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La vida después de la muerte

La ciencia y la filosofía buscan explicar lo que pasa con nosotros cuando


morimos. La obsesión por una vida después de la muerte ha cautivado la
mente de la humanidad desde que su conciencia se percató del fin de sus
días. Para los vikingos, morir en batalla significaba viajar al Valhalla y ocupar
un lugar en la gran mesa donde otros guerreros brindaban cada noche con
su dios Odín, esperando el momento para enfrentar el final de los tiempos
en la batalla del Ragnarok. Egipcios, aztecas y otros gloriosos imperios de la
Antigüedad hicieron de la muerte una parte crucial de su cosmogonía, arte
y rituales, para que los fallecidos enfrentaran su viaje a la otra vida de
manera exitosa y su juicio ante los dioses fuera positivo.

En su intento por ofrecer respuestas convincentes para la principal inquietud


del ser humano, las distintas religiones y la ciencia aún se cuestionan: ¿qué
hay más allá de la muerte? Las promesas y respuestas hacia tan enigmática
pregunta son diversas. En la actualidad se han desarrollado teorías basadas
en investigaciones científicas o en disertaciones de índole filosófica o
metafísica para que dicho cuestionamiento sea resuelto lo más pronto
posible, lo cual —por desgracia— aún se antoja difícil. No hay una respuesta
acertada, pero sí explicaciones fascinantes en torno a ello:

Teorías científicas

El ser humano y los seres vivos en general estamos sujetos a un ciclo contínuo
de vida y muerte. Nacemos, crecemos, nos reproducimos y morimos.
Nuestra existencia es, en principio, algo efímero. Pero, ¿esto es realmente
así?
Numerosas creencias religiosas y filosofías proponen que no existe la muerte
como desaparición del organismo, sino que nos reencarnamos o que una
parte de nosotros (sea el alma o la conciencia) trasciende o se reencarna.

Las experiencias cercanas a la muerte: núcleo de las teorías que suponen la


existencia de una vida posterior al deceso
Gran parte de las hipótesis referidas a la existencia de la vida después de la
muerte surgen del estudio y análisis de las experiencias cercanas a la
muerte: situaciones en las que un sujeto ha estado clínicamente muerto
(funcionamiento encefálico incluido) durante un corto período de tiempo
pero al que finalmente se ha conseguido reanimar mediante diferentes
técnicas. Especialmente conocido es el estudio realizado por la Universidad
de Southampton al respecto, iniciado en 2008 y cuyos resultados se
publicaron en 2014.
El estudio reflejaba una gran cantidad de casos de experiencias cercanas
a la muerte en pacientes con paro cardíaco que estuvieron clínicamente
muertos pero a los que finalmente se consiguió reanimar. En gran parte de
estas experiencias y tras haber conseguido recuperar al paciente, parece
reflejarse que éste ha mantenido un hilo de conciencia durante todo el
proceso que provoca que incluso pueda llegar a relatar lo que estaba
sucediendo en la sala durante el período en que estaba clínicamente
muerto. También refieren sensaciones de flotación, de verse desde fuera del
cuerpo (y es desde esta situación desde la que suelen describir qué ocurría
mientras estaban muertos), sensación de enlentecimiento del tiempo y paz.
En algunos casos también relatan haberse entrado en un túnel de luz.
Hay que tener en cuenta que es cierto que el cerebro puede permanecer
vivo durante un breve espacio de tiempo tras el cese de la respiración y la
actividad cardíaca: nuestra conciencia y percepción no se desactiva
bruscamente, lo que podría hacer que aunque nuestras constantes fueran
incompatibles con la vida aún poseyeramos unos segundos o incluso
minutos de conciencia. Pero los estudios realizados por la Universidad de
Southampton señalan que en muchas de las experiencias cercanas a la
muerte el cerebro no tenía actividad durante el período relatado en
cuestión y que las descripciones ofrecidas por los pacientes eran muy
precisas a la hora de describir los objetos y situaciones que se dieron durante
su muerte.

Biocentrismo: hipótesis cuántica

Otra de las hipótesis científicas que barajan la posibilidad de la vida después


de la muerte es, según Robert Lanza, el biocentrismo, que se basa en la física
cuántica. De hecho, considera que la muerte es sólo un producto de la
conciencia, una ilusión. Esta teoría implica que no es el universo el que forma
la vida sino lo contrario, que la vida genera lo que consideramos la realidad.
Es nuestra conciencia la que da forma a lo que consideramos que es el
mundo, entre ellas la misma muerte. También el espacio y el tiempo.
Para apoyar esta teoría el autor tiene en cuenta los resultados de
experimentos de doble rendija, que manifiestan que una partícula puede
comportarse a la vez como partícula y como onda dependiendo de cómo
se observe. También se parte de aspectos como la percepción visual, que
puede cambiar si se alteran los receptores dedicados a ella.
El anteriormente citado autor tiene en cuenta la teoría física de la posible
existencia de universos múltiples. Teóricamente, nuestra muerte podría
suponer el viaje de nuestra conciencia a otra dimensión o universo. La vida
se considera algo contínuo de lo que no es posible salir.

Teoría de la Reducción Objetiva Orquestada


Esta teoría parte también de la física cuántica para considerar que la
conciencia no es más que información cuántica programada de forma
biológica en microtúbulos dentro de las neuronas. Tras el deceso dicha
información únicamente vuelve al universo. También se ha usado esta teoría
para intentar explicar las visiones que algunas personas parecen tener en
experiencias cercanas a la muerte.

La ecuación de Yuri Bérland


Yuri Bérland es un estudiante ruso que ha creado una ecuación matemática
en la que partiendo de la consideración de la vida como información y
estando vinculada con el tiempo, ofrece como resultado una constante. Ello
podría indicar, según dicho estudiante, que matemáticamente es posible
considerar la vida como algo constante y que por lo tanto no tiene un final,
si bien se trata de una hipótesis que aún no ha podido ser publicada

Hipótesis contraria a la existencia de vida tras la muerte

Una gran mayoría de la comunidad científica considera que la muerte es el


final, no existiendo pruebas de la existencia de nada más allá de ella. El
sustrato neuroanatómico que permite la consciencia es el cerebro, lo que
implica que tras el cese de su actividad está también deja de funcionar.
También se propone que las experiencias cercanas a la muerte y las
sensaciones que manifiestan quienes las sufren son normales y esperables
como consecuencia de las alteraciones biológicas producidas al momento
de morir: alteraciones en el temporal provocan efectos muy semejantes a
las citadas, la visión de luz o un túnel se asociaría al estrechamiento de la
consciencia y la dilatación pupilar propia de una persona en sus últimos
momentos y la captación de detalles puede deberse a la persistencia
durante unos segundos del funcionamiento cerebral mientras el organismo
deja de funcionar
Teorías filosóficas

Lo que ocurre tras la muerte es uno de los mayores misterios de la


humanidad, y lo que alimenta la mayoría de religiones de hecho. ¿Dónde
vamos? ¿Hay algo más? ¿Dónde va la conciencia? ¿Existe la
reencarnación?

Teoría del multiverso: la muerte es sólo una ilusión


Así es como piensa Robert Lanza, médico y director del Advanced Cell
Technology, quien sostiene que es la conciencia la que determina la vida y
que estamos condicionados por lo que se nos menciona como verdad para
la construcción de los patrones mentales. Para él, las dimensiones espacio-
temporales son meras construcciones del cerebro, incluyendo la muerte.
Asimismo da crédito a la existencia de los multiversos, por lo que no sólo la
muerte no existe para este científico, sino que hay miles de vidas
desperdigadas en infinitas posibilidades.

Solipsismo: sólo una persona existe

Los adeptos al solipsismo afirman que sólo existe una persona en el Universo
y que ella imagina todo lo que ve y ocurre a su alrededor. Está muy
apegada a la teoría anterior, en el sentido de que la mente es la que fabrica
la realidad y la muerte mediante su conciencia. Cuando la persona muere,
el universo entero deja de existir, pues su conciencia lo creó dando paso a
otro estado: el del universo espacio-temporal del Más Allá. Con el
nacimiento de otro individuo, formas diferentes de vida renacerían bajo su
conciencia y su capacidad para crear otros universos con leyes diferentes y
espacios propios.

Teoría del gran cerebro: serás expulsado tarde o temprano

Esta teoría afirma que el Universo es una especie de cerebro gigante y


nosotros formamos parte de una parte infinitesimal de la estructura del
mismo. Nuestra galaxia sería apenas una especie de mancha o conexión
de la compleja composición de este sistema. Tal y como pasa con el
cerebro humano, que a menudo desecha elementos inservibles, nuestra
muerte sería algo similar a ello: el fin de nuestra conciencia significaría ser
expulsado de ese gran cerebro y terminar nuestros días en una especie de
limbo.
Teoría de la Conciencia del Universo: la vuelta a los orígenes

Según los científicos Sir Roger Penrose y Stuart Hameroff, la conciencia


proviene de actividades cuánticas desde dentro de las células cerebrales.
Es decir, descargas de 20 vatios aproximadamente que nos permiten captar
la realidad a través de nuestro cerebro y darle forma a lo que los científicos
denominan como Conciencia Cósmica, la cual conecta a todas las formas
de vida. Al morir, la conciencia de los seres humanos regresaría a esa
Conciencia Cósmica con la posibilidad de regresar al mundo o quedarse
de manera indefinida en ese gran universo.

Teoría del Déjà Vu: la vida se repite una y otra vez


Nuestra existencia sería como un disco que cuando llega a su final se repite
una y otra vez. Nadie estaría consciente de esta repetición más que en los
déjà vu que a veces se experimentan y que serían como un recordatorio de
que la vida es un ciclo que lleva ocurriendo durante decenas o cientos o
miles de años sin alterarse más que en pequeños detalles. En realidad no
habría muerte; el Más Allá sería la vida misma con sus diferentes versiones de
sí misma.

Teoría del sueño: todo lo que ves es la imaginación de tu cuerpo inanimado

Sí, tal vez en este momento estés en un estado de suspensión animada


recostado en la camilla de un hospital, una nave espacial o un sitio que ni
siquiera puedes imaginar. Todo lo que estás haciendo en este momento, en
lo que tú llamas “realidad”, es un sueño y la muerte sería el despertar a tu
verdadera conciencia. Tal vez tu verdadero aspecto, las personas que te
rodean o el mundo en el que habitas no sea el de tus sueños. La misma teoría
señala que tal vez cabe la posibilidad de que cada uno de nosotros sea el
sueño de una conciencia superior que nos sueña de manera tan clara que
ha sido capaz de crear nuestras vidas.

Puede resultar frustrante que todavía no se sepa qué ocurre en realidad


cuando la vida termina y el cuerpo entra en el ciclo de la muerte. ¿Una
nada absoluta o un estado de conciencia diferente donde seguimos
aprendiendo para evolucionar cada vez más? Muchos filósofos han tejido
teorías al respecto, pero la respuesta es simple: todas son simples conjeturas
incapaces de explicar realmente qué ocurre cuando la vida llega a su fin.
Ni siquiera los relatos, en apariencia reales, de personas que afirman haber
visto lo que hay después de la muerte han podido esclarecer el más
enigmático misterio de la raza humana.
Según distintas religiones

Analizaremos las creencias de la religión cristiana, islámica, hindú, budista y


la atea. Y te sorprenderá descubrir que hay muchas diferencias entre ellas
y la de opciones en las que se puede creer.

1. Religión cristiana

El cristianismo es, entre sus diferentes variantes (católicos, anglicanos,


protestantes, testigos de Jehová, mormones, …), la religión más popular de
todo el mundo. Y las creencias sobre lo que ocurre después de la muerte
basadas en esta religión también son las más difundidas.

La más popular de todas es la resurrección, que puede darse en el cielo o


en el infierno. Esta teoría, basada en lo escrito en la Biblia, afirma que
dependiendo de las acciones que hayamos realizado en vida pasaremos
el resto de nuestra vida en el cielo (donde van las buenas personas) o en el
infierno (donde van aquellas no tan buenas).

El alma abandona el cuerpo físico de la Tierra y pasa a un nuevo plano en


alguna de esas dos tierras, permaneciendo allí toda la eternidad. Hay una
opción intermedia conocida como el purgatorio, en el que muchos
pecadores permanecen hasta que limpian todos sus pecados y acceden
finalmente al cielo.

Aun así hay diferentes variantes dentro de la propia religión cristiana. Por
ejemplo, los testigos de Jehová creen que el cuerpo resucita de nuevo en
la Tierra y no en el cielo ni en el infierno.

2. Religión islámica

El Islam tiene unas creencias, en cuanto a resolver la pregunta de «¿qué


hay después de la muerte?«, muy parecidas al cristianismo. Al igual que en
la anterior religión creen que hay un cielo y un infierno al cual va el espíritu
del fallecido.

Sin embargo, hay una diferencia importante con el cristianismo. Los


islamistas, aunque pueda sorprenderte, no son tan radicales en cuanto a ir
al infierno o al cielo. Si vas al infierno porque has sido una mala persona en
tu vida mortal, sigues teniendo la opción de acceder al cielo si te lo ganas
con tus acciones en esa «nueva vida».
En resumen, la creencia en el Islam es la resurrección con cierto grado de
«arrepentimiento».

3. Religiones hindúes y budistas

Los hindúes y los budistas desprecian al completo el cuerpo. De hecho,


como pudimos ver en el artículo de los rituales funerarios más extraños,
cuando la persona muere ni tan siquiera se lleva a cabo un entierro ni gran
ceremonia.

Para ellos cuando mueres directamente te reencarnas en un nuevo


cuerpo. Somos alma al 100% y este alma viaja de un cuerpo a otro
alcanzando más conocimiento y plenitud hasta que llega al máximo. En
ese momento, el alma se libera del cuerpo y vive libremente sin ataduras
terrenales.

Los budistas creen que siempre vivimos una vida física, solo que en diferentes
cuerpos y sin recordar qué hicimos en la anterior. En otras palabras, se podría
decir que creen que después de la muerte siempre hay vida.

4. Personas ateas

¿Y los ateos? Casi un 20% de la población mundial no cree en ninguna


religión, por lo que no se pueden «aferrar» a estas creencias. ¿Qué es lo que
creen estas personas? Pues de todo:

 Realidades paralelas: algunos piensan que siempre vivimos, aunque no sea


en la misma realidad. Hay diferentes realidades y alternativas a todo lo que
hacemos, por lo que en muchas estaremos vivos y en otras muertos. Nunca
morimos.
 Nihilistas y existencialistas: creen que la vida es lo único que hay. No hay
nada después de la muerte y la existencia se resume en los años que vivas
con tu cuerpo. Naciste como materia y morirás como materia.

Estas dos son las dos creencias más populares sobre qué hay después de la
muerte de los ateos. En general, se suelen sustentar en que, a pesar de que
saber que no hay nada tras la muerte sea negativo, eso les hace vivir la vida
más intensamente.

Tiene su lógica, ya que cuando a alguien le diagnostican una enfermedad


mortal y le dan un plazo de vida suelen reaccionar de alguna de esas dos
formas. O viven lo que les queda de vida como nunca lo han hecho o se
deprimen por pensar que no hay nada tras la muerte.
Pensadores de la historia

Si hay algo que inquieta a todo ser humano, aunque éste se niegue a
aceptarlo, es lo que sucede cuando dejamos de respirar, pensar, sentir.
Cuando nuestros órganos vitales dejan de funcionar y ya no hay actividad
cerebral. La muerte es lo único certero que tenemos. Por ello es que la idea
de la filosofía ante la muerte tiene múltiples concepciones

La muerte se ve de manera distinta dependiendo de la cultura. Hay quienes


afirman que no le temen, y cuando se llega a la vejez la anhelan y la reciben
con una sonrisa. Pero, ¿qué pasa después de morir o qué significa la muerte?
Estas preguntas intrigan a filósofos, quienes han debatido sobre todo el
significado de la vida y la muerte. Pues como dijo Séneca, nada es tan cierto
como la muerte; y San Agustín “todo es incierto; sólo la muerte es cierta”.

El filósofo alemán Martin Heidegger definió en Ser y tiempo la muerte como


algo que se presenta en el ahora de la vida del hombre. Para este filósofo lo
más recomendable es que los seres humanos acepten con conciencia y
libertad el camino hacia el final porque al morir el hombre “se asegura del
supremo poderío de su libertad cierta y temerosa para morir”. Entonces al
morir el hombre acepta su realización. El hombre “se asegura del supremo
poderío de su libertad cierta y temerosa para morir” en la muerte.

Jean-Paul Sartre dijo que “todo lo que existe nace sin razón, se prolonga en
la debilidad, y muere por casualidad”. Contrario a lo que Heidegger
afirmaba sobre que el hombre sólo alcanza la autenticidad con la muerte,
Sartre no lo veía a éste como un ser-para-la-muerte. Para Sartre lo más
seguro era que el hombre muriera antes de cumplir su tarea. Entonces la
muerte no sería más que “una aniquilación que en sí no es más que una de
mis posibilidades”.

Tomás de Aquino habló del mal que representaba la muerte, simplemente


por el hecho de que con ella se acaba la vida. “La más grande de las
desgracias humanas”, palabras claras sobre la visión que el principal
representante de la enseñanza escolástica tenía sobre la muerte.
Søren Kierkegaard criticaba aquellas imágenes que mostraban la muerte
como algo positivo, que utilizaban una luz para alumbrarla como si se tratara
de algo bello; esa imagen que muchos han presentado como si se tratara
de que el hombre cayera en un dulce sueño. Al igual que Kierkegaard,
Sciacca también mostró su descontento ante la imagen que el hombre
había creado de la muerte, lo que él llamo como “los disfraces de la muerte”.

El filósofo Michael de Montaigne retomó la frase de Cicerón para concluir


que debíamos acostumbrarnos a la muerte. “Dice Cicerón que el filosofar
no es otra cosa que prepararse para morir”, a esto añadió “Quitémosle lo
raro, acerquémosla a nosotros, acostumbrémonos a ella, no tengamos nada
tan a menudo en la cabeza como la muerte”.

Para Hegel, la muerte libera el espíritu que está encerrado en la naturaleza.


El hombre representa la muerte, la violencia sobre lo que existe para
dialécticamente realizar el espíritu.

Heráclito y Parménides diferenciaban lo caduco de lo permanente. Así, lo


caduco está sujeto al cambio mientras que lo espiritual es permanente. De
esta forma se habla del anhelo de muchos seres humanos que existe hacia
la plenitud inmortal. Pero para el hombre nietzscheano, la inmortalidad será
un fin que se busque con los propios medios y con lo que hay a su
disposición.

Si analizamos la postura de los filósofos ante la muerte, podemos


encontrarnos con argumentos encontrados; hay quienes la aceptan y otros
que la ven como el peor mal. Lo que es una realidad es que no hay manera
de evitarla y que en algún momento nos llegará a todos. ¿Vale la pena
preocuparnos por ella? O como decía Epicuro, para qué preocuparse de la
muerte si cuando el ser humano vive, ella no está presente; mientras que
cuando ella llega, él ya no está.

¿Tiene sentido preocuparse o deberíamos simplemente aceptarla? Aunque


si vemos la postura de los estoicos, la misma filosofía es “un comentario sobre
la muerte”. Así como Platón, en boca de Sócrates afirmó que la filosofía es
aprender a morir. A través de la filosofía aprendemos a separar el alma del
cuerpo; a entender que al morir el alma es la que perdura.

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