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Socialismo y Democracia

9A contrapelo con las consideraciones anteriores, ¿cuál sería la conexión


existente entre socialismo y democracia. ¿Es efectivo que existiría una correlación
negativa entre socialismo y democracia? De ser esto así, ¿se trataría de una
conexión esencial, o de una de carácter puramente factual? Así como más arriba
hemos examinado en general la relación entre capitalismo y democracia,
examinaremos a continuación, también en términos generales y abstractos, la
conexión existente entre socialismo y democracia. No debe caerse, sin embargo,
en el error de medir ambos sistemas con la misma vara histórica. Porque mientras
es posible llegar a establecer la naturaleza de la relación entre capitalismo y
democracia a partir de un examen de lo que ha sido la realidad histórica de dicha
formación social en los últimos dos o tres siglos, no nos parece legítimo utilizar un
procedimiento semejante para poder determinar la relación entre socialismo y
democracia. Ello por una razón fundamental. El capitalismo es una formación
social madura, consumada, que ha existido históricamente ya por tiempo
suficiente como para mostrar su naturaleza esencial, así como la dirección general
de sus posibles desarrollos futuros. El socialismo, por el contrario, representa una
realidad históricamente mucho más reciente, y aún en proceso de constitución.
Cada día es más claro que “el socialismo realmente existente”, en la célebre
expresión popularizada por Rudolf Bahro11, que irrumpiera en la historia en 1917,
consiguió encarnar de modo muy precario y problemático los ideales y teorías
socialistas, cuando no las desvirtuó y traicionó. Esto fue así por diversas y
complejas causas que examinaremos brevemente a continuación. Por tales
motivos nos parece inadecuado todo intento de determinar el carácter de la
conexión entre socialismo y democracia, simplemente a partir de una lectura de
aquellas limitadas experiencias históricas. O dicho de otro modo, mediante un
simple contraste entre la teoría y la realidad del socialismo. Tal procedimiento es
inaceptable porque se basa en el indemostrado supuesto de que el socialismo
sería reductible a aquellas realidades; que en su corta existencia el socialismo
habría demostrado ya de modo inequívoco que posee un carácter
irrevocablemente antidemocrático y autoritario. O para decirlo con terminología
filosófica: que la esencia del socialismo se reduciría a lo que hasta ahora ha sido
su existencia histórica. Tal afirmación es, por cierto, enteramente infundada, y en
última instancia indemostrable.

10En realidad, lo que a menudo se ha entendido como una simple predicción de


Marx, en el sentido de que la revolución socialista se produciría primero en los
países europeos más altamente industrializados, puede entenderse, más bien,
como el establecimiento de un criterio de factibilidad, que fijaba las “condiciones
de posibilidad” de la instalación y supervivencia del socialismo. Como en Rusia no
se dieron históricamente estas condiciones, entre otras razones, por la derrota de
la revolución europea, por el atraso de la base material de la sociedad rusa, por la
debilidad numérica de su clase obrera urbana, por la ausencia de una tradición
política democrático-liberal, etc., la revolución desembocó a corto andar en una
forma de sociedad autoritaria y burocratizada, que si bien no era feudal ni
capitalista, tampoco era socialista. Como lo han mostrado Isaac Deutscher, Lucio
Colletti, Rudolph Bahro, y otros críticos marxistas del “socialismo real”, el
movimiento socialista ruso se vio a principios del siglo XIX enfrentado a una tarea
y objetivo inmediatos que eran completamente diferentes de los que se creyera
llamado a realizar y que, paradojalmente, representaba el entero opuesto de lo
que su formación marxista elemental le enseñaba. Porque mientras la
interpretación materialista de la historia postulaba la prevalencia de la base
material por sobre la conciencia ideológica o política, al término de la guerra civil
los bolcheviques se encontraron con que la base material de la emergente
sociedad soviética estaba prácticamente destruida. Esta situación la incapacitaba
no sólo para servir de fundamento al socialismo, sino incluso para permitirle
reestablecer las condiciones materiales de la sociedad prerrevolucionaria. De
manera tal que la tarea inmediata que se les impuso a los bolcheviques fue la de
dedicar la totalidad de sus esfuerzos a la acelerada construcción de un
mecanismo capaz de servir de palanca para poder elevar las condiciones
materiales rusas a la altura requerida por los principios socialistas. Como lo
pusiera tan certeramente Luccio Colletti, “aunque Rusia disponía del régimen
político más avanzado del mundo, no estaba en 1920-21 en condiciones de
ponerlo en correspondencia con una base material mínimamente adecuada. De
este modo, los términos de la célebre formula del materialismo histórico acerca de
las relaciones entre estructura y superestructura, aparecían completamente
invertidos”12. En otras palabras, en Rusia los bolcheviques tuvieron que emplear
la fuerza de la superestructura política socialista para poder, a partir de ella,
construir la estructura material que hiciera posible, a su vez, la construcción del
socialismo.

11Una ironía histórica haría que los bolcheviques tuvieran que echar mano
precisamente de aquel mecanismo o instrumento que el socialismo se suponía
abolir, esto es, del Estado. Esa fue, en última instancia, la tarea que Lenin y los
bolcheviques le asignaron al Estado: elevar la precaria base material soviética al
nivel de la superestructura política erigida por la revolución. Desgraciadamente, lo
que ocurrió fue algo completamen-te distinto. Porque, como lo ha señalado
Mosche Lewin, “el Estado se dedicaría a una apresurada y compulsiva
transformación de la estructura material y social rusa, formando a sus grupos y
clases dentro de un molde en el que la maquinaria administrativa retuvo siempre
su superioridad y autonomía. De modo que en vez de “servir” a su base material y
social, el Estado, haciendo uso de los poderosos medios a su disposición,
consiguió por la fuerza poner a su servicio a la totalidad del cuerpo social”.13

12Si hay algo que el colapso de los socialismos reales vino a demostrar, es que
tales sociedades podían definirse como “de transición”, “postcapitalistas”, o como
“socialismos de Estado”, pero que ellas no fueron nunca efectiva o auténticamente
socialistas, por mucho que hayan contenido en sus estructuras algunos de los
elementos necesarios, pero no suficientes, del socialismo. Es decir, el hecho de
que en estos países se hubieran establecidos mecanismos tales como el control y
la propiedad estatal de los medios de producción y una economía planificada, no
garantizaba por sí mismo el carácter socialista de sus sistemas socio-económicos.
Porque, en realidad, no hay ni puede haber una sociedad efectivamente socialista
allí donde, simultáneamente, no se han abolido los grandes particularismos de
clase; allí donde no existe la gestión democrática de las principales decisiones
políticas y económicas, ni donde siguen dominando las relaciones mercantiles, por
más que lo hagan bajo formas disfrazadas. Tampoco puede haber socialismo allí
donde existe una escasez crónica de bienes de consumo, o donde impera una
distribución desigual y jerarquizada de ellos, o donde el trabajo sigue siendo una
carga, en vez de ser la expresión espontánea de las potencialidades creadoras de
los individuos controlando colectivamente su propio destino.

13Como es manifiesto, esta última conclusión invalida todo intento de establecer


el vínculo entre socialismo y democracia por obra de una simple lectura crítica de
las experiencias de los así llamados “socialismo reales”. Porque tal como lo
hicimos antes con el capitalismo, lo que a continuación intentaremos es
simplemente determinar en abstracto las principales consecuencias políticas y
sociales que se derivan de ciertas especificidades del modo como funcionan las
relaciones económicas bajo el socialismo. Esto implica, a su vez, que cualquiera
de las expresiones históricas del socialismo, en la medida en que no han
conseguido implementar, por diversos motivos, relaciones económicas y sociales
efectivamente socialistas, no pueden considerarse aquí como pruebas refutatorias
del carácter democrático del socialismo.

14 Tanto bajo el socialismo como el capitalismo puede aspirarse a la igualdad


material de los individuos, pero como lo indicamos más arriba, el capitalismo
posee un mecanismo generador de desigualdad material que no se encuentra en
el socialismo, a saber: la asignación diferencial de ingresos en función de la
propiedad privada de los medios de producción. De manera que el socialismo, en
cuanto aspira a la abolición de la propiedad privada de aquellos medios (los que
no deben ser confundidos con las posesiones personales que el socialismo busca
incrementar), estaría en condiciones de eliminar de raíz este mecanismo inductor
de desigualdad material propio del capitalismo. Sin embargo, bajo el socialismo,
especialmente en su forma no desarrollada, pueden existir, y han existido, por
cierto, otros mecanismos generadores de desigualdad. Por ejemplo, el hecho de
que cierto tipo de trabajos sean remunerados de manera especial. Pero además,
como lo señala Andrew Levine, “bajo el socialismo burocrático de Estado, tal como
existiera por largos años en la Unión Soviética, un mecanismo adicional (inductor
de desigualdad) llegó a ser especialmente importante: aquellos individuos que
ocupaban altas posiciones dentro del Estado o la burocracia emplearon su poder
para extraer compensaciones monetarias mayores que las que recibían aquellos a
los que dominaban”.14 Tanto este mecanismo como el arriba indicado no son
privativos del socialismo de Estado, porque existen y operan igualmente bajo el
capitalismo, aunque en él adopten formas diferentes.

15Bajo el socialismo desarrollado, se habría abolido, entonces, aquel mecanismo


generador de desigualdad distintivo del capitalismo, esto es, la existencia de
ingresos diferenciales en función de la propiedad de los medios de producción.
Por cierto, la abolición de este mecanismo no produce automáticamente
relaciones efectivamente democráticas entre los miembros de la comunidad
socialista, pero remueve, por cierto, un obstáculo fundamental para su
implementación, en la medida en que elimina la principal causa generadora de
desigualdad política. Esto es, el hecho de que aquellos que disponen de más
poder material, tienen, al mismo tiempo, más poder para hacer prevalecer sus
intereses por sobre los de las mayorías. En este sentido, entonces, puede decirse
que, en general, el socialismo tendería a ser más democrático que el capitalismo.
Pero existe, además, otra característica específica del socialismo que lo haría
potencialmente más democrático que el capitalismo, y es aquella que dice relación
con su capacidad para extender la esfera de control colectivo más allá de los
estrechos límites que le son impuestos bajo el capitalismo. Porque una sociedad
es más democrática mientras mayor sea el número de materias de interés público
que puedan ser debatidas y decididas por el propio público. Bajo el capitalismo
aquellas decisiones que afectan el uso que se le da a los recursos productivos, o
las que se refieren a la asignación y distribución del producto derivado de dichos
recursos, se encuentran bajo el dominio exclusivo de los capitalistas. Sin embargo
es evidente que tales decisiones, por el simple hecho de que afectan directamente
los intereses y el bienestar colectivo, deberían estar bajo control público. En el
capitalismo este tipo de decisiones se encuentran, por cierto, en manos privadas,
de allí que muchas cuestiones de carácter público nunca llegan a ser conocidas
por la comunidad; y por lo tanto nunca llegan, tampoco, a ser objeto de decisiones
colectivas democráticas. caso de Pascua Lama en Chile ilustra de modo
dramático la necesidad de sustraer las decisiones de gran importancia económica,
o ambiental, al control de los capitalistas privados, o de las burocracias estatales
coludidas con aquellos intereses, y de ponerlas bajo cautela pública.
16Fue el filósofo alemán Georg Wilhem Friedrich Hegel (1770-1831), el primero en
comprender cabalmente que uno de los rasgos distintivos de la moderna sociedad
capitalista lo constituye la separación radical entre las esferas de los privado y lo
público. Haciendo uso de la terminología introducida por los economistas clásicos
ingleses, Hegel denominó “sociedad civil” a la esfera privada, y “estado” a la
esfera pública. Ahora bien, como lo indica Andrew Lavine, en el capitalismo la
sociedad civil constituye lo fundamental, “aquello que es de primera importancia
para los individuos es, en general, entendido como siendo esencialmente no-
político. No es el Estado sino la sociedad civil la esfera de la autorrealización
humana, la arena donde las energías humanas son empleadas de la manera
mejor y más productiva. Dedicar tiempo y preocupación a materias
específicamente políticas implica, por lo tanto, distraer la atención de aquello en lo
cual el tiempo puede ser mejor empleado”.15 El socialismo, por su parte, en la
medida en que rechaza esta dicotomía, que el capitalismo tiende a generar entre
las esferas de los estrictamente político (lo público), y lo estrictamente económico
(lo privado), poniendo, por el contrario, toda materia de interés público bajo el
escrutinio de la comunidad, tiende a extender la esfera de las decisiones públicas
y democráticas mucho más allá de los estrechos límites establecidos por los
particularismos de clase y las desigualdades estructurales propias del capitalismo.
En este sentido, puede decirse que el socialismo es, potencialmente, no sólo
políticamente más democrático que el capitalismo, sino que incluso es capaz de
extender la aplicación de los principios democráticos al reino mismo de las
relaciones económicas, al permitir el ejercicio de la libertad y la soberanía popular
en las esferas de la producción, la inversión y el intercambio.

17 Sobre la base de los argumentos y antecedentes hasta aquí examinados,


podemos extraer las siguientes tres conclusiones: La primera es que la historia de
las relaciones entre capitalismo y democracia estaría mostrando, no que el
capitalismo tendería simplemente a favorecer el desarrollo de formas
democráticas de gobierno, sino que éste se ha asociado siempre a sus
expresiones oligárquicas y elitistas. Es decir, a aquellas que se constituyen sobre
el fundamento de marcadas desigualdades económicas, las que hacen posible
que grupos minoritarios de la sociedad puedan ejercer un dominio prácticamente
indisputado sobre las mayorías, bajo la cobertura jurídica de derechos políticos
formalmente iguales.

18 En segundo lugar, si bien es cierto que en su relativamente corta existencia


histórica el socialismo ha aparecido asociado a manifestaciones políticas
autoritarias y antidemocráticas, ello no significa que éste sea esencial y
necesariamente autoritario. En otros términos, que la incapacidad de las
sociedades socialistas que han existido hasta nuestros días para garantizar las
libertades políticas de sus ciudadanos no le puede ser imputada al socialismo,
sino a su falta de desarrollo, y a las precarias condiciones materiales, políticas y
militares en que las experiencias socialistas se han dado históricamente. Por el
contrario, puede afirmarse que en la medida en que el socialismo consiga alcanzar
un cierto nivel de desarrollo, removiendo efectivamente las causas materiales
generadoras de desigualdad, estará en condiciones de demostrar que puede ser
mucho más democrático que el más democrático de los capitalismos. Es cierto
que este socialismo auténtico carece aún de existencia real, pero ello no puede
interpretarse como que sea, en principio, irrealizable.

16 Los enemigos del socialismo jamás hacen la menor referencia al profundo


efecto distorsionante que (...)

19 Por otra parte, una de las acusaciones más comúnmente empleadas por los
enemigos del socialismo es aquella según la cual éste no sólo no sería
democrático, sino esencialmente totalitario, que más allá de sus promesas de
liberar al hombre y la mujer de las cadenas de la opresión económica, en realidad
el socialismo no habría hecho otra cosa que someterlos a la más inicua
dominación estatal. Tal afirmación parece casi una obviedad, poco más de una
década después del colapso de los “socialismos reales”. La astucia de esta crítica
consiste en reducir el concepto de socialismo a su tosca caricatura estalinista. A
partir de todo lo dicho, podemos afirmar que la correlación negativa que hasta
ahora ha existido entre el socialismo realmente existente y democracia, no sería la
expresión de ninguna característica esencial del socialismo como tal, sino que
correspondería a una conexión histórica puramente factual. Esta correlación se
explicaría a partir de las condiciones particularmente inadecuadas en que se
dieron los primeros intentos de construcción socialista en naciones atrasadas,
económica y militarmente sitiadas por las potencias capitalistas16, que antes que
nada debieron embarcarse en proceso de acelerada moderniza-ción, difícilmente
compatibles con el establecimiento de relaciones políticas democráticas. Al no
darse históricamente en la Unión Soviética, (ni tampoco en ninguna de las
revoluciones marxistas de los siglos XIX y XX), las “condiciones de posibilidad”
estipuladas por Marx, el socialismo real devino en una especie de desfiguración de
la teoría socialista. Pero del mismo modo como uno no debe tratar de formarse
una idea de lo que sería una gran obra de arte terminada, a partir de sus
imperfectos e inacabados bocetos originales; tampoco deberíamos juzgar el
socialismo sano y adulto, a partir del examen de sus expresiones históricas
defectuosas y no desarrolladas.
Socialismo y democracia

La frase marxista “socialismo fase superior del capitalismo” junto a la de los


derechos humanos “libertad e igualdad” son utilizados como marco de referencia
para hacer una comparación y un análisis crítico. Tanto la democracia como el
socialismo han dado importantes pasos en los países latinoamericanos, algunos
después de dictaduras que dejaron secuelas como Brasil y Paragua y, o de grupos
corruptos en el poder como México, Guatemala y Honduras. Ambos, tanto la
democracia como el socialismo son sistemas políticos que no han logrado la
madurez política y no cuentan con plena aceptación y credibilidad a partir de
resultados obtenidos en la región. Cuba por ejemplo, con su revolución desde
hace casi 60 años, hasta ahora, no ha llegado a ser un país socialista de acuerdo
a los ideales de partida, sin embargo aún en medio de dificultades, habrá que
reconocer que ha dado a su población, educación, salud y alimentación, que son
logros sustantivos.

Obviamente no tiene una dictadura del proletariado, pues la mayoría son


trabajadores o asalariados, no proletarios. No ha logrado auto sostenibilidad de la
producción agrícola e industrial en serie y diversificada a gran escala de productos
para el consumo de la población, de medios de producción y de tecnología dirigido
por el Estado. Recordemos que esto es la clave de una economía socialista. El
Estado y su clase dirigente no son dirigidas por y para los obreros de acuerdo con
sus prioridades y demandas que cubran todas las necesidades de la población.
Cuenta con una industria textil y agroexportadora del azúcar colectivas. Su
sistema político se transformó en una dictadura no del proletariado sino de un
partido Comunista masivo, dirigido por un hombre o una familia apoyada por el
Comité Central. Esta es la mayor crítica que se le hace. La dirigencia no es
colectiva.

Venezuela, Nicaragua y Bolivia mantienen un sistema presidencialista que llegó


por medio de elecciones, no de una revolución, que tratan de convertirse en
dictaduras personales o de grupos que administran las riquezas naturales de oro,
petróleo, alimentos y otros y se enriquecen de esto. En estos países han hecho
una caricatura de la teoría del socialismo desarrollada por teóricos del Marxismo
como el peruano Mariátegui. Pues hacen un calco o una copia de las cuestiones
centrales del materialismo como es la disciplina de partido (utilizada
fundamentalmente para votar). Sin embargo, hay que destacar que los
importantes esfuerzos socializantes realizados en Brasil lograron sacar de la
pobreza a más de 50 millones de personas y en Perú, con signo democrático a 30
millones.
Efectivamente lograr construir un sistema socialista de desarrollo nacional en
países de poco desarrollo social, político y económico como éstos ha sido muy
complicado. Para Marx el desarrollo socialista solo era posible luego de lograrse
un desarrollo industrial. Por lo tanto se tiene que interpretar la teoría marxista y
adecuarla en países como estos, agroexportadores y con industrias nacionales
débiles. Tarea pendiente que tiene que hacerse, de lo contrario esta teoría cada
vez tendrá más críticos que seguidores, si se compara con experiencias o
modelos democráticos del continente, donde además de democracia electoral y
política las poblaciones cuentan con buenas posibilidades educativas, laborales,
electorales, entre otras como son los ejemplos de Uruguay y Chile.

No es solo derrocar a las dictaduras o élites en el poder, sino sentarse a gobernar


y a pensar qué es lo que se pretende hacer o se puede hacer con lo que se tiene,
con sus fortalezas y potencialidades, siendo original y agregando novedades a
pesar de los condicionamientos externos y de los enemigos que enfrentan, para lo
cual hay que estudiar, pero sobre todo interpretar la teoría del socialismo,
garantizando la libertad y la igualdad al pueblo.

La construcción del socialismo no ha sido una realidad en ningún país. Los


intentos de Rusia y Alemania quedaron a medio camino. Por otro lado con cierto
grado de éxito, China es una fusión de una dictadura de partido único con una
economía de mercado que da sustento económico y social a su población. Y si
comparamos esto con algunas de las experiencias democráticas en
Latinoamérica: Argentina, Colombia, Panamá y Costa Rica, muestran un
desarrollo cualitativo y cuantitativo tanto desde el punto de vista teórico, filosófico
o político (Derechos Humanos) pues han tomado como referentes las teorías y los
modelos democráticos que se fortalecieron en las últimas décadas.

Efectivamente el modelo político y económico que tiene que enfrentar el


socialismo para su fortalecimiento es el gran límite, pues el capitalismo siempre
tratará de debilitarlo. Pero como señala la teoría marxista se tiene que tomar en
cuenta sus contradicciones para poder subsistir, de lo contrario tendrá que esperar
a que este desaparezca por sí solo y para esto tendrá que pasar posiblemente
algún tiempo. Todo indica al parecer que los que acceden al poder en los países
que intentan el socialismo están más preocupados por llegar al poder por el poder
mismo, y no para resolver problemas centrales de la sociedad. Esto es lo que se
ha convertido en la mayor limitación de este proyecto político. Mientras que en la
democracia, importa la existencia y fortalecimiento de los partidos, celebración de
elecciones, participación ciudadana, votar, lo cual ha logrado a partir de la
representatividad y la ampliación de las posibilidades de los ciudadanos. Lo cual,
facilita que desde la política las personas como sujetos son el centro de la vida
social. Los fundamentos de esta realidad, la encontramos en la teoría de los
derechos humanos que ha fortalecido esta vía política y ha permitido mejorar
algunos sistemas políticos latinoamericanos.

Pareciera que Ecuador podría ser una síntesis de ambos modelos, buscando
nuevas respuestas y nuevas formas de gobernar que incorporen un sistema
centralizado de gobierno organizado por una parte: de arriba hacia abajo junto, a
un sistema democrático: de abajo hacia arriba. Aceptando lo mejor de los dos
mundos posibles que es el fortalecimiento del Estado y sus tendencias
distributivas, y, garantizar los derechos humanos: la libertad y la igualdad.

Democracia y Socialismo

Por Leonardo Girondella Mora - 18 octubre, 2017 484

¿Son compatibles la democracia y el socialismo?

La idea aceptada es que sí, que son compatibles —que un sistema socialista
puede implantarse dentro de un régimen democrático sin que que pierda la
esencia de ese sistema político.

Lo que quiero es explorar esa idea, poniendo en tela de juicio esa compatibilidad
—proponiendo de hecho que la convivencia del socialismo y la democracia es
difícil, incluso imposible.

• En la democracia, el centro político es la persona, considerando a cada una de


ellas como un individuo separado del resto —y ese sistema está construido como
una defensa de la libertad personal ante abusos de gobierno y de otras personas.

En ella, se defienden las libertades de la persona —libertades políticas, culturales


y económicas, como un todo indivisible. Resultaría algo absurdo que la persona
tuviese libertad para elegir gobernantes, pero no libertad para elegir lo que quiera
producir y a qué precio venderlo, que es parte de lo que el socialismo plantea.

• En la democracia y en el socialismo se habla de igualdad, quizá lo único que


tienen en común —pero que comprenden de manera distinta:
«[…] mientras que la democracia busca la libertad en la igualdad, el socialismo
busca la igualdad en restricción y servidumbre». F. A. Hayek, The Road to
Serfdom.

Es un conflicto entre valores políticos que no pueden admitirse con la misma


jerarquía, debiéndose seleccionar a uno de ellos como el central. La democracia
ha elegido a la libertad como prioridad central; el socialismo a la igualdad —una
diferencia notable que apunta hacia la incompatibilidad mencionada antes.

• La democracia entiende a la libertad como ausencia de coerción —de gobiernos


limitados que abusan de su poder y alteran la libertad de poseer, de trabajar, de
perseguir la felicidad propia.

La libertad entendida como el derecho a escoger gobiernos y cambiarlos; el


derecho a la propiedad personal que es defensa contra abusos de autoridad; el
derecho a decidir la educación, a adorar a Dios, a tener opiniones y expresarlas.

Esta libertad causará desigualdades inevitablemente, pero también proveerá


oportunidades de mejora personal y de ayuda mutua; de colaboración y
coordinación. La igualdad que se mantiene es la igualdad legal y de derechos,
todo en la libertad.

• Ya que el socialismo da la prioridad central a la igualdad, sin querer perder el


elemento de la libertad, lo que lo pondría en desventaja, ha producido un cambio
lingüístico de consideración.

Es una modificación del concepto de ‘libertad’, alterado para acomodarse a la


meta central igualitaria. Dejando su significado democrático, toma uno que se
acomoda al socialismo y mantener de esa manera su apariencia democrática.
Esta nueva acepción de la palabra ‘libertad’ hace referencia a «la libertad de la
necesidad, la liberación de la compulsión de las circunstancias que
inevitablemente limitan el número de opciones» (ibídem).

Es esta nueva libertad una emancipación de las necesidades, de las exigencias


físicas para vivir. Incluso de los menesteres del trabajo y de las limitaciones que
impone la creación de riqueza, como esfuerzo, sacrificio y ahorro.

• La libertad democrática teme al gobierno como origen central de abusos de


poder y, por medio de leyes y defensas legales, preserva la libertad igual para
todos —haciendo que el gobierno se redimensione de sus antiguos estándares
monárquicos y autoritarios.

Por el contrario, la libertad, redefinida por el socialismo, expande al gobierno


convirtiéndolo en dispensador de medios que distribuye entre los ciudadanos para
liberarlos de sus necesidades naturales, de sus obligaciones de trabajo, de sus
exigencias de esfuerzo y sacrificio.

&&&&&

Lo anterior me sirve para destacar la incompatibilidad entre democracia y


socialismo —apuntando que que para la democracia el valor primario y central es
la libertad, proponiendo la libertad en la igualdad.

Para el socialismo, en cambio, el valor primario es la igualdad y ya que esto limita


a las libertades, redefine a la libertad de la manera en la que dije antes.

Esta «nueva libertad socialista» la crea el gobierno y es en realidad solamente una


redistribución de recursos propiedad de unos para convertirlos en propiedad de
otros. Aunque sea llamada ‘libertad’ se trata solamente de una situación de
dependencia de la persona —un estado de servidumbre y sujeción del ciudadano.
La democracia y el socialismo hablan de las mismas dos palabras, ‘libertad’ e
‘igualdad’ —pero estas dos tienen un significado distinto para cada doctrina.

Democracia y socialismo solo parecen compatibles en su apariencia, no lo son en


su realidad.

ContraPeso.info es un proveedor de ideas que explican la realidad económica,


política y cultural y que no contienen los medios dominantes. Sostiene el valor de
la libertad responsable y sus consecuencias lógicas.

Sobre socialismo y democracia

Por: Herman Rojas | Sábado, 22/12/2012 08:59 PM | Versión para imprimir

“Nosotros somos representantes, pero hemos jurado

darle vida a una democracia no representativa,

sino participativa y, más allá, protagónica. Somos

una contradicción”

(Hugo Chávez Frías, 2011. P.31)

Comentar algunas ideas sobre la democracia en el contexto actual es de suma


complejidad, después de tantos años de debate sobre el tema, además en medio
de un proceso político como el actual, y para más las recientes elecciones
regionales en donde se configuran escenarios post electorales de diferentes tipos
y posturas ideológicas a partir de estos resultados, donde el “Chavismo” obtuvo
una contundente victoria con veinte gobernaciones, por tan sólo tres de la
oposición.

Hay que decir también que el tema sobre el socialismo y el la democracia es uno
de los debates más importantes en la agenda política actual, tanto la derecha
cómo las izquierdas concuerdan en que su objetivo fundamental es la democracia,
tanto liberales cómo socialistas, la asumen cómo parte de su inspiración política, y
es que la democracia se ha convertido en ocasiones cómo una ideología, que
sirve para la justificación de cualquier cosa, menos a lo que es en realidad.

La gran mayoría de los gobiernos y fuerzas políticas del mundo occidental ven a la
democracia cómo un sinónimo de desarrollo, libertad económica que conlleva a la
social, progreso y bienestar.Hoy en día el pensamiento liberal y la democracia
representativa parecen una expresión igual, y cuando hablamos de una estamos
también mencionando a la otra,debido a que la forma de democracia que existe
actualmente y que ha tenido mayor éxito, es la representativa, para Norberto
Bobbio esto no siempre fue así, hubo un momento en donde estas dos visiones la
de la delegación del poder y el liberalismo se juntaron para establecer la mejor
forma de gobierno que una nación pueda tener.

Más aún, se debe decir que se ha formado tal interdependencia entre uno y otro,
que mientras al inicio se pudieron formar Estados liberales que no eran
democráticos (si no en la declaración de principios), hoy no serían concebibles
Estados liberales que no fuesen democráticos, ni Estados democráticos que no
fuesen liberales. En suma existen buenas razones para creer: a) que hoy el
método democrático es necesario para salvaguardar los derechos fundamentales
de la persona que son la base del Estado liberal; b) que la salvaguardia de estos
derechos es necesaria para el funcionamiento correcto del método
democrático(Bobbio, P.46 2010)

La democracia no ha sido algo inherente al liberalismo como se asume hoy en día,


sino que en el camino del progreso económico estas se han ido complementando,
pero no de la nada tampoco claro está, es decir, sabemos hoy que las libertades
individuales y colectivas, no son sólo un regalo de los Estados y gobiernos
liberales sino que han sido fundamentales en ellos las luchas llevadas a cabo por
movimientos en diferentes terrenos de la vida política y social.

El socialismo es democrático o no es socialismo

La mayoría de los voceros políticos liberales hoy aluden a la concepción de la


democracia representativacómo la formula de un gobierno eficiente, “bueno”,
democrático, pero además de la bondades de esta forma de gobierno, se hace
referencia a ella cómo la anti tesis directa de el socialismo, ya que según esta
postura, el socialismo lo que busca es la sumisión de los ciudadanos a un régimen
no democrático, por lo tanto el socialismo bolivariano, socialismo del siglo XXI, o
cualquier forma de socialismo es de una vez anti democrático(1), pero esta visión
no es nada nueva, sino que es una idea del liberalismo decimonónico, como
recuerda Sartori a Tocqueville (2009).

La democracia y el socialismo tienen en común sólo una palabra la igualdad pero


nótese la diferencia: la democracia quiere la igualdad en libertad, el socialismo
quiere la igualdad en la penuria y en la servidumbre. Con estas palabras,
Tocqueville atribuye un nuevo significado al término democracia, su democracia es
la democracia liberal (P. 82).

Para estos liberales del siglo XIX, como los de hoy la democracia significa la
representación de la “voluntad general”, la mejor forma de gobierno es aquella en
la cual la representación es expresión de esa voluntad general,en donde la
mayoría de la población participa a través sufragio, la forma más correcta e
“insuperable” de participación.

En el libro sobre la democracia representativa, escrito pocos años después del


texto sobre la libertad, se pone de el clásico problema de la mejor forma de
gobierno y responde que ésta es precisamente la democracia representativa,
(Bobbio, 2010. P 75).

En cuanto a la postura socialista la democracia es fundamental,pero ¿es posible


pensar un socialismo qué no sea democrático? Después de el marxismo soviético,
y de otras experiencias similares, y más allá de esto, después de gestar un forma
de pensar y actuar desde un tipo de marxismo, la pregunta no está de más,
agregaríamos una pregunta contextualizadora, ¿cual es la forma de democracia
que estamos construyendo, que democracia necesita el socialismo Bolivariano,
cómo dice Boaventura: cómo “reinventamos la democracia”, para que ésta sea
realmente plena, para poder avanzar hacia una democracia constituyente, hacia
un poder popular que supere la representatividad, es decir, hacia el Estado
comunal o hacia otras formas de organización política?
Para ello hay que reconocer en la práctica los límites de lo representativo, la
alienación que lleva en su lógica de poder, esto no significa desdeñar toda
representatividad de una vez por ser “burguesa”. El propio Marx llamaba a la
superación de la democracia burguesa “la verdadera Democracia”, para que se
lograse romper aquella enajenación política.

La democracia constituyentepara el socialismo Bolivariano debe de ser no sólo un


fin al cual hay que llegar, sino que también debe de ser el medio para ello,
asumiendo que lo representativo es algo más que una alcaldía o una institución
estatal, es delegación y enajenación de poder, que el proceso bolivariano se
mueva en ese terreno por una situación específica es otra cosa, valga decir sólo
con el desarrollo de los incipientes (y otros más desarrollados) espacios de poder
de base, de democracia directa, se puede construir una nueva relación de
poder,algo de esto nos habla NicosPoulantzas.

Cómo emprender una transformación radical del Estado articulando la ampliación


y la profundización de las instituciones de la democracia representativa y de las
libertades que fueron una conquista de las masa populares con el despliegue de
las formas de democracia directa de base y el enjambre de los focos auto
gestionaros: aquí está el problema esencial de una vía democrática al socialismo y
de un socialismo democrático ( S/F P. 313)

La cuestión se presenta más allá de la dicotomía medios-fines, más bien


deberíamos de entender que cada uno de los esfuerzos, lo representativo y lo
constituyente tienenuna lógica de poder para que pueda existir una articulación
efectiva entre ellas (cosa que desde la mirada Estado céntrica es imposible claro
está, porque no hay necesidad de ello).Una democracia plena y directa se
fundamenta en una nueva práctica social, en una negación de la realidad que
tenemos, sino las ideas de esa nueva democracia no se convierten en fuerza
material.

democracia (del latín tardío democratĭa, y este del griego δημοκρατία


dēmokratía)1 es una forma de organización social que atribuye la titularidad del
poder al conjunto de la ciudadanía. En sentido estricto, la democracia es una
forma de organización del Estado en la cual las decisiones colectivas son
adoptadas por el pueblo mediante mecanismos de participación directa o indirecta
que confieren legitimidad a sus representantes. En sentido amplio, democracia es
una forma de convivencia social en la que los miembros son libres e iguales y las
relaciones sociales se establecen conforme a mecanismos contractuales.

La democracia se puede definir a partir de la clasificación de las formas de


gobierno realizada por Platón, primero, y Aristóteles, después, en tres tipos
básicos: monarquía (gobierno de uno), aristocracia (gobierno «de los mejores»
para Platón, «de los menos», para Aristóteles), democracia (gobierno «de la
multitud» para Platón y «de los más», para Aristóteles).2

Hay democracia indirecta o representativa cuando la decisión es adoptada por


personas reconocidas por el pueblo como sus representantes. Hay democracia
participativa cuando se aplica un modelo político que facilita a los ciudadanos su
capacidad de asociarse y organizarse de tal modo que puedan ejercer una
influencia directa en las decisiones públicas o cuando se facilita a la ciudadanía
amplios mecanismos plebiscitarios consultivos.

Finalmente, hay democracia directa cuando la decisión es adoptada directamente


por los miembros del pueblo, mediante plebiscitos y referéndums vinculantes,
elecciones primarias, facilitación de la iniciativa legislativa popular y votación
popular de leyes, concepto que incluye la democracia líquida. Estas tres formas no
son excluyentes y suelen integrarse como mecanismos complementarios en
algunos sistemas políticos, aunque siempre suele haber un mayor peso de una de
las tres formas en un sistema político concreto.

No debe confundirse República con Democracia, pues aluden a principios


distintos, la república es el gobierno de la ley mientras que democracia significa el
gobierno de la gente.

l socialismo para Engels, uno de sus teóricos, es un sistema social y económico


caracterizado por el control por parte de la sociedad, organizada con todos sus
integrantes, tanto de los medios de producción como de las diferentes fuerzas de
trabajo aplicadas en los mismos.12 Vladimir Lenin expresó en su escrito "Seis
tesis acerca de las tareas inmediatas del poder soviético" que el Estado socialista
organizado por la "dictadura del proletariado" tenía como objetivo sentar las bases
del comunismo y se encargaría de la dirección de la economía bajo el modo de
producción "socialista" centralizado. El socialismo moderno es, en primer término,
por su contenido, fruto del reflejo en la inteligencia, por un lado, de los
antagonismos de clase que imperan en la moderna sociedad entre poseedores y
desposeídos, capitalistas y obreros asalariados, y, por otro lado, de la anarquía
que reina en la producción.1La RAE define así el término socialismo: «Sistema de
organización social y económica basado en la propiedad y administración colectiva
o estatal de los medios de producción y distribución de los bienes».3 El socialismo
implica, por tanto, una planificación y una organización colectiva consciente de la
vida social y económica.4

Subsisten sin embargo criterios encontrados respecto a la necesidad de la


centralización de la administración económica mediante el Estado como única
instancia colectiva en el marco de una sociedad compleja,56 frente a la posibilidad
de formas diferentes de gestión descentralizada de la colectividad socialista, tanto
por vías autogestionarias como de mercado, así como mediante el empleo de
pequeñas unidades económicas socialistas aisladas y autosuficientes.78El primer
acto en que el Estado se manifiesta efectivamente como representante de toda la
sociedad: la toma de posesión de los medios de producción en nombre de la
sociedad, es a la par su último acto independiente como Estado.9

Existen también discrepancias sobre la forma de organización política bajo el


socialismo para lograr o asegurar el acceso democrático a la sociedad socialista a
clases sociales o poblaciones,10 frente a la posibilidad de una situación
autocrática por parte de las burocracias administrativas.11 Las formas históricas
de la organización social de tipo socialista pueden dividirse entre determinadas
evoluciones espontáneas de ciertas civilizaciones de carácter religioso y las
construcciones políticas establecidas por proyectos ideológicos deliberados. De
estas se destacan, respectivamente, el Imperio inca12 y la Unión Soviética.

El socialismo del siglo XXI es un concepto formulado en 1996 por el sociólogo


alemán-mexicano Heinz Dieterich Steffan.1 El término adquirió difusión mundial
desde que fue mencionado en un discurso por el entonces presidente de
Venezuela, Hugo Chávez el 30 de enero de 2005 desde el V Foro Social
Mundial.2

El modelo de Estado socialista del socialismo del siglo XXI es un socialismo


revolucionario que debe directamente de la filosofía y la economía marxista,[cita
requerida] y que se sustenta en cuatro ejes: el desarrollismo democrático regional,
la economía de equivalencias, la democracia participativa y protagónica y las
organizaciones de base.[cita requerida]

El propio Dieterich afirma que el socialismo del siglo XXI «tiene doscientos años
de evolución y cuatro fases de desarrollo»: 1) la fase fundacional del socialismo
utópico, 2) la fase de madurez del socialismo científico de Karl Marx y Frederich
Engels, 3) la fase práctica del socialismo del siglo XX o del socialismo realmente
existente y, 4) el socialismo del siglo XXI «superando los fracasados sistemas de
estatización».3

Dieterich, en su obra Socialismo del Siglo XXI se funda en la visión de Karl Marx
sobre la dinámica social y la lucha de clases. Dieterich revisa la teoría marxista
con ánimo de actualizarla al mundo de hoy, incorporando los avances del
conocimiento, las experiencias de los intentos socialistas, develando sus
limitaciones, entregando propuestas concretas tanto en la economía política como
en la participación democrática de la ciudadanía para construir una sociedad libre
de explotación. Resumiendo, el socialismo del siglo XXI supone que es necesario
un reforzamiento radical del poder estatal democráticamente controlado por la
sociedad para avanzar el desarrollo.[cita requerida]

Para contribuir a la búsqueda de dichos criterios, propone releer la historia de la


economía política, porque en su opinión algunos de ellos no logran hacerse
manifiestos por confusiones conceptuales en esa disciplina: la primera, ocurrida a
lo largo de los doscientos últimos años, identificó al capitalismo con el liberalismo;
la segunda, ocurrida en este siglo, identificó al socialismo con el estatismo. Su
tesis es que el camino más expedito para alcanzar la sociedad más justa, se
consigue con una alianza entre el socialismo y el liberalismo, una vez que el
socialismo haya dejado a un lado al estatismo y el liberalismo haya dejado a un
lado al capitalismo.

De acuerdo con Heinz Dieterich, para avanzar hacia el socialismo del siglo XXI se
requiere la combinación de tres políticas:4
su planificación y ejecución democrática (autogestión coordinada);

la medición del valor de sus productos y servicios (valorización) mediante


unidades de tiempo (valor de trabajo) y,

el intercambio de equivalencias.

Por otra parte, Dieterich señala que bajo el socialismo del siglo XXI la forma de
propiedad se vuelve secundaria debido a que la planificación democrática y el
cumplimiento del valor-trabajo quitan la capacidad de «abusar» a eventuales
propietarios formales como el Estado, las cooperativas o los individuales.4 De este
modo afirma que la estatización de los medios de producción no implica
socialismo y que dadas las condiciones de mercado de la economía el socialismo
debe desarrollarse bajo una economía mixta.5

Sin embargo, diversos analistas como Tomás Straka señalan que hay
divergencias entre la concepción original de Dieterich y la propuesta chavista de
socialismo del siglo XXI.6

Capitalismo En un régimen capitalista, sea de Estado o de mercado, el resultado


es la concentración del poder político y económico en pocas manos, generando
una oligarquía y/o burguesía de Estado cuyo enorme poder es difícil de controlar
con eficacia ya que la totalidad de los funcionarios que ejercen el poder constituido
–ejecutivo, legislativo, judicial, electoral y ciudadano- son seleccionados por
cúpulas políticas que reciben el apoyo financiero de esa oligarquía o directamente
del Estado, con el propósito de marginar al pueblo de esos poderes.

De esta forma es como la estructura gubernamental al servicio de esas cúpulas


político-económicas privilegia sus intereses y no los de la sociedad como un todo.
Por otra parte, estas cúpulas controlan las fuentes principales de información
como son la educación y la cultura, incluyendo sus canales de difusión – prensa
escrita, radial y de TV-. Bajo esas condiciones es absolutamente imposible que la
ciudadanía ejerza eficazmente sus derechos políticos o civiles.

Visto así, democracia y capitalismo son incompatibles porque este último es una
manera no democrática de organizar la economía en términos de producción y
distribución de la riqueza ya que ésta se convierte en patrimonio exclusivo de unos
pocos, siendo la causa principal de la pobreza y la marginalidad social.
En consecuencia, el capitalismo siempre tenderá a incrementar las diferencias
sociales, las cuales no han podido ser superadas a pesar de la intervención del
Estado, que es el instrumento mediante el cual la democracia burguesa ha
intentado cumplir las promesas de justicia social. En fin, el capitalismo de Estado
y/o la economía de mercado han logrado opacar, por ahora, el establecimiento en
Venezuela de una democracia con tendencia socialista, entorpeciendo el
desarrollo que conduciría a un verdadero socialismo.

Democracia Socialista. Es la fase transicional en la cual se prefiguran o comienzan


a expresarse los valores y principios del socialismo pero donde aún se mantienen
las relaciones socio-económicas y políticas propias del capitalismo. Para construir
un verdadero sistema socialista es imprescindible crear y mantener condiciones de
creciente libertad durante el desarrollo y establecimiento de la etapa democrático-
socialista porque es el único proceso capaz de conducir hacia la emancipación
política y el desarrollo humano sostenible. Solo la democracia socialista puede
sacar del atraso a un país como Venezuela, pero no con una burocracia
capitalista, sea ésta de Estado o neo-liberal.

Construir el verdadero socialismo no lleva implícito la destrucción o ruina


inexorable del capitalismo sino su transformación sistémica a través del trabajo-
aprendizaje en equipo y la visión compartida de quienes integran la estructura y el
tejido social. En otras palabras, el advenimiento del socialismo requiere de mayor
democracia que cualquier otro modo de producción. Construir el socialismo en
Venezuela implica la necesidad de amplificar la participación democrática de todos
los sectores del país, incluyendo también a los que se oponen o rechazan el
socialismo.

En síntesis, la democracia socialista, y por extensión el socialismo, no son


compatibles con la hegemonía política burguesa neo-liberal o neo-burguesa
burocrática o de Estado porque ambas son contrarias al progreso y cambio social.
Una democracia socialista se sustenta no solo en leyes y en valores ético-morales
sino también en el control popular a través de canales efectivos de regulación, la
cual solo es eficaz, con poderes públicos independientes. La coacción no es válida
para construir una democracia socialista, solo la persuasión y la convicción de las
mayorías son las únicas herramientas para que Venezuela alcance un desarrollo
humano integral y sustentable a mediano y largo plazo.

En la sección siguiente analizaré lo relativo al comunismo y el autoritarismo.

Ventajas y desventajas de la democracia

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La democracia ha existido desde el pasado como un medio para darle poder a la


voz de las personas y tomar decisiones importantes que deciden el rumbo de
muchos. Las sociedades actuales tienen principios y valores basados en esta
ideología, por lo que es suficiente con voltear a ver cualquier país para ver sus
efectos.

El detalle está en que los resultados no siempre pueden ser positivos, ya que al
final se sigue una regla donde la mayoría es la que manda y mucha gente queda
inconforme con su situación. A pesar de todo, muchas de las cosas que tenemos
en la actualidad se deben a esta forma de decidir, por lo que es importante
conocer las cosas buenas y malas que traen consigo estas ideas.

Ventajas de la democracia.

El pueblo elige.

Una de las principales características es el poder que se le da a la gente para


escoger a sus representantes en cualquier nivel gubernamental, desde alcaldes
hasta ministros o presidentes. De igual forma, se da la posibilidad de elegir en
otros asuntos económicos, ambientales o sociales relevantes para ellos.
Sucesión de poder.

El hecho de que se elija periódicamente a los políticos impide que éstos se


queden demasiado tiempo en su cargo, por lo que siempre habrá una transición
que da garantías para realizar un ejercicio democrático justo.

Oportunidades.

Para muchos el mundo de la política parece algo inalcanzable o que está


reservado para unos cuantos, pero gracias a este sistema cualquier persona tiene
una oportunidad. En algunos casos se puede tener más apoyo cuando la gente ve
que su próximo representante podría ser alguien con quien se pueden identificar.

Promueve la igualdad.

El derecho a votar lo tienen todos, siempre y cuando se cumpla con la mayoría de


edad, por lo que no hay distinciones ni preferencias de ningún tipo y la igualdad
entre los ciudadanos prevalece.

Desventajas de la democracia.

Corrupción.

Lamentablemente también le abre las puertas a personas sin principios ni valores


para ocupar cargos con una enorme responsabilidad y presupuestos enormes que
usarían para su beneficio personal y no para el bienestar de la gente.

División.

Este sistema se da por mayorías, de modo que siempre se generará una división
entre las sociedades al pensar de forma distinta. Además, hay casos donde la
elección es muy cerrada y una gran parte de la población queda inconforme con el
resultado. Por esta razón, no se puede considerar como un sistema infalible, ya
que definitivamente se ignora la opinión de las minorías.

Votantes sin educación.


Muchas personas que no se informan o toman a la ligera una elección también
participan en ésta, ya que como todos, tienen el derecho a hacerlo. El detalle aquí
es que suelen ser manipulados para cambiar sus preferencias y debido a la poca
información que investigan por su cuenta, prácticamente regalan su voz y su voto.

Malas decisiones.

Es normal que la decisión tomada no resulte ser la indicada pero una vez que se
tiene el resultado es difícil cambiarlo porque se busca respetar la opinión de la
mayoría. Al final, esto no se le debe atribuir tanto a la democracia, pero es algo
que sucederá constantemente con este sistema.

Mal uso de los medios.

Los medios de comunicación puede ser una gran fuente de información, pero ésta
también se puede tergiversar para el beneficio de alguien más. Muchas personas
se quedan solamente con una o dos fuentes y por no expandir más sus horizontes
o no investigar más, reciben datos erróneos que al final tienen mucha influencia en
su decisión.

VENTAJAS Y DESVENTAJAS

VENTAJAS:

Se acaba la propiedad privada de los medios ce producción y con ellos las


broncas que acarrea la pugna por ser propietario.

Se van acabando las diferencias de clases sociales y con ellos los problemas
derivados de su existencia.

La salud se torna un asunto social y no de privados.

La educación, también como en cuba, china, etc.

Se garantiza trabajos para todos y no hay desempleados.

La producción atiende a resolver las necesidades básicas de la población.

La economía se planifica con base en las necesidades sociales.


La conducción de lo social, lo político y lo económico se logra mediante el estado
socialista.

La ciencia, el deporte y el arte, luego de las necesidades básicas se convierten en


núcleos de interés prioritarios de la planeación social del estado.

El socialismo tiende a formar al ciudadano del futuro que vivirá en una sociedad
sin clases, sin guerras, sin grandes diferencias entre los humanos.

DESVENTAJAS:

Las mentalidades empresariales y acumuladoras tienen que emigrar porque no


hay lugar para ellos.

Quien se encarga de esto es el estado y el partido y eso crea a lo largo del tiempo,
un grupo de privilegiados.

El que no tiene potencial o empeño, es reencauzado a algo dentro de sus


posibilidades y gustos.

Puede estar mal pagado el empleo común (como en cuba).

Se transita por un buen periodo de tiempo en el que los lujos dejan de existir.

Se acaba la libre competencia.

El estado puede endurecerse y establecer una verdadera dictadura que limite


seriamente las libertades individuales hasta crear un estado poliaco, que sería el
más granderiesgo del socialismo.

Como se tiene una cierta noción de lo social, el estado puede convertirse en el


limitador del desarrollo científico, técnico, tecnológico, artístico y deportivo.

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