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E
l libro de Josué relata el cruce milagroso del Jordán por parte
i de Israel (Josué. 3-4), la caída de Jericó (cap. 6) y la derrota
de Hai (capítulos 7-8). Los siguientes quince capítulos relatan
las fenomenales victorias de los israelitas y la división de la
tierra en nueve tribus y media al oeste del Jordán. En Josué 23, Dios «le
había dado al pueblo de Israel descanso», y Josué «ya era muy viejo» y
estaba llegando al final de su carrera de liderazgo (versículo 1, NTV).
Consciente de que la muerte era inminente, convocó al pueblo para recor-
darle que fue Dios quien luchó por ellos (versículo 3).
El desafío, según lo veía Josué, era el tamaño de la tierra y las naciones
que aún no habían sido conquistadas. Él no estaba preocupado por la volun-
tad de Dios de dirigir la conquista, sino por el contacto que tendrían los
hijos de Israel con los pueblos que habitaban el lugar, en el sentido de que
terminaran adoptando la adoración de sus dioses, y olvidándose del Dios
que los había llevado a la tierra prometida. Es en este contexto que adopta
una posición firme para él y su familia, expresada en algunos de los ver-
sículos más memorables de las Escrituras: «Pero si te niegas a servir al
Señor, elige hoy .mismo a quién servirás. ¿Acaso optarás por los dioses que
tus antepasados sirvieron del otro lado del Éufrates? ¿O preferirás a los
dioses de los amorreos, en cuya tierra ahora vives? Pero en cuanto a mí y a
mi familia, nosotros serviremos al Señor» (Josué 24:15, NTV).
La vida está llena de elecciones. Algunas son sencillas y rutinarias,
mientras que otras cambian el panorama que tenemos por delante. Algu-
nas de ellas no solo nos afectan, sino que tienen consecuencias duraderas
18 LAS ETAPAS FAMILIARES
para otras personas en nuestra vida. Sin embargo, resulta alentador saber
que incluso durante estas temporadas decisivas, Dios permanece a nuestro
lado y nos dice: «Sean fuertes» (Josué 23: 6, PDT).
sobre otros, para bien o para mal. Todos tendrán amistades, influirán en
ellas y recibirán sus influencias». 2
Sansón es un excelente ejemplo bíblico de lo que es no saber ejercer el
buen juicio a la hora de escoger a los amigos. Su relación con Dalila ter-
minó costándole la vista, la libertad y, finalmente, la vida (Jueces 16).
Habría sido mucho mejor si hubiera aceptado la verdad de que «las malas
compañías corrompen en buen carácter» (1 Corintios 15:33, NTV).
Por otra parte, desde una perspectiva positiva, las amistades pueden
ser una tremenda bendición. Un ejemplo extraordinario de una amistad
así lo encontramos en la antigua ciudad de Siracusa, en las vidas de dos
jóvenes llamados Damon y Fintias:
«Ellos eran muy buenos amigos y se amaban tanto que casi nunca los
veían separados.
«Ahora, sucedió que Fintias de alguna manera despertó la ira del ti-
rano [Dionisio I], quien lo encarceló, y lo condenó a morir en cuestión
de días. Cuando Damon se enteró, [...] trató en vano de obtener el
perdón y la liberación de su amigo.
«La madre de Fintias era muy anciana y vivía con su hija, muy lejos de
Siracusa. Cuando el joven se enteró de que iba a morir, se sintió
atormentado por la idea de dejar solas a las dos mujeres. En una en-
trevista con su amigo Damon, Fintias le dijo atormentado que se le
haría más fácil morir si tan solo hubiera podido despedirse de su ma-
dre y encontrar un protector para su hermana.
«Damon [...] entró en presencia del tirano, y le propuso tomar el lugar
de Fintias en prisión, e incluso en la cruz, de ser necesario, con tal de
que se le permitiera a su amigo visitar a sus familiares una vez más.
«Dionisio había oído hablar de la amistad conmovedora de los jóve-
nes, y los odiaba a los dos [...]; sin embargo, les permitió intercam-
biar lugares, advirtiéndoles a los dos, sin embargo, que si Fintias no
regresaba a tiempo, Damon tendría que morir en su lugar.
«Al principio Fintias se negó a permitir que su amigo ocupara su lugar
en la prisión, pero finalmente consintió, prometiendo regresar en
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2. Tiempo para elegir 21
unos días para liberarlo. Así que Fintias se apresuró a su casa, encon-
tró un marido para su hermana y la vio casarse feliz. Luego, después
de atender a su madre y despedirse de ella, se dispuso a regresar a
Siracusa [...] Debido a una serie de circunstancias adversas, aguas
embravecidas y ladrones merodeadores, Fintias se retrasó y no regre-
só a la hora señalada],
«Mientras tanto, Dionisio se divertía burlándose de Damon, repitién-
dole constantemente que era un tonto por haber arriesgado su vida
por un amigo, por muy querido que fuera. Para hacerlo sentir peor, le
insistió en que Fintias seguramente estaba muy contento de haber
podido escapar de la muerte, y que sería muy cuidadoso de no regre-
sar a tiempo.
«Damon, que conocía la bondad y el afecto de su amigo, [...] le repe-
tía una y otra vez que sabía que Fintias nunca quebrantaría su pala-
bra, y que regresaría a tiempo, a menos que se lo impidiera algún
acontecimiento imprevisto.
«La última hora llegó y los guardias llevaron a Damon al lugar de la
crucifixión, donde ratificó su fe en su amigo, y agregó que esperaba
sinceramente que Fintias llegara demasiado tarde, para él poder mo-
rir en su lugar.
«Justo cuando los guardias estaban a punto de clavar a Damon en la
cruz, Fintias se precipitó, pálido, manchado de sangre y despeinado, y
arrojó sus brazos alrededor del cuello de su amigo con un sollozo de
alivio. Por primera vez, Damon se puso pálido y comenzó a derramar
lágrimas de pesar amargo.
»Entre palabras apresuradas y jadeantes, Fintias explicó la causa de
su retraso y, soltando las ataduras de su amigo con sus propias ma-
nos, ordenó a los guardias que lo ataran.
«Dionisio, que había venido a presenciar la ejecución, se conmovió
tanto por esta verdadera amistad, que por una vez olvidó su crueldad
y dejó en libertad a los dos jóvenes, diciendo que no habría creído
posible tal devoción si no la hubiera visto con sus propios ojos». 3
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2. Tiempo para elegir 23
entre la familia de Rebeca, muy lejos de las mujeres de la región (Géne-
sis 27:46- 28:2).
Afortunadamente, Dios nos ha dejado una guía divina sobre este im-
portante aspecto de la vida. En su Palabra, él proporciona los pasos
apropiados para elegir un cónyuge:
1. Comprender cuáles son los rasgos que caracterizan a una buena
pareja (Salmo 37:27; 1 Corintios 15:33; Santiago 1:23-25).
2. Es preferible dedicase a ser una buena persona en lugar de preo-
cupar-se por encontrar a la persona adecuada para casarse. Practicar la
bon-dad y tratar a los demás con respeto (Mateo 7:12).
3. Esperar el momento apropiado para casarse (1 Corintios 7:36).
4. Casarse con alguien con quien se pueda compartir una vida de fe y
ministerio (2 Corintios 6:14).
más, sino trabaje, haciendo con sus manos lo que es bueno, para que
tenga qué compartir con el que padece necesidad» (Efesios 4:28).
El trabajo, según Pablo, debería hacer más que simplemente satisfa-
cer nuestras propias necesidades: debería ayudar a los necesitados. In-
dependientemente de lo que hagamos para ganamos la vida, los necesi-
ta-dos deberían recibir algún beneficio (Éxodo 23:10-11; Deuteronomio
15:7-11). El peligro de hacer del trabajo el centro de nuestra vida es que
este no produce una satisfacción duradera. Esta fue la conclusión de
Salomón cuando analizó lo que había sido su vida laboral (Eclesiastés
2:4-11). Él buscó sentido para su vida en varios proyectos y, aunque le
produjeron gratificación, al final se dio cuenta de que no tenían sentido.
A la hora de elegir una carrera profesional, podemos aprender del hom-
bre más sabio que haya existido. El trabajo es una bendición si Dios lo
dirige. Cuando vivimos para Dios, él nos prepara y bendice para cum-
plir su propósito en nuestra vida (Éxodo 31:2-11).
Desde el momento en que nos levantamos en la mañana hasta que
regresamos a la cama al final del día, la vida nos presenta una serie de
opciones. «Hoy [...] te he dado a elegir entre la vida y la muerte, entre la
bendición y la maldición. Elige, pues, la vida, para que vivan tú y tus
descendientes» (Deuteronomio 30:19, NTV). ¡Elige la vida!
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2. Tiempo para elegir 25
4. Si solo tenemos amigos cristianos, ¿cómo pueden otros conocer a
Jesús? ¿Cómo podemos estar en el mundo, pero no ser del mundo?
(ver Mateo 10:16).
Referencias:
1 Mente, carácter y personalidad, tomo 2, p. 66.
2 El hogar cristiano, cap. 73, p. 433.
3 H. A. Guerber, The Story of the Greeks (Nueva York: American Book Co., 1896), pp. 204-207.