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la adoración de una iglesia- es una labor espiritual, que debe tener una preparación espiritual y

deben obligatoriamente haber resultados espirituales. Tales adoradores: Partiendo de esa base,
podemos decir que según la Palabra, es Dios mismo quién esta buscando sus adoradores, si no
se llenan estos requisitos NO HAY ADORADORES. No existen los adoradores carnales, porque la
carne no entra en el plan de adoración de Dios. Si el adorador es carnal, entonces no es
adorador, y si quiere adorar corre el grave riesgo de estar ofreciendo “fuego extraño” frente al
altar de Dios. (Lev. 10:1; Nm.1:51; 3:4; 18:7 y 26:61)

Adorar en espíritu: El Espíritu Santo da testimonio de que somos hijos de Dios. (Rom 8:16) En
realidad el que ministra a través nuestro es Él. Y lo que no haya hecho en nosotros no saldrá de
nosotros. Cuando cae la presencia de Dios en una reunión, lo que en realidad ocurre es que la
presencia que el líder y los músicos han experimentado se desborda y “contagia”..

Testimonio: es de la palabra “testigo”, y ése es el que ha experimentado esa presencia. La


podemos contagiar porque somos muchos los que buscamos estar en el mismo lugar y lo que
tenemos en común es que existe en nosotros la misma obra del Espíritu. No hay nada que
pueda “forzar” a Dios a venir a una reunión. No hay canciones mágicas, ni música que afloje el
pecado, lo que hay son letras de canciones y melodías que usamos para ir a Su presencia, y al
transitar por ellas si tengo las mismas ganas de estar con Él, Dios me permitirá recorrer el
camino. A pesar de ello Dios Padre se reserva la posibilidad de que por amor a los santos, Él
decida ministrar al pueblo a pesar del ministro. Pero ahí entramos en terreno exclusivo de Su
preciosa Voluntad.

Adorar en verdad: la Verdad que nos ha hecho libres busca una manifestación real a través de
nosotros. (Juan 8:38) 17Porque el Señor es Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay
libertad.(2Co.3:17) La expresión más fuerte de la presencia de Dios se ve como resultado de la
obra de la Verdad en la vida de quien adora. Esa misma presencia santa sobrepasa la
capacidad de guardar y esconderse en nuestra alma y necesariamente se expresa conduciendo
a otros al mismo y único lugar de adoración. , La libertad en Cristo nos da la habilidad de
ministrar: “entrar en Su Presencia y sacar lo que Él da para Su pueblo”,. La existencia de
“embajadores” del enemigo en nuestra vida dará como resultado un liderazgo que se pierde y
una vida personal que se seca. Recordemos la increíble preparación del Sumo sacerdote antes
de entrar al Lugar Santísimo y las consecuencias de entrar sin estar en condiciones de hacerlo.
Lo que haga la carne producirá rechazo. Siempre y cuando esté crucificando mi carme cada día,
Lo que haga en el Espíritu producirá en mí la paz del Señor y con alegría voy a recibirla porque
todo mi ser interpreta lo que viene de parte de Él, sin importar el mensajero o el medio. Pero la
carne disfrazada de espíritu abre la puerta al enemigo y cierra el camino a la presencia misma
de Dios. ¡Que el Espíritu Santo de Dios nos instruya, modifique y haga quemar en nosotros
cualquier posibilidad de que esto nos pueda suceder!
Corrigamos la actitud
Reconozcamos que hemos fallado
Vayamos a Dios con corazón abierto buscando más de Él.
Déjese ministrar por aquellos que están en autoridad espiritual
Oremos y ayunemos
Estudiemos con ahínco y perseverancia.
Dedíquemosle tiempo a planear y respetar los planes.
No nos engañemos nosotros mismos,, ni busque excepciones que nos beneficien.
Siéntese y mire a otros como lo llevan a Ud. al lugar más hermoso de todos.
Empezemos de nuevo con la lista cada vez que veamos que hemos perdido el rumbo.

Bendiciones,
Miriam

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