construye una carretera para beneficio de las generaciones presente y futuras; pero, pasada
la inauguración, pierde interés en asignarle recursos presupuestales para el mantenimiento.
Puede tener las mejores intenciones al hacer la obra, pero esas intenciones no se cumplen a cabalidad porque su interés gira hacia otras cosas que, quizás con las mismas buenas intenciones, le llegan a parecer después más apremiantes. Hay una inconsistencia entre sus prioridades en distintos momentos del tiempo. Al concesionario, en cambio, se le puede obligar contractualmente a mantener la carretera en buenas condiciones