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Todos los derechos reservados. Se autoriza la reproducción parcial sin fines de lucro, citando la fuente.
2 Este documento ha sido elaborado por SESAN con la asistencia técnica y financiera de UNICEF Guatemala.
Dirección
Rafael Salinas
Orientación técnica
Analuisa Guillén
Investigador principal
Luis P. Chang
Investigadores asociados
Ana Isabel Enriquez
María Anaisabel Galindo
Agradecimientos especiales
Consultoras de Campo: Gloria Ac, Kenverlín Agustín, Amalia Chub, Virginia Cum, Elizabeth Esteban, Hilaria Guzmán,
Eulalia Ortiz, Sonia Pérez, Brenda Pú, Iris Ren, Reyna Saquic, Bárbara Sosof y Mayra Xinico
Factores socioculturales que inciden en la desnutrición crónica
CONTENIDO
INTRODUCCIÓN 7
OBJETIVO DE LA INVESTIGACIÓN 8
UNIDAD DE ESTUDIO 8
METODOLOGÍA 9
Técnicas etnográficas 9
Establecimiento de una relación de confianza 9
Selección de la muestra 10
Recolección y sistematización de la información 12
Análisis de la información y restitución de resultados 12
RESULTADOS PRINCIPALES 15
I. Percepciones, comportamientos y prácticas alimentarias 15
A. Los tiempos de comida 15
B. Prácticas de higiene personal y del hogar 16 3
C. Buena alimentación y mala alimentación 19
D. Alimentos calientes y alimentos fríos 20
E. Percepciones de la desnutrición 22
F. Una falta de priorización de las buenas prácticas alimentarias 25
II. Factores coadyuvantes de la inseguridad alimentaria y nutricional 26
A. Dinámicas familiares 26
1. Ingresos económicos 27
2. Roles, relaciones intrafamiliares y poder de decisión 29
3. Violencia Intrafamiliar 31
4. Paternidad irresponsable y maternidad en soledad 33
B. Alcoholismo 34
1. Acceso y consumo de bebidas alcohólicas 34
2. Razones y justificaciones del consumo de alcohol 35
3. Daños físicos y psicológicos causados por el alcoholismo 37
4. Desintegración familiar 38
5. La economía del hogar fragilizada 38
6. Impacto en el bienestar de los hijos y de las hijas 40
Estudio cualitativo con enfoque antropológico en familias rurales de Guatemala
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Factores socioculturales que inciden en la desnutrición crónica
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Factores socioculturales que inciden en la desnutrición crónica
INTRODUCCIÓN
El Pacto Hambre Cero –PPH0– tiene como objetivos disminuir la prevalencia de desnutri-
ción crónica, evitar y reducir las muertes por desnutrición aguda y enfrentar la pobreza,
promoviendo el desarrollo que lleve a su erradicación1.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define a la Equidad de Género como “la impar-
cialidad en la distribución de beneficios y responsabilidades entre hombres y mujeres” recono-
ciendo que “el hombre y la mujer tienen distintas necesidades y gozan de distinto poder, y que
esas diferencias deben determinarse y abordarse con miras a corregir el desequilibrio entre los
sexos”5. También precisa a través de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) que la 7
interculturalidad “puede ser entendida como la habilidad para reconocer, armonizar y nego-
ciar las innumerables diferencias que existen al interior de cada sociedad” y que “aspira al reco-
nocimiento y valoración de conocimientos y prácticas de salud locales —así como a la incorpo-
ración de las mismas dentro de los sistemas de salud convencionales— como una herramienta
no sólo para la aceptabilidad de los sistemas de salud y para la consolidación de un sistema más
equitativo y participativo, sino para lograr, además, un mundo más justo y humano”6.
1
Plan del Pacto Hambre Cero. Gobierno de Guatemala. 2012. Pág. 8
2
Encuesta Nacional de Salud Materno Infantil 2008 (ENSMI–2008/09). Ministerio de Salud Pública
y Asistencia Social (MSPAS)/Instituto Nacional de Estadística (INE)/Centros de Control y Prevención de
Enfermedades (CDC). Guatemala, 2010. Págs. 308 – 310.
3
El progreso de las mujeres en el mundo 2011-2012: En busca de la justicia. ONU Mujeres. 2011. Pág. 106.
4
Informe sobre Desarrollo Humano 2013, Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo. 2013. Pág. 5.
5
Política de la OMS en materia de género. Organización Mundial de la Salud, 2002. Pág. 5.
6
Una visión de salud intercultural para los pueblos indígenas de las Américas, D.C: Organización Panamericana de la Salud,
2008. Pág. 11.
Estudio cualitativo con enfoque antropológico en familias rurales de Guatemala
OBJETIVO DE LA INVESTIGACIÓN
Esta investigación tuvo como propósito principal comprobar que:
La vulnerabilidad latente en las personas del área rural, la población indígena y las mujeres
a la desnutrición crónica está determinada por percepciones, creencias, comportamientos,
prácticas y costumbres que surgen de las dinámicas familiares transmitidas generacional-
mente y circunstancias específicas a estos grupos poblacionales.
• Emitir recomendaciones que aporten a la implementación del Plan del Pacto Ham-
8 bre Cero –PPH0– en su transición hacia la plena pertinencia cultural.
UNIDAD DE ESTUDIO
La unidad de estudio de esta investigación fue la familia, definiéndola como el conjunto
de personas que comparten una relación parental o filial y la misma vivienda. Es el entorno
familiar que determina la mayoría de las percepciones, los comportamientos y las prácticas
alimentarias de una persona, así como los factores sociales y culturales que influyen en su
seguridad alimentaria y nutricional y en su bienestar físico y mental. Según la OPS, “la fami-
lia es el primer sistema social donde se inicia la transmisión de valores, roles, creencias, mitos,
conocimientos y prácticas. […] La interacción entre el niño y sus cuidadores durante los prime-
ros años de vida tiene un impacto decisivo en su desarrollo como ser humano, en su capacidad
de aprender, regular y controlar sus emociones y comportamientos, y en cómo evitar los riesgos
de contraer enfermedades. La familia tiene la responsabilidad fundamental de criar y proteger
a los niños/as, así como de introducirlos a la cultura, valores y normas sociales”7.
METODOLOGÍA
Técnicas etnográficas
Este estudio contó con dos formas de recolección de datos: la observación participativa
y los diálogos, sean estructurados o informales, sumergiéndose en la vida cotidiana de la
comunidad y de las familias. Esto permitió la revelación de información que no estaba al
alcance de una simple entrevista, aumentando el conocimiento y la comprensión de la per-
sona y de la comunidad en el contexto en el que vive. La presencia continua y duradera
fue determinante en este aspecto, ya que dio la oportunidad de interactuar de la manera
más auténtica posible, participando en las actividades diarias y así presenciar y recolectar
los sentimientos, percepciones, comportamientos, discursos y acciones más cercanos a la
realidad de las personas.
9
A través de conversaciones informales, se buscó ampliar la información de interés, dirigién-
dolas hacia los temas que se querían profundizar y enfocándolas hacia la información rele-
vante. En algunos casos, se requirió de la grabación de algunos testimonios para ampliar y
ejemplificar la información. Las grabaciones se llevaron a cabo únicamente con la autoriza-
ción de la persona y de manera confidencial.
En la misma línea, se contó con la presencia de una consultora de campo en cada comuni-
dad, quien fue la encargada de visitar a las familias y recolectar la información necesaria. El
equipo de consultoras de campo fue conformado por mujeres únicamente, que dominaran
el idioma local y que conocieran bien el área de trabajo, siendo originarias del área o ha-
biendo tenido una experiencia significativa en ella. Esto se debió a la necesidad de poder
generar la relación de confianza con las familias y lograr generar una información más pro-
funda y veraz, siendo las madres las principales interlocutoras por estar más frecuentemen-
te en el hogar.
Selección de la muestra
El tamaño de la muestra fue determinado por la disponibilidad de recursos para el estudio,
por lo que se recogió la información en un número reducido de familias de 12 comunidades
de diferentes áreas del país.
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Para consagrar el tiempo requerido para mantener una frecuencia alta de las visitas y poder
desarrollar una relación de confianza suficiente, se determinó un número de 8 familias en
cada una de las 12 comunidades, elevando a 96 el número de familias que conformaron la
muestra. Este número permitió realizar con cada familia un promedio de 2 visitas a la se-
mana de 3 horas cada una, para un total por familia de más de 50 horas o de 18 momentos
de observación aproximadamente durante todo el proceso de recolección de información.
La selección de las 8 familias dentro de cada comunidad fue llevada a cabo con el apoyo de
diferentes actores comunitarios, por medio de visitas domiciliarias o asambleas generales.
Antes de validar la selección de cada familia, fue cerciorada su buena voluntad a participar
en la investigación, para evitar toda incomodidad al momento de las visitas y minimizar
cualquier desistimiento en el transcurso del período de recolección de información.
Factores socioculturales que inciden en la desnutrición crónica
De las 96 familias seleccionadas: a) 57 son nucleares, compuestas por un padre, una madre
y hasta 11 hijos; b) 35 son extendidas, conformadas por más de dos generaciones o por la
presencia en el hogar de otros familiares como cuñados y cuñadas, yernos y nueras, tíos y
tías del hombre o la mujer quien posee la vivienda; y c) 4 son monoparentales, formadas
por una madre con 3 hasta 8 niños y niñas bajo su cuidado.
Figura No.1
Mapa de las comunidades determinadas en la selección de la muestra
11
Fuente:
Censo de Talla
a Escolares 2008
(SESAN/MINEDUC)
Para completar el proceso, al finalizar la última semana de trabajo de campo, se realizó una
restitución de la información junto a las consultoras para compartir, comparar y discutir los
hallazgos principales en cada una de las comunidades.
Para poder facilitar el análisis de la información, se desarrolló una matriz de datos en la cual
se codificaron las informaciones cualitativas y cuantitativas recogidas en cada una de las
96 familias. Esto permitió determinar con más precisión las tendencias observadas en cada
comunidad así como en el total de las familias. Los datos cuantitativos extraídos de las in-
formaciones cualitativas recogidas en el campo cumplen solamente una función ilustrativa
y no tienen representatividad estadística. Esta matriz permitió:
• Poder comparar las situaciones observadas entre las familias y entre las comunida-
des participantes en el estudio.
Taller de Capacitación
- Capacitación de técnicas de
Semana recolección de información
1 - Estandarización de
i nstrumentos de recolección
de datos
Visitas
Domiciliarias Monitoreo de Avances 13
- Relación de - Revisión y análisis de productos
Reuniones Quincenales semanales
Semanas - Conversaciones - Estandarización de productos - Comunicación diaria a
Entrevistas
d istancia para monitoreo de la
3 - 10 informales
- Actores
a entregar
recolección de información y
- Observación c omunitarios - Socialización de experiencias resolución de dudas
participativa y avances con demás
- Proveedores de
- Participación en c onsultoras de campo
salud públicos - Visitas de campo a cada
actividades del - Resolución de dudas y c onsultora para apoyo y
- Otros actores
hogar corroboración de la información
SAN
Semana
11 Recaudación de Información
Análisis de la Información
Asistencia a Distancia - Extracción de información
Semanas
- Apoyo de las consultoras en
13 - 20 la corroboración de los datos según temas y subtemas de investigación
encontrados
- Análisis y Discusión de resultados preliminares
Semanas
Elaboración de Informe
21 - 24 de la Investigación
Estudio cualitativo con enfoque antropológico en familias rurales de Guatemala
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Factores socioculturales que inciden en la desnutrición crónica
RESULTADOS PRINCIPALES
I. Percepciones, comportamientos y
prácticas alimentarias
Comprender las percepciones que rigen los comportamientos y las prácticas alimentarias
fue lo que requirió más tiempo, muchas estando internalizadas por las personas y sien-
do transmitidas de generación en generación desde una temprana edad. La relación de
confianza establecida con las familias fue la que permitió que las personas no se sintieran
incómodas al momento de seleccionar, preparar, repartir y consumir los alimentos durante
las visitas. De la misma manera, al no sentirse observados o juzgados, las conversaciones
alrededor de sus percepciones sobre la alimentación y la nutrición se desarrollaron lo más
natural posible. Esto permitió identificar algunos elementos subconscientes que determi-
nan estas percepciones y así entender mejor las prácticas alimentarias dentro del hogar.
Cuatro familias realizan un solo tiempo de comida, una reportada en Parajbey, dos en Santa
Isabel y una en Asunción Chivoc. De ésta última, una mujer comentó: “No preparo comida
porque los niños no comen lo que uno les prepara y ésta se echa a perder”. Sin embargo,
según las observaciones, los niños sí piden comida a la madre, pero ella no atiende y por lo
general los silencia o les dice que no hay alimentos. Lo único que les puede dar es un poco
de atol y en otras ocasiones les da dinero para que compren golosinas.
Según lo observado, más de tres cuartos de las familias consumen alimentos entre los tiem-
pos de comida idealmente establecidos. En estas ocasiones se consume atoles, tortillas o
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frutas de temporada, como los mangos y los jocotes, pero también gaseosas, pan dulce y
comida chatarra.
Por otra parte, más de la mitad de la población dispone de alimentos que producen dentro
de su terreno, como árboles frutales, hierbas y otros que hayan crecido y plantado en el
terreno de la vivienda. En cuanto a los animales comestibles como aves de corral, ganado
vacuno o porcino, se observó que más de dos tercios de la población poseen alguno. En
Parajbey, Santa Isabel, El Terrero Pinalitos, Las Agujitas, Asunción Chivoc y Chimolón, todas
las familias participantes tienen animales comestibles, en su mayoría aves de corral.
Del total de familias observadas, 7 familias mencionaron tener terreno propio para el culti-
vo de sus alimentos. Más de tres cuartos de las familias piden prestado o alquilan un terreno
para cultivar, pagando o retribuyendo en especie al propietario y menos de un cuarto de la
población no cuenta con terreno para cultivo, obteniendo sus alimentos mayoritariamente
a través de la compra.
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Se constató que muchos de los niños se mantienen todo el día con la ropa, las manos, la
cara y el pelo sucios, y muchos de los hogares no se limpian con frecuencia. En Chió, la con-
sultora de campo observó que una mujer de una de las familias no depositaba los pañales
sucios de su hija en la basura al momento de cambiarla sino que los tiraba debajo del sillón.
Al preguntarle por qué los dejaba allí y no en la basura, la mujer contestó que los dejaba
debajo del sillón por falta de tiempo. Sin embargo, según lo observado por la consultora,
cada día que pasó, los pañales seguían acumulándose.
Es común, en la mayoría de los hogares, que los animales entren y salgan de la casa a todo
momento y que tengan contacto directo con la comida y los utensilios de la cocina. En Chió,
se mencionó una de las costumbres q’eqchi’ que consiste en dejar a las gallinas empollar en
cuartos calientes como el dormitorio o la cocina para tener más pollos. Los animales que
entran a las casas son por lo general las aves de corral, las mascotas y los cerdos. La estruc-
tura de las habitaciones también es otro factor que influye en la higiene del hogar, debido a
que más de dos tercios de la población no cuentan con una separación de ambientes entre
la cocina y las habitaciones.
Factores socioculturales que inciden en la desnutrición crónica
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Algunas familias sí mantenían sus hogares limpios, mayormente en aquellos hogares en
donde las habitaciones están completamente apartadas la una de la otra. Sin embargo, se
observó cierta falta de comprensión de las recomendaciones de higiene, ya que en algunos
de los hogares, a pesar de mantener los utensilios de la cocina ordenados y limpios, existe
un contacto frecuente con los animales domésticos.
En cuanto a la higiene de los alimentos y los utensilios, la mayoría de las personas men-
cionaron saber que se lavan las manos y los alimentos antes de consumirlos, así como los
utensilios antes de utilizarlos para cocinar. Sin embargo, algunas no ponen en práctica los
consejos o saberes ya que olvidan lavar los alimentos antes de prepararlos, así como lavarse
las manos después de realizar una actividad que lo amerite.
Es necesario resaltar que más de la mitad de las familias no cuenta con agua entubada
ni drenaje, limitándose a utilizar agua de manantiales, en su mayoría contaminados, y de
lluvia, no necesariamente purificada, siendo en algunos casos un problema a nivel comu-
nitario.
En Chió, la mayoría de personas no tienen acceso directo al agua potable, ya que no todos
los días llega el agua a la comunidad. Por lo general almacenan durante una semana el agua
en toneles que se mantienen al descubierto y rara vez acceden al agua potable o entubada
debido a su alto costo.
da de lluvias, ésta contiene más residuos, por lo que algunas familias la mantienen dentro
de pequeños estanques esperando así purificarla, mientras que la mayoría utilizan el agua
de lluvia sin realizar los pasos adecuados para tratarla.
En Los Cipreses, la mayoría de familias deben de dejar un recipiente para poder acumular el
agua de lluvia que se escurre por los techos de lámina y esperar cierto tiempo para que los
residuos se depositen. Además, el agua que se acumula es insuficiente para la cantidad de
habitantes del hogar. Se cuenta también con el agua de un riachuelo, en donde las perso-
nas llegan a lavar la ropa, contaminándola aún más.
Para muchas familias, es la pila en donde se acumula el agua recogida y se ejecutan todas
las actividades referentes al lavado de utensilios, lavado de manos, de dientes y de ropa.
Al momento de lavar los utensilios, las familias por lo general no utilizan jabón, sino que
se limitan a lavarlos solo con agua. A pesar que se les ha enseñado que deben hervir el
agua antes de consumirla o utilizarla para la limpieza de alimentos, no todas las mujeres lo
realizan. Estas circunstancias impiden la salubridad del hogar, independientemente de las
prácticas de higiene.
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Factores socioculturales que inciden en la desnutrición crónica
La tortilla, y en menor medida el frijol, son los únicos alimentos presentes en la dieta ali-
mentaria de manera constante. A pesar de su consumo casi sistemático en cada tiempo de
comida, este no con lleva una percepción positiva o negativa de manera consciente ya que
está completamente internalizado dentro de sus prácticas alimentarias. No es cuestionado
ni calificado como bueno o malo, ya que resulta inconcebible no consumir estos alimentos
de manera cotidiana. En cierta medida, a pesar que el consumo de un alimento pueda ser
considerado como benéfico, este es secundario al consumo de tortillas y de frijol.
A pesar de su bajo consumo, todas las familias mencionaron tener una buena percepción
de las frutas y las verduras, por su alto nivel de vitaminas. De la misma forma, todas mencio-
naron tener una mala percepción de la comida chatarra, aun cuando son consumidas con
frecuencia, debido al bajo nivel nutricional que estos pueden aportar al cuerpo y porque así
se les ha informado en el Puesto de Salud.
En cuanto a los alimentos procesados como las pastas, las sopas instantáneas, el consomé o
las galletas, más de la mitad de las familias que mencionaron este tipo de alimentos expre-
saron tener una buena percepción de ellos, debido a que son de fácil acceso, económicos
y son considerados “alimentos que llenan”. En Xemamatz’e, una mujer que tiene un hijo con
desnutrición crónica comentó que la comadrona le recomendó preparar fideos para que
el niño se alimentara cuando él lo deseara, ya que es un alimento que llena rápido. Cabe
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mencionar que las personas que tienen una buena percepción de los alimentos procesados
no necesariamente expresaron que eran alimentos nutritivos.
La idea que las personas tienen de una buena alimentación no depende únicamente de la
percepción que se tenga del alimento, sino que también de las prácticas de higiene y de
preparación y conservación de los alimentos, así como del control que tienen los padres
de lo que cada uno de los miembros de la familia pueda consumir. Una mujer de Parajbey
mencionó: “La buena alimentación es cuando las cosas están bien preparadas, cuando está
bien limpio y bien cocido, y mala alimentación es cuando las cosas están en mal estado o no
están bien preparadas, cuando las cosas no están limpias y cuando no se lavan las manos”.
20
De las doce comunidades estudiadas, solo la comunidad de Las Agujitas, Jalapa, no pre-
sentó hábitos de alimentación determinados por esta clasificación. Cabe mencionar que a
diferencia de las demás comunidades, casi todos sus habitantes ya solo hablan el español.
Se observó que esta clasificación tiende a determinar la manera de preparar, cocinar y con-
sumir ciertos alimentos. La gran mayoría de las familias coincidieron en que los alimentos
clasificados como calientes benefician habitualmente al cuerpo, ya que mantienen su tem-
peratura e impiden que se enfríe. Por otro lado, los alimentos clasificados como fríos son
aquellos que deben consumirse con moderación, debido a las alteraciones que pueden
causar en el cuerpo, como cambios de temperatura física, dolor de estómago y diarrea. Es
por eso que muchas madres no recomiendan el consumo de estos alimentos a los niños y a
las mujeres embarazadas o en período de lactancia. Una mujer de El Terrero Pinalitos men-
cionó: “Las comidas frías son el aguacate, el bledo y el queso, y porque son fríos les provoca
dolor de estómago y diarrea a los niños. Se les cae la matriz a las mamás por el bledo. Las
comidas calientes son el huevo, caldo de res, pollo de rancho y el frijol, que además tienen
vitaminas”. Sin embargo, los alimentos fríos no son necesariamente considerados como no-
civos, ya que una gran parte de frutas y verduras fueron reportadas como alimentos fríos,
como el güisquil o el banano, pero son consideradas por casi todas las familias como parte
de una buena alimentación. Esto puede explicar en parte su consumo moderado.
Es importante resaltar que esta temperatura simbólica del cuerpo, a pesar de ser caliente, no
debe ser alterada, tanto por un consumo significativo de alimentos fríos, como por la inges-
tión excesiva de alimentos calientes. Se busca, a través de la alimentación, mantener este
equilibrio dentro del cuerpo. Las mujeres que han sufrido de un aborto también pueden
basar su alimentación en esta clasificación, así como lo menciona una mujer de El Terrero
Pinalitos: “Mi nuera, a quien se le murió el bebé, no puede comer queso, carne de cerdo y
pan porque le hace mal en el estómago, porque es frío. Solo come huevos en caldo, fideo y
hierbas. El aguacate no puede comerlo porque es frío. El frijol puede comerlo pero solo en
caldo porque es muy caliente”. A esta mujer se le prohibió consumir alimentos fríos ya que,
al haber perdido mucha sangre durante el aborto, necesitaba recuperar el calor de su cuerpo
por medio del consumo de alimentos calientes.
Los resultados obtenidos de este sistema binario de alimentación no pueden ser explicados
en su totalidad de manera precisa, ni dar razones por las cuales un alimento es consumido
o no. Por el amplio espectro de temáticas abordadas en este estudio, su diseño no permitió
Estudio cualitativo con enfoque antropológico en familias rurales de Guatemala
profundizar más allá de estos hallazgos. Sin embargo, fue posible identificar algunas va-
riaciones entre las comunidades estudiadas, y en algunos casos entre las familias, según la
manera de clasificar los alimentos. De esta manera, una familia puede considerar el tomate
como un alimento frío y otra como un alimento caliente. Esta clasificación es transmitida de
generación en generación y en la actualidad, la mayoría de las personas no pueden explicar
las razones que determinan la temperatura simbólica de un alimento.
E. Percepciones de la desnutrición
Se pudo identificar una falta de conocimiento sobre lo que es la desnutrición y los dife-
rentes tipos, causas, síntomas y por ende, consecuencias de ésta. Así mismo, la mayoría de
las personas ven las situaciones de desnutrición en sus hijos como normal y no como una
prioridad. Sin embargo, al hacer el recuento de infantes con presencia de desnutrición cró-
nica, la mitad de las familias reportaron al menos un niño con un historial de desnutrición
crónica.
La mayoría de las familias entienden que la desnutrición se debe a la mala y escasa alimen-
tación de los niños. Asimismo, mencionan varios síntomas como el estómago pronunciado,
el cabello claro, debilitamiento y delgadez, bajo peso y talla. Sin embargo, muchas madres
22 mencionaron no haber conocido el estado de desnutrición de sus hijos hasta en el momen-
to que el Centro de Salud u otra institución se los indicó. Otras, a pesar de aceptar la des-
nutrición de sus hijos, desconocen las razones. Una mujer de El Terrero Pinalitos mencionó:
“No entiendo por qué mis hijos no engordan, si toman mucha bebida, toman agua hervida
y comen dos tortillas a diario”.
En la comunidad de Lajas Oquén, las personas ven la desnutrición como el resultado de una
serie de factores: los niños se enferman del estómago o de fiebre, luego dejan de comer y
en consecuencia se desnutren. Por lo general, son llevados a la consulta médica solo cuan-
do ven que el malestar no cesa o porque la situación se complica.
23
Sin embargo, cada familia atribuye la desnutrición a varias razones. En Santa Isabel, las per-
sonas la relacionan a la falta de higiene de los niños. Una mujer expresó: “Se da cuando las
mamás no lavan las manos de los niños antes de comer, por no barrer la casa, no lavar los
trastes y no dar de comer a los niños verduras y frutas recomendadas por el Centro de Sa-
lud, como también se da en las embarazadas cuando ellas dejan de comer”. Asimismo, son
conscientes que la falta de recursos económicos también es un agregado a la desnutrición.
Otra mujer de la misma comunidad mencionó: “Se da por falta de recursos económicos ya
que no pueden comprar verduras para ellos. Y también por comer sólo dos veces al día y por
eso es que los niños no crecen, solo se mantienen enfermos y no comen”.
Existen familias que normalizan la delgadez de los niños y la ven como hereditaria, por lo
que no le ponen mayor importancia. Una mujer de Santa Isabel expresó: “Tal vez es cuando
los niños se ponen muy delgados. Pero hay veces que el niño es muy delgado porque el papá
es delgado. ¿Qué puede hacer uno para engordarlo?”
Muchas mujeres no comprenden por qué existen niños que sufren de desnutrición cuando
están de constitución “gorda”. Una mujer de Lajas Oquén expresó cierto escepticismo ante
el personal del Centro de Salud, ya que no cree lo que les dice sobre el tema de desnutri-
ción: “Las educadoras del Centro de Salud dicen que cuando un niño es tan delgado es por-
que está desnutrido. Y lo que yo no entiendo es que hay niños gorditos y dicen que también
son desnutridos. Y eso si no creo”.
La mayoría, al no encontrar cura para sus hijos desnutridos, prueban diferentes remedios
y auto medican a sus hijos. Para ellas, la desnutrición es consecuencia de una enfermedad
24
Factores socioculturales que inciden en la desnutrición crónica
La falta de poder económico es el principal factor que las familias mencionaron para no po-
25
der priorizar las buenas prácticas de alimentación. A pesar que muchas familias expresaron
la importancia de dar a los niños una buena alimentación, las personas no tienen acceso
por la escasez de recursos económicos. Una mujer de La Libertad justificó la poca variedad
de la alimentación de su familia por la falta de poder económico: “Yo sólo dependo de mi
esposo y mis hijos, porque yo no sé leer. Mi esposo gana para el maíz y tengo que buscar que
comer. Mi única salida son las hierbas cerca de la casa, pero somos tantos que tampoco nos
llenamos al comer. Lo que gana mi esposo es para sobrevivir cada día. Aquí no hay trabajo
y si hay es muy poco lo que dan”.
En esa misma comunidad, seis de las familias visitadas dijeron comer sólo dos veces al día
para evitar gastos. Desayunan una vez en la mañana y comen una segunda vez en la tarde
cuando regresa el esposo de trabajar. En una de las visitas domiciliarias, se le preguntó a un
hombre el número de tiempos de comida al día con los que cuenta su familia, y él contestó:
“Dos veces nada más. Somos tantos y no gano mucho para comer tres veces al día. Nosotros
solo comemos frijol, Protemás, arroz, fideos y una vez a la semana una librita de pollo o de
carnita, si hay pisto. No alcanza el pisto, por eso ahora mi hijo ya no va a la escuela, para que
me ayude con el gasto”.
Muchos prefieren vender un buen alimento antes que consumirlo, ya que pueden, con las
ganancias, comprar un alimento que abunde más, aunque su consumo no mejore ni diver-
sifique su alimentación. Las familias que juntan frutas y verduras de temporada para vender
rara vez las consumen. Un señor de Chimolón mencionó comprar pacayas para luego ven-
derlas junto con las que crecen en su propio terreno. Cada red de varias decenas de pacayas
es vendida por Q60. Sin embargo, no las consumen.
Estudio cualitativo con enfoque antropológico en familias rurales de Guatemala
Por otro lado, muchas mujeres afirmaron disponer de muy poco tiempo para llevar a cabo
todas las actividades diarias relativas a la seguridad alimentaria del hogar. El tiempo dedi-
cado a preparación de los alimentos es bastante corto en comparación a otras actividades,
como la elaboración de tejidos y el lavado de ropa ajena como fuente de ingresos econó-
micos para la familia o la participación en actividades religiosas. Ante la poca estabilidad
económica, algunas han tenido que optar por buscar trabajo fuera de los hogares para po-
der cubrir las necesidades de la familia. En Asunción Chivoc, una mujer mencionó que no
prepara almuerzo por la falta de tiempo, dejando un huevo para que comieran sus 4 hijos y
encargando al hijo mayor de alimentar a sus hermanos.
La poca disponibilidad de los alimentos también limita a las personas a poner en práctica
los consejos en Seguridad Alimentaria y Nutricional. Muchos acuden a técnicas alternativas
para obtener los productos, como la recolección de frutas y verduras de temporada. Sin
embargo, ante la escasez de plantas silvestres, éstas dejan de ser consumidas, sin poder
ser remplazadas durante los tiempos de comida. En Parajbey, una mujer mencionó: “Las
hierbas son muy buenas pero ahora ya no encontramos en el monte, es por eso que ya no la
comemos”.
Por otro lado, se pudo observar en la gran mayoría de familias que el consumo del alimento
también es determinado por su valor gustativo y no por su valor nutricional. En muchos ca-
sos, hay una falta de aceptación de nuevos alimentos por el rechazo de sabores a los que no
26 se está acostumbrado. Se pudo observar en muchas familias que los alimentos fortificados
distribuidos por las instituciones no son consumidos, ya que el sabor no es el mismo al que
están acostumbrados. En otros casos, a pesar de no tener recursos suficientes para asegurar
una alimentación variada, las familias consumen comida chatarra por su alto aprecio, aun
con el conocimiento de su poco aporte nutricional. Cuando se les preguntó la razón de
su consumo, a pesar del costo, muchas respondieron: “Nosotros los comemos porque nos
gusta”.
A. Dinámicas familiares
La seguridad alimentaria nutricional de las personas es definida por las relaciones que cada
uno tiene en su hogar. El género, el parentesco y el aporte económico de cada uno repercu-
ten directamente en su nutrición y la de su familia, ya que estas características determinan
Factores socioculturales que inciden en la desnutrición crónica
su poder de decisión, sus responsabilidades y sobretodo el valor que los demás le otorgan
dentro del hogar.
1. Ingresos económicos
Los padres, abuelos e hijos varones que proveen mayormente a la economía de la familia
son considerados como los más importantes en la jerarquía, aun cuando la madre o las hi-
jas aportan a la economía del hogar, elaborando artesanías por ejemplo. Existen hogares,
aunque en menor cantidad, en los que el hombre comparte las decisiones con la mujer y
son muy pocos los hogares en los que es únicamente la mujer la que administra los recursos
económicos. En la comunidad de Las Agujitas, una madre mencionó por qué su esposo no
quiere que ella administre el dinero: “Él dice que una mujer no tiene que cargar pisto en su
bolsa. Yo crio a todas las gallinas y los coches, yo les doy comida y agua. Pero cuando él los
vende no me regala nada de dinero, si le pido es un gran problema porque me empieza a
decir que para qué quiero si tengo comida en la casa”.
Cabe mencionar que, a pesar de la poca consideración hacia la mujer de parte de su fa-
milia, se observó que en la mayoría de los hogares las mujeres si realizaban una actividad
remunerada: la mayoría de las mujeres tejen huipiles y otras vestimentas en las comunida-
des de Asunción Chivoc, Chimolón, Chió, Chirijox, Los Cipreses, Santa Isabel, Xemamatz’e
y Parajbey; en esta última, así como en La Libertad, algunas mujeres elaboran artesanías y
28
vajilla en barro; en Lajas Oquén, todas las mujeres tejen petates y en Las Agujitas, algunas
confeccionan canastas de nylon.
Algunas mujeres indicaron que su actividad principal es ser ama de casa y son pocas las que
consideran sus actividades remuneradas como tales. La mayoría de estas mujeres que sí in-
dicaron estar incorporadas en algún mercado laboral son madres con esposos alcohólicos y
madres solteras. Ellas generalmente se encuentran en una familia extendida.
Por otro lado, son muy pocas las familias que reciben remesas de algún familiar en el extran-
jero. En la mayoría de estos casos, es el esposo quien migró a los Estados Unidos o a México
para poder sustentar a su familia. En estas familias, es posible notar una mejor calidad de
Factores socioculturales que inciden en la desnutrición crónica
De igual forma, algunos jóvenes, niños y niñas tampoco siguen estudiando debido al poco 29
apoyo de sus padres. Muchas veces no priorizan su escolaridad, especialmente si son muje-
res, ya que se casarán, formarán una familia y estarán dentro de sus casas. Las madres, niñas
y jóvenes mujeres que participaron en este estudio son las que cuentan con un menor gra-
do de escolaridad y muchas son analfabetas. También se encontró casos de niños que no
fueron apoyados por sus padres para continuar sus estudios debido a su repitencia y poco
desempeño escolar.
Las decisiones dentro del hogar dependen de la estructura familiar, la distribución del po-
der, los roles y las relaciones entre los miembros de la familia. Por lo general, la mujer no
tiene poder de decisión fuera de estas tareas domésticas. En la gran mayoría de hogares,
los hombres y las personas mayores son las figuras de autoridad. Los abuelos o los suegros
ejercen un mayor poder en las mujeres y en los niños y por ende, ellos son quienes toman
todas las decisiones. Ellos influyen considerablemente en las decisiones de las madres hacia
los hijos. La independencia de la madre está condicionada a su relación con las personas
mayores, ya que en muchos casos, se cree que la abuela o la suegra, por ser de mayor edad,
tiene más experiencia y por consecuente, la mujer debe obedecer y aprender de ellas, sin
tomar decisiones por ella misma, y así adquirir la experiencia necesaria.
En cuanto a la alimentación del hogar, las mujeres, en especial las mayores, son las encarga-
das de la preparación y distribución de los alimentos. Sirven cantidades según la capacidad
y la edad de las personas. La distribución de los alimentos dentro del hogar varió de una
familia a otra, así como en sus tiempos de comida. Por lo general, se prioriza a los hombres
y a los niños de menor edad. A veces el orden de distribución depende también de los hora-
30
rios de las actividades que cada uno tenga que realizar, como la escuela o los compromisos
laborales. La persona encargada de servir los alimentos siempre come de último, siendo
por lo general las madres, hijas mayores, suegras y nueras. En El Terrero Pinalitos una madre
explicó: “En la familia, los hombres comen primero porque se van al trabajo en el campo,
después los niños y por último la suegra y las nueras”.
El poder de decisión también está relacionado a los ingresos y bienes de sus integrantes. La
mayoría de veces, el padre o la familia paterna son los dueños del terreno de la vivienda o
de cultivo. No obstante, algunas familias arrendan el terreno en el que viven o les es presta-
do por un familiar o una persona externa.
Existen casos en los que el acceso a la tierra es negado a las mujeres, porque sus padres
deciden heredarla a los hijos varones. De las 96 familias, una pequeña cantidad de mujeres
son propietarias de la casa o del terreno familiar. En estos casos, ellas tienen un mayor poder
de decisión tanto en el hogar como en la ejecución de las tareas agrícolas y muchas veces
pueden disponer de las ganancias del esposo con mayor facilidad. Una madre de Parajbey
cuenta sobre la estabilidad de su hogar y de los beneficios que tiene por ser propietaria
para su futuro: “Mi papá nos dijo que él nos dejaba un pedazo de terreno a mi nombre, pero
mi esposo me dijo que le dijera que dejara el terreno a nombre de él. Mi papá dijo que no
se iba a poder porque él me lo estaba dejando a mí. Después pensé bien las cosas y me di
cuenta que si lo dejaba a nombre de él, si un día nos peleamos, él puede vender el terreno y
me quedo en la calle. Entonces pensé ‘tengo mis hijos y no lo voy a dejar a nombre de él’ y
Factores socioculturales que inciden en la desnutrición crónica
quedó este terreno a mi nombre con papeles. Mi esposo se enojó conmigo por no dejarlo a
su nombre pero yo sé que hice bien. Si un día él se quiere ir de la casa se puede ir. Yo estoy en
mi terreno, nadie me saca de aquí”.
3. Violencia Intrafamiliar
En la gran mayoría de los hogares, las relaciones de pareja se caracterizan por la obediencia
y sumisión de la mujer. En estos casos, si ella realiza alguna acción que pueda representar
un desafío o un cuestionamiento hacia el hombre, frecuentemente es sancionada física y
emocionalmente, principalmente por su pareja. En estas situaciones, la violencia es genera-
lizada, normalizada y silenciada, ya que los maltratos pueden ocurrir independientemente
de las acciones de la mujer.
La mitad de las mujeres indicaron tener una relación difícil con su familia política, y en es-
pecial la suegra, quien es la segunda responsable en violentar a su nuera reprochándole
la falta de experiencia y de obediencia hacia su esposo y a otros integrantes de la familia.
Algunas madres indicaron que sus suegras aconsejan a sus hijos a maltratarlas. En la Co-
munidad de Chimolón, una mujer contó: “Cuando me casé me vine a vivir la casa de mi
esposo, pero yo recibo maltrato de mi suegra y de mi esposo. Me pegan casi todos los días y
los dos me dan a fuertes golpes. Mi suegra me pega con palos y cuando mi esposo me pega, 31
Estudio cualitativo con enfoque antropológico en familias rurales de Guatemala
ella también me da más, diciéndole a mi esposo que me pegue duro para que se me quite la
maña de contestarles”.
La otra mitad de las mujeres indicó tener una buena relación con su familia política, lo cual
les resulta beneficioso, puesto que cuentan con más redes de apoyo, compartiendo la pre-
paración de los alimentos o el cuidado de los hijos, por ejemplo.
También se identificaron casos de violencia física y psicológica hacia los hijos e hijas. Se
discriminan en particular a los hijos de las parejas anteriores, sobre todo los de las mujeres
y más si son niñas o infantes con necesidades especiales. En Santa Isabel, una niña sufrió del
abandono de su madre y del maltrato de su abuela. No son muchas las personas quienes
32
Factores socioculturales que inciden en la desnutrición crónica
velan por la niña debido a que no cuentan con suficientes recursos. Este maltrato hacia la
menor podría explicarse como un mecanismo cognitivo de defensa hacia las condiciones
extremas en las que vive la familia, ya que al no tener la seguridad de poder mantenerla,
la abuela busca la manera de desentenderse emocionalmente. La tía de la niña comentó:
“Un día fui a traer agua en el pozo y dejé a la nena sentada junto a su hermanito y a mi hijo.
Después de media hora regresé y los niños estaban llorando. Y yo, sorprendida, les pregunté
lo que les había pasado y dijeron que la nena se había caído en la letrina. Inmediatamente
corrí a verla, y ahí estaba llorando dentro del pozo de un metro de altura, ya que mi esposo
lo había rellenado con basura. Apenas la saqué del pozo y en la noche comenzó con fiebre y
diarrea. Y sigue hasta el día de hoy”.
Sin embargo, su abuela no quiere llevarla al Puesto de Salud, debido a que no considera el
hecho como importante: “Mi nieta está enferma y ya se está muriendo. Tiene mucha dia-
rrea y por eso está durmiendo demasiado. Pero lo bueno es que está durmiendo porque no
me gusta escucharla llorar”. La consultora le preguntó a la abuela si le estaba dando algún
medicamento y ella contestó: “No, ¿para qué? Si se muere, nada más voy a gastar mi tiempo
para ir con los de Salud. Igual no dan nada. Además tengo mucho trabajo para perder mi
tiempo con la niña, ya que su mamá la abandonó”.
Muchas mujeres se encuentran en una situación similar, a pesar de no ser madres solteras,
ya que no cuentan con el apoyo de su pareja. Se observaron muchos casos en los que el
hombre se desentiende de sus responsabilidades económicas y del bienestar de sus hijos.
Estudio cualitativo con enfoque antropológico en familias rurales de Guatemala
B. Alcoholismo
El alcoholismo es una de las principales causas de la paternidad irresponsable y una de las
problemáticas recurrentes en las comunidades estudiadas. Muchas veces, las situaciones
vividas por los familiares de personas alcohólicas son muy difíciles de contar, por lo que
se tiene que establecer un alto grado de confianza para que la persona se sienta cómoda
compartiendo su experiencia.
La casi totalidad de los alcohólicos reportados son de sexo masculino, siendo en su gran
mayoría padres de familia. Sin embargo, también se observaron casos en los que el consu-
midor es el hijo u otro miembro de la familia de sexo masculino. De todos los hogares visita-
dos, solo una mujer de Xemamatz’e confesó haber consumido, durante un tiempo, alcohol
de manera excesiva y haberlo dejado hace tres años.
Durante las fiestas comunitarias y eventos sociales, el número de puestos de venta de be-
bidas alcohólicas se incrementa y por ende también el número de personas en estado de
ebriedad. Una mujer de Santa Isabel contó que “para estas fiestas [la fiesta en honor a Santa
Isabel, la patrona de la comunidad] construyeron casetas. Ahora hay 20 lugares con ventas
alcohólicas. Esto lo hacen para obtener un poco de dinero, ya que la falta de trabajo está
afectando a las familias de la comunidad”. Ella comentó que los vecinos han llamado a las
y los dueños de las cantinas para platicar con ellos sobre el horario de cierre de sus dispen-
dios pero nunca han querido corresponder.
Factores socioculturales que inciden en la desnutrición crónica
35
En las comunidades que no cuentan con una venta de alcohol, éste es comprado en la
cabecera del municipio o de municipios aledaños. Muchos consumidores “van al pueblo a
emborracharse y a gastarse todo el pisto” y regresan ebrios a sus casas y otros van a com-
prarlo para consumirlo en sus hogares.
fluencia de los otros trabajadores es a veces muy grande, y en muchas ocasiones el alcohol
es accesible dentro de las fincas.
Otra de las razones con las que muchas personas explican los casos de alcoholismo es la
depresión, atribuyendo su causa a la inestabilidad laboral o la falta de aporte económico
del hombre y el sentimiento de frustración al no cumplir con las expectativas esperadas de
un padre de familia. En el Altiplano, varias personas también mencionaron que beben por
el frío.
Sin embargo, dentro de las consecuencias más importantes del alcoholismo a nivel familiar
resalta la violencia física y psicológica, de la cual es víctima la esposa y también en muchos
casos los hijos y el resto de la familia, acompañada en muchos casos por el traumatismo
causado por el miedo y la depresión que surgen al ser confrontados cotidianamente a la
persona alcohólica. El miedo que las víctimas de esta violencia sienten hacia el alcohólico 37
es constante, y deteriora considerablemente su bienestar. De las 48 familias reportadas con
casos de alcoholismo, ya sea presentes o pasados, la gran mayoría reportaron haber sido
sometidas a algún tipo de violencia, y más de la mitad sufrió de la violencia física impuesta
por la persona alcohólica. Un pequeño niño en Parajbey contó que cuando su padre, en
estado de ebriedad “llega a la casa, le pega mucho a mi mamá, hasta dejar morada la cara
de mi mamá. Nosotros, cuando vemos a mi papá así, nos colgamos de sus piernas para que
ya no le pegue a mi mamá y ¡qué miedo!, porque a veces nos pega igual por defender a mi
mamá. Ahora cuando viene me voy a esconder con mis hermanitos”.
Esta violencia puede llegar a poner en riesgo la vida de las víctimas. Una mujer de El Terrero
Pinalitos: “Por mis hijos no me fui. Mi mamá me decía que me fuera para la casa pero que
dejara a mis hijos con él. Al escuchar eso, no quise dejar a mis hijos porque él es un hombre
de los que pega. Así que me quedé para que me matara. A veces pasaba días afuera y me
quedaba atrás de la casa en el cafetal con todos los chamaquitos. No me fui de ahí porque
antes no había carro y él decía ‘si te vas ir de aquí, ¿acaso no te voy a encontrar en el cami-
no? Donde te voy a encontrar, ahí mismo te voy a matar. Solamente si llegas con tu mamá
es porque ya te salvaste, pero si en el camino estás, ahí mismo te voy a matar y el zope se va
mostrar’. Y ese era el miedo que tenía yo y por eso no salía yo”. En muchos casos, la violencia
física resulta en daños irreversibles, como el que sufrió una familia de La Libertad. La mujer
relató: “Mi esposo me golpeaba cuando tomaba. Una vez me pegó a tal punto que me metió
una patada en el estómago y perdí a mi hija. Él me alegó y me pegó diciéndome que mi hija
había muerto por mi culpa”.
Estudio cualitativo con enfoque antropológico en familias rurales de Guatemala
4. Desintegración familiar
Muchas familias se sienten obligadas a huir de sus casas por no soportar la opresión y el
maltrato de parte del alcohólico. Una mujer de Chirijox comentó: “Nosotras lo que hacemos
cuando se emborracha es salir de la casa. Si es de día tratamos de estar fuera de la casa o
vamos al culto. Si es de noche no tenemos mayor opción, así que nos quedamos en la casa.
Esto me da tristeza, me preocupa la situación, no es alegre lo que pasa en mi familia”.
Algunas de estas separaciones son temporales, a pesar que la violencia persista. Una mujer
38 de Chimolón relató: “Cuando tenía dos años de estar unidos me pegó, porque estaba to-
mado. Yo me fui de la casa, me fui con mi mamá. En ese entonces no tenía ningún niño. Mi
mamá me dijo que lo dejara, que yo estaba sola y a ella no le gustaba que él me pegara. Me
fui casi dos meses. Él después me fue a traer y me dijo que ya no me iba a pegar y que ya no
iba a tomar y regresé con él.” Sin embargo, pueden haber casos en los cuales es el alcohólico
el que expulsa a su familia, como contó una mujer de Las Agujitas: “Cuando él regresaba
bolo a la casa, me echaba varias veces y lo peor es que, ya de noche, me tenía que salir de la
casa con mis hijos y mis pollos. Todos nos teníamos que ir para Pinula. Había otras veces que
con el machete me perseguía porque me quería matar, así que yo me iba para el monte con
mis hijos a esconderme y hasta allá me seguía. Allí la pasábamos y hasta que se le quitaba lo
bolo ya podíamos regresar”. Estas situaciones generan inestabilidad en el hogar, afectando
su bienestar, así como los recursos económicos del hogar.
La falta de apoyo económico del alcohólico puede deberse a varias razones. La primera
razón es que la persona prefiere malgastar su dinero en el consumo de bebidas alcohólicas
Factores socioculturales que inciden en la desnutrición crónica
que satisfacer las necesidades de su hogar, como en el caso del esposo de una mujer de
Asunción Chivoc: “Yo le dije a mi marido ‘No me diste el gasto completo porque estuviste to-
mando’ y él me respondió ‘Sí, pero yo no tomo seguido y yo soy el que gana el dinero, tenés
que ver cómo te alcanza lo que te di’. Y uno como mujer ya no puede decir nada, ya que uno
no aporta en la economía del hogar”.
La segunda razón es que el alcohólico no cuenta con ingresos fijos para poder abastecer
económicamente las necesidades de la familia a causa de su adicción, ya sea por haber
perdido su empleo, por no lograr encontrar uno o por un estado de salud muy frágil y de-
teriorado por el alcohol. En estas situaciones, es frecuente que recurra a otras maneras para
39
Muchas de las mujeres, por no contar con el apoyo de su esposo, tanto en el plano econó-
mico como en las tareas domésticas y en la educación de los hijos e hijas, asumen todas las
responsabilidades, obligando a muchas a buscar trabajo. Una mujer de Chimolón relata: “Él
no me daba dinero, todo se lo daba a la otra mujer. Y empezó a tomar mucho el boj al extre-
mo de venir a la casa a las nueve, a las once y a las tres de la mañana, como que si nada, y
bolo se acostaba. Y yo lo maltrataba, le decía que me diera dinero para comprarles ropa a
mis hijos y no me daba nada. Vine yo y empecé a lavar ropa en las casas donde me pagaban
Q.35 o Q.40 Cuando ya regresaba de lavar compraba para darle de comer a mis hijos. Y él
Estudio cualitativo con enfoque antropológico en familias rurales de Guatemala
40 me decía ‘¿ya regresaste? ¡Fuiste con tu casero!’ me decía y yo le contestaba ‘dame mi gasto’
y él mejor se iba. A la fecha ya no toma, pero no me da gasto. Yo tengo que ver qué hago”.
Otras veces, los niños dejan la escuela para empezar a trabajar y colaborar con las necesida-
des económicas del hogar y disminuir la carga de responsabilidades de la madre. Más de la
mitad de las familias visitadas con casos presentes de alcoholismo cuentan con al menos un
menor que ha dejado la escuela para trabajar, con dos casos reportados en los que el niño
es menor de 12 años.
41
Estudio cualitativo con enfoque antropológico en familias rurales de Guatemala
Asimismo, algunas mujeres deciden por la misma razón casarse a una edad muy temprana,
muchas veces de manera precipitada. En Chió, una joven mujer compartió su experiencia:
“Desde que tengo uso de razón mi papá tomaba de la misma manera que ahora, y eso me
desesperaba. Con el tiempo decidí ir a trabajar y luego me casé muy chiquita, por la misma
desesperación al ver a mi papá así. Yo me imaginé que me iba ir bien en el matrimonio, pero
en realidad me fue tan mal que mi esposo me abandonó con dos hijos, dejándome en casa
de los papás”. Se reportó casos en los cuales la menor contrae matrimonio pensando esca-
parse de la situación de alcoholismo de su hogar para terminar en un contexto similar con
su nuevo esposo.
Sin embargo, muchos sienten rechazo hacia el alcohólico y existen casos en los que tanto
la persona alcohólica puede ser estigmatizada como su familia, debido a que se percibe el
problema como hereditario. Una mujer en la comunidad de Chió dijo sentirse discriminada
por provenir de una familia con problemas de alcohol: “Hoy en día sigo sufriendo por parte
de mis suegros, porque mis papás siguen siendo alcohólicos y aunque no heredé esta enfer-
medad, porque nunca he tenido el deseo de tomar, ellos no me quieren. No les importa que
yo asista a una iglesia evangélica”.
en todas las comunidades se observó que los casos de alcoholismo aparecían con la misma
frecuencia en unos como en otros.
Por otra parte, no se reportó ninguna intervención en este tema por parte de instituciones
públicas ni de otros actores en ninguna de las comunidades del estudio. Solamente en Los
Cipreses, una persona mencionó un grupo de Alcohólicos Anónimos, que ha podido ayudar
a algunos adictos a superar su problema, tanto en esta comunidad como en otras comuni-
dades vecinas. Sin embargo, su número de integrantes ha bajado considerablemente
Dada la inexistencia de este tipo de grupos de apoyo en las demás comunidades, la mayoría
de las personas que han superado su adicción dicen haberlo logrado por ellas mismas. En
43
Estudio cualitativo con enfoque antropológico en familias rurales de Guatemala
Santa Isabel, un hombre contó: “Yo igual tomaba. Cuando vendieron el primer licor en la
comunidad decía lo mismo. Pero poco a poco entendí que estaba dañando mi cuerpo y a mi
familia. Por eso ya no tomo”.
En esta misma comunidad algunas mujeres manifestaron que fue hasta el noviazgo que
empezaron a conocer sobre el tema. Algunas cuentan que sus parejas le pedían una prueba
de amor o de fidelidad en la relación, a la cual ellas accedieron. En ese momento identifica-
ron algunos métodos anticonceptivos, mientras que otras no los conocían y sus parejas no
les comentaron al respecto, quedando embarazadas.
De igual forma, casi todas las mujeres, al ser madres, reproducen el mismo patrón con sus
hijos, ya que no les hablan de sexualidad, de relaciones sexuales, del embarazo y mucho
menos de métodos anticonceptivos, debido a que piensan que son muy pequeños y que
esto incitaría a una actividad sexual temprana, como lo señala una mujer de Lajas Oquén:
“Yo no hablo de estos temas con mis hijas porque están muy chiquitas, además ellas no de-
ben de saber todo eso”.
Algunas madres comentaron que hablan del embarazo con sus hijas, pero la información
es reducida y se da hasta que se llega a la edad de matrimonio y se comprometen. Otras
mujeres también tratan de cuidar a sus hijas previniéndolas de encuentros con hombres,
pero les dicen únicamente que no es correcto ni apropiado, sin mencionar los riesgos. En
Santa Isabel es muy común el matrimonio de niñas y jóvenes menores de edad. Una de las 45
mujeres contó que muchas jóvenes se casan teniendo de 13 a 15 años, ya que según ella
no entienden los consejos de sus padres. Ella contó el caso de su concuña: ‘’la niña iba a la
escuela y ahí se conocieron con un muchacho. No tardaron mucho tiempo en ser novios. Ella
se fue con él teniendo catorce años. Poco después se juntó con el muchacho y ahora tienen
un hijo. Ella se arrepintió ya que el hombre no sabe trabajar, apenas consigue para el maíz,
¡ya para qué! Muchas mujeres se casan muy jóvenes. Ellas no escuchan los consejos de sus
padres y se van con un hombre mayor que ellas y otras se buscan otro de la misma edad”.
2. Planificación familiar
La voluntad y las decisiones que toman las mujeres en cuanto a la planificación familiar
están sujetas a muchos factores ideológicos, sociales y psicológicos, así como el tipo de
relación que tienen con su pareja y otros miembros de su comunidad. Estos pueden ejercer
una gran influencia y autoridad sobre sus cuerpos y sus condiciones.
En La Libertad, dos familias indicaron no planificar por razones religiosas. Ellas consideran
que planificar es un acto de asesinato y contrario a la voluntad divina, puesto que ‘’no se
deben matar a las semillas’’. Las iglesias evangélicas tienen una gran influencia en este sen-
tido, ya que se posicionan en contra de la planificación familiar públicamente y en algunos
casos, reprenden a sus fieles por ello.
En esta comunidad, las comadronas determinan cuál es el número de hijos que Dios de-
cidió leyendo e interpretando el color del cordón umbilical. Una de las comadronas de la
comunidad explica: “Tengo 42 años y según el cordón umbilical me falta tener dos hijos,
pero ya estoy grande. Si Dios me los da los voy a tener. Yo lo sé porque soy comadrona. Si el
cordón umbilical de mi último niño es blanco, será niña. Y si el cordón sale de color negro
será varón en el siguiente parto. Yo no planifico porque es malo. Uno se escapa a morir. Yo
les recomiendo a mis pacientes que no lo hagan porque es muy malo. Una mi paciente casi
muere”.
Algunas mujeres dejaron de utilizar un método anticonceptivo debido a los efectos secun-
darios que sufrieron. Al utilizar la inyección, observaron irregularidades en su menstrua-
ción. Las que sufrieron amenorrea se preocuparon al no ver ‘’su enfermedad venir’’ y dejaron
de utilizar el método. Otras indicaron tener dolores de cabeza, náuseas, adelgazamiento,
hemorragias excesivas durante y después de utilizar la inyección o pastillas anticonceptivas
y dejaron de planificar definitivamente.
En la comunidad de Lajas Oquén, una mujer dejó de planificar por los efectos secundarios.
En esta comunidad únicamente dos mujeres planifican. Una mujer explicó: ‘’Mi esposo y yo
Factores socioculturales que inciden en la desnutrición crónica
ya no queremos más hijos porque cuesta con el pisto. Cuando tuve el cuarto parto dije ‘me-
jor voy a planificar’ y lo hice durante tres años. Pero me daba mucho mareo y me sentía muy
enferma. Cuando dejé de planificar me bajó mucha sangre, demasiada. Le dije a mi esposo y
me regañó porque yo lo hice sin la autorización de él. Luego fue a buscar remedio a la mon-
taña y con eso me curé y le dije que ya no lo volvía hacer porque no iba ver crecer a mis hijos’’.
Otras familias, a pesar de no haber tenido experiencias propias con la planificación, son
influenciadas por las experiencias de otras mujeres que han planificado. Ellas aseguran que
conocen las malas experiencias de mujeres cercanas a ellas y que otras han muerto y se
han enfermado por utilizar un método anticonceptivo. La mayor parte del tiempo, ellas
desconocen su historial médico y no saben con certeza si los síntomas que observaron son
efectos de algún método de planificación. En la Libertad, una mujer dice que ella no está de
acuerdo con la inyección, por lo que comentan las personas y por la experiencia de su veci-
na: “Yo no planifico, ¡No! No me gusta a mí eso, es malo, así dice la gente. La gente dice que
da mucha hemorragia. Una señora de allá abajo se inyectaba para no tener hijos y una vez
se le vino la hemorragia y casi se murió. La llevaron al hospital, por eso yo no me la pongo”.
Varias mujeres no planifican por orden de sus esposos o parejas, puesto que ellos son los
que deciden sobre su cuerpo. Otros miembros de la familia, como los suegros y las cuñadas,
también influyen en las decisiones de las mujeres. Algunos hombres y mujeres consideran 47
Estudio cualitativo con enfoque antropológico en familias rurales de Guatemala
que las que sí planifican son prostitutas, infieles o promiscuas y se cree que tienen relacio-
nes sexuales libremente con cualquier hombre, que son desobedientes y que desafían el
poder de los hombres y de la iglesia. Un hombre de El Terrero Pinalitos opinó: “Las mujeres
que se están controlando son prostitutas, son chuchas, no les cuesta acostarse en un lado
porque no llevan un hijo cargado. Esos maridos son pendejos, está debajo de sus zapatos”.
En algunas familias de Asunción Chivoc, es el hombre quien decide cuándo van a tener
relaciones sexuales con su esposa y por lo tanto, él decide no planificar: “Mi marido sabe
cuándo vamos a tener nuestros hijos y cuántos, porque yo no sé de esto. Y además él es
quién mantiene el trabajo para nosotros. Cuando alguna veces se quiere tocar el tema de
planificación con mi marido se molesta y me contesta ‘te quieres meter con más hombres
por eso te vas a inyectar’. Por lo mismo no planifico porque él no quiere”.
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Factores socioculturales que inciden en la desnutrición crónica
Algunas familias tienen la intención de tener más hijos. Esto se observó en familias jóvenes
y poco numerosas, y particularmente en Chió. Otras personas reconocen que los hijos les
traen varios beneficios: los varones implican mano de obra para cultivo, aporte económico
y cuidado de los padres durante la tercera edad y las mujeres ayudan en los quehaceres del
hogar y dan compañía. Sin embargo, la mayoría de las mujeres no muestran preferencia en
cuanto al sexo de sus hijos. En Asunción Chivoc, un hombre dijo estar muy contento por el
embarazo de su esposa, debido a que los hijos son una bendición porque, si es niña, ella
ayudará a su esposa en la casa y tendrá compañía y, si es niño, él tendrá más ayudantes en
su trabajo. En Santa Isabel, algunas familias desean tener más hijas. Al casarse, la familia del
novio debe dar una dote, en el que se les entrega a los padres de la novia algunos objetos
de valor, dinero, animales u otros en compensación del cuidado de su hija. Tener más hijas
implica contar con un ingreso económico extra en la familia.
Aproximadamente la mitad de las 96 familias dentro del estudio indicaron utilizar algún
método de planificación. Estas mujeres dicen que tener pocos hijos implica tener menos
trabajo y menos gastos dentro del hogar. Reconocen que tienen pocos recursos y que sus
hijos sufren mucho por ello. Cabe mencionar que muy pocas mujeres indicaron utilizar mé- 49
todos naturales como el coito interrumpido y el ritmo o el collar.
En El Terrero Pinalitos, cuatro de las familias indicaron utilizar algún método de planifica-
ción porque su situación económica no les permite tener muchos hijos. Una mujer enfatizó
sobre la utilización correcta de estos: “Somos pobres, cuesta hacerlos crecer y más cuando
se enferman y ahora que la comadrona cobra Q400. Por eso me puse de acuerdo con mi es-
poso para planificar. Me estoy controlando con inyecciones a cada 3 meses en el Centro de
Salud. Yo ya no quiero tener más hijos. Los métodos no funcionan bien porque hay algunas
que resultan embarazadas, pero tal vez ellas no llevan bien su fecha. Yo sí llevo mi fecha y
me inyecto desde que la nena tenía 6 meses y ahora la niña tiene 6 años”.
Las mujeres, al igual que los hombres que utilizan un método de planificación, son discri-
minadas y estigmatizadas por diferentes miembros de sus comunidades. En estos casos, la
mujer es relacionada con la infidelidad, la promiscuidad y el pecado y los hombres con una
falta de masculinidad. Dentro de la comunidad de Santa Isabel, muchas mujeres sí planifi-
can pero debe ser con discreción, porque pueden ser objeto de discriminación por parte de
Estudio cualitativo con enfoque antropológico en familias rurales de Guatemala
su congregación religiosa y de sus vecinos. Una mujer explicó: “Mi mamá me aconsejaba no
ponerme ninguna inyección para no tener hijos porque es pecado y se está matando a los
hijos. Yo no le hago caso y estoy con la inyección. Las iglesias prohíben usar algún método
y dicen que si lo hacen serán expulsadas hasta que dejen de usarlo porque se vuelven asesi-
nas. Espero que la iglesia no se entere que estoy planificando”.
Son varias las mujeres que planifican a escondidas, de sus esposos o parejas y de las demás
personas, debido al estigma de los métodos, al igual que al machismo. Los hombres son las
figuras de poder en las familias y por lo tanto, los esposos son los dueños del cuerpo y de las
decisiones de las mujeres. Ellas no conocen y no tienen el derecho a tener los hijos que ellas
decidan. La mujer tiene toda responsabilidad de criar a sus hijos y de darles a alimentación
adecuada, por lo que prefiere en esos casos correr el riesgo de ser violentada por su esposo
si ello se enteran, que de tener más hijos.
En Santa Isabel, todas las mujeres que mencionaron utilizar la inyección tienen algún sín-
toma adverso. Una de ellas comentó: “Me causa dolor de estómago, de cabeza y estoy muy
delgada por usarlo”. Otra dio a conocer que le dio mucho dolor abdominal y mucha man-
cha en la cara. Otra más dejó de utilizarlo debido a que sufrió mucha hemorragia y dolores
en todo el cuerpo.
Una gran parte de las mujeres mencionaron haber recibido algún apoyo de sus esposos
durante el embarazo, aunque en muchos casos, ellas se refirieron a un apoyo material más
que emocional. Otras mujeres dijeron que no sintieron apoyo emocional de parte de ellos
debido a que no estaban de acuerdo con el número de hijos, el sexo del bebé o los incon-
venientes económicos que pudieran tener. En estos casos, pocas mujeres indicaron que sus
esposos amenazaban de muerte a sus futuros hijos si estos fueran de sexo femenino.
Factores socioculturales que inciden en la desnutrición crónica
La mayoría de mujeres dentro del estudio consideraron los abortos como complicaciones
serias y en algunos casos como un producto de la violencia intrafamiliar. Pocas madres
de Santa Isabel indicaron que tuvieron uno o cinco abortos durante sus vidas, pero no las
consideraron como complicaciones. Esto se debió a que algunas de ellas piensan que los
abortos son inevitables o normales, por la cantidad de hijos que han tenido y por extrema
pobreza en la que viven. Ninguna de ellas tampoco relacionó su estado nutricional o de
salud como consecuencia de estos abortos, pues consideran que los niños ‘’nacen débiles’’.
52
Factores socioculturales que inciden en la desnutrición crónica
Cuando las personas mencionaron que la relación con los líderes comunitarios no era bue-
na, lo explicaban por una serie de problemáticas muy particulares a cada comunidad. De
igual manera, la mayoría de veces expresaron que esto se debía al favoritismo de los líderes
hacia algunas familias, ya sea por razones políticas o por afinidades personales. En Chimo-
lón, se percibe que los líderes comunitarios solo ayudan a las familias afiliadas a ciertos
partidos políticos o por preferencias personales. En Parajbey, una de las mujeres de familia
demostró total rechazo ante las acciones del alcalde auxiliar, expresando: “El alcalde auxi-
liar de la comunidad tiene mucha envida ya que no quiere tomarnos en cuenta. Por eso hizo
la reunión, porque quiere meter a su gente. Él es de un partido y nosotros no estamos en
ninguna política y por eso nos quiere sacar en los grupos. De plano porque quiere meter a
otras personas de su partido”.
Una mujer mencionó que los integrantes del COCODE trabajan bien, pero que invitan única-
mente a los hombres a las reuniones, lo que la limita a seguir participando en los proyectos
de la comunidad, ya que no se entera de lo que se está realizando a nivel comunitario. Otra
mujer de la misma comunidad mencionó que cuando se hacen proyectos comunitarios, las
que mayormente participan en las reuniones son las mujeres, pero al momento en que los
integrantes del COCODE piden colaboración para armar el proyecto, ellas deben esperar a
que lleguen sus esposos a la casa para decidir si dan colaboración o no.
53
En algunas comunidades, los vecinos pierden confianza en las autoridades por administrar
los programas sociales y beneficios en forma no equitativa, generando malestar y compa-
raciones con otras intervenciones de apoyo comunitario. Refiriéndose a las autoridades de
su comunidad, un hombre comentó: “A este COCODE no lo quieren porque siempre escoge
a la gente que él quiere. Cobra por el beneficio social que nos pertenece. Ellos dicen que es
porque gastan tarjeta y pasajes pero está cobrando muy caro”. Según el presidente del CO-
CODE, muchas de las familias quieren recibir alimentos o cualquier ayuda, pero cuando se
trata de buscar proyectos para la comunidad no apoyan con dinero. Asimismo mencionó
que las familias no ven el beneficio de los proyectos, sobre todo de los huertos y de los ali-
mentos que se les proporciona.
En otras comunidades existen diferentes opiniones sobre los COCODEs y los Alcaldes Au-
xiliares quienes se han involucrado activamente para disminuir la violencia contra la mujer
producida por el alcoholismo. La mayoría de las familias aprueban estas intervenciones ya
que consideran que sí ha habido cambios en sus comunidades. Un hombre, quien fue ante-
riormente alcalde auxiliar de su comunidad, comentó: “Hace un año, aquí en la comunidad,
prohibieron todo tipo de licor, ya que cuando yo era el alcalde auxiliar, llegó una señora a
denunciar a su esposo porque le había pegado. Llegó la señora bañada de sangre y yo le
dije a mis compañeros que me ayudaran para agarrar al señor porque era malo. Fuimos,
lo agarramos y lo dejamos atado. Como que le dimos de su medicina porque ya no tomó
nuevamente”.
Estudio cualitativo con enfoque antropológico en familias rurales de Guatemala
Sin embargo, este tipo de iniciativas comunitarias pueden enfrentarse a algunos obstácu-
los. En una de las comunidades se reportó que un grupo de mujeres, junto con el COCODE,
establecieron una ley dentro de la comunidad de para prohibir la venta y el consumo de
bebidas alcohólicas, así como la violencia física contra la mujer. La persona que fuera sor-
prendida o reportada bebiendo alcohol o en estado de ebriedad era capturada, multada y
en algunos casos entregada a las autoridades o expulsada de la comunidad. También fue
posible identificar las consecuencias de la implementación de esta ley comunitaria y algu-
nas reacciones que han comprometido el objetivo de la misma.
2. Grupos religiosos
En cuanto a los grupos religiosos, éstos son de gran influencia dentro de la comunidad y las
familias, ya que la mayoría de las familias mencionaron tener una buena relación con ellos.
En algunas ocasiones, tienen un buen impacto en las familias apoyando en la estabilidad
emocional del hogar y el beneficio social proyectado, brindándoles apoyo y consejería. Sin
embargo, los grupos religiosos ofrecen ayuda únicamente a sus miembros y muchas veces
los métodos y la presión que a veces imponen puede disuadir a algunos alcohólicos de acu-
dir a ellos. En varias comunidades se reportó que, a veces durante las liturgias, se predican
temas sobre el alcoholismo, pero “no llegan los que tienen que escuchar. No se acercan a
una iglesia y se alejan de los caminos de Dios”. Además, los alcohólicos que no logran supe-
rar su adicción, a pesar de la ayuda que se les brinda, y vuelven a caer en ella, se ven sancio-
nados y a veces excluidos de la congregación religiosa, lo que agrava la situación.
Por otro lado, los líderes religiosos influyen mucho en el rol que las mujeres tienen dentro
de sus comunidades y familias, especialmente en los temas relacionados a la Salud Sexual
y Reproductiva. En la comunidad de Chirijox, según algunas familias el sacerdote de una
de las iglesias católicas recalca en varias ocasiones en las liturgias el trabajo y la responsa-
bilidad de la mujer en mantener la casa limpia. Estos mensajes tienen un gran impacto en
las familias, ya que refuerzan las percepciones y las creencias que definen las dinámicas del
hogar.
Factores socioculturales que inciden en la desnutrición crónica
3. Comités de agua
Cabe mencionar la existencia de grupos que se han conformado para velar por las necesi-
dades básicas de la comunidad y que no necesariamente son atendidos por los líderes. El
comité más mencionado fue el de agua, siendo el acceso a ésta una problemática presente
en la mayoría de las comunidades. En el caso de Xemamatz’e, se creó un Comité de Agua
para el cuidado de los yacimientos de agua y la creación de un proyecto de entubación de
la misma. Es importante resaltar que las personas apoyan las acciones de este comité, pues-
to que ha mejorado sus condiciones de vida, fomentando así la administración comunitaria 55
entre los vecinos.
Estudio cualitativo con enfoque antropológico en familias rurales de Guatemala
Así mismo, en la comunidad de Santa Isabel, una de las madres de familia comentó que,
desde hace muchos años, la gente se organizó para hacer un tanque de agua porque an-
teriormente solo llegaba el agua en manguera. Gracias a la organización de los vecinos,
se logró que cada año se junten para limpiar y clorar la tubería. Por otro lado, en la comu-
nidad de Parajbey, el agua sigue siendo un problema, puesto que solo se cuenta con dos
nacimientos que proveen a toda la comunidad, por lo que el comité se organizó para darle
tratamiento al agua. Sin embargo, algunos vecinos expresaron no estar conformes con el
comité debido a que solo los limpian dos veces al año. Además, les aplican cloro para des-
infectar el agua, lo que a las familias no les agrada por el olor y el sabor.
B. Proveedores de salud
Los proveedores de salud, institucionales y comunitarios enseñan comportamientos y prác-
ticas de salud, nutrición e higiene de las personas, aprovechando la relación cercana que
tienen con la mayoría de las familias. La calidad de esta relación es la que determina muchas
veces el empoderamiento de las buenas prácticas y el nivel de racionalización y aplicación
de éstas.
éstos tienen al momento de atenderlos cuando padecen enfermedades como el mal de ojo.
Además, varias contaron que uno de los niños falleció a causa de una inyección cuando “no
debería de haber sido aplicada”.
Una mujer de Los Cipreses mencionó la discriminación que sienten las personas en el Cen-
tro de Salud: “Es preocupante que en el Centro de Salud hayan enfermeras que traten mal
a las mujeres, principalmente cuando son indígenas y que hablan en idioma k’iche”. Asimis-
mo, una mujer de Chimolón lleva a sus hijos al Centro de Salud solo cuando es necesario, ya
que por los frecuentes regaños prefiere no hacerlo. Algunas familias prefieren no llevar a los
hijos al Centro de Salud por este maltrato, ya que los regañan por la mala crianza de los hijos
y no les dan los insumos necesarios para poder tratar a los niños. Una mujer de Lajas Oquén
mencionó: “Mi niño mucho se enferma de fiebre, tos y vómitos. Las enfermeras me regañan
porque cada vez que lo llevo a la pesa me dicen ‘dele de comer, aliméntelo bien’, pero ni un
poquito de alimento me traen. ‘Llévenlos al Centro de Salud cuando estén enfermos’, pero
¿para qué?, si sólo recetas nos dan, nunca tienen medicina”.
La poca calidad de la relación con los proveedores de Salud Pública no permite una buena
comprensión y aceptación de los consejos que brindan, como una mujer de El Terrero Pi-
nalitos que comentó: “Las recomendaciones que dan en el Centro de Salud es que hay que
quitar luego el pecho a los niños a partir de los seis meses y empezarles a dar atolillos de
masa para que se acostumbren y darles comidas en sopita. Pero yo no lo hago porque son
muy pequeños, mi nena ya tiene un año y todavía no piensa quitarse el pecho”. 57
En el tema de Salud Sexual y Reproductiva, pocas mujeres dijeron no estar conformes con
la forma en que se les aplicaba la inyección en los Centros de Salud. Comentaron que el per-
sonal las regaña por tener varios hijos, las miran de forma despectiva y el trato en general
es malo. Esta es una de las principales razones por las cuales no confían en los Servicios de
Salud Pública.
En Asunción Chivoc hay mujeres que mencionaron ser maltratadas y juzgadas en los Cen-
tros de Salud. Una mujer expresó que las inyecciones que utilizan en el Centro de Salud
están vencidas y que los enfermeros del puesto no tienen los conocimientos adecuados y
no brindan toda la información que se requiere, pues algunos solo la aplican sin dar mayor
información. De igual forma, no se realizan los exámenes adecuados para conocer el estado
nutricional y de salud de las mujeres al recomendarles la inyección de hormonas.
En varias comunidades, se identificaron casos de negligencia en las por parte del personal
de los Puestos de Salud, ya que en algunas ocasiones las mujeres que quieren planificar
no reciben el seguimiento adecuado. Algunas veces las mujeres no saben que están em-
barazadas y tampoco se les realiza una prueba de embarazo, corriendo el riesgo de sufrir
un aborto. Así mismo, en algunos casos, las mujeres son inyectadas sin su consentimiento.
El personal del Puesto de Salud les dice aplicarles vitaminas cada tres meses, sin saber que
se les aplica un método anticonceptivo. Un prestador de servicios de salud indicó: “Con las
mujeres lo que más trabajamos es planificación familiar o atención prenatal. Con esta fa-
milia, a la madre se le suministra la inyección de 3 meses. Esto lo hacemos sin que ella sepa.
Estudio cualitativo con enfoque antropológico en familias rurales de Guatemala
Así es como la encargada nos ha dicho hacerlo porque ella sufre mucho al lado de su esposo,
la violenta mucho y más cuando está ebrio. Son muy pobres para tener más hijos”.
Otra mujer también va al Centro de Salud pensando que se le inyectan vitaminas, a pesar
de que ella afirmó no planificar por ser malo para su salud. Un integrante del Centro de Sa-
lud también reconoció: “Con esta familia ha sido difícil trabajar debido a que la madre no
pone de su parte y sus dos hijos tienen bajo peso. Lo que pasa con ella es que solo el hombre
trabaja y ella no le ayuda. Nosotros hemos trabajado con ella, pero es difícil hacerlo. Ahora
le estamos poniendo la inyección de tres meses, le decimos que es vitamina, solo así se dejó
inyectar”.
Por otra parte, se reportó que algunas familias acuden a establecimientos de Salud Pública
alejados de su comunidad, debido a las negligencias por parte del establecimiento más cer-
cano. Asimismo, esta falta de cobertura y la mala calidad en la atención en algunos lugares
refuerza la preferencia de las personas a acudir a un proveedor de salud comunitario.
chillona y si no los curan, los niños se hinchan. Además en el Centro de Salud no los pueden
curar, por eso cuando se enferman, primero hay que llevarlos con la curandera”. Sin embar-
go, el responsable del Centro de Salud aseguró no haber rechazado a ningún paciente y ni
enviado a ninguna persona con un curandero o una comadrona antes de haberlo exami-
nado.
Muchos mencionaron el tener una buena relación con las comadronas debido a su alto
conocimiento y entendimiento al momento de tratar con las enfermedades y la salud de las
mujeres y niños en general. Por lo tanto prefieren que ellas atiendan sus partos en compara-
ción a los servicios de salud públicos. Las familias de las diferentes comunidades indicaron
que las comadronas no se encuentran organizadas, pero que sí están interesadas en el bien-
estar de las personas que atienden, por lo que son personas que poseen una gran influencia
positiva, aunque algunas veces también negativa.
En la mayoría de comunidades, todas mencionaron tener una buena relación con las coma-
dronas. Sin embargo, algunas también comentaron que cobran muy caro, aún más cuando
el sexo del bebé es varón.
En una de las comunidades, el personal del Puesto de Salud dijo estar consciente que las
comadronas desempeñan un papel importante dentro de la comunidad y que su opinión
influye fuertemente en las decisiones de las madres. Sin embargo, expresa cierta inconfor-
midad ante las prácticas de algunas de las comadronas, puesto que, según ellos, no todas 59
practican los consejos que se les da y más aún en el tema de planificación familiar. También
comentó que han tenido dificultades por la influencia negativa de dos comadronas: “las
señoras fueron alborotadas por dos de las comadronas. Hay que tener mucho cuidado con
una de ellas, porque había varias señoras que querían realizar su Papanicolaou y ella acon-
sejó a todas diciéndoles que no se lo hicieran ya que esos exámenes hacen daño y que no les
iba a alcanzar el dinero para su curación después. Y todas las mujeres se alborotaron dicien-
do que ya no querían realizarse el Papanicolaou y solo una entró y dijo ‘yo quiero hacer mi
Papanicolaou pero no le digan a nadie y mucho menos a la comadrona porque ella me dijo
que si yo me hago ese examen ella le va contar a mi esposo que un doctor me vio desnuda y
también le va contar a toda la gente’. Por eso hay que tener cuidado con los comentarios de
esa comadrona”.
60
La falta de pertinencia socio-cultural y de conocimientos del contexto local y familiar es
una limitante para el abordaje e implementación de acciones que benefician a las personas.
Algunas familias cuestionan las metodologías utilizadas, debido a que no están adaptadas
a sus comunidades y contextos específicos. Aunque pueden existir similitudes de una co-
munidad a otra, cada comunidad y cada familia posee un contexto propio y con particula-
ridades a tomar en cuenta.
Por otra parte, varios actores mencionaron que existe una mala interpretación de los be-
neficiarios sobre los objetivos y metodología de la intervención, esperando a que se les
entregue insumos por su participación. Un trabajador de una institución comentó: “La gen-
te a veces malinterpreta las cosas, se dice una cosa y salen con otra, aunque no se les haya
prometido nada. Luego salen con que ellos les habían prometido regalar todo lo que se ha-
Factores socioculturales que inciden en la desnutrición crónica
bía hablado, y por eso mucha gente les llega a reclamar lo que no se les habían dicho. Les
interesa que uno les lleve una libra de arroz o frijol y con eso se conforman”.
Algunos actores reconocen que hay familias que hacen mal uso de los productos entrega-
dos, vendiéndolos, regalándolos, tirándolos, e incluso dándoselos a los animales. Un téc-
nico de salud expresó: “La situación es que las familias que tienen niños pequeños están
acostumbradas a solo recibir, pero aun así, los beneficios y las vitaminas que reciben no se
las dan a los niños, sino que las tiran. Por ejemplo, el atol que reciben se lo dan al cerdo, el
animal se engorda. Y cuando venden las cosas, ¿Qué es lo primero que compran? Gaseosas,
ricitos y pan. Eso es lo que hacen en lugar de preparar atol”. 61
Muchas acciones se realizan sin tener un contacto directo con los beneficiarios, sino que
a través de actores o líderes comunitarios como el COCODE, las comadronas o las madres
guías. Un técnico comentó que solo tienen contacto con los promotores y las madres guías
en la comunidad en la que interviene, razón por la que ellos no conocen a las familias y no
tienen comunicación directa con ellas. La implementación de esta metodología, en algunas
ocasiones, ha generado que algunas familias se sientan poco informadas e involucradas. La
poca personalización de las acciones y la falta de continuidad del monitoreo limita a el ac-
ceso a conocer la realidad social y cultural de las familias y por ende, conocer las verdaderas
necesidades y dificultades de éstas.
Otro técnico comentó que algunas familias mienten al momento de ser consultadas para
determinar a la población beneficiaria del bono social: ‘’Las mujeres beneficiadas fueron
elegidas a través de un censo realizado con anterioridad y la lista de nombres ya venía des-
de Guatemala. Algunas personas, por presumir, mintieron en el censo diciendo que tienen
algo que no existe. Otras también mintieron en decir que no tienen cuando sí tienen. Es por
eso que hay familias que reciben el Bono y tienen más que otros que no les viene la ayuda
y que ya no pueden agregarse a la lista’’. Así mismo, algunas familias mienten cuando se
les solicita alguna información de su vida, por miedo a no ser incluidos en las acciones o a
poner en riesgo su seguridad.
Estudio cualitativo con enfoque antropológico en familias rurales de Guatemala
Por otra parte, la falta de información y de comprensión sobre los criterios de selección
puede causar conflictos entre beneficiarios y no beneficiarios. En una de las comunidades,
se reportó que solo una de las ocho familias recibe el bono social, lo que produce inconfor-
midad con las demás. Una mujer comentó: “Los COCODES son los que dicen a qué familia
deben darle el bono. Escogen a las familias que más le convienen porque son sus propios
parientes o conocidos”. La poca claridad de los criterios de selección ha generado que algu-
nas familias rechacen las acciones de presentes o nuevas intervenciones en la comunidad.
Se identificó en algunos casos que el producto distribuido causa efectos indeseados, lo que
genera un cuestionamiento de la validez de la intervención. Una mujer comentó sobre el
Vitacereal que distribuyeron en su comunidad: “Brindaron apoyo a los niños de 6 meses a
5 años de edad dándoles Vitacereal, pero esto solo fue por 6 meses y no contribuyó al creci-
miento del peso de los niños”. Otra mujer agregó: “Esto no ayudó a que los niños pudieran
ganar peso y tener defensa, porque los niños perdieron el apetito y no consumían la comida
que les dábamos”. Así mismo, se observó que algunas madres decidieron ya no acudir a la
distribución de Chispitas, debido a la falta de apetito que provocó en los infantes: “Decidí
tirar estos sobrecitos porque no ayudaban a mi hija. Esto provocaba que ya no comieran sus
alimentos”. Otra mujer comentó: “Los sobrecitos que nos dieron de Chispitas, decidí dárse-
62 los al coche porque no le gustó a mi hija”.
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Estudio cualitativo con enfoque antropológico en familias rurales de Guatemala
CONCLUSIONES
Las prácticas inapropiadas de higiene personal, del hogar y de los alimentos consumidos,
no corresponden a los saberes explicados por las mujeres administradoras del hogar y son
delimitados aún más por la falta de agua salubre para consumo humano, infraestructura e
insumos básicos.
Factores socioculturales que inciden en la desnutrición crónica
El poder de decisión de las personas dentro del hogar depende de su género, su edad y su
parentesco, así como sus aportes económicos y su tenencia de tierras. Sin embargo, inde-
pendientemente del aporte económico de cada miembro del hogar, el poder decisivo de
la mujer es desvalorizado, tanto por ella misma como por su familia, consecuentemente su
poder adquisitivo y estatus dentro del hogar es menor. En los roles de género se observó
que muchos hombres se desentienden de sus responsabilidades paternales, limitando a la
65
Estudio cualitativo con enfoque antropológico en familias rurales de Guatemala
El tabú en torno al tema de Salud Sexual y Reproductiva provoca una falta de educación
sexual y poco conocimiento de los métodos anticonceptivos, generando una actividad
sexual temprana y despreocupada, así como matrimonios a temprana edad y embarazos
no planificados. La mayoría de mujeres no planifican, asumiendo el rol de madres que les
66
otorga la sociedad, la religión y la familia. La mayoría de mujeres que sí planifican utilizan el
método por inyección, mas no se sienten satisfechas por los efectos o síntomas secunda-
rios que ésta les provoca, manifestados como trastornos de salud, lo que las lleva después
de un tiempo a tomar la decisión de abandonar este método. Por otro lado, la poca informa-
ción sobre el manejo del periodo de embarazo hace que las mujeres no se sientan apoyadas
por sus parejas, madres y suegras, muchas mujeres siendo obligadas a vivir su embarazo y
parto de forma sumisa y reservada.
Los líderes y grupos comunitarios, así como los proveedores de salud públicos y tradicio-
nales y los actores que intervienen en SAN a nivel local, tienen una gran influencia en la
seguridad alimentaria y nutricional de las familias.
Las relaciones con los actores comunitarios como COCODES, líderes religiosos y alcaldes au-
xiliares varían según la comunidad y la familia. Sus opiniones y decisiones inciden positiva o
negativamente en las percepciones y las condiciones de vida de las familias, especialmente
en salud sexual y reproductiva o los casos de alcoholismo.
Los proveedores de salud pública pueden muchas veces proyectar una imagen negativa
debido a la falta de información e insumos, los malos tratos, la poca pertinencia cultural y
formas inapropiadas de establecer relaciones de servicio genera desconfianza y desconten-
to por parte de los usuarios, ya que éstos se sienten incomprendidos y juzgados, prefiriendo
ser atendidos por prestadores comunitarios como las comadronas o los curanderos.
Factores socioculturales que inciden en la desnutrición crónica
Las percepciones y relaciones que las familias tienen con los actores e instituciones que
promueven la Seguridad alimentaria y Nutricional condicionan los procesos o técnicas que
aplican. En algunos técnicos y personal existe una falta de empoderamiento del contexto
social y cultural de las localidades o familias, así como de enfoques metodológicos apro-
piados, especialmente en los abordajes formativos para la construcción de competencias
para la vida cotidiana, y la medición y seguimiento de su impacto. Esto limita el efecto po-
sitivo de las intervenciones en relación a los intereses y necesidades de los participantes de
los programas. Las familias no comprenden los criterios de selección para participar en los
programas ni la intención de las intervenciones y por lo tanto no conocen la finalidad de su
participación. Esto hace que muchas desaprovechen los insumos que les son otorgados y
que se deslegitimen los enfoques de los programas y las conductas esperadas.
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Estudio cualitativo con enfoque antropológico en familias rurales de Guatemala
RECOMENDACIONES GENERALES
- las dinámicas sociales que determinan los roles, la valorización y el poder decisivo
de cada una de las personas dentro y fuera de su hogar;
complementación proporcional del maíz y del frijol con hierbas de fácil acceso y alto
nivel nutricional como el macuy o el amaranto.
4. Abrir y mejorar espacios de discusión a nivel local para que cada miembro de la comu-
nidad pueda dialogar y proponer estrategias comunitarias que promuevan el desarro-
llo y la Seguridad Alimentaria Nutricional, fomentando la participación de cada uno
independientemente del género, edad y condición física, económica y social.
5. Promover acciones que valoricen a las mujeres tanto por su familia como por ellas
mismas, retomando tanto el valor de la mujer como del hombre con equidad, abrien-
do espacios seguros para que mujeres y niñas puedan incrementar su nivel de vida y
confianza, facilitando el acceso a la obtención de tierras, la producción agrícola y al
mercado laboral. Para contrarrestar la violencia intrafamiliar y la paternidad irrespon-
sable, es importante brindar un apoyo integral y psicológico a las familias en conjunto,
incitando a toda la familia a valorizar las actividades realizadas por la mujer y el aporte
que tiene en el bienestar del hogar y en la alimentación.
6. Unir esfuerzos para generar acciones que mejoren y promuevan una alimentación
materna adecuada, debido a que la mayoría de las madres no relacionan su propio
estado nutricional con el de sus hijos recién nacidos. Esto debe realizarse con el apoyo 69
y coordinación de líderes comunitarios efectivos y con pertinencia cultural, para gene-
rar un intercambio mutuo con los proveedores de salud comunitarios.
10. Establecer espacios de diálogo con los grupos religiosos, quienes poseen una gran
influencia en las percepciones y creencias de las familias, para identificar estrategias
conjuntas que mejoren la seguridad alimentaria y nutricional y la calidad de vida de
las personas, en un marco de respeto hacia las creencias que inculcan en sus congre-
gaciones.
12. Continuar la línea de investigación que vayan contribuyendo a comprender las causas
fundamentales de la desnutrición crónica y aguda y valide los planes y programas
anuales en SAN para el país.
Factores socioculturales que inciden en la desnutrición crónica
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