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Introducción

Resulta una ironía que, si bien el hierro es el mineral más abundante en la Tierra,
la deficiencia de hierro (DH) afecte al menos a 2 000 millones de seres humanos
en la actualidad, de los cuales la mitad padece anemia. La anemia microcítica
hipocrómica (ADH) resultante se reconoció como DH apenas en el decenio de
1930, en tanto que sus efectos extrahematopoyéticos no están todavía definidos
por completo.
Se ha conjeturado que la hiperostosis porótica, esto es, múltiples agujeros
diminutos en la cortical ósea del cráneo, consecuencia de la expansión del diploe,
frecuente en esqueletos prehistóricos, pudo ser la consecuencia de la ADH, sobre
todo cuando el ser humano pasó de cazador a agricultor y su dieta se basó en el
maíz, cuyo muy escaso contenido de hierro es notable.

Esta deficiencia siempre ha sido más frecuente en los estratos pobres de la


sociedad y lo demuestra la presencia de coiloniquia en la “mano de Lydney”,
escultura en bronce de un antebrazo y mano de la cultura celta que muestra
claramente las uñas en forma de cuchara, típicas de la ADH. Este signo lo
describió Kaznelson en 1931.

Transcurrieron siglos antes de que la función del hierro en la síntesis de


hemoglobina (Hb) y la función del glóbulo rojo se reconociera, hasta las
descripciones microscópicas de los eritrocitos por van Leeuwenhoek alrededor del
año 1700. Años antes, William Harvey había postulado ya su teoría de la
circulación sanguínea sin el beneficio del microscopio.

Un momento decisivo llegó como consecuencia del destacado trabajo de Paul


Ehrlich, quien desarrolló cuando era aún estudiante los métodos de tinción celular
con anilinas, lo que posibilitó el estudio de la morfología de la sangre periférica y
con ello el nacimiento de la hematología como ciencia. Aunque antes de Ehrlich ya
se podían contar los eritrocitos, la medición confiable de la Hb fue posible hasta el
siglo XX, lo que explica el retraso en la definición de la ADH. Es necesario también
considerar que los recuentos de eritrocitos permanecen casi normales en la ADH,
lo cual dificultó su reconocimiento; además, se presuponía que no había
deficiencia de las sustancias abundantes en la Naturaleza, como el hierro, cuya
presencia en la sangre estableció Magendie en 1747 cuando calentó sangre hasta
obtener cenizas y demostró que los residuos eran atraídos por un imán o
magneto, a partir de lo cual dedujo la presencia de hierro en la sangre.

En 1902, en Basilea, Bunge escribió que el consumo regular de alimentos


deficientes en hierro podía conducir a la anemia; él mismo demostró que la leche
humana posee hierro en escasa cantidad y afirmó que, si bien la deficiencia
dietética de este mineral era casi inimaginable, ningún alimento por sí mismo
contenía suficiente hierro para ser eficaz en el tratamiento de su deficiencia.

Mundial
La anemia en general, afecta sobre un 30% de la población mundial. Dependiendo
de los grupos poblacionales considerados la prevalencia de la anemia puede
variar entre un 2,9 a un 61%.
En Estados Unidos, un 20% de los niños sufre de algún grado de anemia.
La anemia por deficiencia de hierro afecta entre un dos y cinco por ciento de los
hombres adultos y mujeres postmenopáusicas y hasta un 10% de las mujeres en
edad fértil.

La base de datos mundial de la OMS sobre la anemia es la única fuente de


estimaciones de la anemia a nivel nacional, regional y mundial. Se emplea como
indicador la concentración de hemoglobina en sangre; los límites de los intervalos
de normalidad en los diferentes grupos fisiológicos de la población (niños,
adolescentes, adultos y embarazadas) se definieron en una reunión consultiva de
expertos que la OMS llevó a cabo en Ginebra en 1992.

Las estimaciones de la anemia se facilitan por regiones para todos los grupos de
población, a partir de los datos recabados desde 1993 hasta 2005. Los datos
abarcan aproximadamente al 70% o más de los niños en edad preescolar (76,1%)
y las mujeres embarazadas (69%) y no embarazadas (73,5%). Para el resto de los
grupos de población, la cobertura es mucho menor: 33% para los niños en edad
escolar, 40,2% para los varones y 39,1% para los ancianos. En conjunto, la
cobertura de la población general es del 48,8%.

La prevalencia mundial de la anemia en la población general es del 24,8%, y se


calcula que 1620 millones de personas presentan anemia.

La prevalencia de la anemia es del 47,4% en los niños en edad preescolar, y


afecta a 293 millones de ellos en todo el mundo. La máxima prevalencia se da en
África (67,6%) y Asia Sudoriental (65,5%). En el Mediterráneo Oriental, la
prevalencia es del 46%, y del 20% aproximadamente en las demás regiones de la
OMS: Américas, Europa y Pacífico Occidental.

En las embarazadas la prevalencia es un poco menor, pero su distribución por


regiones sigue la misma tendencia que se observa en los niños en edad
preescolar. La máxima prevalencia se da en África (57,1%) y Asia Sudoriental
(48,2%), seguidas por el Mediterráneo Oriental (44,2%), el Pacífico Occidental
(30,7%), Europa (25%) y las Américas (24,1%). En total hay en el mundo 56,4
millones de embarazadas anémicas (prevalencia mundial del 41,8%).

La prevalencia es ligeramente inferior en las mujeres no embarazadas que en las


embarazadas. En el mundo hay un total de 468,4 millones de mujeres no
embarazadas con anemia (prevalencia mundial del 30,2%). La máxima
prevalencia se da en África (47,5%) y Asia Sudoriental (35,7%). La prevalencia es
del 32,4% en el Mediterráneo Oriental, del 20,5% en el Pacífico Occidental, del
19% en Europa y del 17,8% en las Américas.
Además, la prevalencia mundial de la anemia es del 25,4% en los niños en edad
escolar, del 12,7% en los varones y del 23,9% en los ancianos.

Ecuador
La deficiencia de hierro es uno de los problemas nutricionales de mayor dimensión
en el Ecuador. Se estima que el 70% de niños y niñas menores de un año sufren
de anemia, especialmente aquellos y aquellas que viven en zonas rurales de
la sierra en donde las cifras llegan hasta un 84%.

Estas cifras demuestran que el Ecuador es uno de los países más afectados por
esta situación en comparación con otros países de Latinoamérica. Por este motivo
El Fondo de Las Naciones Unidas para la infancia ha brindado su
permanente apoyo cualitativo y asesoría técnica para implementar en el Ecuador
un nuevo producto de fortificación nutricional casera, el cual ha dado excelentes
resultados en otros países. Chispaz, es un nuevo método muy útil para las madres
a la hora de servir los alimentos, ya que solamente se espolvorea el contenido
del sobre en el plato de comida sin alterar el sabor, volviéndolo imperceptible para
quien lo consume. Adicionalmente tiene otras ventajas; el contenido del sobre es
de una sola dosis diaria y es de uso individual, no tiene olor, no produce efectos
colaterales, es fácil de utilizar y al añadirlo a la comida del niño o niña como una
fortificación casera, elimina la percepción de una intervención médica y asegura su
consumo.

El programa Aliméntate Ecuador será quien ponga en marcha este proyecto en


la parroquia Pastocalle, provincia de Cotopaxi , donde la anemia por deficiencia
de hierro alcanza niveles de 83.9%. Las madres de familia reciben los sobres de
Chispaz para sus hijos durante 7 meses, luego de los cuales se evaluará en base
a los resultados para aplicar una atención similar en otros puntos del país.
Para disminuir los altos índices de problemas nutricionales en el Ecuador es
necesario generar acciones que protejan a los grupos mas vulnerables entre los
cuales se encuentran las madres embarazadas , niños y niñas menores de 3 años.

https://www.unicef.org/ecuador/media_9895.html (Ecuador)
https://accessmedicina.mhmedical.com/content.aspx?bookid=1732&sectionid=12101406
9 (Historia) (Mundial)

Conclusión

La hemoglobina es una proteína rica en hierro que ayuda a los glóbulos rojos a
transportar el oxígeno de los pulmones al resto del cuerpo. Si tiene anemia, su
cuerpo no obtiene suficiente cantidad de sangre rica en oxígeno. Esto puede hacer
que se sienta cansado o débil. También puede tener dificultad para respirar,
mareos, dolores de cabeza o latidos cardíacos irregulares.
Hay muchos tipos y causas de anemia. La anemia leve es una condición común y
tratable que puede ocurrir en cualquier persona. Algunas personas corren un
mayor riesgo de padecer anemia, incluidas mujeres durante sus períodos
menstruales y embarazo y personas que donan sangre con frecuencia, que no
obtienen suficiente hierro o ciertas vitaminas o que toman ciertos medicamentos o
tratamientos, como la quimioterapia para el cáncer.
La anemia también puede ser un síntoma de una afección más grave. Puede
resultar de una hemorragia crónica en el estómago. La inflamación crónica de una
infección, enfermedad renal, cáncer o enfermedades autoinmunes también puede
hacer que el cuerpo produzca menos glóbulos rojos.
Su médico considerará su historia médica, el examen físico y los resultados de las
pruebas al diagnosticar y tratar la anemia. Él o ella usará un análisis de sangre
simple para confirmar si tiene bajas cantidades de glóbulos rojos o
hemoglobina. Para algunos tipos de anemia de leve a moderada, su médico puede
recomendar suplementos de hierro con prescripción médica o de venta libre,
ciertas vitaminas, terapia con hierro por vía intravenosa o medicamentos que
hacen que su cuerpo produzca más glóbulos rojos. Para prevenir la anemia en el
futuro, su médico también puede sugerir cambios alimenticios saludables. Si tiene
anemia severa, su médico puede recomendar transfusiones de glóbulos rojos.
La anemia afecta a un elvado porcentaje de la población a nivel mundial, y nuestro
país no es la excepción de esta afección pues hay un gran número de personas
de varias edades, nivel socioeconómico, provincia que se ven afectado siendo los
principales niños y personal de baja posibilidad económica

Recomendaciones

 La ingesta dietética de hierro debe ser la adecuada para mantener la homeostasis


del micronutriente, teniendo en cuenta edad, situació n siológica y género

 biodisponibilidad del hierro, que va a depender de varios factores. Entre ellos, la


dieta es uno de los factores más importantes, ya que tanto el contenido de hierro
en los alimentos como la naturaleza del mismo condicionarán su absorción a nivel
intestinal y, por consiguiente, su incorporación al organismo. Los alimentos con
mayor aporte de hierro figuran en la (Tabla 5)
 El hierro de los alimentos se presenta en dos formas: hemo y no hemo
(inorgánico), siendo más biodisponible la forma hemo. El hierro hemo se
encuentra exclusivamente en alimentos de origen animal y, aún en éstos, su
porcentaje no suele ser superior al 40% del hierro total, siendo el resto hierro no
hemo. Este hierro hemo sigue una ruta de absorció n intestinal distinta a la del
hierro no hemo, y se absorbe prácticamente sin estar condicionado por la
presencia de inhi- bidores o potenciadores de la absorció n. Por su parte, el hierro
no hemo se encuentra en la dieta en un porcentaje mucho más elevado, pero
presenta una serie de interacciones con numerosos componentes de los alimentos
que afectan su absorción. Se estima que en las dietas habituales, que contienen
aproximadamente un 10% de hierro hemo y un 90% de no hemo, la
biodisponibilidad de hierro vari ́a entre el 5 y el 15% segú n el tipo de dieta. (tabla 4)

 Los potenciadores de la absorció n de hierro más conocidos y potentes son el ácido


ascórbico y los alimentos de origen animal. Por lo que respecta a los inhibidores,
abundan en los alimentos de origen vegetal, destacando entre ellos los tatos, que
se presentan asociados a la fibra, y algunos polifenoles

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