Sunteți pe pagina 1din 24

1

UNIVERSIDAD CENTRAL DE VENEZUELA Caracas, 14 de julio de 2006


FACULTAD DE HUMANIDADES Y EDUCACIÓN
POLÍTICA CULTURAL, CONSUMO CULTURAL
Y ECONOMÍA DE LA CREACIÓN
PROF. CARLOS GUZMÁN CÁRDENAS

El imaginario y el graffiti político en el primer periodo de Chávez.

La batalla de las palabras

El graffiti representa uno de los medios de comunicación por el que se expresa el venezolano. Su
estudio permite establecer la forma en cómo ocurre la convergencia que le otorga un marco
ideológico a los actores de una guerra cultural que se libra desde la instauración de la V
República. Mirada semántica del graffiti político en Caracas.

Llinas, Ismael. C.E. 81.995.737


Pérez, Mina C.I. 11.733.850

Al caminar por el centro de Caracas, se observa una pared que luce marca de pintura muy
significativa, incluso histórica. Se trata de un graffiti político que contiene dos mensajes: un SI de
color negro y sobrepuesto, un NO de color rojo. Para el venezolano, esa marca tiene un
significado muy preciso, ya que es expresión del apoyo o la oposición al gobierno del presidente
Hugo Chávez Frías en el marco del Referéndum de 2004.

Lo que comunica el graffiti político es reflejo de la guerra cultural que se libró en el país y
aparentemente comenzó desde la llegada del presidente Hugo Chávez al poder. Si bien es cierto
que el venezolano es un caso particular, también lo es el hecho de que el trasfondo ideológico de
esta confrontación, supera el ámbito nacional y se adentra en la esfera continental por no decir
que mundial.

El presente trabajo se propone investigar la forma cómo se expresa el imaginario político del
venezolano en la actualidad, cómo ese imaginario se manifiesta en los medios de comunicación
2

social -en este caso, el graffiti- y cómo ocurre la convergencia que le da marco ideológico a los
dos bandos que escenificaron la guerra cultural venezolana que se vivió entre el 2000 y 2004.

Con el objeto de desarrollar este tema, se va a partir del concepto de graffiti como forma de
expresión social y como materialización del imaginario del investigador colombiano Armando
Silva en sus trabajos Graffiti (1986) e Imaginarios Urbanos (1992). Para ahondar en la
conceptualización del graffiti como signo y manifestación del imaginario, se recurren a las teorías
del signo propuestas por Sasusseare, Pierce y Umberto Eco, con el fin de aclarar la mirada del
signo como representación de la realidad; y a Cornelius Castoriadis en lo referente a
simbolización, institucionalización simbólica y creación de imaginarios sociales.

La hipótesis de este análisis parte que existe una “guerra cultural” concepto desarrollado por el
norteamericano George Yúdice en La cultura como recurso (2002). Para adentrarse al caso
concreto del graffiti en Venezuela (particularmente en Caracas) se trabajarán tres estudios de
casos: la investigación del profesor venezolano Iván Abreu “El graffiti en la V República” (2002),
una tesis de grado de la Escuela de Comunicación de la Universidad Central de Venezuela
titulada “El graffiti como vehículo de expresión política” (2004) y una muestra que se recogió
entre mayo y julio de 2006.

El Graffiti como signo

La semiótica es la rama de las ciencias sociales que se dedica al estudio del signo, de sus
propiedades, características e implicaciones en el imaginario social. Por su parte, la semántica
estudia las significaciones de los signos lingüísticos, lo que la convierte en una semiótica
aplicada.

Dos investigadores han hecho importantes aportes para el desarrollo del conocimiento de la
semiótica: Ferdinand de Saussure y C. S. Pierse. Para el lingüista suizo Ferdinand de Saussure el
signo se divide en el significado, que es el concepto del símbolo; y significante, que es la imagen
acústica o mental que genera el símbolo. El aporte de Pierce a la teoría del signo es la
introducción de la mente como generadora de la conexión entre ese significante y significado.
3

Existen signos lingüísticos como las palabras, además de los signos gráficos, sonoros u olfativos.
El signo a su vez, se manifiesta como icono, índice, o símbolo. El icono es una representación fiel
de la realidad, una copia de ella; el índice es una señal que muestra un nexo con la realidad, una
huella; el símbolo es una convención que sirve para denominar gráficamente la realidad, es un
sello. Un signo puede ser icono, índice y símbolo al mismo tiempo, propiedad que posee el
graffiti. Otro de los grandes avances a la teoría del signo la desarrolló el semiólogo italiano
Umberto Eco, quien señaló que el signo es la mínima unidad del lenguaje. La comunicación ya
no se reduce a letras y palabras, sino a signos. Una palabra es un signo, pero un signo no
necesariamente tiene que ser una palabra, puede ser una línea en un dibujo, una nota en un
concierto, una sombra en una fotografía; el graffiti es uno de estos signos contemporáneos.

¿Qué es un graffiti? ¿Qué representa? ¿A quién? El mexicano Néstor García-Canclini en


Culturas Híbridas (1997) lo define como un medio sincrético y transcultural en donde se
amalgaman palabra e imagen sin continuidad ya que pueden estar diferentes tipos de signos en él
mismo como si fuera un video clip: coexiste el lenguaje popular, el universitario y el citadino.
También es forma marginal y fugaz de enfrentar en la comunicación las relaciones lo privado, lo
público y lo político.

Armando Silva en el ensayo “La ciudad como comunicación, elaboración de una teoría sobre el
graffiti”, plantea que la inscripción urbana graffiti son mensajes perneados por la marginalidad, el
anonimato y la espontaneidad y que al manifestarse lo hacen pasando por encima reglas de la
sociedad para la cual se manifiestan. La naturaleza del graffiti está dada por siete valencias lo que
condicionan. No todo mensaje de pared es un graffiti, según Armando Silva, ni todo lo que
empezó siéndolo continúa con el paso del tiempo.

Por su parte, el profesor Iván Abreu señala que el graffiti es un término empleado para describir
distintos tipos de escritura mural “y toda suerte de mensajes políticos, sexuales o humorísticos
que han sido garabateados, pintados o marcados en las paredes a lo largo de la historia”
(Castleman (1987) citado por Abreu en 2002).
4

Una breve reseña histórica efectuada por Abreu, ubica el surgimiento del graffiti en el imperio
romano. Para el caso latinoamericano, el comienzo se remonta a la colonia; uno de los casos es el
de la repartición del botín de Tenochtitlan luego de la caída del Imperio Azteca, muchos capitanes
españoles descargaron su ira por lo que consideraron injusta recompensación en versos
garabateados en las paredes: “Pared blanca, papel de necios”, finalizó Hernán Cortés una serie de
debates que el mismo propició al contestar los primeros graffitis. Este ejemplo lo trae el profesor
Abreu, para demostrar cómo desde su inicio en Latinoamérica este medio de manifestación se
utilizó contra el poder.

El graffiti es entonces, un signo urbano contemporáneo que representa las voces que componen
una ciudad. Particularmente en Latinoamérica, por medio de él hablan diferentes sectores de la
vida pública que expresan sus ideas, sentimientos e imaginarios. Vistos en conjunto, son un relato
de época plasmado en las paredes. Es un medio de comunicación social precisamente por su
capacidad de significar a nivel masivo. Este ensayo se ocupa de los graffitis que representan el
ideal político de la Caracas de 2006.

El Imaginario político dentro de la red simbólica

En Imaginarios Urbanos (1992) Armando Silva, plantea que una ciudad se hace por sus
expresiones, lo que se evidencia en la multiplicidad de formas con las que una urbe es capaz de
hacerse oír. No sólo es el diseño arquitectónico el que habla, también lo hacen las diferentes
formas de simbolizar lo que contiene dentro de sí, en términos de ideologías. La ciudad se
constituye en una red simbólica que está en permanente construcción y expansión.

Esa red simbólica se genera por medio de relaciones, que son mediaciones entre la realidad y el
proceso de significación de los seres humanos, lo que genera la simbolización en sí misma. De
esta forma, el ser humano institucionaliza su relación con la realidad por medio de símbolos que
le otorgan un significado para un contexto determinado.

La relación entre sociedad, individuo y proceso de significación no se reduce a las


consideraciones de la teoría semiótica expuestas anteriormente. Como resultado de esta
5

relación, se produce la institucionalización de la realidad en la sociedad, tal como expone


Cornelius Castoriadis en “La institución imaginaria de la sociedad” (1983) donde dice que
todo lo que nos rodea en el mundo social histórico se relaciona con lo simbólico. Actos
individuales y sociales, la producción material no son símbolos, pero no se desarrollan fuera
de la red simbólica.

La institucionalización parte de una realidad que va más allá del proceso de simbolización,
aunque las instituciones sólo pueden existir en lo simbólico, y constituyen cada una su red
simbólica. Las organizaciones económicas, legislativas, religiosas, son sistemas de símbolos que
cohesionados entre sí le dan estructura lógica que hacia fuera los hace ver como una unidad. Se
da por medio de la relación entre los símbolos y su significante para que estos adquieran el valor
social que tienen encomendado.

Una de las formas como se manifiesta el proceso de institucionalización en la sociedad y en el


individuo ocurre mediante el sentido común; es decir, las normas tácitas que están incluidas
dentro de la operatividad social. Otra manera de manifestar esa institucionalización es por medio
del imaginario o la apropiación que hace el ser humano de los símbolos, es decir, de las
instituciones que componen la sociedad.

Para Castoriadis un imaginario es algo “inventado” totalmente o por medio de un “deslizamiento


y desplazamiento” del sentido debido a que el significante adquiere propiedades distintas de
significado al cual primariamente estaba encomendado; esta situación se da por la propiedad
cambiante del signo, naturaleza que hace que cada grupo social se apropie de unos significados
de distintas maneras que otra. El imaginario, pues, se coloca en lugar de la realidad bien sea para
revertirla totalmente (es el caso de la mentira) o para novelarla. La lectura que hacemos del
graffiti en Caracas es a partir de la lectura novelada que hacemos de él, bajo la óptica, como
explicaremos más adelante, de la guerra cultural.

Un imaginario es entonces, la manera como el hombre se apropia del símbolo, se relaciona con él
y hace su contacto con la sociedad. Es su manera de ver la institución que está detrás del signo.
Incluso los símbolos reales que guardan relación directa con el objeto de la realidad material,
6

sufren en aprehensión una mutación en el proceso de interpretación que los hace vulnerables a
una transformación de su significación. Transformación que, en muchos casos, toma en su
conjunto la forma de imaginario colectivo o social.

Una de las instituciones que se ha formado y está dentro de la red simbólica de la sociedad es la
política entendida como la institución por medio de la cual, el ser humano acciona la
administración pública. Dentro de la macro institución Política existen micro instituciones que
tiene su propia versión sobre cómo se debe ejercer la administración pública. La pugna entre las
diversas micro instituciones por el control social es otra de las formas como se entiende la
Política. En realidad, es en ese ámbito donde la sociedad entiende el juego político y es ahí donde
se han creado procesos históricos sociales que le dan los antecedentes a las micros instituciones
políticas. La historia de los partidos, o la historia de las ideologías políticas son, de alguna
manera, el contenido que da cuerpo a los imaginarios políticos. Esto tiene que ver con dos
fenómenos comunicacionales como son la opinión pública y la comunicación política.

Guerra cultural y cultura como arma

El antecedente histórico de las vertientes políticas ha mutado en los diferentes imaginarios


políticos. En la actualidad, el mundo se entiende a través de dos macro imaginarios políticos, y
bajo este fenómeno de motivación urbana, se tejen los discursos sociales. Por un lado está la
izquierda y por otro la derecha. Existe un tercero que es el centro pero parecería que este no
participara en la pugna simbólica por ideales políticos. Esta clasificación obedece al imaginario,
aunque no a la realidad política que trasciende claramente la supuesta lucha entre derecha e
izquierda. Se entiende la primera como neoliberalismo y la segunda como neosocialismo.

Junto a esta dicotomía existen otras, como la de “civilización y barbarie”, que tiene su
antecedente en el siglo de la ilustración; el “imperialismo y colonia”, propia del discurso del siglo
XIX; y uno mucho más antiguo que es la de lo “divino y demoníaco”. Se puede encontrar ese
mismo sentido en la de “oligarquía y pueblo”, “mercado y estado”, “global y local”, “modernidad
y tradición”. En el presente ensayo, se va a hacer énfasis en la dicotomía derecha e izquierda,
7

para probar que se está librando una guerra cultural entre los dos bandos y que tiene como campo
de batalla a Suramérica.

Los medios de comunicación social propician el sostenimiento de esta dicotomía y son quienes,
al servir de vehículo de los símbolos que mutan en imaginario, ofrecen las condiciones para que
se perciba una polarización que, en muchos casos, no es del todo cierta. Una muestra son los altos
índices de abstención electoral que reflejan que no toda la sociedad está involucrada en el juego
político establecido. La pérdida de interés en la población, también se refleja en la poca afluencia
de personas a las marchas y concentraciones convocadas por ambos bandos. La sensible
disminución de graffitis de contenido político en las calles de Caracas tampoco puede pasar
desapercibida, sobre todo cuando el país se encuentra a escasos cinco meses de unas nuevas
elecciones presidenciales.

La hipótesis de este ensayo es que los medios de comunicación social propician la creación de
situaciones sociales que no existen en la vida real, pero que mediante su fuerza comunicacional,
los posicionan al punto de volverlos imaginarios sociales. Ese imaginario se traduce en el relato,
la “novela” de una guerra cultural que encuentra en los mass media en escenario para las batallas
que se libran.

George Yúdice, quien se ha preocupado por desarrollar pensamiento alrededor de los usos
contemporáneos de la cultura en la Aldea global, plantea la existencia de “Guerras culturales”.
Éstas las entiende como una confrontación ideológica expresada en los mensajes simbólicos,
transmitidos por los diversos canales de comunicación social existentes. Las estrategias de las
batallas están supeditadas a los “marcos conceptuales” donde los grupos accionan sus lenguajes,
su retórica, todo esto para convencer a suyos y dominar a otros.

Para entender el concepto de guerra cultural también es necesario manejar la noción de cultura
como recurso, no tanto económico, sino social. Este recurso sirve para posesionar códigos que
evidencien la diversidad humana e ideológica, debido al papel divulgativo de la naturaleza
cultural, lo cual permite la urdimbre del tejido social. Uno de los logros del fenómeno de la
cultura como recurso, es la visibilización de sectores sociales antes invisibilizados, porque
8

permite el reconocimiento de la diferencia. Otro asunto es que la diferencia no sea aceptada y es


esa situación es la génesis de las batallas culturales.

Desde este punto de vista, la cultura no se usa como “cultura en sí misma” sino como un recurso
político para la obtención de espacios sociales, políticos y económicos, en lo que Yúdice define
como una nueva “episteme posmoderna” que se relaciona con las nuevas formas de aproximarse
el individuo a la sociedad, y cómo eso que Michel Foucault llamó la influencia del poder en la
corporalidad, ha dado una nueva forma de comportamiento del ser humano.

En este ejercicio de la performatividad, el imaginario cumple el papel de la estructura interna


bajo la cual se manifiestan las acciones. Debido a que la globalización ha ampliado las opciones
de simbolización y procesos de significación en los seres humanos, aproximando a las diferentes
culturas, se agudiza el cuestionamiento de las normativas, lo que a su vez, favorece a la
performatividad donde intervienen la acción y la representación.

Para el presente caso, el análisis está dirigido a mirar qué manifiesta la performatividad expresada
en la creación simbólico-lingüística que es el graffiti, en el marco de una guerra ideológica que se
libra en Venezuela donde existen dos bandos en pugna ideológica: el oficialismo (neosocialista) y
la oposición (neoliberal) que visto desde un relato novelado, es la historia de una guerra
simbólica que existe entre un grupo que defiende las características de la IV República y otro que
habla de la creación de una V República, es decir, de un proceso “revolucionario” hacia un nuevo
modelo social. Las batallas entre esos dos bandos, tendrá todos los elementos de una guerra; con
bandos, líderes, héroes, traidores, conspiraciones, armamentos y batallas.

Cuatro ejemplos venezolanos

La guerra cultural está determinada por las tensiones entre performatividades que buscan
posesionarse y anular al otro, en la lucha entre dos micro políticas que intentan dominar al
contrario por medio de actos simbólicos, lo cual se denota claramente en los mensajes que se
cruzan en los medios de comunicación.
9

A diario, pueden verse ejemplos de este fenómeno en los diferentes medios de comunicación
venezolanos. Se mencionan tres casos, para luego concentrarnos en un cuarto, que es el objeto del
presente estudio.

Un primer caso, probablemente el más llamativo, es el de la programación de los canales de


televisión, como “La Hojilla”, del canal gubernamental Venezolana de Televisión, y en el otro
extremo “Aló Ciudadano”, del canal privado Globovisión. El abordaje noticioso de los grandes
diarios tradicionales como El Universal y El Nacional, frente a una incipiente prensa alternativa
que cuenta con un importante apoyo económico y legal por parte del Gobierno. Básicamente
tanto en uno como en el otro, por medio del “periodismo”, intentan anularse en una batalla de
denuncias pero de poco reconocimiento. La “investigación” es usada no para indagar la realidad,
sino para llenarse de armamento para atacar al contrario. Desde el punto de vista ético-
periodístico es una actitud criticable, pero desde el punto de vista de la ética de la guerra: “En el
amor y la guerra todo se vale”, es totalmente entendible, lo que demuestra que los medios de
comunicación no son instituciones independientes, sino que están condicionadas por
motivaciones ideológicas que van más allá del deber de informar.

El segundo caso es la comunicación no verbal, la gestual, que cuenta particularmente con las
marchas como símbolo. Tanto en el caso del gobierno para las marchas oficiales, como en el caso
del sector empresarial para las marchas de la oposición, se denota una gran inversión económica
en la convocatoria a través de comerciales de radio y TV, vallas y avisos de prensa, también en el
uso de autobuses, animación con artistas y agrupaciones musicales, repartición de debida y
material promocional, siendo esta última, una costumbre mayormente gubernamental. En
reiteradas ocasiones ambas tendencias se han cruzado durante sus marchas y concentraciones,
pero con la excepción de los lamentables enfrentamientos ocurridos el 11 de abril de 2002, la
pugna política no ha trascendido los gritos de consignas, y alguno que otro intercambio de
insultos verbales (batalla lingüística) y no verbales (batalla gestual), en parte gracias a la
constante presencia de distintos cuerpos del orden público y a la misma actitud de no violencia
física de la cultura política venezolana.
10

El tercer caso se ubica en el ámbito de la lingüística, y se observa en el uso de dos términos:


Chavista y Escuálido. Los “escuálidos”, es el nombre como se conoce a la oposición en el argot
popular, después de que el mismo presidente Chávez los llamara así durante un discurso. Viene
de escualos, de tiburón, el depredador marino; otros la asumen despectivamente como escualidez
que quiere decir según el diccionario: Suciedad, asquerosidad. || 2. Flaqueza, delgadez, mengua
de carnes, de carne 'revolucionaria'. Las explicaciones de etimología de término “chavista”
sobran, es obvia. Aunque en ocasiones es usada por los integrantes de la oposición para asociarla
con El Chavo, el niño humilde y medio tontín creado por Roberto Gómez Bolaños. A estos
también los llaman los “desdentados”, en una clara burla a la poca asistencia odontológica que
han recibido. La situación anterior muestra cómo, por medio de juego lingüístico, se escenifica un
imaginario social que tiene como trasfondo las dos ideologías en pugna por el poder: la del
socialismo y la del neoliberalismo.

El cuarto caso es el de los graffitis como medio utilizado en el debate entre los dos bandos, para
lo cual es indispensable acudir a la experiencia vivencial con los graffitis que se observaron en
distintas zonas de Caracas entre junio y julio de 2006, partiendo de dos estudios efectuados en la
Escuela de Comunicación Social de la Universidad Central de Venezuela: "El graffiti en la V
República Venezolana / Estudio del graffiti sobre asuntos públicos", desarrollado entre 2001 y
2002 en el marco de la clase de Opinión Pública del profesor Iván Abreu Sojo, y la tesis de grado
en 2004 de Mariana Gil Schemel titulada "El graffiti como medio de comunicación política".

El graffiti como expresión de opinión pública en Caracas

En Venezuela el graffiti surgió durante la década de los 60’s, gracias a la influencia de los
graffitis con alto contenido político del Mayo Francés, y a los coloridos textos que decoraban el
metro de Nueva York. Durante el gobierno de Rómulo Betancourt, muchas paredes fueron
marcadas con un “RR” que significaba “Rómulo Renuncia”. Casi medio siglo después, las
paredes de Caracas volvieron a lucir un “RR”, que en este caso se refería a la solicitud de un
Referéndum Revocatorio, por parte de la oposición venezolana.
11

De acuerdo con Abreu, la palabra graffiti designa por lo menos tres fenómenos distintos: la
actividad artística originada por jóvenes neoyorquinos, el graffiti como expresión individual
de sentimientos y emociones, y el fenómeno que se analiza en el presente ensayo, que es el
graffiti como expresión de opinión pública, básicamente como protesta contra el
Establishment. Las paredes como un lugar donde se manifiesta el estado de ánimo colectivo.
También alerta sobre la ligereza de generalizar, ya que no todos los sectores sociales están
representados, pero igualmente considera que los graffitis son depositarios de ansiedades
grupales, miedos, fantasías, ilusiones y desilusiones, que ellos se encargan de “alcahuetear”
públicamente.

Tanto la investigación del Prof. Abreu, como la de Mariana Gil Schemel, parten de las siete
valencias de un graffiti planteadas por Armando Silva (1986), quien precisa que un graffiti
debe estar contenidos las funciones dialécticas de: marginalidad, anonimato, espontaneidad,
escenicidad, precariedad, velocidad, fugacidad. También se basan en el planteamiento según
el cual, el graffiti pasa por subvertir un orden (social, cultural, lingüístico o moral), expone lo
prohibido (lo obsceno, socialmente hablando), y apunta a un tipo de escritura perversa que
dice lo que no se puede decir, pero que se legitima gracias a este juego de decir lo no
permitido.

Enmarcados por la convulsión política, económica y social que caracterizó al país entre los años
2001 y 2004, los estudios desarrollados en la Universidad Central de Venezuela por Abreu y por
Gil se enfocan en análisis de contenido de los graffitis recopilados, de acuerdo con las siguientes
variables: tema del graffiti, clasificado por tópico de la agenda de asuntos públicos; temas
políticos, que a su vez se subclasifican en varias modalidades; protagonista, que se refiere a una
persona, institución o país; ideología, que puede ser antisistema o pro sistema (capitalista);
identificación, que indica la existencia o ausencia de una firma; fuente, que pueden ser partidos
políticos, grupos estudiantiles, gremios, entre otros grupos identificables o no; tendencia, que
puede ser pro, anti Chávez, o ajeno a la dicotomía; mención o alusión a Chávez; calificativo a
Chávez; modificación del graffiti, referido a cualquier tachadura o agregado que modifica el
contenido del mensaje; gráficos, que remite al uso de añadidos gráficos o icónicos; contexto
12

determinante para la escritura del graffiti; y la zona de recolección, que puede ser popular,
residencial, casco central, calles y avenidas, periferia.

Una vez codificadas las modalidades de las variables, la información se procesó en el programa
informático SPSS, y con los resultados obtenidos, Abreu concluyó que la llegada del presidente
Chávez al poder, dio origen a cambios en la manera como se aborda la comunicación política del
país, contexto en el que aparecieron los graffitis como canal de comunicación política que refleja
la batalla social.

Con respecto a los contenidos, Abreu observó un cambio histórico en los mensajes románticos de
décadas anteriores, cediendo paso a temas políticos – beligerantes, que representan cuatro de cada
cinco graffitis recolectados, y destaca que más de tres cuartas partes de las pintadas tenían un
protagonista definido: el presidente Chávez. Los graffitis estudiados, aunque no tuvieron una
línea ideológica clara, fueron más anti sistema que pro sistema, entre los graffitis antigobierno la
frecuencia es casi igual entre graffitis antisistema y prosistema, mientras que entre los graffitis
progobierno, no se leyeron mensajes prosistema. Como era de esperarse, las zonas residenciales
tienen más antigobierno y las populares progobierno. Otra de las formas más llamativas en las
que se manifiesta la guerra de graffitis es la modificación para cambiar su sentido primario.

Finalmente, Abreu concluyó que los graffitis están siendo usados como propaganda, lo que se
evidencia en el hecho de que tres de cada cinco pintadas pudieron ser contextualizados, y se
ratifica por el importante número de graffitis con fuente identificada, organizaciones, grupos y
partidos políticos. “Pensamos que por primera vez en el mundo –no conocemos punto de
referencia para comprobar o negar esta conclusión- el graffiti pasa a ser un instrumento de un
gobierno en ejercicio. Por primera vez, esta vía de protesta, de trasgresión, de discurso contra el
poder, es tan usado por partidarios de un gobierno. Otra particularidad de este sui generis
proceso" (Abreu, 2002: 17)

Con respecto a la tesis de Gil, que contó con la tutoría del profesor Abreu, se observan las
mismas conclusiones, lo que demuestra que las características de la guerra cultural, no variaron
13

entre 2002 y 2004. Los que si variaron fueron muchos de los mensajes, demostración de la
actualización permanente del graffiti, que lo hace un medio de características noticiosas.

Es necesario advertir que en ambos estudios se percibe el sesgo político característico del
contexto que envolvía a los autores. En ninguno de los dos, especialmente en la tesis de Gil, se
hizo una profunda reflexión de la situación histórica y del fenómeno comunicativo. Si bien se
conceptualizó acerca del graffiti y su desarrollo, no hubo una contextualización ideológica que
adentrara el asunto a una esfera continental y mundial, aspecto importante para cualquier estudio
de comunicación que trate de entender cómo funcionan las estructuras que movilizan las
ideologías.

Por otro lado, se hizo poco hincapié en el fenómeno de la significación, no tanto en el análisis de
contenido de los casos, sino en la situación del graffiti como medio de interpretación de una
realidad que está representando. Se puede afirmar que, en el fondo, los dos estudios funcionan
como “partes de guerra” o “mapas de actores de conflicto” debido a que su análisis nos acerca a
la composición, de los bandos que entran en conflicto, más que a un análisis sobre la realidad
histórica que se vive. No obstante, los dos trabajos son buenos puntos de partida, debido a la
rigurosidad en la recolección y análisis de los datos desde el punto de vista expuesto.

El graffiti en 2006 ¿Continúa la guerra en el terreno de lo simbólico?

A través del análisis de graffitis ya capturados por los trabajos de 2002 y 2004, además de la
recolección de algunos en 2006, se utilizarán la semiótica y la lingüística para escarbar los
contenidos que están inmersos dentro de estos mensajes, y así reflejar la guerra cultural que se
libra no sólo en Caracas, sino en todas las urbes de Latinoamérica.

Esa aproximación se desarrolla bajo la metodología propuesta por Armando Silva quien plantea
tres pasos para mirar un mensaje graffiti:

1. Objeto de exhibición.
2. Observación por un sujeto real – es decir, el ciudadano.
14

3. Consecuencias sobre la mirada.

Se hará especial énfasis en el análisis de los graffitis inscritos en la categoría “Ideología: pro,
contra, ambivalente (del sistema capitalista)” extraída del trabajo del profesor Abreu, la cual
incluye a todos los mensajes que hacen alusión a una confrontación ideológica resumida como
“Chávez = capitalismo la alternativa = socialismo”. Más allá de la ironía contenida, expone las
tendencias ideológicas que están en juego en esta batalla cultural: el capitalismo y el socialismo.
El primero entendido como el libre mercado y la disminución del poder estatal a favor del
empresarial; y el socialismo entendido como lo contrario, aunque no necesariamente involucra al
cierre de mercados. Es en esta categoría donde se debate el trasfondo de la problemática del
"deber ser" del modelo político actual. Es en ese cruce de mensajes, donde se dio realmente la
guerra cultural en el contexto de los graffitis.

Ambos marcos ideológicos se estructuran bajo signos, en el caso de los graffitis, palabras que
denotan, y en sí mismas están cargadas de ideología. Por ejemplo, en el graffiti “La lucha es de
clases” es una frase compuesta por dos palabras que hacen parte de la discursividad del
"socialismo", que en el caso venezolano, está representada por el chavismo. Otros ejemplos son
“Todo el poder para el pueblo” y “Fedecámaras terroristas explotadores del hambre”; en este
último, lo significativo es la forma en cómo se asume una palabra que hace parte del acervo de su
contraparte como lo es el término “Terrorista”, lo que refleja la forma en que se resemantizaran
las armas de guerra del enemigo.

En el otro extremo se observan los juegos de palabra para conectar la realidad venezolana con
estereotipos de conducta política: “No al castro chavismo”, “Cuba no”, “la moral revolucionaria
del Che Guevara Chávez”, mensajes que tienen como respuesta graffitis que rezan frases como
“profundicemos la revolución bolivariana”, “construyamos el poder popular viva Chávez”, “La
CIA falló su golpe revolución o muerte”, “fuera el imperialismo”.

El lenguaje también es implícito en lo que se refiere a la confrontación: “contra la conspiración


de la derecha Unidad Popular M-28”, “joven únete a las milicias”, “fuera la conspiración de la
burguesía M-28”, “milicias populares la lucha es de clases”, "no a la intervención yanqui”. La
15

presencia de palabras como “lucha”, “poder”, “terroristas”, “No”, “revolución”, “falló”, “golpe”,
“muerte”, “fuera”, “contra”, “únete”, “conspiración” e “intervención”, permiten hablar de una
confrontación, de una guerra que se libra en el terreno de lo simbólico. Se lucha por un
imaginario de sociedad que se ha institucionalizado en los bandos en pugna.

Los tachones, correcciones, borrones y agregados que se observan en la discusión sobre las
paredes, no son otra cosa que las ganas de pasar por encima del otro. El ejemplo inicial del “SI” y
el “NO”, yuxtapuestos. Uno que dice “Viva Chávez” tachan el “Viva” por “Muera” reflejan la
beligerancia de los bandos en pugna.

Del trabajo de grado escogimos unos que muestran los bandos en confrontación y la búsqueda del
aniquilamiento simbólico expresado en la ofensa y el insulto. En corredores viales encontraron
mensajes como “Este es el gobierno de las vacas locas”, “Escuálidos malditos fracasados”,
“Rosendo Traidor”, “Chávez, muérete mono maldito”, “Aristóbulo es hijo de la mona chita”,
“Españoles fascistas”, “No al Mc golpe, viva la arepa”, “Bush ven por Chávez”, “Fidel no es
Cuba, Chávez no es Venezuela”, “Periodistas mercenarios”. En zonas residenciales frases como
“Chávez acomplejado de mierda mono e’ negro maldito”; “Viva Chávez” (modificado) “viva”
tachado, por “Chávez arderás”. Mientras que en zonas populares “Si hay golpe hay saqueo”,
“Catia territorio bolivariano”, “Plomo al paro”, “Si a la vida no a la muerte”. En el casco central
de la ciudad cosas como “No a los círculos de asesinos y saqueadores”, “Resistir, sumar y
fortalecer el movimiento popular”, “El pueblo toma el cuartel”...modif. “para sacar a Chávez”.

Con respecto a los graffitis políticos que se observan en la actualidad, se pueden mencionar dos
tipos: los que hacen referencia ideológica al contexto internacional “Mc Mierda” “Ecological”
(con el logotipo de las empresas transformados) y los que son manifestaciones plasmadas al
menos un año y medio atrás. Uno de ellos es el graffiti “Vivan las FARC” en Altamira que se
pintó durante la marcha del 23 de enero de los chavistas en el 2005. Otros como “Cisneros
traidor” que encontramos cerca de la Estación Colegio de Ingenieros; “Viva Chávez quién dijo
miedo” que se le añadió “Muerto HdP”, en la avenida Rómulo Gallegos a la altura de Palos
Grandes; “No volverán” en la Avenida Lecuna; “Venezuela es el rayo de sol que ilumina América
Latina, Socialismo o Muerte” en Parque Central, que por lo desgastado de la pintura se nota son
16

viejos. El caso más actual que se manifiestan es el mensaje “Venezuela está de Luto” que asumió
la oposición para culpar tácitamente al gobierno por la ola de violencia delincuencial que domina
el país.

Es importante destacar un hecho que se observó durante la recolección de muestras para el


presente ensayo, y es la disminución en la presencia de graffitis con contenido político, sobre
todo en las zonas residenciales de la ciudad, fenómeno que no puede pasar desapercibido si se
considera que se está a cinco meses de unas elecciones presidenciales.

De manera preliminar, se pueden presentar dos hipótesis para este curioso fenómeno: una
intención deliberada por parte de los gobiernos locales pertenecientes a partidos de oposición, de
no permitir la existencia de graffitis políticos, en lo que incluso podría llamarse una campaña de
exterminio simbólico. En su lugar, estos alcaldes han cedido espacios para que grupos de
gaffiteros se expresen libremente con ilustraciones aparentemente apolíticas.

También podría ser reflejo de una creciente apatía o rechazo al tema político por parte de los
jóvenes caraqueños, tras seis años de conflicto que para muchos, lo único que consiguió fue
debilitar las bases sociales y económicas del país. De esta forma, se podría anticipar un
resurgimiento del graffiti de contenido amoroso y de los llamados tags, throw ups o bombers, que
son firmas o contraseñas coloridas y de formas redondeadas que identifican a los crew o grupos
de graffiteros, quienes por lo general, están conformados por jóvenes que escuchan y bailan
música hip hop, montan sus patinetas y utilizan estas marcas delimitar su territorio y expresar sus
necesidades. Pero esto es tema para otra investigación.

En todo caso si la guerra cultural manifestada en el graffiti terminó, entonces la pregunta es


¿quién fue el ganador? A primera vista se podría decir que el oficialismo porque se mantiene en el
poder. También se podría inferir que el perdedor fue la oposición debido a que, a pesar de tener
un armamento de mayor envergadura (prensa, radio y TV), no ha podido “convencer” a los
millones de venezolanos que aparentemente votaron mayoría en las elecciones del Referéndum
de 2004, fecha que parece ser el final de esta batalla de símbolos graffitis.
17

Lo que expresa este fenómeno cultural es, por un lado, la forma cómo se asumió el imaginario
político que se debate en el mundo y se manifestó en una batalla de graffitis expuestas en el
trabajo; pero también, el sostenimiento de un imaginario que el venezolano tiene de sí mismo:
“Aunque las cosas estén muy extremas, no nos vamos a matar entre nosotros”.

No es bueno cerrar este ensayo histórico-comunicacional, sin una visión editorial del proceso:
ganaron todos los venezolanos que prefirieron el terreno simbólico al fáctico que, como en el
caso de la vecina Colombia, es muchísimo más criminal contra los Derechos Humanos. Si no,
miremos como ejemplo las diferentes guerras que aniquilan el cuerpo y que han arrojado
millones de sufrimientos y rencores que hacen cíclicos los procesos de odios y dificultan los
procesos de conciliación que, aparentemente se reflejan en los graffitis y se expresan en las calles
de Caracas de 2006 donde ahora el tema es otro debido al imaginario armamentista que están
propiciando los medios de comunicación oficiales y no oficiales.

Caracas, 14 de julio de 2006.


18

BIBLIOGRAFÍA

ABREU, Iván.
2003 El graffiti en la V República Venezolana. Estudio del Graffiti sobre asuntos públicos.
Escuela de Comunicación Social, Facultad de Humanidades y Educación de la
Universidad Central de Venezuela. Caracas.

AGENCIA BOLIVARIANA DE NOTICIAS


2005 Caracas y Los Teques vivirán tres viernes de graffitis. Disponible en wwww.abn.info.ve

ALCALDÍA DE BARUTA
2005 El arte urbano toma Baruta. Disponible en www.baruta.gov.ve

CASTORIADIS, Cornelius:
1983 La institución imaginaria de la sociedad. Tusquets Editores. Barcelona, España.

CASETTI, Francesco.
1980 Introducción a la semiótica. Editorial Fontanella. Barcelona, España.

DIEGO, Jesús
S/F La estética del graffiti en la sociodinámica del espacio urbano. Orientaciones para un
estudio de las culturas urbanas en el fin de siglo. Universidad de Zaragoza. Grafittis.Cat,
disponible en www.galeon.com/graffitiscat/paginas/Jesusdediego /laesteticadelgraffiti

GARCÍA-CANCLINI, Néstor.
1993 Culturas Híbridas. Grijalbo. Madrid

GIL, Mariana
2004 El graffiti como vehículo de comunicación política. Estudio exploratorio del fenómeno
del graffiti, a través de la recolección de una muestra y su análisis y el estudio del
19

perceptor. Escuela de Comunicación Social, Facultad de Humanidades y Educación de la


Universidad Central de Venezuela. Caracas.

GORELIK, Adrian.
2000 Imaginarios urbanos e imaginación urbana. Para un recorrido por los lugares comunes de
los estudios culturales urbanos. Versión modificada de la ponencia realizada en el
encuentro “Límites del imaginario”, en la Sexta Conferencia Internacional Agenda do
Milenio UNESCO, ISCC, Universidad Candido Mendes, Río de Janeiro, 22 a 24 de mayo
de 2000. Disponible en www.bifurcaciones.cl

GUZMÁN, Carlos
1996 “La demanda del `nosotros´: descubriendo la ciudad como acontecimiento de consumo
cultural”. Publicado en Medios de Comunicación y Poder. Universidad Central de
Venezuela / Fundación Carlos Eduardo Frias. Disponible en
www.crim.unam.mx/cultura/ponencias/ponen2faseindice/guzm%C3%A1n.htm

GUZMÁN, Carlos
1996 Las nuevas síntesis urbanas de una ciudadanía cultural. La ciudad como objeto de
consumo cultural. Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia
y la Cultura. Formación en Administración y Gestión Cultural. Disponible en
http://www.campus-oei.org/sintesis.htm

PÉREZ, Gilberto.
2002 Representación social y producción de significado. En “Estudios de psicología”.
Universidad Nacional Autónoma de México. México DF.

ROJAS, Gabriela.
2006 Caracas en spray y ruedas callejeras. Publicado en “Últimas Noticias”, Págs. 13 y 14.
Caracas.

MORAGAS SPA, Miguel de.


20

1979 Semiótica y comunicación de masas. Ediciones Península. Barcelona.

SILVA, Armando
1986 Una ciudad imaginada. Graffiti, expresión urbana. Universidad Nacional de Colombia.
Bogotá.

SILVA, Armando
1992 Imaginarios urbanos. Tercer Mundo. Bogotá.

SILVA, Armando
1992 La ciudad como comunicación. Elaboración de una teoría sobre el graffiti en las ciudades
contemporáneas, con especial referencia a ciudades colombianas y latinoamericana, y la
evolución de sus argumentos hasta la formulación de una tesis integral sobre la ciudad
intercomunicada por territorios urbanos. En “Diálogos de la comunicación”. Nro 23.
Disponible en www.felafacs.org

YÚDICE, George
2002 El recurso de la cultura. Gedisa. Barcelona, España.
21

ANEXOS

Graffitis fotografiados en la Ciudad de Caracas, entre mayo y junio de 2006.

“Aquí me mataron”. Plaza Francia. Altamira.

“Chávez es el pueblo”. Puente Brión.

“Chávez Marico. Viva Primero Justicia ... otro títere que prejuzga”. UCV
22

“Ecológical”. Camino a Plaza Venezuela

“El imperio no podrá contigo Venezuela resistirá”. Plaza Bolívar

“Fuera Cuba Comunistas”. Altamira

“Fuera el M28. Cálatela pajúo” UCV


23

“Hoy hemos venido UCV a despejar la mente”. UCV

“Mc Mierda”. Av. Andrés Bello

“Revolución Estamos en”. Vía a Plaza Venezuela

“Socialismo o muerte”. Plaza al lado del Hotel Caracas Hilton


24

“Venezuela el rayo de sol que alumbra América Latina”. Plaza al lado del Hotel Caracas Hilton

“Vivan las FARC”. Av. Francisco de Miranda

“Viva Chávez quien dijo miedo”. Modificado con “muerto”. Av. Rómulo Gallegos, Los Palos
Grandes

“Vota No Si”. Centro de Caracas

S-ar putea să vă placă și