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Contenido
1. Introducción
2. ¿Existen o no los “enfermos mentales"?
3. ¿Cómo se hacen los diagnósticos psiquiátricos?
4. Invalidez de las evaluaciones psiquiátricas.
5. El peligro de los diagnósticos psiquiátricos.
6. Daños que ocasionan los tratamientos psiquiátricos.
7. Campaña mundial para la abolición de la psiquiatría.
8. Discriminación judicial a personas con estigma.
9. La psiquiatría como forma de control social.
10. Por la abolición de la hospitalización psiquiátrica involuntaria.
11. Diferencia entre agresividad y violencia humana.
12. “Enfermos mentales” - ¿una amenaza a la seguridad?
13. La psiquiatrización del crimen.
14. Erosionando la justicia: la corrupción de la ley por la psiquiatría.
15. ¿Qué propone CCHR hacer cuando una persona sufre lo que se denomina un
brote violento?
16. Los abusos de personas en Psiquiatría.
17. ¿Qué hacer ante la violación de sus derechos?
Objetivos:
Concienciar a la sociedad sobre los abusos que los psiquiatras de todo el
mundo están perpetrando en el ámbito de la "salud mental".
Exponer la falsedad de los diagnósticos psiquiátricos y el peligro de la
estigmatización destruye en realidad miles de vidas.
el peligro de En nombre de una supuesta ayuda terapéutica la Psiquiatría
estigmatiza y destruye en realidad miles de vidas, y su infiltración como
disciplina científica en los sistemas de justicia mina el orden social.
Establecer el peligro y nivel de validez de los diagnósticos psiquiátricos,
resaltando el probado daño de los tratamientos.
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INTRODUCCIÓN
La Psiquiatría aparece ante los ojos del ciudadano corriente como la garante
última de la salud mental de la sociedad pero la realidad es que como sistema de
diagnóstico y tratamiento se ha convertido en un engranaje más de la enorme máquina
de hacer dinero sustentada en la falsa idea imperante de que todo se puede arreglar
con fármacos. Y frente a ello poco o nada pueden los esfuerzos de algunos pocos
profesionales que apuestan por soluciones diferentes y que por ello son relegados al
olvido profesional y académico.
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incluye ya entre los más chocantes "trastornos mentales’ auténticas chorradas como el
'trastorno de lectura’ el 'trastorno de expresión escrita' el 'trastorno matemático’ el
'trastorno por cafeína’ el 'trastorno por retirada de nicotina’ el 'trastorno negativista
desafiante’ y el 'trastorno oposicionista desafiante'. Y a cualquiera al que un psiquiatra
decida calificarle de tal se le puede tratar de “enfermo mental". Así que piénseselo antes
de desafiar a algún psiquiatra o autoridad política y sea usted dócil.
Según la Guía oficial de Psiquiatría para América Latina son dos los medios para
obtener información que les permite emitir un diagnóstico, al no existir ningún tipo de
análisis de laboratorio ni de imágenes craneales como en la medicina somática:
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“No existen análisis de sangre o pruebas biológicas que determinen la
presencia o ausencia de la enfermedad mental, como existen para la mayoría
de las enfermedades del cuerpo. Si se desarrollara una prueba de este tipo,
entonces la condición dejaría de ser una enfermedad mental y se clasificaría
como síntoma de una enfermedad física”.
PhD. Dr. Thomas Szasz
Profesor Emérito Psiquiatría, Fac. Medicina Nueva York, Siracusa
Dr. Thomas Szasz, Profesor Emérito Psiquiatría, Fac. Medicina Nueva York,
COMENTARIOS:
1.Siracusa
En la Psiquiatría ¡¡ NO EXISTE NINGÚN TIPO DE ANÁLISIS CLÍNICO NI
DE IMÁGENES PARA DETERMINAR SI UNA PERSONA ES SANA O NO
MENTALMENTE!!, como si lo hay para el resto de las especialidades
médicas.
2. La enfermedad mental se refiere a ALGO QUE LA PERSONA HACE;
mientras que la enfermedad real se refiere a ALGO QUE LA PERSONA
TIENE.
3. La enfermedad real se encuentra en un cadáver en la autopsia. La
enfermedad mental no.
4. Una persona en estado de coma es una persona "normal", según la
Psiquiatría, porque no presentan síntomas que podrían indicar la presencia
de esas cosas espantosas llamada emociones o comportamiento.
5. Se requiere de una persona para tener una enfermedad real, mientras que
SE REQUIERE DE DOS PERSONAS PARA TENER UNA “ENFERMEDAD
MENTAL”.
6. Existen las enfermedades cerebrales pero no las mentales, y esas deben
ser tratadas por ramas médicas de neurología
7. La Psiquiatría NO HA PODIDO MOSTRAR CURA PARA NINGUNA de las
“enfermedades mentales”.
8. La esquizofrenia y las paranoias son inventos psiquiátricos, no son
enfermedades físicas ni neurológicas.
Son comportamientos que no son del gusto de las autoridades y de la
sociedad o de la cultura de esa sociedad, pero son comportamientos
extraños para los habitantes de esa cultura. Siempre hay ahí un rasgo de
autoridad.
¿Qué creen que los psiquiatras hubieran hecho si Jesús estuviera vivo hoy?, ...
¿o Buda?, ... ¿o Mahoma? ...
Derechito a un manicomio, inyectado con drogas para parar sus creencias locas
y su discurso. Los psiquiatras hoy día son los Grandes Inquisidores. Podrían
crucificar a los hombres y mujeres santos del pasado en un instante.
[Fuente: CCHR – Comisión Internacional de Ciudadanos por los Derechos
Humanos que investiga violaciones de la Psiquiatría]
No existe ningún análisis –sanguíneo, cerebral ni de ningún otro tipo– que avale
científicamente la existencia o no de enfermedad mental en un paciente. La
estigmatización psiquiátrica resulta una patraña destinada a crear miedo y dependencia.
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incluso si exploran a cualquier persona sana y normal es probable que lo diagnostiquen
de alguna enfermedad en el 80% de los casos. Detrás de las inexistentes enfermedades
mentales se esconde simplemente un negocio de más de 400 mil millones de Dólares
anuales.
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En los diagnósticos psiquiátricos SE DAN POR VÁLIDOS LOS DATOS
VERTIDOS POR FAMILIARES O TERCEROS, aun con mayor credibilidad que los que
pueda referir el propio paciente.
“Los antipsicóticos son algunos de los medicamentos más tóxicos que existen,
aparte de la quimioterapia para el cáncer. Producen daño cerebral permanente,
algunas veces incluso después de un tiempo de uso relativamente breve, y
hacen más difícil que la gente vuelva a vivir una vida plena. He llegado a la
conclusión de que, muy probablemente, nos iría mucho mejor si no utilizásemos
antipsicóticos en absoluto.
No soy la única persona que lo ve así. Hay psiquiatras que han estudiado la
literatura de una forma tan cuidadosa como yo y que han llegado a la misma
conclusión: que en realidad no necesitamos fármacos antipsicóticos, porque
frente a lo que implica el nombre, antipsicótico, no curan las psicosis. Los
antipsicóticos tranquilizan a la gente, pero también les arrebatan parte de sus
emociones, parte de sus pensamientos normales. Puedes ver que algunos de
ellos se convierten en zombies, que no pueden hacer nada”.
[Dr. Peter Gotzsche; científico de la Universidad de Copenhague]
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6. CAMPAÑA MUNDIAL PARA LA ABOLICIÓN DE LA PSIQUIATRÍA
(CCHR: Comisión Ciudadana Internacional que investiga los abusos y
violaciones a los Derechos Humanos por parte de la Psiquiatría en el Mundo)
La Psiquiatría no es una ciencia sino una pseudociencia que tiene que ver más
con las creencias de los psiquiatras en teorías jamás demostradas que con
demostraciones fehacientes. E igualmente inconcebible es que el diagnóstico
psiquiátrico salga a menudo de una consulta que apenas dura de 3 a 10 minutos -a
veces 20 o algo más- y termina con una etiqueta completamente subjetiva que termina
constituyendo un estigma para el supuesto enfermo. Porque hoy sabemos que si esa
persona se fuese inmediatamente después de recibir ese diagnóstico a ver a otros diez
psiquiatras recibiría casi con seguridad numerosos diagnósticos distintos sobre sus
supuestos trastornos. Todos ellos carentes de base científica real alguna pero
susceptibles de ser medicados con fármacos de innumerables efectos secundarios que
en ocasiones acaban por ocasionar -directa o indirectamente- la muerte del paciente.
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“El pabellón al que me asignaron estaba en un edificio de una planta en el que
vivían cuarenta esquizofrénicas crónicas. Me dijeron que todas estaban
desahuciadas, que no había remedio para ellas. Observé una sola cosa que
podía explicar esa afirmación: la enfermera jefe”. Y tras conseguir resultados
milagrosos simplemente humanizando el trato hacia esas personas, concluye:
“En lugar de medicamentos, lo que necesitaban era atención y cariño”.
Todas las personas sin distinción de clase tienen derecho a ser juzgadas
conforme al debido proceso, sin que ninguna autoridad judicial pueda desconocer ese
derecho fundamental. Los funcionarios judiciales tienen el deber ético de emitir sus
resoluciones en apego al principio de estricta legalidad, con el cual se asegura el respeto
a la Ley, sin que ningún interés o temor los aparte de su importante misión de declarar
el derecho.
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NUEVO ENFOQUE HUMANISTA DE
ENTENDER Y TRATAR LAS ADICIONES
“Toda adicción nace de una negativa
inconsciente a enfrentar el dolor y salir de
él. Toda adicción comienza con dolor. No
importa a que sustancia sea usted adicto:
alcohol, comida, drogas legales o ilegales o
una persona. Usted está usando algo o a
alguien para ocultar su dolor”.
Dr. Eckhart Tolle
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Por tanto, el psicoanálisis, como la psiquiatría, sólo serviría para reafirmarnos en
la necesidad de encerrar y desterrar aquello que molesta a la sociedad y a la familia, el
denominado criminal, loco, disidente; para así ver como “normal” la sujeción de la regla
de la servidumbre moderna.
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2. Es un acto de poder o sometimiento, donde no existe posibilidad de
negociar ni de diálogo. .
3. Es recurrente, es decir, que ocurre más de una ocasión.
4. Se incrementa con el tiempo. Va escalando y así hasta la posibilidad de
llegar a la muerte.
5. Es selectiva, es decir, elige a su o sus víctimas. Si se encuentra con una
persona más fuerte que él/ella, decide o busca el camino para no enfrentarse.
6. Siempre transgrede los derechos de la persona, porque le obliga a
realizar actos que no desea, y atenta contra su libertad. Cabe mencionar
que las normas disciplinarias para educar a los niños, como obligarlos a
hacer la tarea o impedirles ver televisión en un horario nocturno, no caben
en esta definición.
En relación a este último punto (6); no sólo se transgreden los derechos, sino
también la voluntad de la víctima, que es a quien se pretende someter y controlar.
El propósito de la violencia es eliminar cualquier obstáculo para ejercer un
determinado poder. Por esto, para que la violencia pueda presentarse, se
requiere un desequilibrio previo, es decir, un esquema de poderes desiguales
Según el Dr. Robert Hare (quien dirigió la investigación durante 25 años para
desarrollar “Psychopathy Checklist”; por primera vez un medio de medir y diagnosticar
la psicopatía, aceptado ahora mundialmente y de carácter científico) señala: “Incluso
psiquiatras, psicólogos forenses y aquellos miembros del sistema judicial —además de:
abogados, trabajadores sociales, agentes de la libertad condicional, policías, personal
de correccionales— que trabajan a diario con psicópatas saben poco realmente acerca
del tipo de personas con las que tratan. Este fracaso a la hora de distinguir entre
delincuentes que además son psicópatas de los que no lo son tiene terribles
consecuencias para la sociedad”.
Por otra parte es bien conocido que las personas con enfermedad mental son
más víctimas que autores de hechos violentos. Según algunos estudios los enfermos
mentales sufren actos violentos o delictivos hasta 14 veces más que la población
general.
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Alberto Fernández Liria, presidente de la Asociación Española de
Neuropsicología, agregaba, para El País en abril de 2008, que, pese a que las personas
con mentales graves representan el 3% de la población, cometen “mucho menos del
3%” de los delitos violentos. En definitiva, las personas con trastornos mentales no son
peligrosas.
Aunque les parezca extraño, los psiquiatras no somos los médicos más
agredidos por los pacientes. Curiosamente son los médicos de atención primaria, es
decir los que tratan con la población general, los que con más frecuencia reciben
agresiones por parte de las personas a las que atienden. Sin embargo la idea general,
incluso entre los médicos, es que los pacientes más violentos son los psiquiátricos. Hay
tópicos injustos y éste es uno de ellos. En tratamiento psiquiátrico están muchas
personas que nada tienen de violentas, la inmensa mayoría de los pacientes
psiquiátricos no son peligrosos. Es justo al revés, la mayoría tienen menos violencia y
demuestran menos agresividad hacia los demás que la media de la población general.
Así ocurre en los pacientes ansiosos, que son un porcentaje muy alto de los enfermos
que atendemos los psiquiatras, y también en los pacientes fóbicos; así ocurre en los
depresivos, que cuando vuelcan su violencia casi siempre lo hacen hacia sí mismos,
también en los hipocondríacos, en los obsesivos y en un larguísimo etcétera.
Además
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cuando en el lenguaje coloquial decimos de los terroristas que son enfermos mentales
o locos esquizofrénicos. ¿Pero qué tendrá que ver la esquizofrenia con el terrorismo?
Son pocos, pero hay enfermos agresivos
Pero aunque sean pocos casos, lo cierto es que a veces ocurren sucesos muy
trágicos que deben hacernos recapacitar. Creo en primer lugar que los familiares que
viven con estos enfermos deben tener mucho más apoyo por parte de las
administraciones. Es fundamental llevar a cabo el ingreso urgente de los enfermos que
están descompensados y de aquellos que no toman la medicación antipsicótica
adecuada o que ésta no les está siendo eficaz. Tristemente a veces todo son dificultades
para poder ingresar a estos pacientes. El sistema judicial, en aras de salvaguardar el
derecho a la libertad del paciente, tiende a ser poco sensible con las demandas de la
familia y tiene que darse una conducta manifiestamente violenta para obtener el auto
judicial que posibilite el traslado del enfermo a un centro de internamiento. Es lamentable
porque esa libertad que se pretende salvaguardar de nada vale cuando una persona
está gravemente enferma psíquica y de lo que carece es de otra libertad mucho más
esencial, la libertad interior. ¿De qué puede valerle a un paciente la libertad de
movimiento si es esclavo de su enfermedad, si está preso de terribles alucinaciones y
delirios?
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12. LA PSIQUIATRIZACIÓN DEL CRIMEN
Esta psiquiatrización del crimen ha dado origen al mito del paciente mental
peligroso: con bastante frecuencia los medios masivos de comunicación informan sobre
un crimen al que, enseguida y tras la entrevista a un psiquiatra o psicólogo, se le endilga
el calificativo de trastorno mental. Aunque no hay ninguna evidencia de que los llamados
pacientes psiquiátricos son más peligrosos que los normales, la situación actual apunta
más bien a todo lo contrario, el mito del paciente mental peligroso se resiste a morir.
“La mayoría de los asesinos psicopáticos no están locos, según los cánones
legales y psiquiátricos. Sus actos no son el resultado de unas mentes
trastornadas, sino de una racionalidad calculadora combinada con una
incapacidad escalofriante para tratar a los demás como seres humanos
pensantes y sensibles. Su conducta incomprensiblemente amoral, dentro de
una personalidad aparentemente normal, nos asombra y atemoriza”.
Psiquiatra PhD. Dr. Robert D. Hare
Investigaciones por más de 25 años y creador de Psychopathy Checklist
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Manifiesto del CCHR
(Comisión Internacional que Investiga los abusos y violaciones
de los Derechos Humanos por parte de la Psiquiatría)
Este informe es una revisión detallada del violento ataque al sistema de justicia
que se ha llevado a cabo en las últimas siete décadas y no sólo por criminales.
En nuestros tribunales existe una influencia oculta que mientras afirma tener
grandes conocimientos y deseos de ayudar, en realidad ha traicionado nuestros
valores más profundos y nos ha dejado una población carcelaria con un costo
altísimo para el público. Es la influencia de la psiquiatría y la psicología.
La mayoría de los asesinos en serie puede que torturen, maten y mutilen a sus
víctimas —una conducta increíble que pone a prueba nuestra concepción de la
palabra «cordura»—, pero en la mayoría de los casos no hay evidencia de que
estén trastornados, mentalmente confusos o de que sean psicóticos. Muchos de
esos asesinos son diagnosticados como psicópatas, lo que significa que están
mentalmente sanos según los cánones psiquiátricos y legales actuales, pero la
distinción entre asesinos trastornados y asesinos cuerdos pero psicópatas no
está tan clara.
En los tribunales existe una influencia oculta que mientras afirma tener grandes
conocimientos y deseos de ayudar, en realidad ha traicionado nuestros valores
más profundos y nos ha dejado una población carcelaria con un costo altísimo
para el público. Un violento ataque al sistema de justicia que se ha llevado a
cabo en las últimas siete décadas y no sólo por criminales. Es la influencia de la
psiquiatría y la psicología.
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La rehabilitación de los criminales es un sueño que hace mucho tiempo se ha
olvidado. Construimos más prisiones y aprobamos leyes mucho más severas
creyendo que actuarán como elementos disuasorios. Mientras tanto, la gente
honesta está perdiendo la fe en la justicia misma, pues ven que los criminales
despiadados evitan ir a la cárcel empleando tácticas defensivas raras e
incomprensibles.
En la década de 1940, los dirigentes psiquiátricos proclamaban la intención de
infiltrarse en el campo de las leyes para brindar una “reinterpretación y eventual
erradicación del concepto de lo correcto y lo incorrecto”.
Rees fue descaradamente franco cuando declaró: “La vida pública, la política y
la industria deben todas estar bajo la esfera de la influencia psiquiátrica.¡Si
vamos a infiltrarnos en las actividades profesionales y sociales de otras
personas, creo que debemos imitar a los totalitarios y organizar algún tipo de
actividad de quinta columna! Seamos entonces, ‘quintos columnistas’ muy en
secreto”. Rees consideró que los campos de la ley y la medicina eran los “dos
más difíciles” de “atacar”.
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trabajadoras y cada vez más desilusionadas dentro del sistema, que se den
cuenta de esto y lo limpien de estos intrusos destructivos.
Con este informe, tenemos la esperanza de ayudarte a comprender cómo ocurrió
esto. Mostramos cómo las ideologías y acciones de la psiquiatría han contribuido
al actual fracaso de la rehabilitación criminal y al incremento de los índices de
criminalidad.
La participación de la psiquiatría en
el sistema judicial es un enorme
fracaso que ha tenido un gran costo
para la sociedad.
Se debe eliminar la influencia
psiquiátrica de nuestros tribunales
para poder restaurar la justicia
efectiva.
La rehabilitación de los criminales
en miembros útiles para la sociedad
no puede suceder si psiquiatras y
psicólogos continúan debilitando el
concepto de responsabilidad
personal.
Debido a la completa falta de
validez científica, expertos médicos
y legales recomiendan eliminar los
testimonios psicológicos y
psiquiátricos de las cortes.
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14. RECOMENDACIONES PARA LOS SISTEMAS DE JUSTICIA
RECOMENDACIONES
PARA LOS SITEMAS DE JUSTICIA
1. Ante todo, se debe reconocer que cada persona es responsable de sus acciones
y se le debe poder imputar la responsabilidad de sus acciones.
2. Legisladores federales y estatales deben revocar cualquier ley que permita la
defensa por demencia y los alegatos de capacidad reducida.
3. Jueces, abogados o policías necesitan asegurar que se retire de tribunales la
evidencia psiquiátrica y que ya no se otorgue a psiquiatras y psicólogos la
categoría de "expertos". Deje que jueces y jurados decidan las cuestiones de
intención criminal como lo hacían antes de que los psiquiatras introdujeran ideas
ilógicas respecto a lo que es correcto e incorrecto.
4. Destituir a psiquiatras y psicólogos como asesores o consejeros de fuerzas
policíacas, prisiones y servicios de rehabilitación criminal y de libertad
condicional. Como los psiquiatras no tienen bases científicas para sus
afirmaciones, no les permita presentar opiniones sobre drogadicción, conducta
criminal y delincuencia o tratarlas, o sondear la supuesta conducta peligrosa.
5. Enjuiciar como infracciones criminales todos y cada uno de los casos de daño
físico causado por el uso psiquiátrico de electroshock, cirugía cerebral o
"tratamiento" abusivo de drogas.
6. Los individuos que hayan sufrido abusos de un psiquiatra o psicoterapeuta deben
presentar una denuncia policíaca respecto a todo incidente de ataque
psiquiátrico, fraude u otro crimen que hayan notado y enviar una copia de su
queja a la LEGALITAD.COM o al CCDH.
http://legalitad.com
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15. ¿QUÉ PROPONE CCHR HACER CUANDO UNA PERSONA SUFRE LO
QUE SE DENOMINA UN BROTE VIOLENTO?
Cuando una persona sufre de algún brote o evento que los psiquiatras y las
instituciones consideran "psiquiátrico' no se le debería drogar, se le debería controlar
por personal preparado y competente si es que en ese momento puntual constituye una
amenaza para él o para los demás. Pero ese control no debe implicar dañar a la persona
ni jamás drogado con potentes fármacos psicotrópicos y adjetivos que cuando no son la
causa de dichos comportamientos los agudizan aún más provocando nuevas actitudes
tipificadas otra vez como ‘trastornos mentales" para los que se dan nuevos fármacos
que no hacen más que empeorar la situación personal y social de dichas personas. Las
listas de efectos secundarios de los fármacos psicotrópicos hablan por si solas.
Para que los trastornos mentales del DSM tuvieran valor deberían estar
respaldados por pruebas científicas y físicas. Y no es así. Luego ninguna legislación
debería usarlo como base para determinar el estado mental, la competencia, el estándar
educativo o los derechos de una persona.
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El más grave de los abusos es la privación de derechos por la vía de hecho, por
la coacción. Al paciente no se informa ni se le pide consentimiento y se impide cualquier
pregunta o resistencia al tratamiento. Otras veces a través de tratamientos o
internamientos involuntarios se priva a los enfermos de los más elementales derechos
a la persona, a su integridad, a su seguridad, a su intimidad, a su libertad y a su propia
personalidad.
Por último estamos detectando abusos sobre los más indefensos los niños y los
ancianos y sobre todo personas en exclusión social que están siendo objeto de un
extremo sobre diagnóstico y tratamiento sin ninguna justificación clínica. Tenemos que
destacar sobre todo como principal signo de alarma que nos hace ver con evidencia que
se están violando los derechos, es la falta de libertad para decidir. Cuando a un paciente
no se le informa, no se le consulta sobre un tratamiento o este se le impone; esto, todo
ello es un claro signo de que se están violando los derechos.
El paciente debe poder disponer de todos y cada uno de sus derechos, a ser
informado de manera efectiva, a tener una segunda opinión clínica, a elegir cualquier
opción de tratamiento disponible o incluso a no ser atendido ni tratado. El paciente
psiquiátrico, por otra parte tiene derecho a ser informado de su diagnóstico, del
tratamiento, de los efectos secundarios y tiene derecho a rechazar tanto el diagnóstico,
como el tratamiento psiquiátrico.
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En ocasiones el propio paciente consiente en ser ingresado en una unidad
psiquiátrica convencido de que ellos servirá para curarlo o aliviar su sufrimiento. La duda
que se nos plantea muchas veces es si una persona que ingresa voluntariamente puede
salir cuando quiera por mejoría o por empeoramiento de su cuadro clínico y en principio
debemos advertir que toda persona ingresada en un centro hospitalario puede ejercer
su derecho a salir de él de forma voluntaria, firman un documento de alta voluntaria en
el que no tiene por qué justificar los motivos de su decisión; pero con frecuencia vemos
que no se permite al paciente ni a sus familiares ejercer este derecho, así como a tener
visitas o tener asistencia letrada.
Los ciudadanos libres, los pacientes tienen reconocidos unos derechos. Hay un
derecho al consentimiento informado, a una segunda opinión y a conocer las alternativas
al tratamiento farmacológico prescrito. El paciente debe ser informado de una manera
eficaz y convincente de su diagnóstico, debe estar seguro y convencido de que su
médico va por el camino correcto, y que sabe lo que hace. Además, el médico debe
convencerlo de que el tratamiento que le propone es el más adecuado y advertirle de
otros tratamientos posibles que pueda elegir; lo contrario es una impostura y una
deslealtad profesional. En la práctica esto no ocurre ya que con mucha frecuencia el
tratamiento se impone y se cambia sin ningún tipo de explicación, no ofrecen
alternativas ni una segunda opinión lo cual es contrario a la ética y al derecho.
Otro problema que tenemos es, una vez que el psiquiatra ha colocado un
paciente una etiqueta con un diagnóstico mental como quitar esas piqueta del enfermo
mental y donde ir. Hay que advertir una etiqueta no es más que una ficción que nos
podemos creer o no; el problema viene cuando esta etiqueta nos causa problemas
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sociales o descrédito personal. Hay que solicitar al psiquiatra que corrija una etiqueta
inadecuada o falsa, en caso contrario a su superior a través del colegio de médicos o
de la administración sanitaria y en última instancia a través de una reclamación judicial.
Otra opción válida es buscar otra exploración o diagnóstico independiente que pueda
contradecir la etiqueta que se nos ha puesto. Un informe de un psicólogo imparcial, un
informe de pruebas y tres objetivos realizados por un profesional imparcial pueden ser
suficientes para contradecir un diagnóstico falso, incoherente o mal hecho.
Muchos pacientes perciben ayudas y subsidios pero hay que advertir también
que esto tiene un riesgo y que puede causar problemas al paciente. El principal
problema que causan los subsidios o las pensiones por incapacidad es el propio
descrédito, porque accediendo a estas ayudas será validada una causa por las que se
solicitan el diagnóstico, uno mismo se está etiquetando como enfermo al aceptar estos
subsidios como inútil, como incapaz. Esto limita mucho las posibilidades de mejoría y
rehabilitación, de alguna manera a través de estos subsidios el paciente está vendiendo
sus derechos y puede que llegue el día en el que no los podrá recuperar. Subsidiar a un
paciente es la forma y más eficaz de neutralizar cualquier resistencia o denuncia e
incluso de recuperar la dignidad. Una vez que se accede a un subsidio y se afirma
diagnóstico el paciente queda con un estigma que no podrá borrar y que operará contra
él en cualquier procedimiento administrativo o judicial o ante cualquier discurso familiar
o de barrio, o cualquier formas de trabajo. Realmente ese dinero no ayuda nada los
pacientes que necesitan permanecer integrados plenamente la sociedad, trabajar y
tener familias.
Hay diferentes asociaciones que pueden dar apoyo y ayuda a los pacientes
psiquiátricos que tienen problemas o sufren abusos una de estas organizaciones es la
Comisión ciudadana de derechos humanos que ayuda a canalizar las denuncias que
recibe.
También hay que reconocer que pedir ayuda no es el primer paso que debe dar
un paciente el primer paso restaura su actividad, su vida social, familiar y sus amistades.
Un paciente inactivo y solitario se convierte una persona muy vulnerable y con muy poca
capacidad de defensa y recuperación. Hay que mantenerse activo y mantener y mejorar
las relaciones personales.
Los pacientes que no empiezan dando este paso suelen fracasar en sus
reclamaciones y demandas; por otra parte las vías de denuncia pueden ser los medios
de comunicación, la vía administrativa y la vía judicial en los casos más serios.
Cualquiera de las vías pasa porque el paciente se encuentre activo y apoyado por
familiares y amigos a reclamaciones administrativas y judiciales suelen ser muy
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complejas, largas y agotadoras, por lo que se recomienda el paciente que tenga la
suficiente fuerza de espíritu es suficiente apoyo emocional como para hacer frente a una
batalla que suele ser muy desigual y cruel.
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