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límite.
1. Esfuerzos frenéticos para evitar un abandono real o imaginario
A. Diagnóstico Funcional
Listado de conductas adaptativas o funcionales
Búsqueda y aceptación de ayuda externa
Asistencia de las sesiones asignadas
Ser reconocido por su arte, sin perder su identidad
Retomar estudios universitarios
Reconocimiento de sus habilidades académicas
reconocimiento de dificultades para entablar relaciones interpersonales
Distorsiones Cognitivas
El negativismo: se agrandan las cosas negativas y no se perciben o se
desvalorizan las positivas en uno o en los demás.
Una forma características del negativismo es la realización de presagios y
predicciones negativas: “seguro que no aprobare”, “cuando tenga que
acudir a la cita, seguro que caigo mal”
El evaluado manifestó las siguientes frases: “así trate, seguro que no me
van a entender”.
El pensamiento polarizado, blanco o negro: no se ven los términos
medios, la realidad se percibe de una manera polarizada y extremista: o
se es maravilloso, o se es horrible, o se es fuerte se es débil. El mundo es
en blanco o negro, no hay grises.
El evaluado manifestó las siguientes frases: “no hay nada que pueda hacer
para mejorar la relación con mis padres, “mis padres nunca cambiaran”,
“mi papá jamás aceptara mi orientación sexual”.
Nunca, nada y jamás.
W.
Criterio 5: Comportamientos intensos o amenazas suicidas
recurrentes, comportamiento de automutilación.
X. Este criterio abarca muchas de las reacciones por las que los pacientes
con TLP acuden a Urgencias o son hospitalizados.
Y. Bajo mi punto de vista, para entender este criterio hay que entender los
“disparadores”; la motivación detrás de la conducta “aparentemente
desadaptativa”. Los comportamientos intensos, las amenazas suicidas
y los comportamientos autodestructivos como la automutilación suelen
ser interpretados como chantajes y manipulaciones cuando en
realidad, en la mayor parte de los casos, son una manera efectiva que
ha encontrado el paciente para hacer frente a emociones difíciles de
tolerar y para poder calmarse.
Z. Las personas con este diagnóstico son conocidas por presentar una
elevada hipersensibilidad y una dificultad tremenda para tolerar y
manejar las emociones negativas.
DD.
KK. Las personas que cumplen este criterio son especialmente vulnerables
a los factores externos.
QQ. Cuando una persona necesita de los demás para sentirse más
“lleno” o “menos vacío”, se sitúa en una postura muy vulnerable pues
depende de factores externos para sentirse mejor.
VV. Los arranques de ira pueden ser aterradores. La persona puede dar la
impresión de que está totalmente fuera de control, “desencajada”
actuando por impulsos y sin importarle las consecuencias de su
conducta. La realidad, es que en ese momento no lo puede evitar,
aunque en muchas ocasiones sea consciente de que lo que está
haciendo apartará aún más a las personas de su lado (15). Cuando se
enfadan con alguien, es como si ese alguien dejase de ser una persona
con sentimientos, se convierte en el objeto de su odio y la causa de su
malestar; en el enemigo. Aunque algunas de las personas con este
diagnóstico pueden ser emocionalmente (incluso físicamente)
abusivas, es importante comprender que por lo general no intentan
hacer daño. En muchas ocasiones lo que ocurre es que una emoción
primaria (miedo por ejemplo) se convierte en una emoción secundaria
(vergüenza por haber sentido miedo) y al no tener recursos más
adaptativos, acaban utilizando mecanismos de defensa que en muchos
casos no son conscientes de utilizar y que necesitan aprender a
identificar para poder empezar a generar cambios. A veces, detrás de
estas reacciones “incomprensibles” Encontramos un temor al
abandono (relacionado con el criterio 1), una búsqueda de aceptación
o de interés (a veces lo que intenta la persona afectada es que la otra
persona le tranquilice y garantice que va a seguir ahí, que no va a ser
abandonada) y en ocasiones una dificultad para relacionarse de
manera satisfactoria con los demás (criterio 2, relaciones
interpersonales inestables e intensas).
XX. Las personas con TLP son conocidas por actuar de manera impulsiva,
sin pararse a pensar en las consecuencias de sus acciones. Algunos
se mueven por el deseo o la intensidad del momento, por la excitación
de la situación o por la posible recompensa inmediata y/o ratificación.
En otros casos, la persona se mueve por auténtica desesperación, por
angustia y por sentirse incapaz de “frenar” una vez ha pasado “a la
acción”. A veces la persona se da cuenta de lo que está haciendo y
esto le frustra mucho más. Ejemplo “sabía que estaba metiendo la pata
hasta el fondo, lo vi en sus ojos, sabía que estaba asustado y que no
querría volver a verme pero no podía parar; darme cuenta de eso me
activaba muchísimo más”. Este ejemplo sería un claro ejemplo de la
dificultad para tolerar las emociones y para regularlas de manera
efectiva.