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I. UNIDAD TRES.

EL DERECHO PROCESAL JURISDICCIONAL

1. PROPÓSITOS DE LA UNIDAD TRES.

Esta unidad tiene un objetivo central: fijar el concepto derecho procesal, entendido
como conjunto de normas.

Para alcanzar este propósito, estipularemos de modo ordenado las siguientes


nociones:

1.1. Los correlativos potestad/sujeción.

1.2. Norma de competencia y norma de conducta.

1.1. Fuente de derecho.

1.3. Derecho de coordinación y derecho de subordinación.

2. POTESTAD/SUJECION. RELACIONES CENTRALES DEL PROCESO.

Una cita de Clemente A. Díaz sintetiza la incidencia de la relación potestad/sujeción en


un proyecto de construir una Teoría General del Proceso. Expone que derecho
procesal integra un conjunto de normas jurídicas “que se caracterizan por atribuir
poderes e imponer sujeciones que en puridad son “el derecho para el derecho” (Clemente
A. Díaz, p. 60).

Son normas medio que determinan cómo se hace el derecho para que sea reconocido
como válido. Son instrumentales al servicio del derecho, pues determinan cómo se
crea, la manera como se hace el derecho válido.

A los procesos administrativo y jurisdiccional los regula un orden normativo que


atribuye poderes e imponen las sujeciones correlativas a los sujetos que emiten actos
de la serie denominada proceso.

Hay lugar, entonces, para precisar en primer lugar los conceptos potestad y sujeción.

2.1. El derecho es sistema que regula la conducta interferida.

El derecho, como sistema de control social, obra exclusivamente sobre una especie de
conducta humana, aquella que incide en la órbita de vida de otros seres humanos. El
comportamiento que afecta a otro es el relevante para el derecho. El del hombre en
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soledad es ajeno a lo jurídico; únicamente es significativo para el cosmos de la ética.
La Corte Constitucional relieva esta propiedad del derecho de la siguiente manera:
"Mas allá de las disputas de escuelas acerca de la naturaleza del derecho, puede
afirmarse que lo que caracteriza esa forma específica de control de la conducta humana
es el tener como objeto de regulación el comportamiento interferido, esto es, las acciones
de una persona en la medida en que injieren en la órbita de acción de otras, se
entrecruzan con ellas, la interfieren."1

Todo el derecho puede entenderse en función del concepto conducta interferida. El


precepto de derecho tiene resonancia bilateral; se referirá siempre a una relación
entre sujetos, en la que es posible distinguir una situación o posición subjetiva de
ventaja, de un lado, y, correlativamente, una situación o posición de desventaja, del
otro. Esto lo sintetiza la Corte Constitucional así: "En lenguaje hohfeldiano2, puede
afirmarse que el precepto del derecho crea siempre una situación desventajosa
correlativa a una situación ventajosa"3

A todo derecho corresponde una obligación; a una potestad atañe correlativamente


una sujeción. De un lado, derecho y potestad, que participan de la calificación de
situaciones activas, operan en esferas de influencia distintas; y por ello, tienen diversa
entidad conceptual. Y, del otro y como consecuencia de lo anterior, obligación y
sujeción, que son posiciones pasivas, tienen igualmente una diferente estructura.

La obras "Conceptos Jurídicos Fundamentales"4 del profesor norteamericano W. N.


Hohfeld "Sobre el Derecho y la Justicia" de Alf Ross 5 serán los documentos que
orientarán el trabajo dirigido a desentrañar la configuración de los correlativos
derecho/deber y potestad/sujeción.

2.2. Los conceptos jurídicos. Una terminología mejorada. Presentación de un


problema.

1GACETA DE LA CORTE CONSTITUCIONAL. Corte Constitucional. Edición extraordinaria. Sentencia C-221,


mayo 5 de 1994. Magistrado ponente: Carlos Gaviria Díaz. Santafé de Bogotá: Consejo Superior de la
Judicatura, 1994. p.13.

2Este escrito se ocupará posteriormente de las teorías de W. N. Hohfeld.

3GACETA DE LA CORTE CONSTITUCIONAL. op. cit. p.13.

4HOHFELD, W. N. Conceptos Jurídicos Fundamentales. Traducción de Genaro Carrió. Bueno s Aires:


Centro Editor de América Latina, 1964. 87p.

5ROSS, Alf. Sobre el Derecho y la Justicia. Capítulo V. Las modalidades jurídicas. Cuarta edición.
Trad. Genaro Carrió. Buenos Aires: Eudeba, 1977. p.152-164.

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Existe la suposición generalizada, expresa o tácita, que todas las relaciones jurídicas
pueden ser reducidas a derechos y a obligaciones (o deberes). Hay un uso tan amplio e
indiscriminado de estos dos conceptos, que las ha convertido en nociones polisémicas,
por lo que han perdido la virtud de discernir objetos. Son omnicomprensivas, pues
bajo la noción derecho se recogen las más disímiles posiciones de ventaja y bajo la
idea de obligación (o deber) se arropan las más variadas situaciones de desventaja.
Por ejemplo, se dice que se tiene derecho a exigir una conducta de otro, que existe el
derecho a disfrutar de bienes; que hay derecho a la libre expresión; y, también, que se
es titular del derecho a acceder a los tribunales y que hay el derecho preferente a
adquirir cuotas sociales, acciones o a contratar. Y en la otra orilla, se oye hablar de la
obligación de realizar una prestación de dar o de tener el deber de respetar al otro; se
prescribe la obligación de no causar daño a los demás o la de velar por el cuidado de
alguien; o se dice tener que comparecer como parte pasiva a un proceso.

Con propósitos propedéuticos de inmediato se hará una exploración introductoria a


fin de descomponer, de modo preparatorio y analítico, algunas hipótesis particulares y
prefigurar en ellas el problema que importa a las categorías jurídicas fundamentales.
Paralelamente estos casos mostrarán la utilidad de hacer distinciones y de no
enclaustrar todas las relaciones en la díada derecho/obligación (deber).

2.2.1. Supuesto del contrato de compraventa comercial. El artículo 905 del Código de
Comercio define el contrato de compraventa de la siguiente manera: "La compraventa
es un contrato en que una de las partes se obliga a transmitir la propiedad de una cosa
y la otra a pagarla en dinero."

Para efectos metodológicos únicamente se hará hincapié en uno de los extremos de la


relación; en el de la obligación de pagar el precio (dar).

Si se observan las posiciones activas y pasivas en el contrato se tendrá que:

El vendedor puede exigir al comprador la ejecución de la conducta pagar el precio


(dar).

Correlativamente, el comprador se obliga a realizar en favor del vendedor la misma


conducta (pagar tal suma de dinero).

La conducta regulada, respecto de ambos extremos subjetivos, tiene el mismo


contenido: dar. Un sujeto la exige y el otro está obligado a prestarla.

En este ejemplo, sin lugar a dubitación alguna, se puede aseverar, en sentido estricto,
que se está frente a una relación jurídica que puede ser descrita a la luz del binomio
derecho y obligación. Alguien, que está en la posición activa, es portador de un
derecho a exigir una conducta y, correlativamente, para otra persona, situada en la
posición pasiva, existe la obligación de ejecutar esa misma conducta.

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2.2.2. Sobre el pago. El artículo 1.630 del Código Civil, por ejemplo, pone en evidencia
la crisis insuperable del binomio derecho/obligación como único instrumento
ordenador de todas las relaciones jurídicas.

La norma dispone que "Puede pagar por el deudor cualquiera persona a nombre de él,
aun sin conocimiento y contra su voluntad, y aun a pesar del acreedor".

De la estructura de esta relación jurídica obligacional se deriva, de modo palpable, que


el deudor tiene la obligación de pagar y que, correlativamente, el acreedor tiene el
derecho a exigir la conducta debida.

Pero, al rompe, surge una pregunta turbadora: ¿cuál es la noción que da cuenta
responsable de la posición del tercero?

El tercero no es un obligado, pero puede cumplir la obligación. A su vez, el acreedor


no puede exigir el pago de un tercero, pero tiene que soportarlo, aún a su pesar, si ese
tercero decide hacerlo. El no obligado que opta por pagar la obligación de otro puede
incluso promover eficazmente un proceso de pago por consignación (art. 381 Código
General del Proceso).

La relación entre el tercero y el acreedor no puede ser descompuesta de modo


apropiado por medio del vínculo derecho/obligación.

Entonces, es necesario hallar otra noción que de modo satisfactorio explique ese
ligamen entre tercero y acreedor, que Hohfeld la enunciaría de esta manera: respecto
de la conducta singular dar una suma de dinero, el tercero tiene la potestad de
realizar el pago y, correlativamente, el acreedor se encuentra en situación jurídica
desventajosa de sujeción, pues tiene que soportar, padecer, el pago. La voluntad del
acreedor no es significativa frente al poder del tercero. El tercero tiene el control
privativo del acto pagar que sujeta al acreedor y al mismo deudor.

2.2.3. La anulabilidad. El artículo 900 del Código de Comercio postula que la


anulabilidad sólo podrá ser reclamada por la "persona a cuyo favor se haya
establecido o por sus herederos". Y el Código Civil, artículo 1743, prescribe que la
nulidad relativa no puede invocarse "sino por aquellos en cuyo beneficio la han
establecido las leyes, o por sus herederos o cesionarios;……".

Se pregunta: la persona que está habilitada para proponer la pretensión de nulidad de


un contrato, v. gr. por vicio del consentimiento, ¿de qué está dotada, de un derecho o
de una potestad? La noción derecho no ofrece una explicación satisfactoria porque si
se dijera que una persona tiene derecho a demandar la declaratoria de nulidad,
entonces, se interpela, ¿quién tiene la obligación correlativa? ¿La otra parte? Y, si
acaso ésta la tuviere, ¿cuál sería el contenido de esa obligación? El afectado tendría

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"derecho" a reclamar la nulidad y, correlativamente, ¿qué obligación tendría el otro
sujeto de la relación?

La relación derecho/obligación da cuenta de la posibilidad que tiene una persona de


exigir una conducta de otra. Pero, en este caso, el titular del supuesto “derecho” es
quien realiza la conducta (demandar); no la exige del otro, pues éste simplemente la
soporta o padece: es demandado. No hay conducta exigida, sino conducta realizada
frente a otro.

Parece que el estado de cosas descrito se explica de un modo más adecuado si se dice
que un sujeto tiene la potestad para reclamar la declaración de la nulidad relativa de
un contrato, y que el otro, correlativamente, queda sujeto a las consecuencias de ese
acto, el que, aun contra su querer, lo hará partícipe forzado de un proceso
jurisdiccional y lo dejará ineludiblemente expuesto a la decisión judicial, que es el acto
resultante del proceso en el cual el órgano jurisdiccional ejerce su potestad
jurisdiccional, su poder de decisión.

2.3. LOS CORRELATIVOS Y LOS OPUESTOS.

A partir del postulado que predica que no todas las relaciones jurídicas pueden ser
reducidas a "derechos y obligaciones", Hohfeld propone una terminología que tiene su
lugar de comienzo en este enunciado: toda relación subjetiva relevante para el
derecho contiene tres elementos básicos, a saber, el primero, es una posición de
ventaja; el segundo, es una situación de desventaja correlativa a la primera y,
finalmente, el tercero, es una conducta humana interferida que vincula a los
sujetos que están en ambas posiciones.

Hohfeld propone, entonces, ordenar las relaciones jurídicas en un sistema de


correlativos y de opuestos.

2.3.1. Los correlativos. El sujeto que se encuentra en situación de ventaja disfruta de


una posición valiosa a la que corresponde, de modo recíproco, una posición de
desventaja del otro sujeto. En los correlativos hay afirmación dominante, de
superioridad jurídica, de un sujeto respecto de otro. La situación de ventaja de alguien
implica, por vía de necesidad, la situación de desventaja de otra persona.

Hohfeld reconoce cuatro binomios de correlativos:

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a) Al derecho de un sujeto corresponde el deber6 de otro sujeto.

b) El privilegio de alguien implica recíprocamente el no derecho de otro.

c) A la potestad de uno le corresponde la sujeción de alguien.

d) De la inmunidad de un individuo se infiere la incompetencia de otro.

Advierto que, dados los propósitos de esta introducción, no se hará análisis de las
nociones privilegio, no derecho, inmunidad e incompetencia

2.3.2. Los opuestos. Son la negación de una ventaja o desventaja de alguien


frente a otro. Operan con el juego de contrarios. Quien no está en posición de
ventaja se halla, forzosamente, en una postura contraria de desventaja. Aunque
parezca una necedad decirlo es posible aseverar, de modo ilustrativo, que quien
no tiene derecho subjetivo es porque tiene no derecho; que quien no tiene
potestad para emitir un acto es incompetente. Se tiene el derecho o no se tiene;
se tiene potestad o no se tiene. El opuesto se predica de una misma persona y
da cuenta de la posición ventajosa o desventajosa que ocupa en una relación
subjetiva trascendental para el derecho.

Existen cuatro grupos de opuestos.

2.3.2.1. Al derecho subjetivo se opone el no derecho.

2.3.2.2. El privilegio es antitético al deber.7

2.3.2.3. La potestad tiene como contrario la incompetencia.

2.3.2.4. La inmunidad es antagónica de la sujeción.

2.4. DERECHO SUBJETIVO Y DEBER.

El correlativo del derecho subjetivo es la obligación; su contrario es no derecho.

Como se indicó anteriormente la noción derecho subjetivo tiende a ser usada


indiscriminadamente para denotar cualquier estado de ventaja.

6Hohfeld utiliza la expresión deber. Pero, por ser más cara y usual a nuestra cultura jurídica la
palabra obligación, en este estudio se utilizará esta última expresión en todo caso en el cual Hohfeld
menciona el vocablo deber. Este intercambio no afecta la esencia conceptual de la doctrina de Hohfeld
pero, en cambio, facilita su comprensión para hombres y mujeres de nuestro medio.

7obligación según nuestra manera de decir.

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6
Para delimitar acertadamente el concepto derecho es útil acudir a su correlativo
invariable, la obligación (o deber). Si A tiene un derecho frente a B, ello implica
siempre que B tiene una correspondiente obligación frente a A.

En el binomio derecho/obligación siempre hay pretensión afirmativa de un


individuo sobre otro. El sujeto de la obligación está jurídicamente compelido a
realizar una prestación en favor del sujeto activo. El titular del derecho reclama una
conducta singular del sujeto de la obligación. La conducta exigida (por el titular del
derecho) y la conducta debida (por el portador de la obligación) tienen el mismo
contenido. En sentido más riguroso, puede decirse que la conducta relevante es la
misma; será calificada como exigida o como debida según la posición activa o pasiva
que el sujeto referido ocupe en la relación bilateral.

Si B es deudor de A, el primero tiene la obligación de pagar y, a su vez, A puede exigir a


B esa misma conducta: pagar.

2.5. Potestad y sujeción

La potestad (o competencia) es el opuesto de la incompetencia y el correlativo de la


sujeción.

Es posible aproximarse a los conceptos potestad y sujeción de la siguiente manera:

2.5.1. El cambio en las relaciones jurídicas. Un cambio, entendido un sentido


amplio que se extiende a los supuestos que producen efectos constitutivos,
modificativos o extintivos en una determinada relación jurídica, puede
provenir:

2.5.1.1. De algún hecho o grupo de hechos sobrevinientes que no están bajo el


control de la voluntad de uno o más seres humanos.

2.5.1.2. O, de algún hecho o grupo de hechos sobrevinientes que están bajo el


control de la voluntad de uno o más seres humanos, que se exterioriza a través de
manifestaciones reflexivas del contenido de su voluntad.8

Esta última hipótesis centra la atención en la persona cuyo control es determinante


para el cambio (constitución, modificación o extinción) de una relación relevante
para el derecho. La potestad de esta persona (individuo u órgano) es decisiva para el
perfeccionamiento de un acto jurídico, pues ella, y sólo ella, puede exteriorizar un acto
jurídico apto para generar las consecuencias que el derecho le imputa a tal acto. Se
dirá, entonces, que esta persona tiene potestad para emitir determinado acto jurídico

8Ver HOHFELD, W. N. op. cit. p.8

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y, que, correlativamente, la otra persona del nexo está sujeta a los efectos del acto del
titular de la potestad.

Una referencia particular: el pago es un acto jurídico cuyo efecto es la extinción de una
obligación. El tercero, tal como se explicó anteriormente, tiene únicamente la
potestad para ejecutar el pago, pero no tiene la obligación de hacerlo; en el tercero
se escinden el poder y la obligación; en sentido distinto, en el deudor sí concurren la
obligación y el poder, el segundo instrumental de la primera; si alguien está obligado a
pagar, paralelamente, para hacer posible el pago, tiene la competencia para producir
el acto que extingue la obligación. El pago por consignación, reglado en los artículos
1656 a 1665 del Código Civil y en artículo 420 del Código de Procedimiento Civil, es
un testimonio elocuente de la manera como el derecho ampara la potestad.

Para comprender de manera apropiada como opera la relación potestad/sujeción en


el marco de los métodos supraordenados de creación del derecho, que son las
modalidades de fuentes del derecho en las cuales el sujeto competente siempre tendrá
que ser un órgano, es dable rastrear casos cuya comprensión cabal se puede lograr si
se utiliza el par potestad/sujeción. El examen de uno de ellos será suficiente: la
obligatoriedad general de las decisiones adoptadas por la junta de socios o por
la asamblea general de acccionistas. El artículo 188 del Código de Comercio
prescribe el valor vinculante frente a todos los socios y accionistas, aun sobre los
ausentes y los disidentes, de las decisiones adoptadas conforme a derecho por los
órganos sociales.

El ejercicio de la potestad normativa por un órgano social de una persona de derecho


colectiva rompe la usual estructura -de coordinación- que es propia del derecho
privado.

El titular del poder normativo, si es un órgano, dispone de una competencia o


potestad que lo habilita para imponer al ausente o disidente, contra su voluntad o
sin el concurso de ella, un vínculo jurídico. El asociado está sujeto, aun contra su
querer expreso, a los actos generales de la asamblea o junta.

El órgano social es supraordenado. El asociado o accionista es subordinado. El


primero tiene potestad; el segundo está sujeto a ella.

Esta distinta posición del destinatario respecto a la forma de creación de la norma es,
según Luis Legaz Lacambra, un sólido criterio orientador para distinguir entre
derecho público y derecho privado; afirma que el derecho público es un derecho de
subordinación, o sea que "la condición de la obligación establecida en las normas es
una voluntad extraña al obligado, mientras que el derecho privado es un derecho de
coordinación, o sea que el hecho condicionante de la obligación estatuida por las
normas es la propia voluntad de los individuos que se obligan."9

9LEGAZ LACAMBRA Luis. Filosofía del Derecho. Barcelona: 1953. p.344 y ss. Citado por DIAZ A.
Clemente. Instituciones de Derecho Procesal. Parte General. Tomo I. Buenos Aires: Abeledo Perrot,
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Esta norma particular del Código de Comercio, el artículo 188, da lugar a algunas
reflexiones:

El órgano titular del poder normativo es una autoridad de la persona jurídica.


Autoridad, según las voces de Alf Ross, significa competencia como función pública o
comunitaria.10 Esta competencia no es conferida para la protección de intereses
propios, sino para la tutela y ordenamiento de los intereses colectivos o comunitarios.
Esta finalidad transpersonal se pone de manifiesto en el complejo de normas que
reglan las competencias de los órganos sociales.

La competencia privada o individual es autónoma y se contrae a la potestad de


obligar al individuo con su consentimiento, en tanto que la autoridad (o competencia
pública o comunitaria) es heterónoma, esto es, incluye la potestad de obligar a otros
sin su consentimiento.

La diferencia entre la competencia estrictamente privada (discrecional y autónoma) y


la competencia transpersonal o comunitaria, propia de los órganos sociales
(obligatoria y heterónoma), puede expresarse sintéticamente diciendo que la primera
es atribuida al sujeto como individuo para la protección de sus propios intereses y que
la segunda le es atribuida como órgano de una comunidad para el amparo de los
intereses transpersonales.11

Luigi Ferri de modo categórico hace explícita esta propiedad de la potestad privada:
"El campo donde actúa la autonomía privada es justamente el de los intereses privados,
y los intereses privados vienen determinados por vía de exclusión; son todos aquellos
intereses cuya tutela no asume por sí, ni impone a otros el estado".12 Y agrega: "Donde
hay en juego intereses superiores no hay lugar para la autonomía privada".13

Las reflexiones precedentes conducen a una conclusión: la potestad normativa de los


órganos sociales no es potestad privada en sentido estricto; es una competencia
comunitaria otorgada para la realización de los valores comunes objetivados en el
estatuto básico de la persona jurídica. El acto unilateral del órgano social se aproxima
más al acto administrativo público, también unilateral, que al acto privado autónomo
y coordinado. No se incurre en un despropósito si se asevera que el poder normativo

1.968. p.13.

10ROSS, Alf. op. cit. p.198.

11ROSS, Alf. op. cit. p.198.

12FERRI, Luigi. La Autonomía Privada. Trad. Luis Sancho Mendizábal. Madrid: Revista de Derecho
Privado, 1969. p.12.

13FERRI, Luigi. op. cit. p.13.

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9
de los órganos sociales está regido por principios especiales que hacen parte de una
rama especial del derecho: el derecho administrativo privado o, si se quiere, un
derecho "público interno" de las personas jurídicas.
2.5.2. Conclusiones sobre la relación potestad/sujeción.

Por ahora, para los efectos de este curso se pueden formular los siguientes enunciados
conclusivos:

2.5.2.1. Todo acto jurídico reclama la aptitud del sujeto o de los sujetos que
concurren a su formación. La potestad o competencia del sujeto generador del acto es
condición de validez de éste. Se reclamará, entonces, la potestad del sujeto emisor en
los eventos de los actos unilaterales y la competencia de los varios sujetos
concurrentes en los supuestos de actos bilaterales o plurilaterales. Respecto de todo
acto, siempre, cabe preguntarse por el sujeto o sujetos que son competentes para
emitirlo.

2.5.2.2. El interés propio de quien produce el acto marca el límite objetivo de la


competencia privada. Como norma general el sujeto de derecho privado tiene
potestad para crear normas que reglen sus propios intereses o para producir actos
que se refieran a esos intereses personales.

2.5.2.3. Los intereses suprapersonales, cuya protección y control han sido


asignados a órganos públicos o comunitarios, delimitan el campo de gestión de los
órganos llamados a su amparo.

2.5.2.4. El sujeto de derecho privado, que obra en ejercicio de intereses


particulares, por norma general es incompetente para interferir en la esfera jurídica
de otro.

3. TIPOS BASICOS DE NORMAS.

En el ordenamiento jurídico es posible identificar dos tipos básicos de normas que


delimitan los dos ámbitos donde rigen cada uno de ellos.

Primero, la norma que regula la conducta humana que interfiere en el espacio, la vida
de relaciones intersubjetivas, donde también ocurre una conducta diferente de otro
ser humano; hay pues una relación intersubjetiva manifestada en conductas que se
interponen.

Segundo, el de las normas de que fijan las reglas para la creación del derecho; son las
normas que cumplen una doble función: regular el método de creación de una norma
y, por lo tanto, para construir los juicios positivos o negativos de reconocimiento, que
permiten determinar: ① Si la norma ingresó válidamente al orden jurídico, ② Si la

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10
norma aún pertenece al sistema y ③ Si ha sido excluida , cuál ha sido el dispositivo
utilizado para tal efecto.

3.1. NORMAS DE CONDUCTA.

Regulan las conductas interferidas de los seres humanos que invaden las esferas de
necesidades e intereses de otros.

Las distintas conductas interferidas que son reguladas por el derecho pueden serlo de
la siguiente manera.

3.1.1. Conducta permitida, que puede ser:

Para lo que corresponde a este texto solo aludiré a conductas cuya realización u
omisión origina un cambio en las relaciones intersubjetivas relevantes para el
derecho.

No me referiré a la conducta libre, cuya omisión o realización queda sometida a la


decisión autónoma del sujeto de la libertad. Estos comportamientos no impactan el
orden jurídico.

3.1.1.1. Obligatoria. Es conducta exigible cuyo cumplimiento (en natura o por


equivalencia) puede ser reclamada por el sujeto activo de la relación. Al
incumplimiento le sigue una medida de restitución o de reparación, en dinero
equivalente al del daño causado por la omisión del pago.

3.1.1.2. Debida. Es conducta impuesta. El incumplimiento del deber origina una


medida jurídica aflictiva; el calificativo aflictiva, propuesto por Carnelutt14, se asigna a
partir de una comparación entre la omisión de una conducta debida y la medida que
origina una sanción, ejercicio que establece que el incumplimiento de la conducta
impuesta origina una consecuencia que no tiene correspondencia alguna con el bien
jurídico afectado con la conducta; la medida jurídica que se imputa no tiene el
propósito de restituir o de reparar, sino de crear aflicción al autor del inconducta.

3.1.2. Conducta prohibida. Es conducta proscrita cuya realización atrae una sanción y
si ha causado daño a otro, también obliga a la restitución o a la reparación.

3.2. NORMAS DE COMPETENCIA.

3.2.1. Su objeto.

14 Copiar caracterización de Carnelutti. P 60 documento introductorio Nro 1


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11
Determinan el método al que se debe sujetar la emisión de las normas de conducta y
de competencia, éstas últimas de jerarquía inferior. Regulan, entonces, las fuentes del
derecho cuyo resultado es la creación de normas jurídicas de conducta y de
competencia.

Son normas al servicio del derecho; tienen carácter instrumental. Su objeto son las
fuentes reflexivas del derecho.

3.2.2. Su finalidad instrumental:

Las normas de competencia, de acuerdo con la finalidad que persiguen, se pueden


denominar: ① Normas de inclusión y ② Normas de exclusión.

3.2.2.1. Normas de inclusión que prescriben los presupuestos que hacen válida
una norma jurídica resultante de una determinada fuente del derecho; dan lugar a su
reconocimiento como norma válida, es decir, que pertenece al orden jurídico.

Reglan los presupuestos de validez: orgánico, formal y material, que condicionan el


reconocimiento de la pertenencia de la norma al orden jurídico.

3.2.2.2. Normas de exclusión que determinan las circunstancias que dan lugar
que una norma deje de pertenecer al orden jurídico.

a) De declaración constitutiva de invalidez por desviación genética: inexequebilidad,


nulidad, rescisión……por violación de los factores o presupuestos de validez. Esta
declaración de invalidez, porque la determina un vicio de origen, en su fuente, está
llamada a eliminar total o parcialmente los efectos que la norma haya producido.

b) De declaración sobreviniente por medio de la cual se desplaza una norma del


ordenamiento jurídico por medio de un acto pone fin a su validez; deja de
pertenecer al orden jurídico: derogación, revocación, mutuo disenso que, en
general, resultan de la aplicación de un paralelismo entre las formas de producción
y las formas de exclusión; del cumplimiento del plazo o acaecimiento de la
condición que extinguen su vigencia. Estos actos de exclusión hacen caducar
efectos hacia el futuro.

4. EL ORDEN JURIDICO PROCESAL, NORMAS DE COMPETENCIA ESPECÍFICAS.

Las normas procesales, en su sentido amplio, son normas de competencia que regulan
las fuentes del derecho llamadas a crear normas jurídicas de orden general o
particular.15

15 Propongo las siguientes definiciones estipulativas:


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12
La noción norma procesal, en un sentido específico, restrictivo, que es el que se ajusta
al objeto temático de esta asignatura, puede delimitarse en función de cuatro
conceptos: derecho de subordinación, órgano o autoridad, fuente del derecho y
acto subjetivo.

4.1. DERECHO DE SUBORDINACIÓN.

El acto administrativo y el acto jurisdiccional tienen una nota compartida: son actos
normativos de origen unilateral cuyo contenido normativo es configurado de modo
exclusivo por el órgano que lo emite y que se imponen como normas de conductas a
sus destinatarios, cuya manifestación de voluntad positiva no es presupuesto para su
validez formal; la declaración de voluntad del órgano es suficiente para crear un
mandato concreto.

4.2. ÓRGANO O AUTORIDAD.

El sujeto competente para producir los actos administrativo y jurisdiccional es un


órgano o autoridad, pues obra con el propósito exclusivo de desenvolver intereses de
orden suprapersonal: no lo hace, y no lo puede hacer, para su provecho individual, ya
que su calidad de órgano o autoridad le impone siempre el deber de obrar con el fin de
desarrollar intereses de otros, que nunca se pueden fusionar con los suyos propios.

En este esquema se distinguen claramente los dos sujetos de la relación: el órgano


supraordenado titular de la potestad y la persona que ocupa la posición pasiva de
sujeción, destinataria de una norma de subordinación.

4.3. FUENTES DEL DERECHO.

Norma General (Objetiva): es norma que evidencia un nivel de indeterminación subjetiva tal que la
norma al ser aplicada no pierde vigencia hacia el futuro, no se agota en su primera aplicación. Este tipo
de norma, entonces, reclama la emisión de reglas posteriores que la desenvuelvan hasta llegar a una
declaración normativa completa y con destinatario cierto: en síntesis, que regule una relación jurídica
singular.
Conforman el llamado “derecho en el papel”.
Particular (Subjetiva). Muestra un grado de concreción suficiente que habilita para determinar los
sujetos de la relación, el activo y el pasivo y para hacer clara y precisa la conducta objeto de regulación;
es, en sentido estricto, una norma ejecutable al impulso de la coerción y la coacción.
Es el “derecho en la vida”; es el que determina jurídicamente una conducta singular, llamada a darse en
un tiempo, en un espacio y con sus circunstancias de modo.

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13
El proceso administrativo y el proceso jurisdiccional son fuentes formales del
derecho; ambos son procesos cuyos resultados, intencionalmente predefinidos, son
declaraciones unilaterales normativas: acto administrativo y sentencia.

4.4. ACTO SUBJETIVO.

Las normas procesales regulan dos fuentes específicas, el proceso administrativo y el


proceso jurisdiccional, que originan mandatos subjetivos, cuyos sujetos activos y
pasivos, tiene que estar determinados en orden a habilitar el ejercicio de los poderes
de coerción y de coacción al momento de buscar que el comportamiento del sujeto
pasivo de la relación se ajuste a derecho y se alcance finalmente una correspondencia
entre norma y conducta.

4.5. SÍNTESIS.

Así, entonces, las normas procesales regulan las fuentes del derecho mediante las
cuales los órganos ejercen la competencia que los habilita para determinar el
contenido de actos unilaterales de orden subjetivo para cuyo perfeccionamiento no es
condición el consentimiento de sus destinatarios.

Esta última nota distintiva de las fuentes del derecho que originan normas de
subordinación, cual es que la concurrencia de la voluntad del sujeto de la obligación o
del deber no sea presupuesto del acto, abre un escenario a un dispositivo formal de
garantía en pro de su sujeto pasivo: a ser consultado o a ser oído o a que se escuche
su propia opinión, que bien pueden subsumirse en uno: quien no tiene potestad para
configurar el contenido de un acto subjetivo que le concierne, tiene el derecho de
participación en el proceso de creación de mandato, que se eleva a presupuesto de
validez formal del acto.

5. PODER Y DERECHOS FUNDAMENTALES.

Entonces, la índole unilateral de los actos subjetivos de subordinación (acto


administrativo subjetivo y sentencia), que compromete el principio de igualdad,
obliga a explorar mecanismos que moderen y controlen el ejercicio de la competencia
pública de los órganos. La respuesta que ofrece la Carta Política, robustecida con los
tratados internacionales sobre de los derechos humanos, es la consagración de
derechos fundamentales que contienen los principios constitucionales que supeditan
el curso de las fuentes del derecho que originan aquellos actos.

Estos derechos fundamentales son los de petición y de acceso a la justicia y al debido


proceso.
Universidad EAFT. Escuela de Derecho. Notas de Clase. Unidad 03.
14
5.1. LOS DERECHOS DE PETICIÓN Y DE ACCESO A LA JUSTICIA.

5.1.1. El derecho de petición está caracterizado en el art. 23 de la C. Política: “Toda


persona tiene derecho a presentar peticiones respetuosas a las autoridades por
motivos de interés general o particular y a obtener pronta resolución. El legislador
podrá reglamentar su ejercicio ante organizaciones privadas para garantizar los
derechos fundamentales.”

5.1.2. El derecho de acceso a la justicia halla su norma principal en el art. 229 de la


Carta: “Se garantiza el derecho de toda persona para acceder a la administración de
justicia. La ley indicará en qué casos podrá hacerlo sin la representación de abogado .”

Ambos participan de características comunes que permite incluirlos en un mismo


género: el de los derechos a elevar reclamos ante autoridades en ejercicio de función
administrativa o jurisdiccional, a que éstos sean tramitados y a obtener respuesta
expresa a tales requerimientos.

El de petición es el derecho a elevar solicitudes a autoridades administrativas y el


derecho de acceso a la justicia es el derecho a proponer pretensiones y resistencias
ante órganos con potestad jurisdiccional. El primero relaciona dos sujetos, el órgano
administrativo y el administrado; el derecho de acceso la justicia establece nexo entre
tres sujetos: el órgano jurisdiccional y los sujetos activo y pasivo de la pretensión.

Ambos son derechos de prestación que imponen al órgano respectivo la potestad-


deber de expedir el acto subjetivo administrativo o la sentencia que satisface la
petición, la pretensión y la resistencia.

Estos derechos tienen una misión técnica pues acentúan la exigencia constitucional
que impone que los procesos administrativos y jurisdiccional deben alcanzar los
resultados esperados con un razonable gasto de talento humano y de recursos
materiales; sus designios son velar por la eficacia y la eficiencia de los procesos
administrativos y jurisdiccionales. Centran su atención en los fines.

5.2. EL DERECHO AL DEBIDO PROCESO.

A su vez, el debido proceso es un derecho de garantía cuyo designio es salvaguardar la


dignidad de los sujetos subordinados al poder de los órganos, que sólo legitima y
califica como admisibles unos métodos de procesamiento y de juzgamiento que se
ajusten los principios constitucionales que salvaguardan a los individuos del
ejercicio impropio del poder y que lo sujetan al imperio del derecho.

El debido proceso ampara la aceptabilidad de los instrumentos aplicados para la


construcción de la sentencia; concentra su cuidado en los medios.
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5.3. CARACTERIZACIÓN FINAL. UNA PROPUESTA DE DEFINICIÓN.

La Constitución, entonces, somete a los órganos a una sumisión rigurosa al derecho;


eleva a la categoría de cánones fundamentales los enunciados que delimitan los fines
y los medios válidos para lograrlos de los procesos administrativos y jurisdiccionales
cuyos resultados sean actos subjetivos.

Esta relación constitucionalizada entre potestad pública (supraordenada) y derechos


individuales apoya una conclusión: el derecho procesal, en sentido específico, es el
sistema integrado de normas de competencia que consagran y desarrollan los
derechos fundamentales de petición y de acceso a la justicia y al debido proceso.

6. NOTAS DISTINTIVAS DEL DERECHO PROCESAL JURISDICCIONAL

Tres son las notas centrales: es público, instrumental y unitario

6.1. ES UN DERECHO PÚBLICO.

6.1.1. Es derecho de los órganos, de los intereses transpersonales.

Opera en dos escenarios.

a) En el proceso jurisdiccional. Regula el ejercicio del poder jurisdiccional del estado,


la función de generar los actos unilaterales heterónomos de cierre del sistema
jurídico (cosa juzgada).

b) En el proceso administrativo. Regla el desempeño de la potestad administrativa


que culmina con el acto administrativo unilateral subjetivo.

Si es un derecho de intereses transpersonales, los individuos, en ejercicio de su


autonomía privada, no pueden crear normas procesales. Esta potestad se fija en
órganos de estado, el constituyente y el congreso de la república.

6.1.2. Manifestaciones excepcionales de la autonomía privada. Commented [AC1]: Citar normas.

a) Por acto en ejercicio de potestad privada no es posible crear una norma procesal
convencional que sustituya la prevista por la ley. La norma procesal es reserva de
ley.

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La autonomía privada para lo que atañe a la regulación del proceso está excluida por
los principios de legalidad de la competencia, legalidad de la audiencia (de la
participación de los sujetos subordinados) y de legalidad de las formas del proceso.

b) La autonomía privada sí tiene cabida para determinar el contenido del acto


eliminatorio del litigio, porque las partes siempre, antes de que el juez
heterocomponga, conserva de modo pleno sus potestades para autocomponer.

Si los intereses objeto del conflicto son disponibles las partes conservan la potestad
para autocomponer hasta cuando el juez dicte sentencio; hasta el momento límite
pueden originar un negocio jurídico eliminatorio del litigio.

c) En el ámbito de lo estrictamente procesal, pueden verse algunas posibilidades


restringidas de manifestación de la autonomía privada.

 El acto unilateral de renuncia a hacer uso de una ventaja propia de orden


procesal: a un término en curso, a un recurso ya interpuesto.

 El negocio jurídico puede operar como mecanismo que delimite los alcances de
la actividad procesal o el contenido del acto de cierre del proceso que formaliza la
composición del litigio.

d) El negocio unilateral. Tales son los eventos de aceptación (allanamiento) de la


pretensión contenida en la demanda, aceptación de la imputación, allanamiento a la
acusación o de actos de revocación de pretensión (desistimiento).

e) El bilateral. Que se evidencia a través de la transacción en los procesos de


demanda y acuerdos y preacuerdos en el proceso penal y la verdad consensuada.

6.2. ES UN DERECHO INSTRUMENTAL.

6.2.1. Está conformado por normas de competencia (ver Nro 4 de esta unidad).

Lo concluye Clemente A. Díaz: “Forma la materia de una gran rama de las disciplinas
jurídicas que se caracterizan por atribuir poderes e imponer sujeciones que en
puridad son “el derecho para el derecho” (Clemente A. Díaz, p. 60)

Es, entonces, un derecho para crear el derecho: regula métodos de producción o de


realización coactiva de normas de conducta subjetivas.

Su objeto son los medios, no los fines. Opera sobre el cómo, no sobre el qué.

6.2.2. Enunciado de prevalencia del derecho sustancial (artículo 228


Constitución Política).

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El artículo 228 de la Constitución tiene el siguiente texto: “La Administración de
Justicia es función pública. Sus decisiones son independientes. Las actuaciones serán
públicas y permanentes con las excepciones que establezca la ley y en ellas
prevalecerá el derecho sustancial. Los términos procesales se observarán con
diligencia y su incumplimiento será sancionado. Su funcionamiento será
desconcentrado y autónomo”.

El aparte subrayado ha sido interpretado de una manera tal que se pretende derivar y
justificar una supuesta supremacía jerárquica de las normas sustanciales sobre las
normas procesales, cuya consecuencia final daría vida a este enunciado: el fin del
proceso, que es realizar derechos sustanciales, prevalece sobre los medios que se usan
para lograr las metas perseguidas. Si se lleva esta afirmación hasta el punto de sus
últimas consecuencias, significaría que “el fin prima sobre los medios”, postulado que
conduciría necesariamente a este otro: las garantías fundamentales que estructuran el
derecho al debido proceso están subordinadas a su fin último: declarar y realizar
derechos,

Esta conclusión es contraria a cualquier modelo procesal de estirpe liberal y


democrática propio de los estados de derecho, pues, por en contravía a esta forma de
estado invita a la adopción de modelos procesales autoritarios en detrimento de la
transparencia de la gestión pública y del derecho de participación ciudadana – de
administrados y partes - en los procesos administrativos y jurisdicciónales.

Además, y esto es suficiente para desechar cualquier idea de prevalencia, esta fijación
de sentido olvida que existe imposibilidad absoluta para que ocurra una colisión entre
normas de competencia y normas de conducta que exija la formulación de un juicio de
prevalencia. Si las primeras tienen vigencia en el ámbito de las fuentes del derecho y
las segundas en el plano de las conductas humanas interferidas, mal puede haber
choque; circulan por órbitas diversas.

Una interpretación coherente sería otra: que el fin buscado en los procesos es la
emisión del acto subjetivo unilateral reflexivamente previsto; que los medios, reglados
por las normas procesales, están llamados a servir al derecho, a señalar el modo como
se transita en el proceso para llegar al acto culminante. En pocas palabras, el artículo
228 realza el carácter instrumental de las normas de procesales – normas de
competencia – que están al servicio de las normas de conducta que son las
declaraciones, mandatos y ordenes contenidas en la sentencia.

6.3. ES UN DERECHO UNITARIO.

Los nexos órgano administrativo/administrado y estado juez/justiciable tienen en


común los correlativos potestad/sujeción que se exteriorizan a través de actos
unilaterales, imponen un desarrollo legal unitario que regule de igual manera la
estructura del proceso en lo que concierne a la competencia, a las formas esenciales y
a la participación de los destinatarios del acto de subordinación resultante. Entonces,
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las racionalidades de la estructura y de la dinámica de un proceso jurisdiccional no
difieren de las del proceso administrativo.

En el escenario singular del proceso jurisdiccional, su conjunto de relaciones


juez/justiciables tiene una misma calificación, cualquiera que sea la naturaleza del
litigio y de las normas de decisión que determinan el contenido de la sentencia.

Y ello es así porque los derechos fundamentales al debido proceso (sobre el método) y
de petición y de acceso a la justicia (sobre el resultado), por igual, condicionan toda la
normativa que desenvuelve los textos constitucionales.

7. FORMAS DE MANIFESTACION DE LAS NORMAS PROCESALES. EL ORDEN


JURIDICO PROCESAL.

Que se afirme, como aquí se hace, que el derecho procesal es el sistema normativo que
tiene su punto de partida| en la prescripción constitucional de los tres derechos
fundamentales referidos, trae, en nuestro modelo de estado, una consecuencia
inevitable cuál es que las únicas fuentes válidas para crear derecho procesal son el
proceso constitucional que origina normas de orden constitucional (acto legislativo) y
el proceso legislativo que genera la forma ley.

Por lo tanto, la competencia para emitir normas procesales corresponde


privativamente a órganos del orden nacional, políticos y colegiados que tienen
representatividad democrática: el constituyente y el congreso. Tan determinante es
este enunciado que el gobierno carece de la cualquier opción constitucional que lo
habilite para emitir normas de orden procesal: el artículo 150, 10 de la C. P. establece
que la competencia del congreso para expedir códigos es indelegable; por lo tanto, no
puede conferir facultades extraordinarias para tales propósitos. Por su lado, el
artículo 214, 2 C. P. prescribe una incompetencia del gobierno para suspender los
“derechos humanos y libertades fundamentales” durante la vigencia de los estados de
excepción.

Dentro de este marco de competencias exclusivas de órganos políticos de origen


democrático, el derecho procesal sólo puede manifestarse a través:

7.1. LA CONSTITUCIÓN.

Los artículos 23 (Derecho de petición), 229 (Derecho de acceso a la justicia) y 29


(Debido proceso) de la C. P. conforman el centro de postulados que irradia el
ordenamiento procesal colombiano.

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7.2. LA LEY ESTATUTARIA.

Al amparo del artículo 152 de la Constitución el congreso ha expedido dos leyes


estatutarias:
7.2.1. La ley 1755 de 2015 es resultado del ejercicio de la competencia prevista
en el literal a) del artículo 152 de la C. P.; regula el derecho fundamental de
petición.
7.2.2. La ley 270 de 1996, apoyada en el literal b) del artículo 152 C. P., regla la
administración de justicia.

Aunque tiene la textura de una ley que regula la organización de la Rama Judicial del
Poder Pública, sí contiene algunas menciones marginales a los derechos
fundamentales de los administrados y de los justiciables.

7.3. LEY ORDINARIA.

Hay absoluta reserva de ley para desarrollar los de tres elementos centrales del
proceso de estricto orden metodológico: a) La competencia, b) Las formas del proceso
y de los actos y c) el modo de participación de los justiciables y para desenvolver el
postulado que predetermina que el contenido de la declaración normativa de la parte
resolutiva de la sentencia está sometido a una perentoria sujeción al derecho
sustancial.

Además, no basta que las normas de nivel legal estén formalizadas en forma ley, sino
que, además, los estatutos procesales deben presentarse bajo la forma Código, que es
un conjunto integral y sistematizado que contiene la totalidad de las normas
procesales, cuya competencia para expedirlos es privativa del órgano legislativo del
poder público (arts 150, 2 y 10; y 152, a C. P.).

Los códigos de orden procesal vigentes en Colombia son los siguientes.


7.3.1. Códigos expedidos por el Congreso de la República bajo la forma ley
durante la vigencia de la Constitución de 1991.

f) Código General del Proceso, ley 1564 de 2012.

g) Código de Procedimiento Administrativo y de lo Contencioso Administrativo, ley


1437 de 2011.

h) Código de Procedimiento Penal, ley 906 de 2004.

7.3.2. Código emitido en ejercicio de las competencias propias del estado de


sitio previsto en el artículo 121 de la Constitución de 1886.

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Código de Procedimiento Laboral, decreto 2158 de 1948. La reforma más significativa
sucedió con la ley 789 de 2002, sometida a al régimen definido por la Constitución de
1991.

7.4. EXCLUSIÓN DE LA POTESTAD REGLAMENTARIA DEL GOBIERNO.

Los Códigos no son objeto idóneo para el ejercicio de potestad reglamentaria del
gobierno.

Hay dos razones suficientes:

7.4.1. La regulación de los derechos fundamentales es reserva de ley (art 152, a


C. P.).

El Congreso porta la competencia exclusiva para desenvolver las disposiciones


constitucionales que consagran los derechos fundamentales.

7.4.2. La autonomía e independencia del poder judicial obstan cualquier


competencia regulatoria del gobierno en lo atinente a las normas procesales.
Los artículos 113, 3 (separación de poderes), 228 (Independencia de las
decisiones de los jueces) y 230 (sujeción de los jueces al imperio de la ley) y
28,1 y 29,2 (formas fijadas por ley) dejan sentada esta incompetencia del
gobierno.

7.5. POTESTAD REGLAMENTARIA DEL ÓRGANO DE GOBIERNO AUTÓNOMO


DEL PODER JUDICIAL,

La Sala Administrativa del Consejo Superior de la Judicatura tiene competencia


constitucional para regular los trámites de gestión no jurisdiccional, es decir,
administativos que apoyan los procesos misionales por medios de los cuales los
órganos administrativos y los jurisdiccionales ejercen sus potestades públicas. Esta
reserva administrativa (art. 257, 3 Constitución Política) excluye la potestad
reglamentaria del gobierno sobre temas concernientes al gobierno y gestión
administrativa de la rama jurisdiccional del poder público; potestad que el Consejo
Superior ejerce, también, con sujeción a la ley.

Y, además, para evitar equívocos a partir de la expresión “trámites judiciales” usada


en el texto constitucional referido, la Corte Constitucional declaró de modo rotundo:
“El término “judiciales” contenido en el numeral 13, es constitucional únicamente
dentro de los parámetros que fija el artículo 93 del proyecto de ley, pues los trámites de
esa índole que comprometan la acciones judiciales y el debido proceso sólo pueden ser
definidos por el legislador, de acuerdo con las funciones previstas en el numeral 2o del
artículo 150 del Estatuto Fundamental. Por tanto, no puede la Sala Administrativa del
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Consejo Superior de la Judicatura, dentro de las atribuciones contempladas en el artículo
257-3 de la Carta, ocuparse de regular asuntos de carácter judicial, toda vez que sus
funciones deben estar encaminadas a reglamentar únicamente materias administrativas
y funcionales de la administración de justicia y, si es el caso, tan sólo a proponer
proyectos de ley relativos a códigos sustantivos y procedimentales.”16

7.6. LA JURISPRUDENCIA.

7.6.1. Valor de la Jurisprudencia.

El carácter nacional de la norma procesal y el principio de igualdad de los ciudadanos


frente a los actos jurisdiccionales de aplicación de la ley procesal obligan a definir el
papel que juega el precedente procesal en el propósito de alcanzar niveles de
coherencia que logren generar y preservar el nivel de dirección de los procesos por
diferentes órganos jurisdiccional que hagan posible que los derechos fundamentales
de petición, al debido proceso y de acceso a la justicia protejan en igual medida a
todos los administrados y todos los justiciables.

7.6.2. Órganos de unificación.

Los órganos de unificación son: la Sala Plena (Corte Constitucional y Consejo de


Estado) y la Sala de Casación (Corte Suprema de Justicia, Salas de Casación Civil,
Familia y Agraria; Sala de Casación Penal y Sala de Casación Laboral).

7.6.3. Dispositivos para originar tendencias unificadoras.

7.6.3.1. Sentencias de Unificación (SU) en ejercicio de la potestad de la Corte


Constitucional para revisar las sentencias de tutela. (art. 241, 9 Constitución Política).

7.6.3.2. El recurso de casación en la Corte Suprema de Justicia.

7.6.3.3. Sentencias de Unificación por el Consejo de Estado.

7.7. VIGENCIA DE LA NORMA PROCESAL.

7.7.1. VIGENCIA DE LA NORMA PROCESAL EN EL TIEMPO.

7.7.1.1. La norma procesal y los derechos adquiridos.

Pregunta: ¿Se tiene derecho adquirido a ser juzgado de conformidad con las normas
vigentes en el momento en cual surgió el litigio?

16 Corte Constitcional. Sentencia C 37 1996. M.P. Vladimiro Naranjo.


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La norma procesal, en su condición de norma de competencia, define métodos de
procesamiento y de juzgamiento. Los derechos fundamentales que alientan el
desempeño de toda especie de órgano administrativo y jurisdiccional condicionan la
validez de los procesos y de sus actos resultantes.

En consideración a la estructura y finalidad de la norma procesal no cabe hablar de


norma favorable o desfavorable; sólo es dable hablar de ley procesal constitucional o
inconstitucional y de actos procesales válidos o inválidos según su grado de sumisión
al postulado fundamental.

No es dable entonces hablar de norma procesal favorable o desafavorable porque, en


sentido laxo, sólo podría hablarse de norma desafavorable procesal en los casos en
que ésta violente uno de los derechos fundamentales , de petición, de acceso a la
justicia y al debido proceso; y en este estado de cosas la sanción es la invalidez por
inconstitucionalidad, no el simple juicio de favoralibilidad.

No existe, entonces, derecho a ser juzgado de conformidad con la norma procesal


vigente al tiempo en que ocurrió el hecho objeto de juzgamiento; no hay drecho
adquirido a que no se aplique la norma procesal vigente en el tiempo del proceso. Hay
un derecho más relevante: el derecho a ser juzgado de conformidad con normas
procesales que que estén irradiadas los derechos fundamentales asociados a los
procesos administrftivos y jurisdiccionales.

7.7.1.2. Enunciados generales de vigencia:

Hay un postulado: el acto se somete a la norma vigente al tiempo del acto.

En el proceso, dada su estructura, hay que distinguir dos componentes: primero, la


serie progresiva y relacionada de los actos y hechos que lo conforman y segundo, cada
uno de los actos que lo desenvuelven.

7.7.1.3. Las normas que regula la especie de proceso, el modo de hacer la serie,
sus fases, el orden y tiempo de los actos y sus formas, se determina, por la norma
vigente a la fecha de la iniciación del proceso.

7.7.1.4. El acto procesal que es un enlace de la serie se regula por la norma


procesal vigente al tiempo de la emisión del acto.

Pero dadas las dificultades de ejercicio de derechos y de desarrollo técnico que


pueden generar los cambios la normatividad procesal en los procesos iniciados y no
terminados al momento de iniciar la vigencia de una nueva legislación procesal,
usualmente el enunciado general se modera mediante la incorporación de normas de
transición que permitan un tránsito de legislación que no comprometa derechos
fundamentales de las partes.

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7.7.1.5. El contenido de la medida jurídica (parte resolutiva de la sentencia) lo
determina la norma sustancial (norma de conducta) vigente al tiempo del acto o
hecho que es supuesto de la norma sustancial (Arts 37, 38 y 39, 43 y 44 ley 153 de
1887), salvo principio de favorabilidad.

7.7.2. VIGENCIA DE LA NORMA PROCESAL EN EL ESPACIO.

Es un estatuto real: se aplica la norma que rige en el lugar donde se produce el acto,
en tanto que el ejercicio de las potestades administrativas y jurisdiccionales son
manifestaciones de la soberanía de un estado, cuyos limites espaciales están
determinados por el territorio.

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