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DESARROLLO DE LA GUÍA DE LECTURA

Michel Foucault, filósofo e historiador francés, a través de una de sus obras celebres el

libro titulado “Vigilar y Castigar. Nacimiento de la prisión”, realizó investigaciones en

profundidad sobre los mecanismos sociales y teóricos que subyacen en los sistemas

penales occidentales durante la Edad Moderna.

La modificación del sistema penal persiguió modificar la mirada de la sociedad sobre los

jueces. El objeto del suplicio dejó de ser el cuerpo para pasar a ser un suplicio emocional.

La organización del sistema penal lo que intentó fue poner fin a la mirada acusadora de la

sociedad que comenzaba a significar a los jueces como asesinos y al supliciado como un

objeto de compasión. Siguiendo esta línea de ideas Foucault (2014) desarrolló que; El castigo

ha dejado poco a poca de ser teatro. Y todo lo que podía tener de espectáculo se encontrará en

adelante marcado con un índice negativo (pág.17). […] El castigo tenderá, entonces, a

convertirse en la parte más oculta del proceso penal (pág18).

El cambio en el sistema penal tuvo como consecuencia una nueva forma de castigo, ya no

se castiga el cuerpo ni cobra relevancia la visibilidad del mismo, el castigo comenzó a

infligirse a nivel emociona, subjetivo. Durante la modernidad se va a extinguir la visibilidad

del dolor, desapareciendo el espectáculo punitivo característico de la Edad Medieval, se dejó

de visualizar el suplicio, debido a que la misma sociedad comenzó a cuestionar esta forma de

castigo, ya no pone la mirada sobre el castigando en si sino en quién lleva al cabo el castigo y

quien establece la orden que durante esta época era el soberano.

El autor desarrolló que en el transcurso de la modernidad se entra en la sobriedad punitiva,

se visualiza cierta discreción en el arte de hacer sufrir.

El castigo tendió a convertirse en la parte más oculta del proceso penal, llevando consigo

varias consecuencias: abandonar el dominio de la percepción cotidiana, para entrar en el de la

conciencia abstracta; se pide su eficacia, no su fatalidad, no su intensidad visible; es la

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certidumbre de ser castigado, y no el teatro abominable, lo que debe apartar del crimen; así

la mecánica ejemplar del castigo cambia sus engranajes (Foucault, 2014).

La desaparición de los suplicios es el espectáculo que se borra y también el relajamiento

de la acción sobre el cuerpo del delincuente (Foucault, 2014, pá19). Y no es el cuerpo objeto

de penalidad, es el alma ( Foucault, 2014, pág. 26).

Foucault da cuenta que; el suplicio es una técnica y no debe asimilarse a lo extremado de

un furor sin ley. Una pena para ser un suplicio debe responder a tres criterios principales: ha

de producir cierta cantidad de sufrimiento que se puede ya que no medir con exactitud al

menos apreciar, comparar y jerarquizar. La muerte es un suplicio en la medida en que no es

simplemente privación del derecho a vivir, sino que es la ocasión y el término de una

gradación calculada de sufrimientos: desde la decapitación que es el grado cero del suplicio,

hasta el descuartizamiento, que los lleva al infinito, pasando por la horca, la hoguera y la

rueda, sobre la cual se agoniza durante largo tiempo. La muerte-suplicio es un arte de retener

la vida en el dolor, subdividiéndola en "mil muertes" y obteniendo con ella, antes de que cese

la existencia, "the most exquisite agonies" (Foucault.2014. Pág 43).

Además el suplicio explica Foucault es; “Una pena corporal, dolorosa, más o menos

atroz”; […] “Es un fenómeno inexplicable lo amplio de la imaginación de los hombres en

cuestión de barbarie y de crueldad”. (Foucault.2014. Pág 43).

En cuanto a la significación que el autor estable sobre que el suplicio es un arte

cuantitativo, es porque en otras palabras, el suplicio debe producir cierta cantidad de

sufrimiento que se puede apreciar, comparar y jerarquizar. La muerte así es un arte de retener

la vida en el dolor, subdividiéndola en “mil muertes”. El suplicio descansa en un arte

cuantitativo del sufrimiento, pero está sometida a reglas (Foucault.2014. Pág 43).

El suplicio forma además parte de un ritual. Es un elemento en la liturgia punitiva que

responde a dos exigencias; con relación a la víctima, debe ser señalado: está destinado, ya sea

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por la cicatriz que deja en el cuerpo o por la resonancia que lo acompaña, a volver infame a

aquel que es su víctima; el propio suplicio, si bien tiene por función la de "purgar" el delito,

no reconcilia; traza sobre el cuerpo del condenado unos signos que no deben borrarse, la

memoria de los hombres, conservará el recuerdo de la exposición, de la picota, de la tortura y

del sufrimiento debidamente comprobados, por parte de la justicia que lo impone, el suplicio

debe ser resonante, y debe ser comprobado por todos, en cierto modo como su triunfo

(Foucault.2014. Pág 43).

Foucault (2008) afirma “El suplicio judicial es un ritual político que forma parte de las

ceremonias por las cuales se manifiesta el poder” (p.52). Es así como desde las primeras

monarquías el Derecho de castigar era un poder otorgado de forma exclusiva al soberano. En

efecto, los castigos públicos eran una forma en que los gobernantes demostraban

simbólicamente su autoridad sobre la población, no siendo el resultado de una aplicación

sistemática de la ley.

La tortura nos deshumaniza. Nos degrada como seres humanos. No retribuye nada a la

sociedad y no hace más que engendrar más violencia.

Foucault da una detallada exposición de los suplicios públicos a los que fue sometido

Damiens, quien ha delinquido, debía ser llevado y conducido en una carreta, desnudo, en

camisa, con un hacha de cera encendida de dos libras de peso en la mano; después, en dicha

carreta, a la plaza de Grève, y sobre un cadalso que allí habrá sido levantado, atenácele las

tetillas, brazos, muslos y pantorrillas, y su mano derecha, ha sido en ésta el cuchillo con que

cometió dicho parricidio, quemada con fuego de azufre, y sobre las partes atenaceadas se le

verterá plomo derretido, aceite hirviendo, pez resina ardiente, cera y azufre fundidos

juntamente, y a continuación, su cuerpo estirado y desmembrado por cuatro caballos y sus

miembros y tronco consumidos en el fuego, reducidos a cenizas y sus cenizas arrojadas al

viento" […] Finalmente, se le descuartizó, refiere la Gazette d'Amsterdam, esta última

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operación fue muy larga, porque los caballos que se utilizaban no estaban acostumbrados a

tirar; de suerte que en lugar de cuatro, hubo que poner seis, y no bastando aún esto, fue

forzoso para desmembrar los muslos del desdichado, cortarle los nervios y romperle a

hachazos las coyunturas (Foucaul, 2008. Pág. 11)

Para Foucault la enajenación es hacer que una persona pierda la razón o los sentidos,

especialmente a causa de un sentimiento intenso de miedo, enfado o dolor.

Podría decirse que en un momento la sociedad logra reconciliarse con el supliciado, que es

cuando la sociedad deja de ver ese acto atroz como un espectáculo y cambia su mirada hacia

el supliciado, quien pasa de ser un delincuente a ser objeto de compasión. Foucault lo

describe de la siguiente manera; el castigo ha cesado poco a poco de ser teatro. Y todo lo que

podía llevar consigo de espectáculo se encontrará en adelante afectado de un índice negativo.

Como si las funciones de la ceremonia penal fueran dejando, progresivamente, de ser

comprendidas, el rito que "cerraba" el delito se hace sospechoso de mantener con él turbios

parentescos: de igualarlo, si no de sobrepasarlo en salvajismo, de habituar a los espectadores

a una ferocidad de la que se les quería apartar, de mostrarles la frecuencia de los delitos, de

emparejar al verdugo con un criminal y a los jueces con unos asesinos, de invertir en el

postrer momento los papeles, de hacer del supliciado un objeto de compasión o de

admiración. La ejecución pública se percibe ahora como un foco en el que se reanima la

violencia (Foucault, 2008. Pág. 18).

El autor desarrolla sobre la microfísica del poder que; es una trama de poder microscópico,

capilar, que no es el poder del aparato del Estado, ni de una clase sobre otra, sino los

pequeños espacios de dominación e instituciones que ejercen un poder disciplinario invisible.

El estudio de esta microfísica supone que el poder que en ella se ejerce no se conciba

como una propiedad, sino como una estrategia, que sus efectos de dominación no sean

atribuidos a una "apropiación", sino a unas disposiciones, a unas maniobras, a unas tácticas, a

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unas técnicas, a unos funcionamientos; que se descifre en él una red de relaciones siempre

tensas, siempre en actividad más que un privilegio que se podría detentar; que se le dé como

modelo la batalla perpetua más que el contrato que opera una cesión o la conquista que se

apodera de un territorio. Hay que admitir en suma que este poder se ejerce más que se posee,

que no es el "privilegio" adquirido o conservado de la clase dominante, sino el efecto de

conjunto de sus posiciones estratégicas, efecto que manifiesta y a veces acompaña la posición

de aquellos que son dominados. Este poder, por otra parte, no se aplica pura y simplemente

como una obligación o una prohibición, a quienes "no lo tienen"; los invade, pasa por ellos y

a través de ellos; se apoya sobre ellos, del mismo modo que ellos mismos, en su lucha contra

él, se apoyan a su vez en las presas que ejerce sobre ellos (Foucault. 2014. Pág. 18).

Foucault expone que no son las instancias globales de poder las que explican la

dominación de la vida cotidiana, sino a la inversa, son las relaciones de poder múltiple y local

las que condicionan y permiten el funcionamiento de los poderes macro-sociales.

El poder disciplinario se organiza también como un poder múltiple, automático y

anónimo; porque si es cierto que la vigilancia reposa sobre individuos, su funcionamiento es

el de un sistema de relaciones de arriba abajo, pero también hasta cierto punto de abajo arriba

y lateralmente. Este sistema hace que "resista" el conjunto, y lo atraviesa íntegramente por

efectos de poder que se apoyan unos sobre otros: vigilantes perpetuamente vigilados

(Foucault, 2008. Pág. 206).

Foucault en el discurso refleja que, el lugar de la disciplina no es otra cosa que el propio

cuerpo, todo un descubrimiento del cuerpo como objeto y blanco de poder, es dócil un cuerpo

que puede ser sometido, que puede ser utilizado, que puede ser trasformado y perfeccionado

[…] el cuerpo constituye el objeto de intereses tan imperiosos y tan apremiantes; en toda

sociedad, el cuerpo queda prendido en el interior de poderes muy ceñidos, que le imponen

coacciones, interdicciones u obligaciones (Foucault, 2008. Pág. 159).

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Las instituciones disciplinarías han secretado una maquinaria de control que ha funcionado

como un microscopio de la conducta; las divisiones tenues y analíticas que han realizado han

llegado a formar, en torno de los hombres, un aparato de observación, de registro y de

encauzamiento de la conducta (Foucault, 2008. Pág. 203).

Muchos procedimientos disciplinarios existían desde largo tiempo atrás, en los conventos,

en los ejércitos, también en los talleres, aunque las disciplinas han llegado a ser en el

trascurso de los siglos XVII y XVIII unas fórmulas generales de dominación, diferente de la

esclavitud, puesto que no se fundan sobre una relación de apropiación de los cuerpos, es

incluso elegancia de la disciplina prescindir de esa relación costosa y violenta obteniendo

efecto de utilidad tan grande por lo menos (Foucault, 2008. Pág. 159).

La disciplina procede a la distribución de los individuos en el espacio, para ellos emplea

varias técnicas; la clausura, especificación de un lugar heterogéneo a todos los demás y

cerrado sobre sí mismo, ejemplos; colegios con el modelo de “convento”, cuarteles, talleres

manufactureros, la localización elemental; a cada individuo su lugar, porque se trata de saber

dónde y cómo encontrar a los individuos, el poder en cada instante de vigilar la conducta de

cada cual, apreciarla, sancionarla, medir las cualidades, la disciplina organiza el espacio

analítico, el espacio celular (Foucault, 2008. Pág. 164)..

Los emplazamientos funcionales, se trata a la vez de distribuir a los individuos en un

espacio en el que es posible aislarlos y localizarlos; pero también de articular esta

distribución sobre un aparato de producción que tiene exigencias propias, hacer espacios

útiles, ejemplos en hospitales militares y navales (para la vigilancia médica de enfermedades

y de contagios) (Foucault, 2008. Pág. 164).

El rango, la unidad aquí no es pues ni el territorio (unidad de dominación), ni el lugar

(unidad de residencia), sino el rango: el lugar que se ocupa en una clasificación. Así y en

estos alineamientos obligatorios, cada alumno de acuerdo a su edad, a sus adelantos y a su

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conducta, ocupa un orden determinado, un rango. Movimiento perpetuo en el que los

individuos sustituyen unos a otros en un espacio ritmado por intervalos alineados. Ejemplo: el

“rango”, en el S XVIII, comienza a definir la gran forma de distribución de los individuos en

el orden escolar: hileras de alumnos en clase, en los pasillos y los estudios; alineamiento de

los grupos de edad unos a continuación de los otros; sucesión de las materias enseñadas

según un orden de dificultad creciente(Foucault, 2008. Pág. 164).

La primera de las grandes operaciones de la disciplina es pues la constitución de "cuadros

vivos" que transforman las multitudes confusas, inútiles o peligrosas, en multiplicidades

ordenadas. El cuadro en el S XVIII es una técnica de poder y un procedimiento de saber.

Se trata de organizar lo múltiple. Permite a la vez la caracterización del individuo como

individuo, y la ordenación de una multiplicidad dada. Es condición primera para el control y

el uso de un conjunto de elementos distintos: la base para una microfísica de un poder celular

(Foucault, 2008. Pág. 164).

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REFLEXIÓN SOBRE LA SIGUIENTE FRASE:

“El poder es obicuo, lábil y está presente en cada intersticio del entramado social”,

Considero que, Michel Foucault nos devela que tanto los Estados, como los grupos más

poderosos detentan el poder, aunque como bien explica el autor en el estudio de esta

microfísica que; el poder que en ella se ejerce no se conciba como una propiedad, sino como

una estrategia, que sus efectos de dominación no sean atribuidos a una "apropiación", sino a

unas disposiciones, a unas maniobras, a unas tácticas, a unas técnicas, a unos

funcionamientos; que se descifre en él una red de relaciones siempre tensas, siempre en

actividad más que un privilegio que se podría detentar (Foucault. 2014. Pág. 18), quiere

darnos cuenta en otras palabras, que el poder también se ejerce en instituciones, espacios

productivos, organizaciones políticas, vínculos familiares, lazos íntimos.

El verdadero objetivo de la reforma, la reforma que se estableció durante la modernidad, el

paso del castigo del suplicio a la prisión, no fue tanto fundar un nuevo derecho de castigar a

partir de principios más equitativos, sino establecer una nueva "economía" del poder de

castigar, asegurar una mejor distribución de este poder, hacer que no esté ni demasiado

concentrado en algunos puntos privilegiados, ni demasiado dividido entre unas instancias que

se oponen: que esté repartido en circuitos homogéneos susceptibles de ejercerse en todas

partes, de manera continua, y hasta el grano más fino del cuerpo social.

Sin lugar a dudas Foucault nos hace reflexionar sobre qué lugar ocupamos en el mundo,

invitándonos a pensar que, en realidad somos una pequeña pieza de un enorme sistema de

engranajes y que el poder se vislumbra en cada espacio, en cada intersticio de nuestra

sociedad, que el poder no se tiene sino que se ejerce, no debemos desconocer que todo y

todas podemos ejercer cierto poder, la pregunta que me surge luego de la lectura y la

reflexión ¿cuál sería la mejor formar de ejercer el poder que cada uno/a tiene en los diversos

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vínculos que formamos, en nuestros vínculos profesionales, en nuestros vínculos afectivos?,

entendiendo que todos/as disponemos de poder.

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