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Título: Indígenas mestizos.

Raza y cultura en el Cusco

Autor: Marisol de la Cadena

Editores: IEP Ediciones, Año 2004.

Reseña:

El presente libro titulado Indígenas Mestizos Raza y Cultura en el Cusco, explica como la
raza construye la dinámica social peruana tomando como muestra la ciudad del Cusco
donde existe discriminación social y se explica, dichas prácticas no como racistas por
qué no se refieren a diferencias fenotípicas sino sociales y culturales. Haciendo
referencia siempre a otro subalterno dentro de la misma ciudad del Cusco.

Marisol de la Cadena dentro de su libro analiza la construcción de identidad entorno a


la definición de “raza”, este análisis se bifurca entre los que ostentan el poder intelectual
y los que no. En ambos casos la construcción de la identidad racial se construye entorno
al pasado Inca y al desprendimiento de la “indianidad”. La construcción de dicha
identidad se observa de distintas manera dentro de la lectura del libro, la autora nos
explica como las personas “sin poder” del Cusco asimilan dichas categorías y como
reproducen su pertenencia a las mismas. Bajo conceptos importantes como los de
cultura, clase y género, que se superponen a las categorías raciales existentes.

Estos conceptos, sirvieron para entender como la cuestión de la raza en Cusco ha tenido
matices no solo a nivel cultural y social, sino también político. Y esto ha ido cambiando
en beneficio de alguna categoría o de algún género en específico.

Si bien la construcción de raza en el Cusco tiene orígenes coloniales, para la autora, esta
premisa se ha transformado a lo largo de la historia de nuestro país. El concepto de raza
ya no hacía alusión al color de la piel y la discriminación como plantea la autora ya no
iba por esa vía. Sino las prácticas discriminatorias iban por la indiscutible superioridad
de moral e intelectual de un grupo de peruanos sobre el resto. (De la Cadena 2004, 21).

La “gente decente” en el Cusco era la clásica representación de lo antes descrito no


eran indios ni mestizos, pero se situaban como superiores por el nivel intelectual y moral
que ostentaban dentro de la ciudad. Los mestizos e indios eran diferentes de la gente
decente, debido a su ignorancia y promiscuidad sexual
El problema sobre el estatus del indio luego de la colonia, se hacía presente desde las
primero años de la república y se ha mantenido presente durante la formación del
Estado peruano. Para la elite costeña el indio era sinónimo de atraso debido sobre todo
relación que había entre altitud geográfica y el estatus social de sus habitantes (De la
Cadena 2004, 18). Es decir para el poder central residente en Lima, las ciudades de
provincia en términos de capacidades políticas e intelectuales eran inferiores a la capital
de nuestro país.

La desindianización como proceso significa despojarse de los objetos que evidencian la


condición social de indio, es decir desindianizarse significa progresar, es por eso que los
cusqueños indígenas de la clase trabajadora emplean el término mestizo para identificar
a la gente alfabetizada y económicamente exitosa. (De la Cadena, 2004,47). El mestizo
no era aquel individuo que como anuncia Vargas Llosa debía someterse a un proceso
de aculturación para integrarse a la sociedad peruana, sino era aquella persona que sin
renunciar a su cultura, ostentaba un nivel superior al cusqueño “plebeyo”. En
contraposición el indio era representado como campesino. Es decir la desindianizacion
no es un ocultamiento de la cultura indígena sino es la adquisición de las marcas de
respeto (De la Cadena, 2004, 249), esto ayuda a los ahora mestizos a dejar la categoría
de indio no solo como símbolos personal sino también como una forma de distinción
ante los demás.

En términos políticos el problema de la raza para Marisol de la Cadena se reflejaba en el


enfrentamiento entre indigenistas y neoindianistas, representados por Valcárcel y
García (De la Cadena, 2004, 220). Valcárcel representaba aquella visión de lo indígena
como inmutable - puro que no debería cambiar, en cambio García era todo lo contario.
Pero dicho enfrentamiento no solo vinculaba el tema de la raza indígena sino también
el tema de la clase social, aparece y se fortalece la categoría de cholo como el arquetipo
de esta nueva corriente neoindianista que rechazaba lo blanco en términos culturales.
(De la Cadena, 2004,169). Así como también aparece la figura de la chola como categoría
logrando de esa forma eliminar la carga subjetiva sexual del cual eran presas cuando
eran consideradas indias o mestizas por la clase intelectual.

Cuando la autora nos habla del género como concepto base de la raza hacemos
referencia a las características físicas y subjetivas que se le adscriben a determinadas
categorías raciales. Como en el caso de la promiscuidad en las mujeres indias solo
cuando abandonen su ambiente natural y cultural, y mientras no lo hagan se
manifestaba el rechazo a lo foráneo para mantener “la pureza de la raza india”. (De la
Cadena, 2004, 42).

Pero también observamos dentro del libro una contraposición entre dos categorías que
se usaron para definir la raza el género y la clase. Las mujeres de los mercados
representaron esa clase que se apropiaba de una categoría como la de mestizo, para
validar sus actividades económicas laborales. Dicha categoría enfatizaba una nueva idea
para su identidad la del respeto. Que no se refería a una conducta sexual “correcta”,
sino que implica una lucha por el logro de cierto éxito económico y educativo. (De la
Cadena, 2004, 58).

Para al igual que con las demás taxonomías raciales esta categoría de mestiza era
ostentada por la mujeres que trabajan en los mercado se superpone a las categorías de
indios debido principalmente a la ubicación de sus actividades: la ciudad o el campo,
así como del éxito que cada persona tenga. (De la Cadena, 2004, 203).

Esta premisa se observa con mejor detalle dentro de la festividad del Corpus Christi, que
es donde las personas tanto varones o mujeres, ostentan su capacidad adquisitiva a
cambio del respeto por sus pares trabajadores y demás miembros de la ciudad. Caso
contrario ocurre con la población forana que viene de las altura o fuera de la ciudad,
quienes son apartados de los cargos más prestigiosos, debido a que ellos mantienen
todavía la categoría de indio.( De la Cadena, 2004, 287).

Es esta premisa es la que todavía se mantiene vigente como categoría de discriminación


la indianidad como taxonomía racial, se vincula con el nivel educativo y el lugar de
procedencia. De esta manera los aspectos antes mencionados son importantes como
marcadores de identidad y son considerados también marcadores de riqueza. (De la
Cadena 288)

Desde el punto de vista de un análisis antropológico el libro de Marisol de la Cadena


representa un esfuerzo, para entender la retórica de la raza como discurso en el Cusco.
En el libro se observa como la autora desmenuza esta concepción de raza que se maneja
en nuestro país, partiendo desde las distintas corrientes de pensamiento que
influenciaron en la construcción del concepto de raza en el Cusco.

De esta manera apreciamos como el debate sobre raza en el Cusco no solo atañe al nivel
social , sino también se circunscribe en el nivel político , educativo , cultural y aborda en
gran medida el género e identidad. De esta manera las taxonomías raciales no solo se
adscriben a los campos antes mencionados sino también a la ubicación geográfica y la
residencia para las actividades.

De esta manera el problema de la identidad racial de lo indígena y no indígena aparece


retratado durante todo el libro. Logrando que el lector aprecie como se construye este
concepto de raza desde distintos puntos, no solo de la mano de los actores sino también
de los espacios y del tiempo. Por este motivo en el libro cuando se habla de “racismo”
se hace referencia a la diferenciación entre dos o más personas donde una tenga una
categoría social diferente de la otra. Dicha categoría no necesita ser compartida por
ambas partes, solo basta con que una reconozca la diferencia a nivel social, cultural o
económico, para que reproduzca un discurso de discriminación frente al otro distinto.

La aceptación de las jerarquías producidas por la educación marca la discriminación


entre las formas dominantes y subordinadas. (De la Cadena, 2004, 346).

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