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Agricultura

A partir del 2200 tenemos toda una serie de cambios, con nuevos tipos de poblamientos, de
cerámicas, de patrones de asentamiento, de prácticas sociales destacando la aparición de un
nuevo modelo de enterramiento donde destacan los enterramientos debajo de las viviendas.
Por lo tanto, lo que conocemos como Edad del Bronce es todo un proceso de cambios que se
producen a partir del 2200 a.C.

Un aspecto de interés tiene que ver con que el inicio de las excavaciones en el siglo XIX por los
hermanos Siret. Estos descubren que el sur-este de la península se caracteriza por unas
comunidades para la prehistoria reciente con una gran complejidad social. Esto convierte el
sur-este en una de las zonas más investigadas de la península en este periodo. El modelo de
interpretación será el propio del periodo con corrientes difusionistas que hablaban de la
llegada de gentes de otros sitios. A partir de los 70 hay un cambio en la forma de interpretar
los cambios del bronce. Las corrientes difusionistas caen y comienzan a darse toda una serie de
nuevas interpretaciones para el cambio donde se habla de procesos internos que llevan al
cambio en el sur-este peninsular y no en otros lugares.

Uno de los grandes debates que surge tiene que ver con el desarrollo de determinadas
prácticas agrícolas basadas en la irrigación para paliar la aridez de esta región. Con el
desarrollo de estas prácticas agrarias novedosas de diferenciaron del resto de comunidades
peninsulares del periodo. Esta teoría ya no es difusionista y se focaliza en el desarrollo de
determinadas prácticas agrícolas que surgen como solución dentro de las propias
comunidades. Con la aparición de esta teoría, se focaliza el análisis en los años 70/80 en las
evidencias de regadíos. En la mayoría de los poblados existen de esta forma cisternas y
canalizaciones que pueden evidenciar esta teoría.

El problema que existía en este periodo de la investigación, es la falta de existencia de una


investigación profunda en lo referente a las prácticas agrícolas. En ese periodo se hablaba de
comunidades agrarias a raíz principalmente a raíz de la aparición de semillas en las
excavaciones. También se usaban métodos de análisis espacial para determinar la ubicación de
los yacimientos. Esta es la técnica de análisis “captación de recursos en el entorno” donde se
pone en relación la ubicación de un yacimiento con los recursos inmediatos y con las
posibilidades de captación. En este método hay que poner en primer lugar un límite en el área
de captación de recursos. Este límite se tiende a localizar como máximo en una hora de
distancia. Esta es la isócrona de una hora marcando también la de media hora y la de 15
minutos. Una vez marcadas las distancias de aprovechamiento se marcan los tipos de suelos
usables.

Usando este método para comparar la “captación de recursos en el entorno” de yacimientos


anteriores con la de los yacimientos del bronce se intento probar que los yacimientos del
bronce se trasladaron en zonas más propicias para el regadío.

Por otro lado también se analizaron la aparición de especies de fauna salvaje (ciervos, uro,
corzo, jabalí, gamo..).
Estas investigaciones respecto a la fauna y la agricultura generan el debate de los años 70/80.
A partir de aquí, ha existido un enorme desarrollo de la investigación donde hemos avanzado
en el conocimiento que tenemos respecto a la Edad del bronce y sus prácticas agrícolas.

En la actualidad en este sentido hay dos líneas de análisis.

1-Directa: restos carpológicos: análisis de este tipo de restos a partir de su recuperación en los
yacimientos.

2-Indirecta: relación entre los asentamientos y el potencial agrícola, herramientas y espacios


asociados etc. Se continúa con la línea de investigación de los años 80. Se sabe que cambia el
patrón de asentamiento del cobre al bronce a los cerros pero ahora sabemos también que
también hay yacimientos en llano. También se han analizado las herramientas de procesado de
los cereales.

También hay que tener en cuenta toda una serie de limitaciones como la falta de adscripción
contextual de las muestras e infra o sobre-representación dependiendo de la exposición al
fuego de una serie de semillas. Como las semillas necesitan carbonizarse hay algunas que han
sido más expuestas que otras al fuego por lo que la conservación es desigual.

Estudios de este tipo tenemos para todos los yacimientos del bronce del sur-este peninsular.
Sabemos a partir de las semillas que fue una agricultura cerealista donde destaca la cebada
como principal especie. La cebada es el principal cereal que se localiza en las comarcas
litorales y pre-litorales. En yacimientos como Fuente Álamo representa un 95% de las semillas
y en otros como el Argar 70%. Dentro de la cebada predomina la variedad vestida frente a la
desnuda. La vestida además es más resistente a parásitos y crece en suelos pobres por lo que
sería una especie adaptada a su cultivo en zonas áridas. El único problema extra es la
necesidad de descascarillado. Es destacable la escasa importancia de cereales como el trigo o
las leguminosas (hablas, lentejas, guisante) 5%.

En las comarcas del interior el trigo es la especie principal seguida de la cebada. Las comarcas
más internas son menos áridas por lo que esto pudo tener cierta influencia en el uso de la
cebada desnuda. Además aquí las leguminosas alcanzan el 30% de los restos identificados en
yacimientos como Las Eras de El Alcazar. Teniendo en cuenta que este yacimiento sufrió
incendio esto puede significar varias incógnitas. ¿la aparición de estas leguminosas puede
significar una muestra más lógica del consumo de semillas al aportarnos semillas que
habitualmente no se tostaban?¿puede ser un caso único?.

Respecto a las leguminosas se ha hablado también de que su uso esté relacionado también
con la estrategia de rotación de cultivos leguminosas-cereales.

De forma más marginal aparecen otras cosas como aceitunas, higos, uvas, avellanas, bellotas,
frambuesas etc. Finalmente otra cosa común es la presencia de semillas de lino para tejidos y
posiblemente aceites.

Una de las últimas líneas de investigación en estas épocas busca resolver el desarrollo de estos
cultivos en un modelo de regadío. Para ellos se han medido los isotopos de carbono en las
semillas. Permite medir las condiciones de humedad durante el crecimiento. Podemos
comprar los valores isotópicos de una especie en regadío y secano en la actualidad y después
aplicarlo a los valores isotópicos arqueológicos. Se documentan índices inferiores que los
actuales de regadío y superiores a los de secano actuales. Esto se ha interpretado como que
realmente en el caso de época argarica se daría una agricultura de secano pero en un régimen
de precipitaciones superior al actual. No sería regadío pero tampoco secano como el actual. En
el caso de las leguminosas los índices apoyarían una agricultura de regadío.

Esto ha llevado a plantear en la actualidad que la agricultura seria extensiva de secano basada
en el cultivo de cereales, especialmente de la cebada, una especie bien adaptada a
temperaturas extremas y suelos de baja fertilidad. Junto a esta práctica una horticultura
basada en la explotación de parcelas de alta capacidad hídrica cercanas a los ríos o en zonas de
inundación que no requerirían de complejos sistemas de riego.

Condiciones Medioambientales

En los años 70-80 se centraron en la presencia de determinadas especies de fauna salvaje


(gamo, ciervo, jabalí, corzo etc.). Muchas de estas especies no tienen un hábitat concreto por
lo que es difícil plantear las condiciones medioambientales.

En los últimos años esto ha cambiado. Por un lado la aparición de la arqueobotanica, que se ha
centrado en el estudio de los carbones y pólenes y estudios geomorfológicos, sedimentarios e
hidrológicos. Se han analizado dos aspectos diferentes como las condiciones climáticas y sus
dinámicas de cambio.

Estudios paleobotánicos. A partir de los estudios paleobotánicos (palinología y antracología).


Uso del Carbono 14. El carbono 14 es un átomo que se crea en la atmosfera y pasa por la
fotosientesis a ser parte de las plantas y a partir de la cadena alimenticia se introduce en
nuestro cuerpo. Al morir se desintegra.

Artículo: 1 y 6. 1 Araus y 6 Garcia.

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