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El cuerpo humano ha evolucionado para ser físicamente activo, pues necesita actividad física
para mantenerse sano. A lo largo de la historia, la supervivencia de la especie humana ha
dependido de la caza o de la recolección de alimentos, ocupaciones que exigían una actividad
física prolongada e intensa, pero la mecanización y la tecnología moderna desarrolladas en
las últimas décadas han hecho que el género humano sea menos activo físicamente y lo
estamos pagando con nuestra salud.
La actividad física regular está asociada a una vida más saludable y más larga, sin embargo,
la mayoría de las personas adultas, niños, niñas y adolescentes no desarrolla una actividad
física suficiente como para lograr beneficios sanitarios.
La inactividad física está reconocida como uno de los principales factores de riesgo de las
enfermedades crónicas y constituye entre el segundo y el sexto factor de riesgo más
importante en relación con la carga de la enfermedad en la población; su prevalencia es más
elevada que la de todos los demás factores de riesgo modificables, debido a que es un
importante factor coadyuvante en el incremento de los niveles de obesidad y de otros
trastornos médicos graves que se observan en niños, niñas y adolescentes.
Entre sus acciones biológicas beneficiosas contribuye a regular los sistemas cardiovascular
y respiratorio, la presión arterial, a mantener o incrementar la densidad ósea, ayuda a
controlar el porcentaje de grasa corporal y evita el sobrepeso y así como mejora la resistencia
a la insulina; entre otros beneficios psicológicos contribuye a la reducción del estrés y la
ansiedad, mejora la autoestima, las relaciones sociales y la memoria.
Dormir mal puede afectarnos en la relación con nuestros familiares y amigos, en nuestros
resultados académicos, en nuestra actividad deportiva; debido a que el cerebro que necesita
dormir lo hará, aunque no te lo esperes.
Los adolescentes necesitan hasta 9 horas y cuarto de sueño cada noche para funcionar bien,
para algunos es suficiente con 8 horas y media. La mayoría no duerme lo necesario, un
estudio reveló que sólo el 15% de la población consultada refería dormir 8 horas y media en
días laborables.
Frente a esto el no dormir lo suficiente o tener problemas con el sueño puede limitar la
capacidad de aprendizaje, escucha, concentración y tu capacidad para resolver problemas;
incluso olvidar información importante como nombres, números, tareas o una cita con
alguien especial, hacerte más propenso a los granos, además favorece conductas agresivas e
inapropiadas como enfrentamientos con tus compañeros y tensiones con tus profesores y
familiares.
REFERENCIA: Cinteco. El sueño en adolescentes. [Internet]. [Consultado el 30 de octubre
de 2019]. Disponible en: https://www.cinteco.com/guia-del-sueno-para-el-adolescente/
Los ciclos de sueño-vigilia de la infancia cambian en forma marcada por los estímulos
fisiológicos de la pubertad, en los adolescentes se produce un retraso de aproximadamente
dos horas en el inicio del sueño nocturno y la hora del despertar. Este cambio es un resultado
de las influencias hormonales puberales sobre la secreción de melatonina y los mecanismos
reguladores del ciclo sueño-vigilia y está más asociado al estadio Tanner de desarrollo de
características sexuales secundarias que a la edad cronológica.
Por otra parte la presión social hace que el adolescente que quiere ser incluido y aceptado
dentro de un grupo sacrifique horas de sueño con miras a poder ser parte de todas las
actividades en las que participan sus pares; además la necesidad de afianzar su identidad y
consolidar su imagen, de ser aceptado dentro de un grupo, de adquirir autonomía y de
participar en los eventos sociales (conciertos, fiestas, presentaciones, citas, entre otros) hace
que sus horarios de sueño se desplacen cada vez hacia horas más tardías.
El amor romántico definido como un estado afectivo de enorme importancia que está dirigido
a una única persona y que involucra componentes eróticos, cognitivos, emocionales, así como
comportamentales, se presenta durante la adolescencia como un elemento importante en el
desarrollo del establecimiento de relaciones sociales y psicosexuales.