A los pies del Maestro… Mc 1, 40-45
En el v. 39 podemos leer que Jesús sale a recorrer toda
Galilea, predicando en las sinagogas y expulsando los demo-
nios. Recordemos que Jesús ha iniciado la jornada al salir de
madrugada a orar (v. 35). Luego escapa al reconocimiento,
quizá a la adulación de la gente, para salvar la misión que el
Padre Dios le ha encomendado, pues pudo haber elegido que-
darse con el reconocimiento de la gente y abandonar lo que
hará que su vida tenga la máxima expresión de ser.
En el recorrido por Galilea, se le acerca un leproso. Aho-
ra contemplemos su figura. No es sólo la lepra lo que presenta
ante Jesús. También es la marginación que sufre porque debe
vivir en las afueras de la ciudad, el corazón destrozado por la
imposibilidad de construir un proyecto de vida, la soledad cal-
cinante, la humillación e indiferencia de la gente. “Si quieres,
puedes limpiarme” es el clamor de quien no ha sabido rendir-
se y cuya esperanza se encuentra en la mínima expresión.
No sabe qué respuesta podrá recibir pero se arriesga a
ser rechazado una vez más, no hay nada que perder. Lleno de
valor, el leproso se acerca a Jesús y de rodillas suplica. Es la
actitud de una persona que aprovecha cada oportunidad de la
vida para escabullirse de la cadenas de la muerte, del fracaso.
No sabemos a qué otras personas o lugares más acudiría, pero
el encuentro con Jesús fue determinante, fue la respuesta. La
lepra quedó como una anécdota más de la vida, y una alegría
incontenible le hace gritar para comunicar la extraordinaria
experiencia del encuentro con Jesús.
Nuestra disciplina de oración, es la disposición del cora-
zón que espera con certeza en la acción del Espíritu Santo,
promesa del Padre en el nombre de Jesús (Jn 14, 26). Como el
leproso, es escabullirnos de las cadenas de la muerte para
presentarnos tal cual somos ante Jesús. Lejos de dejarnos fas-
cinar por la inmediatez del milagro, en el tiempo del Espíritu
Santo, somos enseñados a descubrir que en el encuentro pe-
renne con Jesús, se va desplegando un fuerza poderosa desde
el interior del corazón. Es la fuerza que va transformando las
situaciones por la cual somos marginados y las limitaciones
por la cual somos señalados.
Grupo de Meditación Cristiana
Todos los viernes
5:00 pm a 6:00 pm (Grupo 1) - 7:15 pm a 8:15 pm (Grupo 2)
“Tenemos que aprender a conformarnos con repetir
[nuestra palabra sagrada]. Olvídense de todas las nociones
de progreso, olvídense de la iluminación y de la intuición,
olvídense de sí mismo y repitan la [palabra sagrada]. Esto
es libertad de Espíritu. Creo que todos sabemos en lo pro-
fundo de nuestro ser, que somos llamados a la libertad,
que tenemos ésta capacidad para la libertad; y somos
conscientes de que no podremos vivir nuestras vidas ple-
namente, si vivimos siempre atrapados por lo trivial o ab-
sorbidos por las cosas pasajeras. Cuando pensamos en la
libertad, tendemos en pensar en la libertad de poder hacer
lo que queremos. Ciertamente, éste es un elemento impor-
tante en toda la vida humana. Sin embargo, la libertad de
Espíritu de la que habla el Nuevo Testamento no es simple-
mente la libertad de hacer. Es, por sobre todo, la libertad
de ser, de ser quienes somos, ser uno: todas nuestras po-
tencialidades unidas en una armonía personal profunda”
Main, John. Silencio y quietud para cada día del año . Paul Harris (Editor).
Buenos Aires: Editorial Bonum, 2013, 95.
Me contaron que el Señor iba a pasar
y que había la oportunidad de la vista recobrar.
Me dijeron que tenías poder,
para resucitar y hacer al paralítico andar.
Renació dentro de mí, la fe,
que hace mucho no tenía. Jesus hijo de David
Yo sentí mi corazón, arder Tony Allison
y grité a Señor, respóndeme.
Jesús Hijo de David, me cura,
es el Santo de Israel.
Contigo toda tempestad se calma
el Señor miró mi fe.
Lugar: Capilla del Santísimo
(al lado del despacho parroquial San Juan Eudes)
Carrera 73 # 83-00 Minuto de Dios - Bogotá / Tel: 2246379 – 4370830
Parroquia San Juan Eudes Minuto de Dios
 A los pies del Maestro… Mc 1, 40-45
En el v. 39 podemos leer que Jesús sale a recorrer toda
Galilea, predicando en las sinagogas y expulsando los demo-
nios. Recordemos que Jesús ha iniciado la jornada al salir de
madrugada a orar (v. 35). Luego escapa al reconocimiento,
quizá a la adulación de la gente, para salvar la misión que el
Padre Dios le ha encomendado, pues pudo haber elegido que-
darse con el reconocimiento de la gente y abandonar lo que
hará que su vida tenga la máxima expresión de ser.
En el recorrido por Galilea, se le acerca un leproso. Aho-
ra contemplemos su figura. No es sólo la lepra lo que presenta
ante Jesús. También es la marginación que sufre porque debe
vivir en las afueras de la ciudad, el corazón destrozado por la
imposibilidad de construir un proyecto de vida, la soledad cal-
cinante, la humillación e indiferencia de la gente. “Si quieres,
puedes limpiarme” es el clamor de quien no ha sabido rendir-
se y cuya esperanza se encuentra en la mínima expresión.
No sabe qué respuesta podrá recibir pero se arriesga a
ser rechazado una vez más, no hay nada que perder. Lleno de
valor, el leproso se acerca a Jesús y de rodillas suplica. Es la
actitud de una persona que aprovecha cada oportunidad de la
vida para escabullirse de la cadenas de la muerte, del fracaso.
No sabemos a qué otras personas o lugares más acudiría, pero
el encuentro con Jesús fue determinante, fue la respuesta. La
lepra quedó como una anécdota más de la vida, y una alegría
incontenible le hace gritar para comunicar la extraordinaria
experiencia del encuentro con Jesús.
Nuestra disciplina de oración, es la disposición del cora-
zón que espera con certeza en la acción del Espíritu Santo,
promesa del Padre en el nombre de Jesús (Jn 14, 26). Como el
leproso, es escabullirnos de las cadenas de la muerte para
presentarnos tal cual somos ante Jesús. Lejos de dejarnos fas-
cinar por la inmediatez del milagro, en el tiempo del Espíritu
Santo, somos enseñados a descubrir que en el encuentro pe-
renne con Jesús, se va desplegando un fuerza poderosa desde
el interior del corazón. Es la fuerza que va transformando las
situaciones por la cual somos marginados y las limitaciones
por la cual somos señalados.
Grupo de Meditación Cristiana
Todos los viernes
5:00 pm a 6:00 pm (Grupo 1) - 7:15 pm a 8:15 pm (Grupo 2)
“Tenemos que aprender a conformarnos con repetir
[nuestra palabra sagrada]. Olvídense de todas las nociones
de progreso, olvídense de la iluminación y de la intuición,
olvídense de sí mismo y repitan la [palabra sagrada]. Esto
es libertad de Espíritu. Creo que todos sabemos en lo pro-
fundo de nuestro ser, que somos llamados a la libertad,
que tenemos ésta capacidad para la libertad; y somos
conscientes de que no podremos vivir nuestras vidas ple-
namente, si vivimos siempre atrapados por lo trivial o ab-
sorbidos por las cosas pasajeras. Cuando pensamos en la
libertad, tendemos en pensar en la libertad de poder hacer
lo que queremos. Ciertamente, éste es un elemento impor-
tante en toda la vida humana. Sin embargo, la libertad de
Espíritu de la que habla el Nuevo Testamento no es simple-
mente la libertad de hacer. Es, por sobre todo, la libertad
de ser, de ser quienes somos, ser uno: todas nuestras po-
tencialidades unidas en una armonía personal profunda”
Main, John. Silencio y quietud para cada día del año . Paul Harris (Editor).
Buenos Aires: Editorial Bonum, 2013, 95.
Me contaron que el Señor iba a pasar
y que había la oportunidad de la vista recobrar.
Me dijeron que tenías poder,
para resucitar y hacer al paralítico andar.
Renació dentro de mí, la fe,
que hace mucho no tenía. Jesus hijo de David
Yo sentí mi corazón, arder Tony Allysson
y grité a Señor, respóndeme.
Jesús Hijo de David, me cura,
es el Santo de Israel.
Contigo toda tempestad se calma
el Señor miró mi fe.
Lugar: Capilla del Santísimo
(al lado del despacho parroquial San Juan Eudes)
Carrera 73 # 83-00 Minuto de Dios - Bogotá / Tel: 2246379 – 4370830
Parroquia San Juan Eudes Minuto de Dios