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UNIVERSIDAD NACIONAL EXPERIMENTAL DE GUAYANA

VICE RECTORADO ACADÉMICO


COORDINACIÓN DE PREGRADO
COORDINACIÓN DE INGENIERÍA EN INDUSTRIAS FORESTALES
CATEDRA: TÉCNICAS DE ESTUDIOS E INVESTIGACIÓN

IMPORTANCIA ESTRATÉGICA DE LA RESERVA FORESTAL


DE IMATACA PARA VENEZUELA Y EL MUNDO.

ELABORADO POR:
Astrid Méndez.

TUTOR:
Cova José

Upata, Septiembre 2015

ÍNDICE

1
Pág.

Introducción……………………………..…………………………………… 1-2

CAPÍTULO I
LOS BOSQUES.................................................................................... 3-6
CAPÍTULO II
MANEJO SUSTENTABLE DEL BOSQUES …………………………………… 7-12
Conclusión…………………………………………………………………... 13
REFERENCIAS.................................................................................... 14-16

2
INTRODUCCIÓN

El concepto del desarrollo sustentable surgió como una respuesta al


aprovechamiento irracional de los recursos naturales. Con su propuesta de
satisfacer las necesidades humanas de las presentes y futuras generaciones
dentro de los límites de una biósfera estable, logró cambiar la visión del
desarrollo humano y su relación con el ambiente; su visión integradora y
holística y por tanto compleja permitió sobrepasar los simplismos de la
perspectiva sectorial y fragmentada imperante.

A nivel mundial, el aprovechamiento forestal de los bosques naturales es


un tema complejo, cuya discusión, se debate en principio entre dos
posiciones encontradas: las conservacionistas y las desarrollistas. Ambas
posiciones son alimentadas por tendencias ideológicamente extremistas. La
posición conservacionista reclama la pérdida indetenible de los bosques; su
punto de vista es: tratar únicamente a los bosques como reservorios de
biodiversidad. Mientras que el frente opuesto, el desarrollista, demanda
asumir una posición realista debido a la necesidad de sacrificar el patrimonio
2
natural a fin de proveer los recursos de subsistencia.

Adicionalmente a estas corrientes de pensamiento, otro frente viene


tomando fuerza en la discusión, el cual propone: distribución equitativa de los
beneficios provenientes del aprovechamiento de los recursos naturales y;
corresponsabilidad de los gobiernos, empresas, consumidores y sociedad en
general para minimizar, tanto la generación de contaminantes, como la
promoción del “sobre-consumo”.

En este sentido, surge el criterio de sustentabilidad como un patrón


teórico que profesa el equilibrio satisfaciente de los aspectos ambientales,

1
económicos y sociales involucrados en el aprovechamiento de los bosques.
La reflexión que la hace posible y que se desarrolla profusamente luego del
planteamiento inicial estableció una nueva base de manejo científico
orientada a realizar diagnósticos y pronósticos más fidedignos y
responsables de los ecosistemas y de su aprovechamiento. A pesar de que
la sustentabilidad es un cliché de uso frecuente en la opinión pública y en las
leyes, el paradigma del desarrollo sustentable no ha sido puesto en práctica
en la agenda política de los países tropicales, por considerarse no prioritario.

2
CAPITULO I

1. LOS BOSQUES

Los bosques son de vital importancia para la vida del planeta. Estos
proveen oxígeno, madera, alimentos, medicinas y medios de recreación; y
además cumplen con funciones de habitad, fuente de biodiversidad, captura
de dióxido de carbono, protección de los suelos y conservación de los ríos
(BOLFOR, 1996, pp. 29-34).
El uso de los recursos del bosque natural es uno de los aspectos
principales de esta problemática ambiental. Es más, la ordenación racional y
sustentable del patrimonio mundial de los bosques constituye uno de los
desafíos más graves que afronta actualmente la humanidad. Casi la mitad de
Venezuela está cubierta por bosques, situados en su mayor parte en la
Guayana venezolana. Aproximadamente entre 20-30% de los bosques del
país está protegido por figuras legales, la mayor parte de ellas localizadas
también al sur del Orinoco. Esta región, cubierta por un mosaico de diversos
tipos de bosques en su mayoría aún en estado prístino, forma parte de la
frontera de bosques tropicales más grande del mundo. 1
Por ende dispone de una magnífica oportunidad para su conservación y
uso sustentable a largo plazo. Asimismo constituye el ámbito espacial para el
desarrollo de gran parte de la diversidad biológica nacional y además posee
altos niveles de endemismo. Nuestro país se sitúa entre los primeros países
megadiversos del mundo. Los bosques de esta región cumplen importantes
funciones como generadores de bienes y servicios tangibles e intangibles
Paradójicamente, los reportes de organismos e instituciones que
estudian la situación de los bosques a nivel mundial, alertan sobre la perdida
indetenible de los mismos, ya que las tasas de explotación son mayores a las
de recuperación (OIMT, 2011, p.1). El 80% de los bosques que originalmente

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poblaron la tierra, han sido fragmentados o degradados (WRI, 2013). De
persistir las tasas de explotación forestal estimadas desde 1980 por la FAO,
los bosques tropicales podrían desaparecer entre 30 y 100 años (Meadows,
et. al., 1993, pp. 92-93).
Hasta el momento, no hay referencia de alguna tecnología, capital
invertido ó Gobierno, que haya podido lograr la reposición de un bosque
natural intervenido en los tiempos estimados inicialmente para su
recuperación. Tampoco existen índices de desarrollo ambiental que permitan
contrastar o contravenir las estimaciones antes mencionadas. Los datos que
se consiguen son de desempeño ambiental y/o sostenibilidad ambiental,
sustentabilidad ambiental, desarrollo humano sostenible y desarrollo
sustentable.
En relación a lo antes referenciado, es razonable pensar que los
bosques naturales del planeta están amenazados y con ello la supervivencia
del mismo. A pesar que esta es una posición fuertemente replicada desde
los años 70, actualmente, ya no parece ser tan fácilmente refutable con
argumentos de abundancia, resilencia natural y del hombre como ser
superior autosustentable.
A priori, parece ser que la función de producción ha prevalecido sobre la
de conservación en virtud de favorecer al “hombre”. Ejemplo de ello es la tala
de bosques, fomentada principalmente para obtener madera y en el peor de
los casos, espacios agrícolas que serán convertidos posteriormente en
tierras de pastoreo.
El cambio de uso del bosque se repite constantemente, debido al
agotamiento de los suelos por la falta de implementación de prácticas
orgánicas de mantenimiento y recuperación, ya que estas son descartadas
por ser consideradas desventajosas desde el punto de vista economicista y
cortoplacista.
Erróneamente se prefiere tumbar bosques para obtener tierras vírgenes
antes que optimizar los espacios agrícolas y pecuarios preexistentes. Las

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pérdidas anuales de bosques tropicales por este concepto están estimadas
entre 15 y 20 millones de hectáreas (Hernández, Castellanos y Plonczak,
2005, p. 179). Entonces, cabría preguntar por qué ésta práctica de
producción persiste, sí la resultados la convierten en una actividad no
sustentable.
Existen evidencias de como la humanidad, partiendo de una concepción
antropocéntrica (el hombre centro del universo) orientada hacia el logro de
un desarrollo económico que permita mayor calidad de vida y bienestar
social, ha desarrollado líneas de pensamientos, alternativas tecnológicas,
teorías y modelos políticos-económicos-sociales para satisfacer sus
necesidades existenciales, en donde el mejoramiento ambiental queda
relegado a un segundo plano y es dependiente del desempeño humano para
tal fin (Saavedra, 1996, p.139-143).
El ser humano en su afán por la supremacía económica, ha
desarrollado un modelo anti natura e insostenible, cuyos esquemas de
crecimiento con bajos niveles de resilencia de la naturaleza han creando un
escenario de necesidades crecientes por el agotamiento acelerado de los
recursos. En consecuencia, el hombre está obligado en primer lugar a
redefinirse y reconciliarse con la naturaleza, proponiendo medidas de
mitigación, recuperación y conservación del ambiente para viabilizar inclusive
su propia existencia; y en segundo lugar debe permitir la equidad y el
empoderamiento social de los medios de producción (Ojeda y Covarrubias,
2011, pp. 161-166).
A partir del siglo XX se han realizado esfuerzos para revertir el enfoque
antropocéntrico y economicista responsable de la crisis planetaria, cuyos
medios de producción y enfoques de rentabilidad empresarial promueven el
sobre consumo y la teoría de dominio del mercado, porque conciben el
ambiente… “como una fuente de recursos y un vertedero de residuos y no
como un entorno dinámico, patrimonio de todos los habitantes del planeta”.
Este enfoque ha generado una deuda ambiental y social; saldarla implica

5
repensar los patrones de producción, consumo, desarrollo y comportamiento
de la humanidad (Yánez y Zavarce, 2009, p. 73-75).
La contradicción y fracaso del modelo desarrollista fundamentado en la
satisfacción de necesidades humanas acosta del sacrificio ambiental, no solo
se debe a la concepción utópica de lograr un crecimiento sostenido con
recursos naturales finitos (Bustillos y Martínez, ob. cit., p. 389) sino también a
lo incierto que ha resultado la misma suficiencia humana para el control de
las cadenas de cambios negativos o procesos inestables e inesperados que
se generan por perturbar la naturaleza. Evolutivamente, el abordaje de
solución para minimizar los impactos ambientales negativos de dichas
perturbaciones y lograr maximizar los beneficios económicos y sociales
provenientes de la naturaleza, ha sido por el enfoque causa-efecto.
En este sentido, partiendo de los respectivos análisis causales, el
concepto Sustentabilidad surge como un criterio normativo para regular… “la
relación entre el mundo social y el mundo natural” (Velasco, Leff, Gudynas y
Escalona, 2000, p. 1). De acuerdo a la Real Academia Española (2007, p.
942 y 952 ) algo Sustentable, es algo razonable que se puede sostener,
mantener, proveer, sustentar o defender para hacer que se conserve en
determinado estado sin ayuda externa. El término sustentabilidad
relacionado con el ámbito forestal, sugiere la existencia de razones
suficientes y satisfacientes desde las perspectivas ambientales, sociales y
económicas, las cuales hacen factible la viabilidad y prosecución en el
tiempo de actividades de aprovechamiento del bosque en igual de
condiciones tanto para la generación actual como las futuras.

6
CAPITULO II

2. MANEJO SUSTENTABLE DEL BOSQUE

El termino Sustentable fue expuesto originalmente en el Informe


Brundthad, 1987, como Desarrollo Sustentable, referido a…“el desarrollo que
satisface las necesidades de la generación presente, sin comprometer la
capacidad de las generaciones futuras, para satisfacer sus propias
necesidades” (Ramírez, Sánchez y García, 2004, p. 55).
En tal sentido, el Desarrollo Sustentable se concibe como un proceso,
cuyo propósito es…“mejorar las condiciones de vida de la población,
partiendo de las especificidades y limitaciones de los ecosistemas presentes
en su ámbito de acción y bajo modalidades de gestión económica, social y
tecno-científica, que enfrente los problemas y aborde sus soluciones sin
comprometer el presente y futuro de los componentes biológicos, de su
entorno geo-químico y de los ecosistemas culturales existentes” (Fergunson,
2003, citado por Yánez y Zavarce, ob. cit., p. 76).
En Helsinki, 1993, Conferencia Ministerial sobre la protección de
bosques de Europa, el concepto Manejo Forestal Sustentable, fue definido
como… “la administración y el uso de los bosques y los terrenos forestales
en forma intensiva que permita mantener su diversidad, productividad,
capacidad de regeneración, vitalidad y potencial para desempeñar, ahora y
en el futuro, importantes funciones ecológicas, económicas y sociales, a
escala local, nacional y mundial, sin causar perjuicios a otros ecosistema”
(Cozzi y Russo, 2010, p. 30).
Este concepto es símil al concepto Ordenación Forestal Sostenible, el
cual la Organización Internacional de las Maderas Tropicales (2006, p. 4) lo
define como… “el proceso de manejar los bosques para lograr uno o más
objetivos de ordenación claramente definidos con respecto a la producción
de un flujo continuo de productos y servicios forestales deseados, sin reducir

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indebidamente sus valores inherentes, ni su productividad futura y sin causar
ningún efecto indeseable en el entorno físico y social”.

De hecho, Murillo (2004, pp. 636-653) asume que el concepto


sustentabilidad partió sin fundamento práctico. Aunque se reconoce la
necesidad de proteger el ambiente, el discurso de la sustentabilidad está
centrado en evolucionar de un desarrollo recuperativo a un desarrollo
sostenible, principalmente en los países llamados subdesarrollados y que
precisamente son los que poseen las mayores riquezas naturales del mundo.

Hay muchos aspectos que resolver entre países, tales como la equidad
comercial-económica y la corresponsabilidad ambiental y social, en función
de vencer la pobreza. Lamentablemente los países desarrollados no han
certificado su compromiso para con el reto en cuestión. Por ejemplo en 1992,
en la Conferencia Mundial de Río, los países industrializados se negaron a
poner a disposición instrumentos financieros especiales para desarrollar
economías forestales sostenibles en países subdesarrollados (Burger y
Meyer, 2003, p. 15).
Afortunadamente, Méndez (2000, p. 521) citando a Prigogine (1994,
p.15) afirma que al menos ha emergido una nueva racionalidad en la ciencia,
la cual vence la separación con la naturaleza. Este autor menciona que
desde el punto de vista filosófico… “se empieza a rescatar al ser, al hombre
humano, que vive con la naturaleza, con sus semejantes y con sus
circunstancias”. Esto puede permitir el estímulo de la siguiente percepción: El
hombre como parte del Todo y su búsqueda armoniosa de convivencia dentro
del Universo.
Evidencia de lo enunciado por Méndez, Saavedra (ob. cit.pp. 147-148)
explica el surgimiento de la corriente teórica economía ecológica: …“campo
interdisciplinario que establece relaciones entre los ecosistemas y el sistema
económico, la cual se sustenta en toda disertación teórica sobre lo humano y

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no humano”. A partir del informe Brundtland publicado en 1987 como
resultado de la Comisión Mundial del Ambiente y Desarrollo, convocada por
las Naciones Unidas en 1984, se han desarrollado múltiples definiciones,
tales como: …“sociedad sustentable, economía sustentable y
sustentabilidad, entendida esta como el objetivo del desarrollo sustentable en
el sentido de garantizar la subsistencia poblacional y su entorno en forma
permanente. Ello supone que requieren cambios o transformaciones en lo
económico, político y social para evitar el menoscabo del capital natural”.

Todos los autores consultados hasta el momento, reconocen la


necesidad de moldear la relación hombre-naturaleza para contrarrestar el
impacto ambiental. Existen distintas corrientes de pensamientos que tratan
de dar forma a dicha relación.
Herzog (2011, p. 43) destaca que las corrientes principales de
pensamiento son las Económicas o Socioculturales y la Ecológica; y estas se
diferencian de acuerdo al grado de sustitución entre los capitales 1,
respectivamente como:

… Sustentabilidad débil: considera que se debe mantener el


stock total, pero se debe prestar atención a la composición de
los distintos tipos de capitales (natural, humano, manufacturado).
Es decir, acepta la sustitución entre capitales, pero hasta ciertos
niveles críticos. Se asume que el capital natural y el
manufacturado son sustituibles dentro de ciertos límites y
complementarios más allá de esos límites. El problema de este
grado de sustentabilidad radica en la dificultad de definir los
niveles críticos para cada capital. Sin embargo, reconoce que
para el funcionamiento del sistema se requiere de cada uno de
los tipos de capital. Sustentabilidad fuerte: considera que se
debe mantener el nivel inicial de cada capital por separado.
Asume que el capital natural y el manufacturado no son
sustitutos sino complementos para la mayoría de las funciones
productivas. Acepta el uso de energía renovable, pero sólo si la
ganancia que ésta genera se invierte en el desarrollo de
tecnologías que permitan a las futuras generaciones disponer de
1

9
energía en igualdad de condiciones con la generación actual. La
sustentabilidad débil encuentra su justificación teórica la
economía ambiental, mientras que la sustentabilidad fuerte lo
hace en la economía ecológica… (Herzog, ob. cit., p. 44)

La sustentabilidad débil ha sido fuertemente criticada, puesto que


propone valorar económicamente el capital natural y considerar la sustitución
del mismo por otro tipo de capital. El capital natural o más bien el patrimonio
ecológico, provee servicios que no pueden obtenerse sustitutivamente por
otro capital. Lo ideal es respetar las tasas de uso, reproducción e intercambio
de cada tipo de capital basado en un equilibrio dinámico (Velasco, Leff,
Gudynas y Escalona, ob. cit., pp. 240-241, citando a la CEPAL, 1991).

El Manejo Forestal Sustentable a los fines de alinearse a los preceptos


de la sustentabilidad fuerte, intenta materializar el cumplimiento armónico de
los siguientes objetivos (adaptado de Hernández, Castellanos y Plonczak,
ob. cit., pp. 241-242):
 Mantener saludable los procesos de autorregulación y estabilidad de los
sistemas ecológicos referidos a los ciclos de agua, suelo, aire, flora, fauna
y nutrientes “Mantenimiento de los procesos ecológicos”.
 Respetar las diferentes formas de vida y proteger las más amenazadas
“Mantenimiento de la diversidad biológica”.
 Garantizar equidad intergeneracional e intrageneracional en cuanto a
todos los beneficios del bosque, e incluso la participación de las
comunidades afines con el bosque en todas las etapas del proceso de su
aprovechamiento “Satisfacción de necesidades de la población local”.
 Viabilizar económicamente las actividades de aprovechamiento de todos
los bienes y servicios que provee el bosque, incluyendo el reconocimiento
de los costos ambientales o externalidades de dichas actividades
“Mantenimiento de la cosecha de todos los productos”.

10
Para cumplir con dichos objetivos, se diseña una Gestión Forestal
Sustentable basada en principios ambientales, sociales y económicos, los
cuales se centran en la aplicación de buenas prácticas operativas para el
respeto de:
 Los ciclos de corte y reposición del bosque (tasas de explotación inferiores
a las tasas de regeneración y reforestación).
 El diámetro mínimo de cortabilidad de los árboles.
 El número y distribución de los arboles padres;
 La biodiversidad de flora y fauna.
 Los retiros a los ríos, zonas de apareamiento y alimentación de la fauna
silvestre.
 La construcción de vías principales, secundarias y patios de
almacenamiento en función de minimizar la contaminación y las
superficies compactadas por el tránsito de maquinaria pesada.
 Las zonas y actividades de subsistencia de las comunidades del bosque.
 La participación comunitaria en las actividades de explotación forestal.

Sin embargo, a pesar de los esfuerzos, el manejo forestal en bosques


tropicales… “no garantiza la preservación de la biodiversidad. El manejo
forestal mantiene los ecosistemas boscosos, pero no con la misma
estructura, composición florística y variedad de fauna que el bosque original”
(Lozada y Arends, ob. cit., 81).
Las experiencias de manejo forestal comunitario tampoco son nada
alentadoras, solo en aquellos casos en los que los gobiernos pagan a las
comunidades para que preserven el bosque.
Algunos autores demuestran que los ámbitos económicos, sociales y
ambientales por naturaleza se repelen (Murillo, ob. cit., p. 653; y Foladori, ob.
cit., p. 20) y que lo mejor para lograr el aprovechamiento sustentable de los
recursos naturales es sincerarse e ir por etapas, en este sentido: resolver

11
prioritariamente el problema social, luego el económico y finalmente el
ambiental (Goñi y Goin, 2006, p. 194).
Todas estas situaciones generan escepticismo en cuanto al
cumplimiento de los preceptos de una sustentabilidad fuerte en este tipo de
actividad, no solo por los pocos avances a nivel mundial de los países que se
rigen por esquemas de Gestión Forestal Sustentable bajo las directrices
mencionadas anteriormente, sino también por la fragilidad ambiental de los
bosques tropicales y las crecientes demandas económicas de cada país.
El desarrollo de plantaciones intensivas con especies de rápido
crecimiento, ha sido una solución alterna basada en la promoción de buenas
prácticas operativas; aunque dicha solución tienen sus consecuencias
ambientales adversas y no suple a corto plazo los beneficios que
actualmente proveen los bosques tropicales.
Otras buenas prácticas operativas de enfoque causal, que se
implementan y que no demuestran científicamente, en lo inmediato, frenar la
destrucción de los bosques naturales, son: la certificación ambiental de los
procesos y productos, reciclaje, pago por servicios ambientales,
aprovechamiento comunitario del bosque, ecoindustria y la producción
orgánica.
Esto conlleva a interpretar que, la sustentabilidad de actividades
extractivas madereras no es un problema con solución lineal secuencial, que
parte de buenas prácticas operativas para disminuir el impacto ambiental,
conseguir disminución de costos y participación de la comunidad.
Por el contrario, es un problema de solución dinámica para el
establecimiento de condiciones de estabilidad ecológica, social y económica,
en donde los objetivos deseados no pueden optimizarse simultáneamente,
puesto que sus direccionalidades de mejoramiento son independientes y
opuestas.
CONCLUSIÓN

12
El patrimonio de los bosques naturales y su importancia para el desarrollo
del país y la calidad de vida de sus pobladores no se corresponde con la
atención otorgada por los entes políticos y financieros.

La conservación del capital de la naturaleza es un requisito previo para


resolver el problema de la pobreza. Sin la inversión en el ambiente, la gente
pobre no tiene posibilidades de desarrollo. En el país no ha sido posible
definir una estrategia nacional concertada para el desarrollo del sector
forestal. Eso parece tener relación con la visión que tienen del bosque otros
sectores productivos y políticos, los cuales ven al bosque como un obstáculo
para su desarrollo.

Ante la problemática anterior es necesario hacer un análisis realista de la


sustentabilidad forestal planteado como un balance entre beneficios
forestales y costos potenciales del desarrollo a gran escala y a largo plazo,
diferenciado en sus componentes sociales, ambientales y económicos. Todo
ello enmarcado en un esfuerzo prospectivo que a partir de las tendencias de
valorización creciente de los servicios ambientales prestados por los bosques
y de los posibles usos de éstos como mecanismos para mejorar la calidad de
vida de los pobladores del bosque, nos permita prever los beneficios
aportados por el mantenimiento y desarrollo de las coberturas boscosas en
escenarios futuros.

La visión pesimista del bosque como estorbo para el desarrollo sólo


puede ser contrarrestada por una visión optimista del bosque como palanca
para el desarrollo futuro. Como resultado, el ordenamiento del uso de las
tierras forestales se deberá instrumentar en base al entendimiento de una
sustentabilidad orientada al mediano y largo plazo y su interrelación con el
uso de recursos naturales y el manejo de ecosistemas tan complejos como
los bosques tropicales.

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