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“Ser creativo es, por lo tanto, ver nuevas posibilidades en lo que percibimos; o saber
identificar problemas u oportunidades para resolverlos de modo que encontremos una utilidad
operativa o simplemente estética”, afirma Loreto Martorell, consultora-formadora del Área de
Habilidades Directivas de ESIC. Para ayudarnos a entenderlo, establece una analogía entre el
proceso creativo y un procedimiento industrial. Lo llama la Fábrica Creativa y lo ilustra así:
Como ocurre con cualquier procedimiento industrial, cuanto mejor es la materia prima y más
cuidado se pone en su procesado, mayor es la calidad del producto terminado. En este caso,
la actividad creativa está condicionada en buena parte por la información disponible en
el Almacén -la memoria del individuo-, donde se atesora el conocimiento: vivencias,
percepciones y creencias. En resumen, la experiencia acumulada es la guía fundamental para
tomar las decisiones más acertadas cuando llega el momento.
Las habilidades cognitivas, recuerda Martorell, varían de una persona a otra, pero está en
nuestra mano entrenarlas para sacarles el máximo partido. Por supuesto, le hemos
preguntado qué podemos mejorar del pensamiento creativo. Toma nota de sus
recomendaciones:
Si has llegado hasta aquí, ahora tu Almacén dispone de un poquito más de información útil.
¿No te parece que es el momento de desterrar para siempre los “aquí siempre se ha hecho
así”? Venga, prepárate a mover el engranaje de tu Fábrica Creativa. Pon en funcionamiento
toda esa maquinaria perfectamente engrasada y disponte a reinventar el mundo.