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UNIVERSIDAD DISTRITAL FRANCISCO JOSÉ DE CALDAS

FACULTAD DE CIENCIAS Y EDUCACIÓN


PROYECTO CURRICULAR DE HUMANIDADES Y LENGUA CASTELLANA

RESÚMEN (RAE)
RAE No. 2

ASPECTOS FORMALES:
TIPO DE DOCUMENTO Libro

TIPO DE IMPRESIÓN Papel

ACCESO AL DOCUMENTO Halliday, M. (1982). El lenguaje como semiótica social. La


interpretación social del lenguaje y del significado. México
D.F.: Fondo de Cultura Económica.

TITULO Cap. 3. Aspectos sociológicos del cambio semántico

AUTOR DEL RAE Hamer Becerra Franco

ASPECTOS DE INVESTIGACIÓN

PALABRAS Texto, Situación, Registro, Variación, Código, Sistema semántico, Funciones,


CLAVES Estructura social

DESCRIPCIÓN En este apartado, Halliday plantea la pregunta, desde un enfoque funcional, en torno
a cómo se lleva a cabo el proceso de significación del texto (entendido como unidad
semántica) por parte de un individuo, para lo cual ubica a los factores situacionales
como aspectos generativos de este. De esta manera, a partir del contexto se pueden
prever los rasgos lingüísticos del texto y, a su vez, a través de los rasgos lingüísticos
es posible reconocer el tipo de situación. Esto adquiere importancia en la medida
que la estructura social (contexto) se establece como factor altamente determinante
del potencial de significado de los individuos.

FUENTES Se citan varias fuentes bibliográficas dentro de las que se destacan por su acceso en
español:
Berger, Peter L. y Kellner, Hansfried, 1970, “El matrimonio y la construcción de
la realidad”; en Hans Peter Dreitzel (comp.), Recent sociology 2: patterns of
communicative behavior, Nueva York, Macmillan.
Greimas, A. J., 1969, “Modelos teóricos en sociolingüística”, en Internartional
days of sociolinguistics.

CONTENIDO (S) En el tercer capítulo del libro, Halliday establece la relación entre las categorías de
texto, situación y registro. El autor observa que todo texto implica una situación en
la cual se desarrolla, por lo que su existencia sería imposible en condiciones de
aislamiento con respecto a una comunidad de hablantes. Bajo este panorama, el texto
debe ser entendido como texto en situación, en tanto que el proceso de
decodificación de este implica un encuentro entre participantes que intercambian
significados y reconocen entre sí ciertas posiciones y papeles que ubican al hablante-
oyente en una relación de dependencia con respecto del contexto situacional que
surge del sistema social. De esta manera se comprende que, a partir del contexto
cultural, situacional y/o verbal, una persona se encuentre capacitada para prever los
significados que la situación demanda, pues como integrante de una comunidad,
reconoce las “reglas para hablar” (Grimshaw), sabe cuando callar, qué puede decir,
a quién, etc. Halliday sentencia al respecto que un texto es significativo no porque
el participante del acto comunicativo ignore lo que se va a decir, sino precisamente
porque posee demasiada información contextual para predecir y saber qué se dirá.
Dentro de este marco, Halliday aborda la pregunta por el significado desde una
perspectiva que establece los factores de situación como aspectos generativos que
determinan el texto; y caracteriza la situación verbal a partir de un modelo tríadico
que comprende lo que él denomina campo, tenor y modo. Partiendo de estas
categorías es posible caracterizar en términos apropiados el contexto en el cual se
interactúa a partir de la utilización del lenguaje y, a su vez, se pueden especificar las
características lingüísticas por derivación de la situación. El campo hace referencia
a la clase de acción social que se está llevando a cabo y que funge como elemento
generador del texto, incluye las intenciones de los participantes además de abarcar
los factores situacionales ya sean prácticos o imaginarios, el escenario, el tema, etc.
El tenor enfatiza en la relación entre los participantes del acto comunicativo y cómo
se desarrolla el tipo de interacción, bien sea de carácter íntimo, formal, etc., a su vez,
permite ubicar el rol y estatus jerárquico de los participantes según la situación. Por
su parte, el modo da cuenta del medio usado como canal de comunicación, esto es,
la manera como el contenido es comunicado, ya sea hablado, escrito, improvisado,
etc. además permite reconocer el género. Pues bien, estas categorías permiten
predecir las normas semánticas que gobiernan las particularidades del texto y
constituyen el registro, que vendría a ser el uso de determinados rasgos lingüísticos
asociados a rasgos situacionales específicos.
Del mismo modo, Halliday propone un sistema semántico de tres componentes,
cada uno de los cuales se relaciona con una determinada categoría de la situación
verbal (campo, tenor, modo). Estos son: ideacional, interpersonal y textual. El
primero, también llamado conceptual, corresponde a la expresión del contenido, en
otras palabras, es el uso de la lengua para representar cosas, ideas, relaciones, bien
sean de carácter conceptual, esto es que represente el mundo físico, o de carácter
lógico, en tanto que represente el mundo interior abstracto, por lo tanto, se relaciona
directamente con la categoría de campo. El componente interpersonal hace
referencia al uso de la lengua para interactuar con otros, evidencia la expresión de
sentimientos según los roles sociales ejercidos por los participantes en la interacción,
y se manifiesta en la intención del hablante-oyente (persuadir, suplicar, ordenar, etc.)
a partir del uso de las palabras, la entonación y demás; se relaciona directamente con
el tenor. Por último, el componente textual se vincula con la categoría de modo, pues
da cuenta de los recursos que la lengua posee para crear textos.
Es significativa la importancia de la relación que se establece entre el acto
comunicativo y los factores de situación. Ahora bien, Halliday y otros autores
reconocen que estos últimos no son permanentes, por el contrario, varían
constantemente conduciendo a lo que se conoce como conmutación (cambio de
código realizado por el individuo). Para Gumperz, esta situación se debe a la
expresión de la jerarquía social, pues todo hablante ocupa una posición dentro de
ella que determina el potencial de códigos (repertorio verbal) al cual tiene acceso;
ahora bien, el contexto particular de situación (configurado a partir de unas
propiedades socio-jerárquicas) determina, a su vez, la selección que el hablante
realiza dentro de su repertorio con el fin de acomodarse a la intención comunicativa.
En otras palabras, aunque la situación determina el código que se selecciona, la
estructura social es la que establece el código que se domina. En consecuencia, desde
la postura del autor, las “series de opciones ordenadas que constituyen el sistema
lingüístico”, que se activan por las dimensiones de situación del campo, tenor y
modo, son reguladas por el código, el cual vendría a ser lo que el hablante-oyente
significa a partir de la situación verbal.
Para precisar cómo se accede a los códigos, el autor recoge los planteamientos de
Bernstein, quien observa que la estructura social se representa a través de la
interacción lingüística por vía del código. El acceso a las distintas variantes de este
se establece en el sistema de papeles familiares que pueden ser de dos tipos, a saber:
los sistemas posicional y personal. Mientras en el segundo se privilegian las
cualidades psicológicas del individuo, en el otro, el papel que desempeña un
miembro es, en gran parte, función de su lugar en la jerarquía familiar. Para
Bernstein, dentro del código existen dos variables, por un lado, se contraponen la
elaborada frente a la restringida, por el otro, la de orientación personal contra la de
orientación objetiva. Si bien “el proceso de socialización del niño exige cierto grado
de acceso a todas ellas […] parece ser que algunos tipos extremos de familia tienden
a limitar el acceso a ciertas partes del sistema de códigos en ciertos contextos
socializadores críticos” (p. 93). Con lo dicho hasta acá, queda claro que el código no
es una variedad del lenguaje, como lo son el dialecto y el registro, este es un concepto
de carácter abstracto que se encuentra por “encima” del sistema lingüístico, se ubica
mas bien en el nivel semiótico, como orden simbólico del significado generado por
el sistema social; su función es agrupar las características semánticas de acuerdo con
el tipo de situación y transmitirlas a la cultura vía “los agentes socializadores
primarios de la familia, el grupo y la escuela”. Este proceso se realiza en el lenguaje
mediante el registro.
Para Halliday, el proceso por el cual un niño aprende su lengua posee tres fases,
a partir de las cuales este construye un potencial de significado o, en otras palabras,
su propio sistema semántico. Teniendo en cuenta el enfoque funcionalista, cada una
de estas responde a las funciones que el sistema cumple. En la primera fase, se
evidencia el desarrollo de una semiótica propia independiente del sistema adulto,
está caracterizada por las funciones más básicas según el tipo de situación
(instrumental, reguladora, interactiva, personal, heurística e imaginativa);
aproximadamente a los 18 meses de edad, el lenguaje que rodea al niño (el texto en
situación), viene a determinar su desarrollo lingüístico a partir de dos funciones
generalizadas, la pragmática que lo habilita para hacer, y la matética desde la cual
aprende, en esta fase se evidencia “el lenguaje como medio de reflexión sobre las
cosas, y como medio de acción sobre las cosas” (p.10); este proceso conduce a la
configuración de tres metafunciones, que son, precisamente, los componentes del
sistema semántico antes mencionados: interpersonal, ideacional y textual. Las dos
primeras se derivan de forma directa de las funciones pragmática y matética
respectivamente, la última hace posible crear el texto estructurado por referencia del
contexto en que se usa. Según la postura del autor, el texto es una unidad semántica
y debe entenderse como proyección o realización del potencial de significados por
vía del registro.
Llegados a este punto, el autor centra su atención en la variación y el cambio,
estableciendo la diferencia entre variedad, que se refiere a un estado (variedades
dialectales), y variación que debe entenderse como un proceso de movimiento entre
variedades, evidenciado a partir de las distintas condiciones sociolingüísticas. Para
Labov, el cambio lingüístico implica un vaivén entre las posiciones de la estructura
interna y la interacción con el sistema social, sin embargo, para este autor los
cambios se establecen en los niveles léxico-gramatical y fonológico más no tienen
repercusión en el nivel del significado. Por su parte, para Halliday, más próximo a
la postura de Bernstein, la variación semántica es un área que no puede dividirse
claramente entre los cambios internos del sistema y los condicionados socialmente.
Este plantea dos tipos de cambio semántico, el primero determinado por la
introducción de nuevos significados (a través de nuevo vocabulario) surgidos desde
una innovación técnica, suscitando que el lenguaje deba funcionar en nuevos marcos
y contextos de situación para los que previamente estaba inadaptado. El segundo tipo
de cambio, hace referencia a las modas de habla (estilos semánticos), y es que, en
consecuencia con lo anterior, la creación de significados nuevos no constituye
únicamente cambios en la materia (léxico-gramatical) sino que aborda
modificaciones que incluyen a los medios, géneros, participantes y relaciones que
conforman la situación, generando nuevos registros que configuran los componentes
funcionales del sistema semántico. De esta manera se comprende que el cambio
semántico se produce por medio de la estructura social, en tanto que la modificación
primordial se establece a partir del papel que juegan los participantes.
A diferencia de una semántica lógica (monosistémica), la semántica social,
abordada por el autor, es un polisistema en donde una serie de series de opciones de
significados se refieren a un contexto o tipo particular de situación. Ciertamente,
Halliday reconoce que la condición normal del sistema semántico es el cambio, pues
a partir de este se intercambia información social que se presenta en contextos
específicos. En cada uno de estos contextos sociales el hablante opera a partir de
unas redes de opciones de significados que configuran un sistema semántico, el cual
hace parte de una serie amplia de subsistemas que al proyectar o realizar el sistema
social vía el sistema léxico-gramatical se combinan para producir una imagen del
mundo coherente.
Si bien en el trabajo de Labov se evidencia cómo la jerarquía social actúa sobre
las variables fonológicas, para Halliday lo que estas muestran en realidad son
diferencias de carácter semántico, o “hábitos de significación regulados por un
código” que son transmitidos por una estructura social y familiar. Este abordaje lo
posibilita la teoría sociolingüística de Basil Bernstein, quien a partir de estudios en
torno al contexto educativo, observa que el fracaso escolar se vincula directamente
con la clase social. Para este autor, en el sistema educativo se evidencia una
incompatibilidad en las normas sociales entre los estudiantes pertenecientes a clase
baja y los de clase media reflejada en elementos lingüísticos, por lo cual desarrolla
una primera versión de la teoría del código, que divide en: amplio, entendido como
el lenguaje más verbalmente explícito e independiente del contexto, y que no hace
suposiciones respecto a la intención del oyente, y restringido que vendrían a ser las
formas más verbalmente implícitas, dependientes del contexto y socialmente
íntimas, en donde la intención del oyente se da por sentada, por lo que las respuestas
pueden basarse en normas comunalizadas. En este orden de ideas, si en el contexto
educativo se privilegia el código amplio, los estudiantes que solo tengan un dominio
parcial de este se encontrarán en desventaja. Ahora bien, ¿por qué un grupo de niños
dominaría más un tipo de código que otro grupo? Bernstein dirá que el acceso a los
códigos está regulado por la clase social que establece diferentes tipos de familia y
que, como se mencionó anteriormente, pueden privilegiar un sistema de carácter
posicional o personal a través de los “contextos socializadores críticos” o tipos de
situación de donde el niño deriva su información básica acerca del sistema social;
así “en un contexto determinado, por ejemplo, la regulación de la conducta del niño
por parte de los padres, [pueden] desplegarse varios subsistemas diferentes dentro
del sistema semántico; de allí que los “códigos” [puedan] considerarse como una
orientación diferencial hacia áreas de significado en situaciones sociales
determinadas”.

CATEGORIAS Y • Texto: Debe ser entendido como texto en situación. Es la unidad básica de
SUBCATEGORIAS la estructura semántica
RELEVANTES EN • Campo: Es la clase de acción social que se está llevando a cabo y que genera
EL TEMA. el texto. Es el contenido o área de interés de la situación.
• Tenor: Relación entre los participantes del acto comunicativo y el tipo de
interacción.
• Modo: Medio usado como canal de comunicación. Es la manera como el
contenido es comunicado.
• Sistema semántico: Es la proyección (codificación, realización) de algún
nivel de significado extralingüístico. Es una entrefase, entre el sistema
lingüístico y algún sistema simbólico de orden elevado. Se divide en tres
componentes:
▪ Ideacional: o conceptual, es la expresión del contenido; el uso de la
lengua para representar cosas, ideas, relaciones.
▪ Interpersonal: Uso de la lengua para interactuar con otros.
▪ Textual: Uso de los recursos que la lengua posee para crear textos.

CONCLUSIONES Se concluye que existen diferencias de clase social que se hacen evidentes en el
potencial de significado, sin embargo, lo importante de estas diferencias radica en
observar cómo se mantienen y transmiten, a lo que el autor dirá, siguiendo a
Bernstein, que este proceso se lleva a cabo en primera instancia por los papeles
ejercidos en la familia, luego el vecindario y posteriormente en el sistema educativo.
Este desarrollo a través de contextos y tipos de situación específicos posibilitan que
un individuo adquiera una personalidad dentro de un grupo de personas.
De lo anterior podemos decir que un individuo es “alguien que aprende a significar”,
en tanto que se desenvuelve en un contexto que posee una semiótica social, y de
donde adquiere la capacidad de dominar el sistema o red de significados que
constituyen la cultura con el fin de satisfacer las demandas que esta demanda.

COMENTARIO Este texto aporta en gran medida a comprender cómo se establecen las relaciones
entre los integrantes del contexto educativo (salón de clase), dando luces sobre
algunos factores que inciden en el rendimiento académico de los estudiantes, en tanto
que si los sistemas semióticos de estos entran en conflicto, pueden establecer
diferencias que asumirían un carácter jerárquico. Así, al interior del aula se podría
establecer una marcada relación de poder entre los integrantes que configurarían el
potencial de significado con el cual se desarrollan los sujetos.
En esta medida, reconocer los factores de la situación verbal (campo, tenor y modo)
y el sistema semántico (ideacional, interpersonal y textual) permitirá explorar, de
alguna manera, cuál es el potencial de significado que prevalece en el contexto y
tipo situacional de la escuela.

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