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Vulcanismo y sismicidad

Las regiones sísmicas corresponden a los bordes de las placas tectónicas de convergencia
en donde se producen fuertes choques o fricciones que originan movimientos tectónicos.
Aquí suceden la mayoría de los sismos en dos regiones principalmente: el Cinturón de
Fuego del Pacífico y el Círculo Mediterráneo. El primero se extiende alrededor del océano
Pacífico y se genera por la colisión de la placa del Pacífico con las placas vecinas. El Círculo
Mediterráneo se extiende desde el mar Mediterráneo y Asia Menor hasta China e Indochina.
La frecuencia e intensidad de los sismos disminuye conforme se alejan de las zonas de
choque.

El lugar bajo la superficie donde se origina el sismo recibe el nombre de foco y el sitio sobre
la superficie donde primero se registra el movimiento se llama epicentro. Los sismos se
miden con las escalas de Mercalli o de Richter. La escala de Mercalli clasifica los sismos
por la intensidad del daño que causan, y la de Richter, por la magnitud de la energía
liberada; por ejemplo, el sismo del 7 de septiembre de 2017 que se generó frente a las
costas del estado de Chiapas y causó grandes daños en Oaxaca y Chiapas fue de magnitud
8.2º en la escala de Richter y de intensidad VIII en la escala de Mercalli.

El vulcanismo se presenta principalmente en los límites de las placas que convergen, y los
volcanes se forman por la erupción de material que procede de la astenosfera. Cuando el
material semisólido encuentra una fisura o espacio por donde salir, se produce la erupción
volcánica; los volcanes pueden surgir tanto en la corteza terrestre como en la oceánica.

En el mundo existen cinco regiones donde la actividad volcánica es mayor: la región del
Cinturón de Fuego del Pacífico. Los volcanes más activos de esta región se encuentran en
Alaska, Hawái, Japón, Perú y Filipinas. La región asiático-mediterránea comprende desde
el océano Atlántico hasta el océano Pacífico en sentido transversal de oeste a este. Los
volcanes más activos de esta región están en Italia, Turquía e Indonesia.
La región índica rodea el océano Índico y por Sumatra y Java se enlaza con el Cinturón de
Fuego. En esta dorsal hay numerosas islas y montañas submarinas con volcanes activos,
como las islas Reunión y las islas Comores. La región atlántica recorre el océano Atlántico
de norte a sur por su zona central. En esta área destacan los volcanes de Islandia, de las
islas de la Ascensión y de los archipiélagos de Azores y Canarias. La región africana se
extiende en algunas zonas del continente africano, donde destacan volcanes como el
Kilimanjaro.

El vulcanismo, además de representar mecanismos de liberación de energía, genera


beneficios a la población. Así, gracias al vulcanismo, minerales como el cromo, la magnetita,
el platino o el cuarzo son llevados hacia el exterior, donde el ser humano los explota. Las
zonas cercanas a los volcanes, además, son de gran fertilidad, pues las cenizas volcánicas
proporcionan abundantes minerales que enriquecen el suelo y lo hacen ideal para las
actividades agrícolas, como en el Valle de México. Las aguas termales originadas por el
vulcanismo también se aprovechan para generar energía eléctrica o como atractivo
turístico. Otro beneficio del vulcanismo es la energía geotérmica almacenada bajo la
superficie terrestre en forma de calor. Los recursos geotérmicos mayores a 150 ºC se
aprovechan para la producción de electricidad (figura 1.38), y los recursos de baja
temperatura se utilizan como atractivo turístico y en los sistemas de calefacción ecológicos.
Los países que aprovechan este tipo de energía son Turquía, Kenia, México, Japón,
Alemania y Estados Unidos.

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