Sunteți pe pagina 1din 4

Estamos amputando la mano que nos da de comer

Ing. Alejandra Matamoros

Desde mediados de la década de los ochenta inició el desmantelamiento


sistemático de una institución muy importante para la economía y la
estabilidad social de nuestro país, como lo fue el Consejo Nacional de la
Producción. Así se fueron eliminando los justos subsidios y soporte
técnico al campesinado, cediendo poco a poco la seguridad alimentaria
de nuestro país a la inescrupulosa cadena de importación.

El argumento para desmantelar el CNP se basó en que se trataba de un


modelo no funcional, dado que el mercado internacional marcaba la
tendencia hacia la importación de granos básicos, ya que su precio en las
grandes subastas era atractivo para Costa Rica. Quienes guiaron a
nuestro país por esa senda, no se detuvieron a pensar en las semillas que
nuestros agricultores habían mejorado y adaptado a nuestros diferentes
suelos por largo tiempo, patrimonio genético que se ha ido perdiendo
como las variedades de maíz amarillo que se producían en nuestros
campos. Cruelmente esos tomadores de decisiones, con la nueva política
de importación de alimentos, fueron condenando a la extinción de nuestro
campesinado y la precarización de las zonas rurales.

Así la economía del campo se vio fuertemente impactada,


desencadenando problemáticas económicas que hicieron que muchos
campesinos se vieran obligados a vender sus fincas y buscar nuevos
horizontes en las ciudades importantes, especialmente a la capital San
José, con la ilusa aspiración de una mejor calidad de vida para sus
familias. Más el resultado de ese proceso de migración interna, resultó en
la formación de anillos de pobreza en la periferia de las ciudades y con
ello el incremento de muy diversos males sociales como la delincuencia,
drogadicción, prostitución entre otros no menos graves.

Aquellos campesinos que valientemente se aferraron a su esencia y


conexión ancestral con la Pachamama, tuvieron que conformarse con ser
peones de los grandes latifundios piñeros, o apenas subsistir con los
precios miserables que pagan los intermediarios por el fruto de la tierra
obtenido con honesto trabajo y soportando el quemante sol día a día.

Ante esta realidad cabe la pregunta: ¿fue razonable el sacrificio en aras


de arrodillarse frente a la llamada “tendencia de mercado”? Pues
evidentemente no lo considero así. Producir nuestros propios alimentos
básicos, nos daba autonomía alimentaria. Es decir, no necesitamos de
otro país para tener el arroz y los frijoles en nuestra mesa y con la
tranquilidad de llevarnos a la boca alimentos frescos y de calidad, ya que
lo producen nuestros agricultores y nos quita la incertidumbre del
desabastecimiento de alimento que podría pasar por motivos de cambio
climático, problemas políticos que interfieran con el libre comercio
internacional, amenazas de guerra y otros factores exógenos que pueden
afectar las importaciones en general.
Definitivamente, esa política vigente desde hace más de 30 años, de
importar y no producir a pesar de las condiciones tan favorables que tiene
Costa Rica, sin basarse en una visión estratégica e integradora de todas
las variables económicas y sociales, fue al fin de cuentas una locura
descabellada que desvió de la ruta del desarrollo a nuestra amada Costa
Rica y de cuyo gravísimo “error” varios políticos renombrados deberían
rendir cuentas al pueblo.

Ahora bien, resulta irónico ver que hacen aquellos países desarrollados
que promulgan las políticas de mercado y libre comercio. Acaso ellos
practican fielmente lo que predican y exigen a los países de economías
débiles como la nuestra? Ciertamente no. Para estos países se observa
un común denominador en temas de la producción interna de alimentos:
estas naciones NO dejan en manos de otros su seguridad alimentaria, por
cuanto es un tema estratégico la protección y conservación de los
agricultores y sus cosechas, ya que entienden lo que puede ocurrir si hay
desabastecimiento en los mercados internacionales, sea por cambio
climático o un conflicto bélico. Naciones como Israel por el conocimiento
adquirido por sus ancestros, saben la importancia de contar con la
alimentación de su pueblo. Es por eso que sus esfuerzos van más allá de
los subsidios, invierten en desarrollo de muy alta tecnología para mejorar
las cosechas y sus rendimientos, siendo uno de los mayores exportadores
de granos básicos, lo cual demuestra que la teoría usada en nuestro país
de una sobre producción que afecte la economía del productor, se
soluciona con dejar de ser un país importador y pasar a ser un país
exportador.

La seguridad alimentaria en nuestro país actualmente se encuentra


prisionera en manos de mercados internacionales, de los cuales
dependemos; esto es altamente alarmante porque:

a. La incertidumbre del cambio climático, el aumento en las temperaturas


y con ello una mayor afectación de las cosechas debido a plagas, así
como desastres tales como la sequía o lluvias intensas que provocan
la pérdida de cosechas vuelve a este momento histórico crucial para
determinar el camino a seguir en el tema de seguridad alimentaria. En
los próximos años, podríamos encontrarnos en una situación de
desabastecimiento de granos básicos por una baja oferta en los
mercados internacionales. Esto puede llevarnos a comprar granos a
precios muy altos, o en el peor de los casos, sufrir de un
desabastecimiento que provocaría una crisis económica y alimentaria
en el país, que podría resultar en una hambruna y consecuente
inestabilidad social.

b. Fuga de divisas a mercados internacionales por comprar granos en el


exterior, y esto nunca se ha recompensado en un mejor precio al
consumidor final.

c. Calidad de los granos consumidos, no se puede garantizar lo que el


costarricense lleva a su mesa, pues regularmente se adquiere
productos de China u otro país que no se podría conocer a ciencia
cierta su forma de cultivar, además que en estas naciones se habla de
esclavismo para algunos sectores agrícolas e industriales. Por otro
lado, los importadores suelen comprar el producto más barato, lo cual
no tiene sentido si en nuestro país se puede cultivar un grano de mejor
calidad, y evitando aumentar la línea de pobreza en las zonas rurales
por la falta de apoyo a los agricultores. Es importante rescatar que los
países desarrollados subsidian la agricultura porque reconocen la
importancia vital y estratégica de la seguridad alimentaria y el riesgo
que implica al dejarla en manos de terceros, usando países como
Costa Rica como productores de frutas tropicales, y otros que son por
así decirlo sus postres, sin que sean fundamentales en sus mesas en
caso de una crisis alimentaria. Por otro lado, lo que se ha hecho con
los agricultores actualmente ha provocado la pérdida constante de
variedades autóctonas de semillas que se han utilizado en nuestro
país desde tiempo ancestrales, lo cual es una verdadera tragedia y
probablemente una herencia irrecuperable.
Definitivamente Costa Rica es un país tropical, bendecido por una gran
riqueza de suelos de diferentes orígenes y microclimas variados. Hay
zonas volcánicas, sedimentarias, diferentes alturas, con suelos de
composición distinta, muy ricos en diferentes nutrientes, por lo que se
hace necesario realizar un mapeo a nivel nacional que permita zonificar
de una manera técnica y bien fundamentada, las diferentes aptitudes
productivas, tal que se establezca un plan estratégicos del uso de los
suelos que logre la producción ideal de cada región, maximizando calidad
y cantidad según tendencias del mercado nacional e internacional, así
también con capacidad suficiente para mitigar cualquier evento no
esperado relacionado con el clima o desastres naturales, u otros
provocados por el hombre como lo sería una eventual guerra o conflicto
político.
En resumen, NO es económica ni socialmente estratégico dejar la
seguridad alimentaria en manos de terceros. Hacernos los desentendidos
al escuchar los problemas de nuestros agricultores y no darle el apoyo
que ellos necesitan, es negligente de parte de nuestro gobierno y de
nosotros mismos. Debemos comprender que estamos amputando la
mano que nos da de comer.

S-ar putea să vă placă și