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RESÚMEN (RAE)
RAE No. 1
ASPECTOS FORMALES:
ASPECTOS DE INVESTIGACIÓN
DESCRIPCIÓN Esta primera parte del texto de Halliday presenta al lenguaje como un producto del
sistema social. El lenguaje, entendido como “potencial de significado”, además de
expresar la estructura social la simboliza activamente a la vez que crea el entorno
(contexto) propio.
Bernstein, Basil, 1971, Class, codes and control 1: theoretical studies towards a
sociology of language (socialización, Lenguaje y Educación Primarias), Londres,
Routledge & Kegan Paul.
Douglas, Mary, 1972, “El habla, la clase y Basil Bernstein” en The Listener,
Londres, 9 de marzo.
CONTENIDO (S) Esta primera parte del texto de Halliday se divide en seis apartados que son: el
lenguaje y el medio, perspectivas interorgánicas e intraorgánicas, un enfoque
funcional de la lengua y del desarrollo del lenguaje, lenguaje y estructura social,
lenguaje y situación, y registro.
Para Halliday es primordial ubicar el lenguaje como un producto del sistema
social. Partiendo de esta premisa es necesario estudiar el “medio” en el que se
desarrolla la lengua, entendiendo que el contexto y lo que un hablante enuncia a
través del lenguaje se determinan mutuamente, en otras palabras, la lengua es un
canal que posibilita la transmisión de los modelos de vida de una sociedad, ya que a
partir de la interacción el hablante aprende los modos de vivir, sentir y actuar típicos
de una cultura, es decir, se vuelve miembro de una comunidad y lo expresa y
transmite a través de la lengua. Este aprendizaje no se lleva a cabo desde de la
instrucción, es la experiencia acumulada del día a día en la que se desarrolla la vida
de un individuo (inmerso en los usos cotidianos del lenguaje), la que guía y regula
su conducta.
Teniendo en cuenta el postulado anterior, a Halliday le interesa el estudio del
lenguaje en términos interorgánicos. Sin desmeritar la importancia de los enfoques
intraorgánicos realizados desde el campo de la psicología, el autor aboga por una
postura que permita dar cuenta, principalmente, de cómo se presenta el
comportamiento del individuo en interacción con el medio; esto es, centrarse en el
estudio de la lengua como comportamiento. Desde esta perspectiva se establece que
el comportamiento lingüístico implica una forma de conocimiento, en tanto que todo
enunciado se presenta en un contexto determinado desde el cual los hablantes,
además de conocer la lengua en términos de reglas gramaticales, reconocen los
enunciados según el contexto de situación y saben cómo comportarse
lingüísticamente. Halliday, siguiendo el enfoque sociológico de Durkheim, propone
estudiar al individuo desde el exterior hacia el interior, de aquí que el rol ejercido
por este derive de su participación en el sistema social. Es por vía de la lengua que
el ser humano se vuelve miembro de una sociedad. En primera instancia, lo posibilita
para ingresar a un grupo (estructura simple de participantes) en donde, gracias a la
interacción lingüística en contextos específicos se configura como “persona” que
hace parte de una sociedad (conjunto de relaciones que define unos papeles sociales)
la cual moldea su “personalidad”, esto es, el papel social que desempeña.
Para abordar este proceso a partir del cual un individuo se convierte en ser social,
la pregunta que guía el trabajo de Halliday se centra en comprender ¿qué puede hacer
un individuo con la lengua? y ¿cuáles son las funciones que la lengua ha desarrollado
para servir? Para responder a esto, el autor plantea abordar el estudio del lenguaje
desde un enfoque funcional y sociológico donde lo central no son los procesos
mentales que confluyen en el desarrollo1 de la lengua sino los procesos sociales
(interorganismos). En ese sentido, aprender a hablar una lengua es dominar un
potencial de comportamiento que posibilitará el alcance de ciertos fines sociales.
Halliday plantea unas funciones del lenguaje que se van manifestando en el niño a
lo largo de su desarrollo y según las necesidades que el entorno le demande:
Instrumental, que satisface necesidades materiales; reguladora, que regula el
comportamiento de los demás; Interactiva, involucra a otras personas; Personal, que
identifica y manifiesta el “yo”; heurística, que sirve para explorar el mundo exterior
e interior; Imaginativa, que crea un mundo propio; Informativa, que comunica
nuevos informes.
En consecuencia, cada función básica del lenguaje establece un “potencial de
significado”. Para Halliday, el lenguaje codifica las posibilidades de acción de un
individuo (potencial de conducta) en la interacción con otros seres humanos y lo
transforma en lo que puede significar (potencial de significado) a través del sistema
semántico; el lenguaje codifica y estructura la experiencia en significados que un
1
el autor prefiere el término desarrollo al de adquisición pues el lenguaje no es una mercancía
hablante puede utilizar según sus necesidades. Ahora bien, la configuración del
“potencial de significado” de un hablante se establece desde el mismo desarrollo del
lenguaje, el cual se lleva a cabo en dos etapas: en la primera, el lenguaje refleja las
necesidades básicas por lo que requiere de las funciones más elementales
(instrumental, reguladora, interactiva); en la segunda etapa, el individuo alcanza la
expresión simbólica, por lo tanto, las funciones del lenguaje se encaminan a niveles
abstractos (heurística, imaginativa, etc.). En cada etapa, el papel de la cultura es
fundamental en la medida en que el individuo (niño) aprende la lengua (y su
correspondiente dialecto) mientras es socializado a través de ella, dicho en otras
palabras, la “personalidad” se establece a través de los patrones de comportamiento
y normas culturales que son mediados por la lengua. Algunas corrientes de
pensamiento asumen que los problemas de fracaso escolar se deben a un déficit en
el dialecto social que el niño ha aprendido (teoría del déficit), sin embargo, Halliday
se distancia de estas plateando que no hay dialectos socioculturales deficientes, sino
que cada uno de estos responde a unas funciones específicas que debe suplir, en ese
sentido, se introduce la categoría de diferencia que desde un enfoque funcionalista,
se refiere a la función que cumplen las distintas variaciones dialectales.
Siguiendo a Bernstein, Halliday reconoce la importancia del sistema de
relaciones sociales (estructura social) como factor que determina la configuración
cultural y lingüística, en tanto que «la estructura social genera diferentes formas o
códigos y esos códigos transmiten en esencia la cultura, limitando así la conducta»
(p. 37). Por tanto, los cambios en la estructura social generan “modas de habla” o
códigos lingüísticos, que hacen referencia no a las palabras ni estructuras
oracionales, sino a las clases de significado que un integrante de una sociedad asocia
a partir de las funciones del lenguaje que debe suplir. De aquí que, los patrones de
significado que surgen en contextos particulares son los que diferencian un código
de otro. Entonces, el niño es un hombre social en tanto que se forma en la sociedad
y más específicamente en un área (contexto) particular de ella, por lo tanto tenemos,
en el caso de la educación, mínimo dos tipos de contexto: el familiar y el educativo.
Desde esta perspectiva, el fracaso escolar no responde a capacidades mentales
innatas sino a una falta de concordancia entre distintos órdenes simbólicos de
“potencial de significado”, el del niño y el de la escuela. Se hace evidente que las
formas de relación social influyen en el tipo de opciones de significado que priman
en diferentes situaciones.
Teniendo claro que el lenguaje es “potencial de significado” que se configura a
partir de la interacción social, se deduce que este solo existe cuando funciona en un
medio, también llamado contexto de situación. En cada uno de esos contextos
situacionales se configuran unos tipos de situación (contextos de socialización
críticos en Bernstein) que se establecen según la función que el lenguaje cumple;
Bernstein reconoce cuatro contextos de socialización críticos: regulador, en el cual
al niño se le da la conciencia de las normas de orden moral y sus diversos apoyos;
de instrucción, desde el cual el niño aprende acerca de la naturaleza objetiva de las
cosas y personas, y adquiere habilidades; imaginativo o de innovación , donde se
alienta al niño a experimentar y recrear su mundo en sus términos propios;
interpersonal, en el cual al niño se le hace consciente de los estados afectivos propios
y ajenos. Así, en la escuela (contexto de situación) se necesita que el niño utilice el
lenguaje de manera determinada, en primera medida para aprender (tipo de
situación), sin embargo, aunque todo estudiante ha dominado el lenguaje, el tipo de
significado que puede prever según el contexto de situación varía con respecto al de
otro niño a partir del potencial de significado que ha construido la estructura social
de cada uno de ellos.
Finalmente, Halliday observa que los tipos de situación difieren entre sí a partir
de: las funciones que el lenguaje debe llevar a cabo, lo que realmente ocurre y los
participantes que intervienen. Esto determina tanto el espectro dentro del cual se
seleccionan los significados como las formas que se utilizan para su expresión, a lo
que Bernstein denomina registro. Dicha categoría permite estudiar la variación del
lenguaje según el tipo de situación y “qué factores de situación determinan qué
características lingüísticas”. Así, conociendo la situación y el contexto social en que
se lleva a cabo la interacción lingüística, se puede predecir los elementos del
lenguaje que se producirán.
CONCLUSIONES A partir del texto de Halliday se pude evidenciar el papel fundamental que juega la
estructura social y las diferentes relaciones sociales en la configuración del lenguaje,
y cómo el uso del lenguaje, a su vez, establece y transmite la estructura social.
El hombre es lo que la sociedad hace de él a través de la lengua.