Este libro la Educación ha sido puesto a nuestro alcance con la finalidad de
que a través del estudio diario y la puesta en práctica de lo aprendido podamos todos cada día crecer en él y moldear nuestro carácter de manera que podamos heredar la vida eterna ya que todos debemos prepararnos para hacer frente a las realidades de la vida nuestras oportunidades derrotas o éxitos este libro nos muestra cómo debemos prepararnos para hacerle frente y poder así salir victoriosos ante las pruebas de la vida y para ello necesitamos de una comunión diariamente con Dios En esta comunión se halla la educación más elevada. Es el método propio que Dios tiene para lograr el desarrollo del ser humano. “Vuelve ahora en amistad con Dios” es su mensaje para la humanidad. El método presentado en estas palabras fue el que se utilizó en la educación del padre de nuestra especie. Así instruyó Dios a Adán cuando, en la gloria de una virilidad exenta de pecado, habitaba en el sagrado jardín del Edén. A fin de comprender qué abarca la obra de la educación, necesitamos considerar tanto la naturaleza del ser humano como el propósito de Dios al crearlo. Hemos de considerar también el cambio que sufrió la humanidad por la introducción del conocimiento del mal, y el plan de Dios para cumplir, sin embargo, su glorioso propósito en la educación de la especie humana. El sistema de Educación que fue mostrado en el principio debía ser un modelo para el hombre en todos los tiempos fue así como se fundó la escuela en el Edén un ejemplo para nuestra vida hoy día fue después de la desobediencia de Adán y Eva cuando el enemigo a tratado de cambiar lo que Dios nos ha dado como modelo para lograr la felicidad y la armonía haciéndonos creer que la ley de Dios es algo muy difícil de cumplir y es por causa del pecado que el hombre quedó separado de Dios. De no haber mediado el plan de la redención, hubiera tenido que sufrir la separación eterna de Dios, y las tinieblas de una noche sin final. El sacrificio de Cristo permite que se reanude la comunión con Dios. Personalmente no podemos acercarnos a su presencia; nuestra naturaleza pecaminosa no nos permite mirar su rostro, pero podemos contemplarlo y tener comunión con él por medio de Jesús, el Salvador. La “iluminación del conocimiento de la gloria de Dios” se revela “en la faz de Jesucristo”. “Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo”1. “Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros lleno de gracia y de verdad”. “En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres”2. La vida y la muerte de Cristo, precio de nuestra redención, no son para nosotros únicamente una promesa y garantía de vida, ni tan solo los medios por los cuales se nos vuelven a abrir los tesoros de la sabiduría, sino una revelación de su carácter aún más amplia y elevada que la que conocían los santos moradores del Edén. Así como fue dada la Educación en el Edén también les fue dada la educación a Israel Las personas que estaban bajo su dirección seguían el plan de vida que Dios había indicado al principio. Los que se separaron de Dios se edificaron ciudades y, congregados en ellas, se gloriaban del esplendor, el lujo y el vicio que hace de las ciudades de hoy el orgullo del mundo y su maldición. Pero los hombres que se aferraban a los principios de vida establecidos por Dios moraban en los campos y cerros. Cultivaban la tierra, cuidaban rebaños, y en su vida libre e independiente, llena de oportunidades para trabajar, estudiar y meditar, aprendían de Dios y enseñaban a sus hijos sus obras y caminos. Este era el método educativo que Dios deseaba establecer en Israel. Pero cuando los israelitas fueron sacados de Egipto, había pocos entre ellos que estuvieran preparados para ser colaboradores con Dios en la educación de sus hijos. Los padres mismos necesitaban instrucción y disciplina. Puesto que habían sido esclavos durante toda su vida, eran ignorantes, incultos y degradados. Tenían poco conocimiento de Dios y una débil fe en él. Estaban confundidos por enseñanzas falsas y corrompidos por su largo contacto con el paganismo. Dios deseaba elevarlos a un nivel moral más alto, y con este propósito trató de inculcarles el conocimiento de sí mismo. Tanto en la escuela como en el hogar, mucha de la enseñanza era oral, pero los jóvenes aprendían también a leer los escritos hebreos, y se ofrecían a su estudio los pergaminos de las Escrituras del Antiguo Testamento. En esas escuelas, los principales temas de estudio eran la ley de Dios, con las instrucciones dadas a Moisés, la historia y la música sagradas, y la poesía. En los relatos de la historia sagrada, se rastreaban las pisadas de Jehová. Se hacían notar las grandes verdades presentadas por medio de símbolos en el servicio del santuario, y la fe abarcaba el objeto central de todo el sistema: El Cordero de Dios, que había de quitar el pecado del mundo. Se fomentaba el espíritu de devoción y no solo se enseñaba a los alumnos que debían orar, sino la forma de hacerlo, de acercarse al Creador, de ejercitar la fe en él y de comprender y obedecer las enseñanzas de su Espíritu. El intelecto santificado sacaba del tesoro de Dios cosas nuevas y viejas, y el Espíritu de Dios se manifestaba en la profecía y el canto sagrado. Estas escuelas llegaron a ser uno de los medios más eficaces para estimular la justicia que “engrandece a la nación” En gran escala contribuyeron a poner el cimiento de la maravillosa prosperidad que distinguió a los reinados de David y Salomón. Los principios enseñados en las escuelas de los profetas eran los mismos que modelaron el carácter y la vida de David La Palabra de Dios fue su maestro. “De tus mandamientos dijo él he adquirido inteligencia. Mi corazón incliné a cumplir tus estatutos”. Eso indujo a Dios a decir de David, cuando lo llamó para ocupar el trono, que era “varón conforme a mi corazón”. Fue gracias a la Educación que fue dada en su casa la que permitió a José ser fiel cuando se le presento la hora de la prueba aunque fue un niño mimado de su padre cuando le toco ser esclavo de potifar decidió ser fiel a la Educación que se le había dado en su niñez y decidió hacer su trabajo lo mejor posible y cuando en la cárcel del faraón le toco ser un preso del estado, condenado injustamente, que no tenía esperanza de vindicación ni perspectiva de libertad; en un momento de gran crisis fue llamado a colaborar con el gobierno de la nación. ¿Qué lo capacitaba para conservar su integridad? Nadie puede mantenerse en una gran altura sin peligro. Del mismo modo que la tempestad que deja intacta la flor del valle, desarraiga el árbol de la cima de la montaña, las fieras tentaciones que dejan intacto al de condición humilde, asaltan a los que ocupan las funciones más importantes del mundo en cuanto a éxito y honor. Pero José resistió igualmente la prueba de la prosperidad y la adversidad. En el palacio del faraón puso de manifiesto la misma fidelidad que en la celda de la cárcel como Jose,David,Salomon,Daniel,Elias,Moises y muchos más somos nosotros también llamados a seguir el ejemplo de estos hombres y ser hoy día hombres y mujeres Honrados leales a Dios y a nuestros principios que podamos ser fieles y mantenernos firmes antes las pruebas y dificultades de la vida y que en todo momento de nuestra vida tengamos un objetivo claro y definido de lo que queremos lograr en nuestras vidas y así como estos grandes hombres podamos seguir su ejemplo en todo momento dar testimonio del Dios en quien hemos creído y llegar a ser la luz en este mundo de tinieblas donde el enemigo está tratando de predominar presentando placeres mundanales que más adelantes nos llevan a la muerte eterna y que así como Moisés renunció a un reino en perspectiva; Pablo, a las ventajas proporcionadas por la riqueza y el honor entre su pueblo, a cambio de una vida llena de responsabilidades en el servicio de Dios. Para muchos, la vida de estos hombres se presenta como una vida de renuncia y sacrificio. ¿Fue realmente así? Moisés consideraba que el oprobio sufrido por Cristo era una riqueza mayor que la de los tesoros de Egipto. Lo consideraba así, porque así era. Pablo declaró: “Pero cuantas cosas eran para mi ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo”. Estaba satisfecho con su elección. A Moisés le ofrecieron el palacio de los faraones y el trono del monarca, pero en esas cortes reales se practicaban los placeres pecaminosos que hacen que el hombre se olvide de Dios, y él escogió antes “riquezas duraderas, y justicia” . En vez de ligarse a la grandeza de Egipto, prefirió unir su vida al propósito de Dios. En vez de dictar leyes a Egipto, dictó leyes al mundo, bajo la dirección divina. Llegó a ser instrumento de Dios para dar a los hombres los principios que constituyen la salvaguardia, tanto del hogar como de la sociedad, que son la piedra angular de la prosperidad de las naciones, principios reconocidos hoy día por los hombres más grandes del mundo como fundamento de todo lo bueno que existe en los gobiernos humanos. La grandeza de Egipto yace en el polvo. Su poder y civilización han pasado. Pero la obra de Moisés nunca podrá perecer. Los grandes principios de justicia para cuya instauración él vivió, son eternos. La vida de trabajo y preocupaciones de Moisés estaba iluminada por la presencia de Aquel que es el “señalado entre diez mil”, “y todo él codiciable”. Compañero de Cristo en la peregrinación por el desierto, compañero de Cristo en el monte de la transfiguración, compañero de Cristo en las cortes celestiales, Moisés llevó una vida que en la tierra bendecía a la par que recibía bendición, y que en el cielo fue honrada. También Pablo, en sus múltiples labores, fue sostenido por el poder sustentador de la presencia de Cristo. “dijo él todo lo puedo dijo él en Cristo que me fortalece”. “¿Quién nos separará del amor? Así como Dios le dio las fuerzas para soportar las pruebas de la vida está dispuesto a dárnoslas a nosotros también siempre y cuando le busquemos de todo corazón y estemos dispuestos a hacer su voluntad y dejar que solo él pueda hacer grandes transformaciones en nuestras vidas y solo cuando dejemos que el guie nuestras vidas podremos ver sus maravillas y seremos obreros dispuestos a proclamar el mensaje de un salvador crucificado, resucitado y que esta pronto a venir. Resumen del libro el camino a cristo Camino a cristo es un libro Entrañable como pocos. Breve pero estimulante, sencillo pero cautivador su virtud principal es que es capaz de mostrarnos el camino que nos lleva a conocer la persona Jesucristo aquel que como ninguna persona nos puede comprender y nos da su amor infinito quien en medio del sufrimiento que debemos acarrear por causa del pecado nos revela su amor Jesús vivió, sufrió y murió para redimirnos. Se hizo “Varón de dolores” para que nosotros fuésemos hechos participantes del gozo eterno. Dios permitió que su Hijo amado, lleno de gracia y de verdad, viniese de un mundo de indescriptible gloria a esta tierra corrompida y manchada por el pecado, obscurecida por la sombra de muerte y maldición. Permitió que dejase el seno de su amor, la adoración de los ángeles, para sufrir vergüenza, insultos, humillación, odio y muerte. “El castigo de nuestra paz cayó sobre él, y por sus llagas nosotros sanamos. Y a causa de nuestros pecados fue pagado por nuestra redención, el sacrificio infinito que hizo nuestro Padre Celestial al entregar a su Hijo para que muriese por nosotros, debe darnos un concepto elevado de lo que podemos llegar a ser por intermedio de Cristo. Y así debemos darnos cuenta de la gran necesidad que tenemos hoy día los seres humanos esa necesidad de paz que solo Dios puede otorgar a nuestras vidas, es imposible que podamos escapar por nosotros mismos del foso del pecado en el cual nos encontramos sumidos ya que nuestro corazón es malo y por nuestro propio esfuerzo no lo podemos cambiar, pero solo con una entrega total a Dios podemos lograrlo. Debemos estar dispuestos a abandonar definitivamente nuestro pecado Muchos no entendemos la naturaleza verdadera del arrepentimiento. En muchas oportunidades nos entristecemos por haber pecado, y aun nos reformamos exteriormente, porque tememos que nuestra mala vida nos acarree sufrimientos. Pero esto no es arrepentimiento en el sentido bíblico. Lamentan el dolor más bien que el pecado. Tal fue el pesar de Esaú cuando vio que había perdido su primogenitura para siempre. Balaam, aterrorizado por el
ángel que estaba en su camino con la espada desenvainada, reconoció su
culpa porque temía perder la vida, mas no experimentó un sincero arrepentimiento del pecado; no cambió de propósito ni aborreció el mal. Judas Iscariote, después de traicionar a su Señor, exclamó: “¡He pecado entregando la sangre inocente!” Esta confesión fue arrancada a su alma culpable por un tremendo sentimiento de condenación y una pavorosa expectación de juicio. Las consecuencias que habría de cosechar le llenaban de terror, pero no experimentó profundo quebrantamiento de corazón ni dolor en su alma por haber traicionado al Hijo inmaculado de Dios y negado al Santo de Israel. Cuando el faraón de Egipto sufría bajo los juicios de Dios, reconocía su pecado a fin de escapar al castigo, pero volvía a desafiar al Cielo tan pronto como cesaban las plagas. Todos los mencionados lamentaban los resultados del pecado, pero no experimentaban pesar por el pecado mismo. Pero cuando el corazón cede a la influencia del Espíritu de Dios, la conciencia se vivifica y el pecador discierne algo de la profundidad y santidad de la sagrada ley de Dios, fundamento de su gobierno en los cielos y en la tierra. “La Luz verdadera, que alumbra a todo hombre que viene a este mundo,” ilumina las cámaras secretas del alma, y quedan reveladas las cosas ocultas. La convicción se posesiona de la mente y del corazón. El pecador reconoce entonces la justicia de Jehová, y siente terror de aparecer en su iniquidad e impureza delante del que escudriña los corazones. Ve el amor de Dios, la belleza de la santidad y el gozo de la pureza. Ansía ser purificado y restituido a la comunión del cielo.
La oración de David después de su caída ilustra la naturaleza del verdadero
dolor por el pecado. Su arrepentimiento fue sincero y profundo. No se esforzó él por atenuar su culpa y su oración no fue inspirada por el deseo de escapar al juicio que le amenazaba. David veía la enormidad de su transgresión y la contaminación de su alma; aborrecía su pecado. No sólo pidió perdón, sino también que su corazón fuese purificado. Anhelaba el gozo de la santidad y ser restituido a la armonía y comunión con Dios. Este era el lenguaje de su alma Dios desea nuestra felicidad y en todo lo que ha hecho ha tenido presente el bienestar de sus hijos todo el cielo está interesado en la felicidad de la humanidad y el redentor del mundo acepta a los hombres tal y como son. Él nos pide que vayamos a él con todas nuestras necesidades, imperfecciones y debilidades y nos promete que no solamente nos limpiara de pecado y nos concederá redención por su sangre, sino que satisfará el anhelo del corazón de todos los que estén dispuestos a entregarles sus vidas el desea darnos paz y descanso a todos los que acudamos a él en busca del pan de vida nosotros como seres humanos nos pasamos la vida corriendo, pero raramente somos capaces de preguntarnos a donde vamos y tendemos a olvidar el destino de nuestra vida y es que no nos hemos preocupado por buscar bien el camino Dios solo está esperando que le busquemos de todo corazón y con sinceridad que le conozcamos verdaderamente y cuando le conozcamos podremos entender que él es el mejor Camino.