariamente conjugados, constituyen - como siempre hemos
sostenido - verdaderas cláusulas pétreas de la protección internacional de los derechos humanos1. Son ellas que hacen
viable el acceso de los individuos a la justicia a nivel internacional, el cual representa una verdadera revolución jurídica,
quizás el más importante legado que nos deja la ciencia jurídica del siglo XX. A ellas se suman el deber de fiel
cumplimiento, por los Estatos Partes en los tratados de derechos humanos, de las decisiones de aquellos tribunales, así
como el ejercicio de la garantía colectiva por los Estados Partes.”