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El observador o descriptor
Es la voz que describe aquello que percibe.
En los cuentos, poemas, novelas, es decir, en la ficción, el descriptor no da
cuenta de algo que efectivamente está observando, sino que se ocupa de pintar
con palabras una imagen que construye en su mente. En las descripciones no
ficticias, quien describe da cuenta de aquello que percibe con sus sentidos.
Dentro de las descripciones encontramos algunas con una fuerte carga
subjetiva. En ellas se prioriza la comunicación de las propias impresiones, la
propia experiencia, las emociones que suscita aquello que se describe. En estas
descripciones hay una fuerte presencia de la función poética del lenguaje, que
se observa a través del uso de adjetivos valorativos, hipérboles, metáforas, etc.
En otras descripciones el foco está puesto en comunicar de manera imparcial,
neutral, objetiva, aquello que se observa, por lo que quien describe intenta no
dar cuenta de sus propias emociones o ideas, de ser lo más ajustado posible a
la realidad observada. En estas descripciones predomina la función inferencial
del lenguaje, es decir, sirve para comunicar la realidad. Su reconocimiento y
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aprendizaje implica la capacidad de los alumnos de comunicar hechos objetivos.
Ells utilizan un lenguaje claro, conciso e incluso técnico.
Lo que se describe
Son innumerables los elementos que pueden describirse: una piedra, una
multitud, una célula, un paisaje, una persona, un grupo de personas, una
ciudad. En algunas descripciones parece que el tiempo se hubiera congelado, y
se tratara de fotografías hechas con palabras: se trata de descripciones
estáticas. En ellas el texto se organiza exclusivamente por relaciones
espaciales: “más abajo”, “en la parte superior, “tres metros más arriba”.
También pueden describirse elementos en movimiento o procesos (una puesta
de sol sobre la ciudad, la descomposición de una manzana, el proceso de
producción de la leche en polvo, la curva que hizo la pelota de un gol): son
descripciones dinámicas. En ellas se tiene en cuenta el paso del tiempo (sean
segundos o años) para dar cuenta de cómo lo que se describe va cambiando y
por eso pueden aparecer verbos en pasado o expresiones como “al segundo”,
“después”, “en tercer lugar”.
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Estos textos son muy importantes en los ámbitos educativos, y se dan de modo
oral (la explicación del docente, la exposición de los alumnos cuando preparan
un tema) o escrito (por ejemplo, en los manuales de texto).
En general estos textos tienen una pregunta explícita (cuando aparece en el
texto) o implícita (cuando quien lee o escucha tiene que inferirla a partir del
texto).
Las exposiciones tienen como propósito primordial informar sobre un tema en
relación con un conocimiento. De allí que quien produce el texto no suele dar
cuenta de sus emociones, no usa la primera persona, y salvo excepciones utiliza
el tiempo presente porque el conocimiento que transmite se presenta como
válido independientemente de quien lo comunica y del momento en que se
comunica.
Para que quien lee o escucha comprenda la información, y no tenga dudas, se
utiliza un léxico que intenta ser claro y objetivo, y también se incluyen palabras
técnicas y no ambiguas.
Si bien los textos expositivo-explicativos pueden ser muy variados, en la
mayoría de los casos podemos identificar tres partes: la presentación (del tema
o del interrogante), el planteo o cuerpo de la exposición (en la que se pueden
incluir definiciones, ejemplos, comparaciones, clasificaciones, etc.) y la
conclusión (en la que se hace una síntesis o se reitera lo más relevante por
medio de reformulaciones).
En el planteo o cuerpo central de la exposición, y de acuerdo con el tema o con
los aspectos sobre el tema que interesa exponer, se utilizan diferentes recursos:
● preguntas
● descripciones
● definiciones
● ejemplos
● clasificaciones
● ilustraciones, dibujos
● gráficos, cuadros, esquemas
Como el productor del texto sabe más sobre el tema que quien lo lee o
escucha, muchas veces reformula, aclarando el significado de una palabra o
una frase, resumiendo algo que ya dijo, expandiendo las ideas.
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3. Textos administrativos
Los textos administrativos son los documentos a través de los cuales se realiza
la comunicación entre la administración pública y privada y los ciudadanos. El
lenguaje administrativo-jurídico se emplea para regular las relaciones entre los
ciudadanos y realizar tareas de servicio público que afectan al funcionamiento
de la sociedad en general. Algunos de estos textos (el contrato, los informes,
las solicitudes, entre los principales) son de uso habitual.
El informe
Un informe es una exposición de hechos o datos comprobables sobre una
persona, hecho o situación o sobre asuntos de la vida diaria. El informe se
caracteriza por su lenguaje claro, conciso y objetivo. En el caso que el autor
incluya valoraciones u opiniones personales, debe distinguirlas claramente de
los hechos objetivos.
Los informes contienen los siguientes elementos:
• Un título extenso y suficientemente informativo.
• Una introducción, en la que se especifica el objeto de estudio, así como
los objetivos y características de la investigación que se ha llevado a cabo.
• El cuerpo del informe, en el que se detallan ordenada y rigurosamente los
resultados de la investigación.
• Las conclusiones o recomendaciones del autor.
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normalmente, deberá tomar una decisión respecto al tema tratado en el texto.
Hay diferentes tipos de informe; normalmente se suele hablar de informes
técnicos, administrativos y académicos.
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Claves para leer y escribir textos
Recordemos que:
Una oración es una unidad de comunicación con sentido en sí misma, que
comienza con mayúscula y termina en un punto.
Un párrafo es una oración o conjunto de oraciones que desarrollan un único
subtema o aspecto en relación con el tema del texto. Comienza con sangría y
termina en punto y aparte.
Descripciones
Supongamos que estamos de campamento y observamos un paisaje que nos
ha llamado mucho la atención. Lamentablemente, no tenemos cámara
fotográfica, así que por la noche escribimos un correo electrónico en el que nos
interesa comunicar lo que vimos.
Claro está que para que la persona que reciba el correo pueda hacerse una
imagen mental del paisaje, tenemos que organizar lo que percibimos (lo que
vimos, los sonidos que escuchamos, si es que hubo un aroma o un olor
particular) a lo largo del texto y en un cierto orden. También es posible que el
descriptor vaya y venga por diferentes aspectos de aquello que describe, pero
será mucho más difícil comprenderlo.
En los textos descriptivos la información se organiza por subtemas (que son las
cosas que vamos a nombrar y describir dentro del conjunto) y sus relaciones (si
están delante, detrás, a la derecha, de otra).
Textos expositivos
Imaginemos que un alumno debe preparar un trabajo escrito de Geografía cuyo
título es “Los Andes del Sur”. Como cualquier tema de estudio, hay mucha
información que puede incluir en ese escrito, y es importante organizarla en
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distintos subtemas. En los textos expositivos también hay subtemas, pero no
son partes de una cosa, sino de un conocimiento que domina el expositor.
→ Veamos un ejemplo para el texto que el alumno tiene que escribir:
La división de los Andes (del Norte, centrales, del Sur): nos permitirá
introducirnos en el tema de manera general. El primer párrafo es de
introducción, permite que el lector se ubique en el tema.
Formación de los Andes del Sur: El segundo párrafo ya comienza a
desarrollar un aspecto específico.
Ríos más importantes: El tercer párrafo se relaciona con el anterior y
contribuye a ahondar en otro aspecto, relacionado con las formas de
vida, que aparecerán en el siguiente párrafo.
Flora y fauna: A partir de la información sobre los ríos, es posible
determinar la existencia de ciertas especies animales y vegetales.
El último párrafo puede servir como resumen o recapitulación de todo lo
anteriormente expuesto.
Informes
Más de una vez tendremos que escribir informes (en esta etapa académicos,
luego informes específicos de nuestra profesión de técnicos en medicina
nuclear). Ya sea que se trate del área de la salud o de cualquiera otra, los
informes siempre deberán contener los elementos mencionados anteriormente:
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Lo mejor es escribir párrafos breves, con no más de tres o cuatro oraciones,
para facilitar la comprensión y evitar incoherencias internas.
Debemos revisar el texto luego de la primera escritura, de modo de poder
chequear si cada párrafo trata un subtema, imaginando qué subtítulo tendría, si
todo el conjunto tiene coherencia. Y verificando que la ortografía y redacción
sean correctas.
i Material propio de la Cátedra Comunicación 2018 (incluye adaptaciones del cuadernillo del
curso de ingreso a las escuelas de educación media de la UBA; Área Lengua y Literatura
(Coord. Gioseffi, P.), marzo de 2013.