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TRABAJO MONOGRÁFICO
PARA OPTAR AL TITULO DE SOCIÓLOGA
ASESORA
MARÍA CRISTINA RENGIFO RAMÍREZ
Socióloga
Especialista en problemas de la infancia y la adolescencia
UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA
FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES Y HUMANAS
DEPARTAMENTO DE SOCIOLOGÍA
MEDELLÍN
2015
ÍNDICE
1 INTRODUCCIÓN ..........................................................................................................................3
2 DELIMITACIÓN DEL TEMA ..........................................................................................................6
3 ANTECEDENTES ..........................................................................................................................8
4 DESCRIPCIÓN DEL PROBLEMA ..................................................................................................14
5 OBJETIVOS ................................................................................................................................18
5.1 Objetivo General ..............................................................................................................18
5.2 Objetivos Específicos ........................................................................................................18
6 MARCO TEÓRICO ......................................................................................................................19
6.1 Enfoque estructural de la sociología de la infancia ..........................................................22
6.2 Enfoque Construccionista de la sociología de la infancia .................................................25
6.3 Enfoque relacional de la sociología de la infancia ............................................................27
6.4 El enfoque construccionista de la Nueva Sociología de la Infancia, un enfoque sociológico
para la lectura del niño sicario en Medellín. ................................................................................29
7 METODOLOGÍA ........................................................................................................................31
8 ANALISIS DE RESULTADOS: EL NIÑO SICARIO EN MEDELLÍN UNA DIMENSIÓN SOCIOLÓGICA 33
8.1 Narcotráfico. Contexto sociocultural del fenómeno del niño sicario ...............................33
8.2 El cartel de Medellín y las bandas juveniles de sicarios ....................................................39
8.3 Toño y Pinina, dos casos para una reflexión desde el enfoque construccionista de la
nueva sociología de la infancia .....................................................................................................50
9 CONCLUSIONES ........................................................................................................................62
10 BIBLIOGRAFÍA Y FUENTES CONSULTADAS ............................................................................65
1 INTRODUCCIÓN
El ejercicio investigativo aquí expuesto giró en torno a una reflexión que nos
permitió tener una delimitación clara del tema de esta monografía; es decir el niño
sicario, la pregunta es: ¿Cómo comprender al niño sicario en Medellín a partir de
los enfoques de la nueva sociología de la infancia en la década de 1980-1990?.
3
El niño sicario al que hacemos alusión en esta monografía es presentado a través
de los casos paradigmáticos de John Jairo Arias Tascón alias “Pinina” y alias
“Toño”, casos que nos permitieron ejemplificar las condiciones de vida del niño
sicario, en el contexto particular de Medellín, en la década de los ochentas; se
escogió esta temporalidad, puesto que, al parecer en es ella en la cual se posibilita
la emergencia del niño sicario como actor social.
La estructura del trabajo buscó de manera lógica dar cuenta de los objetivos, para
esto, se plantearon una serie de subcapítulos en el capítulo “Análisis de
Resultados. El niño sicario en Medellín una dimensión sociológica” que nos guíen
a través de la reflexión.
4
“Narcotráfico. Contexto sociocultural del fenómeno del niño sicario” que plantea la
turbulenta historia del surgimiento y auge del narcotráfico en la ciudad de Medellín,
y nos platea los elementos constitutivos del que será el protagonista del siguiente
subcapítulo.
En el subcapítulo “Toño y Pinina, dos casos para una reflexión desde el enfoque
construccionista de la nueva sociología de la infancia” se realiza una
caracterización del niño sicario, las formas a través de las cuales se interrelaciona
con instituciones sociales, como la religión, la familia y las formas a través de las
cuales se representaba a sí mismo. En este subcapítulo también se ponen en
relación los ejemplos paradigmáticos del niño sicario y se reflexiona sobre ellos
desde el enfoque construccionista de la nueva sociología de la infancia.
5
2 DELIMITACIÓN DEL TEMA
En este punto es necesario especificar, qué se entiende en este trabajo por niño
sicario. El niño sicario corresponde a una definición específica que se construye a
partir de la combinación de dos definiciones, por un lado la de niño, y por otro lado
la de sicario.
6
homicidios, también se ven implicados en actividades, extorsivas, secuestros y
toda suerte de actividades criminales que pudieran representarles alguna
rentabilidad. Es a partir de estas dos nociones que se construye la definición de
niño sicario, y es a su vez la que se adopta en este trabajo monográfico.
7
3 ANTECEDENTES
Dichos estudios, pasan por alto esta particularidad o usan una serie de categorías
para referirse a los niños; es decir a los menores de 18 años, tales como jóvenes,
adolescentes, menores, entre otras, las cuales, no son claras en cuanto a la
pertenencia del sicario a determinado grupo etario; la ausencia de una categoría
fuerte que defina claramente sus particularidades constituye una gran dificultad
para la compresión del fenómeno.
Para ello, se han seleccionado los artículos y las investigaciones en las que se
hace referencia, al niño sicario (tal cómo lo consideramos, es decir, todo menor de
18 años) y se excluyeron, las que taxativamente abordan al sicario adulto, por
considerar que se trata de un fenómeno que tiene configuraciones diferentes y
tratamientos distintos, además de alejarse de los propósitos de este trabajo.
8
A partir de la publicación de La Virgen de los sicarios de Fernando Vallejo, se
inicia el género de la sicaresca, que “en el caso de las novelas colombianas, se
trata de la exposición de la vida de carencias y miserias de jóvenes asesinos por
contrato, y las peripecias por las que pasan para sobrevivir en el submundo del
crimen” (Lander, 2007, p. 167), el éxito de esta novela y su posterior aparición en
el cine, dio píe al nacimiento de una especie de género literario entre el cine y la
literatura. El contexto de marginalidad y violencia en el que se gesta el sicario se
ha abordado en:
9
rastros en la cultura que se van produciendo. Y de ahí su importancia para este
trabajo en particular.
10
investigación “el sicario no es un ser malvado aislado. Sin quitarle el peso sobre la
propia responsabilidad de sus acciones, . . . es un fruto de determinadas
relaciones de fuerza, controladas desde unos intereses muy particulares” (Barba,
2013, p.16), que tienen como propósito consolidar el poder político de algunos
agentes, y es en el curso de dicho proceso que el niño sicario resulta victimizado,
al igual que la sociedad colombiana.
La pedagogía y los modelos de intervención social, son los ámbitos desde los
cuales se ha abordado igualmente el fenómeno, quizá con mayor profundidad.
Desde estos abordajes, lo que se busca es reflexionar y entender la problemática
planteada por el niño sicario y el sicariato en general, para encontrar soluciones a
la problemática que dicho actor plantea en la sociedad; estos abordajes intentan
generar mecanismos de inclusión social y propenden por el establecimiento de las
condiciones que configuran al sicario como como productor y reproductor de
formas de violencia. En el abanico de producción investigativa que sobre el sicario
se ha producido desde la pedagogía, destacamos “Autorretrato de un sicario” y
“Una aproximación al fenómeno de los jóvenes en el sicariato en la ciudad de
Pereira”. Las cuales, si bien no se ajustan a las delimitaciones de este trabajo, son
importantes en tanto que nos permiten tener una imagen del sentido en el cual se
hace tratamiento del niño sicario. Una reflexión que se plantea en estas
investigaciones es sí el niño sicario concibe el ejercicio de su actividad criminal
como una práctica laboral legitimada, como si se tratara de la prestación de un
servicio como cualquier otro.
11
menor de 18 años; lo que se busca a partir de la literatura relacionada con el niño
sicario es hacer una caracterización, de cómo es leído en las investigaciones
anteriormente citadas. A este respecto, se plantea que es sólo a partir de los
ochentas, que se inicia un proceso de reconocimiento del niño sicario como actor
social, en este abordaje del sicariato, se parte del reconocimiento que este
fenómeno tiene unas fuertes implicaciones entre los jóvenes, entre los que se
incluyen los menores de 18 años; léase, a los niños; en función de este
reconocimiento al sicario se asigna la categoría “joven”, de lo cual se deriva un
hecho que tendrá profunda transcendencia.
A partir del impacto social que generó el sicario, es que se inician los estudios
sobre la juventud en Colombia, según lo afirma el texto de Natalia Ramírez-López,
la categoría joven se configura en los ochentas, en el momento en que se
reconocen los jóvenes
12
. . . cuando los jóvenes se vieron involucrados en delitos mayores de orden
humano, social y político contribuyendo tanto a la “cultura de la violencia”
como a la “cultura del miedo”. La irrupción de un gran número de jóvenes
marginales urbanos como actores en la vida contemporánea, incluso
pública, como figurantes, instrumentos y víctimas de la violencia, abrieron la
puerta a estudios sobre su realidad social, generando interrogantes sobre
sus comportamientos, deberes, derechos, ideales, identidad y cultura.
(Ramírez-López, 2008, p. 10)
13
4 DESCRIPCIÓN DEL PROBLEMA
El fenómeno del niño sicario y por extensión el del sicariato es uno de los
fenómenos relevantes de la violencia en Colombia; violencia que tiene múltiples
expresiones, agentes, configuraciones, etc. aunque los orígenes de los asesinos a
sueldo se puedan encontrar varios siglos atrás, en Colombia, y específicamente
en Medellín. Paralelo al significativo aumento de esta conducta criminal, se da la
emergencia de los grandes carteles del narcotráfico, que en función de sus
prácticas violentas, cooptan el sicario como ejecutor de su voluntad de eliminación
de todo obstáculo que se pusiera en su camino. El abandono por parte del Estado
de amplias capas de población vulnerable hizo que ante la ausencia del Estado, la
comunidades se abocaran a los narcotraficantes y ellos consiguieron “despertar
liderazgo y admiración entre las clases más pobres, porque ven en ellos su
realización y en su dinero la única posibilidad de cambio de su situación social”
(Romero, Londoño & De Salvador, 1991, p. 52).
14
población desplazada es menor de edad y el 13% son mujeres que se han
visto obligadas a ejercer la jefatura del hogar (Bello A., 2000, p. 46).
Uno de los productos sociales de dichas cifras es el niño sicario, y éste, como
expresión de la violencia social colombiana; “se ha venido gestando desde por lo
menos los años ochenta” (Atehortua. et. al., 2008 p. 32), en esta década
sucedieron grandes acontecimientos que le dieron amplia trascendencia como
fenómeno social; un ejemplo de dichos acontecimientos es el asesinato de
Rodrigo Lara Bonilla sucedido el “30 de abril de 1984” (Bustamante, 2009, p. 10),
este magnicidio tuvo gran impacto en la conciencia nacional y evidenció la
presencia de estructuras criminales que estando asociadas o al servicio del
narcotráfico, habían hecho de la muerte un rentable negocio. En esta década junto
con el asesinato de Lara Bonilla fueron cometidos los homicidios de centenares de
políticos, jueces, periodistas, y policías; estos crímenes tuvieron un gran impacto
nacional, y fue a través de éstos que se visibilizó el niño-sicario y el sicariato en
general.
15
falta de educación” (Miranda & Martínez, 2011. p. 80), y las múltiples formas de
violencia que viven las comunidades más vulnerables.
16
mandatos, pautas y normas de conducta que se aparejan al modo de ser niño en
un momento concreto” (Gaitán, 2006, p. 10). Y puesto que, a partir de estos
enfoques los niños son considerados como actores sociales, y como parte de la
estructura social, estos enfoques constituyen una base privilegiada desde la cual
abordar el niño sicario, el cual hace una ruptura y pone en cuestión el entramado
de relaciones tradicionalmente asociadas a la infancia.
Dada la complejidad que el fenómeno del niño sicario entraña, la pregunta que
anima este trabajo de investigación gira en torno a cómo comprender al niño
sicario en Medellín a partir de los enfoques de la nueva sociología de la infancia
en la década de 1980-1990. Y por la especificidad del fenómeno, se hace
necesario reflexionar sobre los casos paradigmáticos y los estudios que se han
hecho sobre el tema desde los enfoques de la nueva sociología de la infancia, con
el objetivo de entender al niño sicario de Medellín como una categoría de análisis
que precisa de una lectura sociológica para su comprensión
17
5 OBJETIVOS
- Identificar la caracterización que del niño sicario han hecho los estudios o las
investigaciones sobre el tema.
- Documentar los casos paradigmáticos del niño sicario en Medellín: alias “Toño”,
alias “Pinina”
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6 MARCO TEÓRICO
Para los fines de este trabajo y en función de delimitar y definir sus alcances, se
ha seleccionado lo que suelen llamarse los nuevos enfoques de la sociología de la
infancia, los cuales constituyen una serie de estudios que se consolidan a partir de
los años 80, fundamentado en “la insatisfacción con las formas habituales de
explicar a la infancia dentro de las ciencias sociales” (Gaitán, s.f. p. 1) Estos
nuevos planteamientos consideran la niñez como fenómeno en sí mismo,
independiente de la familia, la escuela y otras construcciones con las cuales la
niñez entra en relación, en dichos enfoques los niños no son concebidos como un
mero apéndice de la familia, sino que éstos tienen una existencia propia,
autónoma y son considerados como sujetos con una configuración propia, no
agenciada por una entidad externa. Éstos, a su vez encuentran sustento en la
sociología comprensiva al darle un lugar al sujeto en la acción social,
La acción social que ejercen los niños, con las particularidades que se
presentan son algunos de los elementos en lo que a sociología de la infancia
que es campo disciplinar en el que se inscribe este ejercicio investigativo,
ha presentado algunos avances, pero a la luz de algunos investigadores “el
estudio de la infancia como fenómeno social es un campo todavía
insuficientemente explorado por parte de la sociología” (Rodríguez, 2000, p.
99) y es, en este intento por construir las bases teóricas que posibiliten la
comprensión y conocimiento de la infancia y sus nuevos desafíos que ésta
surge.
19
Las visiones tradicionales de la infancia, limitan la capacidad de abordar los
nuevos retos que se plantean a la sociología, en el proceso de entender las
condiciones de vida de la infancia; en función de los nuevos retos, se han
desarrollado una serie de planteamientos que reformulan las formas de entender y
dimensionar la existencia social de los niños y las niñas; La nueva sociología de la
infancia, constituye una serie de planteamientos, que han sido desarrollados por
algunos sociólogos contemporáneos; la cual
Así “durante las décadas de los años ochenta y noventa se publicaron diversos
trabajos sociológicos – particularmente en el ámbito académico anglosajón
(Europa y Estados Unidos) – sobre la necesidad de revisar el concepto de
infancia en la sociología contemporánea” (Pavez, 2012, p 91); muchas de estas
publicaciones “no han sido traducidas al castellano y tal vez por esta razón
permanecen desconocidas o marginales en los debates sociológicos
hispanoamericanos” (Pavez, 2012, p 91).
20
Posteriormente, en 1987 Jens Qvortrup coordina un número monográfico de la
International Journal of Sociology dedicado a la Sociología de la Infancia (Pavez,
2012, p. 91)
También durante el año 1987 según Gaitán (2006, p. 12). Qvortrup dirige el
proyecto La Infancia como Fenómeno Social. Implicaciones para futuras políticas
sociales, investigación auspiciada por Centro Europeo para el Bienestar Social de
Viena que reunió los informes sobre la situación de la infancia en 16 países, en
estos utilizó “un enfoque teórico sociológico –no sólo psicológico o educativo–
para demostrar la posibilidad de investigar el fenómeno de la infancia en cada
sociedad a partir de la edad como categoría de análisis” (Pavez, 2012, p. 92).
. . . cabe citar a Patricia y Peter Adler, quienes fueron los primeros editores (en
1986) de la publicación periódica Sociological Studies of Child Development, la
cual, a pesar de lo que podría sugerir su título, en realidad avanza en el estudio
sociológico de los niños y de la infancia (Gaitán, 2006, p. 13).
Siguiendo los primeros pasos de este campo disciplinar “en 1993 se crea la revista
Childhood: A Global Journal of Child Research que proporciona un foro que da
acogida a una amplia gama de artículos referidos a la infancia, desde una
diversidad de disciplinas y lugares del mundo” (Gaitán, 2006, p. 13).
21
recibían y a las realidades socio culturales que en algunos casos les eran
adversas para su desarrollo, físico y/o psicológico.
Es menester señalar que Gaitán nombra que “los criterios en los que se sustenta
esta elección se refieren a su mayor influencia en el trabajo de sucesivos
investigadores, y su voluntad expresa de construir teoría sociológica de la infancia”
(Gaitán, 2006, p. 16), y que
22
etaria en tanto ‘menores de edad’ sometidos a la autoridad adulta” (Rodríguez
citado en Pavez, 2012, p. 92).
Iskra Pavez siguiendo a Gaitán propone nueve tesis acerca de la infancia como
fenómeno social
23
1.La infancia es una forma particular y distinta de la
estructura social.
1. Infancia.
Conceptos claves
2. Actor social
3.
1.sociología de la infancia
Temas de principal
interés 2.Actividades de los niños
3.Justicia distributiva .
24
6.2 Enfoque Construccionista de la sociología de la infancia
. . . la infancia está inscrita en una estructura que afecta la vida de las niñas y
los niños –tal como evidencia el enfoque estructural recién comentado–, pero se
analiza la acción social de los individuos entendida como una capacidad de
agencia dentro de los marcos estructurales (Pavez, 2012 p. 95).
Para el análisis de la acción infantil se tienen en cuenta los debates propuesto por
Antony Giddens respecto a la estructura y acción de los individuos, develando la
postura de que los actores sociales actúan en un contexto determinado que los
impone, por lo que hay una comprensión de la infancia situada en cada contexto,
no hegemónica que además se ve afectada por desigualdades de sexo, raza y por
tanto este enfoque pone el acento
25
1. La infancia es una construcción social
Infancia
2. La infancia es una variable del análisis social
1. construcción social
Términos claves
2. Relaciones sociales y cultura de los niños
26
6.3 Enfoque relacional de la sociología de la infancia
Así "El enfoque relacional parte de la premisa teórica de que las niñas y los niños
son actores y agentes –perspectiva desarrollada en el enfoque constructivista–,
pero la acciónsocial infantil se da dentro de parámetros de poder minoritario"
(Pavez, 2012, p. 98)
27
1. La infancia es un proceso relacional
Infancia
Niños
2. Es preciso desarrollar el punto de vista de los niños .
generales
3. El conocimiento basado en la experiencia de los niños
esLafundamental
generación espara el reconocimiento
un concepto de sus derecho
clave para
Sociología
entender la relaciones niño/adulto, sea en el
nivel individual o grupal
1. Generación 2. Género
Términos claves
3. Relaciones de los niños 4. Grupo
minoritario
1. Niño s.
Conceptos claves
2. Agentes
28
6.4 El enfoque construccionista de la Nueva Sociología de la Infancia, un
enfoque sociológico para la lectura del niño sicario en Medellín.
3. Las relaciones sociales de las niñas y los niños son valiosas para estudiarlas
por sí mismas, independiente de la perspectiva de las personas adultas.
4. Las niñas y los niños son y deben ser vistos como agentes; es decir, como
actores sociales que participan en la construcción y determinación de sus propias
vidas, de quienes les rodean y de las sociedades en que viven. Las niñas y los
niños no son objetos pasivos de la estructura y los procesos sociales.
29
5. La etnografía es un método particularmente útil para el estudio de la infancia,
puesto que permite considerar la voz infantil en la producción de los datos
sociológicos.
Estas características son las que se utilizarán para realizar el análisis y plantear
las reflexiones sobre fenómeno del niño sicario acorde con los objetivos de este
ejercicio investigativo; las razones para tomar el enfoque construccionista de la
nueva sociología de la infancia son las que nos permiten entender que la noción
de infancia planteada en el enfoque construccionista es una construcción social,
tal como se nos presenta en el niño sicario inscrito en el contexto particular del
narcotráfico en Medellín en los ochentas, y que dicho contexto incide sobre la vida
de éstos, pero a su vez reconoce en los niños sicarios la capacidad de transformar
creativamente el entorno que los determina; este enfoque plantea que la vida
social de los niños a través de la cotidianidad, transforman, producen y reproducen
dinámicamente las condiciones de la estructura y que dichas prácticas insertas en
un contexto espacio temporal, constituyen un conjunto de prácticas donde el niño
actúa, construye y determina su entorno, y es esto lo que precisamente busca
comprender este trabajo monográfico sobre niño sicario.
30
7 METODOLOGÍA
31
La estrategia que se siguió para este ejercicio investigativo fue el de la
investigación documental, la cual, “implica hacer una revisión previa de estudios
anteriores y de literatura relacionada que permita establecer qué se ha dicho sobre
el tema propuesto, desde qué punto de vista y con qué resultados” (Galeano,
2004, p. 116). Esta revisión de la literatura busca detectar, fichar, clasificar, y
analizar la bibliografía y documentación con el propósito de ayudarnos a alcanzar
los fines propuestos en este trabajo monográfico.
32
8 ANALISIS DE RESULTADOS: EL NIÑO SICARIO EN MEDELLÍN UNA
DIMENSIÓN SOCIOLÓGICA
33
El comercio de cocaína a nivel mundial se inició hacia la década de 1880, como
una industria legal, y desde su inicio “Colombia, Perú y Bolivia comenzaron a
competir en el mercado internacional de la coca con ingleses y holandeses, que la
producían en sus colonias” (Arango & Child, 1984, p. 125). En Colombia
. . . en el siglo XIX y principios del XX, las drogas como la marihuana, los
opiáceos y la cocaína se utilizaban. . . por razones médicas. Derivados del
opio como la morfina y la heroína, así como medicamentos derivados de la
cocaína, los vinos de coca y los cigarrillos de marihuana fueron utilizados
durante este periodo con fines medicinales prescritos por los médicos, y se
obtenían fácilmente en las farmacias y mercados populares (Medina, 2012, p.
146).
Para 1885 el auge y el aumento en la demanda del alcaloide hizo elevar los
precios del mismo; a este respecto el periódico “El Comercio, de Bogotá publicó
en 1885 un artículo sobre la cocaína en el cual afirma que si las esperanzas en
ella cifradas se realizan ‘no hay duda que sería para América una nueva y
abundante fuente de riqueza’” (Arango & Child, 1984, p. 126). En este contexto
“las autoridades se preocuparon esencialmente por controlar la calidad de estos
productos en el propósito de proteger a los consumidores. Los adictos no eran
considerados personas enfermas ni delincuentes. (Medina, 2012, p. 146)
34
belgas, franceses, ingleses y holandeses hicieron diversos intentos por cultivar el
arbusto de la coca” (Arango & Child, 1984, p. 142), con malos resultados, o que no
llenaban las expectativas y las necesidades del mercado; sumado a una intensa
polémica sobre los efecto nocivos del consumo, condujeron para inicios del siglo
XX que la cocaína se equiparara a las drogas fuertes como la morfina y la heroína,
la “ley Harrison de los Estados Unidos, aprobada en 1914, incluyó la cocaína entre
las drogas especialmente peligrosas” (Arango & Child, 1984, p. 147-148).
Posteriormente vendrían “la Convención internacional del opio de Shangai (1909)
y la Conferencia de la Haya (1912)” (Medina, 2012, p. 147), las cuales son el
punto de partida de la lucha contra el narcotráfico; Otros acuerdos que limitarían el
uso legal de la cocaína1 son el de Ginebra de 1925 y el de 1931. El narcotráfico es
un término genérico con el cual los servicios de seguridad norteamericanos
engloban la generalidad de las sustancias ilícitas, la cocaína específicamente es
un estimulante del sistema nervioso central, mientras que la marihuana es un
alucinógeno y la heroína un narcótico, si bien estas diferencias son importantes,
las tres sustancias ilícitas son catalogadas como «narcóticos».
1
Es necesario resaltar aquí, al margen de la discusión planteada, las afirmaciones del profesor Darío
Betancourt Betancourt, cuando afirma que: “El término narco-tráfico esconde, en realidad, una
intencionalidad política, económica y cultural imperialista y pro-norteamericana; puesto que además de no
ser narcóticos ni la marihuana ni la cocaína, dicha definición no involucra a los consumidores ni a los
lavadores de dólares en Norteamérica, pretendiendo de este modo darle una calificación latinoamericana y
racista a la producción, comercialización y consumo de psicotrópicos.” (Betancourt, 1991, 1)
35
En la prensa de los años treinta en Colombia, ya se evidencia el impacto de del
ambiente prohibitivo que se inició desde finales del XIX, como se relata el en
artículo de El Tiempo de Julio 12 de 1934:
36
del El Espectador del 22 de mayo de 1959, en el que el diario “publicó a 5
columnas la noticia de que Medellín era centro internacional del narcotráfico, que
operaba en conexión con La Habana” (Arango & Child, 1984, p. 166-167). No
existe entre los investigadores un consenso sobre en qué momento se inició dicho
proceso.
37
norteamericanos proveían a los mercados estadounidenses, pero la revolución,
debilitó estas redes y “creo la necesidad de reconfigurar la geografía del tráfico de
narcóticos, sus rutas y mercados, dando inicio a un ciclo en el que participaran
nuevos traficantes latinoamericanos en donde con el tiempo sobresaldrán
colombianos y mexicanos” (Medina, 2012, p. 147)
38
legalización del cultivo en Norteamérica con fines terapéuticos, y que “las mafias. .
. empezaron a producir su propia hierba en los Estados de California, Hawai,
Alaska y Ohio” (Betancourt, 1991, p. 13). Estas condiciones confluirán, en la
configuración de un nuevo ciclo; el ciclo de la coca, en el cual los colombianos
tendrán un papel central, habida cuenta de la experiencia que tenían del cultivo y
del procesamiento de la base de coca, como se planteó más arriba, y que la
experiencia del tráfico de marihuana les había aportado la experiencia organizativa
para convertirse en una efectiva expresión de la delincuencia organizada.
39
retomado por el gobierno de los Estados Unidos desde 1986 para señalar a
los grupos colombianos que exportan la cocaína (Ospina, 2010, p. 25).
40
de sustancias psicoactivas ilegales; se infiltra en la sociedad convirtiéndose en
una estructura mafiosa; el narcotráfico, es una expresión de la delincuencia
organizada que “moviéndose en las lógicas de un modelo criminal de acumulación
capitalista, comienza a dar origen al proceso de desarrollo mafioso que
compromete la economía, la sociedad y el Estado” (Medina, 2012, p. 152-153).
41
frustración de las clases medias, condicionadas por la precaria sujeción a la norma
de algunos individuos pertenecientes a ellas; y tercero, que ésta no representa
una organización rigurosamente jerarquizada, ya que algunas de sus partes
constitutivas tienen una relativa autonomía (1991, p. 3-4). La mafia colombiana se
configura, entonces, como expresión de la delincuencia organizada “que obtiene
ganancias y beneficios y pretende alcanzar la inmunidad jurídica mediante la
aplicación sistemática del terror, la corrupción y el soborno” (Betancourt, 1991, p.
5).
El cartel de Medellín, fue una organización criminal que se afianzó como cartel
durante los años setentas, cuando grupos de pequeños traficantes se encargaban
del “acopio de la pasta y base de coca producida fundamentalmente en el Perú y
Bolivia, del procesamiento, la exportación de la cocaína y su distribución al por
mayor en los países consumidores” (Krauthausen, 1994, p. 117).
42
poder económico del cual disponía, la precaria legitimidad del Estado colombiano,
o la suma de estos factores; de esta forma “el cartel de Medellín infiltró gran parte
de las actividades económicas convencionales comprometiendo la banca, la
industria textil, de la confección, alimentos y bebidas, el transporte, el turismo y el
comercio entre otras” (Medina, 2012, p. 155).
Entre los individuos que se ubicaban en la más alta jerarquía del cartel se cuentan
en orden de importancia: Pablo Emilio Escobar Gaviria, alias El Patrón; Gonzalo
Rodríguez Gacha, alias El Mexicano; los hermanos Fabio, Jorge Luís y Juan David
Ochoa; y Carlos Lehder. A esta lista se sumaban otros en menor escala de
importancia que controlaban otros aspectos de la organización criminal, pero que
dados los propósitos de este trabajo no es importante resaltar su participación en
la estructura del cartel.
43
Tayson, El Palomo, Enchufle, Leo, Pinina, Quesito, Limón, León, Templor, Conavi,
Turquía, El Japonés, La Cuca, Tavo, El Duro, Jhoncito, Abraham, entre otros”
(Medina, 2012, p. 154).
2
En el índice NBI mide la calidad de vivienda y de espacio doméstico, de servicios públicos básicos, de
asistencia escolar y de dependencia económica. Como viviendas inadecuadas son consideradas por ejemplo
las que están ubicadas bajo puentes, las que carecen de paredes o tienen paredes hechos de materiales de
desecho; el hacinamiento crítico es cuando en el hogar viven más de tres personas por habitación, y los
servicios inadecuados son carencias o insuficiencias de coberturas de energía eléctrica, acueducto,
alcantarillado, etc. Con ayuda de estos indicadores se determina, si las necesidades básicas de la población
se encuentran cubiertas. Los grupos que no alcanzan un umbral mínimo fijado, son clasificados como
pobres. Así son clasificados los barrios en estratos; los barrios de donde proviene el parlache están ubicados
entre los estratos uno, dos y tres.
44
participación, la evidencia y la percepción de la impunidad, la violencia con la que
operaban contra la población civil las instituciones encargadas de preservar el
orden, sumado a que “no se prestaba apoyo suficiente por parte del Estado en cuanto a
las oportunidades de educación y de trabajo o el acceso a servicio médico. La cobertura
de servicios públicos solía ser insuficiente, el índice de desempleo era alto (Ibiševicová,
2010, p. 10). Todo esto facilito el camino para que los narcotraficantes, se insertaran
efectivamente en los sectores populares de la ciudad de Medellín y se posibilitara
un configuración social “que concibe el uso de la violencia y la utilización de
mecanismos de dominación como parte de sus usanzas y costumbres, y como
uno de los medios más efectivos para obtener prestigio y movilización social”
(Villatoro, 2012, p. 68); Así como lo afirma Dario Betancourt, sumados a las
condiciones anteriores, dos precedentes en la cultura antioqueña tuvieron una
profunda influencia en la inserción del narcotráfico en los sectores populares el
“culto al dinero” y deseo de “ser alguien en la vida”, dos premisas muy arraigadas
en la sociedad antioqueña, que coadyuvaron para que se conformara “una bien
sincronizada red de complicidades y lealtades manejadas bien mediante el dinero
o bien mediante la fuerza de las armas” (Betancourt, 1991, p. 14);
Las bandas juveniles y las bandas de sicarios, son el resultado social de muchas
de las condiciones que posibilitaron la efectiva inserción del narcotráfico en los
sectores populares, en parte “el sicariato en nuestro país tiene que ver con la
cultura del dinero desarrollada paralelamente al narcotráfico” (Romero, Londoño &
De Salvador, 1991, p. 51). Aunque las bandas igual que el narcotráfico, son
procesos de configuración social multivariado y complejo, en el desarrollo del
mismo puede señalarse la crisis de la estructura familiar
45
primero se solían oponer pero más tarde daban su consentimiento silencioso
(Ibiševicová, 2010, p. 14)
. . . al grupo no lo une sólo un interés económico sino un rol social que los
identifica y los cohesiona. Están presentes en ellas marcas rituales, juegos de
poder, territorialidad, elementos que se conjugan para exigir un
reconocimiento social que es lo que está en el fondo de este protagonismo
juvenil: decir ‘existimos, somos, podemos (Salazar, 1991, p. 159).
Cada una de ellas disponía y defendía una territorialidad, en las bandas se “hacían
amistades y formaban los denominados ‘parches’ en las esquinas de los barrios.
Las esquinas se habían convertido en principales lugares de sus reuniones y
asimismo en el símbolo de sus estilos de vida” (Ibiševicová, 2010, p. 15) que al no
regirse por patrones de autoridad tradicional, se configuraban a partir de nuevos
patrones que hicieron de las bandas estructuras jerárquicas lideradas por uno de
sus miembros.
Se identificaban en sus inicios por algún género musical, como el rock o el punk; y
en un contexto socio cultural marcado por la precariedad del recurso económico,
“los jóvenes sentían una necesidad de ascender en la escala social. Necesitaban
tener dinero suficiente para poder mostrar su poder y exhibirse. . . . Luego, los que
46
empezaban a delinquir y a lucir las riquezas se convertían en modelos para los
demás” (Ibiševicová, 2010, p. 14), muchos de estos niños y jóvenes,
Por su parte las bandas con el imperativo de defenderse de otras que impugnaban
su poderío en su territorio, se financiaban con el hurto, el establecimiento de
peajes ilegales, la venta de sustancias psicoactivas, la extorsión, el cobro a
comerciantes legales para que no fueran víctimas de robos, o para que ellos
mismos no los robaran, “entre el raponeo, el atraco, la pandilla, el manejo de la
moto, el parrilleo y el vicio, inician sus primeros pasos para luego perfeccionarse
en conducción de vehículos, manejo de armas, técnicas de escape, etc.”
(Betancourt, 1991, p. 15) y demás actividades, como las que empezaron a
cometer cuando el narcotráfico los cooptó para el cumplimiento de sus fines.
Las bandas juveniles, en las cuales el “promedio de las edades de los integrantes
de estas bandas era de 16 años” (Ibiševicová, 2010, p. 16), con la irrupción del
narcotráfico y la influencia del cartel de Medellín en los barrios populares, sufrieron
una profunda transformación, muchas de ellas, no todas; se convirtieron en
verdaderas estructuras criminales, que aumentaron su capacidad destructiva, su
disponibilidad de recursos económicos y su poder; algunas se profesionalizaron en
la comisión de determinados delitos, como el asesinato por encargo,
configurándose así como bandas de sicarios, “el fenómeno sicarial se generalizó a
partir de la ruptura de la alianza no declarada entre la mafia y el Estado, después
del asesinato del Ministro de Justicia Rodrigo Lara Bonilla, el 30 de abril de 1984”
(Betancourt, 1991, p. 14).
47
El libro El parlache en las obras escogidas de la literatura y cine colombianos,
partiendo de los planteamientos de Alonso Salazar en No nacimos pa’ semilla,
destaca algunas características de las bandas de sicarios de la ciudad de Medellín
en los ochentas (Ibiševicová, 2010, p. 16-18), entre ellas se cuentan:
Los instrumentos de trabajo de las bandas de sicarios; es decir, las armas y las
motos, debían ser cuidadas y defendidas de la misma manera que el territorio,
pues, de ellas dependía la supervivencia de la banda; la destreza en el manejo de
uno u otro de los ‘implementos de trabajo’ implicaba toda una división del trabajo
al interior de la organización, toda vez que, algunos de los integrantes de las
bandas debían ser avezados conductores y otros diestros en el manejo de las
armas, las cuales, solían ser pistolas, ametralladoras, mini-Uzis y granadas, estas
últimas tenían como propósito facilitar las fugas de la escena del crimen cuando
eran perseguidos.
El gusto por los lujos y la ostentación; aunque la banda de sicarios requería cierta
dosis de anonimato, la ostentación demostraba el éxito que dicha organización
tenía y le asignaba en la comunidad mayor valor social.
48
El sentido religioso ambivalente; el culto a María Auxiliadora a quien se
encomendaban para que les facilitará los ‘trabajos’, el rezar las balas, los
escapularios y otras prácticas similares, eran tradiciones que estaban fuertemente
arraigadas en los sicarios, producto de la herencia paisa.
49
nadie ni por nadie, incluso de la ley (Romero, Londoño & De Salvador, 1991,
p. 52).
8.3 Toño y Pinina, dos casos para una reflexión desde el enfoque
construccionista de la nueva sociología de la infancia
50
hechos desde el enfoque construccionista de la sociología de la infancia. Para
iniciar dicha reflexión se aborda la acción social de las bandas de sicarios y el niño
sicario en particular, toda vez que se evidencia en este grupo social
Alias Pinina, personaje famoso y conocido por sus nexos con Pablo Escobar, es
una referencia obligada para plantear el fenómeno del niño sicario, toda vez que
en éste se materializa y encarna el fenómeno del sicariato en la que podría ser la
historia de cualquiera de los niños y jóvenes que para ese momento histórico,
emergieron en el espacio social con una energía inusitada y caracterizando un
agente social que impactó y transformó profundamente la cultura antioqueña, es
por esto, que a través de las referencias en los archivos de prensa y crónicas -
que son pocas- se reconstruyó lo que hay escrito de la vida de Pinnina, puesto
que es a través de éstas pocas fuentes que es posible reconstruir el accionar de
51
este caso ejemplarizante del niño sicario, Alias “Toño” es uno de los personajes
que aparecen en la publicación de Alonso Salazar No Nacimos Pa’ Semilla,
publicación auspiciada por el Centro de Investigación y Educación Popular
(CINEP) y la Corporación Región. La publicación recoge la experiencia de vida de
varios jóvenes que por diversas razones se vieron inmersos en el mundo del
hampa y específicamente en el mundo del sicariato y las milicias urbanas;
además, el “libro nos trae también los relatos de madres, amigos, enemigos,
activistas barriales, sacerdotes. De esta manera se traza un complejo y
contradictorio mapa que determina la creación y valoración social del sicariato”
(Salazar, 1991, p. 13), “los relatos fueron elaborados teniendo como base una
serie de entrevistas realizadas en el año 1989 e inicios de 1990” (Salazar, 1991, p.
18). Uno de estos relatos es el de Toño, el cual es una narración
cronológicamente ordenada, a partir del texto de Salazar de la experiencia de
Toño como sicario.
John Jairo Arias Tascón, alias “Pinina” fue asesinado por la policía “el 14 de junio
de 1990. . . . Exintegrante de la banda de Los Priscos. Obtuvo gran poder en el ala
terrorista del cartel” (Derrumbe del cartel de Medellín, 1993, parra. 13); Pinina,
nacido en uno de los barrios populares de la comuna nororiental de Medellín,
desde los 12 años inició una carrera delictiva que lo llevaría a ser uno de los
hombres más buscados de la mafia colombiana; la razón por la cual Pinina es
importante y constituye un caso paradigmático en este trabajo monográfico es que
en su existencia se cristalizan los elementos que configuran la caracterización del
niño sicario, el cual es el interés de este trabajo. Pinina se inicia en el crimen
durante su infancia, después se vincula a las pandillas, y posteriormente a las
bandas juveniles de sicarios; es reclutado por “Los Priscos”, una de las estructuras
criminales de sicarios al servicio del cartel, donde recibe entrenamiento, y como
consecuencia de su desempeño como sicario al servicio de Los Priscos comienza
52
a ascender en la organización criminal de Pablo Escobar. La siguiente es la
reconstrucción de su vida, a partir de las escasas referencias de prensa que
pueden encontrase sobre este personaje. John Jairo Arias Tascón,
. . . uno de los principales jefes de los grupos de sicarios al servicio del cartel,
. . . había sido dado de baja por el cuerpo Elite de la policía,. . . en el sector
de El Poblado, cuando se encontraba en un apartamento en compañía de su
esposa y de su hija de seis meses (Golpe al sicariato, 1990, parra. 3).
A su muerte, las autoridades aseguraban que fue él quien organizó y ordenó una
“racha de explosiones que ha dejado 262 civiles muertos, 129 policías asesinados
en Medellín y miles de damnificados en todo el país” (Golpe al sicariato, 1990,
parra. 8). A su vez se le imputaba la participación y organización en múltiples
magnicidios como el de
Pinina, era además el “ejecutor del cartel y el jefe de los jefes de los sicarios que
operan en todo el país” (Otro número dos, 1990, parra. 4), y se desempeñaba
como jefe de reclutamiento de sicarios del cartel de Medellín, “una de las cosas
que más le ayudó en su oficio fue el conocimiento que tenía de las gentes de la
comuna” (Golpe al sicariato, 1990, parra. 7), toda vez que, nacido en esas mismas
barriadas populares podía interpretar con facilidad las necesidades de los niños
sicarios que reclutaba para el cartel.
. . . era un hombre por ahí de 1,64 metros de estatura, inteligente, muy bien
presentado, tenía una cara perfecta, el pelo largo, por eso le decían Pinina,
por su parecido a la actriz argentina Andrea del Boca, que interpretaba ese
53
papel. Nos conocimos en el barrio. Él era el hombre que tenía Pablo Emilio
Escobar Gaviria para que lo reemplazara en el Cartel de Medellín y protegiera
a su familia en caso de que lo mataran (Vivas, 2014, parra, 27)
Toño tiene veinte años y es el jefe de una banda conformada por decenas de
niños sicarios entre los quince y los dieciocho años, entre los cuales él es el
mayor, en palabras de Toño, los integrantes de la banda
54
Toño cuenta su experiencia de vida, desde un pabellón del hospital San Vicente
de Paul, en el que se encuentra hace tres meses por una herida de disparo con
una escopeta que recibió en el abdomen, y aunque Toño “ha frentiado muchas
veces la muerte” (Salazar, 1991, p. 24), sabe que esta será su última vez. Toño
tiene escasa educación y según el relato sólo llegó a estudiar hasta tercero de
primaria, lo claro es que para Toño la educación y los profesores no fueron nunca
una imagen de autoridad, en la narración de Salazar, la madre de Toño relata el
suceso así:
Toño fue ingresado en un reformatorio a los once años por haberle disparado en
cinco oportunidades a un vecino y ha estado recluido dos veces en la cárcel de
Bellavista. Siendo niño se incorporó por su propia voluntad a una banda de
sicarios, la razón por la cual él tomó la decisión de dedicarse al sicariato fue la
ausencia del padre y por la necesidad de recursos económicos, pero como el
mismo lo dice “también porque me nacía, yo desde muy pelado he sido maloso"
(Salazar, 1991, p. 26). Su primer muerto, de los trece que dice haber cometido, fue
un vigilante de una finca en Copacabana que la banda estaba robando, al principio
la imagen del muerto lo atormentaba, pero sólo necesitó quince días para
reponerse y asumir que para el niño sicario la muerte es un aprendizaje, una
actividad comercial, un negocio, del cual, las herramientas de trabajo son las
armas y las motos. Para la banda de Toño la consecución de las armas es difícil;
según él mismo afirma hay “que tumbar un man para quitársela o comprarla, y un
arma buena es cara” (Salazar, 1991, p. 28), en cuanto a las motos la mayoría son
robadas y las modifican o “envenenan” para que sean más veloces.
55
La familia de Toño que habita en el barrio popular de Medellín en la comuna
nororiental, está compuesta por su madre y varios hermanos de distintitos
compañeros que su madre ha tenido durante el tiempo. El padre de Toño murió
cuando él era niño, de los otros compañeros de la madre lo único que queda como
evidencia de su existencia son sus hijos, y en el relato constituyen referencias
aisladas y oscuras, que se destacan por la dependencia de sustancias y el
alcoholismo, razones por las cuales son expulsados del núcleo familiar, o por las
que ellos mismos abandonan la familia.
Para Toño, y esto es un hilo de continuidad que acompaña todo el relato, lo más
importante en la vida es su madre, de morir lo único que lamenta es dejarla sola y
sin protección; “Ella conmigo va en las buenas y en las malas” (Salazar, 1991, p.
27); existe entre ambos un vínculo de complicidad y solidaridad, para ella, el que
él sea un delincuente, que se dedique al matar y robar, no es motivo para no
considerarlo un buen hijo.
56
por encargo es una actividad comercial y una fuente de ingresos como cualquier
otra; en la lógica que ha construido, las actividades delincuenciales y el homicidio
no configuran su forma de darse un lugar en el mundo y construye para sí una
nueva visión del mundo, la cual, a la vez que justifica sus acciones. Por otro lado,
otro elemento clave en la caracterización es que las razones para que los niños se
vincularan a estructuras criminales no siempre fueron la necesidad y las
condiciones de pobreza, pues, sumada a la afirmación anterior, para el niño sicario
los lujos y la ostentación era una demostración del éxito que tenía en la
organización criminal y que dichas demostraciones aumentaban el valor social que
éste tenía en la comunidad, confiriéndole status; dicha demostración de exito era
bien conocida por Pinina, y era usada para motivar la ambición de los niños
sicarios para facilitar el reclutamiento de los mismos para el servicio del cartel de
Medellín; tal como quedó señalado en el caso paradigmático, Pinina tenía un vasto
conocimiento de las necesidades de los niños sicarios, toda vez que el mismo
había nacido y se había hecho sicario en esas mismas barriadas.
57
. . . yo recuerdo mucho la primera vez que me tocó matar. Ya había herido
personas pero no había visto los ojos de la muerte. Fue en Copacabana, un
pueblo cercano a Medellín. Un día por la mañana estábamos robando en una
casafinca y sin saber de dónde se nos apareció el celador. Yo estaba detrás
de un muro, a sus espaldas, asomé la cabeza y de puro susto le metí los seis
tiros del tambor. El hombre quedó frito de una. Eso fue duro, paque le miento,
fue muy duro. Estuve quince días que no podía comer porque veía el muerto
hasta en la sopa... pero después fue fácil. Uno aprende a matar sin que eso le
moleste el sueño" (Salazar, 1991, p. 26).
58
adversarios, para él estas estructuras no son más que organizaciones criminales,
contra las cuales él debe resistir. Así, a través de dicho código lingüístico que los
identifica, y de plantarse frente a la sociedad de los establecidos y frente al
Estado, como un otro distinto, el niño sicario está confirmando su identidad y
soberanía, la cual se configuraba creativamente en la banda y en el contexto de su
comunidad.
El niño sicario, ligado a una estructura jerárquica, en la cual la ley del silencio era
uno de los códigos que estaban más fuertemente interiorizado establece una red
de complicidades y solidaridad, a través de la cual se mantenía la cohesión de la
banda, construía dinámicamente un entramado de relaciones, a través de las
cuales estaba en capacidad, no sólo de construir y configurar el colectivo al que
pertenecía, sino también, determinar e influir sobre las relaciones sociales de la
comunidad en la que estaba inserto.
59
. . . carácter dinámico de la actividad social de los niños, en donde no están
ausentes las disputas por el poder, los enfrentamientos ideológicos y las
interacciones que definen la naturaleza y jerarquía de las relaciones
interpersonales, [van] convirtiendo al niño en un actor cuya competencia y
creatividad son determinantes en el proceso de construcción de las relaciones
sociales y culturales de la sociedad en su conjunto (Moscoso, 2013, p. 33-34).
La infancia como variable de análisis social, no puede ser entendida; como señala
el enfoque construccionista, separadamente de otras variables como el género y la
clase social, elementos que justo son destacados en el niño sicario, pues, por un
lado esta actividad es ejercida por niños mayoritariamente varones en parte por
las capacidades asignadas “naturalmente“ a los seres humanos pertenecientes a
esa construcción social de hombre, como menos sentimentales, mas calculadores
y con mayor destreza en las actividades físicas y por otra parte porque las niñas
se ven vinculadas al fenómeno del sicariato de diversas formas que no
necesariamente pasan por ser las ejecutantes de los homicidios.
Otra variable de análisis en virtud de la cual es necesario leer la acción del niño
sicario, es la de clase social, dicha variable se confirma toda vez que la mayoría
de los niños sicarios, como se ha afirmado repetidamente, surgen principalmente
en el contexto de las barriadas populares y el de la pobreza; tal como ocurre con
Pinina y Toño que nacieron en las barriadas de la comuna nororiental de Medellín;
este agente, producto social del desplazamiento forzado, la marginación social, la
violencia, la precaria presencia estatal, o su presencia a través del ejercicio de la
60
violencia en las barriadas populares y la desestructuración de la familia, etc.,
encuentra en el homicidio por encargo una forma legítima de ejercer su acción
sobre el entorno social en el cual actúa y a través del cual determina dicho
entorno.
61
9 CONCLUSIONES
Estas conclusiones, son una apertura para el debate sobre las posibilidades y
vacíos que la Nueva Sociología de la Infancia presenta para abordar
sociológicamente fenómenos locales, producto de los que fueron los hallazgo en
este ejercicio investigativo en el caso concreto del fenómeno del niño sicario en
Medellín 1980-1990.
Algunas de las dificultades que se han presentado para desarrollar los estudios
sobre la infancia son, por un lado, que existen representaciones sociales comunes
de la infancia que por lo general obedecen a concepciones eurocéntricas que se
han trasladado al campo discursivo con el que se han abordado teóricamente los
problemas de la infancia y, por otro lado, que de manera dispersa se han
62
construido los discursos sobre los cuales se ha abordado desde la sociología las
realidades sociales de la infancia, impidiendo, por estas dos razones, un
desarrollo teórico vasto que avance hacia una mayor posibilidad de comprensión
de fenómenos locales por lo que atraviesa la infancia.
63
que como éste investigan un sujeto y su construcción social en un determinado
periodo histórico, y que dada la temporalidad escogida, no se podía tener la voz
directa del niño sicario, pero si el relato de adultos sobre su experiencia infantil
alrededor del fenómeno, se ha ce necesario que los nuevos enfoques de la
sociología de la infancia avancen en la construcción de otros abordajes
metodológicos que le permitirán a la Nueva Sociología de la Infancia abordar los
nuevos retos que propone la infancia.
Por último, es necesario que el problema sociológico que se plantea con el niño
sicario, en tanto objeto de estudio, sea abordado por la sociología de la infancia
con mayor profundidad, haciendo énfasis en los aspectos teóricos de dicho
problema social, el cual persiste en la actualidad; problema, para el cual es
necesario que la academia desarrolle herramientas comprensivas que permitan
hacer intervenciones que sean acordes con las realidades y por ende tengan
mayor impacto dentro del modelo de acumulación capitalista global en el cual nos
niños son utilizados para los fines de la guerra.
64
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