Sunteți pe pagina 1din 4

Desde un punto de vista irónico

Quine y Waismann en la neblina filosófica

Las posturas evidentes tanto de Waismann cómo de Quine, se nutren de este

postulado que considera que el análisis filosófico de la mayoría de los autores

está plagado de conceptos erróneos principalmente porque están mal

desarrollados lingüísticamente hablando. Quine, por ejemplo, se da a la tarea de

esclarecer el valor intrascendente de la palabra Pegaso. Desde su

deconstrucción Russeliana, en la que la palabra se puede sustituir por una

definición concreta que no esté expuesta a un error lingüístico como “ caballo

alado que…” para que de este modo se pueda deducir a través de la descripción

que lo dado en el pehaso, diseccionado en los componentes del animal mítico

en cuestión, es sólo una referencia a algo que en verdad no existe dado que sus

componentes no están representados en el mundo en determinada unidad que

justifique la imagen de Pegaso. Por otro lado cuando transforma al Pegaso en

algo que se deriva de una acción realizada por aquel a quien es referida la acción

por los determinantes inherentes que componen dicha acción, digamos cuando

pegaso pegasea, se puede volver a diseccionar el acto de.pegasear a un punto

en el que añadir cita.

El valor agregado del hombre y el ego del filósofo

Hemos observado una displicencia agria por parte de los filósofos del lenguaje,

pese a que en la mayoría de los casos, la filosofía actual se ve a si misma como

una solución ligada cuando no subordinada a la ciencia (pese a que su labor este

al requerimiento de esta) e intenta llegar por todos los medios posibles a ese
sentido práctico de verdad aparente. Por otro lado, la filosofía que plantee

postulados metafísicos de igual manera quiere afirmar una y otra vez un imagen

inequívoca de si misma al afirmar que también su método, discursivo y

autocomplaciente puede llegar a una verdad imaginaria que termina más bien

siendo una errata elocuente. Es natural ver porque entre lo útil lo... Apasionado,

cuando no justificado, la modernidad filosófica apueste por la utilidad. Sin

embargo hay algo que ambas posturas paracen eludir para justificar sus axiomas

y demuestran que hay algo inherente al pensamiento del hombre y su agregado

valor en el mundo. David Bloor, al inicio de su programa fuerte, describe cómo

bajo este método sociológico cuyos principios no distan tanto del método

científico, se logró observar que una de las grandes prioridades encontradas en

las disputas científicas entre Newton y Leibniz, Watt y Lavoisier, entre otros,

siempre estuvo ligada a los descubrimientos como prioridad. Bajo el análisis

sociológico la ciencia es un sistema de intercambio, recompensa y castigo. Por

ende la prioridad está la publicación ya que la contribución se intercambia por

reconocimiento, y estatus. Nadie quiere ser un investigador cuyo trabajo no lo

lleve a determinado nivel de apreciación. Los filósofos se encuentran en el mismo

camino, y cualquier individuo estudioso de cualquier materia se sentiría

minusvalorado si descubriese o presintiese que su investigación era una forma

más de pasar el tiempo antes de que la muerte tocará a su puerta. ¿Qué hay

de malo en admitir que el discurso filosófico no es tan grandioso con lo pensaron

los antepasados? ¿podemos vivir sin una intención de revelar la verdad

trabajada a base de discurso y razón? ¿De verdad hiere tanto al ego de ser

racional el admitir que no hay valores concretos las allá de discursos

manipulados por el tiempo en el que pensador y lector de encuentran? Está


puede ser una visión amarga, que nulifica el valor de la filosofía o la razón a la

vez que hace uso de ellas para intervenir en este asunto. Es una contradicción

evidente. Pero tal y como lo menciona Clement Rosset en la lógica de lo peor

“La filosofía admitirá entonces que existe algo trágico en la existencia, en la

literatura y en el arte. Pero que una filosofía pueda ser trágica en sí misma, es

algo que generalmente se rehusaran a admitir.”1 Y un poco antes en el mismo

texto citando a Jacques Maritain,“ Nada es más fácil para una filosofía que ser

tratica, pues no tiene más que abandonarse a su peso humano”2. Así con la

justificación nebulosa del camino errado que no se debe seguir, y cuyo valor se

encuentra justamente en esa nulidad ya que hará que otros pensadores más

avanzados que yo puedan contrastar la verdad con el discurso aquí escrito,

admitiré sin temor que tendré que observar las cosas desde fuera de la filosofía

emprendiendo la huida y trabajaré con lo más fácil que es el peso humano en

cuestión.

La ironía de la huida

La filosofía siempre ha tenido latendencia a la construcción. Siempre va en

marcha decara a la verdad, y siempre se termina enfrentando a sí misma en pos

de algo que la beneficie o por lo menos no disminuya su valor. Aquí hay dos

cosas que se pueden revisar y es de esta manera. Si bien hay palabras que

tienen un significado esencialmente admitido por la sociedad, podemos

Rosset, Clement, Logica de lo peor: elementos para una filosofía trágica, El cuenco de plata, Buenos Aires,
Argentina, pp. 14

2
Rosset, Clement, Logica de lo peor: elementos para una filosofía trágica, El cuenco de plata, Buenos
Aires, Argentina, pp. 14
identificarlas como palabras sin más, cuya intención es más ilustrativa que

peyorativa. Tal es el ejemplo de la palabra Huir, casi siempre atribuida a la

cobardía, cuando en esencia huir pudiera tener una mira mucho más consciente

de nuestras capacidades, aceptando que languidecemos, o bien, estamos

incapacitados para realizar determinada acción. Por lo tanto si hablo de que la

filosofía del lenguaje o la ciencia emprende una huida de los problemas

metafísicos, entendemos que no es cobarde ante su acción, sino que más bien

acepta que las condiciones dadas para él responder a semejantes problemas

son o bien carentes de valor, sentido o capacidades.

Quine y Waismann haciendo frente al vacío ontológico

S-ar putea să vă placă și