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futuro, a lo que pudiese pasar. Y que por tanto se disparase el número de enfermedades
psíquicas asociadas a semejante contexto: ataques nerviosos, depresiones, neurosis, etc. Y,
ciertamente, estos trastornos se dieron especialmente en los países bajo un régimen
totalitario.
En la actualidad estamos en un mundo de infelicidad, donde todo parece que no tiene sentido
pero en medio de esto todos buscamos y deseamos la felicidad, los acontecimientos que la
vida nos presenta en día a día, que se presenta cotidianamente
Infelicidad y deseo
(Ensayo)
La frágil felicidad,
vive esclava del deseo;
si no se cumple, lo veo…
será tu infelicidad.
Leyendo un poco acerca de moral y filosofía moral o ética, y sobre el principal factor de
las frustraciones del hombre… “el deseo”; y que es causante también de sus grandes
progresos, obliga su análisis, desde la esfera holística o espiritual.
Es fácil comprender que en una sociedad de consumo como la nuestra, donde se fomenta
la competividad y la mayor posesión de los bienes materiales y goces sexuales, el no
culminar sus deseos frustra y genera infelicidad en el individuo; por ello el que no tiene
deseos o tiene completo dominio sobre ellos, es un hombre emancipado, libre y muy
difícil de someter a los diversos y múltiples intereses grupales o de conveniencia.
Si usted no consigue la pareja que desea, será infeliz; si usted no alcanza el status social
que pretende, será infeliz; si usted no logra los bienes materiales que desea, estará
frustrado y será sumamente infeliz; su frágil felicidad dependerá de bienes y valores
superficiales, materiales e intranscendentes, usted será en equivalencia, una pobre hoja
en el árbol, movida por los vientos, menor o mayormente rico y poderoso, pero al garete
espiritualmente. Pero además el deseo es propiciador de otros vicios… la envidia, los
celos, la codicia y la infelicidad, entre otros.
Así, otro iluminado sentenció: “La envidia, es causada por ver a otros gozar de lo que
deseamos; los celos, por ver a otros poseer lo que quisiéramos poseer nosotros”. Diógenes
Laercio, historiador griego.
En nuestra mano está entonces moderar nuestros inclementes deseos; y ser más sabios e
independientes espiritualmente; los bienes materiales y las glorias terrenas son artificios
vanos; que si no los sabemos controlar, nos harán en extremo infelices –a nosotros y a los
nuestros-.