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Embarazo en la adolescencia

La OMS (Organización Mundial de la Salud) define la adolescencia como la


etapa de la vida humana comprendida entre los diez y los diecinueve años.
Las estadísticas revelan que la edad más aconsejable para ser madre es entre
los 20 y los 35 años, ya que esta franja de edad conlleva menos riesgos para
la salud de la madre y del hijo.

El embarazo en la adolescencia se asocia a mayor riesgo de abortos, partos


pretérmino, niños nacidos con bajo peso para su edad gestacional, ingresos
en unidades de neonatología y muertes. Ni el cuerpo ni la mente de la
adolescente están preparados para asumir debidamente el peso de la
maternidad. Otros problemas asociados son los matrimonios forzados por los
padres sin duda bienintencionados pero con ideas trasnochadas (a menudo
porque piensan, equivocadamente, que de ese modo protegen mejor a la
madre y el bebé), niños dados en adopción, situaciones de desvalimiento
económico y social de la madre.

Reacciones emocional ante el embarazo en la adolescencia

Los estudios indican que la mayoría de las adolescentes que quedan


embarazadas no desean tener el bebé y que la nueva situación se convierte
en un trauma difícil de aceptar para ellas. No es de extrañar, porque
cualquier decisión que tomen acerca de su embarazo entraña problemas y
produce sentimientos conflictivos. Se ha comprobado que en muchas
adolescentes, el embarazo se acompaña de:

- Rechazo hacia el bebé. Son conscientes de su edad y de sus incapacidades


y no quieren tenerlo. Ese rechazo se acompaña de sentimientos de
culpabilidad, pérdida de autoestima, tristeza y depresión.

- Conflictos e incomunicación con la familia. A menudo, sobre todo en el


caso de niñas que desean salir del entorno familiar o que desean tener un
hijo para tener a alguien a quien querer, el mayor problema que surge es el
de comunicar el embarazo a los padres. Una vez comunicado, muchas
adolescentes tienen que enfrentarse a menudo a las reacciones negativas y
la falta de apoyo de los padres y a la incomprensión del entorno.

- Miedo e inseguridad ante la nueva situación. De pronto, la adolescente


siente que se salta una etapa de la vida sin vivirla y que se adentra en el
mundo de los adultos. Siente miedo e indefensión, y también frustración
porque por un lado sabe que no hay vuelta atrás y por otra piensa que no
va a ser capaz de cuidar del bebé.

- Miedo al rechazo social. La adolescente embarazada se siente juzgada y


criticada, y a menudo desarrolla sentimientos de retraimiento y busca el
aislamiento social.

Consecuencias físicas para la madre adolescente y el bebé

El embarazo y el parto en la adolescencia se consideran de alto riesgo. La


probabilidad de complicaciones es mayor cuanto menor es la edad de la
embarazada. También aumenta en casos de nutrición inadecuada, con
déficits de vitaminas y minerales que pueden afectar tanto a la madre como
al niño. El riesgo de parto prematuro y de bebés nacidos con bajo peso es
mayor en los embarazos de adolescentes, debido a la inmadurez hormonal
a esas edades y a que el útero no ha completado aún su desarrollo. Todo
ello aumenta la incidencia de complicaciones y traumas en el momento del
parto, como desgarros y/o hemorragias esto puede ocasionar la muerte
tanto de la madre como del bebe.

A su vez, los bebés nacidos con peso bajo para su edad gestacional tienen
mayor riesgo de problemas de salud durante los primeros meses de vida y
son más proclives que los de peso normal a sufrir trastornos del desarrollo.
Si la madre tiene menos de 15 años, el bebé tiene un 20 por ciento más de
probabilidades de nacer con malformaciones que los bebés de madres de
entre 20 y 35 años.
Consecuencias psicológicas del embarazo precoz

Muchos expertos consideran aún más preocupantes los factores


psicológicos, sociales y educacionales asociados a la maternidad
adolescente. Según las estadísticas, muchos de los hijos de madres
adolescentes acaban teniendo problemas de aprendizaje, comportamiento
e inserción social; necesidad de ayudas especiales; mayores tasas de
fracaso o retraso escolar; mayores probabilidades de acabar en la
delincuencia. Las causas no se han establecido plenamente, aunque muchos
expertos achacan los problemas a la falta de interacción madre-hijo, la
ausencia de la figura del padre o los problemas socioeconómicos asociados
a muchas maternidades tempranas.

El padre adolescente

El varón está aún menos preparado para la paternidad que la adolescente


para ser madre. Eso es especialmente cierto en culturas de países y zonas
deprimidas, en las que es frecuente la maternidad a edades tempranas y en
las que, a la vez, el varón se desentiende de su responsabilidad como padre y
el cuidado del bebé pasa a ser algo exclusivo de la madre.

Es cierto que algunos padres adolescentes intentan asumir su nuevo rol,


buscando trabajo para mantener a su familia, abandonando sus estudios y
retrasando sus proyectos a largo plazo. Los problemas son fáciles de prever:
baja o ninguna capacitación laboral a esa edad y escolaridad insuficiente para
conseguir trabajos con la suficiente remuneración como para atender a las
necesidades de la familia. El frecuente final de la historia es que acaba siendo
"adoptado" por la familia política o reubicado en su propia familia como un
hijo-padre, con roles difíciles de conciliar. Esta confusa situación contamina
muchas veces la relación de pareja y a menudo se hace necesario recabar la
ayuda de profesionales con experiencia en conflictos de pareja y paternidad
adolescente que les presten atención y ayuda.

Cómo prevenir el embarazo adolescente o precoz

La mejor forma de prevenir los embarazos adolescentes es a través de una


buena educación sexual, algo que debe comenzar en la familia. Ello incluye
informar los adolescentes de los cambios fisiológicos y psicológicos que se
producen en esa etapa de la vida, del despertar del deseo sexual , y
explicarles que es un hecho natural pero que es necesario aprender a regular
y controlar para que las consecuencias de un comportamiento irresponsable
no acabe afectando a toda la vida presente y futura del joven.

Sin duda, el papel de los padres es vital. La comunicación con los hijos debe
ser abierta, con libertad de preguntas y con respuestas basadas en la
sinceridad; con confianza, pero al mismo tiempo otorgando al tema la
trascendencia y el rigor que requiere. Del modo en que los padres enfoquen
y expliquen la sexualidad al hijo/a dependerá en gran parte la visión y las
actitudes que el hijo tendrá sobre la misma.

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