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Hoy por hoy se hace más visible la desigualdad que se vivencia en diferentes lugares del
mundo y que por ende éste factor ha ido tomando un lugar central en los lineamientos
políticos de las agendas de los organismos nacionales e internacionales como problema
que debe ser atendido a la hora de pensar la política social en América Latina. Por lo tanto,
se quiere dar afirmar que es probable que existan lineamientos políticos de aquellas
instituciones que inciden en las decisiones que los gobiernos toman a escala nacional y,
que el denominado “problema de la desigualdad” constituye una nueva noción articuladora
para orientar dichas intervenciones.
En este sentido, si bien anteriormente la desigualdad era identificada como el resultado que
generaba la focalización de las políticas en los grupos considerados más vulnerables, la
cuestión por ser resuelta era la pobreza y, no la propia desigualdad (Minteguiaga, 2009, p.
51).
Actualmente la desigualdad social y económica está creciendo de tal manera que los ricos
y los súper-ricos se han “comido la mayor parte del pastel económico”, tanto así que
mientras existe en el mundo seres humanos sufriendo pobreza, desigualdad y
enfermedades, los ciudadanos más ricos no pueden estar seguros de su inocencia moral.
Si nos basamos en la nueva desigualdad social que se presenta, nos damos cuenta que La
crisis de la relación asalariada, traducida en un incremento de los niveles del desempleo y
subempleo, ha provocado que la mercantilización de los servicios sociales se instalara en
las agendas de los gobiernos neoliberales (Castel, 2001a:37-48), provocando la pérdida del
carácter universal de los derechos sociales (Castel, 1997b).
En ese sentido, la nueva desigualdad social forma parte del proceso de acumulación
capitalista, guiado por los imperativos de la privatización y desregulación de la acción
estatal en la esfera del bienestar colectivo (Paugam, 2000); además, de ser una forma de
construir una nueva subordinación del trabajo a las necesidades del capital, pero sin costos
que le pudiera representar la realización material de los derechos sociales (Castel,
2001a:42).
según datos del Banco Mundial, Colombia se clasifica como una de las naciones más
desiguales del mundo y la segunda de América Latina, donde la mayoritaria población
desfavorecida debe hacer diariamente lo indecible para poder alcanzar un magro sustento,
de la misma manera se dice que el desempleo en Colombia se sitúa en el 9,1 %, según
datos del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE).
Cifras del DANE En ocho departamentos del país se concentra el mayor número de
población afrocolombiana, de los cuales el 61 por ciento vive en condiciones de pobreza,
revela las cifras del DANE.
El PNUD estudió las condiciones de la población afro, que representa más del 10 por ciento
de la población. Persisten las brechas de desigualdad.
Un nuevo informe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) señaló
los rasgos y condiciones sociales de la población afrodescendiente, estimada en el 10,6 por
ciento del total del país, unos 4,3 millones de personas.
El estudio, titulado “Los afrocolombianos frente a los objetivos de desarrollo del milenio”,
advierte que muchos afros pueden inclinarse a no autorreconocerse como tal, generando
un subregistro en los datos censales. Según el PNUD, los afrocolombianos podrían llegar
a ser entre el 15% y el 20% de la población.
El 2011 fue declarado por Naciones Unidas como el Año Internacional de los
Afrodescendientes, motivo por el cual el PNUD investigó sobre la situación de esta
población en relación con los objetivos de desarrollo del milenio.
Respuestas del gobierno nacional (El presidente Juan Manuel Santos) ante esta
problemática anunció la creación de un observatorio de la discriminación racial que va a
monitorear los casos y va ayudar a tomar medidas. En segundo lugar, decidió sancionar la
ley contra la discriminación. Tercero, presentó la estrategia Afrounidos, una red para luchar
contra la pobreza extrema y fortalecer la organización de las comunidades afrocolombianas.
Teniendo en cuenta que las condiciones de pobreza vienen dadas, por no tener lo necesario
para vivir dignamente con acceso a los servicios sociales de calidad, tales como salud,
seguridad social, educación, vivienda y el poco acceso a recursos productivos tierra, capital
y tecnología.
Por otra parte, la pobreza extrema ocurre cuando el ingreso mensual per cápita de un hogar
se sitúa por debajo de la línea de indigencia (pobreza extrema) monetaria de 116.330
pesos.
Según Guajira 360° estas cifras presentadas hacen más difícil el cumplimiento del primer
postulad o de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, donde se establece que para el 2030
se le debe poner fin a la pobreza en todas sus manifestaciones en el mundo.
En cuanto a las mediciones de desigualdad social realizadas por el DANE Riohacha, como
referente del departamento de La Guajira, se ubicó para ese mismo año en 0.524, en ese
sentido señala que, aunque muy despacio, Colombia ha venido avanzando en la reducción
de las brechas sociales de ingreso.