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Con el paso del tiempo, naturalmente se producen cambios en todos los organismos vivos.
Los más evidentes son los cambios anatómicos, pero los más importantes son los cambios
en el funcionamiento de los órganos y sistemas de nuestro organismo.
Cambios Anatómicos:
Estatura: En general, crecemos hasta los 40 años y luego comenzamos a perder 1,25 mm.
por año (aproximadamente 5 cm. de pérdida a los 80 años). Esto se debe a la compactación
de los discos intervertebrales, aumento de la flexión de caderas y rodillas y aplanamiento
del arco del pie.
Músculo esqueleto: A los 80 años hay una pérdida de hasta 40% de masa muscular y los
tendones se rigidizan. El aumento de velocidad de reabsorción ósea produce osteoporosis,
más marcada en mujeres.
Sistema nervioso: El peso del encéfalo disminuye por una pérdida selectiva de neuronas
(neuronas corticales, cerebelosas e hipocampo).
Visión: Los tejidos peri orbitales se atrofian, produciendo la caída del parpado superior y
eversión del parpado inferior. El iris se hace más rígido, la pupila más pequeña y la lente se
colorea amarillo por la oxidación de triptófano.
Audición: Atrofia del canal auditivo externo con cerumen más denso y pegajoso. El
tímpano se engruesa y la cadena de huesecillos se altera en sus articulaciones. Hay
disminución de células de Corti y neuronas cocleares.
Renal: Se pierden nefrones de la corteza renal con caída de la función de hasta un 30% a
los 80 años.
Sistema reproductivo
Cambios Fisiológicos: Los cambios fisiológicos más importantes tienen que ver con los
ritmos fisiológicos, la capacidad homeostática del organismo y los mecanismos de defensa
contra infecciones.
Homeostasis: Hay mayor susceptibilidad a la hipo o hiper termia, ya que los ancianos
producen menos calor por kilo de peso. Producen menos calofríos y tienen menos
capacidad de vaso contrición con el frío, y vaso dilatación menos eficiente para sudar.
Regulan mal el agua corporal y tienen menos sensación de sed por lo que fácilmente se
deshidratan.
Cambios sociales: Conforme las personas envejecen, tienden a pasar menos tiempo con
otros. Con frecuencia, el trabajo es una fuente conveniente de contacto social; por tanto, los
que llevan mucho tiempo de jubilados tienen menos contactos sociales que los jubilados
más recientes o quienes continúan trabajando. Para algunos adultos mayores, las
enfermedades hacen más difícil salir y ver a otras personas. Los estudios también muestran
que los ancianos con frecuencia pasan por alto oportunidades para aumentar el contacto
social y es más probable que, a diferencia de los adultos más jóvenes, se sientan satisfechos
con redes sociales más pequeñas. Sin embargo, el contacto social que los ancianos sí
mantienen es más importante para su bienestar que nunca antes.
Aunque es posible que los ancianos establezcan menos relaciones cercanas que las personas
más jóvenes, tienden a sentirse bien con las que tienen. A pesar de que el tamaño de la red
social y la frecuencia de los contactos se reducen, la calidad del apoyo social evidentemente
no lo hace. Gran parte de la vida de los ancianos está enriquecida por la presencia de
amistades de mucho tiempo y miembros de la familia. Aunque es posible que los ancianos
vean a las personas con menos frecuencia, las relaciones personales continúan siendo
relevantes, quizás incluso más que antes.
Las relaciones con los miembros de la familia continúan siendo importantes a una edad
muy avanzada. Entre estas relaciones se encuentran los lazos con la familia en la que uno
crece (con padres, hermanos y hermanas) y con las nuevas familias que los hijos construyen
cuando son mayores. En muchos países la familia nuclear, una familia de dos generaciones
conformada por padres y sus hijos en crecimiento, es la unidad familiar común. Los hijos
adultos y los padres por lo general quieren ser mutuamente
independientes. El lazo entre los hijos en la adultez media y sus padres ancianos es fuerte,
se nutre de los vínculos más tempranos y continúa a lo largo del resto de sus vidas. Las
relaciones entre la mayoría de las personas en la adultez media y sus padres son cercanas y
se basan en un contacto frecuente y en la ayuda mutua.
Muchas personas en la adultez media consideran a sus padres más objetivamente que antes,
los ven como individuos que tienen tanto fortalezas como debilidades. Algo más ocurre
durante estos años: un día un hijo o hija ve a su madre o padre y lo ve como anciano, y este
descubrimiento puede ser estresante. Por otra parte, los ancianos pueden observar a un hijo
en la adultez media que está en la cima de sus logros con una nueva y más respetuosa
mirada.
El equilibrio de la ayuda mutua que fluye entre los padres y sus hijos adultos tiende a
cambiar conforme los padres envejecen, cuando los hijos proporcionan una mayor cantidad
de apoyo. Sin embargo, incluso ahí, los ancianos realizan importantes aportaciones al
bienestar familiar, por ejemplo, a través de labores domésticas y cuidado de los niños.
Los padres ancianos cuyos hijos enfrentan problemas serios tienen más probabilidad de
deprimirse. Para las madres las relaciones más estresantes son aquellas en las que una hija
ha perdido contacto con la familia; para los padres, las relaciones más estresantes son con
los hijos que continuaban dependiendo emocional y financieramente de ellos.
Es probable que lo ancianos se depriman si necesitan ayuda de sus hijos. En una sociedad
en la que ambas generaciones valoran su independencia, la posibilidad de ser dependiente
puede resultar desmoralizadora. Los padres no quieren ser una carga o agotar los recursos
de sus hijos. Aunque los padres también pueden deprimirse si temen que sus hijos no los
cuidarán.
Desorientación: Hay dificultad para saber la fecha correcta y aún cuando viven
muchos años en el mismo vecindario no pueden ubicar las calles y hay el riesgo de
perderse.
Problemas para reconocer rostros. Inicialmente confunden rostros de personas
conocidas y luego olvidan sus rostros. Pueden ver al vecino de muchos años y no
logran determinar quien es. Cuando la enfermedad avanza, la persona con el mal al
verse en el espejo no se reconoce.
En las etapas iniciales de la enfermedad de Parkinson, el rostro puede tener una expresión
leve o nula. Es posible que los brazos no se balanceen cuando caminas. El habla puede
volverse suave o incomprensible. Los síntomas de la enfermedad de Parkinson se agravan a
medida que esta progresa con el tiempo.
Rigidez muscular: La rigidez muscular puede ocurrir en cualquier parte del cuerpo.
Los músculos rígidos pueden ser dolorosos y limitar tu posibilidad de movimiento.
*Características de Huntington:
*Trastornos cognitivos:
Falta de control de los impulsos, que puede tener como consecuencia arrebatos,
actuar sin pensar y promiscuidad sexual
*Trastornos psiquiátricos:
Retraimiento social
Insomnio
Fatiga y pérdida de energía
Los síntomas de la demencia vascular varían, según la parte del cerebro donde disminuye el
flujo sanguíneo. Los síntomas suelen coincidir con los de otros tipos de demencia, en
especial con la demencia de la enfermedad de Alzheimer.
Desorientación
Intranquilidad y agitación
Marcha inestable
Depresión o apatía