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ETICA MEDICA

La ética tiene su punto de partida antes de nuestra era, simbolizada por el más ilustre
médico de la antigüedad, Hipócrates, cuya doctrina ha tenido gran influencia en el ejercicio
de la profesión en los siglos posteriores.

Durante siglos se va produciendo una lenta transformación evolutiva de la ética y como


parte de ella, de la ética médica, de acuerdo con el propio desarrollo de la medicina y la
ciencia y, especialmente por los cambios ocurridos. La influencia de las corrientes filosóficas
burguesas traza pautas desde el siglo pasado para consolidar una ética médica burguesa,
que encuentran en las revoluciones sociales, una nueva visión de la ética médica. A cada
régimen social corresponde una ética subordinada a los intereses de las clases dominantes.

Los conflictos y dilemas éticos que surgen después de la Segunda Guerra Mundial con la
defensa de los derechos humanos y el avance impetuoso de las tecnologías de salud le dan
nuevas visiones y dimensiones.

Actualmente, la ética médica aborda múltiples temas relacionados con la práctica médica,
el ejercicio de la profesión, la gestión de salud, los avances de la ciencia y las tecnologías
médicas y la regulación de la vida. Es objetivo del trabajo caracterizar los principios y valores
éticos en el médico aplicables al médico del deporte.

Desarrollo

La ética como forma de conciencia social, se expresa en las más variadas dimensiones de
la actividad del hombre, dentro de las éticas profesionales, enmarcamos la ética médica,
admitida también como Bioética.

La ética médica es una manifestación de la ética en general, concepto íntimamente


relacionado con la moral y se refiere, específicamente, a los principios y normas que rigen
la conducta de los profesionales de la salud, 1 Así, ha sido concebida también como el
conjunto de principios, valores morales y de acciones relevantes del conjunto de personas
responsables de la salud: médicos, médicos del deporte, enfermeras, técnicos y
funcionarios que poseen el imprescindible encargo social de cumplir con los objetivos
científicos, técnicos y humanistas de la medicina y su práctica profesional.

La base o el fundamento de la ética médica es la idea tradicional sobre la ocupación,


especialmente humana, del trabajo del médico. Una de sus primeras exigencias es la ayuda
a todos los enfermos sin distinción, independientemente de su posición social y la riqueza
que posea.

En toda sociedad que aspire a una práctica profesional humanista, la concepción social
sobre la labor de un médico, en particular, está relacionada con su preparación y motivación
para llegar siempre en ayuda, sin considerar las dificultades, los obstáculos, llegando,
incluso, hasta la autoinmolación, en aras de la salvación de la vida del enfermo. En el caso
del médico del deporte opinamos debe estar siempre preparado para asistir al deportista
sin interesar su estatus social, así como el lugar donde le corresponda realizar esta actividad.

Del médico y de quienes trabajan en la asistencia médica, se requiere una actitud


cuidadosa y atenta hacia el enfermo, empleando todos los medios para la conservación y
mantenimiento de su vida, incluso cuando la situación del enfermo se considere
desesperada.

Las facilidades y la acción que emanan de estos profesionales deben hacerse con toda
justicia, debido a que todos los seres humanos tienen los mismos derechos a una atención
esmerada, a una salud oportuna y de la misma calidad para todos y todas.

Desde tiempos pretéritos, la ética médica considera uno de los crímenes más graves la
ejecución de experimentos riesgosos con las personas (lo que, por ejemplo, era
ampliamente ejecutado por los “médicos” fascistas). En contraposición, la medicina conoce
de muchos casos cuando el médico ha probado un nuevo preparado en sí mismo, poniendo
en peligro su vida pero no la vida del enfermo.

La ética médica se enfrenta también a dilemas tradicionales complejos como, por


ejemplo, la cuestión de si se debe decir siempre la verdad al enfermo acerca del estado de
su salud o si padece de una enfermedad incurable.

Se considera importante en este caso hacer alusión a principios básicos de la ética médica
entendidos para muchos estudiosos del tema como los principios cardinales.

¿Qué son y para qué sirven los principios? Si todo argumento necesita de premisas, la
ética médica requiere de principios, indican algo que debe hacerse, una conducta apropiada
y valiosa que hay que adoptar: principios como razones para la acción.

Los principios son un tipo de normas. Tienen carácter general y, sobre todo, marcan el
límite más allá del cual no se puede ir: “dibujan la línea”. Establecen qué está dentro de lo
aceptable y, muy importante, qué ha de quedar fuera (“nunca más…”)

Las normas siempre prescriben o prohíben algo, pudiendo ser de dos tipos, principios y
reglas. La diferencia consiste en qué aquellos prescriben en términos generales; indican algo
que hay que realizar, según distintos grados. No son definitivos, por tanto, sino “mandatos
óptimos”.

A la vista de los comportamientos de los sujetos conviene hacerse desde el prisma de los
autores antes señalados, algunas preguntas sobre el papel de las reglas y principios. Por
ejemplo: ¿cuál es su fuerza, de qué principio se trata, qué influencia poseen los principios
sobre las decisiones, qué papel juegan la autonomía, la justicia y la beneficencia para
analizar los casos prácticos, que a veces se analizan desde los principios y desde las normas,
desde los mandatos?

La beneficencia es el principio moral de actuación del profesional de la salud: lo primero


es el bien al paciente, a la humanidad. La exageración de este principio lleva al paternalismo
y su aplicación autoritaria al menoscabo del principio de la autonomía.

La autonomía es el principio moral que sustenta el comportamiento del paciente respecto


a la atención de su salud. Las opiniones del paciente deben ser tenidas en cuenta y sus
valores y creencias deben ser respetados. Como garantía del cumplimiento de este principio
se ha consolidado la respetabilidad al consentimiento informado y el secreto médico. La
actuación consciente de un paciente en detrimento de su propia integridad pone al
profesional de la salud ante un dilema ético de difícil solución, está en el deber de utilizar
todos los argumentos persuasivos para tratar de conseguir un cambio positivo en dicha
conducta.

La justicia permite valorar éticamente la interrelación y conflictos entre los dos principios
anteriores, así como para evaluar la atención de salud a la población en cuanto a equidad,
pertinencia y calidad científico-técnica y humana.

Otro elemento a considerar son los valores que caracterizan al médico en la actualidad
aplicable también para el médico del deporte. Los valores son determinaciones espirituales
que designan la significación positiva de las cosas, hechos, fenómenos, relaciones y sujetos,
para un individuo, un grupo o clase social, o la sociedad en su conjunto. 2

Están condicionados por las relaciones sociales predominantes, constituyen


componentes esenciales de la ideología, expresión de la cultura y la historia de una sociedad
en una época determinada, y de los intereses, puntos de vista, necesidades y
contradicciones de los diferentes sujetos.

Se forman en el proceso de interacción entre los hombres y el objeto de su actividad, en


la producción y reproducción de su vida material y espiritual. Se convierten en formaciones
internas del sujeto, acorde al nivel de desarrollo alcanzando, la experiencia histórico social
e individual y el impacto de los factores de influencia educativa.

Como orientadores y reguladores de la conducta, constituyen un sistema, pues guardan


relación dinámica unos con otros, y conforman una jerarquía entre ellos, que es decisiva en
los momentos de elección moral.

Existe un conjunto de valores que se caracterizan por su grado de universalidad, estos


son los llamados grandes valores (o clásicos) como la libertad, la paz, la justicia, la felicidad,
el bien, la belleza, la igualdad, etc. A estos atributos a veces se les caracteriza como
abstractos o absolutos.
En cambio existen otros valores que son más concretos y precisos, como son: la
honestidad, la fidelidad, la valentía, la responsabilidad, la amistad, el decoro, la franqueza,
la confianza, el coraje, y otros. Intentar una clasificación precisa se torna como algo en
extremo difícil y complejo, aunque no imposible.

El asunto no es precisamente declarar valores, pues se trataría de un acto formal e


inauténtico, sino de adherirnos, de asumirlos, de apropiarnos de ellos como legado
individual; de lo contrario, se torna en extremo difícil la formación o educación en valores
a la que aspiramos.

De aquí que reconocer los valores que generan las distintas sociedades, proceso que en
lo esencial es universal, y proponer incorporarlos en la vida cotidiana, constituye uno de los
mejores proyectos que puede unir a los miembros de una sociedad.

Enfrentar con altura humana, los dilemas y conflictos morales de un siglo que termina y
otro que comienza; clasificar los valores morales y de otra índole que vale la pena incorporar
y trasmitir; tener preparadas respuestas a la altura de lo que se merecen los seres humanos,
constituye una pregunta que es pertinente discutir y clarificar.

Se expresan las manifestaciones del sistema de valores éticos que a nuestro juicio no
deben faltar en el médico del siglo XXI, pensando también en el médico del deporte.

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