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ACTO I
CUADRO II
(Interior del palacio del Inca Cusi Coyllur llora. Su madre Coya la consuela)
COYA: ¿Por qué lloras, hija mia, tú que eres imagen del mismo Sol? ¿Por qué se ha
eclipsado en tu rostro la felicidad? ¡No sabes cuánto me aflige tu infortunio . . . !
COYA: Contesta a mis preguntas ¿Has amado a Ollantay? ¡Has sido su compañera! Dime
¿Has elegido a ese hombre por esposo? Respóndeme sin temor, hija, y no llores.
CUSI COYLLUR: Desde ¡Cómo no he de llorar! Mi amado mi protector, aquel que cuidó mi
niñez, me ha olvidado . . . ¡Ay, madre mía! ¡Ay princesa!. . .
CUSI COYLLUR: Desde que lo perdí, la luna se vistió de luto y el sol se oscureció como si
estuviera cubierto de ceniza. Una nube tempestuosa anunció mi pesar y la estrella del amor se
fue apagando. Todos los elementos han perdido su belleza. El universo ha muerto . . . ¡Ay, madre
mía!, ¡Ay princesa!, ¡Ay amor!.
COYA: ¡Ah, pobre criatura! (temerosa). Enjuágate los ojos límpiate el rostro . . . Mira a tu
padre que llega . . . (Entra el Inca Pachacútec acompañado de su séquito. Al ver a su hija que se
pone en pie y va hacia él, se detiene y la acoge amoroso en sus brazos).
PACHACUTEC: Cusi Coyllur, corazón de mi corazón, flor de mis hijos, escogida entre todos,
ven, reclínate en mi pecho, descansa en mis brazos, amanece en mis ojos, brilla en mí como una
profunda lágrima dorada. En ti resplandece la inocencia. Cuando tus labios se entreabren, todo se
purifica con tu aliento. Sólo tu eres de tu padre y, mirándome tú, todo lo que es la vida y la muerte
viene a mí. De tus ojos nace la dicha perdurable ...
CUSI COYLLUR: (Cae sollozando a los pies de su padre): Oh, padre querido, postrada a tus
pies te adoro y te pido protección para que mi penas se ahuyenten.
PACHACUTEC: ¡Tú a mis pies! ¿Cómo es posible? Levántate y dime por qué sufres . . .
CUSI COYLLUR: Lloro como lloran las flores el rocío que el sol disipa con su presencia. De
igual manera, señor, tu compañia secará mis lágrimas.
PACHACUTEC: Para tí solo tengo ternura. Haré venir músicos para que te alegren sus
canciones (A un siervo). Di a los músicos que entren.
(Entran músicos que entonan una canción triste. Padre e hija escuchan silenciosos hasta
que ésta, conmovida interrumpe).
CUSI COYLLUR: ¡Oh, basta! ¡Basta! ¡Mis ojos se vuelven manantiales de llanto!
CUSI COYLLUR: Nada, padre mío, permíteme, señor, que me retire. Las labores del
gobierno te reclaman.
CUSI COYLLUR: No debo ahora distraerte con mis confidencias, señor. Los nobles vienen
hasta ti por tu consejo y es necesario que los escuches. (Sale antes de que él pueda reternerla).
PACHACUTEC:Oh, nobles, ha llegado el tiempo propicio para que el ejército salga con
dirección al Collasuyo, pues Chayanta está listo para caer sobre nosotros.
OLLANTAY: Pero ¿cómo se han de sostener esos cobardes? El cusco y sus montañas se
arrojarán sobre ellos. Ochenta mil soldados, atentos al sonido del huáncar y el pututo, los
aguardan. En cuanto a mí, tengo apercibidas las armas.
PACHACUTEC: Si tan débil se revela el enemigo, ¿por qué comportarse como si se tratara
de una feroz serpiente? No; primero lo atraeréis con dulzura, sin derramar inútil sangre, sin dar
muerte a nadie.
OLLANTAY: (Vacilante): Todo está dispuesto, señor, pero mi pecho tiembla atormentado
por una tenaz obsesión.
OLLANTAY: Sí, padre mío. Me has concedido esta maza y este escudo, y me has sacado de
mi condición de hombre común. Tú me has hecho general de los antis y me has dado el mando de
cincuenta mil guerreros. Me inclino a tus pies, señor, como siervo tuyo que soy, para pedirte en
mérito de todo lo que te ofrecido, me asciendas, más . . .
OLLANTAY: Señor . . .
OLLANTAY: ¡Quitame de una vez la vida si me la niegas que es como arrancarme los ojos
de la cara!.
PACHACUTEC: ¡No eres tú el que puedes elegir entre la vida y la muerte! ¡Sal de mi
presencia! ¡Sal! (Ollantay se retira, herido, mientras Pachacútec queda en silencio, majestuoso).
ACTO III
CUADRO II
(Sale Ima - Sumac y vuelve al instante con Cusi - Coyllur atada y dando muestra del
tormento padecido. Viene con la cabeza baja sobre la cual su larga cabellera cae. AtrasPitu- Salla y
Mama Ranra).
TUPAC YUPANQUI: (Adelantándose hacia Cusi Coyllur): ¿Quién es esta mujer? ¿Quién es el
cruel que la ha mandado a maniatar? ¿Es posible que un Inca haya dado así abrigo en su pecho a la
víbora del odio? (A Mama -Ranra) Acércate ¿Quién es esta mujer?
TUPAC YUPANQUI: Aparten a este puma sanguinario de mi vista. (Mama Ranra se retira
atemorizada. El Inca dirigiéndose a Cusi Coyllur) ¿Quién eres? ¿Cómo te llamas?.
CUSI COYLLUR: Ima - Súmac ¿quiénes son estos hombres? ¿Dónde estoy?
IMA SÚMAC: No temas, madre mía. Es el Inca, el generoso Yupanqui. Sal de tu sueño de
color y hablale.
OLLANTAY: (Amoroso al lado de Cusi Coyllur) ¿Cómo he podido perderte tanto tiempo? Desde hoy
volverás a ser mi compañera. Sin ti mi vida se agotaba en la soledad. ¿Qué fue de tu luz? ¿Que de
tu dulce aliento? ¿Qué de todo lo que te hizo la más preciada flor del imperio?.
CUSI -COYLLUR: Durante quince años, Ollantay mío, compartimos separados la amargura,
y ahora estaremos juntos otra vez hasta la muerte. (A Tupac Yupanqui) ¡Yupanqui reemplaza el
dolor por la dicha lo han reducido a cenizas! ¡Perdón por el daño que te hemos hecho!.
HUILLCA - UMA: (Alos servidores) ¡Que traigan nuevas vestiduras para nuestra princesa! (A
Ollantay): mira Ollantay, a tu mujer, y hónrala como tal, desde hoy. (A Cusi - Coyllur): Que el amor,
hermana Cusi - Coyllur, devuelva el color a tus mejillas y prolongue por largos años tu existencia.
OLLANTAY: Eres nuestro protector , Inca nuestro. Tu mano ha borrado la desgracia y nos
ha colmado de beneficios.
(A Ima - Súmac, que ha permanecido junto a su madre): ¡Ven a mi, estrella gloriosa,
esencia de estrellas! (La niña va hacia él y lo abraza. Luego de una pausa): ¡En esta nueva era
venturosa, la tristeza debe ser desterrada para que reine sólo el regocijo!
TELÓN