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Sistemas abusivos
Persona que está en situación de poder en relación a una víctima que está en situación de dependencia.
El abusador abusa de su situación de poder para obligar a la víctima ha hacer cosas que no haría
voluntariamente, o bien que satisface las necesidades del abusador, y además lo obliga a guardar silencio,
imposición de la ley del silencio. La mantención de los sistemas abusivos: nadie habla del abuso. Otra forma
de mantener el silencio es mediante la inclusión de la sensación de complicidad, de culpa.
Estos sistemas se completan con los terceros que son aquellas personas que saben del abuso o podrían estar
en conocimiento de éste. Este tercero tiene un papel fundamental ya que el abusador nunca va a revelarlo y
perder su impunidad, y a la vez la víctima está asustada, o se siente cómplice o culpable, por lo que nunca va a
romper la ley del silencio, por lo tanto es el tercero el que habla. La posición del tercero nunca es neutral: si
calla apoya al abusador, si habla a la víctima. El tercero antes de tirarse contra el abusador debe fortalecerse,
buscar redes de apoyo.
La víctima pierde la capacidad de notar las señales útiles de los límites, es traspasado, todos sus límites fueron
rotos.
Frente a una situación de maltrato y/o abuso sexual un operador social puede intervenir de dos maneras:
Intervención social: lo primero es interrumpir el circuito abusivo. Romper la ley del silencio y hacer que esto
deje de pasar. Generalmente equivale a mantener o provocar la crisis, empujar para que el tema se divulgue.
Se debe mantener alta la angustia para que el sistema se movilice, intensificar, problematizar.
Intervención reparatoria o terapéutica: acoger a la víctima, pero NO puede realizarse sin antes interrumpir
el abuso.
Maltrato Físico: Se supone que un apego sano junto con los rituales permiten regular la agresividad, además
de permitir la sincronización de los subsistemas y de cada miembro de la familia, manteniendo así una
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distancia adecuada conservando el sentido de pertenencia y una experiencia individual. Cuando esto no
ocurre, se produce una explosión de conductas, gestos y palabras que pueden destruir a uno o más miembros
del grupo, casi siempre del más fuerte al más débil. Los rituales pueden fallar por deficiencias en el apego y/o
por la existencia de creencias violentas que lo contaminan. La violencia (ruptura del equilibrio) se puede
producir por una reducción brusca del hábitat o por aumento brusco del estrés
Psíquico o emocional: cualquier acto que rebaje a autoestima del niño o bloque las iniciativas de interacción
del niño, privación de sentimientos de amor, afecto o seguridad.
Abuso sexual: participación del niño en actos sexuales que no puede comprender, para las que no está
preparado, para las que no puede otorgar su consentimiento (ni rechazar), o que violan tabúes sociales y
legales.
Maltrato Prenatal: condiciones de vida de la madre gestante que pudiéndolas evitar, son mantenidas y tiene
consecuencias negativas sobre el feto. Ej: alimentación deficitaria, exceso de trabajo corporal, enfermedades
infecciosas, hábitos tóxicos, seguimiento inadecuado de enfermedad crónica.
Síndrome de Munchhausen por poderes: simulación de síntomas físicos patológicos en terceras personas,
mediante administración de sustancias o manipulación de excreciones.
Negligencias: es el tipo de maltrato más frecuente; cuando los responsables del niño no cumplen con sus
necesidades básicas (físicas o psico-afectivas); puede ser una manifestación de incapacidad parental.
Se cree que en estos casos la existencia misma de los lazos de apego falla parcial o totalmente, ya que los
miembros de la familia son “transparentes” los unos a los otros. Estas fallas pueden ser el resultado de tres
dinámicas: biológicas, culturales y contextuales.
Factor biológico: en que el encuentro sensorial entre adulto y niño no pudo establecerse, por lo que existe un
trastorno del apego. Factores dependientes de la madre: depresión, enfermedad mental, toxicomanía o
alcoholismo, trastorno del apego como consecuencia de traumas infantiles (madres que experimentaron
descuidos pasarían a ser madres pasivas-indolentes y madres víctimas de maltrato y abuso, a ser activas-
impulsivas). Factores del niño: hiperactividad, problemas del sueño o la alimentación, minusvalía. Factores del
padre.
Factor cultural: trasmisión de modelos de crianza inadecuados y violentos, carencias educativas o falta de
conocimiento de los cuidados que requiere en niño para su desarrollo.
El sistema familiar: es afectado por estresores externos provenientes del sistema societal, tales como el
subsistema laboral, vecinal, escolar, parientes, servicios sociales y sistema judicial. También es afectado por
estresores internos derivados de la interacción de los subsistemas familiares y el ciclo vital familiar tales
como matrimonios, nacimientos, escolarización, adolescencia, muertes, nido vacío, etc. El impacto de los
estresores en general “obligan” a la familia a adaptarse a las nuevas situaciones, lo que exige una
reestructuración de roles, funciones y relaciones.
Los rituales familiares son comportamientos que permiten el equilibrio del sistema familiar. En este contexto
podemos distinguir entre rituales funcionales consistentes en educación y comunicación efectiva y rituales
disfuncionales que corresponden a prácticas represivas y a una comunicación inefectiva. El efecto de los
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estresores sobre el sistema familiar pueden llevar a una debilitamiento de los rituales, lo que podría
traducirse en perturbaciones intrafamiliares tales como el maltrato infantil y otros tipos de VIF.
En las familias maltratadoras existirían factores que hacen fracasar los procesos de comunicación
efectiva. El principal se relaciona con las dificultades en el proceso de impregnación o vinculación afectiva
entre los padres e hijos. El apego: permite el reconocimiento del otro como un otro legítimo. Los trastornos
del apego son una de las fuentes más importantes en la producción de distintos de maltrato.
b) Carencias relacionadas con la función paternante: gran parte de los padres maltratadores fueron
socializados en sistemas familiares donde la autoridad se ejercía de manera abusiva y represiva, donde el
castigo físico eran los métodos educativos más frecuentes. Estos adultos carentes de un modelo de autoridad
parental desconocen las normas que rigen las relaciones familiares, los derechos y deberes que les
corresponden así como los de los demás, especialmente de los niños. Estos padres oscilan entre negligencia,
autoritarismo y violencia física.
d) Trastornos de los intercambios entre la familia y el entorno: en las familias maltratadoras, tanto las
fronteras con el entorno como entre los subsistemas puede ser disfuncional. Tenderían a permanecer
cerradas (para protegerse de peligros reales o imaginarios), aislando a los miembros de los recursos externos
(creando un mundo familiar rígido y totalitario) o permanecerían permanentemente abiertas, impidiendo el
desarrollo de sentimientos de pertenencia y seguridad (por pobreza de recursos internos). La negligencia se
da más frecuentemente en familias que funcionan con apertura exagerada, mientras que los malos tratos
físicos, psicológicos y el abuso sexual se da con más frecuencia en familias rígidas y cerradas.
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Terapia con mujeres que viven violencia conyugal (Andrea Machuca)
b. Objetivos de la terapia
Romper el círculo de la violencia, parando los golpes o acabando con las crisis. Generar estrategias de
proteccióN. Activación de los recursos personales y sociales de la mujer, con vistas a la redefinición de la
relación de pareja o a la salida de la mujer de ese contexto relacional. Individuación de la mujer, activación de
los recursos personales y proceso de revalorización que permita definir proyectos personales, mejorar la
calidad de vida y activar redes personales para interrumpir el aislamiento característico de estas situaciones.
Acogida: escuchar activamente, establecer contacto empático, contener situación de crisis, no enjuiciar.
Socialización de la situación vivida en aislamiento: nominarla como maltrato y ofrecer ayuda terapéutica.
Aclaración y reflexión respecto a la situación de violencia: contextualizar sentimientos y conductas en una
situación de crisis y de violencia sostenida y generar una comprensión de los circuitos que ésta ha provocado.
Establecimiento de responsabilidades en relación a la violencia: cuestionar justificaciones y “culpas”.
Establecer responsabilidades de la consultante en proteger y cuidar su vida.
Reajuste de expectativas: clarificar lo que es posible trabajar en la instancia terapéutica y aquello que no lo es.
Validación y fortalecimiento de la petición de ayuda: se identifica como el inicio de las alternativas de solución
y se responsabiliza a la consultante en relación al proceso.
Verbalización, reconocimiento, validación y clarificación: de sentimientos asociados a la vivencia de la
violencia y a la petición de ayuda (confusión, ambivalencia, temores, etc.).
Orientación y estimulación de la evaluación de riesgo: de episodios de violencia y establecimiento de
protección frente a ellos.
Entrega de información: tanto respecto a las características de la situación de violencia como alternativas de
protección y ayuda.
Fortalecimiento de las acciones implementadas en la búsqueda de la salida: de la situación de violencia y de
los logros obtenidos en relación a ello.
Fortalecimiento de la autoestima y recursos personales: a través de la orientación y canalización de las fuerzas
involucradas en su búsqueda de ayuda.
Focalización de sí misma: implica revisión de la historia de la violencia y de la historia personal, elaboración
de pérdidas, consideración de la idea de autocuidado.
Evaluación de la sintomatología psíquica y somática: evaluar interconsulta psiquiátrica.
Generación de alternativas en la relación con los hijos: modalidades de relación, control maltrato físico,
alternativas de protección de los niños.
Consideración de la importancia del apoyo social y fortalecimiento de redes personales
Generación y reflexión en torno a posibles alternativas de solución: se destaca que las soluciones son
individuales y que la labor terapéutica consiste en acoplarse a estas soluciones, respetarlas y promover la
evaluación realística de ellas.
Implementación de alternativas de solución y evaluación de ellas: incluye prescripción de “recaídas” y
dificultades.
Consideración y facilitación de alternativas de rehabilitación para el agresor
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Características de la consultante
Cuando la mujer llega a consultar generalmente se encuentran en una situación vital alterada:
Nivel individual: concomitantes de la situación de crisis; daños emocionales y conductuales a la exposición
de violencia.
Nivel somático: sintomatología somática diversa.
Nivel sintomatología psicológica: angustia (por vulnerabilidad y riesgo), sentimientos depresivos (por
indefensión e impotencia), vergüenza, temor y culpa. Ideación suicida: 12 veces mayor que en población no
consultante.
Nivel familiar: alteración de la relación con los hijos (puede aparecer maltrato infantil).
Nivel contextual: participación social disminuida, predominancia de situaciones vitales caóticas porque se
ha visto interferida su capacidad de hacerse cargo de su familia y trabajo.
El hombre violento: En el drama de la violencia en pareja convienen entender que el hombre violento no satisface
una necesidad sádica sino que emplea la violencia como un recurso definitivo para mantener o imponer el poder
en la relación. Sólo el 10% de los hombres violentos tiene algún tipo de trastorno psicológico.
Resiliencia
Definición: adquisición de una competencia para manejar las dificultades crónicas de su situación y la posesión de una energía y
de un optimismo para poner en práctica esa destreza.
Por mucho tiempo se creyó que la resiliencia dependía únicamente de las características individuales de cada persona
(ontosistema), pero con el correr del tiempo se comprendió que la resiliencia se logra gracias mediante un proceso complejo que
integra la participación de diversos actores: microsistema, ecosistema y microsistema (Manciaux).
Cyrulnik: Papel del significado en la resiliencia: el significado del objeto no se encuentra en el objeto mismo sino en el entorno que
atribuye significado al objeto.
Manciaux:
No se es resiliente uno solo, es fundamental el papel del ambiente y de la cultura en la adquisición de la resiliencia y la
efectividad de ella
Las palabras de los adultos pueden modificar y moldear las palabras de los niños
La cultura y el ambiente son claves para elaborar un sentido que permita entender los sucesos adversos que nos ocurren.
La comunidad le atribuye un significado colectivo a los sucesos traumáticos, el que es crucial en la génesis y la evolución de
las reacciones postraumáticas. La cultura permite significar los hechos traumáticos y los significados colectivos influyen en
la adecuación psicológica.
Necesitamos estar insertos en ambientes resilientes y en culturas que logren explicar los hechos traumáticos y
resignificarlos para salir adelante.