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Giuliana Buono Repetto, residente.

Ateneo 2019 ENS 1

“Tercero De, es un grado hermoso” se oye decir cada vez que alguien habla del grupo. Coincido
plenamente. Son muy cariñosos y cariñosas, responden a las consignas, escuchan a sus
docentes con atención y auto regulan su conducta de manera sorprendente. Desde que llegué,
no existe un día en que alguien no pregunte “¿hoy que vamos a aprender seño?”.

Son un grupo de veintinueve chicos y chicas, bastante heterogéneo en cuanto a sus


competencias cognitivas y respecto de los conocimientos adquiridos durante el primer ciclo. La
mayoría no está alfabetizada según lo establecido para el nivel en el Diseño Curricular de la
Ciudad de Buenos Aires o en los Núcleos de Aprendizaje Prioritarios de la Nación.

Si tuviera que definir una característica en común de estos nenes y nenas es el deseo de conocer
lo nuevo, es la espera constante a que suceda algo divertido, interesante, maravilloso o
simplemente algo desconocido.

Nada tengo para decir respecto de sus diversos orígenes y viviendas. Tengo el dato, porque leí
el registro, que el 90% vive en La Villa 31 de Retiro. Si una se detiene a observar su indumentaria,
costumbres de higiene, alimentación o vestimenta, es casi obvio. Sin embargo, pareciera que la
escuela les permitiese dejar su problemática social de lado para cobijar sus almas en un ambiente
en el que todos y todas somos iguales en derechos. No se quejan nunca. Todo lo aceptan con
un nivel de hiper-adaptación que me deja sin palabras.

En el grado a veces, nos acompaña Pía, que es maestra de apoyo de dos chicos: Eliseo y Aarón.
Me sorprende porque, desde mi punto de vista, hay otros niños y niñas con necesidad de apoyo
pedagógico, incluso más que ellos dos. Dylan, por ejemplo, apenas logra expresarse oralmente,
aún no ha logrado escribir palabras completas.

Uno de los veintinueve es Juani. Aún nadie supo responder a mi pregunta concreta sobre cuál
es su diagnóstico médico que indica que debe permanecer medicado y con una acompañante
(APND) brindada por su obra social. Juan Manuel no vive con su madre ni su padre, según me
comentó la maestra de grado, “por problemas de violencia”. Tiene un tutor legal que es un
abogado que he visto en la escuela. Entiendo que vive con su abuela en San Isidro, Provincia de
Buenos Aires. La directora me indicó explícitamente que yo no debo hablar sobre Juani con su
abuela, tutor o quien sea que me pregunte en la escuela. Ante tal situación debo responder:
“hablen con la directora”.
Desde mis observaciones, Juan se muestra hiperactivo y no suele seguir las consignas, en
general. Habla permanentemente en voz muy alta y deambula por el aula, sin importar si hay
algún docente intentando dar clases. A veces grita, otras veces golpea el mobiliario, toma objetos
de otras personas sin pedir prestado y muchas veces las rompe; suele irse del aula sin permiso
y no registra fácilmente los límites. En más de una ocasión lanzó objetos contundentes dentro
del aula, incluyendo tijeras. Cuando alguien le habla, pareciera que no está escuchando y, según
mi apreciación, está escuchando y comprende a la perfección lo que le están diciendo; lo toma y
responde solo si le interesa el mensaje. Juani no realiza casi ninguna tarea a la par de sus
compañeros y compañeras. Apenas logra escribir escasas palabras si una le dicta letra por letra
y no suele terminar una oración porque deja la actividad y se pone a jugar, ya sea con sus figuritas
o bien, con algo que toma del aula. Su actividad predilecta es tocar el bombo, o tacho de basura,
y cantar como hinchada de su equipo de Rugby. Su otra actividad habitual es la construcción de
objetos con papel, cartón, tijeras, y cinta adhesiva, con ayuda de Eliana, su APND.

Sus compañeros y compañeras lo tratan cálidamente y suelen aceptar la conducta de Juani sin
quejarse, incluso cuando él les arrebata algún objeto personal o interrumpe la clase con alguna
manifestación que excede las normas de convivencia pautadas por el grupo. Suelen responder
con compasión y aceptación. Incluso le festejan las gracias, los chistes y lo alientan con aplausos
cuando hace algo que consideran “un logro” para él.

Eliana, su acompañante, tiene un horario reducido y, en los momentos en que ella no está, la
directora permanece en el aula. Si la directora no pudiera permanecer en el primer piso con 3°D,
debido a las responsabilidades inherentes al cargo, las otras docentes no podemos dar clases
por orden expresa de ella. En más de una ocasión, suspendí mis clases planificadas ya que, sin
la presencia de la APND o directora, no estoy autorizada a hacerlo; incluso estando la docente
de grado presente.

Por otro lado, más allá de Juani, observé que los chicos y chicas de este grado tienen muchas
horas libres y recreos de cuarenta minutos. La docente es cálida con sus alumnos y alumnas.
Suele pasar muchos momentos compartiendo anécdotas de la vida cotidiana con el grupo. Las
actividades en clase suelen prolongarse más de la cuenta y pueden estar toda una tarde
completando una fotocopia, pintando un dibujo o copiando cuentas del pizarrón. Hasta el
momento, en tres semanas de residencias, no he logrado apreciar ninguna actividad pedagógica
significativa, exceptuando la clase de educación física.
Sé que mi mirada puede considerarse poco objetiva y cargada de sensaciones que a veces
nublan mi profesionalismo como docente, o casi docente. No obstante, quiero compartir la bronca
e impotencia que me da ver cómo son vulnerados los derechos de veintinueve pibes y pibas que
con toda la voluntad de aprender, muchas veces se vuelven a casa con lo mismo que llegaron a
la escuela.

Por un lado, considero que Juani debe permanecer en el grado junto al grupo, aunque creo que
no estamos logrando un modo correcto de incluirlo. Por otro lado, pienso que los veintiocho
restantes no están pudiendo trabajar en clase armónicamente debido al bullicio permanente de
Juani y las docentes que ponen toda su atención al servicio de las necesidades de un solo niño,
incluso cuando está presente la APND que no logra que Juani elija participar en las actividades
propuestas por el equipo docente.

Para finalizar, quisiera retomar lo que mencioné al principio. Tercero “D” es un grupo de chicos y
chicas con muchas ganas de aprender. La mayoría enfrenta condiciones de vida adversas que
no debería. No tienen todas sus necesidades básicas satisfechas. La escuela tiene la obligación
de garantizarles el acceso a una educación de calidad y dudo seriamente que eso esté
ocurriendo. Ellos y ellas tienen el derecho de aprender todos los contenidos establecidos para
su nivel. Comparto con ustedes mi inquietud ¿hay algo que podamos hacer al respecto?

Gracias.

Giuliana

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