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Factores socioculturales

que inciden en la desnutrición crónica


Estudio cualitativo con enfoque antropológico en familias rurales de Guatemala

Secretaría de Seguridad Alimentaria y Nutricional –SESAN–


Con el apoyo del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia –UNICEF–
Diciembre 2014
Estudio cualitativo con enfoque antropológico en familias rurales de Guatemala

Secretaria de Seguridad Alimentaria y Nutricional


Guatemala, Ciudad, 2014

Factores socioculturales que inciden en la desnutrición crónica


Estudio cualitativo con enfoque antropológico en familias rurales de Guatemala

Todos los derechos reservados. Se autoriza la reproducción parcial sin fines de lucro, citando la fuente.
2 Este documento ha sido elaborado por SESAN con la asistencia técnica y financiera de UNICEF Guatemala.

Titular de la Secretaría de Seguridad Alimentaria y Nutricional –SESAN–


German González

Dirección
Rafael Salinas

Orientación técnica
Analuisa Guillén

Investigador principal
Luis P. Chang

Investigadores asociados
Ana Isabel Enriquez
María Anaisabel Galindo

Cooperación técnica y financiera


Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia –UNICEF–

Agradecimientos especiales
Consultoras de Campo: Gloria Ac, Kenverlín Agustín, Amalia Chub, Virginia Cum, Elizabeth Esteban, Hilaria Guzmán,
Eulalia Ortiz, Sonia Pérez, Brenda Pú, Iris Ren, Reyna Saquic, Bárbara Sosof y Mayra Xinico
Factores socioculturales que inciden en la desnutrición crónica

CONTENIDO
INTRODUCCIÓN 7
OBJETIVO DE LA INVESTIGACIÓN 8
UNIDAD DE ESTUDIO 8
METODOLOGÍA 9
Técnicas etnográficas 9
Establecimiento de una relación de confianza 9
Selección de la muestra 10
Recolección y sistematización de la información 12
Análisis de la información y restitución de resultados 12
RESULTADOS PRINCIPALES 15
I. Percepciones, comportamientos y prácticas alimentarias 15
A. Los tiempos de comida 15
B. Prácticas de higiene personal y del hogar 16 3
C. Buena alimentación y mala alimentación 19
D. Alimentos calientes y alimentos fríos 20
E. Percepciones de la desnutrición 22
F. Una falta de priorización de las buenas prácticas alimentarias 25
II. Factores coadyuvantes de la inseguridad alimentaria y nutricional 26
A. Dinámicas familiares 26
1. Ingresos económicos 27
2. Roles, relaciones intrafamiliares y poder de decisión 29
3. Violencia Intrafamiliar 31
4. Paternidad irresponsable y maternidad en soledad 33
B. Alcoholismo 34
1. Acceso y consumo de bebidas alcohólicas 34
2. Razones y justificaciones del consumo de alcohol 35
3. Daños físicos y psicológicos causados por el alcoholismo 37
4. Desintegración familiar 38
5. La economía del hogar fragilizada 38
6. Impacto en el bienestar de los hijos y de las hijas 40
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7. Las reacciones de los vecinos y la comunidad 42


8. Una difícil superación del alcoholismo 42
C. Salud sexual y reproductiva 44
1. Educación en salud sexual y reproductiva 44
2. Planificación familiar 45
a. Familias que no planifican 45
b. Familias que sí planifican 49
3. Apoyo durante el embarazo 50
III. Relaciones con actores locales 51
A. Líderes y grupos comunitarios 51
1. COCODEs y alcaldes auxiliares 52
2. Grupos religiosos 54
3. Comités de agua 53
B. Proveedores de salud 56
1. Proveedores de salud institucionales 56
2. Proveedores de salud tradicionales 58 5
C. Intervenciones en Seguridad Alimentaria y Nutricional 59
CONCLUSIONES 64
RECOMENDACIONES GENERALES 68
BIBLIOGRAFÍA 71
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Factores socioculturales que inciden en la desnutrición crónica

INTRODUCCIÓN
El Pacto Hambre Cero –PPH0– tiene como objetivos disminuir la prevalencia de desnutri-
ción crónica, evitar y reducir las muertes por desnutrición aguda y enfrentar la pobreza,
promoviendo el desarrollo que lleve a su erradicación1.

Según la Encuesta Nacional de Salud Materno Infantil (ENSMI) de 2008-20092, la prevalencia


de la desnutrición crónica (talla/edad) en menores de 5 años es más alta en las áreas rurales,
en los niños y niñas indígenas y en aquellos cuya madre no ha tenido acceso a la educación,
este último criterio estando estrechamente relacionado con el nivel de pobreza3 y de desa-
rrollo humano4. Estos resultados revelan una alta vulnerabilidad a la desnutrición crónica en
las personas del área rural, de la población indígena y de las mujeres.
El PPH0 dentro de sus ejes transversales considera a la Equidad de género y a la Intercultu-
ralidad como un precepto fundamental para promover igualdad de oportunidades.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) define a la Equidad de Género como “la impar-
cialidad en la distribución de beneficios y responsabilidades entre hombres y mujeres” recono-
ciendo que “el hombre y la mujer tienen distintas necesidades y gozan de distinto poder, y que
esas diferencias deben determinarse y abordarse con miras a corregir el desequilibrio entre los
sexos”5. También precisa a través de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) que la 7
interculturalidad “puede ser entendida como la habilidad para reconocer, armonizar y nego-
ciar las innumerables diferencias que existen al interior de cada sociedad” y que “aspira al reco-
nocimiento y valoración de conocimientos y prácticas de salud locales —así como a la incorpo-
ración de las mismas dentro de los sistemas de salud convencionales— como una herramienta
no sólo para la aceptabilidad de los sistemas de salud y para la consolidación de un sistema más
equitativo y participativo, sino para lograr, además, un mundo más justo y humano”6.

En este contexto, la SESAN identificó la importancia y necesidad de realizar investigación


cualitativa sobre las dimensiones socioculturales de la seguridad alimentaria y nutricional.
Con el apoyo técnico y financiero de Unicef, se llevó a cabo este estudio cualitativo en dos
fases, con un enfoque socioantropológico en las prácticas alrededor de la alimentación y
la nutrición de familias rurales de diferentes áreas del país, así como en las condiciones de
vida, costumbres y creencias que inciden, directa o indirectamente, en su estado nutricio-
nal.

1
Plan del Pacto Hambre Cero. Gobierno de Guatemala. 2012. Pág. 8
2
Encuesta Nacional de Salud Materno Infantil 2008 (ENSMI–2008/09). Ministerio de Salud Pública
y Asistencia Social (MSPAS)/Instituto Nacional de Estadística (INE)/Centros de Control y Prevención de
Enfermedades (CDC). Guatemala, 2010. Págs. 308 – 310.
3
El progreso de las mujeres en el mundo 2011-2012: En busca de la justicia. ONU Mujeres. 2011. Pág. 106.
4
Informe sobre Desarrollo Humano 2013, Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo. 2013. Pág. 5.
5
Política de la OMS en materia de género. Organización Mundial de la Salud, 2002. Pág. 5.
6
Una visión de salud intercultural para los pueblos indígenas de las Américas, D.C: Organización Panamericana de la Salud,
2008. Pág. 11.
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OBJETIVO DE LA INVESTIGACIÓN
Esta investigación tuvo como propósito principal comprobar que:

La vulnerabilidad latente en las personas del área rural, la población indígena y las mujeres
a la desnutrición crónica está determinada por percepciones, creencias, comportamientos,
prácticas y costumbres que surgen de las dinámicas familiares transmitidas generacional-
mente y circunstancias específicas a estos grupos poblacionales.

A raíz de esta hipótesis fueron determinados dos objetivos:

• Identificar los factores socioculturales que comprometen la seguridad alimentaria y


nutricional de las personas del área rural, las mujeres y la población indígena.

• Profundizar en las percepciones, las creencias, los comportamientos, las prácticas y


las costumbres de las familias rurales de diferentes áreas y contextos socioculturales
del país en torno a su seguridad alimentaria y nutricional, basadas en el género, la
cultura y el parentesco.

• Emitir recomendaciones que aporten a la implementación del Plan del Pacto Ham-
8 bre Cero –PPH0– en su transición hacia la plena pertinencia cultural.

UNIDAD DE ESTUDIO
La unidad de estudio de esta investigación fue la familia, definiéndola como el conjunto
de personas que comparten una relación parental o filial y la misma vivienda. Es el entorno
familiar que determina la mayoría de las percepciones, los comportamientos y las prácticas
alimentarias de una persona, así como los factores sociales y culturales que influyen en su
seguridad alimentaria y nutricional y en su bienestar físico y mental. Según la OPS, “la fami-
lia es el primer sistema social donde se inicia la transmisión de valores, roles, creencias, mitos,
conocimientos y prácticas. […] La interacción entre el niño y sus cuidadores durante los prime-
ros años de vida tiene un impacto decisivo en su desarrollo como ser humano, en su capacidad
de aprender, regular y controlar sus emociones y comportamientos, y en cómo evitar los riesgos
de contraer enfermedades. La familia tiene la responsabilidad fundamental de criar y proteger
a los niños/as, así como de introducirlos a la cultura, valores y normas sociales”7.

Esta interpretación de la familia contribuye a definir la unidad de observación del estudio a


cada uno de sus miembros, delimitando su análisis al estudio de las percepciones, los com-
portamientos y las prácticas de los mismos dentro este sistema social primario.
7
Una visión de salud intercultural para los pueblos indígenas de las Américas, D.C: Organización Panamericana de la Salud,
2008. Págs. 13-14.
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Además de investigar sobre sus percepciones y dinámicas familiares, se complementó la in-


formación indagando en las relaciones que mantienen con las personas externas al hogar y
los actores con los que se relacionan de manera cotidiana a nivel local, sobre todo aquellos
que forman parte de alguna entidad que implementa acciones relacionadas a la Seguridad
Alimentaria y Nutricional o con un papel o cargo destacable dentro de la comunidad.

METODOLOGÍA
Técnicas etnográficas
Este estudio contó con dos formas de recolección de datos: la observación participativa
y los diálogos, sean estructurados o informales, sumergiéndose en la vida cotidiana de la
comunidad y de las familias. Esto permitió la revelación de información que no estaba al
alcance de una simple entrevista, aumentando el conocimiento y la comprensión de la per-
sona y de la comunidad en el contexto en el que vive. La presencia continua y duradera
fue determinante en este aspecto, ya que dio la oportunidad de interactuar de la manera
más auténtica posible, participando en las actividades diarias y así presenciar y recolectar
los sentimientos, percepciones, comportamientos, discursos y acciones más cercanos a la
realidad de las personas.
9
A través de conversaciones informales, se buscó ampliar la información de interés, dirigién-
dolas hacia los temas que se querían profundizar y enfocándolas hacia la información rele-
vante. En algunos casos, se requirió de la grabación de algunos testimonios para ampliar y
ejemplificar la información. Las grabaciones se llevaron a cabo únicamente con la autoriza-
ción de la persona y de manera confidencial.

Si después de un primer tiempo se detectaba la existencia de informaciones relevantes


para las cuales estos métodos eran insuficientes para su obtención, se consideraba imple-
mentar puntualmente una metodología más directa. En este caso, la relación de confianza
fue la que permitió que la persona entrevistada se sintiera a gusto y que el intercambio no
perdiera su autenticidad.

Establecimiento de una relación de confianza


La relación de confianza permitió acceder a información que se encontraba disimulada o me-
nos visible en un primer acercamiento a la persona, debido a aspectos más íntimos o senti-
mentales de la información o al hecho que la persona no es consciente de ello. Establecer
una relación de confianza implicó dedicar un tiempo suficiente para conocer a las personas
y a las comunidades en las que viven. Por esta razón, se requirió de un período de 9 semanas
para la recolección de datos, tiempo considerado necesario para conocer a cada uno de los
miembros de los hogares, crear confianza, compartir sus actividades cotidianas, observar las
dinámicas familiares, conversar sobre cada tema con cada familia y los actores comunitarios
involucrados directa e indirectamente en su seguridad alimentaria y nutricional.
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En la misma línea, se contó con la presencia de una consultora de campo en cada comuni-
dad, quien fue la encargada de visitar a las familias y recolectar la información necesaria. El
equipo de consultoras de campo fue conformado por mujeres únicamente, que dominaran
el idioma local y que conocieran bien el área de trabajo, siendo originarias del área o ha-
biendo tenido una experiencia significativa en ella. Esto se debió a la necesidad de poder
generar la relación de confianza con las familias y lograr generar una información más pro-
funda y veraz, siendo las madres las principales interlocutoras por estar más frecuentemen-
te en el hogar.

El equipo de consultoras de campo fue previamente estandarizado y capacitado en técnicas


y herramientas etnográficas para la obtención de la información en las comunidades, para
que reforzaran de manera conjunta las habilidades necesarias para desarrollar y mantener
la relación de confianza con cada familia, asegurándose que dispusieran en todo momento
de objetividad, perspectiva, genuinidad y veracidad en la recolección de información.

Selección de la muestra
El tamaño de la muestra fue determinado por la disponibilidad de recursos para el estudio,
por lo que se recogió la información en un número reducido de familias de 12 comunidades
de diferentes áreas del país.
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Para consagrar el tiempo requerido para mantener una frecuencia alta de las visitas y poder
desarrollar una relación de confianza suficiente, se determinó un número de 8 familias en
cada una de las 12 comunidades, elevando a 96 el número de familias que conformaron la
muestra. Este número permitió realizar con cada familia un promedio de 2 visitas a la se-
mana de 3 horas cada una, para un total por familia de más de 50 horas o de 18 momentos
de observación aproximadamente durante todo el proceso de recolección de información.

La selección de las comunidades de estudio se hizo en dos tiempos. Previo a la estandariza-


ción y capacitación del equipo de consultoras de campo, se determinó los 12 municipios de
los cuáles se seleccionaron las 12 comunidades, en base a parámetros referenciales de des-
nutrición crónica, representatividad geográfica y etnolingüística e intervenciones recientes
o actuales en Seguridad Alimentaria y Nutricional. A través de la coordinación con las au-
toridades municipales y de su consentimiento, se identificó en cada municipio una comu-
nidad rural que aceptara la presencia de la consultora de campo durante todo el período
de recolección de información. El consentimiento de los líderes comunitarios fue criterio
suficiente para la selección de las comunidades, ya que su pertenencia al área rural califica
a su población como vulnerable a la inseguridad alimentaria y nutricional.

La selección de las 8 familias dentro de cada comunidad fue llevada a cabo con el apoyo de
diferentes actores comunitarios, por medio de visitas domiciliarias o asambleas generales.
Antes de validar la selección de cada familia, fue cerciorada su buena voluntad a participar
en la investigación, para evitar toda incomodidad al momento de las visitas y minimizar
cualquier desistimiento en el transcurso del período de recolección de información.
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De las 96 familias seleccionadas: a) 57 son nucleares, compuestas por un padre, una madre
y hasta 11 hijos; b) 35 son extendidas, conformadas por más de dos generaciones o por la
presencia en el hogar de otros familiares como cuñados y cuñadas, yernos y nueras, tíos y
tías del hombre o la mujer quien posee la vivienda; y c) 4 son monoparentales, formadas
por una madre con 3 hasta 8 niños y niñas bajo su cuidado.

Figura No.1
Mapa de las comunidades determinadas en la selección de la muestra

11

Fuente:
Censo de Talla
a Escolares 2008
(SESAN/MINEDUC)

Comunidades visitadas Desnutrición crónica


Baja (Menor o igual que 30.1)

1. El Terreno Pinalitos 6. Chimolón Moderada (30.2 - 42.7)


Santa Ana Huista, Huehuetenango Tamahú, Alta Verapaz Alta (42.8 - 59.9)
Muy Alta (Mayor o igual que 60.0)
2. Santa Isabel 7. Xemamatz’e
San Juan Atitán, Huehuetenango Nebaj, Quiché

3. Chirijox 8. Los Cipreses


Santa Catarina Ixtahuacán, Sololá Momostenango, Totonicapán

4. Parajbey 9. La Libertad 11. Lajas Oquén


Santa Apolonia, Chimaltenango Chicacao, Suchitepéquez Jocotán, Chiquimula

5. Las Agujitas 10. Asunción Chivoc 12. Chió


San Pedro Pinula, Jalapa San Juan Sacatepéquez, Guatemala San Juan Chamelco, Alta Verapaz
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Recolección y sistematización de la información


El avance y el buen desarrollo de la recolección de información fue monitoreada constan-
temente por medio de reuniones quincenales, visitas de supervisión aleatorias en las co-
munidades y una comunicación constante entre las consultoras de campo y el equipo de
investigación.

La información fue sistematizada a través de tres tipos de herramientas estandarizadas: a)


guías de información para registrar todos los datos relevantes a la investigación; b) diarios
de actividades para recopilar las actividades, las observaciones y las conversaciones realiza-
das cada día; y c) dos informes, uno intermediario y uno final para brindar una descripción
de los procesos de investigación y los hallazgos principales en las familias de cada comuni-
dad.

Para completar el proceso, al finalizar la última semana de trabajo de campo, se realizó una
restitución de la información junto a las consultoras para compartir, comparar y discutir los
hallazgos principales en cada una de las comunidades.

Análisis de la información y restitución de resultados


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Toda la información relevante a la investigación fue extraída, categorizada y analizada como
texto. El análisis no partió de investigaciones previas, considerando únicamente la informa-
ción recolectada, con el objetivo de evitar, en la medida de lo posible, una predisposición
para analizar la información en base a interpretaciones anteriores sobre el tema.

Para poder facilitar el análisis de la información, se desarrolló una matriz de datos en la cual
se codificaron las informaciones cualitativas y cuantitativas recogidas en cada una de las
96 familias. Esto permitió determinar con más precisión las tendencias observadas en cada
comunidad así como en el total de las familias. Los datos cuantitativos extraídos de las in-
formaciones cualitativas recogidas en el campo cumplen solamente una función ilustrativa
y no tienen representatividad estadística. Esta matriz permitió:

• Poder recopilar de manera resumida y ordenada las características observadas de


cada una de las 96 familias de la población.

• Medir la frecuencia de casos y situaciones en la población en cada tema.

• Poder comparar las situaciones observadas entre las familias y entre las comunida-
des participantes en el estudio.

• Cruzar las informaciones encontradas en los temas, con el objetivo de comparar la


frecuencia de casos en un tema con la de otro tema, y así evaluar la posibilidad y
plausibilidad de una correlación entre un tema y otro.
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Figura No.2: Cronología de actividades de la Investigación

CONSULTORAS DE CAMPO EQUIPO DE INVESTIGACIÓN


Diseño de Investigación

Taller de Capacitación
- Capacitación de técnicas de
Semana recolección de información
1 - Estandarización de
i nstrumentos de recolección
de datos

Coordinación Municipal Apoyo en la Selección de


- Socialización del proceso de Población Muestra
investigación con autoridades - Coordinación con autoridades y
Abordaje comunitario municipales actores municipales
- Socialización del proceso de investigación - Selección de comunidades
Semana selección de las comunidades
2 - Coordinación con líderes y
actores comunitarios

Abordaje de las familias


- Socialización del proceso de investigación - Coordinación con las familias
- Selección de familias voluntarias

Visitas
Domiciliarias Monitoreo de Avances 13
- Relación de - Revisión y análisis de productos
Reuniones Quincenales semanales
Semanas - Conversaciones - Estandarización de productos - Comunicación diaria a
Entrevistas
d istancia para monitoreo de la
3 - 10 informales
- Actores
a entregar
recolección de información y
- Observación c omunitarios - Socialización de experiencias resolución de dudas
participativa y avances con demás
- Proveedores de
- Participación en c onsultoras de campo
salud públicos - Visitas de campo a cada
actividades del - Resolución de dudas y c onsultora para apoyo y
- Otros actores
hogar corroboración de la información
SAN

Semana
11 Recaudación de Información

Taller de discusión de datos


Semana
- Socialización de experiencias y discusión
12 de la información recogida en cada tema
con las consultoras de campo

Análisis de la Información
Asistencia a Distancia - Extracción de información
Semanas
- Apoyo de las consultoras en
13 - 20 la corroboración de los datos según temas y subtemas de investigación
encontrados
- Análisis y Discusión de resultados preliminares

Semanas
Elaboración de Informe
21 - 24 de la Investigación
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RESULTADOS PRINCIPALES

I. Percepciones, comportamientos y
prácticas alimentarias
Comprender las percepciones que rigen los comportamientos y las prácticas alimentarias
fue lo que requirió más tiempo, muchas estando internalizadas por las personas y sien-
do transmitidas de generación en generación desde una temprana edad. La relación de
confianza establecida con las familias fue la que permitió que las personas no se sintieran
incómodas al momento de seleccionar, preparar, repartir y consumir los alimentos durante
las visitas. De la misma manera, al no sentirse observados o juzgados, las conversaciones
alrededor de sus percepciones sobre la alimentación y la nutrición se desarrollaron lo más
natural posible. Esto permitió identificar algunos elementos subconscientes que determi-
nan estas percepciones y así entender mejor las prácticas alimentarias dentro del hogar.

A. Los tiempos de comida


Más de la mitad de las familias realizan tres tiempos de comida (desayuno, almuerzo y cena)
15
y una tercera parte realiza solo dos tiempos, el primero durante la mañana y el segundo
durante la tarde, cuando regresa el padre de familia.

Según lo observado en la Libertad, muchas familias no cenan debido a la falta de dinero,


justificando la ausencia de ese tiempo de comida por la costumbre de no hacerlo. Una mu-
jer contó: “Nosotros no cenamos, ya estamos acostumbrados. Así lo hacían nuestros padres
cuando nosotros éramos niños”. En Xemamatz’e, otra mujer mencionó: “A mí no me importa
si hay comida o no, lo importante es que mis hijos tengan tortillas aunque sea con sal, por-
que tener maíz ya es suficiente y ellos ya están acostumbrados”. Más tarde, ella comentó
que, cuando la situación económica es más estable, tienen la posibilidad de comprar el
maíz por quintal, de lo contrario compran a diario entre 2 a 3 almudes (cajón de madera
utilizado en los mercados) o dependiendo de los recursos económicos que el esposo dis-
ponga en ese momento. Así como en muchas familias, este caso refleja la priorización del
consumo de maíz sobre los demás alimentos.

Cuatro familias realizan un solo tiempo de comida, una reportada en Parajbey, dos en Santa
Isabel y una en Asunción Chivoc. De ésta última, una mujer comentó: “No preparo comida
porque los niños no comen lo que uno les prepara y ésta se echa a perder”. Sin embargo,
según las observaciones, los niños sí piden comida a la madre, pero ella no atiende y por lo
general los silencia o les dice que no hay alimentos. Lo único que les puede dar es un poco
de atol y en otras ocasiones les da dinero para que compren golosinas.

Según lo observado, más de tres cuartos de las familias consumen alimentos entre los tiem-
pos de comida idealmente establecidos. En estas ocasiones se consume atoles, tortillas o
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frutas de temporada, como los mangos y los jocotes, pero también gaseosas, pan dulce y
comida chatarra.

Una de las prácticas de alimentación recurrente es el consumo de “sobras”. Se observó que


algunas familias no desechan la comida en malas condiciones por falta de recursos econó-
micos. En Chirijox, se observó que algunas familias consumían pan mohoso, devolvían el
resto de su bebida a la jarrilla y guardaban las sobras sin aplicación de métodos de conser-
vación.

Por otra parte, más de la mitad de la población dispone de alimentos que producen dentro
de su terreno, como árboles frutales, hierbas y otros que hayan crecido y plantado en el
terreno de la vivienda. En cuanto a los animales comestibles como aves de corral, ganado
vacuno o porcino, se observó que más de dos tercios de la población poseen alguno. En
Parajbey, Santa Isabel, El Terrero Pinalitos, Las Agujitas, Asunción Chivoc y Chimolón, todas
las familias participantes tienen animales comestibles, en su mayoría aves de corral.

Del total de familias observadas, 7 familias mencionaron tener terreno propio para el culti-
vo de sus alimentos. Más de tres cuartos de las familias piden prestado o alquilan un terreno
para cultivar, pagando o retribuyendo en especie al propietario y menos de un cuarto de la
población no cuenta con terreno para cultivo, obteniendo sus alimentos mayoritariamente
a través de la compra.
16

B. Prácticas de higiene personal y del hogar


Se observó que para muchas familias, la higiene personal no es una prioridad, ya que el
factor económico, el poco acceso a servicios básicos y la falta de conocimientos limita el
ejercicio de las prácticas cotidianas de higiene y limpieza.

Se constató que muchos de los niños se mantienen todo el día con la ropa, las manos, la
cara y el pelo sucios, y muchos de los hogares no se limpian con frecuencia. En Chió, la con-
sultora de campo observó que una mujer de una de las familias no depositaba los pañales
sucios de su hija en la basura al momento de cambiarla sino que los tiraba debajo del sillón.
Al preguntarle por qué los dejaba allí y no en la basura, la mujer contestó que los dejaba
debajo del sillón por falta de tiempo. Sin embargo, según lo observado por la consultora,
cada día que pasó, los pañales seguían acumulándose.

Es común, en la mayoría de los hogares, que los animales entren y salgan de la casa a todo
momento y que tengan contacto directo con la comida y los utensilios de la cocina. En Chió,
se mencionó una de las costumbres q’eqchi’ que consiste en dejar a las gallinas empollar en
cuartos calientes como el dormitorio o la cocina para tener más pollos. Los animales que
entran a las casas son por lo general las aves de corral, las mascotas y los cerdos. La estruc-
tura de las habitaciones también es otro factor que influye en la higiene del hogar, debido a
que más de dos tercios de la población no cuentan con una separación de ambientes entre
la cocina y las habitaciones.
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Algunas familias sí mantenían sus hogares limpios, mayormente en aquellos hogares en
donde las habitaciones están completamente apartadas la una de la otra. Sin embargo, se
observó cierta falta de comprensión de las recomendaciones de higiene, ya que en algunos
de los hogares, a pesar de mantener los utensilios de la cocina ordenados y limpios, existe
un contacto frecuente con los animales domésticos.

En cuanto a la higiene de los alimentos y los utensilios, la mayoría de las personas men-
cionaron saber que se lavan las manos y los alimentos antes de consumirlos, así como los
utensilios antes de utilizarlos para cocinar. Sin embargo, algunas no ponen en práctica los
consejos o saberes ya que olvidan lavar los alimentos antes de prepararlos, así como lavarse
las manos después de realizar una actividad que lo amerite.

Es necesario resaltar que más de la mitad de las familias no cuenta con agua entubada
ni drenaje, limitándose a utilizar agua de manantiales, en su mayoría contaminados, y de
lluvia, no necesariamente purificada, siendo en algunos casos un problema a nivel comu-
nitario.

En Chió, la mayoría de personas no tienen acceso directo al agua potable, ya que no todos
los días llega el agua a la comunidad. Por lo general almacenan durante una semana el agua
en toneles que se mantienen al descubierto y rara vez acceden al agua potable o entubada
debido a su alto costo.

En Asunción Chivoc, no se cuenta con un servicio continuo de agua, siendo interrumpido


por semanas continuas, y por lo tanto, muchas mujeres acarrean agua. Durante la tempora-
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da de lluvias, ésta contiene más residuos, por lo que algunas familias la mantienen dentro
de pequeños estanques esperando así purificarla, mientras que la mayoría utilizan el agua
de lluvia sin realizar los pasos adecuados para tratarla.

En Los Cipreses, la mayoría de familias deben de dejar un recipiente para poder acumular el
agua de lluvia que se escurre por los techos de lámina y esperar cierto tiempo para que los
residuos se depositen. Además, el agua que se acumula es insuficiente para la cantidad de
habitantes del hogar. Se cuenta también con el agua de un riachuelo, en donde las perso-
nas llegan a lavar la ropa, contaminándola aún más.

Para muchas familias, es la pila en donde se acumula el agua recogida y se ejecutan todas
las actividades referentes al lavado de utensilios, lavado de manos, de dientes y de ropa.
Al momento de lavar los utensilios, las familias por lo general no utilizan jabón, sino que
se limitan a lavarlos solo con agua. A pesar que se les ha enseñado que deben hervir el
agua antes de consumirla o utilizarla para la limpieza de alimentos, no todas las mujeres lo
realizan. Estas circunstancias impiden la salubridad del hogar, independientemente de las
prácticas de higiene.

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C. Buena alimentación y mala alimentación


La mayoría de las familias expresaron que una buena alimentación es aquella que está
conformada de varios alimentos, entre ellos hierbas, verduras, frutas, lácteos, atoles y car-
nes, mientras que una mala alimentación se compone de aquellos alimentos considerados
como comida chatarra: golosinas, gaseosas, ricitos y chicharrines.

La tortilla, y en menor medida el frijol, son los únicos alimentos presentes en la dieta ali-
mentaria de manera constante. A pesar de su consumo casi sistemático en cada tiempo de
comida, este no con lleva una percepción positiva o negativa de manera consciente ya que
está completamente internalizado dentro de sus prácticas alimentarias. No es cuestionado
ni calificado como bueno o malo, ya que resulta inconcebible no consumir estos alimentos
de manera cotidiana. En cierta medida, a pesar que el consumo de un alimento pueda ser
considerado como benéfico, este es secundario al consumo de tortillas y de frijol.

A pesar de su bajo consumo, todas las familias mencionaron tener una buena percepción
de las frutas y las verduras, por su alto nivel de vitaminas. De la misma forma, todas mencio-
naron tener una mala percepción de la comida chatarra, aun cuando son consumidas con
frecuencia, debido al bajo nivel nutricional que estos pueden aportar al cuerpo y porque así
se les ha informado en el Puesto de Salud.

En cuanto a la percepción de alimentos como la carne, específicamente de res, de cerdo 19


y de pollo, la mayoría de las familias que mencionaron tener una opinión acerca de este
alimento dijeron que la carne es buena para el sistema, pero que no es posible consumirla
frecuentemente debido a su alto costo. Sin embargo, algunas familias mencionaron no te-
ner una buena percepción del consumo de la carne. Esta percepción negativa se encontró
en familias de varias comunidades. Tres de estas familias se encuentran en Parajbey, dos en
Chió y una en las comunidades de El Terrero Pinalitos, Santa Isabel y Chimolón. Explicaron
que esto se debía a los daños que causa en la salud de las personas. Una de las madres de
Santa Isabel mencionó: “Las carnes hacen daño a las personas y les quitan unos años de
vida. A veces no se cuenta con dinero para comprar, ya que no nos alcanza porque es muy
caro en las carnicerías”. Algunas familias hicieron la diferencia entre la carne de traspatio,
que consideran nutritiva y la carne de mercado masivo o de manejo industrial, más especí-
ficamente la de pollo, que catalogan como no nutritiva por su alto contenido de grasa. Una
mujer de El Terrero Pinalitos expresó: “La mejor alimentación siempre va a ser las hierbas
y los pollos de rancho [de traspatio] porque son crecidos con puro maíz, ya que es lo que
contiene vitaminas”.

En cuanto a los alimentos procesados como las pastas, las sopas instantáneas, el consomé o
las galletas, más de la mitad de las familias que mencionaron este tipo de alimentos expre-
saron tener una buena percepción de ellos, debido a que son de fácil acceso, económicos
y son considerados “alimentos que llenan”. En Xemamatz’e, una mujer que tiene un hijo con
desnutrición crónica comentó que la comadrona le recomendó preparar fideos para que
el niño se alimentara cuando él lo deseara, ya que es un alimento que llena rápido. Cabe
Estudio cualitativo con enfoque antropológico en familias rurales de Guatemala

mencionar que las personas que tienen una buena percepción de los alimentos procesados
no necesariamente expresaron que eran alimentos nutritivos.

La idea que las personas tienen de una buena alimentación no depende únicamente de la
percepción que se tenga del alimento, sino que también de las prácticas de higiene y de
preparación y conservación de los alimentos, así como del control que tienen los padres
de lo que cada uno de los miembros de la familia pueda consumir. Una mujer de Parajbey
mencionó: “La buena alimentación es cuando las cosas están bien preparadas, cuando está
bien limpio y bien cocido, y mala alimentación es cuando las cosas están en mal estado o no
están bien preparadas, cuando las cosas no están limpias y cuando no se lavan las manos”.

20

D. Alimentos calientes y alimentos fríos


Las prácticas alimentarias están determinadas por la clasificación de frío y caliente de cada
alimento. Este es un sistema de clasificación binario que no se refiere a la temperatura en
sí del alimento, si está crudo o cocido, calentado o enfriado, sino más bien a la esencia o
naturaleza del mismo. Este sistema explica el consumo de ciertos alimentos y el rechazo de
otros.
Factores socioculturales que inciden en la desnutrición crónica

De las doce comunidades estudiadas, solo la comunidad de Las Agujitas, Jalapa, no pre-
sentó hábitos de alimentación determinados por esta clasificación. Cabe mencionar que a
diferencia de las demás comunidades, casi todos sus habitantes ya solo hablan el español.

Se observó que esta clasificación tiende a determinar la manera de preparar, cocinar y con-
sumir ciertos alimentos. La gran mayoría de las familias coincidieron en que los alimentos
clasificados como calientes benefician habitualmente al cuerpo, ya que mantienen su tem-
peratura e impiden que se enfríe. Por otro lado, los alimentos clasificados como fríos son
aquellos que deben consumirse con moderación, debido a las alteraciones que pueden
causar en el cuerpo, como cambios de temperatura física, dolor de estómago y diarrea. Es
por eso que muchas madres no recomiendan el consumo de estos alimentos a los niños y a
las mujeres embarazadas o en período de lactancia. Una mujer de El Terrero Pinalitos men-
cionó: “Las comidas frías son el aguacate, el bledo y el queso, y porque son fríos les provoca
dolor de estómago y diarrea a los niños. Se les cae la matriz a las mamás por el bledo. Las
comidas calientes son el huevo, caldo de res, pollo de rancho y el frijol, que además tienen
vitaminas”. Sin embargo, los alimentos fríos no son necesariamente considerados como no-
civos, ya que una gran parte de frutas y verduras fueron reportadas como alimentos fríos,
como el güisquil o el banano, pero son consideradas por casi todas las familias como parte
de una buena alimentación. Esto puede explicar en parte su consumo moderado.

Esta clasificación puede contribuir a un consumo de alimentos diferente de un miembro a


otro de la misma familia, tanto por edad, género, estado de salud o condiciones físicas par- 21
ticulares, como un embarazo o una enfermedad. A una de las mujeres de El Terrero Pinalitos,
la curandera le aconsejó no consumir comidas frías durante su embarazo porque le po-
día producir dolor de estómago y afectar al bebé, limitándose a comer alimentos calientes
como el chipilín, el quequeshte y el frijol. Ahora trata de tomar solamente bebidas hervidas
para producir leche materna. Asimismo, una mujer de Xemamatz’e dijo prohibirle a su hija
tomar o comer alimentos fríos porque le cortan la leche. Sin embargo, mencionó que la hija
muestra desinterés hacia esas prácticas, tomando muchas gaseosas a causa de la sed.

Es importante resaltar que esta temperatura simbólica del cuerpo, a pesar de ser caliente, no
debe ser alterada, tanto por un consumo significativo de alimentos fríos, como por la inges-
tión excesiva de alimentos calientes. Se busca, a través de la alimentación, mantener este
equilibrio dentro del cuerpo. Las mujeres que han sufrido de un aborto también pueden
basar su alimentación en esta clasificación, así como lo menciona una mujer de El Terrero
Pinalitos: “Mi nuera, a quien se le murió el bebé, no puede comer queso, carne de cerdo y
pan porque le hace mal en el estómago, porque es frío. Solo come huevos en caldo, fideo y
hierbas. El aguacate no puede comerlo porque es frío. El frijol puede comerlo pero solo en
caldo porque es muy caliente”. A esta mujer se le prohibió consumir alimentos fríos ya que,
al haber perdido mucha sangre durante el aborto, necesitaba recuperar el calor de su cuerpo
por medio del consumo de alimentos calientes.

Los resultados obtenidos de este sistema binario de alimentación no pueden ser explicados
en su totalidad de manera precisa, ni dar razones por las cuales un alimento es consumido
o no. Por el amplio espectro de temáticas abordadas en este estudio, su diseño no permitió
Estudio cualitativo con enfoque antropológico en familias rurales de Guatemala

profundizar más allá de estos hallazgos. Sin embargo, fue posible identificar algunas va-
riaciones entre las comunidades estudiadas, y en algunos casos entre las familias, según la
manera de clasificar los alimentos. De esta manera, una familia puede considerar el tomate
como un alimento frío y otra como un alimento caliente. Esta clasificación es transmitida de
generación en generación y en la actualidad, la mayoría de las personas no pueden explicar
las razones que determinan la temperatura simbólica de un alimento.

E. Percepciones de la desnutrición
Se pudo identificar una falta de conocimiento sobre lo que es la desnutrición y los dife-
rentes tipos, causas, síntomas y por ende, consecuencias de ésta. Así mismo, la mayoría de
las personas ven las situaciones de desnutrición en sus hijos como normal y no como una
prioridad. Sin embargo, al hacer el recuento de infantes con presencia de desnutrición cró-
nica, la mitad de las familias reportaron al menos un niño con un historial de desnutrición
crónica.

La mayoría de las familias entienden que la desnutrición se debe a la mala y escasa alimen-
tación de los niños. Asimismo, mencionan varios síntomas como el estómago pronunciado,
el cabello claro, debilitamiento y delgadez, bajo peso y talla. Sin embargo, muchas madres
22 mencionaron no haber conocido el estado de desnutrición de sus hijos hasta en el momen-
to que el Centro de Salud u otra institución se los indicó. Otras, a pesar de aceptar la des-
nutrición de sus hijos, desconocen las razones. Una mujer de El Terrero Pinalitos mencionó:
“No entiendo por qué mis hijos no engordan, si toman mucha bebida, toman agua hervida
y comen dos tortillas a diario”.

En la comunidad de Lajas Oquén, las personas ven la desnutrición como el resultado de una
serie de factores: los niños se enferman del estómago o de fiebre, luego dejan de comer y
en consecuencia se desnutren. Por lo general, son llevados a la consulta médica solo cuan-
do ven que el malestar no cesa o porque la situación se complica.

Ante la falta de conocimientos sobre las manifestaciones de la desnutrición, las familias


atribuyen otras razones al hecho de que los niños estén enfermos, mayormente a males-
tares con connotaciones culturales como el mal de ojo y el susto, e incluso la brujería. Una
madre de familia de la comunidad La Libertad mencionó: “‘Dale para mal de ojo, eso es lo
que tienen tus hijas’ me dijo mi vecina hace mucho tiempo y yo nunca le hice caso, hasta
ahora que están más graves. Por eso fui a buscarles hierbas. El mal de ojo se da porque la
gente desea a mis nenas, o también los bolos, las mujeres que están en sus días y las muje-
res recién paridas. Es peligroso acercarlos a los bebés porque seguro se enferman. Mire yo,
cómo a veces me llevo a mi bebé al pueblo y paso cerca de una cantina donde hay bolos. Allí
es donde le entra calor en el cuerpo a mis pobres hijas”. Este relato refleja la concepción de
la desnutrición como una enfermedad, y a su vez como un desequilibrio de la temperatura
simbólica del cuerpo.
Factores socioculturales que inciden en la desnutrición crónica

23

Sin embargo, cada familia atribuye la desnutrición a varias razones. En Santa Isabel, las per-
sonas la relacionan a la falta de higiene de los niños. Una mujer expresó: “Se da cuando las
mamás no lavan las manos de los niños antes de comer, por no barrer la casa, no lavar los
trastes y no dar de comer a los niños verduras y frutas recomendadas por el Centro de Sa-
lud, como también se da en las embarazadas cuando ellas dejan de comer”. Asimismo, son
conscientes que la falta de recursos económicos también es un agregado a la desnutrición.
Otra mujer de la misma comunidad mencionó: “Se da por falta de recursos económicos ya
que no pueden comprar verduras para ellos. Y también por comer sólo dos veces al día y por
eso es que los niños no crecen, solo se mantienen enfermos y no comen”.

En Chirijox, una mujer atribuyó la desnutrición de su nieto al estado emocional de su ma-


dre: “Le dio desnutrición porque mi hija se enfermó. Cuando el bebé tenía ocho meses fue
Estudio cualitativo con enfoque antropológico en familias rurales de Guatemala

abandonado por su papá. Yo pienso que se enfermó de la tristeza, él la mamó de su mamá


y se enfermó”.

Existen familias que normalizan la delgadez de los niños y la ven como hereditaria, por lo
que no le ponen mayor importancia. Una mujer de Santa Isabel expresó: “Tal vez es cuando
los niños se ponen muy delgados. Pero hay veces que el niño es muy delgado porque el papá
es delgado. ¿Qué puede hacer uno para engordarlo?”

Muchas mujeres no comprenden por qué existen niños que sufren de desnutrición cuando
están de constitución “gorda”. Una mujer de Lajas Oquén expresó cierto escepticismo ante
el personal del Centro de Salud, ya que no cree lo que les dice sobre el tema de desnutri-
ción: “Las educadoras del Centro de Salud dicen que cuando un niño es tan delgado es por-
que está desnutrido. Y lo que yo no entiendo es que hay niños gorditos y dicen que también
son desnutridos. Y eso si no creo”.

La mayoría, al no encontrar cura para sus hijos desnutridos, prueban diferentes remedios
y auto medican a sus hijos. Para ellas, la desnutrición es consecuencia de una enfermedad

24
Factores socioculturales que inciden en la desnutrición crónica

que tiene cura mediante un medicamento en específico. Una mujer de La Libertad y su


madre comentaron acerca del remedio que ellas proporcionan a sus hijos cuando sufren de
algún malestar, síntoma de la desnutrición: “El antibiótico va a matar a la niña. Yo escuché
que si uno toma antibiótico, chupa la sangre y no mirás que no tiene fuerzas’’ dijo la mujer.
Su madre agregó: “Yo estoy a la mano de Dios. Esta niña está enferma y ya le di un despa-
rasitante ayer y no ha sacado nada. Nadie me lo recetó, yo fui a buscarlo. Yo nunca voy al
Centro de Salud, allí no hay medicina. Los de las instituciones no me dicen nada, solo una
vez la pesaron y nada me dijeron. Los de las instituciones solo dan carteles y ¿para qué me
sirven los carteles a mí? Por cierto, ¿dónde están? Los voy a tirar. Estoy desesperada por esta
niña, no sé qué hacer”.

F. Una falta de priorización de las buenas prácticas alimentarias


La buena alimentación y nutrición, así como la aplicación de buenas prácticas no son una
prioridad para la gran mayoría de familias. Además de la percepción que puedan tener de
quien transmite los mensajes, y de las creencias culturales asociadas a cada uno de los ali-
mentos, también contribuyen varios factores que impiden que muchas personas conside-
ren la nutrición como una preocupación primaria.

La falta de poder económico es el principal factor que las familias mencionaron para no po-
25
der priorizar las buenas prácticas de alimentación. A pesar que muchas familias expresaron
la importancia de dar a los niños una buena alimentación, las personas no tienen acceso
por la escasez de recursos económicos. Una mujer de La Libertad justificó la poca variedad
de la alimentación de su familia por la falta de poder económico: “Yo sólo dependo de mi
esposo y mis hijos, porque yo no sé leer. Mi esposo gana para el maíz y tengo que buscar que
comer. Mi única salida son las hierbas cerca de la casa, pero somos tantos que tampoco nos
llenamos al comer. Lo que gana mi esposo es para sobrevivir cada día. Aquí no hay trabajo
y si hay es muy poco lo que dan”.

En esa misma comunidad, seis de las familias visitadas dijeron comer sólo dos veces al día
para evitar gastos. Desayunan una vez en la mañana y comen una segunda vez en la tarde
cuando regresa el esposo de trabajar. En una de las visitas domiciliarias, se le preguntó a un
hombre el número de tiempos de comida al día con los que cuenta su familia, y él contestó:
“Dos veces nada más. Somos tantos y no gano mucho para comer tres veces al día. Nosotros
solo comemos frijol, Protemás, arroz, fideos y una vez a la semana una librita de pollo o de
carnita, si hay pisto. No alcanza el pisto, por eso ahora mi hijo ya no va a la escuela, para que
me ayude con el gasto”.

Muchos prefieren vender un buen alimento antes que consumirlo, ya que pueden, con las
ganancias, comprar un alimento que abunde más, aunque su consumo no mejore ni diver-
sifique su alimentación. Las familias que juntan frutas y verduras de temporada para vender
rara vez las consumen. Un señor de Chimolón mencionó comprar pacayas para luego ven-
derlas junto con las que crecen en su propio terreno. Cada red de varias decenas de pacayas
es vendida por Q60. Sin embargo, no las consumen.
Estudio cualitativo con enfoque antropológico en familias rurales de Guatemala

Por otro lado, muchas mujeres afirmaron disponer de muy poco tiempo para llevar a cabo
todas las actividades diarias relativas a la seguridad alimentaria del hogar. El tiempo dedi-
cado a preparación de los alimentos es bastante corto en comparación a otras actividades,
como la elaboración de tejidos y el lavado de ropa ajena como fuente de ingresos econó-
micos para la familia o la participación en actividades religiosas. Ante la poca estabilidad
económica, algunas han tenido que optar por buscar trabajo fuera de los hogares para po-
der cubrir las necesidades de la familia. En Asunción Chivoc, una mujer mencionó que no
prepara almuerzo por la falta de tiempo, dejando un huevo para que comieran sus 4 hijos y
encargando al hijo mayor de alimentar a sus hermanos.

La poca disponibilidad de los alimentos también limita a las personas a poner en práctica
los consejos en Seguridad Alimentaria y Nutricional. Muchos acuden a técnicas alternativas
para obtener los productos, como la recolección de frutas y verduras de temporada. Sin
embargo, ante la escasez de plantas silvestres, éstas dejan de ser consumidas, sin poder
ser remplazadas durante los tiempos de comida. En Parajbey, una mujer mencionó: “Las
hierbas son muy buenas pero ahora ya no encontramos en el monte, es por eso que ya no la
comemos”.

Por otro lado, se pudo observar en la gran mayoría de familias que el consumo del alimento
también es determinado por su valor gustativo y no por su valor nutricional. En muchos ca-
sos, hay una falta de aceptación de nuevos alimentos por el rechazo de sabores a los que no
26 se está acostumbrado. Se pudo observar en muchas familias que los alimentos fortificados
distribuidos por las instituciones no son consumidos, ya que el sabor no es el mismo al que
están acostumbrados. En otros casos, a pesar de no tener recursos suficientes para asegurar
una alimentación variada, las familias consumen comida chatarra por su alto aprecio, aun
con el conocimiento de su poco aporte nutricional. Cuando se les preguntó la razón de
su consumo, a pesar del costo, muchas respondieron: “Nosotros los comemos porque nos
gusta”. 

II. Factores coadyuvantes de la inseguridad


alimentaria y nutricional
La vulnerabilidad a la desnutrición crónica, además de ser determinada por las percepcio-
nes, comportamientos y prácticas alimentarias de las familias, es aumentada en la gran ma-
yoría de las familias rurales por factores coadyuvantes, provocados por creencias, dinámi-
cas y circunstancias que comprometen su bienestar.

A. Dinámicas familiares
La seguridad alimentaria nutricional de las personas es definida por las relaciones que cada
uno tiene en su hogar. El género, el parentesco y el aporte económico de cada uno repercu-
ten directamente en su nutrición y la de su familia, ya que estas características determinan
Factores socioculturales que inciden en la desnutrición crónica

su poder de decisión, sus responsabilidades y sobretodo el valor que los demás le otorgan
dentro del hogar.

1. Ingresos económicos
Los padres, abuelos e hijos varones que proveen mayormente a la economía de la familia
son considerados como los más importantes en la jerarquía, aun cuando la madre o las hi-
jas aportan a la economía del hogar, elaborando artesanías por ejemplo. Existen hogares,
aunque en menor cantidad, en los que el hombre comparte las decisiones con la mujer y
son muy pocos los hogares en los que es únicamente la mujer la que administra los recursos
económicos. En la comunidad de Las Agujitas, una madre mencionó por qué su esposo no
quiere que ella administre el dinero: “Él dice que una mujer no tiene que cargar pisto en su
bolsa. Yo crio a todas las gallinas y los coches, yo les doy comida y agua. Pero cuando él los
vende no me regala nada de dinero, si le pido es un gran problema porque me empieza a
decir que para qué quiero si tengo comida en la casa”.

Dentro de la concepción cultural, la mujer es únicamente considerada como esposa, ama


de casa y madre. Las mujeres deben cuidar a todos sus hijos e hijas y ocuparse en su tota-
lidad de todos los quehaceres del hogar, como la limpieza de la casa y de los hijos y su ali-
mentación en todo momento. En muchos casos se observó una constante desvalorización
y falta de poder de decisión de la mujer. Esta desvalorización fue tanto económica como
27
social y tanto por el hombre y los otros miembros de la familia como por ella misma.
Estudio cualitativo con enfoque antropológico en familias rurales de Guatemala

Cabe mencionar que, a pesar de la poca consideración hacia la mujer de parte de su fa-
milia, se observó que en la mayoría de los hogares las mujeres si realizaban una actividad
remunerada: la mayoría de las mujeres tejen huipiles y otras vestimentas en las comunida-
des de Asunción Chivoc, Chimolón, Chió, Chirijox, Los Cipreses, Santa Isabel, Xemamatz’e
y Parajbey; en esta última, así como en La Libertad, algunas mujeres elaboran artesanías y

28

vajilla en barro; en Lajas Oquén, todas las mujeres tejen petates y en Las Agujitas, algunas
confeccionan canastas de nylon.

Algunas mujeres indicaron que su actividad principal es ser ama de casa y son pocas las que
consideran sus actividades remuneradas como tales. La mayoría de estas mujeres que sí in-
dicaron estar incorporadas en algún mercado laboral son madres con esposos alcohólicos y
madres solteras. Ellas generalmente se encuentran en una familia extendida.

Por otro lado, son muy pocas las familias que reciben remesas de algún familiar en el extran-
jero. En la mayoría de estos casos, es el esposo quien migró a los Estados Unidos o a México
para poder sustentar a su familia. En estas familias, es posible notar una mejor calidad de
Factores socioculturales que inciden en la desnutrición crónica

vida, tanto en la estructura de la vivienda y en los bienes materiales como en la diversidad


y cantidad de los alimentos consumidos. La migración de los hijos ocurre mayoritariamente
en los casos en los que el padre ha abandonado el hogar y la madre tiene dificultades en
satisfacer económicamente las necesidades del hogar.

En algunos hogares de las familias extendidas y monoparentales, hay menores de 18 años


que aportan económicamente al hogar. En todos los hogares monoparentales, la gran ma-
yoría de ellos tienen jóvenes entre 12 a 18 años que aportan económicamente al hogar. Bas-
tantes jóvenes varones de estas edades realizan trabajo agrícola, albañilería u otro trabajo
remunerado. En menor cantidad, hay jóvenes mujeres de la misma edad que aportan eco-
nómicamente, realizando tareas domésticas en otras casas o trabajando en algún comercio
de un pueblo cercano. La incorporación laboral de los hijos menores depende del estado
económico de la familia y varía temporalmente, puesto que los hijos estudian la mayoría
del tiempo. Muchas veces se requiere que ellos puedan ir a trabajar a las fincas de café o
ayudar a sus padres, sobre todo en las comunidades de Santa Isabel, La Libertad y Asunción
Chivoc. En La Libertad, un joven contó su situación y sus deseos de estudiar: “Yo sí quiero
estudiar pero mi papá no tiene dinero y en la escuela piden muchas cosas para los trabajos.
Y ahora dicen que hay que comprar uniforme. Yo escuché eso al principio del año y mejor
no voy a estudiar. Yo voy a la finca a traer leña casi todos los días. Mi mamá necesita leña y
por eso voy”.

De igual forma, algunos jóvenes, niños y niñas tampoco siguen estudiando debido al poco 29
apoyo de sus padres. Muchas veces no priorizan su escolaridad, especialmente si son muje-
res, ya que se casarán, formarán una familia y estarán dentro de sus casas. Las madres, niñas
y jóvenes mujeres que participaron en este estudio son las que cuentan con un menor gra-
do de escolaridad y muchas son analfabetas. También se encontró casos de niños que no
fueron apoyados por sus padres para continuar sus estudios debido a su repitencia y poco
desempeño escolar.

2. Roles, relaciones intrafamiliares y poder de decisión


Los roles dentro de la familias ya se encuentran establecidos desde el inicio de la vida ma-
trimonial y del nacimiento de los hijos. En las familias nucleares y extendidas, se obser-
vó que la división de las tareas es intergeneracional, el trabajo siendo realizado por varios
miembros de diferentes generaciones. Las mujeres se dedican a la esfera privada dentro
del hogar y los hombres a la esfera pública. Mientras que los hombres, por lo general, se
dedican a las tareas agrícolas, las mujeres se encargan de las tareas domésticas, del cuidado
y la alimentación de la familia y de los animales domésticos. La mujer también tiene a su
responsabilidad el cuidado del huerto familiar debido a la cercanía de la casa.

Estos roles ya establecidos influyen en la valorización de los hijos. Se valora y se aprecia de


manera diferenciada el nacimiento de un hijo y el de una hija. La mayoría de las madres
indicaron que no tienen preferencia en cuánto al género de sus futuros hijos, a diferencia
de los hombres, puesto que reconocen los beneficios de ambos sexos. Sin embargo, las ra-
zones son en algunos casos contradictorias. Las hijas muchas veces son desvalorizadas por
Estudio cualitativo con enfoque antropológico en familias rurales de Guatemala

su futuro papel de mujer, pues se considera que no aportarán económicamente a la familia


y que ayudarán únicamente en las tareas domésticas y en el cuidado de sus hermanos y
hermanas menores.

Las decisiones dentro del hogar dependen de la estructura familiar, la distribución del po-
der, los roles y las relaciones entre los miembros de la familia. Por lo general, la mujer no
tiene poder de decisión fuera de estas tareas domésticas. En la gran mayoría de hogares,
los hombres y las personas mayores son las figuras de autoridad. Los abuelos o los suegros
ejercen un mayor poder en las mujeres y en los niños y por ende, ellos son quienes toman
todas las decisiones. Ellos influyen considerablemente en las decisiones de las madres hacia
los hijos. La independencia de la madre está condicionada a su relación con las personas
mayores, ya que en muchos casos, se cree que la abuela o la suegra, por ser de mayor edad,
tiene más experiencia y por consecuente, la mujer debe obedecer y aprender de ellas, sin
tomar decisiones por ella misma, y así adquirir la experiencia necesaria.

En cuanto a la alimentación del hogar, las mujeres, en especial las mayores, son las encarga-
das de la preparación y distribución de los alimentos. Sirven cantidades según la capacidad
y la edad de las personas. La distribución de los alimentos dentro del hogar varió de una
familia a otra, así como en sus tiempos de comida. Por lo general, se prioriza a los hombres
y a los niños de menor edad. A veces el orden de distribución depende también de los hora-
30
rios de las actividades que cada uno tenga que realizar, como la escuela o los compromisos
laborales. La persona encargada de servir los alimentos siempre come de último, siendo
por lo general las madres, hijas mayores, suegras y nueras. En El Terrero Pinalitos una madre
explicó: “En la familia, los hombres comen primero porque se van al trabajo en el campo,
después los niños y por último la suegra y las nueras”.

El poder de decisión también está relacionado a los ingresos y bienes de sus integrantes. La
mayoría de veces, el padre o la familia paterna son los dueños del terreno de la vivienda o
de cultivo. No obstante, algunas familias arrendan el terreno en el que viven o les es presta-
do por un familiar o una persona externa.

Existen casos en los que el acceso a la tierra es negado a las mujeres, porque sus padres
deciden heredarla a los hijos varones. De las 96 familias, una pequeña cantidad de mujeres
son propietarias de la casa o del terreno familiar. En estos casos, ellas tienen un mayor poder
de decisión tanto en el hogar como en la ejecución de las tareas agrícolas y muchas veces
pueden disponer de las ganancias del esposo con mayor facilidad. Una madre de Parajbey
cuenta sobre la estabilidad de su hogar y de los beneficios que tiene por ser propietaria
para su futuro: “Mi papá nos dijo que él nos dejaba un pedazo de terreno a mi nombre, pero
mi esposo me dijo que le dijera que dejara el terreno a nombre de él. Mi papá dijo que no
se iba a poder porque él me lo estaba dejando a mí. Después pensé bien las cosas y me di
cuenta que si lo dejaba a nombre de él, si un día nos peleamos, él puede vender el terreno y
me quedo en la calle. Entonces pensé ‘tengo mis hijos y no lo voy a dejar a nombre de él’ y
Factores socioculturales que inciden en la desnutrición crónica

quedó este terreno a mi nombre con papeles. Mi esposo se enojó conmigo por no dejarlo a
su nombre pero yo sé que hice bien. Si un día él se quiere ir de la casa se puede ir. Yo estoy en
mi terreno, nadie me saca de aquí”.

3. Violencia Intrafamiliar
En la gran mayoría de los hogares, las relaciones de pareja se caracterizan por la obediencia
y sumisión de la mujer. En estos casos, si ella realiza alguna acción que pueda representar
un desafío o un cuestionamiento hacia el hombre, frecuentemente es sancionada física y
emocionalmente, principalmente por su pareja. En estas situaciones, la violencia es genera-
lizada, normalizada y silenciada, ya que los maltratos pueden ocurrir independientemente
de las acciones de la mujer.

La mitad de las mujeres indicaron tener una relación difícil con su familia política, y en es-
pecial la suegra, quien es la segunda responsable en violentar a su nuera reprochándole
la falta de experiencia y de obediencia hacia su esposo y a otros integrantes de la familia.
Algunas madres indicaron que sus suegras aconsejan a sus hijos a maltratarlas. En la Co-
munidad de Chimolón, una mujer contó: “Cuando me casé me vine a vivir la casa de mi
esposo, pero yo recibo maltrato de mi suegra y de mi esposo. Me pegan casi todos los días y
los dos me dan a fuertes golpes. Mi suegra me pega con palos y cuando mi esposo me pega, 31
Estudio cualitativo con enfoque antropológico en familias rurales de Guatemala

ella también me da más, diciéndole a mi esposo que me pegue duro para que se me quite la
maña de contestarles”.

La otra mitad de las mujeres indicó tener una buena relación con su familia política, lo cual
les resulta beneficioso, puesto que cuentan con más redes de apoyo, compartiendo la pre-
paración de los alimentos o el cuidado de los hijos, por ejemplo.

También se identificaron casos de violencia física y psicológica hacia los hijos e hijas. Se
discriminan en particular a los hijos de las parejas anteriores, sobre todo los de las mujeres
y más si son niñas o infantes con necesidades especiales. En Santa Isabel, una niña sufrió del
abandono de su madre y del maltrato de su abuela. No son muchas las personas quienes

32
Factores socioculturales que inciden en la desnutrición crónica

velan por la niña debido a que no cuentan con suficientes recursos. Este maltrato hacia la
menor podría explicarse como un mecanismo cognitivo de defensa hacia las condiciones
extremas en las que vive la familia, ya que al no tener la seguridad de poder mantenerla,
la abuela busca la manera de desentenderse emocionalmente. La tía de la niña comentó:
“Un día fui a traer agua en el pozo y dejé a la nena sentada junto a su hermanito y a mi hijo.
Después de media hora regresé y los niños estaban llorando. Y yo, sorprendida, les pregunté
lo que les había pasado y dijeron que la nena se había caído en la letrina. Inmediatamente
corrí a verla, y ahí estaba llorando dentro del pozo de un metro de altura, ya que mi esposo
lo había rellenado con basura. Apenas la saqué del pozo y en la noche comenzó con fiebre y
diarrea. Y sigue hasta el día de hoy”.

Sin embargo, su abuela no quiere llevarla al Puesto de Salud, debido a que no considera el
hecho como importante: “Mi nieta está enferma y ya se está muriendo. Tiene mucha dia-
rrea y por eso está durmiendo demasiado. Pero lo bueno es que está durmiendo porque no
me gusta escucharla llorar”. La consultora le preguntó a la abuela si le estaba dando algún
medicamento y ella contestó: “No, ¿para qué? Si se muere, nada más voy a gastar mi tiempo
para ir con los de Salud. Igual no dan nada. Además tengo mucho trabajo para perder mi
tiempo con la niña, ya que su mamá la abandonó”.

4. Paternidad irresponsable y maternidad en soledad 33


En algunas familias, se encontró una falta de involucramiento del hombre en el hogar. Den-
tro de la población muestra fueron reportados muchos más casos de ausencia de padres
que de madres. Esto se puede explicar en parte por los trabajos de varias jornadas o el tra-
bajo migratorio. En otros casos, el padre decide abandonar a su familia. Esto tiene grandes
consecuencias en la economía familiar y en la atención que reciben los hijos e hijas dentro
de la estructura familiar.

Las madres solteras, especialmente en Santa Isabel y en La Libertad, son discriminadas y


desvalorizadas, ya que algunas personas las consideran vagas y de mala vida, aunque la
soltería se deba a la viudez. La mayoría cuenta con el apoyo de sus familiares, pero otras
están expuestas a esa discriminación dentro del hogar. La mayoría de estas jóvenes no re-
cibieron educación sexual y tienen bajo autoestima debido a que otras personas las culpan
de su condición. En Parajbey, una mujer comentó el estigma de las madres solteras y los
embarazos prematrimoniales: “las mujeres son las responsables de sus actos porque eso es
lo que quieren ellas. Ellas se permiten ser así y no miran las consecuencias después, pero los
que sufren son los niños, y no ellas. Y muchas veces son las niñas que están estudiando que
resultan embarazadas. Entonces no es que no tengan conocimiento sino que ellas quieren
experimentar”.

Muchas mujeres se encuentran en una situación similar, a pesar de no ser madres solteras,
ya que no cuentan con el apoyo de su pareja. Se observaron muchos casos en los que el
hombre se desentiende de sus responsabilidades económicas y del bienestar de sus hijos.
Estudio cualitativo con enfoque antropológico en familias rurales de Guatemala

B. Alcoholismo
El alcoholismo es una de las principales causas de la paternidad irresponsable y una de las
problemáticas recurrentes en las comunidades estudiadas. Muchas veces, las situaciones
vividas por los familiares de personas alcohólicas son muy difíciles de contar, por lo que
se tiene que establecer un alto grado de confianza para que la persona se sienta cómoda
compartiendo su experiencia.

48 de las 96 familias contaron haber sufrido de situaciones de alcoholismo y 28 de ellas


tienen al menos un miembro de la familia que en la actualidad consume alcohol de manera
excesiva. Aunque la población de esta investigación no puede ser considerada como repre-
sentativa de la población guatemalteca, estos datos afirman que el alcoholismo es parte de
la realidad de estas 12 comunidades, así como de muchas otras en el país.

La casi totalidad de los alcohólicos reportados son de sexo masculino, siendo en su gran
mayoría padres de familia. Sin embargo, también se observaron casos en los que el consu-
midor es el hijo u otro miembro de la familia de sexo masculino. De todos los hogares visita-
dos, solo una mujer de Xemamatz’e confesó haber consumido, durante un tiempo, alcohol
de manera excesiva y haberlo dejado hace tres años.

34 1. Acceso y consumo de bebidas alcohólicas


En la mayoría de comunidades del estudio, los consumidores tienen un fácil acceso a can-
tinas y ventas clandestinas de alcohol. Muchas veces estos lugares son abiertos, y es muy
común ver a hombres ebrios en las calles y durmiendo en los caminos.

En la gran mayoría de comunidades se puede encontrar fácilmente un dispendio de cerve-


za, ya sea en lata o en botella; los licores y aguardientes disponibles son diferentes según la
comunidad. En Chimolón se consume frecuentemente el boj, así como en Chió, en donde
también se encuentra el cañal. En Los Cipreses y en las Agujitas se consume cuxa, preparada
artesanalmente o traída de contrabando y en Lajas Oquén, la bebida más consumida es la
chicha. También son consumidos otros licores de producción industrial, sobre todo en las
comunidades del Altiplano como Chirijox y Xemamatz’e o el muy conocido Machetero en
Santa Isabel, que es traído de México ilegalmente. Varias personas en diferentes comunida-
des reportaron que la cantidad de menores que acuden a las cantinas está creciendo.

Durante las fiestas comunitarias y eventos sociales, el número de puestos de venta de be-
bidas alcohólicas se incrementa y por ende también el número de personas en estado de
ebriedad. Una mujer de Santa Isabel contó que “para estas fiestas [la fiesta en honor a Santa
Isabel, la patrona de la comunidad] construyeron casetas. Ahora hay 20 lugares con ventas
alcohólicas. Esto lo hacen para obtener un poco de dinero, ya que la falta de trabajo está
afectando a las familias de la comunidad”. Ella comentó que los vecinos han llamado a las
y los dueños de las cantinas para platicar con ellos sobre el horario de cierre de sus dispen-
dios pero nunca han querido corresponder.
Factores socioculturales que inciden en la desnutrición crónica

35

En las comunidades que no cuentan con una venta de alcohol, éste es comprado en la
cabecera del municipio o de municipios aledaños. Muchos consumidores “van al pueblo a
emborracharse y a gastarse todo el pisto” y regresan ebrios a sus casas y otros van a com-
prarlo para consumirlo en sus hogares.

La frecuencia de consumo depende directamente de la disponibilidad del dinero del con-


sumidor. Muchos esperan con ansia el momento que reciben su paga para poder consumir
alcohol, puesto que recurren al momento de pago o cuando disponen del dinero inmedia-
tamente. En algunas comunidades, se consume más alcohol los fines de semana, que es el
momento que muchos reciben su paga. En Asunción Chivoc, la mayoría de consumidores
frecuentes esperan hasta ese momento para emborracharse, ya que pueden perder su tra-
bajo si se presentan en estado de ebriedad o con “resaca” a trabajar.

2. Razones y justificaciones del consumo de alcohol


En la mayoría de casos existe una falta de aceptación del problema por parte del alcohólico.
A una de las consultoras de campo quien le preguntaba a un hombre si él bebía alcohol,
él le contestó: ‘’Yo solo unas veces, pero nunca me he quedado tirado… ¿Usted no tendrá
una hermana para que venga a atender una cantina que vamos a poner mis amigos y yo?
Queremos a una de lejos y con una cara sonriente. Queremos a una muy bonita y le vamos
a pagar Q50 el día”.
Estudio cualitativo con enfoque antropológico en familias rurales de Guatemala

Otros consumidores sí aceptan su dependencia, pero consideran no poder controlarlo. Así


mismo, dentro de las comunidades, algunas personas piensan que los hombres deben to-
mar porque esto demuestra su hombría. Tanto las mujeres como los hombres consideran
y justifican frecuentemente que un hombre tiene el derecho de consumir las bebidas alco-
hólicas que guste, ya que es él quien genera y dispone del dinero. Una mujer de Asunción
Chivoc dijo: “Mi esposo tiene razón de tomar los fines de semana porque viene cansado y
debe salir con sus amigos para distraerse”.

La primera razón mencionada para justificar el consumo de alcohol es la influencia de amis-


tades y familiares dentro de la comunidad, ya que casi la mitad de las familias que han sufri-
do de una situación de alcoholismo cuentan que la persona empezó a beber al haber sido
persuadido por amigos o por algún pariente. De manera frecuente, el consumo de alcohol
puede generar patrones de comportamiento, en donde los hijos varones se inician en la
bebida a la imagen del padre. Así contó una joven en Chimolón: “Mi papá solo tomando
bebidas alcohólicas se la pasa y cuando yo le pido dinero para comprar cosas para la casa,
él me dice que no tiene. Ahora mi hermano empezó a tomar porque mi papá da el ejemplo,
junto con mi abuelo”.

Algunos hombres, al encontrarse dentro de un entorno desconocido y poco familiar, re-


curren a la bebida excesiva como forma de distracción. Esto es un caso recurrente en los
hombres que migran temporalmente para trabajar en las fincas. Al estar lejos de su familia,
36 tras recibir su paga, muchos deciden gastar una buena parte en bebidas alcohólicas. La in-
Factores socioculturales que inciden en la desnutrición crónica

fluencia de los otros trabajadores es a veces muy grande, y en muchas ocasiones el alcohol
es accesible dentro de las fincas.

Otra de las razones con las que muchas personas explican los casos de alcoholismo es la
depresión, atribuyendo su causa a la inestabilidad laboral o la falta de aporte económico
del hombre y el sentimiento de frustración al no cumplir con las expectativas esperadas de
un padre de familia. En el Altiplano, varias personas también mencionaron que beben por
el frío.

3. Daños físicos y psicológicos causados por el alcoholismo


Es importante señalar en primer lugar las consecuencias personales, que consisten en los
estragos tanto físicos como mentales del alcohólico, como las enfermedades crónicas, los
golpes y los accidentes que pueden acelerar el deterioro de la salud y conducirlo a la muer-
te.

Sin embargo, dentro de las consecuencias más importantes del alcoholismo a nivel familiar
resalta la violencia física y psicológica, de la cual es víctima la esposa y también en muchos
casos los hijos y el resto de la familia, acompañada en muchos casos por el traumatismo
causado por el miedo y la depresión que surgen al ser confrontados cotidianamente a la
persona alcohólica. El miedo que las víctimas de esta violencia sienten hacia el alcohólico 37
es constante, y deteriora considerablemente su bienestar. De las 48 familias reportadas con
casos de alcoholismo, ya sea presentes o pasados, la gran mayoría reportaron haber sido
sometidas a algún tipo de violencia, y más de la mitad sufrió de la violencia física impuesta
por la persona alcohólica. Un pequeño niño en Parajbey contó que cuando su padre, en
estado de ebriedad “llega a la casa, le pega mucho a mi mamá, hasta dejar morada la cara
de mi mamá. Nosotros, cuando vemos a mi papá así, nos colgamos de sus piernas para que
ya no le pegue a mi mamá y ¡qué miedo!, porque a veces nos pega igual por defender a mi
mamá. Ahora cuando viene me voy a esconder con mis hermanitos”.

Esta violencia puede llegar a poner en riesgo la vida de las víctimas. Una mujer de El Terrero
Pinalitos: “Por mis hijos no me fui. Mi mamá me decía que me fuera para la casa pero que
dejara a mis hijos con él. Al escuchar eso, no quise dejar a mis hijos porque él es un hombre
de los que pega. Así que me quedé para que me matara. A veces pasaba días afuera y me
quedaba atrás de la casa en el cafetal con todos los chamaquitos. No me fui de ahí porque
antes no había carro y él decía ‘si te vas ir de aquí, ¿acaso no te voy a encontrar en el cami-
no? Donde te voy a encontrar, ahí mismo te voy a matar. Solamente si llegas con tu mamá
es porque ya te salvaste, pero si en el camino estás, ahí mismo te voy a matar y el zope se va
mostrar’. Y ese era el miedo que tenía yo y por eso no salía yo”. En muchos casos, la violencia
física resulta en daños irreversibles, como el que sufrió una familia de La Libertad. La mujer
relató: “Mi esposo me golpeaba cuando tomaba. Una vez me pegó a tal punto que me metió
una patada en el estómago y perdí a mi hija. Él me alegó y me pegó diciéndome que mi hija
había muerto por mi culpa”.
Estudio cualitativo con enfoque antropológico en familias rurales de Guatemala

Muchos suegros, a pesar de presenciar el abuso físico y psicológico infligido a su nuera y


de ser igualmente víctimas de la adicción de su hijo, toman la defensa de éste, minimizan-
do el sufrimiento de la mujer. Sin embargo, algunas suegras son más compasivas con sus
nueras, sobre todo cuando ellas también han sufrido del alcoholismo de su propio esposo.
Una mujer de Chimolón mencionó el apoyo de su suegra, que la defiende de su propio hijo
alcohólico: “Cuando él vino, regresó tomado y yo estaba sentada en la cama con mi hija de
dos años. Y me dijo ‘¿Tú fuiste la que quitaste la pita a la leña?’ y yo le contesté que sí. Él me
arrebató a mi hija dejándola en la cama y me agarró del pescuezo para ahorcarme y ma-
tarme. En eso vino mi suegra y cuando vio eso, agarró un leño y le empezó a dar en los pies
y allí fue cuando me soltó”.

4. Desintegración familiar
Muchas familias se sienten obligadas a huir de sus casas por no soportar la opresión y el
maltrato de parte del alcohólico. Una mujer de Chirijox comentó: “Nosotras lo que hacemos
cuando se emborracha es salir de la casa. Si es de día tratamos de estar fuera de la casa o
vamos al culto. Si es de noche no tenemos mayor opción, así que nos quedamos en la casa.
Esto me da tristeza, me preocupa la situación, no es alegre lo que pasa en mi familia”.

Algunas de estas separaciones son temporales, a pesar que la violencia persista. Una mujer
38 de Chimolón relató: “Cuando tenía dos años de estar unidos me pegó, porque estaba to-
mado. Yo me fui de la casa, me fui con mi mamá. En ese entonces no tenía ningún niño. Mi
mamá me dijo que lo dejara, que yo estaba sola y a ella no le gustaba que él me pegara. Me
fui casi dos meses. Él después me fue a traer y me dijo que ya no me iba a pegar y que ya no
iba a tomar y regresé con él.” Sin embargo, pueden haber casos en los cuales es el alcohólico
el que expulsa a su familia, como contó una mujer de Las Agujitas: “Cuando él regresaba
bolo a la casa, me echaba varias veces y lo peor es que, ya de noche, me tenía que salir de la
casa con mis hijos y mis pollos. Todos nos teníamos que ir para Pinula. Había otras veces que
con el machete me perseguía porque me quería matar, así que yo me iba para el monte con
mis hijos a esconderme y hasta allá me seguía. Allí la pasábamos y hasta que se le quitaba lo
bolo ya podíamos regresar”. Estas situaciones generan inestabilidad en el hogar, afectando
su bienestar, así como los recursos económicos del hogar.

5. La economía del hogar fragilizada


El consumo excesivo de alcohol tiene un impacto considerable en el poder adquisitivo de
la familia, disminuyendo o anulando la compra de alimentos y bienes, contribuyendo así a
un estado de inseguridad alimentaria y nutricional. En estos hogares, casi todas las mujeres
dicen no contar con suficientes recursos para las necesidades de sus hijos y de su hogar.
En la mayoría de los hogares que sufren de casos de alcoholismo, el hombre no contribuye
económicamente.

La falta de apoyo económico del alcohólico puede deberse a varias razones. La primera
razón es que la persona prefiere malgastar su dinero en el consumo de bebidas alcohólicas
Factores socioculturales que inciden en la desnutrición crónica

que satisfacer las necesidades de su hogar, como en el caso del esposo de una mujer de
Asunción Chivoc: “Yo le dije a mi marido ‘No me diste el gasto completo porque estuviste to-
mando’ y él me respondió ‘Sí, pero yo no tomo seguido y yo soy el que gana el dinero, tenés
que ver cómo te alcanza lo que te di’. Y uno como mujer ya no puede decir nada, ya que uno
no aporta en la economía del hogar”.

La segunda razón es que el alcohólico no cuenta con ingresos fijos para poder abastecer
económicamente las necesidades de la familia a causa de su adicción, ya sea por haber
perdido su empleo, por no lograr encontrar uno o por un estado de salud muy frágil y de-
teriorado por el alcohol. En estas situaciones, es frecuente que recurra a otras maneras para

39

satisfacer su adicción a expensas de su familia, mendigando, prestando dinero, robando o


vendiendo sus pertenencias u objetos que encuentra en el hogar.

Muchas de las mujeres, por no contar con el apoyo de su esposo, tanto en el plano econó-
mico como en las tareas domésticas y en la educación de los hijos e hijas, asumen todas las
responsabilidades, obligando a muchas a buscar trabajo. Una mujer de Chimolón relata: “Él
no me daba dinero, todo se lo daba a la otra mujer. Y empezó a tomar mucho el boj al extre-
mo de venir a la casa a las nueve, a las once y a las tres de la mañana, como que si nada, y
bolo se acostaba. Y yo lo maltrataba, le decía que me diera dinero para comprarles ropa a
mis hijos y no me daba nada. Vine yo y empecé a lavar ropa en las casas donde me pagaban
Q.35 o Q.40 Cuando ya regresaba de lavar compraba para darle de comer a mis hijos. Y él
Estudio cualitativo con enfoque antropológico en familias rurales de Guatemala

40 me decía ‘¿ya regresaste? ¡Fuiste con tu casero!’ me decía y yo le contestaba ‘dame mi gasto’
y él mejor se iba. A la fecha ya no toma, pero no me da gasto. Yo tengo que ver qué hago”.

Para algunas de esas mujeres, la elaboración de objetos y artesanías es la única fuente de


recursos. Algunas veces cuando la mujer logra asegurar la sobrevivencia de su hogar por su
propia cuenta, en detrimento de su propia salud y bienestar, empieza a sentirse más segura
y hace frente al maltrato de su esposo, sobre todo cuando cuentan con el apoyo de sus pa-
dres, como en el caso de una joven madre de Santa Isabel: “Me he regresado varias veces a
la casa de mi mamá y hasta después de tres días él me busca para regresar otra vez con él.
Luego de que mis padres lo regañan, yo me regreso de nuevo advirtiéndole que, en caso de
otro maltrato, me voy definitivamente de la casa. Él ya prometió no levantarme una mano.
Yo espero que él cambie y le ruego a Dios que deje de tomar”. Son pocas las ocasiones en las
que regañan a sus esposos y se dan sobre todo cuando estos regresan al hogar necesitados,
al no contar con los recursos para poder alimentarse solos.

6. Impacto en el bienestar de los hijos y de las hijas


Además de ser muchas veces víctimas de los maltratos físicos y psicológicos por parte de
un padre alcohólico y de estar expuestos a reproducir los mismos patrones de consumo
excesivo, los niños y niñas son muy afectados por la falta de recursos del hogar. Muchos
infantes son descuidados por sus progenitores, ya que son numerosas las situaciones en
las que el padre alcohólico no se responsabiliza de sus hijos y la madre, por la sobrecarga
de trabajo, no tiene la posibilidad de aportar el cuidado necesario. Así como fue menciona-
Factores socioculturales que inciden en la desnutrición crónica

do anteriormente, la violencia intrafamiliar y la paternidad irresponsable puede degenerar


en una deserción escolar en los menores, porque ninguno de los padres se asegura de su
asistencia, haciendo posible afirmar que el alcoholismo es una de las causas directas de la
deserción escolar.

Otras veces, los niños dejan la escuela para empezar a trabajar y colaborar con las necesida-
des económicas del hogar y disminuir la carga de responsabilidades de la madre. Más de la
mitad de las familias visitadas con casos presentes de alcoholismo cuentan con al menos un
menor que ha dejado la escuela para trabajar, con dos casos reportados en los que el niño
es menor de 12 años.

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Estudio cualitativo con enfoque antropológico en familias rurales de Guatemala

Asimismo, algunas mujeres deciden por la misma razón casarse a una edad muy temprana,
muchas veces de manera precipitada. En Chió, una joven mujer compartió su experiencia:
“Desde que tengo uso de razón mi papá tomaba de la misma manera que ahora, y eso me
desesperaba. Con el tiempo decidí ir a trabajar y luego me casé muy chiquita, por la misma
desesperación al ver a mi papá así. Yo me imaginé que me iba ir bien en el matrimonio, pero
en realidad me fue tan mal que mi esposo me abandonó con dos hijos, dejándome en casa
de los papás”. Se reportó casos en los cuales la menor contrae matrimonio pensando esca-
parse de la situación de alcoholismo de su hogar para terminar en un contexto similar con
su nuevo esposo.

7. Las reacciones de los vecinos y la comunidad


Los vecinos y las demás personas dentro de la comunidad saben quiénes son las personas
que consumen alcohol excesivamente y saben cuáles son los hogares que sufren a causa
de un familiar alcohólico, aun cuando las relaciones sociales con esas familias son mínimas
o inexistentes. Sin embargo, en la gran mayoría de casos, no se involucran con los hogares
que sufren del problema, a pesar de expresar lástima o conmoción por las situaciones vivi-
das, así como una mujer de Asunción Chivoc cuando cuenta de una vecina que es maltra-
tada por su esposo alcohólico: “La pobre hasta morada se mantiene pero ella no se anima
42 a denunciar lo que hace su esposo. No se puede hacer nada, sólo se escuchan los gritos y
maltratos pero éste es un problema de pareja”.

Sin embargo, muchos sienten rechazo hacia el alcohólico y existen casos en los que tanto
la persona alcohólica puede ser estigmatizada como su familia, debido a que se percibe el
problema como hereditario. Una mujer en la comunidad de Chió dijo sentirse discriminada
por provenir de una familia con problemas de alcohol: “Hoy en día sigo sufriendo por parte
de mis suegros, porque mis papás siguen siendo alcohólicos y aunque no heredé esta enfer-
medad, porque nunca he tenido el deseo de tomar, ellos no me quieren. No les importa que
yo asista a una iglesia evangélica”.

8. Una difícil superación del alcoholismo


Dentro de la comunidad, existen pocas estructuras para ayudar a los alcohólicos a dejar de
consumir y a sus familias a superar la situación. Los grupos religiosos son en muchas comu-
nidades los únicos que brindan este tipo de apoyo, ya que tienen una influencia importan-
te. En muchas ocasiones prohíben el consumo de alcohol a sus fieles y brindan apoyo social
y espiritual al alcohólico. Varias personas reportaron haber podido dejar de beber “por ha-
ber encontrado a Dios”, como relata una mujer de Parajbey sobre su esposo: “Mi esposo dejó
de tomar cuando le dieron un privilegio en la iglesia, por eso ahora ya no lo hace y gracias
a Dios salió del vicio, ya que es malo y no quiero que pase nuevamente a eso”. A pesar de
que los evangélicos tienen explícitamente prohibido consumir alcohol y los católicos no,
Factores socioculturales que inciden en la desnutrición crónica

en todas las comunidades se observó que los casos de alcoholismo aparecían con la misma
frecuencia en unos como en otros.

Por otra parte, no se reportó ninguna intervención en este tema por parte de instituciones
públicas ni de otros actores en ninguna de las comunidades del estudio. Solamente en Los
Cipreses, una persona mencionó un grupo de Alcohólicos Anónimos, que ha podido ayudar
a algunos adictos a superar su problema, tanto en esta comunidad como en otras comuni-
dades vecinas. Sin embargo, su número de integrantes ha bajado considerablemente

Dada la inexistencia de este tipo de grupos de apoyo en las demás comunidades, la mayoría
de las personas que han superado su adicción dicen haberlo logrado por ellas mismas. En

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Estudio cualitativo con enfoque antropológico en familias rurales de Guatemala

Santa Isabel, un hombre contó: “Yo igual tomaba. Cuando vendieron el primer licor en la
comunidad decía lo mismo. Pero poco a poco entendí que estaba dañando mi cuerpo y a mi
familia. Por eso ya no tomo”.

C. Salud sexual y reproductiva


Al igual que los casos de alcoholismo, es difícil conversar de la salud sexual y reproductiva
con las personas, ya que culturalmente se considera como una falta de respeto por ser rela-
tivos a la intimidad de la persona. También influyó mucho la presión social, porque la gran
mayoría muestra temor hacia la opinión y el juicio de sus vecinos y de la comunidad, contri-
buyendo a crear un tabú, tanto dentro y fuera de la familia. Se requirió instaurar un nivel de
confianza y complicidad muy alto con las personas y sobre todo con las mujeres para que se
sintieran a gusto de compartir sus percepciones y sus prácticas en cuanto a su salud sexual
y reproductiva y las de las personas que comparten su hogar.

1. Educación en salud sexual y reproductiva


La mayoría de las personas piensa que la planificación familiar y la sexualidad en general no
deben ser abordadas con niños de temprana edad (niñas, niños y jóvenes de menores de 18
44 años) y con personas del otro género. Si se evoca el tema, es únicamente durante el período
Factores socioculturales que inciden en la desnutrición crónica

prematrimonial. Una mujer de la comunidad de Chió comentó: “Hablar de Planificación


familiar delante de mi esposo es como ofenderlo, porque se está hablando de su hombría y
de cómo es en la cama”.

En esta misma comunidad algunas mujeres manifestaron que fue hasta el noviazgo que
empezaron a conocer sobre el tema. Algunas cuentan que sus parejas le pedían una prueba
de amor o de fidelidad en la relación, a la cual ellas accedieron. En ese momento identifica-
ron algunos métodos anticonceptivos, mientras que otras no los conocían y sus parejas no
les comentaron al respecto, quedando embarazadas.

De igual forma, casi todas las mujeres, al ser madres, reproducen el mismo patrón con sus
hijos, ya que no les hablan de sexualidad, de relaciones sexuales, del embarazo y mucho
menos de métodos anticonceptivos, debido a que piensan que son muy pequeños y que
esto incitaría a una actividad sexual temprana, como lo señala una mujer de Lajas Oquén:
“Yo no hablo de estos temas con mis hijas porque están muy chiquitas, además ellas no de-
ben de saber todo eso”.

Algunas madres comentaron que hablan del embarazo con sus hijas, pero la información
es reducida y se da hasta que se llega a la edad de matrimonio y se comprometen. Otras
mujeres también tratan de cuidar a sus hijas previniéndolas de encuentros con hombres,
pero les dicen únicamente que no es correcto ni apropiado, sin mencionar los riesgos. En
Santa Isabel es muy común el matrimonio de niñas y jóvenes menores de edad. Una de las 45
mujeres contó que muchas jóvenes se casan teniendo de 13 a 15 años, ya que según ella
no entienden los consejos de sus padres. Ella contó el caso de su concuña: ‘’la niña iba a la
escuela y ahí se conocieron con un muchacho. No tardaron mucho tiempo en ser novios. Ella
se fue con él teniendo catorce años. Poco después se juntó con el muchacho y ahora tienen
un hijo. Ella se arrepintió ya que el hombre no sabe trabajar, apenas consigue para el maíz,
¡ya para qué! Muchas mujeres se casan muy jóvenes. Ellas no escuchan los consejos de sus
padres y se van con un hombre mayor que ellas y otras se buscan otro de la misma edad”.

2. Planificación familiar
La voluntad y las decisiones que toman las mujeres en cuanto a la planificación familiar
están sujetas a muchos factores ideológicos, sociales y psicológicos, así como el tipo de
relación que tienen con su pareja y otros miembros de su comunidad. Estos pueden ejercer
una gran influencia y autoridad sobre sus cuerpos y sus condiciones.

a. Familias que no planifican

La mitad de las mujeres de la población estudiada no utilizan ningún método de planifi-


cación, tanto por creencias religiosas, por malas experiencias propias y ajenas, por presión
social o algunas que le ven un beneficio a tener muchos hijos. Sin embargo, son muchas las
que dicen no querer tener más hijos, ya que reconocen el esfuerzo económico que implica
tener varios hijos y el cansancio físico al educarlos y alimentarlos.
Estudio cualitativo con enfoque antropológico en familias rurales de Guatemala

Una planificación “divina”

La mayoría de mujeres no planifican por motivos religiosos, ya que es socialmente dictado


que el rol de la mujer es de ser madre. Muchas mujeres dentro de este estudio dijeron que
deben “tener los hijos que Dios diga”, independientemente si ellas quieren o no. Todas las
mujeres de las familias participantes de Parajbey dijeron no planificar por esta razón. Una
mujer comentó: “Mis hijos se llevan 3 años de diferencia. Yo no tomo ninguna pastilla ni
inyección porque es malo ante Dios y porque estás interrumpiendo a tus hijos. Nosotros con
mi esposo no hemos hablado de cuántos hijos queremos tener porque aún somos jóvenes.
Yo creo voy a tener un montón de hijos aún, pero yo digo que sea lo que Dios me regale”.

En La Libertad, dos familias indicaron no planificar por razones religiosas. Ellas consideran
que planificar es un acto de asesinato y contrario a la voluntad divina, puesto que ‘’no se
deben matar a las semillas’’. Las iglesias evangélicas tienen una gran influencia en este sen-
tido, ya que se posicionan en contra de la planificación familiar públicamente y en algunos
casos, reprenden a sus fieles por ello.

En la comunidad de Lajas Oquén, varias mujeres no planifican ya que consideran que su


destino ya está dado por Dios. La cantidad y el sexo de sus hijos están dictados por el cor-
dón umbilical. Algunas mujeres aceptan este destino y no planifican, ‘’pues ya está dado
porque es Dios quien dicta’’ y no pueden hacer nada al respecto. Una madre joven comentó
46 sobre el sexo de sus futuros hijos: “Yo quisiera tener una hembrita pero la comadrona dice
que tendré siete varones y que Dios no me dará mujercitas. Eso me entristece, pero será lo
que Dios decida. Ella lo nota eso en el cordón umbilical de los niños ya nacidos‘’.

En esta comunidad, las comadronas determinan cuál es el número de hijos que Dios de-
cidió leyendo e interpretando el color del cordón umbilical. Una de las comadronas de la
comunidad explica: “Tengo 42 años y según el cordón umbilical me falta tener dos hijos,
pero ya estoy grande. Si Dios me los da los voy a tener. Yo lo sé porque soy comadrona. Si el
cordón umbilical de mi último niño es blanco, será niña. Y si el cordón sale de color negro
será varón en el siguiente parto. Yo no planifico porque es malo. Uno se escapa a morir. Yo
les recomiendo a mis pacientes que no lo hagan porque es muy malo. Una mi paciente casi
muere”.

Malas experiencias propias y ajenas

Algunas mujeres dejaron de utilizar un método anticonceptivo debido a los efectos secun-
darios que sufrieron. Al utilizar la inyección, observaron irregularidades en su menstrua-
ción. Las que sufrieron amenorrea se preocuparon al no ver ‘’su enfermedad venir’’ y dejaron
de utilizar el método. Otras indicaron tener dolores de cabeza, náuseas, adelgazamiento,
hemorragias excesivas durante y después de utilizar la inyección o pastillas anticonceptivas
y dejaron de planificar definitivamente.

En la comunidad de Lajas Oquén, una mujer dejó de planificar por los efectos secundarios.
En esta comunidad únicamente dos mujeres planifican. Una mujer explicó: ‘’Mi esposo y yo
Factores socioculturales que inciden en la desnutrición crónica

ya no queremos más hijos porque cuesta con el pisto. Cuando tuve el cuarto parto dije ‘me-
jor voy a planificar’ y lo hice durante tres años. Pero me daba mucho mareo y me sentía muy
enferma. Cuando dejé de planificar me bajó mucha sangre, demasiada. Le dije a mi esposo y
me regañó porque yo lo hice sin la autorización de él. Luego fue a buscar remedio a la mon-
taña y con eso me curé y le dije que ya no lo volvía hacer porque no iba ver crecer a mis hijos’’.

Otras familias, a pesar de no haber tenido experiencias propias con la planificación, son
influenciadas por las experiencias de otras mujeres que han planificado. Ellas aseguran que
conocen las malas experiencias de mujeres cercanas a ellas y que otras han muerto y se
han enfermado por utilizar un método anticonceptivo. La mayor parte del tiempo, ellas
desconocen su historial médico y no saben con certeza si los síntomas que observaron son
efectos de algún método de planificación. En la Libertad, una mujer dice que ella no está de
acuerdo con la inyección, por lo que comentan las personas y por la experiencia de su veci-
na: “Yo no planifico, ¡No! No me gusta a mí eso, es malo, así dice la gente. La gente dice que
da mucha hemorragia. Una señora de allá abajo se inyectaba para no tener hijos y una vez
se le vino la hemorragia y casi se murió. La llevaron al hospital, por eso yo no me la pongo”.

Presión social y coerción

Varias mujeres no planifican por orden de sus esposos o parejas, puesto que ellos son los
que deciden sobre su cuerpo. Otros miembros de la familia, como los suegros y las cuñadas,
también influyen en las decisiones de las mujeres. Algunos hombres y mujeres consideran 47
Estudio cualitativo con enfoque antropológico en familias rurales de Guatemala

que las que sí planifican son prostitutas, infieles o promiscuas y se cree que tienen relacio-
nes sexuales libremente con cualquier hombre, que son desobedientes y que desafían el
poder de los hombres y de la iglesia. Un hombre de El Terrero Pinalitos opinó: “Las mujeres
que se están controlando son prostitutas, son chuchas, no les cuesta acostarse en un lado
porque no llevan un hijo cargado. Esos maridos son pendejos, está debajo de sus zapatos”.

En algunas familias de Asunción Chivoc, es el hombre quien decide cuándo van a tener
relaciones sexuales con su esposa y por lo tanto, él decide no planificar: “Mi marido sabe
cuándo vamos a tener nuestros hijos y cuántos, porque yo no sé de esto. Y además él es
quién mantiene el trabajo para nosotros. Cuando alguna veces se quiere tocar el tema de
planificación con mi marido se molesta y me contesta ‘te quieres meter con más hombres
por eso te vas a inyectar’. Por lo mismo no planifico porque él no quiere”.

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Factores socioculturales que inciden en la desnutrición crónica

El beneficio de tener muchos hijos

Algunas familias tienen la intención de tener más hijos. Esto se observó en familias jóvenes
y poco numerosas, y particularmente en Chió. Otras personas reconocen que los hijos les
traen varios beneficios: los varones implican mano de obra para cultivo, aporte económico
y cuidado de los padres durante la tercera edad y las mujeres ayudan en los quehaceres del
hogar y dan compañía. Sin embargo, la mayoría de las mujeres no muestran preferencia en
cuanto al sexo de sus hijos. En Asunción Chivoc, un hombre dijo estar muy contento por el
embarazo de su esposa, debido a que los hijos son una bendición porque, si es niña, ella
ayudará a su esposa en la casa y tendrá compañía y, si es niño, él tendrá más ayudantes en
su trabajo. En Santa Isabel, algunas familias desean tener más hijas. Al casarse, la familia del
novio debe dar una dote, en el que se les entrega a los padres de la novia algunos objetos
de valor, dinero, animales u otros en compensación del cuidado de su hija. Tener más hijas
implica contar con un ingreso económico extra en la familia.

b. Familias que sí planifican

Aproximadamente la mitad de las 96 familias dentro del estudio indicaron utilizar algún
método de planificación. Estas mujeres dicen que tener pocos hijos implica tener menos
trabajo y menos gastos dentro del hogar. Reconocen que tienen pocos recursos y que sus
hijos sufren mucho por ello. Cabe mencionar que muy pocas mujeres indicaron utilizar mé- 49
todos naturales como el coito interrumpido y el ritmo o el collar.

En El Terrero Pinalitos, cuatro de las familias indicaron utilizar algún método de planifica-
ción porque su situación económica no les permite tener muchos hijos. Una mujer enfatizó
sobre la utilización correcta de estos: “Somos pobres, cuesta hacerlos crecer y más cuando
se enferman y ahora que la comadrona cobra Q400. Por eso me puse de acuerdo con mi es-
poso para planificar. Me estoy controlando con inyecciones a cada 3 meses en el Centro de
Salud. Yo ya no quiero tener más hijos. Los métodos no funcionan bien porque hay algunas
que resultan embarazadas, pero tal vez ellas no llevan bien su fecha. Yo sí llevo mi fecha y
me inyecto desde que la nena tenía 6 meses y ahora la niña tiene 6 años”.

La mayoría de mujeres que planifican indicaron utilizar el método de la inyección. Este es el


método más aceptado debido a que se debe aplicar únicamente cada tres meses en el Cen-
tro de Salud. Las mujeres que planifican con este método informaron sentirse más seguras
y menos discriminadas porque sus vecinos no saben la razón por la cual asisten al Centro de
Salud. En algunas ocasiones también lo esconden de sus esposos o parejas.

Las mujeres, al igual que los hombres que utilizan un método de planificación, son discri-
minadas y estigmatizadas por diferentes miembros de sus comunidades. En estos casos, la
mujer es relacionada con la infidelidad, la promiscuidad y el pecado y los hombres con una
falta de masculinidad. Dentro de la comunidad de Santa Isabel, muchas mujeres sí planifi-
can pero debe ser con discreción, porque pueden ser objeto de discriminación por parte de
Estudio cualitativo con enfoque antropológico en familias rurales de Guatemala

su congregación religiosa y de sus vecinos. Una mujer explicó: “Mi mamá me aconsejaba no
ponerme ninguna inyección para no tener hijos porque es pecado y se está matando a los
hijos. Yo no le hago caso y estoy con la inyección. Las iglesias prohíben usar algún método
y dicen que si lo hacen serán expulsadas hasta que dejen de usarlo porque se vuelven asesi-
nas. Espero que la iglesia no se entere que estoy planificando”.

Son varias las mujeres que planifican a escondidas, de sus esposos o parejas y de las demás
personas, debido al estigma de los métodos, al igual que al machismo. Los hombres son las
figuras de poder en las familias y por lo tanto, los esposos son los dueños del cuerpo y de las
decisiones de las mujeres. Ellas no conocen y no tienen el derecho a tener los hijos que ellas
decidan. La mujer tiene toda responsabilidad de criar a sus hijos y de darles a alimentación
adecuada, por lo que prefiere en esos casos correr el riesgo de ser violentada por su esposo
si ello se enteran, que de tener más hijos.

Aunque el método de la inyección es el más utilizado en las comunidades rurales, la ma-


yoría de las mujeres dentro del estudio dijeron no estar satisfechas debido a que observan
muchos cambios en su cuerpo y posibles efectos secundarios, como los mareos y vómitos,
bajo o incremento de peso, pérdida del apetito y manchas en la cara y en consecuencia,
algunas mujeres dejaron de planificar. Ninguna de ellas tampoco relacionó su estado nutri-
50 cional o de salud como consecuencia de estos síntomas.

En Santa Isabel, todas las mujeres que mencionaron utilizar la inyección tienen algún sín-
toma adverso. Una de ellas comentó: “Me causa dolor de estómago, de cabeza y estoy muy
delgada por usarlo”. Otra dio a conocer que le dio mucho dolor abdominal y mucha man-
cha en la cara. Otra más dejó de utilizarlo debido a que sufrió mucha hemorragia y dolores
en todo el cuerpo.

3. Apoyo durante el embarazo


La mayoría de las madres indicaron que previo y durante el embarazo no recibieron apoyo
emocional de sus madres o de sus suegras. Las mujeres que tienen una buena relación
con sus suegras y/o madres, que ejercen como comadronas, dijeron que ellas les brindaron
mayor apoyo durante el embarazo y el parto. Les daban consejos y las cuidaban, por lo que
ellas se sentían mejor e indicaron tener menos complicaciones.

Una gran parte de las mujeres mencionaron haber recibido algún apoyo de sus esposos
durante el embarazo, aunque en muchos casos, ellas se refirieron a un apoyo material más
que emocional. Otras mujeres dijeron que no sintieron apoyo emocional de parte de ellos
debido a que no estaban de acuerdo con el número de hijos, el sexo del bebé o los incon-
venientes económicos que pudieran tener. En estos casos, pocas mujeres indicaron que sus
esposos amenazaban de muerte a sus futuros hijos si estos fueran de sexo femenino.
Factores socioculturales que inciden en la desnutrición crónica

La mayoría de mujeres dentro del estudio consideraron los abortos como complicaciones
serias y en algunos casos como un producto de la violencia intrafamiliar. Pocas madres
de Santa Isabel indicaron que tuvieron uno o cinco abortos durante sus vidas, pero no las
consideraron como complicaciones. Esto se debió a que algunas de ellas piensan que los
abortos son inevitables o normales, por la cantidad de hijos que han tenido y por extrema
pobreza en la que viven. Ninguna de ellas tampoco relacionó su estado nutricional o de
salud como consecuencia de estos abortos, pues consideran que los niños ‘’nacen débiles’’.

A pesar de contar con la asistencia de la comadrona y a veces de la madre o de la suegra


durante el parto, algunas sufrieron ansiedad y maltratos de ciertos miembros de sus fami-
lias durante este proceso. Ellas dijeron que se debió a que no sabían manejar las compli-
caciones ni el proceso de parto porque no tuvieron mayor educación y no contaron con
ninguna fuente de información cercana y de confianza. Una mujer de La Libertad comentó
la experiencia de su primer parto: “Me costó mucho tener mi primer hijo. Mi esposo me pegó
durante el parto y me reprochaba porque no daba a luz rápido. Él decía que eso significaba
que yo había estado con otros hombres, pero ahora yo sé que me hacía falta tiempo para
que naciera mi hijo. Mi mamá, mi suegra y la comadrona estaban y ellas tampoco me dije-
ron nada de lo que tenía que hacer yo. Él era muy celoso, no me dejaba salir a ningún lugar.
Al poco tiempo me embaracé otra vez”.
51

III. Relaciones con actores locales


En muchos aspectos, la seguridad alimentaria y nutricional de las familias está condicionada
por personas y actores externos a la comunidad. Así como fue mencionado anteriormente,
la influencia que tienen los líderes y grupos comunitarios sobre cada familia, así como la re-
lación que mantienen con los proveedores de salud y la calidad de las intervenciones en Se-
guridad Alimentaria y Nutricional pueden definir algunas prácticas cotidianas que aportan
o perjudican su estado nutricional, ya sea directa o indirectamente. Es importante recordar
que las relaciones sociales varían según la comunidad y según la persona que las menciona.

A. Líderes y grupos comunitarios


En la mayoría de las comunidades existe poca relación y comunicación entre vecinos. Sin
embargo, el hecho de que haya una mala comunicación no impide que las personas estén
enteradas de lo que sucede a sus alrededores. En la comunidad de Santa Isabel, un hombre
mencionó que la mayoría de las familias no tienen buenas relaciones con sus vecinos, ya
que se pelean por mojones o colindancias de los terrenos, otros discuten porque sus ani-
males invaden otros terrenos y otros más por el alcohol. Cabe mencionar que los conflictos
son más frecuentes entre las personas que acuden a congregaciones religiosas diferentes.
Estudio cualitativo con enfoque antropológico en familias rurales de Guatemala

Los líderes y grupos comunitarios influyen considerablemente en las relaciones sociales


dentro y fuera del hogar, ya que en muchos casos están dotados de la autoridad necesaria
para tomar decisiones relativas a los intereses de cada una y de la comunidad. La mayoría
mencionó tener una buena relación con todos los actores comunitarios, sobre todo con los
grupos religiosos. No obstante, pueden afectar, a través de sus opiniones y decisiones, la
calidad de vida de las familias, y por consecuente su Seguridad Alimentaria y Nutricional.

1. COCODEs y alcaldes auxiliares


Cuando las personas mencionaron la relación con los COCODEs como positiva, se resaltó
el buen trabajo que estos realizaban al momento de implementar proyectos a favor de las
comunidades, al igual que la eficacia para mejorar ciertos problemas comunitarios. Así mis-
mo, la mayoría mencionó tener una buena relación con el alcalde auxiliar de su comunidad.

52
Factores socioculturales que inciden en la desnutrición crónica

Cuando las personas mencionaron que la relación con los líderes comunitarios no era bue-
na, lo explicaban por una serie de problemáticas muy particulares a cada comunidad. De
igual manera, la mayoría de veces expresaron que esto se debía al favoritismo de los líderes
hacia algunas familias, ya sea por razones políticas o por afinidades personales. En Chimo-
lón, se percibe que los líderes comunitarios solo ayudan a las familias afiliadas a ciertos
partidos políticos o por preferencias personales. En Parajbey, una de las mujeres de familia
demostró total rechazo ante las acciones del alcalde auxiliar, expresando: “El alcalde auxi-
liar de la comunidad tiene mucha envida ya que no quiere tomarnos en cuenta. Por eso hizo
la reunión, porque quiere meter a su gente. Él es de un partido y nosotros no estamos en
ninguna política y por eso nos quiere sacar en los grupos. De plano porque quiere meter a
otras personas de su partido”.

Una mujer mencionó que los integrantes del COCODE trabajan bien, pero que invitan única-
mente a los hombres a las reuniones, lo que la limita a seguir participando en los proyectos
de la comunidad, ya que no se entera de lo que se está realizando a nivel comunitario. Otra
mujer de la misma comunidad mencionó que cuando se hacen proyectos comunitarios, las
que mayormente participan en las reuniones son las mujeres, pero al momento en que los
integrantes del COCODE piden colaboración para armar el proyecto, ellas deben esperar a
que lleguen sus esposos a la casa para decidir si dan colaboración o no.
53
En algunas comunidades, los vecinos pierden confianza en las autoridades por administrar
los programas sociales y beneficios en forma no equitativa, generando malestar y compa-
raciones con otras intervenciones de apoyo comunitario. Refiriéndose a las autoridades de
su comunidad, un hombre comentó: “A este COCODE no lo quieren porque siempre escoge
a la gente que él quiere. Cobra por el beneficio social que nos pertenece. Ellos dicen que es
porque gastan tarjeta y pasajes pero está cobrando muy caro”. Según el presidente del CO-
CODE, muchas de las familias quieren recibir alimentos o cualquier ayuda, pero cuando se
trata de buscar proyectos para la comunidad no apoyan con dinero. Asimismo mencionó
que las familias no ven el beneficio de los proyectos, sobre todo de los huertos y de los ali-
mentos que se les proporciona.

En otras comunidades existen diferentes opiniones sobre los COCODEs y los Alcaldes Au-
xiliares quienes se han involucrado activamente para disminuir la violencia contra la mujer
producida por el alcoholismo. La mayoría de las familias aprueban estas intervenciones ya
que consideran que sí ha habido cambios en sus comunidades. Un hombre, quien fue ante-
riormente alcalde auxiliar de su comunidad, comentó: “Hace un año, aquí en la comunidad,
prohibieron todo tipo de licor, ya que cuando yo era el alcalde auxiliar, llegó una señora a
denunciar a su esposo porque le había pegado. Llegó la señora bañada de sangre y yo le
dije a mis compañeros que me ayudaran para agarrar al señor porque era malo. Fuimos,
lo agarramos y lo dejamos atado. Como que le dimos de su medicina porque ya no tomó
nuevamente”.
Estudio cualitativo con enfoque antropológico en familias rurales de Guatemala

Sin embargo, este tipo de iniciativas comunitarias pueden enfrentarse a algunos obstácu-
los. En una de las comunidades se reportó que un grupo de mujeres, junto con el COCODE,
establecieron una ley dentro de la comunidad de para prohibir la venta y el consumo de
bebidas alcohólicas, así como la violencia física contra la mujer. La persona que fuera sor-
prendida o reportada bebiendo alcohol o en estado de ebriedad era capturada, multada y
en algunos casos entregada a las autoridades o expulsada de la comunidad. También fue
posible identificar las consecuencias de la implementación de esta ley comunitaria y algu-
nas reacciones que han comprometido el objetivo de la misma.

La ley comunitaria erradicó la venta de bebidas alcohólicas dentro de la comunidad mas no


eliminó el alcoholismo ni la violencia intrafamiliar. Esto ha creado conflictos entre los veci-
nos y sobre todo con el presidente del COCODE. Varias mujeres, a pesar que en sus hogares
existen casos de alcoholismo, dicen estar en desacuerdo con la iniciativa. Una de ellas opinó
que el presidente del COCODE está abusando de su poder y autoridad. Al comentar el mis-
mo incidente, mencionó que mientras que las autoridades estaban buscando a la familia
responsable, encontraron a su esposo borracho durmiendo en el campo. Lo levantaron y lo
llevaron inconsciente a la cárcel. Ella tuvo que vender todo lo que tenía para pagar la mul-
ta de Q.6,000 y sacar a su esposo del penitenciario. Ella y sus hijos tuvieron que ir a comer
donde sus vecinos porque ya no tenía dinero para la comida. Ella culpa al presidente del
54 COCODE porque se quedó sin comida para su familia.

2. Grupos religiosos
En cuanto a los grupos religiosos, éstos son de gran influencia dentro de la comunidad y las
familias, ya que la mayoría de las familias mencionaron tener una buena relación con ellos.
En algunas ocasiones, tienen un buen impacto en las familias apoyando en la estabilidad
emocional del hogar y el beneficio social proyectado, brindándoles apoyo y consejería. Sin
embargo, los grupos religiosos ofrecen ayuda únicamente a sus miembros y muchas veces
los métodos y la presión que a veces imponen puede disuadir a algunos alcohólicos de acu-
dir a ellos. En varias comunidades se reportó que, a veces durante las liturgias, se predican
temas sobre el alcoholismo, pero “no llegan los que tienen que escuchar. No se acercan a
una iglesia y se alejan de los caminos de Dios”. Además, los alcohólicos que no logran supe-
rar su adicción, a pesar de la ayuda que se les brinda, y vuelven a caer en ella, se ven sancio-
nados y a veces excluidos de la congregación religiosa, lo que agrava la situación.

Por otro lado, los líderes religiosos influyen mucho en el rol que las mujeres tienen dentro
de sus comunidades y familias, especialmente en los temas relacionados a la Salud Sexual
y Reproductiva. En la comunidad de Chirijox, según algunas familias el sacerdote de una
de las iglesias católicas recalca en varias ocasiones en las liturgias el trabajo y la responsa-
bilidad de la mujer en mantener la casa limpia. Estos mensajes tienen un gran impacto en
las familias, ya que refuerzan las percepciones y las creencias que definen las dinámicas del
hogar.
Factores socioculturales que inciden en la desnutrición crónica

Algunas iglesias cristianas evangélicas no diferencian el uso de anticonceptivos con el abor-


to y ambos los consideran como el asesinato del bebé. En algunas iglesias, si se enteran
que un fiel planifica o aborta, se le expulsa o se le discrimina. Algunos catequistas de la
Iglesia Católica informaron que la mayoría de fieles católicos desconocen que el catolicismo
autoriza el uso de métodos anticonceptivos naturales, pero lastimosamente no cuentan
con un programa de capacitación o información sobre estos métodos. Ninguna comunidad
estudiada dio a conocer programas o información educativa sobre los métodos naturales
autorizados y los catequistas informaron que no cuentan con los recursos ni el apoyo de
diferentes líderes comunitarios.

3. Comités de agua

Cabe mencionar la existencia de grupos que se han conformado para velar por las necesi-
dades básicas de la comunidad y que no necesariamente son atendidos por los líderes. El
comité más mencionado fue el de agua, siendo el acceso a ésta una problemática presente
en la mayoría de las comunidades. En el caso de Xemamatz’e, se creó un Comité de Agua
para el cuidado de los yacimientos de agua y la creación de un proyecto de entubación de
la misma. Es importante resaltar que las personas apoyan las acciones de este comité, pues-
to que ha mejorado sus condiciones de vida, fomentando así la administración comunitaria 55
entre los vecinos.
Estudio cualitativo con enfoque antropológico en familias rurales de Guatemala

Así mismo, en la comunidad de Santa Isabel, una de las madres de familia comentó que,
desde hace muchos años, la gente se organizó para hacer un tanque de agua porque an-
teriormente solo llegaba el agua en manguera. Gracias a la organización de los vecinos,
se logró que cada año se junten para limpiar y clorar la tubería. Por otro lado, en la comu-
nidad de Parajbey, el agua sigue siendo un problema, puesto que solo se cuenta con dos
nacimientos que proveen a toda la comunidad, por lo que el comité se organizó para darle
tratamiento al agua. Sin embargo, algunos vecinos expresaron no estar conformes con el
comité debido a que solo los limpian dos veces al año. Además, les aplican cloro para des-
infectar el agua, lo que a las familias no les agrada por el olor y el sabor.

B. Proveedores de salud
Los proveedores de salud, institucionales y comunitarios enseñan comportamientos y prác-
ticas de salud, nutrición e higiene de las personas, aprovechando la relación cercana que
tienen con la mayoría de las familias. La calidad de esta relación es la que determina muchas
veces el empoderamiento de las buenas prácticas y el nivel de racionalización y aplicación
de éstas.

56 1. Proveedores de salud institucionales


Menos de la mitad de la población mencionó tener una percepción positiva acerca de los
proveedores de salud públicos. Sin embargo, la relación entre las familias y el personal de
Salud Pública es muchas veces compleja, ya que condiciona la confianza y calidad del ser-
vicio brindado en cuanto a la SAN. Cabe mencionar que las circunstancias varían de una
comunidad a otra, por lo que la percepción de los servicios de Salud también.

En la mayoría de establecimientos de Salud Pública, el alto lenguaje técnico no se adap-


ta al nivel educativo de las personas. La mayoría de los participantes no profundiza en la
interpretación del conocimiento indicando no estar informados o capacitados en temas
referentes a la Seguridad Alimentaria y Nutricional. Sin embargo, al profundizar la relación
con las familias, se identificó que sí habían recibido varios consejos sobre el tema, pero se
les habían olvidado o no podían recordar lo que se les había impartido. Una mujer de La Li-
bertad expresó: “Los del Centro de Salud vienen cada mes y nos dan pláticas de varias cosas,
como por ejemplo cuidar a los niños, lavarnos las manos, bañar a los niños, asear la casa
y muchos más, pero como nosotros no estudiamos, no se nos queda nada. El otro día ya se
nos olvida lo que nos dijeron”.

La poca pertinencia cultural influye en la mala transmisión de las buenas prácticas. En su


mayoría, los consejos impartidos no se adaptan al contexto cultural de la comunidad, de-
jando a un lado el idioma y el modo de vida y las creencias de la población. En El Terrero Pi-
nalitos, algunas mujeres no llevan a sus hijos al Centro de Salud por la poca experiencia que
Factores socioculturales que inciden en la desnutrición crónica

éstos tienen al momento de atenderlos cuando padecen enfermedades como el mal de ojo.
Además, varias contaron que uno de los niños falleció a causa de una inyección cuando “no
debería de haber sido aplicada”.

Una mujer de Los Cipreses mencionó la discriminación que sienten las personas en el Cen-
tro de Salud: “Es preocupante que en el Centro de Salud hayan enfermeras que traten mal
a las mujeres, principalmente cuando son indígenas y que hablan en idioma k’iche”. Asimis-
mo, una mujer de Chimolón lleva a sus hijos al Centro de Salud solo cuando es necesario, ya
que por los frecuentes regaños prefiere no hacerlo. Algunas familias prefieren no llevar a los
hijos al Centro de Salud por este maltrato, ya que los regañan por la mala crianza de los hijos
y no les dan los insumos necesarios para poder tratar a los niños. Una mujer de Lajas Oquén
mencionó: “Mi niño mucho se enferma de fiebre, tos y vómitos. Las enfermeras me regañan
porque cada vez que lo llevo a la pesa me dicen ‘dele de comer, aliméntelo bien’, pero ni un
poquito de alimento me traen. ‘Llévenlos al Centro de Salud cuando estén enfermos’, pero
¿para qué?, si sólo recetas nos dan, nunca tienen medicina”.

La poca calidad de la relación con los proveedores de Salud Pública no permite una buena
comprensión y aceptación de los consejos que brindan, como una mujer de El Terrero Pi-
nalitos que comentó: “Las recomendaciones que dan en el Centro de Salud es que hay que
quitar luego el pecho a los niños a partir de los seis meses y empezarles a dar atolillos de
masa para que se acostumbren y darles comidas en sopita. Pero yo no lo hago porque son
muy pequeños, mi nena ya tiene un año y todavía no piensa quitarse el pecho”. 57

En el tema de Salud Sexual y Reproductiva, pocas mujeres dijeron no estar conformes con
la forma en que se les aplicaba la inyección en los Centros de Salud. Comentaron que el per-
sonal las regaña por tener varios hijos, las miran de forma despectiva y el trato en general
es malo. Esta es una de las principales razones por las cuales no confían en los Servicios de
Salud Pública.

En Asunción Chivoc hay mujeres que mencionaron ser maltratadas y juzgadas en los Cen-
tros de Salud. Una mujer expresó que las inyecciones que utilizan en el Centro de Salud
están vencidas y que los enfermeros del puesto no tienen los conocimientos adecuados y
no brindan toda la información que se requiere, pues algunos solo la aplican sin dar mayor
información. De igual forma, no se realizan los exámenes adecuados para conocer el estado
nutricional y de salud de las mujeres al recomendarles la inyección de hormonas.

En varias comunidades, se identificaron casos de negligencia en las por parte del personal
de los Puestos de Salud, ya que en algunas ocasiones las mujeres que quieren planificar
no reciben el seguimiento adecuado. Algunas veces las mujeres no saben que están em-
barazadas y tampoco se les realiza una prueba de embarazo, corriendo el riesgo de sufrir
un aborto. Así mismo, en algunos casos, las mujeres son inyectadas sin su consentimiento.
El personal del Puesto de Salud les dice aplicarles vitaminas cada tres meses, sin saber que
se les aplica un método anticonceptivo. Un prestador de servicios de salud indicó: “Con las
mujeres lo que más trabajamos es planificación familiar o atención prenatal. Con esta fa-
milia, a la madre se le suministra la inyección de 3 meses. Esto lo hacemos sin que ella sepa.
Estudio cualitativo con enfoque antropológico en familias rurales de Guatemala

Así es como la encargada nos ha dicho hacerlo porque ella sufre mucho al lado de su esposo,
la violenta mucho y más cuando está ebrio. Son muy pobres para tener más hijos”.

Otra mujer también va al Centro de Salud pensando que se le inyectan vitaminas, a pesar
de que ella afirmó no planificar por ser malo para su salud. Un integrante del Centro de Sa-
lud también reconoció: “Con esta familia ha sido difícil trabajar debido a que la madre no
pone de su parte y sus dos hijos tienen bajo peso. Lo que pasa con ella es que solo el hombre
trabaja y ella no le ayuda. Nosotros hemos trabajado con ella, pero es difícil hacerlo. Ahora
le estamos poniendo la inyección de tres meses, le decimos que es vitamina, solo así se dejó
inyectar”.

Por otra parte, se reportó que algunas familias acuden a establecimientos de Salud Pública
alejados de su comunidad, debido a las negligencias por parte del establecimiento más cer-
cano. Asimismo, esta falta de cobertura y la mala calidad en la atención en algunos lugares
refuerza la preferencia de las personas a acudir a un proveedor de salud comunitario.

2. Proveedores de salud tradicionales


La mayoría de los participantes mencionaron tener una mejor relación con proveedores de
salud comunitarios, como curanderos, comadronas y hueseros, debido a su alto entendi-
miento de su realidad social y cultural. Cuando los niños se enferman, ellas acuden a estos
antes que a los servicios de salud públicos, como una mujer que mencionó: “Mi nena la
58 estaban curando de tiricia y de ojo porque le acabo de quitar el pecho y se ha vuelto muy
Factores socioculturales que inciden en la desnutrición crónica

chillona y si no los curan, los niños se hinchan. Además en el Centro de Salud no los pueden
curar, por eso cuando se enferman, primero hay que llevarlos con la curandera”. Sin embar-
go, el responsable del Centro de Salud aseguró no haber rechazado a ningún paciente y ni
enviado a ninguna persona con un curandero o una comadrona antes de haberlo exami-
nado.

Muchos mencionaron el tener una buena relación con las comadronas debido a su alto
conocimiento y entendimiento al momento de tratar con las enfermedades y la salud de las
mujeres y niños en general. Por lo tanto prefieren que ellas atiendan sus partos en compara-
ción a los servicios de salud públicos. Las familias de las diferentes comunidades indicaron
que las comadronas no se encuentran organizadas, pero que sí están interesadas en el bien-
estar de las personas que atienden, por lo que son personas que poseen una gran influencia
positiva, aunque algunas veces también negativa.

En la mayoría de comunidades, todas mencionaron tener una buena relación con las coma-
dronas. Sin embargo, algunas también comentaron que cobran muy caro, aún más cuando
el sexo del bebé es varón.

En una de las comunidades, el personal del Puesto de Salud dijo estar consciente que las
comadronas desempeñan un papel importante dentro de la comunidad y que su opinión
influye fuertemente en las decisiones de las madres. Sin embargo, expresa cierta inconfor-
midad ante las prácticas de algunas de las comadronas, puesto que, según ellos, no todas 59
practican los consejos que se les da y más aún en el tema de planificación familiar. También
comentó que han tenido dificultades por la influencia negativa de dos comadronas: “las
señoras fueron alborotadas por dos de las comadronas. Hay que tener mucho cuidado con
una de ellas, porque había varias señoras que querían realizar su Papanicolaou y ella acon-
sejó a todas diciéndoles que no se lo hicieran ya que esos exámenes hacen daño y que no les
iba a alcanzar el dinero para su curación después. Y todas las mujeres se alborotaron dicien-
do que ya no querían realizarse el Papanicolaou y solo una entró y dijo ‘yo quiero hacer mi
Papanicolaou pero no le digan a nadie y mucho menos a la comadrona porque ella me dijo
que si yo me hago ese examen ella le va contar a mi esposo que un doctor me vio desnuda y
también le va contar a toda la gente’. Por eso hay que tener cuidado con los comentarios de
esa comadrona”.

C. Intervenciones en Seguridad Alimentaria y Nutricional


La relación entre las familias y los diferentes actores que intervienen en Seguridad Alimen-
taria y Nutricional, como algunas instituciones públicas, ONGs y técnicos de organismos
internacionales, depende sobre todo del tipo de intervención, así como de las estrategias y
el objetivo buscado, y no necesariamente del organismo al que pertenecen. Por consecuen-
te las percepciones de las personas son propias a cada intervención. Aproximadamente la
mitad de las familias de la muestra han participado en al menos una intervención de la cual
tienen una mala percepción.
Estudio cualitativo con enfoque antropológico en familias rurales de Guatemala

60
La falta de pertinencia socio-cultural y de conocimientos del contexto local y familiar es
una limitante para el abordaje e implementación de acciones que benefician a las personas.
Algunas familias cuestionan las metodologías utilizadas, debido a que no están adaptadas
a sus comunidades y contextos específicos. Aunque pueden existir similitudes de una co-
munidad a otra, cada comunidad y cada familia posee un contexto propio y con particula-
ridades a tomar en cuenta.

La poca adecuación de las acciones a cada situación dificulta su comprensión y posible


impacto en la vida de las personas. Esto se debe a que algunas de las familias no compren-
den en su totalidad las razones por las cuales se ejecutan acciones en sus comunidades.
Varias familias mencionaron que existe una falta de interés de los actores en informar a las
personas acerca de las acciones que quieren implementar y los beneficios que pretenden
otorgarles. Una mujer comentó que participa en un grupo donde la benefician económica-
mente, pero no sabe por qué. Otras comentaron que tienen que hacer una abonera pero no
saben por qué, si les quedará a ellos o quién y la utilidad que tendrá.

Por otra parte, varios actores mencionaron que existe una mala interpretación de los be-
neficiarios sobre los objetivos y metodología de la intervención, esperando a que se les
entregue insumos por su participación. Un trabajador de una institución comentó: “La gen-
te a veces malinterpreta las cosas, se dice una cosa y salen con otra, aunque no se les haya
prometido nada. Luego salen con que ellos les habían prometido regalar todo lo que se ha-
Factores socioculturales que inciden en la desnutrición crónica

bía hablado, y por eso mucha gente les llega a reclamar lo que no se les habían dicho. Les
interesa que uno les lleve una libra de arroz o frijol y con eso se conforman”.

Así mismo, la percepción de las acciones en educación alimentaria y nutricional, depende


en muchos casos, de una distribución de insumos complementaria a la actividad. Muchas
personas participan en este tipo de intervenciones esperando recibir, en algún momento,
una retribución material o económica por su participación. Sin embargo, esto no implica
que algunas reconozcan el asistencialismo que la distribución de insumos ha provocado
en su comunidad. Una mujer contó: “Algunas de las personas que están en este proyecto se
retiraron porque ellas están esperando algo y no hay nada. A veces nosotros estamos acos-
tumbrados a recibir algo a cambio y pienso que eso no está bien, pero la gente no entiende”.

Algunos actores reconocen que hay familias que hacen mal uso de los productos entrega-
dos, vendiéndolos, regalándolos, tirándolos, e incluso dándoselos a los animales. Un téc-
nico de salud expresó: “La situación es que las familias que tienen niños pequeños están
acostumbradas a solo recibir, pero aun así, los beneficios y las vitaminas que reciben no se
las dan a los niños, sino que las tiran. Por ejemplo, el atol que reciben se lo dan al cerdo, el
animal se engorda. Y cuando venden las cosas, ¿Qué es lo primero que compran? Gaseosas,
ricitos y pan. Eso es lo que hacen en lugar de preparar atol”. 61

Muchas acciones se realizan sin tener un contacto directo con los beneficiarios, sino que
a través de actores o líderes comunitarios como el COCODE, las comadronas o las madres
guías. Un técnico comentó que solo tienen contacto con los promotores y las madres guías
en la comunidad en la que interviene, razón por la que ellos no conocen a las familias y no
tienen comunicación directa con ellas. La implementación de esta metodología, en algunas
ocasiones, ha generado que algunas familias se sientan poco informadas e involucradas. La
poca personalización de las acciones y la falta de continuidad del monitoreo limita a el ac-
ceso a conocer la realidad social y cultural de las familias y por ende, conocer las verdaderas
necesidades y dificultades de éstas.

Otro técnico comentó que algunas familias mienten al momento de ser consultadas para
determinar a la población beneficiaria del bono social: ‘’Las mujeres beneficiadas fueron
elegidas a través de un censo realizado con anterioridad y la lista de nombres ya venía des-
de Guatemala. Algunas personas, por presumir, mintieron en el censo diciendo que tienen
algo que no existe. Otras también mintieron en decir que no tienen cuando sí tienen. Es por
eso que hay familias que reciben el Bono y tienen más que otros que no les viene la ayuda
y que ya no pueden agregarse a la lista’’. Así mismo, algunas familias mienten cuando se
les solicita alguna información de su vida, por miedo a no ser incluidos en las acciones o a
poner en riesgo su seguridad.
Estudio cualitativo con enfoque antropológico en familias rurales de Guatemala

Por otra parte, la falta de información y de comprensión sobre los criterios de selección
puede causar conflictos entre beneficiarios y no beneficiarios. En una de las comunidades,
se reportó que solo una de las ocho familias recibe el bono social, lo que produce inconfor-
midad con las demás. Una mujer comentó: “Los COCODES son los que dicen a qué familia
deben darle el bono. Escogen a las familias que más le convienen porque son sus propios
parientes o conocidos”. La poca claridad de los criterios de selección ha generado que algu-
nas familias rechacen las acciones de presentes o nuevas intervenciones en la comunidad.

Se identificó en algunos casos que el producto distribuido causa efectos indeseados, lo que
genera un cuestionamiento de la validez de la intervención. Una mujer comentó sobre el
Vitacereal que distribuyeron en su comunidad: “Brindaron apoyo a los niños de 6 meses a
5 años de edad dándoles Vitacereal, pero esto solo fue por 6 meses y no contribuyó al creci-
miento del peso de los niños”. Otra mujer agregó: “Esto no ayudó a que los niños pudieran
ganar peso y tener defensa, porque los niños perdieron el apetito y no consumían la comida
que les dábamos”. Así mismo, se observó que algunas madres decidieron ya no acudir a la
distribución de Chispitas, debido a la falta de apetito que provocó en los infantes: “Decidí
tirar estos sobrecitos porque no ayudaban a mi hija. Esto provocaba que ya no comieran sus
alimentos”. Otra mujer comentó: “Los sobrecitos que nos dieron de Chispitas, decidí dárse-
62 los al coche porque no le gustó a mi hija”.

El incumplimiento de los compromisos establecidos con los beneficiarios influye en la legi-


timidad de los actores y las acciones implementadas y contribuye a que muchas personas
dejen de asistir a las actividades. Así mismo, la poca coordinación entre actores, ya sean
técnicos de una misma intervención o de diferentes intervenciones, provoca descontento
por parte de los beneficiarios, quienes cuestionan la eficacia de sus acciones y el supuesto
beneficio que otorgan. Una mujer compartió su incomprensión hacia los programas en los
que participa en su comunidad y hacia la falta de coordinación entre las instituciones ya
que, a pesar de llevar a sus hijos al control de peso y talla en el Centro de Convergencia,
debe de hacer lo mismo cada vez que llega el técnico del programa en el que participa: “Los
pesan a saber para qué. Nada nos dan. Por gusto vamos. La otra semana vienen otra vez a pe-
sar”. Así mismo, agregó diciendo que es una pérdida de tiempo el llevar a los hijos al control
de peso y talla dos veces, por lo que preferiría no hacerlo.  
Factores socioculturales que inciden en la desnutrición crónica

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Estudio cualitativo con enfoque antropológico en familias rurales de Guatemala

CONCLUSIONES

La interrelación de factores sociales, de género, económicos y culturales alrededor de las


formas de vida de las familias observadas incide en su estado nutricional, marcando ten-
dencias de comportamientos asociados a percepciones, creencias y prácticas relacionadas
a la alimentación, a la salud sexual y reproductiva o a las dinámicas familiares, articulando
directa o indirectamente estas formas de vida a las comunicaciones y relaciones entre acto-
res comunitarios, proveedores de servicios en salud y promotores de la Seguridad alimen-
taria y Nutricional a nivel local.

Las percepciones alimentarias están condicionadas a factores culturales y económicos que


permiten establecer hábitos, prácticas y costumbres de consumo alimentario determina-
dos por: creencias culturales, apreciación gustativa, valor económico y valor nutricional. Pa-
ralelamente también están condicionadas por una concepción cultural de la temperatura
simbólica del cuerpo, que por esencia es caliente. Esta temperatura es mantenida o alterada
a través de la ingestión de alimentos fríos y alimentos calientes, cada uno de los alimentos
siendo clasificado como uno u otro, lo que condiciona su selección, preparación y consu-
64 mo. En su conjunto cada familia complementa todos estos elementos para conformar su
propio sistema alimentario con adecuaciones relacionadas a la disponibilidad alimentaria
y su frecuencia de consumo, distribución intrafamiliar del alimento y número de personas
por familia.

El patrón de consumo diario de alimentos está determinado culturalmente por el maíz


como alimento primario, por ser relacionado con el origen y sustento para la vida. El frijol se
incorpora como alimento secundario, de menor frecuencia en su consumo y determinado
por el costo y disponibilidad del mismo. Los otros alimentos que pueden ser incorporados
a su consumo son referenciados como complementarios y diversifican la dieta según las
condiciones de acceso, disponibilidad y criterios de valorización de cada alimento en cada
familia.

Las dinámicas de relación observadas en las familias, condicionadas por determinantes


económicos, definen el número de tiempos de comida diarios, la disponibilidad, selección
y diversificación de alimentos y las necesidades de consumo que muchas veces es insufi-
ciente, sobre todo en los niños, puede determinar, entre otras causas, su estado nutricional
deficiente.

Las prácticas inapropiadas de higiene personal, del hogar y de los alimentos consumidos,
no corresponden a los saberes explicados por las mujeres administradoras del hogar y son
delimitados aún más por la falta de agua salubre para consumo humano, infraestructura e
insumos básicos.
Factores socioculturales que inciden en la desnutrición crónica

Muchas familias tienden a normalizar la desnutrición, ya que no relacionan sus causas y


consecuencias a las diferentes manifestaciones de la deficiencia calórica y proteínica, por
falta de conocimiento e información. Sin embargo, los síntomas y signos de desnutrición
son relacionados con otras causas, como el susto y el mal de ojo o la influencia de energías
negativas. La falta de confianza e interpretación hacia las informaciones transmitidas sobre
el tema por los servicios de Salud y otros, hace que los padres automediquen sus niños al
momento de presentar síntomas de desnutrición.

El poder de decisión de las personas dentro del hogar depende de su género, su edad y su
parentesco, así como sus aportes económicos y su tenencia de tierras. Sin embargo, inde-
pendientemente del aporte económico de cada miembro del hogar, el poder decisivo de
la mujer es desvalorizado, tanto por ella misma como por su familia, consecuentemente su
poder adquisitivo y estatus dentro del hogar es menor. En los roles de género se observó
que muchos hombres se desentienden de sus responsabilidades paternales, limitando a la

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Estudio cualitativo con enfoque antropológico en familias rurales de Guatemala

familia parcial o totalmente de su aporte económico, de su apoyo en el cuidado de los hijos,


y en algunos casos de su presencia en el hogar. Estos factores, a los que se suma la violen-
cia física y psicológica ejercida muchas veces en la mujer por su pareja y su familia política,
incrementan su vulnerabilidad y la de sus hijos, impactando en la seguridad alimentaria y
nutricional y el bienestar de su familia.

El consumo de alcohol, común en muchos hombres, es aceptado y se considera parte de su


masculinidad. Por esta razón, muchas mujeres se ven obligadas a asumir la responsabilidad
económica del hogar, el consumo excesivo de alcohol limita o anula el aporte económi-
co de su pareja. En algunos casos, los hijos comparten esta responsabilidad para alivianar
económicamente a su madre. La familia se ve afectada por la violencia física y psicológica
por parte del hombre, resultante de su estado de ebriedad. Pese a ello, existen muy pocas
alternativas y programas de apoyo para la superación de este problema porque las acciones
comunitarias son pocas o nulas y las medidas tomadas para la disminución en la venta de
alcohol, no ha incidido en la disminución del alcoholismo.

El tabú en torno al tema de Salud Sexual y Reproductiva provoca una falta de educación
sexual y poco conocimiento de los métodos anticonceptivos, generando una actividad
sexual temprana y despreocupada, así como matrimonios a temprana edad y embarazos
no planificados. La mayoría de mujeres no planifican, asumiendo el rol de madres que les
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otorga la sociedad, la religión y la familia. La mayoría de mujeres que sí planifican utilizan el
método por inyección, mas no se sienten satisfechas por los efectos o síntomas secunda-
rios que ésta les provoca, manifestados como trastornos de salud, lo que las lleva después
de un tiempo a tomar la decisión de abandonar este método. Por otro lado, la poca informa-
ción sobre el manejo del periodo de embarazo hace que las mujeres no se sientan apoyadas
por sus parejas, madres y suegras, muchas mujeres siendo obligadas a vivir su embarazo y
parto de forma sumisa y reservada.

Los líderes y grupos comunitarios, así como los proveedores de salud públicos y tradicio-
nales y los actores que intervienen en SAN a nivel local, tienen una gran influencia en la
seguridad alimentaria y nutricional de las familias.

Las relaciones con los actores comunitarios como COCODES, líderes religiosos y alcaldes au-
xiliares varían según la comunidad y la familia. Sus opiniones y decisiones inciden positiva o
negativamente en las percepciones y las condiciones de vida de las familias, especialmente
en salud sexual y reproductiva o los casos de alcoholismo.

Los proveedores de salud pública pueden muchas veces proyectar una imagen negativa
debido a la falta de información e insumos, los malos tratos, la poca pertinencia cultural y
formas inapropiadas de establecer relaciones de servicio genera desconfianza y desconten-
to por parte de los usuarios, ya que éstos se sienten incomprendidos y juzgados, prefiriendo
ser atendidos por prestadores comunitarios como las comadronas o los curanderos.
Factores socioculturales que inciden en la desnutrición crónica

Las percepciones y relaciones que las familias tienen con los actores e instituciones que
promueven la Seguridad alimentaria y Nutricional condicionan los procesos o técnicas que
aplican. En algunos técnicos y personal existe una falta de empoderamiento del contexto
social y cultural de las localidades o familias, así como de enfoques metodológicos apro-
piados, especialmente en los abordajes formativos para la construcción de competencias
para la vida cotidiana, y la medición y seguimiento de su impacto. Esto limita el efecto po-
sitivo de las intervenciones en relación a los intereses y necesidades de los participantes de
los programas. Las familias no comprenden los criterios de selección para participar en los
programas ni la intención de las intervenciones y por lo tanto no conocen la finalidad de su
participación. Esto hace que muchas desaprovechen los insumos que les son otorgados y
que se deslegitimen los enfoques de los programas y las conductas esperadas.

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Estudio cualitativo con enfoque antropológico en familias rurales de Guatemala

RECOMENDACIONES GENERALES

1. Considerar integralmente los mecanismos cognitivos, las creencias, la cosmovisión y


los comportamientos que rigen la vida cotidiana de las personas en el diseño y opera-
ción de procesos específicos y pertinentes regulados por factores de incidencia en la
seguridad alimentaria y mejora del estado nutricional de la población guatemalteca,
considerando:

- las representaciones sociales y culturales, los principios y valores que caracterizan


el pensamiento y comportamiento de las personas;

- las particularidades geográficas, climáticas, ambientales, económicas, poblaciona-


les, históricas y políticas que singularizan a cada comunidad;

- las dinámicas sociales que determinan los roles, la valorización y el poder decisivo
de cada una de las personas dentro y fuera de su hogar;

68 - y la inclusión y el involucramiento de todos los adultos, hombres y mujeres, jóve-


nes, niños y niñas, autoridades locales y grupos comunitarios en las acciones del
PPH0.

2. Fomentar procesos de nutrición y alimentación partiendo del reconocimiento contex-


tual local y regional y las representaciones sociales y culturales, los principios y valores
que caracterizan el pensamiento y comportamiento de las personas y las particula-
ridades históricas que singularizan a cada comunidad. Aplicar enfoques metodoló-
gicos secuenciales a sus contextos, con la inclusión e involucramiento de todos los
ejes que han generado sus prácticas, creencias e identidad etnolingüística, permitirá
poder romper la barrera de la comprensión, entre el conocer y el creer en las prácticas
orientadas a mejorar sus comportamientos alimentarios y hábitos de higiene. Esto se
puede lograr promoviendo la gestión, gobernabilidad y productividad en un ambien-
te participativo con equidad de género para hacer movilizaciones legales, sostenidas
y responsables que incidan en la mejora del estado nutricional de las poblaciones vul-
nerables.

3. Implementar programas para la alimentación complementaria que sean compatibles


a las necesidades nutricionales y que permitan que el patrón de consumo de alimen-
tos contenga un aporte nutricional completo, sin excluir la pertinencia cultural, valor
nutritivo y aceptabilidad del sabor del alimento y tomando en cuenta alimentos que
sean naturales en la dieta de las familias y de fácil acceso y disponibilidad, como una
Factores socioculturales que inciden en la desnutrición crónica

complementación proporcional del maíz y del frijol con hierbas de fácil acceso y alto
nivel nutricional como el macuy o el amaranto.

4. Abrir y mejorar espacios de discusión a nivel local para que cada miembro de la comu-
nidad pueda dialogar y proponer estrategias comunitarias que promuevan el desarro-
llo y la Seguridad Alimentaria Nutricional, fomentando la participación de cada uno
independientemente del género, edad y condición física, económica y social.

5. Promover acciones que valoricen a las mujeres tanto por su familia como por ellas
mismas, retomando tanto el valor de la mujer como del hombre con equidad, abrien-
do espacios seguros para que mujeres y niñas puedan incrementar su nivel de vida y
confianza, facilitando el acceso a la obtención de tierras, la producción agrícola y al
mercado laboral. Para contrarrestar la violencia intrafamiliar y la paternidad irrespon-
sable, es importante brindar un apoyo integral y psicológico a las familias en conjunto,
incitando a toda la familia a valorizar las actividades realizadas por la mujer y el aporte
que tiene en el bienestar del hogar y en la alimentación.

6. Unir esfuerzos para generar acciones que mejoren y promuevan una alimentación
materna adecuada, debido a que la mayoría de las madres no relacionan su propio
estado nutricional con el de sus hijos recién nacidos. Esto debe realizarse con el apoyo 69
y coordinación de líderes comunitarios efectivos y con pertinencia cultural, para gene-
rar un intercambio mutuo con los proveedores de salud comunitarios.

7. Impulsar el desarrollo físico y psicológico de niñas y niños vulnerables, mejorando el


acceso a la buena alimentación, a los servicios de salud y de educación, fomentando
una equidad de género enfocada a la educación para asegurar la inserción escolar de
las niñas y minimizar la deserción escolar en los varones y promover los derechos de
los niños y de las niñas protegiéndolos del trabajo y la explotación, así como del mal-
trato infantil.

8. Identificar la práctica de alcoholismo y sus efectos como un factor de incidencia en la


modificación de comportamientos individuales y familiares que trascienden afectan-
do la estabilidad y disponibilidad de recursos básicos para las familias, disminuyendo
con alguna frecuencia la capacidad adquisitiva de los alimentos y desarrollando efec-
tos adversos en la nutrición biológica y afectiva, condicionando estadios de agresivi-
dad y violencia para mujeres y niños. Desarrollar en conjunto estrategias comunitarias
para combatir el alcoholismo al igual que el hambre, considerándolo como un factor
incidiendo en la desnutrición incluyendo, en las estrategias de SAN, acciones para su
erradicación y creando espacios comunitarios de diálogo para informar a jóvenes, ni-
ños y niñas y a la comunidad sobre sus causas y consecuencias a nivel personal, fami-
liar y comunitario y fomentar la responsabilidad paterna.
Estudio cualitativo con enfoque antropológico en familias rurales de Guatemala

9. Tomar en cuenta la multicausalidad de las percepciones y creencias que dictan los


dogmas en las familias y la comunidad en el abordaje de la Salud Sexual y Reproducti-
va, para que a través de una sensibilización con pertinencia cultural, social y religiosa,
los promotores conozcan las características propias de la región y la comunidad asig-
nada y que prioricen sus actividades y sus técnicas en función de ello e identifiquen
los vectores de influencia en las familias sobre ese tema (grupos religiosos, líderes co-
munitarios, etc).

10. Establecer espacios de diálogo con los grupos religiosos, quienes poseen una gran
influencia en las percepciones y creencias de las familias, para identificar estrategias
conjuntas que mejoren la seguridad alimentaria y nutricional y la calidad de vida de
las personas, en un marco de respeto hacia las creencias que inculcan en sus congre-
gaciones.

11. Fomentar el fortalecimiento institucional de los servicios de atención primaria en sa-


lud en el contexto del PPH0, capacitando al personal a través de un enfoque en la
calidad de la atención, con pertinencia social y cultural, implementando nuevas estra-
tegias de comunicación para el desarrollo, sin dejar a un lado el idioma, el respeto a la
privacidad y las particularidades locales que puedan apoyar a un aprendizaje eficiente
70 de las personas, trabajando conjuntamente con los prestadores tradicionales y garan-
tizando un monitoreo y una cobertura total de la población, así como el abastecimien-
to en insumos y medicamentos.

12. Continuar la línea de investigación que vayan contribuyendo a comprender las causas
fundamentales de la desnutrición crónica y aguda y valide los planes y programas
anuales en SAN para el país.


Factores socioculturales que inciden en la desnutrición crónica

BIBLIOGRAFÍA

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dística (INE)/Centros de Control y Prevención de Enfermedades (CDC), Guatemala.

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Estudio cualitativo con enfoque antropológico en familias rurales de Guatemala

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