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Cuando hablamos de legitimar, nos referimos a volver legitimo algo que no lo era, esta es
una de las medidas en que muchos de los gobiernos han logrado ciertos cambios,
pudiéndose llamar autócratas disfrazados de demócratas, existe algo que todos los seres
humanos pertenecientes a un país exigimos y es la participación en todo los procesos de
gobierno que vayan en búsqueda del bienestar común, pero hay un problema latente en casi
todos los países, por no decir todos, que aunque exista un nivel de desarrollo alto, con un
índice de igualdad alto y todo aquello que haga a un país con una amplia visión de
gobernabilidad presente, la desigualdad sigue y seguirá de manera inevitable para los
ciudadanos, no es un problema de país solamente, es un problema mundial, obviamente hay
lugares donde este flagelo se da de manera extremada.
America latina es un conjunto de países que a lo largo de la historia ha sido y es uno de los
continentes mas vulnerables y que ha padecido de esta coyuntura social en retraso, pues que
solo lograría salir por medio de políticas publicas y sociales que promuevan la participación
y la aplicación de los derechos sociales e individuales, pero existe una palabra que hace
alusión y marca la diferencia “que se apliquen de manera contundente, real, verídica e
inapelabre” que no solo quede plasmado en papeles sin efecto.
La transparencia es uno de los factores que incidirían para lograr credibilidad en los
gobiernos, ya que son ellos quienes generan los espacios, los medios y las oportunidades
para que un país genere desarrollo, en Guatemala existen organizaciones quienes son los
que toman decisiones a favor de ellos mismos, son grupos sectoriales con mayor egemonia
en nuestro país guatemalteco, pocas extenciones de tierra en poder de muchos y grandes
cantidades de tierras distribuidas en pocas familias, que se aprovechan y vulneras los
derechos sociales, es este grupo selecto de familias que poseen el mayor poder económico
en el país a lo largo de la historia, muchos de ellos dándose desde la conquista española en
nuestro país y que cuando eso se dio, solo hubo abusos, muerte, esclavismo,
aprovechamiento de tierras y todos esos factores que lograron en lo que hoy en día
conocemos como desigualdad social entre grupos específicos y que hasta el momento no
existe y no se busca un cambio para eliminar esta problemática social.
Si bien es cierto existen demasiados retos para acabar con esta debilidad social y
coyuntural, algunos países como cuba, Venezuela, etc., han intentado cambiar este sistema
político, económico y social, pero aun falta mucho para lograr este sistema de igualdad,
requiere de una serie de acciones, cambios y aplicación de las leyes, normas y políticas que
serán el timon principal para generar un nueva ruta social de igualdad y equidad.
En muchos casos es el mismo gobierno quien no quiere dicho cambio, poeque existe una
serie de arreglos políticos internos de un grupo selecto, es el mismo gobierno quien
obstruye la generación de un derecho de estado genuino, a través de represión y acciones
que perjudican la aplicación de la gobernabilidad. Los limites para lograr un cambio son
muchos, pero las razones para buscar, generar, pretender o alcanzar una igualdad genuina
entre cuidadanos son aun mas y con mas convicción.
Aunque está más allá del alcance de este artículo plantear soluciones específicas, brevemente se
esbozarán tres posibles puntos de partida. Uno de ellos es la inversión de más recursos en la
aplicación efectiva de la ley y los procesos judiciales, incluida una reforma legal. Como
correctamente lo planteara Marshall, los derechos civiles son esenciales para los derechos
políticos reales de la ciudadanía (sin mencionar los derechos sociales). Irónicamente, la defensa
que hace Marshall de las oficinas de los defensores públicos para asegurar a las personas
desposeídas el acceso al sistema legal como la última etapa en el desarrollo de los derechos
sociales, es particularmente relevante en América Latina hoy, donde los derechos sociales tienen
mucho camino por recorrer antes de poder siquiera empezar a competir con los de la Gran
Bretaña de la post guerra.
Finalmente, el estado tiene un importante papel que desempeñar. En primera instancia, los
derechos sociales y civiles de la ciudadanía requerirán reformas (a veces bastante sustanciales) de
las instituciones del Estado. Más allá de eso, el Estado podría tener un papel brindando asistencia
material y técnica a grupos emergentes dentro de la sociedad civil. La tentación de utilizar esos
recursos para beneficio partidario obviamente constituye un peligro real, pero las democracias
occidentales incluida la Gran Bretaña de Marshall han desarrollado mecanismos para asegurar una
cierta imparcialidad. En términos más generales, la participación del Estado tendrá que permitir un
nivel de autonomía mucho mayor por parte de las organizaciones societales de lo que fue el caso
en Latinoamérica en el pasado si quiere tener éxito. (Schmitter, 1998, and Oxhorn, 1998a).
Los retos son claramente bastante considerables, especialmente si se toma en cuenta la fragilidad
de muchos regímenes democráticos nuevos. Sin embargo, dado lo que está en juego, no se
pueden ignorar.