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l. INTRODUCCION
las mujeres, consideran que ellas no trabajan; pueden ser más o menos útiles en la
organización de tareas domésticas y desempefiar con mayor o menor eficiencia sus
tareas extrahogarefias, una de las cuales, es la importante tarea de vender hortalizas
en los mercados diarios de la ciudad del Cuzco. Ninguna de las dos cosas, sin
embargo, se considera "trabajo". Una de las consecuencias es que están descalifica-
das para acceder a las fuentes de poder. La posición de poder que ocupen dentro de
la familia (extensa o nuclear) la adquieren a través de su contraparte masculina(15).
La capacidad de trabajo, como es de esperar, también está incorporada en
la diferenciacion émica: "los indios no saben trabajar tan bien como los mistis" es
una afirmación aceptada entre los comuneros de Chitapampa. Combinando criterios
étnicos y de género, las mujeres indias serían las que menos capacidad de trabajo
tendrían. Incorporando en las definiciones locales los cambios regionales - en los
que, como veremos, la ciudad cobra importancia como fuente de poder económico
y prestigio político -la noción y valoración chitapampina del trabajo se ha transfor-
mado para incursionar en la esfera urbana: los "más" citadinos trabajan "mejor" que
los menos urbanizados, lo que además coincide con las redefiniciones de diferencia-
cion interétnica. De otro lado, en el discurso local sobre el género, las mujeres no
tendrían relaciones eficientes con la ciudad por su incapacidad para "trabaj ar",
manteniéndose, consecuentemente, como las "más indias" de la distribución comunal
de etnicidades.
El control, no sólo del trabajo y sus productos sino de la definición y
valoración local del mismo, es pues central en el marco de la estructura de poder
patriarcal: controlar las definiciones de trabajo es tan crucial como controlar el
proceso de trabajo y sus productos. Al redefinir la valoración del trabajo, la nueva
construcción de las diferencias étnicas ha afectado también la base de la estructura
patriarcal de Chitapampa que podría verse amenazada en un futuro no muy lejano
por un nuevo sistema patriarcal estructurado alrededor de los jóvenes migrantes sin
tierra. Los cambios en la valoración del trabajo han ocurrido junto con transforma-
ciones en la estructura de tenencia de la tierra como explicaré enseguida.
familias. Entre los demás propietarios se encontraban sus hermanos y parientes por
afinidad directos. Las alianzas podían reunir a cuñados y hacer, en cambio, que los
hermanos se enfrentaran unos a otros por la propiedad de la tierra, debido a un
peculiar sistema de herencias que privilegiaba a unos hijos y perjudicaba a otros. En
particular desventaja estaban las mujeres.
Cuadro N11 l
-1 ha. 50 .75ha.
1 a -2 ha. 7 1.00ha.
2 a -3 ha. 6 2.00ha.
más de 3ha. 3 6.00ha.
Total 66
Fuente: Mapa y censo de Chitapampa (Agosto de 1987), elaborados por Margarita Huayhua y Liliana
Sánchez.
muchos casos, sin embargo, las subordinaciones no se hacían efectivas puesto que
lo que en realidad tenía lugar era un acuerdo entre dos familias para intercambiar
parejas mixtas de hermanos. Parece ser que éste era el formato que asumían las
alianzas entre dos grupos; la alianza tenía como objetivo impedir la fragmentación
de la tierra y mantener -o incrementar- el nivel de poder del grupo familiar dentro
de la comunidad. Las dos mujeres eran subordinadas de sus respectivos hombres,
en tanto que las dos familias unidas por estos matrimonios, habiendo intercambiado
hijos y terrenos en proporciones iguales, tendrían relaciones simétricas.
Una familia extensa de dominio patriarcal generalmente estaba compuesta
por el padre, que además era el varón de más edad en capacidad de trabajar, su hijo
principal y los hermanos varones consaguíneos y por afinidad de éste último. El
miembro de más alto rango era el padre, le seguía su heredero principal; los demás
miembros varones eran subordinados de estos dos individuos. Las mujeres eran
subordinadas de sus esposos, pero además la jerarquía entre ellas también dependía
de la de sus esposos. Dentro de este grupo, tanto la tierra como el trabajo circulaban
en el orden que indicaba la jerarquía patriarcal. Las relaciones entre las familias
nucleares agrupadas en estos grupos extensos se adecuaban a la misma jerarquía, lo
que significaba que quienes concentraban la tierra concentraban también el poder.
En los últimos cincuenta años los comuneros han cambiado los criterios
para elegir al patriarca de un grupo familiar y para jerarquizar y elegir herederos.
Ahora no se "clasifica" a los hijos de acuerdo con la cantidad de tierra que van a
recibir. Si lo vemos sólo desde la comunidad, habrían desaparecido las diferencias
que existían antes y el acceso a la tierra sería más democrático. Visto desde el
proceso regional de cambios, nuestra conclusión es otra. Veamos.
Los nuevos aires que soplan en las comunidades campesinas han estado, por
supuesto, vinculados al "proceso de modernización" de la región del Cusco que se
inicia a finales de los años cuarenta( 18). Si bien se moderniza primero la infraestruc-
tura urbana (con la transfonnación de medios de comunicación y la construcción de
edificios, incentivados ambos por el boom del turismo y del comercio urbanos) la
presión de los sectores populares, campesinos y urbanos, forzará hacia la década del
sesenta, cambios radicales en las relaciones sociales regionales. Oficialmente, las
transformaciones culminan con la erradicación de relaciones serviles en el campo
y la reestructuración del sistema de tenencia de la tierra, decretadas ambas por la Ley
de Reforma Agraria. Además de este proceso oficial que obviamente apuntaba a
transformar la economía política regional, los campesinos, al verse libres de ataduras
serviles o como resultado del aumento de puestos de trabajo, y tal vez debido a una
combinación de ambos factores, aumentaron la frecuencia de su migración tanto a
la ciudad del Cuzco como a la ceja de Selva. "El Vall.e" (en la provincia de La
Convención) y "el oro" (en el departamento de Madre de Dios) se convirtieron en
sitios mucho más frecuentados por campesinos que viajaban a dichos lugares para
ganar salarios durante dos o más temporadas. La esperanza de muchos era usar el
dinero para instalarse definitivamente fuera de la comunidad; para la mayoría, la
ciudad era la meta atesorada. Algunos alcanzaron tal objetivo. Otros no. Lo cieno
es que la ciudad, sus instituciones y sus estilos pasaron a ser, directa o indirec-
Cuadro No. 2
Herencia y género en Chitapampa
Varones Mujeres Total Propiedad
herederos promedio*
1900-20 53 (78%) 15(22%) 68 1.14
1940-70 112(69%) 49(31%) 161 0.91
1970... 141(60%) 94(40%) 235 0.68
En las primeras décadas del presente siglo, los campesinos que migraban a
la ciudad perdían los vínculos con la comunidad o continuaban dentro de relaciones
serviles con hacendados, compadres u otro tipo de patrones que les facilitaban la vida
en una ciudad que no necesariamente "desindianizaba" a los migrantes campesinos.
Dotada de tales características, la migración no era percibida como fuente segura de
poder comunal. Según las informantes más ancianas, la migración de mujeres
entonces era mayor que la de los hombres, hecho que cobra sentido si consideramos
que los patrones de herencia de terrenos tácitamente las excluían del acceso al poder
y de la movilidad étnica. Solo las que se casaban localmente permanecían en la
comunidad en condiciones favorables, es decir, con un lugar legítimo dentro de una
familia(22). Quienes se quedaban solteras no sólo eran marginales a la comunidad
sino que no pertenecían legítimamente a ninguna familia. Para ganar la pertenencia
y seguramente el sustento, debían someterse a parientes que estuviesen dispuestos
a acogerlas. La suerte que con ello tenían por delante no era más atractiva que la que
CuadroN11 3
Diferenciación étnica en Chitapampa
Varones Mujeres Total
Indios 4(26%) 11(74%) 15(15%)
Proceso 20(37%) 33(63%) 53(52%)
Mestizo 24(70%) 10(30%) 34(33%)
Fuente: Censo de Chitapampa, (Agosto de 1987) y "clasificación étnica local". Incluye solamente a las
parejas adultas.
una cantidad más grande de productos. Sin embargo, para la percepción comunal la
venta de productos no significa trabajo. Los hombres enfatizan el hecho de que esta
actividad la llevan a cabo "sentadas". Para ellos esta tarea es secundaria y derivada
pues significa vender el resultado del trabajo masculino. Comprar productos para
el consumo es visto como "gastar la plata" que se ganó con la venta del trabajo de
los varones. La actividad mercantil femenina es percibida como "muy fácil': y
apéndice de la masculina.
Otra oportunidad de empleo urbano femenino es trabajar como domésticas.
La definición chitapampina dominante de esta actividad es que se trata básicamente
de cocinar, lo que es tan sólo una extensión de las tareas domésticas que llevan a cabo
en la comunidad. A pesar de la subvaluación de este trabajo, es el medio más
frecuente utilizado por las chitapampinas para ascender independientemente, es
decir sin intermediación masculina en la escalera étnica y convertirse en mestizas.
A diferencia de las mujeres indias" que sólo saben hervir papas y hacer lahuas" a
las mestizas se las valora como "muy buenas cocineras" que saben hacer "estofados,
arroz y tortas", razón por la que juegan un papel apreciado en las fiestas comunales.
Así, al igual que los varones, las mujeres adquieren status de mestizas a
través de la adquisición de conocimientos urbanos. En el cuadro anterior también se
puede observar que la mayoría de las mujeres está "en proceso". La diferencia es que
el conocimiento y empleo que las mujeres adquieren en la ciudad no es percibido
como "trabajo" y si lo es, es menos valorado que el trabajo masculino o se juzga
accesorio. Por esta razón, las actividades femeninas les confieren a las mujeres poder
limitado dentro de sus hogares y en las instituciones comunales(27).
CONCLUSIONES
En la trama histórica del poder en Chitapampa se entrelazan varias hebras
entre las cuales la etnicidad ha jugado un papel central; en la región, las diferencias
étnicas equivalen adiferenciasde poder cuyos cimientos seconstruyenhistóricamente.
De haber estado constituidos al inicio por la propiedad monopólica de la tierra, tales
cimientos se vieron amenazados y destruidos por el movimiento social insurgente
en las dos décadas de mediados del siglo. Hoy el fundamento del poder responde a
las diferencias entre ciudad y campo. Las diferencias étnicas, luego de haber
coincidido relativamente con situaciones de clase, (indio=campesino,
misti=terrateniente), hoy, en la ideología y en la práctica regional, distinguen a
ciudadanos de campesinos, aun cuando ni unos ni otros sean realmente tales. Los
chitapampinos han construído el poder local en relación a la diferenciación étnica
regional, desde las alianzas matrimoniales con mistis-vecinos-hacendados de las
primeras décadas del siglo, pasando por las alianzas políticas con la intelligentsia
regional insurgente de la década del sesenta, hasta la migración intensiva a la ciudad
y la desindianización como proceso generalizado incluso dentro de la comunidad,
los chitapampinos han construido el poder comunal en relación con la diferenciación
étnica regional. El proceso ha ido desde aceptar la condición de indígenas - esto es,
de inferiores culturales- hasta rechazar tal condición mediante la desinindiani-
NOTAS
(1) Estuve en Chitapampa durante un año en 1987, junto con Margarita Huayhua y Liliana Sánchez
quienes colaboraron en la investigación. Agradezco a los miembros del Cedep Ayllu, y en
particular a Alex Chávez, por las facilidades brindadas durante mi permanencia en la zona.
(2) Esta es una opinión compartida no sólo por los investigadores y promotores que han trabajado
en comunidades de la zona sino también por los comuneros vecinos.
Si bien nadie sabe por qué los chitapampinos son tan "conflictivos", se especula que la razón fue
su vecindad con la hacienda; la explicación no es muy convincente, si se tiene en cuenta que otras
tres comunidades tenían linderos y prestaban servicio al hacendado. Lo que es cierto es que la
lucha en contra de éste fue liderada por chitapampinos, quienes además acapararon las tierras
reivindicadas, al parecer, sin mucha resistencia por parte de las comunidades vecinas.
(3) Véase, entre otros estudios al respecto: Platt (1975); Harris (1978); lsbell (1976, 1978).
(4) La manera en que ambos términos han sido usados se ha prestado a confusiones. Generalmente
se ha utilizado el concepto de "complementariedad" para significar "igualdad". Yo estoy utili-
zando "complementariedad"paraexplicar la realidad material en la cual ocurre la división sexual
del trabajo: el trabajo de las mujeres es tan necesario y específico como el de los hombres. Utilizo
"subordinación" para referirme en cambio a las explicaciones de los campesinos sobre la
jerarquización de hombres y mujeres.
(5) Me he servido en esto de la propuesta de Maurice Godelier (1984).
~
(6) En los estudios sobre género (de manera implícita) y en los de etnicidad (explícitamente) no sólo
se establece una distinción entre realidades mentales y materiales sino que además se enfatiza
una de las dos como más importante o como determinante de la otra. La "complementariedad"
entre hombres y mujeres, y las nociones de "indio" o "mestizo" ubicadas en el plano de la
ideología, constituirían -desde una perspectiva marxista ortodoxa- "falsas conciencias", o
-desde el punto de vista andinista- "rezagos culturales" que hay que defender. El lugar de
encuentro de ambas posiciones es la subordinación de la realidad ideológica a las "bases
materiales" que la "determinarían en última instancia".
(7) Cuando, en el Cusco, se trata de "fijar" las identidades en la realidad material de las interac-
ciones, la etnicidad adquiere características "volátiles" que operan a pesar de -y junto con- una
ideología que habla acerca de la "solidez" de las barreras interétnicas. Según los contextos, la
fluidez de la realidad material y la rigidez de la ideología varían. La manera en que interactúan
las rigideces y las "volatilidades" depende de las situaciones históricas concretas en las que
ocurren las relaciones interétnicas.
(8) Ejemplos de esto se pueden encontrar en Grieshaber Erwin, (ms. inédito, 1984); también en
Deborah Poole (1988); Penelope Harvey (tesis). Ver también el artículo pionero de Enrique
Mayer (1970).
(9) Generalmente, a partir de esta información se han construido definiciones que tratan las
identidades étnicas como compuestas por atributos adscritos e irrenunciables, en los cuales los
actores sociales están "atrapados". Estas definiciones se basan sólo en la realidad ideológica de
las relaciones interétnicas y dejan de lado la realidad material sobre la que también se forman las
etnicidades; es posible también que desde estas posiciones se considere que la realidad
económica es la materialidad de la etnicidad, yuxtaponiendo así situaciones de clase con
identidades étnicas, y hasta subordinando esta última a la primera.
Para poder dar cuenta de la ideología y de la materialidad de la etnicidad, la investigación debe
ubicarse en la intersección de las dos realidades. En otras palabras, se tiene que dar cuenta de las
relaciones tal como se observan en espacios muy pequeños, pero al mismo tiempo ubicarlas
dentro de las dinámicas regionales más amplias.
(10) Hay varios estudios sobre relaciones de género en la región del Cusco. Ver Radcliffe, 1985;
Harvey (1988); Seligmann (1989).
(11) Si migra exitosamente, puede ser considerada mestiza al reinsertarse en el contexto comunal.
(12) De manera general, el patriarcado puede ser descrito como el control de los recursos productivos,
la mano de obra y la capacidad reproductiva basado en nociones de superioridad e inferioridad
legitimadas por diferencias de género, en primer lugar, y de generación en segundo lugar. La
dominación patriarcal jerarquiza no sólo hombres y mujeres, sino también varones entre sí
(Stern, 1989;Bourque y Warren 1982). Pareciera ser que, en América Latina, las manifestaciones
históricas de los sistemas patriarcales incorporan, entre otros rasgos locales culturales, la
diferenciación étnica y económica. Los "indígenas" a veces "femenizados" y otras no, subor-
dinados, en la estructura patriarcal son vistos como "menores" y por lo tanto incapaces del control
directo de su potencialidad reproductiva económica y biológica. Ver Silverblatt (1990) y Poole
(op. cit.)para los Andes; Mallon (1990) para México; Kay W arren (1978) ilustra el caso de Gua-
temala.
(13) Los chitapampinos también tienen rebaños, pero la propiedad de los mismos no produce
estratificación económica significativa. Los rebaños son pequeños y en la comunidad los pastos
no son extensos.
(14) Los conflictos inter e intrageneracionales se concentran en la herencia de parcelas. Las pugnas
entre potenciales herederos y entre éstos y el dueño de los terrenos son cotidianas y de larga
duración en la comunidad. El argumento de los conflictos es la legitimidad del poder del patriarca
del momento o el de su sucesor.
(15) Siguiendo el criterio de la jerarquización patriarcal, las hijas solteras ocupan la posición más baja
en el grupo familiar; su potencial como futuras esposas es el que les otorga un lugar en la trama
familiar.
(16) La literatura que existe sobre patrones de herencia en los Andes, si bien es escasa se funda en
el supuesto de que en las comunidades campesinas ésta es bilateral, siendo hombres y mujeres
herederos de porciones de terreno aproximadamente iguales. Véase por ejemplo: Lambert
(1977); Ossio (1983); Isbell (1976). La información que recogimos en la comunidad, sin em-
bargo, revela un patrón de propiedad familiar de la tierra y un sistema de herencia bastante
diferente del que se conoce comúnmente.
Para obtener la información sobre la propiedad de la tierra, Margarita Huayhua, una de las
personas que trabajó conmigo, hizo un mapa de las parcelas que existían en Chitapampa en el
momento del trabajo de campo. Con el mapa en la mano, y con un censo de todas las familias
residentes en Chitapampa que habíamos hecho previamente, preguntamos a los dueños acerca
del origen de cada una de sus parcelas. Averiguamos si las habían comprado, heredado por línea
materna o paterna, así como también si conocían el origen de la propiedad de sus padres, en caso
de tratarse de parcelas heredadas. Llegamos a dos mapas que se remontaban dos generaciones
anteriores a los actuales dueños. Hubo varias maneras de confirmar la veracidad de los mapas
y de las respuestas que nos daban los comuneros. Uno de ellos fue el proceso de construcción de
los mapas: la información tenía que coincidir para poder construir el mapa. Después de todo,
aunque el número de parcelas hubiese aumentado - y la superficie de cada una fuera ahora menor
que antes- la superficie total de la comunidad era la misma, con una pequeña excepción conocida
por todos los comuneros jóvenes y viejos. Se trataba de armar las piezas del rompecabezas. El
último era la superficie total y cada parcela constituía una pieza en él. Una vez que lo tuvimos
armado, consultamos con personas viejas y jóvenes nuestro resultado y corregimos los errores.
(17) Los comuneros no mencionaron estas categorías; tampoco pregunté por los términos que qu izá
hubiesen utilizado para expresar esta clasificación en quechua o español. Los adjetivos
"principal", "secundario" y "resto" son términos que "inventamos" en el proceso de análisis de
la información sobre la distribución de la tierra. Sin embargo, resultaron útiles para explicar las
relaciones sobre las cuales se basaba el poder patriarcal en Chitapampa.
(18) Véase al respecto Tamayo Herrera J. (1981) Rénique J.L. (1990).
(19) En algunos casos, la "devaluación" de la tierra fue solamente ideológica pues a pesar de la
fragmentación, como resultado de la transformación de los patrones de cultivos, los rendimientos
por hectárea aumentaron.
(20) El hecho de que el intermediario de la relación fuera mestizo, y por lo tanto fuera "superior" en
la jerarquía étnica regional, quedaba sin efecto en la comunidad pues la alianza la había llevado
a cabo a través de dos hijas mujeres . Este hecho permitía además que los vínculos entre las dos
familias chitapampinas fueran igualitarios pues se relacionaban a través de sus respectivos
patriarcas y sus herederos masculinos.
(21) El objetivo del ejercicio del poder comunal es doble. A los chitapampinos citadinos les interesa
ampliar sus ingresos incursionando en la agricultura en tanto que a los que están en la comunidad
les conviene cultivar relaciones que los ayuden en futuras migraciones o en sus diarios contactos
mercantiles urbanos. La política comunal también se caracteriza por este doble objetivo que
organiza las alianzas de poder interfamiliares. Es muy frecuente que, mediante alianzas
matrimoniales, se formen vínculos entre familias chitapampinas urbanas y rurales.
(22) Las que no se casaban dentro de la comunidad lo hacían con campesinos de otras comunidades;
los matrimonios intercomunales en la microrregión son frecuentes hasta la actualidad.
(23) Ver Luis Mi¡uel Glave (1980); Gibbs (1979); Valcárcel (1983).
(24) La información que utilicé para construir el cuadro la obtuve preglllltando a un grupo de
informantes sobre la identidad étnica de cada uno de los comuneros. Utilizando el padrón
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COMENTARIOS
Chitapampa a uno de los principales polos de irra-
Jeanine Anderson diación del Estado y el mercado, un centro en el
GREDES que se ha forjado una pujante cultura mestiza, de-
Valle Riestra 527 termina que se trate de un caso bastante especial .
San Isidro El trabajo arroja luces interesantes sobre la re-
Lima 27, Perú lación de género en la comunidad estudiada pero,
a mi modo de ver, no logra comprobar la hipótesis
El artículo '"Las mujeres son más indias': central que plantea: aquella según la cual las
emicidad y género en una comunidad del Cusco" jerarquías de género y de etnicidad en Chita pampa
de Marisol de la Cadena viene a sumarse a una se funden en una sola, de modo tal que la subor-
pequeña pero afortunadamente creciente biblio- dinación de las mujeres, inclusive en la pareja
grafía sobre el género en la sociedad andina. Una conyugal, responde a una identificación de ellas
parte todavía demasiado grande de esta biblio- con "Jo indio" o Jo étnicamente inferior. Sería más
grafía está dedicada a una tarea dcscriptiv a: en Jo exacto decir que la hipótesis no es realmente
que se refiere a la comprensión de la dinámica de confrontada, para su comprobación o invalida-
género, los estudios andinos se encuentran en una ción, ya que existe en el trabajo un problema de
fase que se ha denominado "llenando vacíos". evidencia. Mi comentario girará primero en tomo
Así, se registran las actividades delas mujeres con a este problema.
miras a subsanar su ausencia casi total de las Se nos promete un tratamiento de lo mental y
emografías andinas clásicas hasta la publicación Jo materi al: los intercambios que se dan entre
de To Defend Ourselves. (lsbell 1978). Cuando comuneros de ambos sexos. y Jo que piensan y
en los estudios clásicos se indaga por la relación dicen acerca de ellos. Sin embargo, Jo que piensan
entre hombres y mujeres, el leimotiv es el con- y dicen, especialmente en el caso de mujeres, está
cepto decomplementaricdad -yanantin o chacha- notablemente ausente. La evidencia que presenta
warmi en quechua y aymara respectivamente. el trabajo pertenece esencialmente a tres cuerpos:
Este concepto era al parecer capaz de recoger y la herencia de tierras, los intercambios matrimo-
explicar la marcada división de tareas entre los niales y la conformación de grupos patriarcales.
sexos en comunidades andinas; la fuerte ideología Adicionalmente, a lo largo del texto hay comen-
de la pareja como unidad social elemental, in- tarios que recogen las relaciones de hombres y
disoluble, y relativamente aislada ene! interior de mujeres chitapampinos con la ciudad, sus distintas
la familia extensa, el ayllu y la comunidad local; reglas de juego y valoraciones. No obstante, no
y la ejecución de estrategias económicas basadas alcanzan a tener suficiente sistematicidad como
en la estrecha coordinación entre marido y mujer para que sean considerados en el argumento.
y los aportes diferenciados de ambos. Señalan más bien una ausencia grave, puesto que
El trabajo de Marisol de la Cadena representa el significado de la etnicidad depende por defini-
un esfuerzo por superar el estancamiento que se ción de la convivencia de la comunidad con la
percibía en esta aproximación al género en la cultura misti que emana de Cusco. La evidencia
cultura andina. La autora intenta teorizar sobre la "dura", entonces, se remite al punto de vista de los
relación entre hombres y mujeres en la comunidad varones, quienes toman la iniciativa en el inter-
campesina desde una nueva óptica, otorgándoles cambio de mujeres como esposas y en la confor-
peso igual a los esquemas ideológicos y a las mación de grandes grupos familiares bajo el mando
conductas observadas en la realidad. Su objetivo de un patriarca, y quienes, con sus mayores posi-
es encomiable, así como Jo es también su modes- bilidades de surgir en el mundo mestizo, canjean
tia al restringir sus generalizaciones a la localidad más fácilmente los valores de la tierra por otros
de Chitapampa y algunas comunidades vecinas de signos de éxito propiamente urbanos. Las voces
los alrededores de Cusco. Dada la tendencia ac- de las mujeres -aquí como en casi todos los estu-
tual a enfatizar la heterogeneidad de diversas dios de comunidades andinas- son imperceptibles.
zonas en los Andes, se le impone también al estu- Cumplir con la promesa de presentamos "la reali-
dioso de sistemas de género asumir que cada caso dad mental" hubiera requerido no sólo otro trata-
es una variante más o menos local hasta que se miento de la evidencia (por ejemplo, mayor análi-
demuestre Jo contrario. Además, la proximidad de sis lingüístico, y una sensibilidad frente al uso que
El trabajo de Harris revela cómo este espacio esta información (en relación con las fuentes
feminizado puede aún ser el lugar de la autonomía publicadas) plantea algunas-preguntas con res-
indígena en la actualidad. Entre los laymi del nor- pecto a la naturaleza y los procesos de la subor-
te de Potosí, Bolivia, la división sexual del trabajo dinación femenina en las comunidades campesi-
se extiende a aquellos procesos de simbolización nas andinas que tal vez socavan la fuerza de la
en los cuales las mujeres son ampliamente res- polémica propuesta por la autora.
ponsables por la constitución y mantenimiento de Antes de plantear esta pregunta, necesito de-
las diferencias étnicas mientras que los hombres linear brevemente algwios aspectos de la elnografía
buscan establecer los vínculos necesarios con de Ocongate con los cuales quisiera contrastar el
otros grupos étnicos y con los centros urbanos(3). caso de Chitapampa. Ocongate es también un
Mi propio trabajo de campo en Ocongate, pueblo que mantiene vínculos constantes con la
distrito capital de la provincia de Quispicanchis ciudad; está ubicado en la carretera principal a
en el departamento del Cusco, tuvo más similitu- Puerto Maldonado. La mayoría de la población es
des con la información que proporciona Chita- bilingüe en español y quechua, aunque hay signi -
pampa en la medida en que la asociación entre lo ficativamente más monolingües quechuahablan-
femenino y lo indígena era evidentemente proble- tes entre la población femenina. Como en el caso
mática para la población local, especialmente de Chitapampa, las mujeres están más estrecha-
para las mujeres indígenas. Sin embargo, tanto mente asociadas con una identidad indígena por la
hombres como mujeres, campesinos y mistis, manera de hablar, por su apariencia externa, y por
apelaban a lo indígena como un aspecto de su su falta de instrucción. Similarmente, esta posi-
identidad local y autónoma. Fue a través de su ción es problemática para las mujeres, y consti-
apego moral al parentesco y sus vínculos pre- tuye la base de su subordinación con respecto a los
valecientes con el paisaje en el cual habitaban que hombres. Estoy totalmente de acuerdo con de la
constituían un sentido positivo de sí mismos en Cadena en que, en tales circunstancias, el término
respuesta al discurso regional denigrante que los complcmentariedad no implica necesariamente
veía como indios inauténticos o como mestizos igualdad y ciertamente, como señalé al inicio de
fracasados(4) . este comentario, la complementariedad ha tenido
Lo que es extraordinario de la etnografía de desde antiguo como referente a la interdependen-
Chita pampa es que la identidad indígena no parece cia jerárquica en la región andina.
presentar un aspecto positivo alguno. Esto a pesar No obstante, esta subordinación a los hombres
del hecho de que Chitapampa es una comunidad es parcial. El problema que remarqué en mis in-
campesina inscrita, con una proporción relativa- vestigaciones sobre relaciones de género con-
mente alta dequechuahablantes y una base agrícola sisúa en ver cómo las mujeres, que eran evidente-
de subsistencia. Hay dos aspectos en particular mente figuras tan poderosas y autónomas en la
que resumen lo que encuentro asombroso en la comunidad, con independencia económica y res-
información que la autora presenta. ponsabilidad en todos los niveles de toma de
i) El arúculo parece sugerir que los conceptos decisiones, hallaban tan difícil desafiar el derecho
locales del poder en Chitapampa quedan del todo de sus esposos a golpearlas, particularmente
conferidos en la concepción modernista de la cuando existían celos. Mi respuesta fue que no se
autoridad secular, manifestada en relaciones trataba solamente de la influencia de una estruc-
económicas a pesar del hecho de que se expresan tura patriarcal y paternalista de relaciones de
en términos é1nicos. género "occidentales", sino también de la manera
ii) El hecho de que los discursos locales y por la cual la femineidad indígena está tan estre-
regionales concernientes a la diferencia étnica chamente vinculada con las nociones de derrota y
convergen en su evaluación negativa del indio y de humillación étnica(5).
en su aceptación de la subordinación legitimada Sin embargo, tanto los hombres como las
del indio por el misti. mujeres de Ocongate apelaban a un poderoso
No es mi intención cuestionar la etnografía lenguaje de autonomía indígena. El rasgo sobre-
sobre la cual se basan estas conclusiones. En saliente de esta identidad indígena positiva se
realidad, por el contrario, la categoría étnica local deriva del hecho que, a diferencia de la gente de
"en proceso" parece señalar muy claramente el Chitapampa, los ocongateños albergan senti-
verdadero sentido de la transición tan deseable mientos muy ambiguos con respecto a la vida ur-
como inevitable que de la Cadena ha descrito. Sin bana y la identidad mestiza. Esta ambigüedad
embargo, siento que la naturaleza excepcional de impregna sus vidas, desde su sentido de la historia
el padre oel marido. El valor predominante de las "indios" conseguir los privilegios económicos y
mujeres radicaba en la capacidad de los jefes políticos de los "mestizos". En consecuencia, los
masculinos de familias patriarcales para aumentar patrones de clase y el status perpetuaban la brecha
su status económico y étnico por el intercambio entre "indios" y "mestizos" en el nivel regional y
matrimonial de sus hijas. De esta manera, las nacional.
familias más ricas de campesinos formaron alian- Según de la Cadena, empero, después de la
zas entre sí y con las familias de mestizos. Las década del 40 y, en un grado mayor, después de la
familias de poder y renombre adquirieron sus reforma agraria de 1969, tanto los procesos
recursos en alianzas facilitadas por el intercambio económicos de modernización como la ideología
de mujeres. Estos matrimonios hipergámicos que los acompañaba crearon nuevas condiciones
dieron como resultado una base mucho más amplia estructurales económicas y políticas. Los hombres
de terrenos para los hijos mayores. Durante ese "indios" empezaron a emigrar a las ciudades en
tiempo, la tierra en sí tenía valor material e ideo- mayor número y en una tasa mayor. Teniendo
lógico. Mientras que las mujeres sólo podían habilidades en la ciudad, consiguiendo una educa-
elevar su status étnico y económico por medios ción moderna y occidental, moviéndose con
indirectos, las relaciones interétnicas en general destreza por los laberintos de la burocracia, tra-
mostraban una flexibilidad según la cual las per- bajando en la ciudad, aprovechando la industria
cepciones de etnicidad dependían de las interac- del turismo, y aun vistiéndose con ropa urbana
ciones cotidianas y, a veces estratégicas. Los empezaron a adquirir mucho más valor que aquel
hombres miembros de estas familias e indirec- que les otorgaba el control sobre la tierra ante los
tamente, las mujeres, ambos considerados antes ojos de los campesinos. Los chitapampinos em-
"indios", tenían la oportunidad de hacerse más pezaron a valorar otras formas de trabajo más que
"mestizos/as" que otros "indios/as", aunque el el trabajo agrícola (formas que siempre habían
status de las mujeres siempre era considerado más tenido mayor valor para la población mestiza). A
bajo que el de sus maridos. De la Cadena no señala causa de la migración de los hombres de chita-
explícitamente en su análisis transaccional que pampa, lasmujeresempczaron a tener más control
estas prácticas eran simplemente una cuestión de sobre más terrenos. Sin embargo, al mismo tiempo,
libertad individual. No obstante, se debe enfatizar en término de status, la tierra empezó a tener me-
que las limitaciones estructurales socioeconómi- nos valor que las mercancías y recursos urbanos.
cas subyacentes les impedían a los hombres Consecuentemente, las mujeres tenían aun menos
manipular lisa y llanamente su identidad étnica posibilidad de mejorar su status. De manera pare-
con libertad. Así, en Chitapampa, los hombres cida, mientras que las familias mestizas o cam-
tenían cierta capacidad para transformar su status pesinas que poseían bastantes terrenos y que antes
étnico a través de la posibilidad de extender su eran consideradas de status alto, ahora solamente
control sobre la tierra y la mano de obra; las podían mantener su base de poder por medio de
mujeres, como no controlaban la tierra y como su sus vínculos con el entorno sociocultural y
mano de obra no era valorada ideológicamente, económico urbano. Los criterios para elegir auto-
no tenían mucha capacidad para transformar su ridades cambiaron igualmente y se comenzaron a
identidad étnica establecer a partir del conocimiento y experiencia
Por el contrario, si pasamos de un marco de de la ciudad que tenían los candidatos.
visión local a una visión regional, las múltiples En suma, entonces, de la Cadena sugiere que
identidades étnicas que dependían de las identi- los determinantes materiales e ideológicos de la
dades de las personas que interactuaban se hacían identidad étnica cambian a través del tiempo y el
borrosas y eran reemplazadas por fronteras étni- espacio geográfico. Aunque sea posible analí-
cas mucho más rígidas. La rigidez de las fronteras ticamente desenmarañar los determinantes
étnicas en el nivel regional y nacional también materiales de los ideológicos, en la práctica no se
tenía sus raíces en procesos tanto materiales como pueden separar; tampoco piensa de la Cadena que
ideológicos. Las condiciones económicas estruc- lo material sea necesariamente más determinante
turales constituían un obstáculo que impedía que que lo ideológico en la estructuración de las rela-
los "indios" lograran un grado sustancial de ciones interétnicas. Loquees más importante, ella
movilidad hacia arriba, y una ideología he- propone que aun entre miembros de un grupo
gemónica de integración nacional no reconocía étnico situados en posiciones similares existen
las condiciones socioeconómicas ni, en particu- jerarquías internas significativas, basadas en ideo-
lar, el racismo, que quizás podían impedirles a los logías y prácticas patriarcales, las cuales man-
trabajo más amplio que desarrolla la autora en la Nosotros propondríamos trabajar, por ejem-
región estudiada. Trataremos de dilucidar crítica- plo, como Passeron (1983), para quien la domi-
mente las causas de esta sensación. nación socioeconómicano implica necesariamente
a) Si examinamos el esquema del artículo, los la dominación simbólica y viceversa, compleji-
numerales 3, 4 y 5, contienen el trabajo a la vez zando más este análisis demuestra cómo dentro de
descriptivo y analítico de los patrones de la heren- cadasistema(dominante y dominado) se reprodu-
cia, transformación del sistema patriarcal cam- cen las relaciones dominante/dominado como
pesino, las alianzas matrimoniales en búsqueda de efecto asimétrico de la dominación social exis-
lograr el proceso de "amestizamiento" y el rol de tente en la sociedad global. Aquí Marisol podría
la ciudad en la transformación de estas estructuras estudiar cómo cada grupo de poder dentro de la
de poder patriarcal. El proceso es bastante lógico comunidad produce su propio campo cultural,
y muestra riqueza en el material etnográfico de donde se elaboran los contenidos culturales que
base; sin embargo, frecuentemente es confuso y darán sentido a la práctica social de los grupos en
poco explicativo. Creemos al respecto que la in- competencia, y ver qué tipo de relaciones mantie-
troducción de algunos esquemas analíticos res- ne cada uno de estos grupos con respecto al siste-
pecto al sistema de parentesco (p. 17), patrones de ma de dominación imperante en la sociedad glo-
herencia (pp. 10 y 11) o del ascenso social del bal "misti". Finalmente, poder ver cómo esta di-
carpintero (p. 19), ayudarian a comprender mejor námica cultural teñida de contenidos simbólicos
el trabajo. detrás de las categorías género y etnicidad modi-
b) Sin embargo, era la lógica del trabajo en su fica o no a la sociedad en su conjunto y al sistema
conjunto lo que producía esa sensación. Lecturas de valores e imaginario cultural que la sustenta.
posteriores nos confirmaron en esta primera reac- d) Al estudiar las relaciones de poder, com-
ción, y allí pudimos entrever las raíces de la prueba que en el caso de las relaciones interétnicas
misma. En los nwneralcs 1, 2 y 3, se exponen los la realidad material y la realidad ideológica son
fundamento s de la búsqueda, algunas hipótesis "tan reales" una como la otra, "sin que ninguna
provisionales y una propuesta teórico-interpreta- determine en última instancia a la otra"; sin em-
tiva. La confrontación de este marco conceptual bargo, su nota explicativa regresa al "marxismo
con la recolección etnográfica no es satisfactoria onodoxo", y no propone un concepto alternativo
o, para decirlo en términos académicos, el marco para lo ideológico, quedando en el trabajo el
teórico no se muestra heurístico para inte- trasfondo peyorativo de "falsa conciencia" y
rrogar a la realidad encontrada. Y esta inade- "rezagos culturales" (nota 6).
cuación, que Marisol señala, no es superada por el e) Para estudiar lo cotidiano, Marisol se refie-
ttabajo mismo. Los marcos teóricos son útiles en re a la propuesta de Godelier, y propone trabajar
la medida en que nos sirven para interrogar la sobre "lo que los campesinos dicen, lo que hacen
realidad; cuando la limitan o ésta se les escapa, y cómo lo hacen" (p. 3 ). Esta propuesta nos parece
simplemente hay que cambiarlos, salir a la válida, sin embargo, no vemos en su trabajo dónde
búsqueda de nuevos marcos interpretativos, a la está eso que los "campesinos dicen y hacen". Nos
construcción de conceptos operativos que nos referimos a la recolección oral y al análisis
permitan interrogar eficientemente la realidad, científico de la misma. No dudo de que es yendo
que nos permitan obtener algunas respuestas y tras las huellas del discurso por donde se han de
formular así propuestas de cambio. Pondremos encontrar los fundamentos y justificaciones de
algunos ejemplos. estas formas culturales que expresan en cate-
c) Al hablar del grado de conflicto interno de gorías étnicas y de género formas ancestrales y
la comunidad estudiada, y referirse al supuesto actuales de dominación.
previo de la ineficacia de las categorías "mestizo" f) Según "la realidad material" del Cusco,
o "indio" para explicar las desigualdades que Marisol dice que los "indios estarían desapare-
nutren a aquella, "tuve que corregirme" exclama ciendo"; sin embargo, se encuentra repetidamente
la autora, pues su recolección etnográfica le con un discurso que califica a los actores sociales
demuestra que la calificación étnica está deno- con categorías étnicas. Yo creo que aquí los "in-
tando un sistema de dominación que va más allá dicadores" materiales no se adecuan para con-
de la dominación socioeconómica. Sin embargo, figurar la realidad que el discurso está denotando
no sale al encuentro de otras categorías analíticas (p. 4). Todo discurso, y cuánto más el producido
que le permitan entender estas formas de produc- dentro de duras relaciones de dominación, está
ción cultural en un contexto de dominación. expresando al menos dos niveles de significación:
RESPUESTA
investigaciones es enfrentar, en toda su com-
Marisol de la Cadena plejidad, la explicación del proceso de hegemonía
Instituto de Estudios Peruanos cultural en los Andes. Este proceso impregna los
Horacio Urteaga 694 más 'despolitizados' ·Y aparentemente igualita-
Lima 11, Perú rios-rincones de la vidacotidianae íntima. pública
y ritual. Como parto de la evidencia de que los
Como señala Florencia Mallon, los intelectua- sectores subalternos de los Andes son los agentes
les también estamos "en proceso". Parte de él es activos acerca de cuya participación, manipula-
aceptar, no sólo que los esquemas teóricos que ción y replanteamiento de este proceso se conoce
usábamos quedaron cortos hace mucho tiempo, menos, me propongo, explícitamente, el análisis
sino que nuestras herramientas para "analizar la de la construcción social del poder y de las jerar-
realidad" eran también portadoras de "nuestras quías entre los comuneros de Chitapampa.
buenas intenciones". Parte de ellas era observar Combinando etnicidad y género, y tratando
solamente los aspectos "positivos" de la identidad estos conceptos como categorías históricas cuyos
indígena y la complementariedad entre hombres y significados y significancia política son cambian-
mujeres en las comunidades campesinas. Los tes, encuentro que los elementos que intervienen
grupos subordinados eran implícitamente armó- en este proceso son innumerables -realmente casi
nicos en su "resistencia a la dominación", con- infinitos- y aprehenderlos en sus múltiples posi-
cepto que, además, se explicaba solamente desde bilidades resulta sumamente complejo. Por eso
el lado de los opresores. La posibilidad de he- privilegio algunos: los más obvios para los chita-
gemonía quedaba fuera de nuestros esquemas, pampinos y los más totalizantes desde mi punto de
pues solamente veíamos coerción, incapaces de vista. La elección responde a la necesidad de
imaginar algún tipo, nivel o momento de con- rastrear el cambio históricamente y explicar las
senso entre las clases subordinadas con los formas en las que ocurren las continuidades. Y
parámetros de los dominadores. Es por esto que quizá por privilegiar el largo plazo, dejo de lado
mi artículo resulta "confuso" de leer para algunos dinamismos coyunturales y cotidianos que con-
de mis comentaristas, explícitamente para Gonzalo tribuirían a la explicación de la producción de las
Portocarrero. Obviamente, igual que los estudios innumerables respuestas contrahegemónicas que
"andinistas" y "clasistas", el mío tiene "inten- en otras palabras es, lo que me reclama Penelope
ciones", que probablemente algunos calificarán Harvey. Seguro hay muchas ausencias que los
de "malas". · comentarios me ayudaran a subsanar; hay en
La intención más amplia de ésta y otras de mis cambio, "presencias", que critican algunas de las
comentaristas, que desde mi punto de vista resul- como quiere leer en mi artículo Gonzalo Portoca-
tan fundamentales para la explicación de argu- rrero, sino que reconocen s.u potencialidad para
mentos que se encauzan a la explicación del dejar de ser indios. No sirve para nada, dentro de
proceso histórico de construcción y contestación este proceso la palabra "aculturación", pues en el
de hegemonías. Cusco, las identidades étnicas no se construyen
La primera de elJas se refiere a la relación entre sólo sobre la cultura sino básicamente sobre rela-
los conceptos de ideología y de etnicidad. Con ciones de poder. Ser indio hoy en el Cusco es
ligera~ diferencias, Gonzalo Portocarrero e Imelda encamar la impotencia de la servidumbre, y lo que
Vega Centeno han leído que yo defino el primero hacen los chitapampinos "en proceso" hacia la
de los dos conceptos como "falsa conciencia", desindianización es dejar esta condición. Lo hacen
esfera a la que yo estaría entonces relegando y siguen pagando a la tierra, mascando coca,
también a la emicidad. Ni lo uno, ni lo otro. Como caminando en peregrinación a Coyllur Rit'i,
señalo en el artículo mi enfoque sobre la etnicidad bailando chuncho o ccapac coy a, pcrsl>nificando
supone que ésta es una relación social que -como ukukus, mientras que en la vida cotidiana son
las relaciones de clase y de género- tiene dos comerciantes, universitarios, choferes, y también
aspectos, uno material y otro mental. A ambos los campesinos mistis. Esta es la respuesta que han
califico como realidades y explícitamente señalo creado las clases populares de la región cusqueña,
que '"la ideología de las diferencias interémicas echando por tierra dicotomías unívocas como
puede ... contradecir cienos aspectos materiales identidad indígena/no indígena.
de las relaciones sin que por ello pierda vigencia". Obviamente, la respuesta también conlleva
Obviamente se desprende de esta afirmación que desgarramientos internos en la medida en que se
de la interacción de las dos realidades, que no es acepta la situación de inferioridad del indio; además
otra cosa que la manera en que los actores sociales es parcial pues reformula solamente algunos
manejan los elementos que componen cada una de aspectos del discurso hegemónico. Una manera
ellas, resultan los cambios en las relaciones socia- fácil de decirlo es que existen hegemonías dentro
les y en sus significados. de las contrahegemonías que se construyen privi-
Ubicar mi análisis en la intersección de las dos legiando la respuesta a ciertos aspectos del dis-
realidades, Jo sitúa históricamente y además me curso hegemónico y dejando otros de lado; en este
permite asir las relaciones sociales y contextuali- caso la alternativa contrahegemónica en Chita-
zar el discurso que sobre ellas se teje. Evidente- pampa privilegia los aspectos masculinos y las
mente, no hay un solo discurso, y como señala relaciones con la ciudad y en cambio uno de los
Penelope Harvey, hay aspectos positivos de la aspectos más débilmente contestados es el de la
identidad indígena. Lo que ocurre es que yo he subordinación femenina. Esto no quiere decir que
escogido como centro de mi artículo el discurso no hayan aspectos positivos a la identidad de las
hegemónico, aquél que privilegia la cultura ur- mujeres, tampoco que no existan espacios contro-
bana, masculina y mestiza frente a la rural, fe- lados por ellas de los que puedan surgir discursos
menina, india. Lo he escogido no sólo porque es y prácticas contrahegemónicas. Las mujeres no
asumido por los campesinos chitapampinos, sólo controlan la cocina, sino también el dinero de
·hombres y mujeres, sino porque también alre- la venta de hortalizas y utilizan estas esferas para
dedor de él se tejen activamente las hegemonías revertir coyunturalmente su subordinación. Tam-
locales, reformulándolo y contestándolo desde la bién existen casos de mujeres que se convirtieron
comunidad. Es esta capacidad de apropiación del en "mestizas", o se mantuvieron como tales sin
discurso hegemónico y la contestación/reformu- necesidad de una contraparte masculina. Sobre
lación del mismo Jo que constituye el aspecto esto hay ejemplos etnográficos en otros lugares
positivo de la identidad indígena que reclama como señala Harvey; no ha sido mi intención pre-
Harvey y este es el segundo punto que me interesa sentar uno más. Chitapampa no es una excepción,
aclarar. La respuestachitapampinaal discurso he- sino por el contrario una más de las comunidades
gemónico, que no reconocería "mistis" entre campesinas. Por eso he utilizado el caso para
campesinos comuneros, es precisamente distin- ilustrar lo que hasta el momento no se conoce y
guir en las entrañas mismas de la comunidad la que son aspectos que ponen incómodos a más de
existencia de "mistis" e inventar "procesos" que un investigador. No me ha interesado por el
les permitan dejar de ser indios. Esto no significa momento redundar sobre lo que yo considero que
unilateralmente "desprecio" por su cultura, ni son "armas de los débiles", para parafrasear a
solamente que "quieren dejar de ser lo que son" James Scott, aunque para mi signifiquen so-