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Escuela profesional de facultad de ciencias contables,

económicas y financieras

Alumna:
López Chávez Esther.

Asignatura:
Crecimiento Económico.

Docente:
Julio Blas Sánchez.

Tema:
Crecimiento Económico de China.

PIMENTEL, PERÚ – 6 DE OCTUBRE DEL 2019


CRECIMIENTO ECONÓMICO DE CHINA
China la segunda mayor potencia del planeta, cuya evolución de su economía ha sufrido una serie
de transformaciones a lo largo de la Historia desde los primeros contactos con Europa hace dos
milenios hasta el vertiginoso crecimiento del último medio siglo. Un largo recorrido que sólo en las
últimas décadas ha cambiado una sociedad principalmente rural en un gigante tecnológico y
productivo que ya empieza a poner en jaque la hegemonía de EEUU. Desde 1980 y hasta la
actualidad, China es el país con el mayor crecimiento económico del mundo con un aumento del
10% anual de promedio.

LA REFORMA ECONOMIA CHINA DE 1978


La reforma china del 78 viene precedida de un periodo económico convulso y socialmente doloroso.
Sin embargo, centrándonos en los números, el periodo 1950-78 había permitido acumular más
factores productivos como trabajo y capital, pese al doble embargo soviético-estadounidense. Con
estas bases, Deng Xiaoping relajó notablemente los controles sobre el sector agrícola, permitiendo
así la emergencia de industrias a pequeña escala. Junto con la devaluación del yuan, China
consiguió establecer un modelo económico de inversión, ahorro y exportaciones baratas que todavía
dura hasta nuestros días. Un modelo que, dicho sea de paso, también está amortizado tal y como
demuestra la presente crisis financiera iniciada en el año 2008. Cinco son las reformas que, según el
Banco Mundial, posibilitaron una convergencia significativa de China con las principales potencias
occidentales:

 Liberalización y promoción de empresas privadas en sectores considerados no estratégicos,


atendiendo gradualmente al dictado del mercado.
 Armonización del crecimiento, inflación y estabilidad social. Entre los años 1985 y 1990, la
inflación anual en China ha estado siempre con el 10% (mientras que su PIB real apenas
llegaba al 4%). Las protestas estudiantiles deben contextualizarse también en el peor escenario
macroeconómico vivido por China durante dicho periodo (bajo crecimiento, elevada inflación e
inestabilidad social). PIB, IPC y empleo condicionan sustancialmente, todavía hoy, las políticas
económicas en China.
 Incentivos a la competencia entre todas las regiones del país.
 Eliminación de barreras dentro del mercado nacional
 Integración en la economía mundial, poniendo punto final a un historial económico marcado por
el aislamiento permanente. China es miembro de la Organización Mundial del Comercio (WTO,
por sus siglas en inglés) desde 2001. Desde entonces, el volumen de su comercio exterior se
ha multiplicado por cinco. Sin embargo, sigue sin ser considerada una economía de libre
mercado y acumula casi veinte denuncias por dumping comercial.
En tan solo tres décadas, China ha construido la segunda red de autopistas más extensa del
planeta. Los seis bancos principales del país lideran el ranking mundial por capitalización bursátil.
Los principales efectos macroeconómicos que la reforma del 78 tuvo sobre China:

 El PIB se ha multiplicado por 130 entre 1978 y 2011. Ningún país del mundo ha logrado
crecer tanto en este periodo de tiempo, una media anual cercana al 10%.
 El PIB p/c lo ha hecho por 92.
 Han aumentado las desigualdades sociales, fundamentalmente entre el campo y la ciudad.
El ratio oficial del mundo urbano y rural es hoy de los más elevados a nivel internacional.
 La pobreza se ha reducido del 97,8% al 36,3% entre 1981 y 2005. Los datos del mundo para
esos años son 69,9% y 47,3% respectivamente.
 China se ha convertido en la segunda economía del mundo. Es también líder absoluto en
exportaciones, industria manufacturera y el primer tenedor de divisa extranjera (además de
bonos del tesoro americano).

CRECIMIENTO ECONÓMICO SOSTENIDO DURANTE 40 AÑOS


La desnacionalización de servicios del 78, unida al fin de la Guerra Fría y el auge del comercio
internacional permitieron al país comenzar a registrar ese rápido crecimiento que Mao no había
logrado obtener, a pesar de que su economía planificada había aumentado significativamente la
formación de los perfiles técnicos que empezaron a sustentar al país durante los 80. La política
aperturista, asimismo, disparó el mercado en el exterior, especialmente en el ámbito de las
exportaciones.
Por su parte, el consumo que hasta entonces se había regulado y restringido empezó a dinamizar la
economía interna del país, logrando activar un sector privado que en 2005 representaba el 70% del
PIB. En este sentido, la producción china que ha poblado de artículos “Made in China” las
estanterías de los centro comerciales de todo el mundo desde hace cuatro décadas, comenzó a ser
accesible para la población local. Es más, la caída del bloque comunista y la escisión en nuevos
Estados que abrazaron inmediatamente el capitalismo, aceleraron durante los 90 la transformación
política del país, consciente de que la única manera de crear una economía fuerte era el comercio
exterior y la inversión extranjera.
Con una población que en la actualidad ronda los 1.370 millones de habitantes, China se ha
transformado desde 1978 en una sociedad menos dependiente de la agricultura, capaz de estar a la
vanguardia en sectores clave como el financiero o el tecnológico. Una expansión económica que
sólo durante los 90 tuvo ciertas barreras en el exterior, levantadas tras las sanciones de la
comunidad internacional por la masacre de Tiananmén de 1989. Sin embargo, aunque en el seno
del partido existía una profunda división entre los partidarios de las reformas iniciadas por Xiaoping y
quienes apostaban por retornar al modelo comunista más estricto, precisamente el fin de la Guerra
Fría terminó por consolidar la nueva dirección.
La economía seguía creciendo a un ritmo insospechado y, desde que China entró a formar parte de
la Organización Mundial del Comercio (OMC) en el año 2001, “las barreras arancelarias, cuotas a la
importación o sectores cerrados a la inversión han ido relajándose progresivamente”, tal y como
recuerda el Instituto Español de Comercio Exterior (ICEX) en su último informe sobre la economía
del país asiático. Un crecimiento que se ha ido decelerando en los últimos años, pero que continúa
siendo el mayor de las grandes potencias: en 2016, el PIB de la economía china alcanzó los 11,1
billones de dólares, lo que supone un crecimiento anual del 6,7%.

LA ECONOMIA CHINA DE HOY Y EL FUTURO


Según los datos que maneja la ONU, la renta per cápita de China no supera los 7.600 dólares
anuales, una cifra que la sitúa en el puesto 83 de la lista y que evidencia la pobreza en ciertos
lugares del país, especialmente en el ámbito rural. Ni siquiera la llegada en 2013 de Xi Jinping a la
presidencia ha logrado acabar con las desigualdades del país: su apuesta por fortalecer el comercio
interior e implementar nuevas políticas socialistas no han terminado de hacer efecto y, de hecho,
han repercutido más en el comercio exterior, con una bajada del 6,7% en 2016 respecto al año
anterior, según el ICEX.
De cualquier modo, China sigue siendo el mayor exportador e importador del globo y desde Pekín se
apuesta por revertir la tendencia de los últimos 40 años para pasar a ser un país inversor en el
extranjero: en los últimos 10 años, las arcas chinas han desembarcado en sectores como el turismo,
el inmobiliario, las energías renovables o el deporte, donde se ha convertido en el principal inversor,
junto a los petrodólares de las potencias de Oriente Medio, tanto adquiriendo participación en clubes
como los derechos de retransmisión de los eventos.
En suma, La República Popular China mantiene su línea de producción a gran escala, su capacidad
de comercio global, a las que se suma su reciente interés en invertir en el extranjero. Una relación
con el exterior que podría tener como actor principal a alguien completamente insospechado hasta
ahora: Gran Bretaña. A raíz del Brexit, uno de los potenciales aliados de la economía británica
podría ser China, con la que se espera que fortalezca relaciones tras su salida de la Unión Europea.
Por último, aunque la moneda China continúa siendo firme -a pesar de las periódicas depreciaciones
llevadas a cabo por el gobierno para controlar la inflación-, el gran reto para este 2018 es acabar con
la amenaza de las criptomonedas, especialmente el bitcoin: desde el Banco Popular de China ya se
ha alertado de los riesgos de una moneda sin control gubernamental y no se descarta que el gran
enemigo de China sean los llamados ‘mineros’ del bitcoin.

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