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TRES POETAS

F ILOSOFOS
BIBLIOTECA FILO SÓFICA GEORGE SANT1\YANA
PUBLICADA BAJO LA DIRECCIÓN DE
[ ]
FRANCISCO ROMERO

TRES POETAS
FILOSOFOS
LUCRECIO, DANTE, GOETHE

EDil'ORIAL LOSADA, S. A.
BUENOS AIRES
Traducción del inglés por
José Ferrater Mora
Queda hecho el de pósito que
previene la le y n• 11.723
Copyright by Editor i al Losada, S, A.
Buenos Aires, 194}

PREFACIO

Este volumen contiene, con algunas adiciones, seis confe­


rencias dadas en la Universidad de Columbia durante el
mes de febrero de 19 1 O y repetidas en abril del mismo año
en la Universidad de Wisconsin. Estas conferencias se ba­
san, a su vez, en un curso desarrollado en Harvard. Aun­
que nacido bajo tan eruditos auspicios, mi libro no tiene
grandes pretensiones científicas. En é{ se encuentran las im­
presiones de un aficionado, las apreciaciones de un lector
corriente sobre tres grandes poetas, dos de los cuales, por
lo menos, pueden ser objeto de estudio incansable durante
toda la vida de un hombre, y poseen actualmente arndemias,
bibliotecas y cátedras universitarias especialmente consagra­
das a su memoria. No soy un especialista en el estudio de
Lucrecio; no soy un investigador de Dante ni de Goethe.
No puedo aportar hechos ni proponer hipótesis acerca de
estos tres hombres que no se encuentren a disposición de
PRINTED IN ARGENTINA todo el mundo en sus obras más conocidas o en sus ·más
célebres y autorizados comentaristas. Me he atrevído a escri­
Acabóse de i ir
impr m el 15 de En ero de 1943
bir sobre ellos por la misma humana razón· que mueve <I
Impre nta Lóp ez Pe rú 666 Buen os Aires
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todo joven poeta a escribir sobre la primavera. Me han cau­
tivado; me han incitado a reflexionar; me han revelado
ciertos aspectos de las cosas y del pensamiento que estoy dis­
puesto a expresar con toda sinceridad si alguien tiene la
buena voluntad de escuch'arme. Lo que puedo ofrecer al be­
névolo lector no es, por consiguiente, una investigación eru­
dita. Es simplemente un fragmento de crítica literaria, junto INTRODUCCIÓN
con una primera amplia lección sobre la historia de la filo­
sofía y acaso también wbre la filosofía misma.
G. S.

Harvard College, junio de 1910.

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I

INTRODUCCIÓN

La única ventaja que nos procura el disponer de grandes


obras literarias consiste en la ayuda que nos prestan para
nuestro desenvolvimiento personal. Por sí mismas, en cuan­
to hazañas realizadas por sus autores, no hubieran perdido
nada de su verdad o de su grandeza si hubiesen desaparecido
antes de nuestra instalación en la vida. Nada podemos su­
primir o añadir a su pasado valor o a su dignidad propia.
Sólo ellas, en cuanto representan un alimento apropiado y
no un veneno, pueden agregar algo al actual valor y digni­
dad de nuestro espíritu. Los clásicos extranjeros tienen que
volverse a traducir e interpretar para cada nueva generación,
con el fin de devolverles su antigua naturalidad y mantener
viva y apta para su asimilación su humanidad perenne. Los
mismos clásicos vernáculos tienen que volver a ser compren­
didos por cada lector. únicamente esta continua asimilación
de lo qu<:: el pasado proporciona puede hacer de éste algo
vivo para el presente y para el futuro. La crítica viva, la
auténtica y legítima apreciación de lo que se ha realizado,
es el interés que nos devenga todos los años el irrecuperable
capital del genio humano.
Desde este punto de vista, como sustancias que han de
ser asimiladas, las obras poéticas de Lucrecio, Dante y Goe-

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the ( aunque de este último me referiré sólo al Fausto) nos una aspiración a la libertad y al sosiego y paz del espíritu.
proporcionan un variado banquete. Por su doctrina y genio Como nos es permitido contemplar una sola vez el mara­
pueden parecer demasiado dispares para que pueda tener villoso espectáculo que se repetirá eternamente, debemos
lugar una combinación de su sabiduría. Algunos de los que mirar y admirar para morir mañana. Debemos comer, beber
conocen y estiman uno de estos poetas pueden dudar acaso y estar contentos, pero con moderación y habilidad, a me­
de la posibilidad de aprender algo verdaderamente vital de n�s que no queramos morir miserablemente y morir hoy
los otros dos. Yo intento hablar de ellos como un discípulo mismo.
--espero que como un discípulo que posee cierto discerni­ Se trata de un sistema completo de filosofía: el materia­
miento-. Me atrevo a sostener que es compatible aquello lismo en la ciencia natural, el humanismo en la ética. Tal
que los hace grandes; que, sin necesidad de vaguedades o fué la sustancia de toda la filosofía griega anterior a Só­
dobleces con respecto al propio criterio, puede admirarse crates, de aquella filosofía que era verdaderamente helénica
sucesivamente con entusiasmo la poesía de cada uno de ellos, y correspondía al movimiento que produjo las costumbres
y que, finalmente, puede aceptarse la filosofía esencial, la griegas, el poder griego, el arte griego -un movimiento
intuición positiva de todos ellos sin necesidad de establecer que tendía a la simplicidad,. a la autonomía y a la modera­
una definición del propio pensamiento. ción en todas las cosas, desde gl modo de vestir hasta la reli­
En realidad, la diversidad de los tres poetas se convierte gión. Tal es también la sustancia de lo que puede llamarse
-si se me permite emplear la dialéctica hegeliana- en una la filosofía del Renacimiento, la refirmación de la ciencia
unidad de orden superior. Cada uno de ellos es típico de y la libertad en el mundo moderno realizada por Bacon,
una época. En conjunto constituyen el resumen de toda la por Spínoza, por toda la corriente contemporánea que esti­
filosofía europea. Lucrecio adopta el más radical de todos ma la ciencia por su examen de los hechos y que concibe
los sistemas cosmológicos bosquejados por el genio de la como su ideal la felicídad del hombre sobre la tierra. Este
antigua Grecia. Considera el universo como un gran edifi­ sistema es llamado naturalismo. Es el sistema de Lucrecio,
cio, como una gran máquina cuyas partes se hallan todas su poeta sin igual.
en acción recíproca, originándose unas de otras de acuerdo Retrocedamos mil años o aún más y un espectáculo
con un profundo proceso general de la vida. Su poema des­ completamente distinto del actual se ofrecerá a nuestra mi­
cribe la naturaleza, esto es, el nacimiento y composición de rada. Todos los espíritus, todas las instituciones se hallan
todas las cosas. Muestra que todas están compuestas de ele­ dominados por una religión que concibe al alma como un
mentos, y que estos elementos, que supone son átomos en peregrino en la tierra. El mundo ha caído en el pecado y
perpetuo mov1m1ento, experimentan una redistribución está sometido al diablo. El dolor y la pobreza son estima­
constante, de tal suerte que perecen cosas viejas y surgen dos como algo normal. La felicidad es imposible en este
otras nuevas. En el seno de esta concepción del universo mundo y se espera sólo en la vida futura siempre que no
inserta una concepción de la vida humana como una cosa nos hayan hecho prisioneros las celadas y los placeres de
sometida a las mismas condiciones que rigen para todas las esta vida. Entretanto, una especie de escalera de· Jacob se
demás. Su materialismo queda complementado mediante halla tendida desde la piedra sobre la cual el caminante

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apoya su cabeza y el cielo anhelado. Los �ngel es que ve
_ que ello sea algo difícil de comprender para el no iniciado:
subir y bajar constantemente son hermosas h1stonas, mara­
su voluntad es la creadora de todos esos objetos con los
villosas teorías, ritos consoladores. Por medio de ellos par­
cuales a veces se divierte, a veces se distrae·, pero nunca se
ticipa, inclusive en la tierra, de lo que será su existencia en
amansa. Su voluntad extrae de la nada todas las oportuni­
el cielo. El peregrino comprende en parte su destino; su
dades y todos los peligros únicamente para satisfacer su ape­
propia historia y la del mundo se transfiguran ante él y,
tencia de acción. En esta función ideal radica toda su reali­
sin dejar de ser tristes, llegan a ser hermosas. En el curso
dad. Una vez alcanzada, pasa a otra cosa. Como los epi­
de sus rezos y plegarias lkga al arrobamiento de una con­
sodios de un sueño transcurrido, sonríe a ellos y los olvida.
formidad perfecta con la voluntad de Dios y de la unión
El espíritu que los imaginó para luego rechazarlos perma­
con Él. Todo esto es el sobrenaturalismo, un sistema repre­
nece fuerte e impoluto; ansía nuevas conquistas sobre nue­
sentado principalmente en la cristiandad por la Iglesia cató­
vas ficciones. Eso es el romanticismo, una actitud frecuente
lica, pero adoptado también por los últimos paganos y muy en la poesía inglesa y característica de la filosofía alemana.
extendido en Asia desde la más remota antigüedad hasta
Fué adoptada por Emerson y pareció acordar con el espíritu
nuestros días. Por poco que el temperamento actual de Eu­
americano, por cuanto expresaba la confianza en sí misma
ropa y de América se incline a adoptar este punto de vista,
de una juventud plasmadora del mundo y la fe mística en
es posible siempre para el individuo o para la raza volver
la voluntad y en la acción. El más grande monumento e-rí­
a él. El bontanar de semejante actitud se halla en la soledad gido a este romanticismo es el Fausto de Goethe.
del espíritu y en la disparidad o en la oposición entre lo
¿Es casual que la más adecuada y probablemente la más
aue el espíritu se siente capaz de hacer y lo que se· ve con­
perdurable exposición de estas tres escuelas filosóficas haya
denado a realizar baldía e inútilmente en este· mundo. El
sido realizada en cada caso por un poeta? ¿ Buscan los poe­
poeta sin par de este sobrenaturalísmo es Dante.
tas, en el fondo, una filosofía? ¿O � la filosofía, en última
Retrocedamos ahora unos quinientos años y cambiará
instancia, sólo poesía? Vamos a examinar este problema.
nuevamente el escenario. Las razas teutónicas que habían Si concebimos la filosofía como una investigación de la
conquistado a Europa comenzaron a dominarse y a co1:1-
verdad o corno un razonamiento sobre supuestas verdades
prenderse a sí mismas. Se hicieron protestantes, es decir,
descubiertas, no hay en la filosofía nada afín a la poesía.
protestaron contra el mundo romano. Una infinita fuente No hay ningún elemento poético en las obras de Epicuro,
de vida parece brotar de su seno. Sucesivamente se vuelven
de Santo Tomás de Aquino o de Kant. Son árboles sin
hacía la Biblia, hacia la ciencia, hacia el patriotismo, hacia hojas. Aun en Lucrecio y en Dante encontramos pasajes en
la industria; piden nuevos objetos para amar y mundos los que no hay nada poético excepto el metro o algún ador­
nuevos para conquistar, pero poseen demasiada vital�dad o
no incidental. En tales pasajes la forma de la poesía es
demasiada poca madurez para permanecer en cualquiera de
eliminada por la sustancia de la prosa, como el propio
estas cosas. Un demonio les dirige, y este demonio, divino
Lucrecio admite al decir: "Así como los médicos que tienen
e inmortal en su peregrinaje, es su más recóndita entraña.
que administrar un re pugnante brebaje a los niños pequeños
Es su insa<:iable voluntad, su radical coraje. Más aún, aun- humedecen previamente el borde de la copa con dulce y
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Tres poetas fil6sofo•.-2.
dorada miel, a fin de seducir la confiada edad infantil e n tan oscura materia emito tan claras canciones, impreg­
mientras beben la amarga poción, sin que semejante estra­ nándolo t o do con la belleza p o ética ; . . . sí con ello pudiera
tagema sea propiamente un engaño , sin o un medio de mantener tu atención hacia mis versos, tus ojos contempla­
restablecer su salud ; . . . así yo h e querid o exponerte ahora rían toda la naturaleza y su hermosa figura" 1 ) .
nuestra doctrina en suaves y son oros versos piéridos, impreg­ Aquí se halla, a mi entender, la solución de nuestra duda.
nándola c on la miel de las musas" 1 ) . L os razonamientos e investigaciones de la filoso fía son la­
Pero la poesía n o puede extenderse sobre las c o sas como boriosos; sólo de un modo artificial y con escaso donaire
la mantequilla ; debe derramarse s obre ellas como la luz, puede la p o esía vincularse a ellos. Pero la visión de la fil o ­
convirtiéndose así en medio para su visión. Lucreúo comete sofía es sublíme. El o rden que revela en el mundo es algo
consigo mismo una injusticia. Si su filosofía hubiera sido hermoso, trágico, emocionante ; es justamente l o que, en
para él una amarga poción, no habría podido decir lo que mayor o menor proporción, se esfuerzan todos los poetas
dice antes del citado pasaje : "Lo mismo que una gran flo­ en alcanzar.
ración del tirso, una gran esperanza de· renombre hace pal­
En la fil o sofía misma los razonamientos y las investiga­
pitar mi corazón y llena mi pecho con el tierno amor de
ciones no so n sin o partes preparatorias y subordinadas,
las musas. Por �so , impulsado por la fantasía, atravies o
medi os para alcanzar un fin. Culminan en la intuición o
ahora la intransitable guarida de las Piérides, no h o llada
hasta el presente p o r ningún pie humano. Causa alegría en lo que, en el más nobl� sentido de· la palabra, puede lla­
llegar hasta l o s puros manantiales y beber sus aguas ; causa marse teoría, ®Emg[a, es decir, una firme contemplación de
alegría recoger las lozanas flores, tejer una corona sin par to das las c osas según su orde·n y valor. Tal contemplación
con laureles que las musas no habían usado hasta ahora
1 ) LUCRECJO, l. 9 2 2 - 3 4 , 9 4 8 -5 0 :
para cubrir las sienes de ningún hombre ; ante t odo, porque
Acri
enseña verdades sublimes y me propongo liberar el alma de
Percussit t hyrso laudis spes magna meum cor
los lazos estranguladores de la superstición ; luego, porque Et simul incussit suavem mi en pectus amaren
M usarum, qua nunc instinctus mente vigen ti
1 ) LUCRECIO, I, 9 3 6 - 4 7 : Avía Pieridum peragro loca nullius ante
Trita solo : iuvat integras accedere fon tes.
Veluti pueris absinthia tetra medentes Atque haurire; iuvatque novas decerpere flores,
Cum dare conantur, prius oras pocula circum Jnsignemque meo capiti petere inde coronam,
Contingunt mellis dulci flavoque liquore, Unde prius nulli velarin t tempora musae,
Ut puerorum aetas improvida ludificetur Primum, quod magnis doceo de rebus, et artis
Labrorum tenus, interea perpotet amarum Religionum animum nodis exsolvere pergo :
Absinthi laticem, deceptaque non capiatur, Deinde, quod obscura de re tam lucida pango
Sed potius tali pacto recreara valescat : Carmina, musaeo contingens cuneta lepare . . .
Sic ego nunc . . . volui tibi suaviloquenti Si tibi forte animum talí ratione tenere
Carmine Pierio rationem exponere nostram, Versibus in nostris possem, dum perspicis omnem
Et quasi musaeo dulci contingere melle. Naturam rerum, qua constet compta figura.

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es de tipo imaginativo. No puede alcanzarla nadie que no dables las pequeñas cosas y áridas y desagradables las cosas
haya ensanchado su espíritu y amansado su corazón. El grandes, si es cierto que somos mejores poeta:S en una línea
filósofo que llega a ella es, por el momento, un poeta. Y el que en una epopeya, ello se debe simplemente a la carencia
poeta que dirige su apasionada imaginación hacia el orden de facultades por parte nuestra, a la falta de imaginación Y
de todas las cosas o hacía algo que se refiere al conjunto es, de memoria y, ante todo, a la falta de disciplina.
por el momento, un filósofo. Creo que esto podría demostrarse mediante un análisis
Sin embargo, aun cuando convegamos en que el filósofo psicológico si confiáramos en algo tan abstracto y discutible.
es, en sus mejores momentos, un poeta, podemos sospechar Pues ¿ en qué sobresale el poeta alicorto frente a l a gente
que los peores momentos del poeta sobrevienen cuando vulgar sin imaginación que habla o que se enfrenta con
intenta ser un filósofo o, mejor dicho, cuando logra serlo. La las cosas ? ¿Es que piensa menos que ella? No ; más bien
filosofía es algo razonado y riguroso ; la poesía es algo alado, creo que es que siente más, que en su momento intuitivo,
relampagueante, inspirado. Leyendo cualquier poema algo bien que efímero, tiene una visión, algo así como una sim­
dilatado se advierte en seguida que las partes son mejores bólica inspiración que lo hace más profundo y expresivo.
que el todo. Un poeta puede coordinar unas pocas palabras, Cuando la intensidad -inclusive la intensidad momen­
una o dos cadencias, una imagen interesante. De esta mane ­ tánea- puede ser expresada, implica plenitud de sugeren­
ra pone de manifiesto algún momento de tensión relativa­ cias rnndensadas en el preciso momento en que se· vive. Sí ;
mente elevada, de sentimiento relativamente aguzado. Pero todo lo que nos sobreviene debe sobrevenimos en algún
en el momento siguiente la tensión disminuye, el sentimiento momento. Vivimos siempre en el momento fugaz. En este
momento fugaz se hallan actualmente confinados tanto el
desaparece, y lo que se dice tiene generalmente- poco que ver
filósofo como el poeta. Cada uno de ellos debe enrique­
con lo anterior o, cuando menos, es inferior a él. El primi­
cerlo con sus infinitas perspectivas, con perspectivas que, si
tivo pensamiento es arrastrado a la deriva. Se pierde en las
han de ser posteriormente revela das, deben ser enfocadas
arenas de la versificación. Dada la actual constitución hu­
por el observador en un tiempo y en un espacio limitados.
mana, la brevedad es casi una condición de la inspiración.
La diferencia entre la intuición poética y la visión vulgar
¿ Debemos afirmar, pues -y -c on ello menciono una consiste en que la primera abarca una perspectiva más am­
idea a la cual doy cierta importancia-, debemos afirmar plía. Aun el poeta más limitado selecciona sus palabras
que la poesía es esencialmente alicorta, que lo poético es de suerte qu·e tengan un impulso mágico las que, sin saber
necesariamente intermitente en los escritos de los poetas, cómo, nos conducen hasta las cimas de la intuición. La
que sólo el momento fugaz, la disposición temporal de calidad poética de las frases e imágenes, ¿ no es debida acaso
ánimo, el episodio, pueden ser sentidos con arrebato o ex­ a su capacidad de concentrar o de desencadenar la s confusas
presados con arrobo, mientras la vida en su totalidad, l a impresiones que han depositado en nosotros una larga expe·­
historia, el carácter y el destino son objetos. que escapan riencia ? Cuando sentimos la emoción poética, ¿ no encon­
a la imaginación y al arte poétiw? No puedo creerlo. Si tramos lo dilatado en lo conciso y lo profundo en lo claro,
es cierto, como lo es frecuentemente, que encontramos agra- al modo como se reflejan todos los colores del mar en las
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merecerá más el nombre de poeta que cuando, en un solo
aguas de una piedra preciosa ? Y ¿ qué es un pensamiento
lamento, compendie todo lo que en el universo sea afín
filosófico sino uno de estos epítomes?
a él y acepte su final destino. El punto culminante de l a
Si un pasaje breve- es poético por gstar repleto de suges­
vida e s l a comprensión de la vida. L a poesía e s sublime
tiones que llevan hasta el extremo nuestra atención y nos
porque habla el lenguaje de los dioses.
transportan y arrebatan, ¡ cuánto más poética debería ser
Pero basta de análisis psicológico y de razonamientos en
una visión grávida de todas las cosas que nos preocupan !
el vacío. Tres ejemplos históricos demostrarán mi punto
Enfoca una pequeña experiencia, da cierta amplitud y pro­
de vista de un modo más claro y concluyente.
fundidad a tu sentimiento y verás cómo la imaginación
aumenta. Dale más amplitud y profundidad, deposita en
ella todas las experiencias, conviértela en una visión filosó­
fica del mundo, y verás que su carácter imaginativo llega
�asta un grado superlativo y resulta eminentemente poé­
tico. Una vez en posesión de· la experiencia que ha de ser
convertida en símbolo, la dificultad reside sólo en la pose­
sión de una imaginación suficiente para cifrarla en un pen­
samiento y para dar luego a este pensamiento tal envoltura
verbal que otros puedan descifrarlo y quedar tan pertur­
bados por él que parezca que un viento de sugestión barre
toda la selva de· sus recuerdos.
La poesía no es así poética por ser breve o incidental,
sino, al contrarío, por ser vasta y elevada. Si el contenido
excesivo la hace pesada, ello debe atribuirse· exclusivamente
a la debilidad del poeta y no al mundo que el decir poético
abarca. Un ojo más rápido, una imaginación más sintética
podría abarcar un tema más amplio con l a misma facilidad.
La descripción a que daría lugar este tema más amplio no
sería más pálida y desteñida a causa de su extensión, sino,
al contrarío, más fuerte e intensa, pues, no obstante su
mayor volumen sería tan unitaria como la visión limitada.
De la misma manera que en una suprema crisis dramática
toda nuestra vida parece concentrada en el presente y dis­
puesta a afectar y determinar todas nuestras decisiones, así
también para cada poeta filósofo se halla recogido y con­
centrado en un punto todo el mundo humano. Y nunca
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22
L UC R EC I O
II

L UCREC I O

Acaso no hay ningún poema importante cuyos antece­


dentes puedan determinarse de un modo tan completo co­
mo los que corresponden a la obra de Lucrecio, De Rernm
Natura. Sin embargo, estos antecedentes no se hallan en
el poeta. Sí así fuera, no podríamos rastrearlos, por cuanto
nada o casi nada sabemos sobre el hombre Lucrecio. En una
crónica compilada por San Jerónimo aprovechando muchos
elementos de Suetonio y en la cual están anotados diversos
acontecimientos ocurridos en años sucesivos, leemos en lo que
corresponde al año 94 antes de J. C. : "Ha nacido el poeta
Tito Lucrecio. Después de haber enloquecido a consecuencia
de un filtro amoroso y de haber escrito, en los intervalos
de su locura, varios libros revisados por Cicerón, se suicidó
al llegar a los cuarenta y cuatro años de edad".
El filtro amoroso suena aquí como algo apócrifo, y el
relato de la locura y suicidio atribuye un fin demasiado edi­
ficante a un notorio ateo y epicúreo. Sí algo da colorido al
relato es cierta -concordancia entre el trágico lance y el genio
del poeta tal como queda revelado en su obra, donde encon ­
tramos un extraño desdén por el amor, una sorprendente
vehemencia y una gran melancolía. No es en modo alguno
increíble que el autor de tal poema haya sido alguna vez

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esclavo de una pasíón patológíca, que su vehemencía e íns­ una gran obra de la imaginación, una obra mayor, a mi
píración se hayan convertido en locura, y que haya dado entender, que cualquier mitología dramática o moral : es
con sus propias manos fin a su vida. Pero la dudosa auto­ una concepción adecuada para inspirar una gran poesía.
ridad de San Jerónimo no puede proporcionarnos la segu­ Y acaso sea, en última instancia, la única concepción que
ridad de que reproduce una tradicíón fundada en hechos pueda inspirarla.
o birn una ficción ingeniosa. Nos dicen que el viejo Jenófanes miró la bóveda del
Creo que no debemos lamentar mucho nuestra ignoran­ cielo y exclamó : "El Todo es Uno". Lo que, desde el
cia de la vida de Lucrecío . Su obra le protege en aquellos punto de vista lógico, es una perogrullada puede ser con
aspectos en que hubiera deseado protegerse. Al proclamar frecuencia, desde el punto de vista imaginativo, un gran
la verdad pública, la perfecta convicción se ignora a sí mis­ descubrimiento, pues nadie hasta entonces puede haber ad­
ma. Para lograr esto se requiere sin duda un genio peculiar vertido la evidente analogía que tal perogrullada revela.
llamado inteligencía, pues inteligencia significa presteza en Así. en e1 caso presente, la unidad de todas las cosas es lógi­
ver las cosas tal como son. Pero cuando se alcanza la inte­ camente una verdad evidente, bien que estéril, pues los
ligencia resulta inútil el resto del hombre, como el arma­ mundos más dispares e inconexos seguirían siendo una mul­
zón en el edificio ya construído. No queremos distraer titud, por tanto, un agregado y, consiguientemente, en cierto
nuestra mirada de la sólida estructura, única que se pro­ sentido, una unidad. Aun así fué una gran hazaña de
puso edificar el artista -siempre que construyera para otros la ímaginación dirigir deliberadamente la mirada a toda la
y no fuera un fachendoso. Es la visión intelectual alcan­ anchura del horizonte y abarcar mentalmente el conjunto
zada la que -sobre todo el naturalista- desea transmitir de toda la realidad descubriendo que· la realidad es un con­
a la posteridad, no los ruines incidentes que precedieron a junto y puede ser llamada "una", de la misma suerte que
su visión. Tales incidentes, aun en el caso de ser intere­ cualquier piedra o cualquier animal, aunque compuestos de
santes, no podrían ser repetidos dentro de nosotros. Pero muchas partes, son llamados "unos" en el vulgar romance.
la visión en que el pensador derramó sus facultades y a la Fué, sin duda, algún hombre prehistórico genial quíen,
cual dedicó sus desvelos es comunicable y puede conver­ mucho antes que Jenófanes, aplicó al conjunto de todas las
tirse en una parte integrante de nosotros mismos. cosas aquella nocíón de unidad y totalidad que cualquiera
Desde el momento en que Lucrecio se ha hecho idéntico ha descubierto en la observación de las cosas singulares, y
a su poema y se ha disuelto en su propia filosofía, sus quien por vez primera se aventuró a hablar del "mundo".
antecedentes son simplemente los estadios a lo largo de los Hacer esto es plantear el problema de toda filosofía natural
cuales se formó por vez primera su concepción de la natu­ y, en cierto modo, anticípar la solución de tal problema,
rafeza en la mente humana. Rastrear estos estadios es pues _ equívale a preguntar cómo las cosas permanecen uni­
fácil ; algunos de ellos nos son inclusive tan familiares que das y comprender que permanecen unidas de una manera
la misma trivialidad del tema puede llegar a cegarnos para o de otra.
la grandiosidad y audacia de la hazaña intelectual impli­ Exclamar "El Todo es Uno" , y advertir que todas las
cada en ellos. Una concepción naturalista de las cosas es cosas se encuentran en un paisaje y forman, mediante su

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yuxtaposición, un s istema, es el tosco comienzo del saber ma n y que poseen u n fu ndamento común del cual surgen
en la f ilosofía na tural. P ero es f ácil s eguir adelante· y ver y a l cual vuelven.
qu� las cosas f orma n u na u nidad de u n modo m ás pro­ El espectáculo del cambio inexora ble, el triu nfo del tiem­
fundo y m isterioso. P or ejemplo, u na de las primeras cosas po -o lo que fuere- ha s ido s iempre u no de los t emas
que impresionan al poeta, al hombre que s iente y que refle­ favorit os de la poesía lírica y t rágica, así como u n tema
xiona, es e l hecho de que esos obj etos que pueblan el mundo de la meditación religiosa. La percepción del cambio u ni­
desapare cen y no vuelven. Sin embargo, cuando se desvane­ versal. la experiencia da la vanida d de la vida ha s ido s iem­
cen no todo desaparece; otras cosas surgen en lugar de pre el comienzo de la seriedad. Es la condición inelu dible
ellos. La natu raleza permanece s iempre joven e í ntegra a de cualquier filos ofía bella, mesura da o del icada. Antes de
pesar de la mu ert� que en todas partes a cecha, y lo que ello, todo � ra bárbaro, tanto en moral como en poesía, pues
sustituye a lo que continua mente des a parece es con f re­ hasta entonces la humanida d no había a prendido a renu n­
cuencia extraordinariamente parecido. La ines tabilidad u ni­ ciar a na da, no había supera do el egotismo y el opt imismo
versal no es incompatible con u na gra n monotonía, de modo instintivos del animal joven y no había traslada do el cen­
que m ientras H eráclito s e lamenta ba de que todo fluyera, tro de su ser, o de su f e, desde la volu ntad a la imagina ción.
el Ecles iastés, qu e esta ba también entera mente conv,encido Descu brir la susta ncia es así da r u n gra n paso en la vida
de es ta verdad, s e dolía de que no hu biera nada nuevo de la razón, aun en el cas o de que la susta ncia s ea concebida,
bajo el sol. de u n m odo entera mente negat ivo, como u n vocablo qu e s ir­
Esta doble experiencia del cambio y de la repetición - ve m eramente para s eñalar, para contrastar la insustanciali­
u na experiencia a la verdad s entimental y c ientífica- dió da d, la va nida d de todos los momentos pa rticulares y de
bien pronto or igen a u na gra n idea, a caso a la mayor idea todas las cosas. Así es como la f ilosofía y la poesía indias
que s e le ha ocurrido a la humanidad. Esta idea constitu­ concibieron la susta ncia . Pero el pas o dado por la física
yó la inspiración capital de Lu crecío. Consiste en afirmar griega y por la poesía de Lu crecio va más allá. Al obser"
que todo lo que observamos a nuestro a lrededor, así com o var el cambí o u niversal y la vanidad de la vida, Lucrecio
nosotros m is mos, no es otra cosa s ino f ormas pasa jeus y l os griegos concibieron tras la a pa riencia u n gran pro­
de u na susta ncia perma nente. Esta susta ncia -cu ya cant i­ ces o inteligible, u na evolu ción en la naturaleza. La realida d
da d y cua lida d int ernas son s iempre iguales- · - s e redis­ llegó a s er, l o mis mo que la ilusión, interesante. La fís ica ,
tribuye constantemente, y en el curso de tal redistribución qu e había s ido hasta e ntonces m eram_�nte espectacula r, se
forma esos agregados qu e lla mam os cosas y que vemos hiz o científica.
desapa recer y reaparecer cont inuamente. T odas las cosas s on, Se encontra ba aquí un tema mucho más rico en posibi! í­
en última instancia , polvo y s e convierten en polvo, pero dades para el poeta y el f ilós of o que s e hu biesen lanzado al
u n polvo qu e es eternamente f értil y que está destinado a descubrimiento del fu ndam ento y de las s ecretas causas de
a doptar perpetua mente nuevas y hermosas f iguras. Esta tal alegre o m elancólico flu jo de las cosas. El entendimien­
noción de susta ncia otorga u na u nidad mu cho mayor al t o que le perm itió des cu brir estas causas hizo para el emopeo
mundo d.is perso. Nos indica que t odas las cosas se transfor- aquel lo que ninguna mística india, aquello que ningún des-

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precío de la ínteligencia puede permitirse hacer : dominar, seer solamente las cualidades presentes e n todas las cosas.
predecir y transformar ese cambiante espectáculo mediante Debía ser meramente materia. Según él, la materialidad
una intelígencia práctica y viril. El hombre que descubre consiste en extensión, figura y solidez. En el éter más fino
los resortes secretos de las aparíencias abre a la contempla­ Y s util no podemos encontrar, si lo examinamos atenta­
ción un segundo mundo posítivo, la fragua de la naturaleza mente, más que partículas con estas propiedades. Todas las
y sus activas profundidades, donde un mecanísmo prodi­ demás cualidades de las cosas son sólo aparentes. y se le 3
gioso alimenta continuamente nuestra vída y la prepara a atribuyen por una convención del espíritu. El espíritu es
distancia con las más exquisítas regulaciones. Pero si la un mitólogo nato y proyecta sus opiniones a sus causas. La
marcha de tal mecanísmo produce l a vida y la nutre, mu­ luz, el color, el gusto, el calor, la belleza y la excelencia
chas veces pone obstáculos a su desarrollo y la condena al son esas supuestas y conve·n cíonales cualidades, pero sólo el
aniquilamiento. Esta verdad, que hace comprensible por espacio Y la materia son reales. El espacio vacío no es, sin
vez primera la concepcíón de la sustancia natural, justífica embargo, menos real que la materia. Por consiguiente,
las elegías que han escríto siempre sobre las cosas humanas aunque los átomos de la materia no cambien nunca de for ,
los poetas de la ilusión y de la desílusíón. Es una verdad ma, puede haber cambios reales en la naturalez a por cuanto
que tiene un aspecto melancólico, pero, como es una verdad, puede cambiar su posición en un espacio real.
satísface y exalta el espíritu racional que pide con vehemen­ A difer.e ncía de la inútil sustancia de los indios, la sus­
cia la verdad pura, aunque sea triste o desoladora, y que tancia de , Demócríto podía ofrecer una base calculable para
desea alcanzar una posible y no una imposible felicidad. explicar el flujo de las apariencias, pues tal sustancia se
Hasta aquí la ciencia griega había descubierto que el hallaba desigualmente distribuída en el vacío y se movía
mundo era uno, que había una sustancia, que se trataba de un modo constante. Toda apariencia, por efímera que
de una sustancia física y que estaba dístríbuída y se movía fuera, correspondía a una precisa configuración de la sus­
en el espacio. Era la materia. Pero seguía en píe este inte­ tancia : surgía con esta configuración y con ella perecía.
rrogante : ¿ Cuál es la verdadera naturaleza de la materia y Según eso, tal sustancia es física y no metafísica. No es una
cómo produce las apariencias que observamos? La única expresión dialéctica, sino una anticipación científica, una
respuesta que aquí nos importa es la que fué dada por profecía sobre lo que un observador, debidamente pertrecha­
Lucrecio -una respuesta que había recibido de su maestro do, descubriría en el interior de los cuerpos. El materialis­
en todas las cosas, Epícuro, el cual a su vez la había recibi­ mo n o es �n sistema metafísico ; es una especulación química
_ _ ,
do de Demócríto. Ahora bien, Demócrito había realizado Y fis1olog1ca, de suerte que, sí el análisis pudiera ser bas­
un progreso notable sobre los sistemas que eligieron una sus­ tante profundo, encontraría que toda sustancia es homo­
tancia evidente, como el agua, o que recogieron todas las génea y que todo movimiento es regular.
sustancias evidentes, como hizo Anaxágoras, intentando Según Demócrito, aunque la materia es homogénea, las
explicar el mundo por ellas. Demócrito pensó que la sus­ formas de las partículas últimas son diversas, y las varias
tancia de todas las cosas no debía poseer ninguna de las combinaciones de las mismas constituyen los varios obje­
cualidades presentes en unas y ausentes en otras ; debía po- tos de la naturaleza. El movimiento no es, como el vulgo

32 33
Tres po•tn• filó•ofos,-3.
( y Aristóteles) suponían, innatural ; no es producido má­ cosas" 1 ) . La naturaleza es su propia norma, y si nos pare­
gicamente por alguna causa moral : es eterno y se ha origi­ ce innatural no habrá esperanza para nuestras almas.
nado con los átomos. Al ser éstos golpeados, se produce La ética de Demócrito, hasta donde podemos juzgarlo
un rebote, y las corrientes y los remolinos mecánicos oca­ por los escasos testimonios conservados, era meramente des­
sionados por estos contactos forman una multitud de sis­ criptiva o satírica. Demócrito era un espectador aristocrá-
temas estelares, llamados mundos, de· los que están llenos � tico que desdeñaba a los necios. Según él, la naturaleza se
los espacios infinitos. ríe de nosotros. El sabio considera su destino y, al conocer­
El mecanicismo en lo que respecta al movimiento, el ato­ lo, se eleva en cierto modo por encima de él. Todos los
mismo en lo que toca a la estructura, el materialismo en lo seres vivientes persiguen la mayor felicidad posible, pero son
que se refiere a la sustancia : he aquí todo el sistema de maravillosamente miopes. Así, la misión del filósofo es
Demócrito. Este sistema es tan maravilloso en su penetra­ prever y conseguir la mayor felicidad realmente posible.
ción, en su sentido para las exigencias ideales de método y En un mundo tan desapacible como el nuestro, esto sola­
conocimiento, como extraño y audaz en su simplicidad. mente puede obtenerse mediante la abstención y el retiro.
Sólo el más convencido racionalista, el más osado profeta Si son pocas las cosas pedidas, es mucho más probable que
podría admitirlo dogmáticamente. Sin embargo, el tiempo lo obtenido no desilusione. Es importante, aunque muy
le ha dado en gran parte· la razón. Si Demócrito pudiera difícil, no ser un necio.
conocer el estado actual de la ciencia, se reiría, como tenía El sistema de Demócrito fué adoptado por Epicuro, pero
por hábito, en parte por la confirmación que podemos dar no porque Epicuro tuviera algún deseo de conocimiento
a diversas partes de su filosofía, y en parte por nuestra estu­ científico. Por el contrario, Epicuro, el Herbert Spencer de
pidez al no poder adivinar el resto. la antigüedad, fué en su filosofía natural una enciclopedia
Hay en Lucrecio dos máximas que, aun en nuestros de segunda mano. Prolijo y minucioso, vago e inconsisten­
días, bastan para distinguir entre un pensador naturalista te, recogía su miscelánea científica con los ojos fijos no en
y uno que no lo sea. "Nada", dice·, "surge en el cuerpo la naturaleza, sino en las exigencias de una fe interna -
para que podamos utilizarlo, sino que cuanto surge pro­ una fe basada en fundamentos morales, considerada nece­
duce su uso" 1 ) . Aquí se encuentra la eliminación de las saria para la salvación y defendida a toda costa y con todas
causas finales de que depende todo progreso científico. La las armas asequibles. Es instructivo que el materialismo
otra máxima dice así : "Una cosa se hace evidente al ser haya sido adoptado en aquella coyuntura por los mismos
comparada con otra. Y la ciega noche no te borrará el sen­ ajenos motivos morales en nombre de los cuales ha sido
dero antes de que hayas escudriñado a fondo las cosas últi­ usualmente rechazado.
mas de la naturaleza. Así, las cosas arrojan luz sobre las
1) Ibíd. , I, 1 1 1 5 - 1 8 :
1) LUCRECIO, IV, 8 3 4, 8 3 5 :
A /id ex afio clarescet, nec tibi caeca
Ni/ . . . natumst in corpore, ut uti Nox itcr eripiet, quin ultima naturai
Possemus, sed quod natumst id procreat usum. Pervideas : ita res accendent /umina rebus.

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más indiferent e a t odas las cosas d el mund o. Así , la v ida d e
Por extraño que pueda pa recer a quienes han oíd o decir, Epicuro, como testimonia San J erónimo, estaba " ll� na � e
con h orror o envid ia, que se revolcaba en su pocilga, Ep i­ h ierbas, frutos y abstinencias" . Había en ella un silen�10
curo era un sant o. Los caminos d el mundo le llenaban de parecid o al desamparo. Era una f ilosofía de la decad encia,
congoja. La Atenas d e su época, para v er la cual daríamos una filosofía d e negación y de h uída d el mund o.
algunos nuestros ojos, conservaba todo su esplend or en Aunque la ciencia por sí misma no podía int eresar a una
med io de su d ecad encia polít ica, pero nada d e ella le int ere­ tan monást ica naturaleza, podía ser ú t il para apoyar la f e
saba o atraía a Epicuro. Los t eatr os , los pórt icos, los gim­ 0 para suprimir las objeciones a la misma. Por lo tanto,
nasios y, por encima d e t od o, el ágora estaban para él en­
Epicuro se apartaba d e la reserva de Sócrat es y buscaba una
ne grecidos con el humo d e la vanidad y la locura. Ret irad o filosofía nat ural que pud iera sostener su ét ica. De t od os los
en s u jardí n privad o, con unos pocos amigos y d iscípulos, s istemas exist entes -y había muchos- en contró que el d e
buscaba los send eros d e la paz. Vivía s obriam ente ; ha blaba Demócríto era e l más prove ch oso y edificante. l'vlejor que
con suavidad ; daba limosna a los pobres; pred icaba contn cualquier otro podía persuad ir a los h ombres a que renun­
la riqueza, cont ra la ambición, cont ra la pasión. D ef endía
ciaran a la locura que d ebe ser rechazada y d isfrutaran de
el libre albed río porque deseaba pract icarlo alejado d el mun­ los placeres que pueden ser gozad os. Pero como el sistema de
d o y no arrast rad o por la corrient e. Negaba lo sob renat ura l Demócrito fué ad optad o por est os mot ivos externos y prag­
por cuant o su creencia en é l h ubiera ejercido una influencia máti cos, no fué necesario aceptarlo en t od os sus puntos.
perturbad ora en el ánimo y h ubiera c onvertid o en obligato­ Por lo m enos una alteración en él era i mperiosa. El mov i­
rias y grave s demasiadas cosas. No había para él ninguna mie nt o de los átomos no debe ser absolutament e regular
vida fut ura; el arte d e vivir sabiamente no debe ser desfigu­
y mecánico. Para eliminar el d est ino d ebía admit irse el
rad o por tan alocadas imaginaciones.
azar. El d estino era una noción aterrad ora. El puebl o
Todas las cosas ocurrían según el d ebid o curso d e la habla ba d e él con unción superst iciosa. El azar era algo
nat ural eza. Los d ioses eran demasiad o remot os y d�ma­
más humild e, más apropiad o para el h ombre d e la cal le.
siado felices, retirados como buenos epicú reos, para mez­ Si se permit iera que los átomos experimentaran una peque­
clarse en los sucesos terrenales. Nada pert urbaba lo que
ña d esviación en sus cursos, el f uturo sería imprevisible Y
W ord sw orth llamaba su "volu ptuosa ind iferen cia" . Sin
el libre albed rí o quedaría a salvo. Por lo tanto, Epicuro
embargo, era grat o f recuentar sus templos. A llí , lo mis­ determinó que los át omos se d esviaban, agregánd ose fant ás­
mo que en los espa cios d onde moraban entre los mundos, t icos argumentos para most rar que semejante intrusión del
los d ioses eran silenciosos y bellos, y t enían f orma h u­ azar representaba una ayuda en la organización de la nat u­
mana. Cuand o un hombre d esd ichad o contemplaba sus raleza, pues la llamada inclinación de los át omos e xplicaba
estatuas, éstas le recordaban la felicidad ; d urante unos ins-­ cómo su caída originaria había producido remolinos y, con
tantes se rejuvenecía y se apartaba d el insensat o tumulto
ello, cuerp os organizad os. Pero cont inuemos nuestra d es ­
d e los negocios h umanos. ·Desd e esos boscajes y santuarios cripción .
consagrad os, el filósofo regresaba a su jardín fortalecid o en El materialismo, como cualquier otro sistema d e filoso -
su sabiduría, más feliz en su aislamiento, más benévolo y
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fía natural, no implica mandatos o consejos. Se limita a de su fidelidad al ascético Epicuro, es arrastrado por su
describir el mundo, con inclusión de las aspiraciones y con­ éxtasis poético en la misma dirección.
ciencia moral de los mortales, refiriéndolo todo a un fun­ Pero aquí advertimos el misterio de esta umon. El ma­
damento material. Como el materialista es un hombre, no terialista amará la vida de la naturaleza cuando ame su
dejará de tener preferencias y aun una conciencia moral propia vida. Pero sí odiara su vida, ¿ cómo podría com­
propia. Pero sus preceptos y su conducta expresarán, no placerle la vida de la naturaleza? Ahora bien, Epicuro odia­
las implicaciones lógicas de su ciencia, sino sus instintos hu­ ba, en su parte más considerable, la vida. Su sistema moral,
manos tales como pueden haberlos formado la herencia y llamado hedonismo, recomienda el placer que no produzca
la experiencia. Según ello, cualquier sistema de ética puede excitación ni desemboque en riesgos. Este ideal es modesto
coexistir con el materialismo, pues si el materialismo d2- e inclusive casto, pero no vital. Epicuro era notable por
clara que ciertas cosas (como la inmortalidad) son imposi­ su clemencia, por su amistad, por su completo horror a la
bles, no puede declararlas indeseables. Sin embargo, no guerra, por el sacrificio, por el sufrimiento. No son senti­
es probable que un hombre constituído para adoptar el mientos de los que participaría un auténtico naturalista. La
materialismo esté formado de tal manera que se dedique a piedad y el arrepentimiento, decía Spínoza, son vanos Y
perseguir cosas consideradas como inalcanzables. Hay, por malos ; lo que aumenta el poder y la alegría de un hombre
lo tanto, un lazo psicológico, aunque no lógico, entre el aumenta también su bondad. El naturalista confiará, como
materialismo y una moralidad vulgar. decía Nietzsche, en cierta crueldad ; se inclinará, siguiendo
El materialista es, ante todo, un observador, y probable­ el carácter desdeñoso de la risa de Demócrito, a cierto
mente lo es también en la ética. Esto quiere decir que no desprecio. No tendrá demasiado escrupulosamente en cuenta
tendrá ninguna ética excepto la emoción que le produzca el coste de lo que consiga ; será un imperialista, arreba- .
el proceso del mundo. ·si es un esprit fort, sí es realmente tado por la alegría de obtener algo. En resumen, el tono
desinteresado, amará la vida, en el mismo sentido en que moral del materialismo en una época de desarrollo o en un
nos complace la perfecta vitalidad, o lo que tal nos parece, ánimo agresivo será aristocrático e imaginativo. Pero en
de las gaviotas y de las marsopas. Creo que aquí radica una época decadente o en un alma que renuncie a todo, será,
el sentimiento ético psicológicamente concordante con un como lo fué en Epicuro, humanitario y tímidamente
vigoroso materialismo : simpatía por el movimiento de las sensual.
cosas, interés en la ola ascendente, complacencia por la Tenemo s ahora delante de nosotro s los antecede ntes y
espuma que produce antes de hundirse de nuevo. La natu­ los componentes del poema de Lucrecio sobre la naturale za.
raleza no distingue entre lo mejor y lo peor, pero sí lo Queda entonces el genio del poeta mismo. Lo más grande
hace el amante de la naturaleza. :Éste llama mejor a lo quz, de este genio es su capacida d de perderse en su objeto, su
siendo análogo a su propia vida, aumenta su vitalidad y imperson alidad. Parece que estamos leyendo, no la poesía
posee probablemente alguna vitalidad propia. Es el senti­ de un poeta acerca de las cosas, sino la poesía de· las cosas
miento ético de Spinoza, el más grande de los naturalistas mismas. Lo que Lucrecio demuestra a la humanid ad de una
modernos en filosofía. Y veremos cómo Lucrecio, a pesar vez para todas es que las cosas tienen su poesía a causa dr

38 39
su propio movimient o y vida, y no simplemente porque ta aba ndona la t ie rra de las hada s, porque ha descub ie rt o
nosotros las haya mos c onvertido en símb ol os. la naturaleza, l a hist oria, las verdaderas pasione s del hom­
Des de lue go, la poesía que vemos en la naturaleza se debe bre. Su imag inac ión ha alca nzado el estado de madurez.
a la emoción que produce en nosotr os el espectáculo. La Su place r c onsiste no en re presenta r, sino e n dominar.
v ida de la natura le za pue de se r tan romántica y sublime El dominio poétic o sob re l a s c osas tal c omo son, se ad­
c omo se quie ra , pero sería polvo y ce niza si no hubiera vierte ante t odo en Shakespeare en lo que se refiere a las
en nosotros na da subl ime y romántico que nos llevara a cosa s humanas, y e n Lucrecio en lo que t oca a las c osas
simpatiza r c on ella. Sin e mbargo, nuestra e moción puede naturales . Extraordinariamente vív ido , inexorab le, inequí­
ser sincera ; puede refe rirse a l o que la naturale za realmente v oc o en t odos sus detalle s, es sob remane ra grandioso y se-,
es y hace, a l o que ha sido y a l o que hará en l o sucesivo, ve ro en su agrupación de l os hechos. E s la verdad l o que
No necesita proce de r de una preocu pación egoísta acerca de lo ab sorbe y a rrastra. Desea que l os hechos mismos nos
lo que esas inmensa s real idade s significan para nue st ra s per­ convenzan y sosieguen, que las c osas impongan s ob re' nos­
s onas o acerca de c ómo puede n utilizarse en favor de otros su ab ru ma dora evidencia, que impre gne n nuestro ser
nuestro de senfrena do capricho. No, la poesía de la natura­ y nos testimonie n u nívocame nte la naturaleza del mundo.
leza puede perc ib irse s ól o c on el pode r intuitivo que des­ Suponga mos, no obstante -y es u na sup os ic ió n defen ­
pie rta y el entendimie nto que emplea. Me atrevo a afirmar dible- que Lucrecio esté c ompletamente equiv ocado e n su
que, más aún que nuestro capricho y nuestros torna dizos c iencia y que no haya ningú n espac io, sustancia o natu­
sueñ os, pueden dichas facultades pone,r en te nsió n l os re­ raleza. Su poe ma perdería e nt once s su referenc ia inme dia­
sortes del alma y e xtraer de ella t oda su v ital ida d y t oda ta a nuestras v idas y a nuestras c onviccione s pe rsonales, per o
su música. El natural ismo e s u na fil osofía de ob servación no pe rde ría su gra ndeza imaginat iva. Podríamos seguir
y de una imaginación que a mplía lo ob servab le ; t odas las conc ib ie ndo u n mu ndo tal c om o l o describe. I magine el
visiones y s onidos de la natu raleza forman pa rte de él y le lector las e mociones que lo s hab ita ntes de tal mundo hu­
otorga n su s impl icida d, su acritu d y su fuerza c oercitiva .
b ie ran sentido el día en que u n D'? mócrit o o u n Luc recio
Al mismo t iempo, el natural ismo es u na filosofía intelec­
les hub iera n revelado su verda der a s ituac ión. ¡ Cuán grandes
tual : presume la sustanc ia t ras la a pa rie nc ia, la c ont inu i­
serían la ceguera y la l ocura disipadas, cu án marav ill osa la
da d t ra s el camb io, la ley tras el a za r. Por l o tant o, atri­
v isión obtenida ! j Qu é claro el futu ro, qué inteligible el
buye y re duce t odas esas v isiones y sonidos a u n fondo
pasad o, qué maravíllosos l os átomos pululando en su invo­
oculto que las relaciona y e x pl ica. Así ente ndida, la natu­
lunta ria y perpetua fertil ida d! Cualqu ie r rincón y escondri­
rale za tiene tanta profundidad c omo superficie, tanta fue rza
y rn:cesidad c omo va rieda d sensible . Ante la subl imi­ j o de la naturaleza se a se mejaría e nt onces a lo que es para
da d de e sta v isión, t odas las formas de la falacia patética nos otros el c iel o e n u na noche est rella da, en que la esb oza­
pa recen ba3ta s y a rtificiales. La mitología, que e s pa ra un da son risa de la v ida juega en t orno a las constelaciones,
e spíritu infa ntil la ú nica poesía posible, suena al compa­ Para l os que en él vivie ra n, tal u niverso te ndría segu ramen ­
rarla c on ella c omo u na mala ret órica. El poeta natu ral is- te su poesía. Sería la poesía del nat ural ismo. Pensando que

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vivía en tal mundo, Lucrecio oyó su música y la puso en de ellos. E inmediatamente esos poderes le envían una feliz
solfa. inspiración, acaso una feliz reminiscencia de Empédocles.
Sin embargo, parece que cuando s-e dispuso a componer Hay dos grandes perspectivas que el moralista puede dis­
su poema a base del sistema de Epicuro le abrumó la gran­ cernir en el universal impulso de los átomos : un movimien­
deza de su tarea. Por vez primera tenía que explicar, en to creador, que produce los valores morales, y un movi­
sonoros aunque ponderosos vocablos latinos, el nacimiento miento destructor, que los anula. Lucrecío sabe muy bien
y naturaleza de todas las cosas tal como sutilmente habían que esta distinción es únicamente moral o, como hoy se
sido descritas en griego. Tenía que disipar la superstición, dice, subjetiva. Nadie ha señalado con tanta frecuencia y
refutar a los antagonistas, establecer los seguros funda­ claridad como él, que nada surge en este mundo cuya vid a
mentos de la ciencia y de la sabiduría, hacer apartar a la no implique la muerte de alguna otra cosa 1 ) , de suerte
humanidad de sus crueles pasiones y locuras para condu­ que d movimiento destructor crea y el movimiento creador
cirla a una vida sencilla y pacífica. :Él mismo era bastante destruye. Por lo menos, y desde el punto de vista de cual­
aturdido y belicoso, pues son frecuentemente nuestras in­ quier vida o interés particulares, la distinción entre una
quietudes má5 que nuestras tranquilidades lo que deter­ fuerza creadora y otra destructora es real y sobr�manera
mina nuestros ideales. Así, al proclamar el advenimiento importante. Hacer esta distinción no significa negar la es­
de la felicidad humana y al describir la felicidad divina, tructura mecánica de la naturaleza, sino sólo mostrar cómo
tenía que perseguir la propia, remontándose con las fuertes esta estructura mecánica es moralmente fecunda, cómo sus
alas de sus hexámetros hacía un éxtasis de contemplación partes extrínsecas son para mí o para otro cualquiera, para
y entusiasmo. Sí experimentamos tan grande· emoción al sus productos locales y vivientes, favorables u hostiles.
leer estos versos, ¿ qué debía pasar al componerlos ? ¿ Podía Esta doble· pintura de las cosas es altamente interesante
conseguir lo que se proponía ? ¿ Podían caberle en suerte para el filósofo, hasta el p·u nto de que antes de que su
tan grandes cosas? Sí, podían sólo con que las fuerzas crea­ ciencia física haya alcanzado el estadio mecánico, conside­
doras de la naturaleza, siempre infinitas y siempre dispues ­ rará indudablemente el aspecto doble que las cosas presen­
tas a ser utilizadas, pasaran a su cerebro y a su espíritu ; tan como la expresión de un principio dual en estas cos2s
sólo con que las semillas de la corrupción y de la locura, mismas. Así, Empédocles hablaba del Amor y de la Dis­
perpetuamente suspendidas en el aíre, fueran durante unos cordia como de dos fuerzas que reúnen y separan respec­
momentos aventadas ; sólo con que quedara suspendido tivamente los elementos, cargando sobre sus hombros una
mientras escribía el estrépito de las luchas civiles. Un niño labor semejante a la de Penélope : tejiendo la primera per-
debe su primera existencia a una conjunción fortuita de
átomos. Un poeta debe su inspiración y su éxito a una at­ 1) LUCRECIO, I, 264, 265 :
mósfera y a una estación propicias. Sabiendo que su empre­
sa depende de esas azarosas conjunciones, Lucrecío comienza A/id ex alio reficit natura, nec ullam
Rem gigni patitur, nisi mor te adiunta aliena 1) .
por invocar los mismos poderes que va a describir, pidién­
doles que k concedan suficiente genio y aliento para hablar 1 ) V cr apéndice final para la traducción.

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petuamente nuevas formas de la vida; deshaciéndolas con­ cubiertos de flores, la luz del sol inunda el cielo sereno
tinuamente la segunda 1). y todas las especies animales sienten en su corazón el pode­
Sólo una ligera concesión era necesaria a la retórica tra­ roso impulso de Venus. El trigo madura en las Ilanuras Y
dicional para substituir estos nombres, Amor y Discordia, el propio mar lleva con seguridad las flotas que lo atra­
que designaban en Empédocles potencias divinas, por los viesan.
nombres de Venus y l\hrte, que designaban las mismas Sin embargo, el pueblo romano no es la menor de est:is
influencias en la mitología romana. Marte y Venus no son obras de Venus. El poder de la naturaleza no quedó nunca
en Lucrecio fuerzas morales incompatibles con el meca­ mejor ilustrado que mediante la vitalidad de esa raza, con­
nismo de los átomos; son ese mecanismo mismo en tanto quistadora de tantas otras razas, o mediante su podo.r asi­
que produce y destruye la vida o cualquier preciosa em­ milador, que las civilizó y pacificó. La leyenda había hecho
presa, como esa misma de Lucrecio, consistente en componer de Venus la madre de Eneas, y de Eneas el padre de los
su poema. Marte y Venus, dándose el brazo, gobiernan romanos. Lucrecio se aprovecha de esta feliz coyuntura e
juntos el universo; nada surge en él excepto con la muerte identifica la Venus de la fábula con la verda.dera Venus,
de otra cosa. Sin embargo cuando lo que nace es más feliz con el movimiento favorable o propicio de la naturaleza,
en sí mismo o más congenia! para nosotros que lo que dd cual constituía Roma la culminación. Pero si la obra
mucre, el poeta dice que Venus prevalece, que ha obligado del poeta ha de ser dignamente realizada, no puede desa­
a su cautivo amante a suspender su infecunda ira. En esto:, tender el mismo movimiento favorable con vistas a su feliz
momentos es primavera en la tierra; la tormenta retrocede resultado y a su poder persuasivo. Venus debe s2r el pro­
(parafraseo el pasaje correspondiente) 2, los campos están tector y el patrono de su arte y de su filosofía, Debe man­
1) Una excelente expresión de este punto de vista pone Platón en
tener a Memmio fuera de la guerra, para que pueda leer y
boca del médico Erixímaco, en El Banquete. alejarse de las ambiciones frívolas; debe detener el tumulto
de la sedición constante, para que Lucrecio pueda dedicarse
2) LUC:RECIO, I, 1-13:
enteramente al estudio de los preceptos de Epicuro, para
Aeneadum genetrix, /Jominum divomque voluptas,
que su corazón pueda entregarse a una sublime amistad
Alma Venus, caeli ,<ubter labentía signa
Quae mare naoígerum, quae terras frugíferentís
oue le incite a dedicarse a una intensa vigilancia de todas
Concelebras; per te quoníam genus omne animanturn l�s palpitaciones de la noche estrellada, siguiendo el curso
Concípítur, oísitque exorwm lumína so/is: de cada átomo invisible y remontándose casi hasta la sede
Te, dea, te fugiunt venti, te nubíla cae/i de los dioses 1) .
Adoentumque tuum: tíbi suaves daedala tellus
Submíttit flores; tíbí rídent aequora pontí,
1) LUCRECIO, I, 24, 28-30, 41-43, 140-44:
Placatumque nitet diffuso lumine caelum.
Nam simu/ ac specíes patefactast verna díei, Te socíam studeo scribendís oersibus esse.
Et reserata VÍget genítabílis aura favoní; Quo magis aeternwn du dictis, diva, /eporem:
Aeriae primwn oolacres te, dioa, tuumque Effice, ut ínterea fera moenera milítíaí
Signíficant ínitum, perculsae corda tua vi 2), Per maría ac tercas omnes sopita quiescant ...

44 45
La impersonalización en la figura de Venus de cuanto cosas ardieran violentamente y se consumieran. Pero no
favorece a la vida no sería legítima -y realmente estaría todas, pues la diosa misma seguiría existiendo, más divina
en wntradicción con una concepción mecanicista de la na­ y deseable que nunca en su aislada belleza. El dios de la
turaleza- si no fuera contrarrestada por una figura que guerra de nuevo se acogería instintivamente a su seno, fati­
representase la tendencia opuesta, la no menos universal gado y ebrio de la matanza, y un mundo nuevo surgiría
tendencia a la muerte. de los dispersos átomos del viejo.
Estas incesantes revoluciones, tomadas en sí mismas, se
El dios Marte del pasaje citado, subyugado durante unos
equilibran exactamente, y no estoy seguro de que, consi­
momentos por los requiebros del amor, manifiesta en todo
derándolo imparcialmente, sea más triste el nacimiento de
el resto del poema su irrefrenable furia. :Éstos son los dos
nuevos mundos que la perpetua contínuacíón de éste. Ade­
aspectos de toda transmutacíón, el hecho de que en 1a
más, la naturaleza no puede tomar de nosotros más de lo
creación una cosa destruya a otra. Y como esta transmuta­
que nos ha dado, y sería capcioso e ingrato por nuestra
ción es perpetua -pues nada es duradero excepto el vacío,
parte pensar en ella sólo como potencia destructora o esen­
los átomos y sus movimientos-, se sigue de ello que la
cialmente destructora según la moda poco especulativa de
tendencia hacia la muerte es para cada cosa individual la
los modernos pesimistas. La naturaleza destruye para crear
tendencia final y victoriosa. Como los nombres de Venus
Y crea para destruir, pues su interés (si podemos expresar­
Y Marte no son esenciales para el pensamiento del poet:i,
nos así) no se halla en las cosas particulares ni en su con­
pueden suprimirse, y los procesos que personifican son en­
tinuación, sino únicamente en el movimiento que las so­
tonces descritos desnudamente. No obstante, si el poema se
porta, en el flujo de la sustancia primordial. No obstante,
hubiera terminado y Lucrecio hubiese deseado componer
la vida pertenece a la forma y no ;i. la materia, o, en el len­
un final que armonizara con el comienzo y representar un
guaje de Lucrecio, la vida es un euentum, un producto ideal
gran ciclo del mundo, es muy posible que hubiera intro­
superfluo o un aspecto incidental implicado en el equilibrio
ducido en los últimos versos un pasaje mítico parejo al del
de la materia, del mismo modo que la obtención de un
princ1p10. Habríamos visto entonces a Marte despertar de
doble seis es un eventum, un producto ideal superfluo o un
su amorosa letargia, refirmar su naturaleza inmortal y
. aspecto incidental implicado ocasionalmente en el acto de
salir con la tea en la mano del palacio del amor para sem­
agitar un cubilete de dados. Pero así como el resultado
brar la destrucción en todo el universo, hasta que todas las
mencionado es la culminación y la mejor consecuencia po­
sible en un juego de dados, así también la vida es la cul­
Nam neque nos agere hoc patriai tempore iniquo
Possumus aequo animo, nec Memmi clara propago
minación y la mejor consecuencia posible de la danza de
Talibus in rebus communi desse saluti . . . los átomos. Y sólo desde el punto de vista de ese euentum
Sed tua me virtus tamen, et sperata vo/uptas puede ser considerado y juzgado por nosotros el proceso
Suavis amicitiae, quemvis su/ferre laborem total. Hasta que no ha tenido lugar dicha oportunidad
Suadet, et inducit noctes vigilare serenas, favorable no existimos moralmente ni podemos reflexionar
Quarentem, dictis quibus et quo carmine demum
Clara tuae possim praepandere /umina menti 3). o juzgar. El filósofo se halla en la cresta de la ola, es la

46 47
A l tratar del alma y d e l a inmortalidad, Lucrecío e s u n
espum a de la retumbante tormenta, y como la ola debe ele­
psicólogo imperfecto y u n arbitrario moralista. E l esfuerzo
varse antes de deshacerse, todo lo que vive y testimonia
qu? realiza para demostrar que el alma es mortal está ins­
es su propia caída. La decadencia de todo lo viviente es la
pirado por el deseo de disipar todo temor a los castigos
única perspectiva que encuentra ante sí ; toda su filosofía
futuros y de facilitar así al alma la tranquilidad y el tem­
debe ser una profecía de la muerte. De la vida que pueda
plado disfrute de este mundo. Indudablemente, algo puede
venir luego, cuando los átomos vuelvan a juntarse, nada
conseguirse en este sentido, especialmente sí los relatos acer­
puede imaginar ; la vida que conoce y de que participa,
ca de las venganzas divinas del futuro se utilizan para san­
todo lo que para él es vida, declina y muere.
cionar prácticas irracionales y para impedir que la pobre
Por lo tanto, Lucrecío, que no es otra cosa que sincero gente experimente un empeoramiento de su destino. Al
y h o nrado, se halla poseído por una profunda melancolía. mismo tiempo, es muy difícil admitir que el infierno sea
Por vigorosas y palpitantes que sean sus descripciones de la única perspectiva que la inmortalidad pued? ofrecernos,
la primavera, del amor, de la ambición, de los florecientes y es poco sincero no observar que los castigos con que las
cultivos, de la victoria intelectual. palidecen ante los vívidos fábulas religiosas amenazan a los muertos son en su mayor
toques con los cuales pinta la proximidad de la muerte -la parte símbolos de la efectiva degradación que la maldad
fatiga de la voluntad, la lasitud en el placer, la corrupción produce entre los vivos, de suerte que el temor al infierno
y l a desintegración de la sociedad, el agotamiento del suelo, no es más acobardador o represivo que la e xperiencia de
la domesticación o la exterminación de los animales salva­ la vida en el caso de, que fuera claramente comprendida.
jes, la miseria, la peste y el hambre, y para el individuo
Hay en esta polémica contra la inmortalidad otro ele­
la final disipación d,z los átomos de su alma, huídos de mento que, sin dejar de ser altamente interesante y muy
un cuerpo lánguido para mezclarse y confundirse con la característico de una época decadente, revela un ideal muy
corriente universal. Si consideramos la sustancia, nada pro­ limitado y, en el fondo, insostenible. Este elemento es el
cede de nada y nada se convierte en nada, pero sí conside­ temor a la vida. Epicuro había sido un moralista puro y
ramos las cos;:i,s --los objetos dd amor y de la experiencia­ tierno, pero pusilánime. Tenía tanto miedo a ser causa u
todo procede de la nada y vuelve a ella. El tiempo no pued2
objeto de daño, a correr riesgos o a probar fortuna, que
producir ninguna impresión sobre el vacío o sobre los áto­ deseaba demostrar que la vida humana es un negocio breve,
mos ; más aún, el tiempo es un eventum creado por el mo­
vimiento de los átomos en el vacío, pero el triunfo del Sic igitur magni quoque circum moenia mundi
tiempo es absoluto sobre las personas, las naciones y los Expugnata dabunt labem putrisque ruinas .
mundos 1 ) . lamque caput quassans grandis suspirat arator
Crebrius incassum manuum cecidisse laborem :
1 ) LUCRECIO, II, 1 1 3 9 - 4 1 , 1 1 4 8 - 4 9 , 1 1 64 - 74 : Et cum tempera temporibus praesentia confert .
Praeteritis, laudat fortunas saepe parentis . . .
Omnia debet enim cibus integrare novando, Nec tenet, omnia paulatim tabescere et ire
El fulcire cibus, cibus omnia sustentare. Ad capulum, spatio aetatis defessa vetusto 4 ) .
Nequidquam .
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no sometido a grandes transformaciones ni capaz de gran­ señó acerca del universo que se encuentra actualmente de­
des hazañas. De acuerdo con ello, enseñaba que los átomos lante de nosotros puede ser perfectamente cierto. Pero, ¿qué
habían producido ya todos los animales que podían pro­ pasaría si mañana un nuevo universo lo substituyera ? La
ducir, pues aunque los átomos eran infinitos en número sugestión es indudablemente· gratuita y ningún hombre de
había muy pocas clases de ellos. Por consiguente, las espe­ acción se inquietará por ella. Mas cuando el corazón está
cies posibles del ser eran finitas y pronto agotadas. Este vacío se llena con taks sueños. Los velados placeres del
mundo, aunque en víspera de la destrucción, era de fecha sabio, tal como Epicuro lo concebía, eran realmente una
reciente. Los mundos situados a su alrededor o que podían provocación para el sobrenaturalismo. Dejaban un gran
ser producidos en el futuro no podían aportar nada esen­ vacío, y hacía ya tiempo que el sobrenaturalismo -tal
cialmente diferente. Todos los soles eran muy parecidos y como lo veremos en Dante- no se cansaba de vivificar
nada nuevo había bajo ellos. Así, pues, no necesitamos te­ los pulsos de la vida con nuevas esperanzas e ilusiones o,
mer al mundo; es un escenario explorado y doméstico -un cuando menos (lo que puede parecer mejor que nada) , con
hogar, un pequeño jardín, dos metros de tierra para el terrores y celo fanático. Con tales tendencias en movimien­
descanso de cada hombre. Si la gente se enfurece y hace to, tal como habían sido reveladas en los mitos y dogmas
mucho ruido, no es porque haya mucho que ganar o mucho de Platón, era imperioso para Epicuro desterrar impacien­
que temer, sino porque la gente es loca. No seamos locos, temente todo pensamiento de lo que podía seguir a la
pensaba Epicuro, seamos razonables, cultivemos sentimien­ muerte. Con esta finalidad están compuestos todos sus ar­
tos apropiados a un mortal que habita un mundo moral­ gumentos referentes a la naturaleza material del alma Y a
mente cómodo y pequeño, y físicamente pobre en su infi­ su incapacidad para sobrevivir al cuerpo.
nita monotonía. En los bien conocidos versos de Fitzgerald Decir que el alma es material suena de modo extraño y
resuena perfectamente este mismo sentimiento : bárbaro para los oídos modernos. Vivimos después de Des­
cartes, quien enseñó al mundo que la esencia del alma es
Bajo la rama, un libro de poesía; la conciencia, de modo que llamar material a la conciencia
Un cántaro de vino y una hogaza de pan -y tLÍ equivaldría a hablar de la negrura del blanco. Pero los anti­
a mí lado en la soledad cantando�. guos dieron a la palabra alma un significado más bien di­
Tu paraíso, soledad, me b astaría. ferente. La esencia del alma no consistía tanto en ser cons­
ciente como en regir el desenvolvimiento del cuerpo, en
Pero ¿ qué ocurriría sí la sombra de posibilidades incal­ vivificarlo, moverlo y guiarlo. Y si pensamos en el alma
culables cruzara este risueño retiro ? ¿ Qué pasaría si después exclusivamente de esta manera no nos parecerá una para­
de la muerte despertáramos en un mundo en el cual no doja, sino una perogrullada, decir que el alma debe ser
tuviera la menor vigencia la filosofía atómica? Obsérvese material. Pues, ¿ cómo podemos concebir que la conciencia
que esta sugestión no se opone de ninguna manera a los preexistente gobierne el desenvolvimiento del cuerpo, lo
argumentos por los cuales la ciencia puede demostrar la mueva, guíe y vivifique•? Un espíritu capaz de tal milagro
exactitud de la teoría atómica. Todo lo que Epicuro en- no sería en ningún caso humano, sino enteramente divino.
50 51
Así, pues, el alm a que Lucrecio ll a ma material no deberí a
ser identificada con la conciencia, sino con el fundamento por lo cual en una existenci a fut � ra no � e cordaríamos la
.
de la conciencia, que es al mismo tiempo la ca usa de la presente. Estas reflexiones cau � a n im�res1on y son � xpre­
vid a en el cuerpo. Por eso la concibe como un enj a mbre sadas por Lucrecio cori su h abitual bnllantez y sentido de
1a realid a d. Mediante tales pensamientos nada se prueba
de átomos muy pequeños y volátiles, como un a especie de
éter residente en todas las semilias vivientes, aspirado con científicamente, pero se trata de buena filosofía Y de bue? ª
_
abundancia durante la vida y exhalado en el momento de poesía ; representan la acumulación de muchas exp: nencias
_
l a muerte. y su sometimiento a un elevado juicio. El ar �1sta tle � e :,us
ojos fijos en el modelo y pint a la muerte segun la vida.
Sin embargo, aunque esta teoría fuera acept a da no de­
mostraría lo que Lucrecio en el fondo se propone, es decir, Si est a s consideraciones consiguen ahuyentar el temor a
1a imposibilidad de una vida futura . Los átomos del alma una vida futura, perm a nece todavía la angustia que muchos
son, como todos los átomos, indestructibles, y si la con­ sienten a nte la idea de l a extinción. Y si hemos cesado de
ciencia se atribuyera a un pequeño número de ellos o sólo temer a la muerte, cqmo H a mlet, por los sueños que ? u: •
den venir después de ella, podemos aún temerl a instmti­
a uno (como luego enseñó Leibniz) , l a conciencia seguirí a
vamente, como los cerdos en el matadero. Contra est: ho­
existiendo después de que esos átomos hubieran sa lido del
cuerpo y atravesa do rápidamente nuevos espa cios. Más aún, rror instintivo a morir, Lucrecio ofrece muchos v a lientes
se habrí a n elevado todavía más a causa de est a aventura, a rgumentos. Locos, nos dice, ¿por qué teméis lo que
�unca
del mismo modo que una abeja puede encontrar el cielo podrá afligiros ? Mientr a s vivís todaví � , l a muerte esta au­
,
o el jardín más estimulante que la colmena. Todo lo que sente, y cu a ndo estáis muertos, lo est a 1s hasta el pu� to de
que no podéis saberlo y lamentaros por ello. Estare1s tan
Lucrecio dice acerca de la divisibilid a d del alma, y su di­
tranquilos como antes de nacer. ¿ O es que tal vez os a c? n ·
fusa sede corporal y de los peligros que encontraría fuera, _
no llega a suprimir la siniestra posibilid a d que le a tor­ goja el pueril temor de tener frío b ajo la tierr a , _de s� � tlros
_
menta. ahogados por su peso ? Pero vosotros no est� re1s alh ; _ los
Pa ra convencernos de que perecemos completamente en átomos, inconscientes, de vuestra a lma d a nzaran muy leJos,
el momento de l a muerte tiene que fi a rse de vulga res expe­ en algún rayo de sol, y no estaréis �n �ar t: alguna. No
. ,
txistiréis en absoluto. La muerte es por defm1C1on un est a do
rienci a s y de su correspondiente prob abilidad : lo que _cam­
bia no es indestructible ; lo que empieza, termina ; la ma­ que excluye la experiencia. Si la teméis, estáis temiendo una
mera pal abra.
durez intel�ctual, la s a lud, la cordura son inherentes al
cuerpo como conjunto y tot a lid a d (no puede demostr a rse Acaso a todo esto Memmio o a lgún otro lector rec a lct­
trante argüirá que lo que le hacía estremec;� no era e : esta­
que lo sean sólo a los átomos componentes del alm a ) ; las
do met a físico de la muerte, sino la reahs1m a a go111a del
pa siones son propias de la vida corporal y de l a existencia
terrenal ; no tenemos por qué llevar una máscara diferente morir. Morir es algo horrible, como n a cer es algo ridículo.
o esta r en un nuevo escenari o ; no recordamos ninguna exis­ y aun en el caso de que la entr a da en este mundo .º la
tencia anterior en el caso de que hubiéramos tenido a lguna, salid a de él no implic a r a ningún dolor, podremos decir lo
que dice de ello la Francesca de Dante : 1Es la manera lo que
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me estremece. Lucrecio, por su lado, no hace ningún es­ un mal y no debe ser temida en absoluto. Pues lo que más
fuerzo para mostrar que todo es como debería ser, y si se teme no es la agonía del morir ni siquiera la extraña
nuestra manera de llegar al mundo es innoble y nuestro imposibilidad de que cuando no existimos no sufrimos por
modo de salir de él lastimoso, eso no es un defecto ni de la no existencia. Lo que se teme es la derrota de una Vü­
él ni de su filosofía. Si el temor a la muerte fuera mera­ luntad actual dirigida a la vida y a sus diversas empresas.
�e � te el temor al morir, sería mejor tratado por la me­ Tal volunta d no puede ser discutida, pero puede ser debi­
d1c111a que por los argumentos. Hay, o debería haber, un litada :mediante sus contradicciones internas, mediante la
arte de bien morir, de morir sin dolor, de buena gana y ironía de la experiencia o la disciplin a ascética. La intro­
con oportunidad -como en esas nobles despedidas que des­ ducción de la disciplina ascética, la revelación de la ironía
criben las lápidas sepulcrales áticas--, especialm ente si se de la experiencia, la exposición de las contradicciones in­
nos permitiera, como lo haría Lucrecio, escoger nuestro ternas de la voluntad serían los verdaderos medios de mi�
momento. tigar el amor a la vida. Y si el amor a la vida se extin­
Pero me atrevo a pensar que el temor radical a la muer­ guiera, el temor a la muerte, como humo procedente de
te es algo enteramente diferente. Es el amor a la vida. Epi­ aquel fuego, también se desvanecer ía.
curo, que temía a la vida, parece haber ol viciado aquí la En realidad, la fuerza que tiene el grandioso pasaj e
fuerza primordial y colosal contra la que estab a luchando. contra el temor a la muerte que se encuentra al final del
Si hubiera percibido esa fuerza, se habría visto oblioo-ado a tercer libro de Lucrecio procede ante todo de la descripción
.
combatirla de un modo más radical, por medio de un mo- que contiene acerca de la locura de la vida. Su filosofía
vimiento envolvente y de un ataque por la retaguardia. El desaprueba la codicia, la ambición, el amor y el sentimiento
amor a la vida no es nada racional o fundado en la expe­ religioso; se esfuerza en renuncia r a la vida, en renuncia r
riencia de la vida. Es algo anterior y espontáneo. Es la a todo lo que en la vida es apasionado, alegando que es,
Venus Genetrix que cubre la tierra con su flora y su fau­ en última instancía , doloroso e ignominioso. Huir de todo
na. Enseña a cada animal a buscar su alimento y su pareja, ello es una gran liberación. Y como el genio debe apasio­
a proteger su descendencia, así como a resistir o a huir de narse por algo, Lucrecio vierte su entusiasmo sobre Epicu­
los daños corpora les y ante todo de la amenaz adora muerte. ro, que trajo esta liberación y fué el salvador de la huma­
Es el originario impulso por el cual el bien se distingue nidad. Sin embargo, esto constituía sólo un principio de
del mal y la esperanza del temor. salvación, y los mismos argumentos, llevados a más radi­
Por lo tanto, nada podría ser más fútil que reunir argu­ cales consecuencias, nos habrían liberado también de la vida
mentos contra ese temor a la muerte que es meramente otro epicúrea y de lo que conservaba de griego y de naturalist a :
nombre para designar la energía de 1a vida o la tendencia la ciencia, la amistad y los sanos placeres del cuerpo. Si
a la conservación del propio ser. Los argumentos suponen hubiera renunciado asimismo a estas cosas, el epicureísmo
premisas, y estas premisas expresan en el caso presente al ­ habría desembocado completamente en el ascetismo, en un
guna forma particula r del amor a la vida, de donde es sistema acabado de mortificación o en una persecución de
imposible concluir que la muerte no es en manera alguna la muerte. Para los que persiguen sinceramente la muert�.
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ésta no es ningún mal, sino el sumo bien. En este caso no gos de la pas1on. La v1s1on inflama su entusiasmo, exalta
hay necesidad de esmerados argumentos para demostrar que su imaginación y llena sus versos de evidente gravedad.
la muerte no ha de ser temida porque no es nada, pues a Por lo tanto, si seguimos a Lucrecio en su recomenda­
pesar de no ser nada -o más bien por no ser nada- la ción de limitarnos a una breve y parcial ojeada sobre la
muerte puede ser amada por un espíritu fatigado y desilu ­ tierra, no debemos suponer que necesitamos circunscribirnos
sionado, de la misma manera que a pesar de no ser nada a la esfera de nuestros intereses morales. Por el contrarío,
-0 más bien por no ser nada- debe ser odiada y temida en la misma proporción en que despreciamos los terrores
por cualquier animal vigoroso. supersticiosos y las esperanzas sentimentales, a medida que
Una observación más y termino con este tema. La cul­ nuestra imaginación se hace olvidadiza, fortalecemos nuestro
tura antigua era retórica. Abundaba en ideas que son ver­ primitivo y directo interés en el mundo y en lo que en él
balmente plausibles y son consideradas como modelos en puede suceder, antes de nosotros, después de nosotros o fuera
un discurso público, pero que si nos detenemos a criticarlas del alcance de nuestra vista. Si, como Lucrecio y todo poeta
revelan inmediatamente su falsedad inexcusable. Una de filósofo, nos extendemos a todas las épocas y a todas las
estas falacias retóricas es la máxima de que los hombres existencias, olvidaremos, como él, nuestra propia persona y
no pueden vivir para aquello de que no pueden ser testigos. aun desearemos ser olvidados en favor de las cosas por las
¿ Qué te importa, podemos alegar en un debate, lo que ha que nos preocupamos. El que ama verdaderamente a Dios,
dice Spinoza, no puede desear que Dios le ame a su vez. El
ocurrido antes de que nacieras o lo que puede suceder des­
que ama la vida dd universo no puede preocuparse mucho
pués de tu muerte? Y el orador que lance tal reto arras­
de su propia vida. Después de todo, la vida del universo no
trará a su auditorio y provocará una risa a expensas de la
es sino el aumento y ampliación de la nuestra. Los átomos
sinceridad humana. No obstante, los mismos hombres que
que han servido en una ocasión para producir la vida, están
aplauden están orgullosos de sus antepasados, s� preocu­
en disposición de reproducirla, y aunque el cuerpo que más
pan del futuro de sus hijos y están muy interesados en
tarde animen sea un cuerpo nuevo y tenga un curso algo
asegurar legalmente la ejecución de sus últimas voluntades diferente no será, según Lucrecio, de una especie totalmente
y testamento. Lo que pueda ocurrir después de su muerte nueva. Acaso no será más diferente de nosotros de lo que
les afecta profundamente, no porque esperen vigilar los somos cada uno con respecto a los demás o de lo que es
acontecimientos desde el infierno o el cielo, sino porque cada uno con respecto a sí mismo en los varios momentos
están interesados idealmente en lo que serán tales aconteci­ de su vida.
mientos aunque nunca puedan ser espectadores de ellos. El Así, pues, de acuerdo con Lucrecio, el alma de la natu­
propio Lucrecio, con su simpatí a por la naturaleza, su celo raleza es en sus elementos efectivamente inmortal. Sólo la
por la civilización, sus lágrimas por Ifigenia mucho tiempo individualidad humana, la azarosa composición de dichos
después de su muerte, no es incitado por la esperanza de elementos, es transitoria, de modo que si un hombre se pre­
observar o el recuerdo de lo observado. Se olvida a sí mismo. ocupara de lo que ocurre a otros hombr{'s, de lo que le ocu­
Ve la totalidad del universo desplegada con y de los estra- rrió a él cuando era joven o de lo que le· pasará al llegar a

57
viejo, podría perfectamente preocuparse, siguiendo l a misma
ruta de la imaginación, de lo que puede sobrevenirle al mun­
r
:f:
tad- en poetas psicológicos, en campaneros de campanas
mentales, en oyentes de las accidentales armonías de la con­

l
do para siempre. La finitud y la injusticia de su vida per­ ciencia. Por eso los llamamos simbolistas, adscribiendo tal
sonal quedarían deshechas ; la ilusión del egoísmo sería disi­ vez a este término alguna sombra de menosprecio, como si
'
pada, y podría decirse a sí mismo : tengo imaginación y nada ' ! fueran simbolistas de una especie vacía, supersutíl o fatua.
real me es ajeno. Pues esos poetas juegan con las cosas de un modo exube­
rante, haciendo de ellas símbolos de sus pensamientos en vez
de enmendar sus pensamientos de manera inteligible para
La palabra "naturaleza" tiene muchos sentidos, pero si convertirlos en símbolos de las cosas.
conservamos el que justifica la etimología y es al mismo Un poeta podría ser simbolista en otro sentido en el
tiempo más filosófico, encontraremos que significa el prin-­ caso de que desmenuzara la naturaleza, el objeto sugerido
cípio del nacimiento o génesis, la madre universal, la gran al espíritu por el lenguaje, y retrocediera a los elementos del
causa o sistema de causas que revelan los fenómenos. Si to­ paisaje, no con el fin de asociar perezosamente esas impre­
mamos la palabra "naturaleza" en este sentido, podremos siones, sino para formar a base de ellas una naturaleza dife­
decir que, más que cualquier otro hombre, Lucrecio ha sido rente, un mundo mejor que el que revelan a la razón. Los
el poeta de la naturaleza. Como se trata de un antiguo, no elementos del paisaje, elegidos, subrayados y combinados
es, naturalmente, un poeta del paisaje. Profuné::liza más ; es nuevamente, serían entonces símbolos del mundo ideal que
un poeta de la fuente del paisaje, un poeta de la materia. estaban destinados a sugerir, símbolos de la vida ideal que
Un poeta del paisaje puede intentar sugerir, mediante pala­ podría Uevarse en tal paraíso. Shelley es en este mismo sen­
bras bien elegidas, las sensaciones de luz, movimiento y tido un poeta simbólico del paisaje. Como Francis Thomp­
forma que la naturaleza despierta en nosotros, pero en su in ­ son ha dicho, l a naturaleza era para Shelley una tienda de
tento encontrará la insuperable dificultad que hace ya mu­ juguetes. Su fantasía tomaba los materiales del paisaje y
cho tiempo advertía Lessing a los poetas : la ineptitud dil los urdía hasta formar con ellos un mundo sutilísimo, una
lenguaje para interpretar lo que rs espacial y material ; su brillante morada etérea para espíritus irresponsables recién
capacidad para traducir solamente lo que, como el lenguaje nacidos. Shelley era el músico del lenguaje. Describía sus su­
mismo, es incorpóreo y flúido -acción, sentimiento y pen­ gestiones no realizadas ; transformaba las cosas vistas en co­
samiento. sas que le hubiera gustado ver. En esta idealización le guiaba
En efecto, es notable que los poetas que están fascinados el espíritu, las inclinaciones de su salvaje y exquisita imagi­
por los sentidos puros e intentan escribir poemas sobre ellos nación. A veces se figurab a que los toscos paisajes de la tierra
no sean llamados impresionistas, sino simbolistas, pues al eran también la obra de alguna fuerza semíespiritual, de
procurar expresar alguna sensación absoluta, expresan más alguna potencia que soñaba sin cesar. En este sentido, el pai­
bien el campo de asociación en que radica tal sensacíón o las saje terrenal le parecía el símbolo del espíritu de la tierra,
emociones y vagos pensamientos que caprichosamente lo del mismo modo que los paisajes cristalinos iluminados 9or
atraviesan. Se convierten -acaso contra su propia volun- las estrellas que describe en sus versos, con sus flores melan -
58 59
cólicas, eran símbolos en los que se expresaba su propio
espíritu febril, imágenes en las que reposaba su pasión.
1
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¡
época de Wordsworth y para su país, el paisaje carecía rara­
mente de figuras. Por lo menos, alguna traza visible del
hombre guiaba al poeta y daba acceso a su meditación mo­
Podemos encontrar otra clase de poesía del paisaje en ral. La vida campestre no era para Wordsworth menos esti­
\Vordsworth, a quien corresponde tal vez el título de poeta mada que el paisaje mismo. Acompañaba a todos los cua­
de la naturaleza. Para Words,vorth, el paisaje es una in­ dros, y mientras la marcha de las cosas, tal como Lucrecio
fluencia. Lo que expresa más allá de los rasgos. pictóricos la concebía, no estaba presente en la imaginación de Words­
de que es capaz el lenguaje es la inspiración moral que le worth, las revoluciones de la sociedad -por ejemplo, la
aporta la escena. Esta inspiración moral no procede en abso­ Revolución francesa-- estaban constantemente en sus pen­
luto de los procesos reales de la naturaleza que todo paisaje samientos. En tanto que poeta de la vida humana, Words­
manifiesta en algún aspecto y por un momento. Tal habría worth era verdaderamente un poeta de la naturaleza. Pero
sido el método de Lucrecio. :Éste hubiera pasado imagina­ en tanto que poeta del paisaje, era fundamentalmente un
tivamente del paisaje a las fuentes del paisaje ; hubiera des­ poeta de la vida humana o meramente· de su personal expe­
cubierto la poesía de la materia, no la del espíritu. Words­ riencia. Cuando hablaba de la naturaleza, por lo general
worth, por el contrario, trata de asuntos humanos incid�n­ moralizaba y estaba completamente sometido a la fala..::i a
tales. No es un poeta de la génesis, de· la evolución, de la patética. Pero cuando hablaba del hombre o de sí mismo,
fuerza natural en sus innumerables manifestaciones. Sólo descifraba una parte de la naturaleza, el recto corazón hu­
un aspecto del proceso cósmico atrae su interés o afecta su mano, estudiado en su verdad.
alma : el fortalecimiento o purificación de las intenciones Lucrecio, un poeta de la naturaleza universal, estudiaba
humanas mediante las influencias del paisaje. Estas influen­ la verdad de todas las cosas. Aun la vida moral. sentida por
cias son muy reales, pues de la misma manera que el ali­ él de modo más estrecho y frío que Wordsworth, era en­
mento o el vino mantienen los latidos del corazón animal tonces mejor comprendida y mejor cantada, pues era con­
o los aceleran, los grandes espacios de un cielo sereno, las templada en su aspecto natural. Es un error de los idealis­
montañas, las cañadas, las solitarias cascadas dilatan el pe­ tas desfigurar el idealismo, porque no lo consideran como
cho, disipan las obsesiones que torturan la cotidiana exis­ una parte del mundo. El idealismo es una parte del mundo,
tencia del hombre y, aun siendo menos contemplativo' y una parte pequeña y subordinada. Es una parte pequeña y
menos virtuoso que Wordsworth, le convierten durante subordinada inclusive en la vida de los hombres. Este hecho
unos momentos en amigo de todas las cosas y de sí mismo. no es una objeción al idealismo tomado como energía moral,
Sin embargo, estas influencias son vagas y, en su mayor como facultad de idealización y como hábito de vivir en
parte, efímeras. V/ordsworth no las habría experimentado presencia familiar de una imagen que representa lo mejor
tan distinta y constantemente si no hubiese encontrado otro de todas las cosas. Pero es la ruina del idealismo concebido
lazo entre el paisaje y el sentimiento moral. Tal 1azo exis­ como único panorama del poder universal y central existen­
te. El paisaje rs el escenario de la vida humana. Cada lugar
te en el mundo. Por �ste motivo, Lucrecio, que ve la vida
y cada momento se hallan asociados a la forma de existencia
humana y el idealismo humano en su puesto natural, posee
que corresponde a los hombres en aquel medio. Para la
61
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una concepc1on más sana y madura acerca de ambos que la dedicadas a los dioses y frecuentemente pasar largas horas
de Wordsworth, a pesar de su mayor refinamiento. Para ante sus imágenes en actitud de contemplación y plegaria.
\!l poeta latino, la naturaleza es realmente naturaleza. La En esto como en tanta� otras cosas, Epícuro llevaba a su
ama y la teme tal como merece ser amad a y temida por sus conclusión lógica la naturaleza racional y reformadora del
criaturas. Tanto sí es viento tempestuoso, torrente violento, helenismo. En la religión griega había, como en todas las
cordero que bala, magia del amor o genio que realiza sus demás religiones, un último fondo de superstición vulgar.
propósitos, como sí se trata de una guerra, de una peste, Sobrevívencias y renacimiento de la adoración totémica,
Lucrecío lo ve todo en sus causas y en su total proceso. Un tabús, magia, tráficos rituales y retórica objetivada pueden
hálito de la pródiga creación, una férrea ley de los cambios encontrarse en ella hasta el final. Con todo, si consideramos
atraviesa el conjunto, vinculando todas las cosas en sus ín­ en la religión griega su tendencia característica y lo que la
timos elementos y en su último fin. Aquí se halla el rasgo hizo tan distintamente griega, veremos que fué su idealidad
capital de la naturaleza , de su grandeza y eternidad. Aquí sin precedentes, su desinterés y su gsteticismo. Para el griego,
SI? encuentra el verdadero eco de la vida de la materia. en tanto que era griego, la religión era una aspiración a
Cualquier amplia descripción de la naturaleza y del des­ vivir como los dioses, invocando su compañía, recitando su
tino, siempre que se crea en ella, debe despertar emoción e historia, sintiendo brillar la luz de sus espléndidas prerro­
inspirar en un espíritu meditativo y vívido la poesía. Pues gativas y colocándolos constantemente ante los ojos en for­
¿ qué es la poesía sino emoción, fijación y coloración de los ma de hermosas y muy humanas estatuas. Este simpático
objetos de que brota ? El sublime poema de Lucrecio, al ex­ interés por los inmortales substituyó en la mente griega
poner la menos poética de las filosofías, prueba este punto típica cualquier vívida esperanza en la inmortalidad huma­
fuera de toda duda. Más aún, Lucrecio estaba lejos de na. Acaso hizo que tal esperanza pareciera superflua e ina­
agotar la inspiración que un poeta podía e·x traer del mate­ propiada. La mortalidad pertenecía al hombre, como la
rialismo. En la filosofía de Epícuro, que no tenía sino un inmortalidad pertenecía a los dioses, y una era el comple­
débil apoyo en el materialismo, había dos aspectos que Lu­ mento de la otra. Imagínese un poeta que, a la libertad y
crecío no acogió y que son naturalmente ricos en poesía : el simplicidad de Homero, hubiera agregado el más reverente
de la piedad y el de la amistad. Es habitual y, en cierto sen­ idealismo de una época posterior. ¡ Qué inagotable reserva
tido, legítimo, hablar de los epicúreos para calificarlos de de poesía habría encontrado en esta concepción de los in­
ateos, por cuanto negaban la providencia y el gobierno de mortales que llevan una vida humana sin sus sórdidas con­
Dios sobre este mundo. Sin embargo, admitían la existencia trariedades y limitaciones, eternamente jóvenes, sinceros y
de dioses que vivían en tranquilos espacios situados entre diferentes de todos los demás !
los remolinos celestiales que constituyen los distintos uni­ En Platón pueden encontrarse rasgos de tal poesía, mitos
versos. Atribuían a estos dioses la forma humana y la vida que describen las sugestiones ideales de la vida humana. A
serena a que Epícuro aspiraba. El propio Epícuro era tan veces los pinta de un modo vago y pálido, y los llama ideas,
sincero en esta creencia y estaba tan influído por ella, que pero a veces les da forma divina o los incorpora a detalladas
acostumbraba frecuentar los templos, celebrar las fiestas construcciones imaginarías como las que se encuentran en la

62 63
República. Este hábito platónico podía haber sído prose­ mente. Lucrecio habla en un pasaje al que me he referido
guido por algún poeta más franco y menos reaccionario a ya 1) de la esperanza de la dulce amis� ad qu� �e sostie n � en
medida que los años convertían su vino en vinagre. Pero el . _
sus trabajos, y en otro lugar 2 ) rep1te el idilio e?icureo
mundo entero se estaba volviendo agrio. La imaginación acerca de la reunión de los amigos sobre la verde hierba Y
decaía o se desviaba de la corriente griega para entrar en la al lado de un ondulante arroyo. Pero la palabra "juntos"
hebrea. Sin embargo, los himnos de los poetas modernos en es todo lo que nos permite observar lo que debe constituir
honor de los dioses antiguos y los imborrables ecos de la el principal ingrediente en tal felicidad rural.
mitología clásica en nuestra literatura, muestran cuán fácil
habría sido para los mismos antiguos de la última época, Horacio, habitualmente mucho más superficial que Lu­
crecio, es aquí menos precipitado. No solamente insiste con
en el caso de que se lo hubieran propuesto, hacer poesía
inmortal a base de sus agonizantes supersticiones. Las ne­ más frecuencia en el tema de la amistad, sino que todo su
espíritu y todo su'. carácter respiran amistad y buen acu:rdo.
gaciones de Epicuro no excluyen este uso ideal de la reli­
En el encanto y artificio de sus versos hay una especie de
gión. Por el contrarío, al excluir todos sus demás usos -el
alegría confidencial revelada al probar junto a los pocos
comercial, el pseudocientífico y el egoísta- dejan sólo en
amigos el sabor, dulce o picante, de las cosas humanas. Ser
pie su aspecto moral interpretativo, al alcance del poeta, si .
breve y dulcemente irónico significa dar por sentada la mte­
algún poeta pudiera ser suficientemente puro y fértil para
ligencia mutua, y dar por sentada la in �eligencia �utua
alcanzarlo y expresarlo. El paganismo racionalizado hubie­
quiere decir creer en la amistad. � n Lu� recio, en can�b10, �l
ra podido tener su Dante, un Dante que hubiera sido discí­
�ervor es más poderoso que la simpatia, y el desden mas
pulo, no de Virgilio y de Santo Tomás de Aquino, sino de
Homero y de Platón. Lucrecio era demasiado amante de la �uerte que el buen humor. Acaso sería pedir demasiado de
exactitud, demasiado positivista y porfiado para tan deli­ su inflexible fervor que lo mitigara un poco de vez en cuan­
do y nos mostrara con algún detalle cuáles pueden ser los
cada tarea. Era un romano. Aunque había en su filosofía
placeres de la vida en los que no intervengan ni la �reocu­
espacio para la mitología moral y para la piedad ideal, no J 1

pación ni el temor. Si era imposible para él no estar siempre


formaban parte de su poesía.
serio y con austero semblante, podía por lo menos ? aber
Lo que podía haber proporcionado el otro tema desaten­
observado la melancolía de la amistad, pues la amistad,
dido, la amistad, podemos verlo en el tono de otro epicúreo,
el poeta Horacio. La amistad era altamente honrada en to­ cuando la naturaleza ha aislado a las mentes y ha hecho
dos los antiguos Estados, y la filosofía epicúrea, al eliminar
l) Véanse los versos antes citados : I, 24. 28 3 0, 4 1 - 4 3 , 1 4 0 - 4 4 .
tantas tradicionales formas de sentimiento, no podía hacer
�) LUCRECIO, JI. 2 9 - 3 3 :
otra cosa que intensificar la importancia dada a la misma.
Enseñaba a los hombres que eran un accidente en el universo, Inter se prostrati in gramine molli
que eran compañeros sin rumbo flotando en la misma balsa, Propter aquae rivum, sub ramis arboris altae,
Non magnís opibus iurnnde corpora cura ni :
sin ningún destino que no fuera común a todos y sin poder
Praesertim wm tempestas arridet, et anni
recibir auxilio excepto el que se proporcionaran mutua- Temra coponspergunt viridantis f/oribus herbas 5 ) .

64 65
TreA poetas filóso-fos.--5.
mo rtales a los cuerpo s, es también rica en melancolía. Est o y muestra que puede ser extendido a las más c omplejas Y
podemos encontrarlo de nuevo gn H o racio, quien una o do s emo cio nales esferas de la existencia. Al mismo tiempo , un
veces hace que brote del corazón de esta flor ese "algo amar­ naturalismo imparcialmente ampliado a los hechos mo r ales
go" cuand o siente una vaga necesidad de qug la saciedad significa indisputablemente una lección de tolerancia, de
s obreviva, y anhela perversamente l o imposible 1 ) . ¡ Pobres escepticismo y de independencia que, sin contradecir los
epicúreo s cuando n o han podid o aprender, como su maes­ principios epicúreos, ampliaría y transfo rmaría c o nside r a­
tro , a ser san tos ! blemente sus sentimientos. La histo ria habría revelado al
El materialismo decadente de Epicuro ha p odid o pro ­ poeta epicúreo una nueva dimensión de la naturaleza y un
ducir un p oeta, pero el materialismo de nuestros días puede más variado espectáculo de locura. Su imaginación se ha­
enco ntrar muchos otros temas poético s dignos de ser inser­ bría enriquecid o y sus máximas se habrían f ortalecido.
tado s en su sistema. Al cuadro que bosqueja Lucrecio sobre Las emociones que Lucrecio aso ció con sus áto mos y su
la civilización primitiva po demo s agregar la histo ria entera vacío, con sus negaciones religio sas y sus abstencio nes frent e
de la humanidad. Para un materialismo c onsecuente y vigo­ a la acción, so n emociones necesariamente implicadas en la
ro s o, to d os los dramas personales y nacionales, junto con vida. Existen en t o dos los caso s, aunque no necesariamente
las bellezas de t o das las artes, no son menos naturales e aso ciadas co n las doctrinas mediante las cuales el poeta in­
interesantes que las flor�s o l os animales. El fasto moral de tentaba aclararlas. Se mantendrá su vigencia, cualquiera que
este mund o , científicamente estudiad o , se halla maravillo­ sea el mecanismo con el que substituyamos el expuesto p or
samente dispuesto para ref orzar y refinar la fil os ofía de la Luc recio, siempre que seam os serios y no intentemos huir
abstención sugerida a Epicuro por �1 fluj o de las c osas ma­ de los hechos en vez de explicarlo s. Si las ideas incorporadas
teriales y por las ilusiones de la pasión vulgar. Lucrecio a una filos ofía representan un amplio examen de l o s hecho s
estudia la superstición, pero sólo como enemigo, en tanto y un sentimient o maduro en presencia de ello s, todas las
que el poeta natur alista no debería ser enemigo de nada. nuevas ideas adoptadas en substitución de las anteriores ten­
Su mala voluntad le encubre la mitad del objeto, su más drán que adquirir l o s mismos val ores, de m o do que nada
hermosa mitad, y nos hace desconfiar de la visión de la in­ cambiará moralmente excepto el lenguaje o la eufonía del
feri or mitad de que se proclama sabed or. Vista en su tota­ entendimiento.
lidad y r o deada de todos l o s demás productos de la imagi­ Desde luego, una teoría sobre el mundo debe ser verda-
nación humana, la superstición n o es sól o c o nmo vedora po r dera y las demás falsas, po r lo menos si las categorías de
sí misma, no es sólo un tema capital de la tragedia y de la cualquier teoría son aplicables a la realidad. Pero la teoría
comedia, sino que refuerza el m od o materialista de pensar ver dadera, l o mismo que la falsa, reside en la imaginación,
y la verdad que el p oeta aprehende es su verdad c on respecto
1 ) HORACJO, Odas, IV, 1 :
a la vida. Si no hay átomos, habrá por lo menos caracteres
Iam nec spes animi credula mutui . de la naturaleza, o leyes de la evolución, o dialéctica del
Sed cur, heu ! Ligurine, wr progreso, o decreto s de la pro videncia, o intrusiones del
Manat rara meas lacrima per genas? 6) . azar, y ante esos poderes igualmente externos e infundados
66 67
deberemos inclinarnos como Lucrecio se inclinó frente a sus arbitrarías, cuando son meras conjeturas sobre l o descono­
átomos. Será siempre im portante e inevitable reconocer algo cido, pero concuerdan o se completan cuando son expresivas
externo, algo que nos engendra o rodea, y acaso la única o simbólicas, cuando son pensamientos que la experiencia
diferencia existente entre el materialismo y otros sistemas arranca del corazón de los poetas. Todas las filosofías son
en este respecto sea que el materialismo ha estudiado, más entonces maneras distintas de encontrar y de fijar el mismo
escrupulosamente que los demás, los pormenores y el mé­ flujo de imágenes, bs mismas vicisitudes del bien y del
todo de nuestra dependencia. mal que todas las generaciones experimentarán mientras d
De modo similar, aunque Lucrecio estuviera equivocado hombre sea hombre.
y el alma fuera inmortal, sus intereses y posesiones cam­
biarían constantemente. Si n ucstra a l ma no es mortal, lo
son nuestras vidas, y el sen t i miento que hace reconciliarse
a Lucri?cio con la muerte es más necesario si tenemos que
enfrentarnos con muchas muertes, que si sólo tenemos que
afrontar una. De la pérdida gradual de lo que hemos sido
y de lo que somos dice Emerson :

Esta pérdida es agonía cierta


Es el orgulloso acercarse a la muerte
Es la lenta pero segura reclinación del hombre
Que estrella tras estrella abandona su mundo

La máxima de Lucrecio según la cual nada su;gt';r;�


es mediante la muerte de otra cosa, está todavía de acuerdo
con nuestra inmortalidad precaria. Y su arte de aceptar e
inclusive de saborear lo que nos deparan las condiciones de
nuestra existencia, tiene también una aplicación perenne.
Dante, el poeta de la fe, nos dirá que debemos encontrar
nuestra paz en la conformidad con la voluntad que nos
otorga nuestro limitado ser. Goethe, el poeta de la expe­
riencia romántica, nos dirá que debemos renunciar, renun­
ciar perpetuamente. Así, la sabíduría reviste 'las mismas v2r­
dades morales en muchas parábolas cósmicas. Las doctrinas
de los filósofos discrepan entre sí cuando son l iterales y

68 69
D A N T E
III

D A N T E

En el Fedón, de Platón, hay un pasaje incidental de


grandísimo int€rés para el historiador. En este pasaje se
anuncia y se define exactamente toda la transición de la
antigüedad a la edad media, del naturalismo al sobrenatu­
ralismo, de L ucrecio a Dante. Encerrado en la cárcel, Só­
crates habla por última vez con sus discípulos. El tema
general de 1a discusión es 1a inmortalidad, p€ro en una
pausa dentro de sus argumentaciones, Sócrates dice : "En
mi juventud . . . oí leer a alguien en un libro, cu yo autor
dijo era Anaxágoras, que la razón es la causa y la norma
de todas las cosas. Me encantó esta noción, que me pareció
enteramente admirable, de suerte que me dije: Si la razón
es la que ha dispuesto todas las cosas, las habrá dispuesto
del mejor modo y habrá puesto cada cosa particular en el
mejor lugar, quedando convencido de que sí alguien deseaba
encontrar la causa de la generación, de la destrucción o de
la existencia de cualquier cosa, debía encontrarla en . . . lo
que era mejor para ella . . . Me alegré de haber encontrado
en Anaxágoras un maestro que me explicaba, de acuerdo
con mis deseos, las causas de la existencia, e imaginé que
después de haberme dicho si la tierra es plana o redonda,
procedería a . . . mostrarme la naturaleza de lo mejor y a

73
demostrarme por qué es mejor. Y esperaba que s i me dijera su patria, y no por la composición de sus huesos y múscu­
que la tierra está en el centro ( del universo) , me explicaría los. Las razones que damos para explicar nuestras acciones,
que esta posición es la mejor, de manera que quedaría sa­ los motivos que incitan a una asamblea pública a decretar
tisfecho con la explicación dada y no necesitaría ninguna una orden determinada son los mismos que han de darse
otra clase de causa . . . Pues no podía imaginar que después para explicar el orden de la naturaleza. El mundo es obra
de haber señalado la razón como norma de todas las cosas, de la razón. Debe ser interpretado como interpretamos las
me diera otra explicación de su existencia excepto la de que acciones de un hombre : por sus motivos. Y estos motivos
era lo mejor . . No habría vendido por nada estas espe­ deben ser conjeturados, no mediante una fantástica mito­
ranzas, por lo que cogí esos libros y los leí tan pronto logía dramática, tal como la inventaron los antiguos. poetas,
como me fué posible en mi anhelo de conocer lo mejor y sino por un estudio concienzudo de lo mejor y de lo peor
lo peor. en la conducta de nuestras propias vidas. Por ejemplo : se­
i Qué esperanzas me había forjado y cuán penosa fué la gún Platón, la ocupación más elevada es el estudio de la
desilusión que experimenté ! A medida que leía encontraba filosofía, pero esto no sería posible para el hombre si, como
que dicho filósofo abandonaba la razón o cualquier otro un animal de pasto, tuviera que alimentarse continuamente
principio de orden y recurría en vez de ello al air~e, al éter, con la nariz pegada al suelo. Ahora bien, para evitar fa
al agua y a otras cosas absurdas . . . Así, uno imagina un necesidad de estar comiendo continuamente, son muy útiles
torbellino que rodea a la tierra, la cual supone fija en el los intestinos largos ; por lo tanto, la causa de los intestinos
centro ; otro considera que es una especig de disco sustentado largos es el estudio de la filosofía. Más aún, los ojos, la
por el aire. Pero ninguno de ellos hace en absoluto referen­ nariz y la boca se hallan en la cara, porque ( dke Platón)
cia al poder que ha dispuesto las cosas como deben ser para la cara es el lado más noble· -como si la parte posterior no
que sean lo mejor, y en vez de encontrar en ello una fuerza hubiese sido el lado más noble (y el lado frontal) en el
superior, esperan más bien descubrir otro Atla s del mundo caso de que los ojos, la nariz y la boca hubieran estado allí.
más fuerte, eterno y rico que el bien. Del poder que tiene Este método es el que Moliere ridiculiza en Le Malade Ima­
el bien de abarcar y ligar todas las cosas nada dicen, y, con ginaíre cuando el coro canta que el opio hace dormir a la
todo, éste es el principio que estaría dispuesto a admitir si gente porque posee una virtud dormitiva, cuya naturaleza
alguien quisiera enseñármelo" 1 ) • consiste en adormecer los sentidos.
Tenemos aquí el programa de una nueva filosofía. Las Todo esto es física bastante ridícula, pero Platón sabía
cosas deben ser comprendidas por sus usos o finalidades, no -aunque a veces lo olvidara- que su física era caprichosa.
por sus elementos o antecedentes, lo mismo que el hecho d e Lo que nos importa recordar ahora es más bien que bajo
que Sócrates esté en su cárcel, cuando podía haber escapado esta físic a pueril o metafórica hay una sincera moralidad.
a Euboea, hay que comprenderlo por su lealtad a su nocion Después de todo, el opio se usa como narcótico, sin que im­
de lo que es mejor, de su deber para consigo mismo y para porte por qué, desde el punto de vista físico, lo es. El uso
del cuerpo es el espíritu, cualquiera que sea el origen del
1 ) PLATÓN, Fedón, 9 7b-9 9c. cuerpo. Y parece dignificar y vindicar estos usos decir que

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son las "causas" de los órganos que los hacen posibles. Lo del bien y del mal en todos sus grados y en su última esen­
que es cierto de los órganos o sustancias particulares lo es cia, tarea que Dante llevó a perfecta conclusión. Tan fer­
también de todo el armazón de la naturaleza. Su uso o vorosa y e xclusivamente se especuló acerca de las distincio­
utilidad consiste en servir el bien, en hacer posibles la vida, nes morales, que éstas llegaron a contemplarse en formas
la felicidad y la virtud. Por lo tanto, hablando en pará­ casi visibles, como Platón había contemplado sus ideas. Las
bolas, Platón dice con toda su escuela : el descubrimiento expresiones de su filosofía moral se materializaron en ob­
del verdadero principio de la acción es el descubrimiento jetos existentes y en potencias. El sumo bien -que en Pla­
de la fuerza que gobierna el universo. La evocación en un tón es todavía principalmente un ideal político, el objetivo
momento _de arrebato de la esencia de un bien supremo sig­ de la política y del arte- se convirtió en Dios, en el creador
nifica la comprensión de por qué las esferas dan vueltas, del mundo. Los diversos estadios o elementos d� la perfec­
de por qué la tierra es fértil y de por qué la humanidad ción fueron personas en el seno de la divinidad, o intel i ­
sufre y existe. La observación debe ceder a la dialéctica ; gencias angélicas, demonios alados o tipos inferiores del
el arte político debe ceder al anhelo. alma animal. El mal fué identificado con la materia. Las
Se necesitaron muchos siglos para que tal revolución se diversas fases de la imperfección se atribuyeron al carácter
efectuara. Platón tenía un genio profético y apartaba su tosco de los cuerpos, que oprimían y apagaban la centella
vista de lo que era (pues era un griego) para dirigirla a lo divina que los animaba. Pero esta centella podía libertarse,
que iba a srr la humanidad en el próximo ciclo de la civi­ en cuyo caso ascendería de nuevo hacia el fuego originario,
lización. En Dante, la revolución es completa, no sólo de y un alma sería salvada.
un modo meramente intelectual (pues había sido comple­ Esta filosofía no era una seria descripción de la natura­
tada intelectualmente, mucho tiempo antes, por los neopla­ leza o de la evoludón, pero era un juicio serio sobre ellas.
tónicos y por los Padres de la Iglesia) , sino también de un Se había distinguido entre lo bueno, lo mejor y lo óptimo ;
modo completamente moral y poético, pues todos los hábi­ por vez primera se había hablado y se había creído en un
tos de la mente y todas las sanciones de la vida pública mítico enjambre de potencias que simbolizaban estos gra­
habían sido ya asimiladas a ella. Había habido tiempo sufi­ dos de excelencia. Cuando otra persona lo inventa, el mito
ciente para volver a interpretar todas las cosas, suprimiendo puede pasar por historia, y cuando la persona que lo inven­
los esquemas naturales y sustituyéndolos por esquemas ta es un Platón y ha vivido hace muchos años puede pasar
morales. La naturaleza era una mezcla de designios ideales por revelación. De esta manera, los valores morales llegaron
y de materia inerte. La vida era un conflicto entre· el pecado a ser considerados como fuerzas actuantes en la naturaleza.
y la gracia. El medio circundante era un campo de batalla Pero si actuaban en la naturaleza, que era una me-zcla de
entre las huestes de ángeles y las legiones de demonios. Lo materia mala y de forma perfecta, debían existir exterior ­
mejor y lo peor se convirtieron efectivamente, como Sócra­ mente, pues el ideal de la excelencia nos llama desde lejos ;
tes deseaba, en los únicos principios del entendimiento. es lo que anhelamos y no somos. Según ello, las fuerzas que
Convertida en socrática, la parte pensante de la humani­ influían o actuaban en la naturaleza eran virtudes sobre­
dad dedicó desde entonces todas sus energías a la definición naturales, fuerzas dominantes y potencias. Cada cosa na-

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tural tenía su íncubo sobrenatural, un ángel guardián o un alteridad de Dios. Si algo ha de existir al lado de Dios,
demonio que la poseía. Lo sobrenatural -esto es, algo tiene que ser imperfecto ; el conflicto y la inestabilidad son
moral o ideal considerado como un poder y como una exis­ �senciales a la finitud y a la existencia. Por otrn lado, la
tencia- rodeaba a los hombres por todas partes. Todas las salvación radica en la aspiración de la criatura a quedar
cosas del mundo eran así un efecto de algo que estaba más nuevamente absorbida por el hontanar de donde procede,
allá del mundo ; todas las cosas de la vida eran un paso aspiración que se expresa en diversos tipos 'del ser, asenta­
hacia algo superior a la vida. dos en lo eterno -tipos que nos conducen, como los pel­
El cristianismo se adaptó fácilmente a este sistema. Lo daños de un templo, al inefable bien que se dibuja en la
enriqueció al agregar a la cosmología simbólica la historia cumbre.
milagrosa. Los platónicos habían concebido un cosmos en En el sistema cristiano, esa circulación cósmica se con­
�l que había seres superiores e inferiores, dispuestos en círcu­ virtió solamente en una figura o en un símbolo que expre­
los concéntricos alrededor de la masa vil. pero cardinal de saba la verdadera creación, la verdadera caída y la verdadera
la tierra. Los cristianos aportaron una acción dramática salvación ---episodios reales de un drama histórico que sólo
para la cual tal escenario parecía admirablemente adaptado, una vez ocurre. El mundo material era así sólo un tablado,
una historia en la que toda la raza humana o el alma par­ un escenario, expresamente dispuesto para la representación.
ticular pasaban sucesivamente a través de esos tablados su­ Y esta representación era la historia de la humanidad, espe­
periores e inferiores. Había habido una caída y podía haber cialmente la historia de Israel y de la Iglesia. Los personajes
una salvación. Esta concepción del desprendimiento del bien y los acontecimientos de esta historia tenían un alcance filo­
y de su nueva ascensión hacia él, era en cierto sentido pla­ sófico, pues cada uno de ellos desempeñaba cierto papel en
tónica. Según los platónicos, el bien derrama eternamente, un plan providencial. Cada uno d� ellos representaba en un
lo mismo que la luz, su influencia, vital. y recibe (inadver­ sentido particular la creación, el pecado y la salvación.
tidamente y sin que aumente su excelencia) rayos reflejos Los judíos no habían sentido jamás desconsuelo por su
que en forma de amor y pensamiento revierten sobre él existencia material. lnciusive esperaban seguir siendo mate­
desde los confines del universo. Pero d� acuerdo con los riales en �l otro mundo, siendo su inmortalidad una resu­
platónicos, esta radiación de la vida y esta reabsorción de rrección de la carne. No les parecía plausible que la admira­
la misma son perpetuas. El doble movimiento es eterno. ble estructura de las cosas no fuera sino un eco déb'il. turbio
La historia del mundo �s monótona o, mejor dicho, el e indeliberado del bien. Por �l contrario, pensaban que este
mundo no posee una historia significativa, sino únicamente mundo es intrínsecamente tan bueno, que tenían la seguri­
un movimiento análogo al de una fuente· que mana sin dad de que Dios lo había creado expresamente, no siendo,
cesar y para siempre, o parecido al de la circulación del agua pues, como los platónicos creían, un inconsciente efluvio de
de la lluvi a que cae de las nubes y se eleva nuevamente hacia su poder. Su asombro ante el poder e ingenio de la divini­
ellas en forma de vapor. Esta caída o emanacíón del mundo dad alcanzaba el punto máximo cuando pensaban en Ella
a partir de la divinidad es para los platónicos el origen del como astuta inventora de la naturaleza y de los hombres.
mal. el cual consiste meramente en finitud, materialidad o Sin embargo, la obra parecía mostrar ciertas imperfecciones.

78 79
En realidad, su excelencia moral era más bien potencial que cial, como l a encarnación o muerte d e Cristo. Los judíos
actual; era mási bien una indicación de lo que podía ser que concibieron justamente la salvación como una restauración
un hecho consumado. Y así, pues, para explicar los inespe­ de su existencia y grandeza nacionales, restauración que
rados defectos en una creación que era, a su entender, esen­ debía ser producida por la paciencia y fidelidad del elegido
cialmente buena, refirieron al comienzo de las cosas una y mediante tremendos milagros acaecidos para recompensar
experiencia que poseían diariamente, es decir, la experiencia sus virtudes.
de que el mal procede de la mala conducta. Su concepción de la caída y de la redención era, pues,
Los judíos eran asiduos vigilantes de la fortuna y de sus histórica. Y esto constituía una gran ventaja para un hom­
vicisitudes. Las profesiones de los hombres constituían su bre de imaginación que heredara su sistema, pues los per­
constante meditación, y no hace falta mucha atrnción para sonajes y los milagros que figuran en sus sagradas historias
advertir que la frivolidad, la indiferencia, la bellaquería y le proporcionaban un tema rico para desarrollar la fantasía
la corrupción no contribuyen al bienestar en este mundo. y para la representación artística. Los patriarcas a partir de
Y lo mismo que otros pueblos faltos de recursos, los judíos Adán, los reyes y profetas, la creación, el Edén, el diluvio,
tenían una patética admiración por la seguridad y la abun­ la salida de Egipto, los truenos y la ley del Sinaí, el templo,
dancia. ¡ Cuán poco han debido de · conocer estas cosas para el exilio -todo esto y otras muchas más cosas que contiene
pensar en ellas tan arrobada y poéticamente ! No sólo su la Biblia- constituía un rico acopio, una tradición fami­
prudencia personal, sino también su c-e lo corporativo y reli­ liar viviente en la Iglesia de que Dante podía echar mano,
gioso les hizo aborrecer esa mala conducta que frustra la como así lo hizo también en lo que se refiere a la tradición
prosperidad. No era sólo mera locura, sino perversidad y clásica paralela igualmente heredada. Para otorgar a todos
abominación de la desolación. Teniendo siempre presentes esos personajes e incidentes bíblicos una dignidad filosófica,
las normas de la conducta, edificaron la teoría de que todo sólo tenía que adaptarlos, como habían ya hecho lo s Padres
sufrimiento, y aun la misma muerte, no son sino las con­ de la Iglesia, a la cosmología neoplatónica, o, como estaban
secuencias del pecado. Finalmente, llegaron hasta a atribuir haciendo los Doctores de su propia época, a la ética aris­
el mal en toda la creación al pecado casual de un primer totélica.
hombre y a su mancha transmitida a sus descendientes, pa­
Así interpretada, la historia sagrada adquiría para el fi­
sando así por encima del sufrimiento y de la muerte de
lósofo una nueva importancia, además de la que había pa­
todas las criaturas no humanas con una indiferencia que
recido tener para Israel en el exilio o para el alma cristiana
hubiera sorprendido a los propios hindús. consciente del pecado. Cada episodio se convirtió en el sím­
Según la concepción hebraica, la imperfección de las co­ bolo de algún estado moral o de algún principio moral. Ca­
sas es debida a accidentes experimentados en su funciona­ da predicador de la cristiandad, al repetir su homilía sobre el
miento, y no, como en la doctrina platónica, a su esencial Evangelio del día, �ra invitado a edificar un armazón de
separación de su fuente y de· su finalidad. De acuerdo con interpretaciones espirituales sobre el sentido literal de la
ello, la salvación debe ve111r en virtud de cierto acto espe- narración que, sin embargo, tenía siempre que mantener y
80 81
Tres poetas filósofos.-6.
conservar como fundamento para l os demás 1 ) . En un mun­ tismo y, en u n s e nt ido extrañamente lit eral, en el ángel
d o hec�o _ p or Dios para m ostrar su gl oria, las co sas y los del amor.
a_c o nte c1m1ent os, aunque reales, d eb e n se r también simbó­ La teo ría po lítica de Dante es sub lime y muy original.
licos,_ pues hay tras ell o s una intención determinada. La S us inconvenientes radican únicamente en su extremada
cr e ac�� n, el dil_uvio, la encarnación, la crucifixión y la res u ­ idealidad, l o cu al la hace inaplicable y ha sido la causa de
rrecc10n de Cnsto , la venida del EspÍr!t u Sant o con lenguas que fuera menos est udiada de l o que merece.
de fuego Y el d on de lengu as eran hechos históricos . La El país de un ho mbre, en el s e ntido moderno del v o ca­
Iglesia era la her�dera del puebl o el egido ; era una institu­ blo, es algo que nació ayer, qu� modifica co nstan t emente
ción histórica y po lítica con un d estino en este mund o del sus límites y sus ideales ; es algo que n o puede perdu::ar
cual debían participar y para el c ual tenían que l uchar to­ eternamente. Es el produ cto de accidentes geo gráficos e his­
d o s s us hij o s. Al mismo ti e mpo, tod o s est os hecho s e ran tóricos . Las diversidades entre nuestras diferentes nacio nes
misterios y sacramento s para el alma privada ; eran cauces s o n irracio nales. Cada una de ellas tiene el mismo derecho
para las mismas gracias m o rales que estaban inco rpo radas -o necesita t e ner el mismo derecho- a sus peculiaridades .
en e l orden de las esferas cel e stial es y en l os tipos de la vida Un h o mbre que sea j u sto y razonable d ebe h o y d ía, en la
moral �obre la tierra. Así, la tradición hebrea introduj o en m edida en que se l o permita s u imaginación, participar del
_
e � espmt u, de Dante la co nciencia de una hist oria pro viden­ patrio tismo de l o s rivales y en emigos de su país -un pa­
cial,?: una gran misión t errena -transmitida de u na ge­ triotismo tan in evitable y co nmovedor com o el s uy o : C om o
nerac1on a o tra- y de u na gran esperanza. La tradición l a nacio nalidad e s un accidente irracional, l o mismo que el
griega le o freció la fil os o fía natu ral y m o ral. La unión de sex o o el carácter orgánico , la lealtad dl: un ho mbre hacia
estos elemen tos había cons tít uíd o el cuerpo de la teo l o gía su país debe ser c o ndicio nal, por l o meno s si es un filóso fo.
cristiana. Su patriotismo t iene que sub ordinarse· a la lealtad racio nal
Aunque esta teo l o gía f ué la g uí a para la imaginación de a c o sas c om o la humanidad y la j usticia.
Dante Y su tema general, n o representaba su único interés. M uy distinta era la situ ación en el cas o de Dant e, Para
Dan te intro ? uj o en el armazón de· la teol o gía o rto doxa, él, el amo r al propio país po día ser algo abso l uto y, al mi5•
_ _ m o tiempo, algo raz o nable, premeditad o y virtuos o . L o que
te onas y vis10nes propias, f undiénd ol o t od o en u na u nidad
moral Y en un en t usiasmo poético . La f usión era perfecta Dante .enco ntró exigiénd ole lealtad fué u n cuerpo político
entre los element os perso nales y l os tradicionales. Vertió en casi ideal, providencial y u niversal. Este cuerpo po lítico
_ tenía, co m o el águila heráldica, dos cab ezas : e l Emperado r
�1 cnsol política y amor, l os c uales perdieron también sus y el Papa. Amb os eran de derech o pote ncias universales ;
impurezas Y se refinaron dentro de una religión filosófica.
La t eol o gía se c onvirt ió para él en u n guardián del patrio- amb os debían t e ner s u sede en R o ma y ambos tenían que
gobernar con la misma finalidad, si bien co n distinto s me­
. 1 ) "Est pro fundamento tenenda veritas historiae et desuper spi­
dios y e n distintas e sferas. El Papa te nía que vigilar la fe
_ _
ntuales xpostttones fabricandae" . Santo Tomás de Aquino, Summa y la disciplina de la Iglesia. Debía atestiguar ante t o d o s l os

Theologiae, I, quest, 1 0 2, conclusío 7) . países y en t o das las épo cas que la. vida en la tie rra e ra mc-

82 83
ramente un preludio de la existencia futura y tenía que ser entonces sólo en sus comienzos -su industria, su cultura,
una preparación para ella. El Emperador, por otro lado, su literatura y sus artes. Mas para Dante era esa época en
, germinación una época de decadencia y ruina moral. Hace
deb1a mantener en todas partes la paz y la justicia, dejando
a las ciudades libres o a los príncipes el gobierno de los que su antepasado, el cruzado Cacciaguida, alabe los tiem­
asuntos locales. Estos dos poderes habían sido establecidos pos en que el más limitado contorno de las murallas con­
por Dios mediante especiales milagros y misiones. Un evi­ tenía sólo una quinta parte de los habitantes que la ocupa­
dente designio providencial, que culminaba en ellos, atra­ ron luego. "Dentro del antiguo cerco de sus muros vivía
vesaba toda la historia. en paz Florencia, sobria y púdica" 1 ) . Las mujeres hilab:m
en la rueca o mecían la •cuna y narraban a sus hijos las
Según ello, engañar o defraudar esos derechos divinos
heroicas leyendas de Troya, Fiésole y Roma. Una mujer
así �orno confundirlos, era un pecado capital. Los male�
podía separarse del espejo sin tener pintado el rostro ; no
sufndos por la sociedad eran la consecuencia de tales trans­
llevaba adornos que mereciesen más admiración que su pro­
g �esiones. El ��pa había adquirido un poder temporal
. pia persona. El nacimiento de una hija no asustaba a un
aJeno a su m1s1on puramente· espiritual. Ad<Zmás, se había
buen ciudadano ; su dote no era excesiva ni su matrimonio
convertido en instrumento del Rey de Francia, que estaba
prematuro. No había casas vacías cuyos dueños estuvieran
(cosa que no debería hacer ningún Rey) en guerra con el
en el destierro ; ninguna sufría la ignominia de incalificables
Emperador y en rebeldía contra la suprema autoridad im­ orgías 2 ). Esto no era todo, pues si para Florencia era la
per�:l En realidad, el Papa había abandonado Roma por lujuria una gran maldición, la sedición era otra mayor.
:
Av1_non -acto que era una especie de sacramento satánico, Florencia, ciudad imperial, lejos de contribuir a que los
el signo externo de una deshonra interna. El Emperador, a Emperadores fueran restituidos en sus derechos universales,
,
su vez babia olvidado que era Rey de los romanos y César ;
; había luchado contra ellos traidoramente, en alianza con el
pr �fe�1a vagar por su nativa Germanía gntre sus bosques. y
p�mc1pados, como si de derecho no fuera todo el mundo su l ) Paradiso, XV, 9 7 - 9 9 :
remado y el objeto de su preocupación.
Fiorenza dentro dalla cerchia an tica .
En este punto el amplio patriotismo teórico de Dante, Si stava in pace, sobria e pudica.
en tanto que católico y romano, se convertía en su más
angosto y actual patriotismo de florentino. ¿ Había Floren­ 2) Ibíd., l 0 0 - 2 6 :
cia sido fiel a sus deberes y digna de sus privilegios bajo la Non avea catenella, non corona,
. Non donne contigiate, non cintura
doble autondad de la Iglesia y del Imperio ? Florencia era
Che fosse a veder piu che la persona.
un � colonia romana. ¿ Había conservado la pureza de su Non faceva, nascendo, ancor paura
�stirpe romana y la sencillez y austeridad romanas en sus La figlia al padre, che'/ tempo e la dote
.
1 eyes 7. 1· Ah 1• L os mm1grantes
. etruscos habían contaminado No fuggían quinci e quindi la misura.
su sangre y a esta mancha se debía, según pensaba Dante Non avea case di famiglia vóte;
Non v'era giunto ancor Sardanapalo
la corrupción reinante de las costumbres. Todo lo que h;
A mostrar ció che'in camera si puote .
hecho a Florencia grande en la historia universal estaba
85
84
invasor francés y el pontífice usurpador. Había así soca­ v1s1on de conjunto más prolongada y sostenida. Dante leía
vado el único fundamento posible de su propia paz y dig­ e interpretaba la Italia contemporánea como los profetas
nidad. hebreos leían e interpretaban los signos de su tiempo, ' Y
• • • • ,t
cualquiera que sea la tolerancia de nuestro JUlClO cn,1co
:Éstos eran los infortunios teóricos que asomaban tras los
sobre las generosas ilusiones de todos ellos, no puede haber
infortunios personales de Dante en s u pobreza y en su des­
duda de que la integridad de su alma y el carácter profético
tierro. Le ayudaban a verter la intensa amargura de su co­
absoluto de sus juicios h:icían muy vigorosa su visión de
razón mediante la exhalación de invectivas proféticas. Ha­
los hechos particulares y enteramente subyugadora su per­
cían que su odio hacía los actuales Papas y hacia la actual
cepción de las amenazas de dicha o infortunio.
Florencia se convirtiera en celo ferviente por lo que los Pa­
No parece que, en e l fondo, la filosofía política de Dan­
pas y Florencia deberían haber sido. Sus pasiones y sus
te, lo mismo que la de los profetas hebreos, pasara por alto
esperanzas políticas estaban fundidas en un ideal político
las grandes causas y los grandes propósitos del progreso
sublime. La fusión las sublimaba y hacía posible que su
humano. Tras sus míticas y angostas concepciones de la
expresión se elevara hasta la poesía.
historia, Dante percibía los principios morales que condi­
Aquí hay una cuerda que Dante tañía y que daba una cionan realmente nuestro bienestar. Una ciencia superior no
trágica fuerza a su música. Dante registraba las vilezas de necesita eliminar nada del conocimiento que ha adquirido
los sacerdotes, príncipes y pueblos. Les reprochaba su infi­ acerca de la diferencia entre el bien y el mal político. Lo
delidad a las tareas que Dios les había asignado -tareas que en su época parecía un sueño -que la humanidad se
que Dante concebía con precisión y simplicidad bíblicas. agrupara en un solo gran Estado- es actualmente evidente
Lamentaba las consecuencias de esta iniquidad, las provin­ para el idealista, para el socialista, para el comerciante. L a
cias 'devastadas, las ciudades corrompidas, los cuerpos de los ciencia y el comercio proporcionan -desde luego, e n forma
héroes arrastrados insepultos por sucias corrientes. Estos muy diferente- una realización práctica de tal idea. Y la
detalles vigorosos eran exaltados por la inmensa significa­ otra mitad de su teoría, la que se refiere a la Iglesia católica,
ción que Dante les atribuía. Su bien definido ideal, siempre t
ha sido conservada litera' mente hasta nuestros días por la
presente, aguzaba su mirada para el flujo y reflujo de las misma Iglesia. El forastero o el extraño a ell a podrían,
cosas, hacía su experiencia individualmente más acerba y su pues, ver en tal idea de una sociedad espiritual universal un
símbolo o presentimiento de los derechos que tiene el espí­
O fortttnate! Cíascuna era certa ritu a libertarse de las coacciones legales, o de la común
Della sua sepa/tura, ed anear nul/a
lealtad de los espíritus honrados hacia la ciencia y hacía su
Era per Francia ne/ letto deserta.
[_'una vegghíava a studío della cu/la, común herencia espiritual y destino.
E consolando usava /'idioma Por otro lado, el estímulo de los agravi;s privados de
Che pría í padrí e le madrí trastulla; Dante, así como el entusiasmo de sus amores privados, da­
L'altra, traendo al/a rocca la chíoma, ban un maravilloso ardor y claridad a los grandes objetos
Favoleggiava con la sua famiglia
de su imaginación. Con frecuencia dejamos de sentir a fon•
De' Troíaní, e dí Fíesole, e di Roma 8 ) •

86 87
do grandes cosas por no poder asimilarlas a las pequeñas E n l a narración están diseminados diversos poemas d e la
cosas que sentimos profunda y sinceramente. Dante poseía más exquisita finura, tanto en lo que se refiHe al senti­
en este respecto el arte de un amante platónico : podía agran­ miento como a la versificación. Son meditaciones musicales,
dar el objeto de su pasión y conservar incólume su ardor y alegóricas, vagas, ambiguas en sus encubiertas intenciones,
entusiasmo. Había sido injustamente desterrado -Floren­ pero absolutamente claras y perfectas en su estructura ex­
tinus exul immerít us solía decir de sí mismo. Esta injusticia terna, como una obra de tracería y de vidrios de colores,
excitaba, pero no emponzoñaba su corazón, pues su indig­ geométrica, mística y tierna. Una singular limpidez de
nación se extendía a todo lo injusto, tronando contra Flo­ acento y de imagen, una singular ingenuidad se combina
rencia, Europa y la humanidad en cuanto estaban corrom­ extrañamente en estas composiciones con distinciones esco­
pidas y adulteradas. Dante había amado. El recuerdo de lásticas y con el deleite de ocultar e insinuar las cosas como
aquella pasión persistía. pero no degeneraba en sentimen­ sí se tratara de una charada.
talismo, pues su adoración se transmitía a un objeto más Los eruditos seguirán discutiendo eternamente el fun­
grande y menos accidental. Su amor había sido una centella damento y el significado exactos d-e estas confesiones de
de aquel "amor que mueve el sol y las demás estrellas" 1 ) . Dante. Los eruditos no son acaso los hombres más aptos
En tal revelación había conocido eI secreto del universo. para resolver el problem a. Es cuestión de tacto literario y
Desde entonces las esferas, los ángeles, las ciencias iban a de imaginación afín. Debe confiarse a la delicada pene­
estar llenos de dulzura, de, alegría y de luz. tración del lector, en el caso de que la posea. Sí no es así,
En la Vita Nuoua, de Dante, poseemos una maravillosa Dante no desea abrirle su corazón. Sus enigmáticos ader112 -
versión de esta platónica expansión emotiva que baña todo nes son justamente su coraza protectora contra l a intrusión
lo que merece ser inundado por ella. En la superficie es de los espíritus incapaces de comprenderle.
este libro una narración del encuentro de Dante, a la edad Sin ir más allá de la esfera de la crítica erudita, creo que
de nueve años, con Beatriz, una niña todavía un poco más podemos decir esto : las diversas interpretaciones en este
joven ; de otro encuentro con ella a la edad de dieciocho asunto no se excluyen mutuamente. En la época de Dante,
años ; de una abrumadora pasión mística que el amante de­ el simbolismo y la exactitud literal son simultáneos. Por
seaba guardar en secreto hasta el punto de fingir otro afecto ; ejemplo, en cualquier historia de la filosofía medieval se
del consiguiente desvío, y de la muerte de Beatriz, dc:spués verá que uno de los grandes temas sobre los que se discu­
de la cual el poeta decidió no hablar de nuevo públicamente tía en aquellos días era el problema de sí los términos uni­
acerca de ella hasta que pudiera ensalzarla en forma que versales, tales como el hom brc o la humanidad, existen
ninguna mujer hubiera sido hasta entonces ensalzada. antes de los particulares, en los particulares o después de
los particulares por abstracción de lo común a todos ellos.
l) Paradiso, XXXIII, 1 4 3 -45 : Ahora bien, indudablemente se discutió mucho acerca de
Volgeva il mio disiro e' l velle esto, pero hay una solución amplia y ortodoxa que repre­
Si come ruota che igualmente e mossa, senta el verdadero espíritu de la época más allá de las par­
L' Amor che mu ove il sole e l' altee stelle 9) . ticulares preferencias o herejías de los individuos. Esta solu-

88 89
ción proclama que los términos universales existen antes de
los particulares, y en los particulares, y después de· los par­
l
. tan fácilmente como cualquier otra persona, despertar la
dormid a pasión de nuestro poeta. Es cierto que Dante amó
ticulares, pues Dios sabía, antes de hacer el mundo, cómo a alguna mujer. La mayor parte de la gente lo han hecho. Y
pensaba hacerlo, y tenía eternamente en su mente las no­ ¿ por qué encubriría Dante su filosofía con el velo natural
ciones de un hombre perfecto, de un caballo perfecto, etc., del lenguaje amoroso si este lenguaje y su pasión no hubie­
según las cuales debían ser modelados los hombres y los ran sido su lengua materna'? El lenguaje del amor es, sin
caballos particulares, o de acuerdo con las cuales, en caso duda, habitual en las alegorías de los místicos, y era co­
de percance, debían ser restablecidos, ya sea por la fuerza rriente en la poesía convencional de la época de Dante.
curativa y recuperativ a de la naturaleza, ya por los auxilios Pero los místicos mismos son comúnmente amantes poten­
de la gracia. Pero los términos o especies universafos exis­ ciales o encubiertos, y los trovadores tañían la cuerda del
tían también en los particulares, por cuanto los particulares amor simplemente porque era la cuerda más sensible a su
los ejemplificaban, participaban de ellos y eran lo que eran naturaleza y la que más fácilmente podía hacer vibrar el
en virtud de tal participación. Con todo, los universaks corazón de sus oyentes. Dante no era menos impresionable
existían también después de los particulares, pues la mente que el promedio de su generación, y si siguió la moda de
razonadora del hombre no puede, al examinar la variedad los trovadores y de los místicos fué porque participaba de
de las cosas naturales, dejar de abstraer los tipos. comunes su tendencia. Lo hermoso, lo inaccesible, lo divino habían
que frecuentemente se repiten en ellas. Y esta idea ex post transitado ante él en alguna forma visible, sin importar
facto, residente en la mente humana, es también un uni­ para el caso que esta visión sobreviniera sólo una vez Y
versal. Negar cualquiera de las tres teorías y no advertir en la forma de la verdadera Beatriz, o continuamente Y en
su mutua compatibilidad significa olvidar el punto de todas las formas a través de las cuales parece que una divina
vista medieval que es, en todos los sentidos de la palabra, influencia alcanza a un poeta. }\;,,,1die mere·cería este nombre
un punto de vista católico. de poeta -¿ y quién lo merece más que Dante?- si no le
Es precisamente tal solución la que me parece natural impresionaran nunca las escenas y los sonidos reales. Y
en el caso de Beatriz. Poseemos .sobre él la evidencia, apo­ tampoco lo merecería si tales escenas y sonidos le impresio­
yada en documentos, de que en la época de Dante vivió en naran sólo físicamente y por lo que son en sí mismos. La
Florencia cierta Bice Portinari. Y h ay en la Vita Nuova sensibilidad del poeta es l a que crea su ideal.
y en la Commedía muchos incidentes que difícilmente ad­ Si negar la existencia de una Beatriz histórica parece vio­
miten una interpretación alegórica, tales como el de la lento y gratuito, más falso sería aún no advertir que Bea­
muerte de Beatriz y especialmente la de su padre, con oca­ triz es tambíén un símbolo. Tal como leemos en la Vita
sión de la cual escribe Dante un compasivo poema 1 ) . No
molte donne s'adunaro cola, ove quesla Bcal rice piangea pietosamente.
veo ninguna razón por la cual esta dama no haya podido,
etcétera.
También en Pargatorio, XXXI, 5 0, 5 1 :
1) Vita Nuova, § 2 2 : Secando /'usanza della sopradetta cittade, Le bel/e membra in ch'io
donne con donne, e uomini con uomini si adunino a cota/e tristizia; Rinchiusa fui e che son tetra sparte 1º) .

90 91
Nu.ova 1 ) , Dante se encontró en cierta ocasión en una La escena de la iglesia se convierte de este modo en una
Iglesia en presencia de Beatriz. Sus ojos estaban inevitable­ completa alegoría. Se nos da a entender que el joven Dante
mente fijos en ella, pero como deseaba ocultar su profunda er a en verdad un alma religiosa y devota, anhelosa de la más
pasión al comadreo de la multitud, eligió otra dama que alta sabiduría. Pero interponiéndose entre su razón humana
se encontraba precisamente entre él y Beatriz, y pretendió y la verdad revelada ( de la que estaba enamorado y quería
mirarla con fijeza cuando, en realidad, estaba contempla n­ conquistar y comprender) , apareció la filosofía o, como hoy
do, más allá de ella, a Beatriz. Esta dama mediadora, la diríamos, la ciencia. Concedió a la ciencia sus primeras aten­
donna gentile, se convirtió en pantalla de su verdadero ciones, de suerte que los misterios de la teología quedaron
amor 2 ) . Pero las atenciones que tuvo por ella eran tan momentáneamente oscurecidos en su espíritu, y su fe, con
asiduas que fueron mal interpretadas. La propia Beatriz se gran pena por su parte, se negó a saludarle cuando pasaba.
dió cuenta de ellas, y pensando que iba demasiado lejos y Había caído en errores materialistas; había interpretado las
no con un propósito honrado, mostró su disgusto al ne­ manchas de la luna como si fueran debidas a causas físicas
garse a saludarle cuando pasó por su lado. Esto parece bas­ y no a causas socráticas ; su filosofía religiosa había perdido
tante real y terrenal, pero nuestra sorpresa aumenta cuando su entusiasmo, aun cuando su fe religiosa no estuviera
leemos expresamente, en el Convito, que la donna gentile, comprometida. Es cierto, pues, que Beatriz, además de ser
la pantalla del verdadero amor de Dante, es la filosofía 3 ) • una mujer, era también un símbolo.
Si la donna gentile es la filosofía, la donna gentilissima, Pero esto no es el fin. Si Beatriz es un símbolo que re­
Beatriz, ha de ser algo de la misma clase, bien que más no­ presenta la teología, la teología misma no es un término
ble. Ha de ser la teología, y Beatriz es indudablemente la último. Los ojos de Beatriz refleja n una luz sobrenatural.
teología . Su verdadero nombre ha sido transfigurado para Es la inefable visión de Dios, la visión beatífica, la única
.� ígnifícar que es lo que hace bienaventurado, lo que muestra que puede hacernos felices y constituir la razón y la fina­
el sendero de la salvación. lidad de nuestros amores y de nuestras peregrinaciones.
Un supremo ideal de paz y perfección que pone en movi­
1 ) Vita Nuova, § V. miento al ama nte y el cielo puede ser más fácilmente nom­
2) Schermo della veritade, -la filosofía natural.
brado que comprendido. En el último canto del Paraíso,
3) Convito , II, cap . 1 6 : Faccia che gli occhi d'esta Donna miri ;
gli occhi di questa Donna sano le sue dimostrazioni, le quali dritte
donde Dante intenta describir la visión beatífica, repite
neqli occhi dello intel/eto innamorano /' anima, libera ne/le condizioni. muchas veces que nuestra noción de este ideal debe ser vaga
Oh dolcissimi ed íneffabili sembianti, e rubatori subitani della mente e inadecuada. El valor de una idea para un poeta o un filó­
umana, che ne/le dimostrazioni negli occhi della Filosofía apparitc, sofo no radica en lo que contiene positivamente, sino en la
quando essa alli suoi drudi ragiona! Veramente in voi e la salute,
actitud que le hace adoptar frente a la e xperiencia real. O
per la qu.ale sí fa beato chi vi guarda, e salvo dalla marte d�lla igno­
ranza e delli vizi . . E cosí, in fine di qu.esto secondoi Trattato, dico acaso sería mejor decir que poseer un ideal no significa
e affermo che la Donna, di cuí io innamorai appresso lo primo tanto tener la imagen de una fantasía, d<! una utopía más
amare, fu la bellíssima e onestissima figlia dello Imperaáore dell'u.ni­ o menos vertebrada, como adoptar una actitud moral con­
verso, a/la qua/e Pittagora pose nome Filosofía 11 ) , secuente frente a todas las cosas de este mundo, juzgar y
92 93
co ordin ar nuestr os intereses, establecer un a jerarquía de
pr opósito o finalid a d, por el ideal irrealiz ado al cual parecen
bienes y de m a les, v a l or ar l o s acontecimiento s y l as pers� ­
a spir a r las cos as que se mueven y viven, el ide a l que puede
n as, no mediante el instinto o la impresión person al fortui­
decirse que aman. Lo que se justifica a sí mismo n o son los
t a sino de acuerd o con su verd adera n atura lez a y tendencia.
hechos o l as leyes, pues ¿por qué n o habrí an podid o ser dife­
A�í entendido, un ideal último no es una mer a visión del
rentes? Lo que se justifica y b asta a sí mismo es l o que es bue­
so ñador filosófico, sino un a fuerz a apasio n ad a Y poder�s a
n o , l o que es como deberí a ser. Pero , c o mo co mprendió Aris­
del po et a y del o rad o r. Es la v oz de su amor o de �u o dio,
tóteles, l a s co s as que se mueven revelan, por así decirl o , que
de su esperanz a o de su pena, idealizando, desafiando o
no están satisfech as y que deberí an enco ntr arse en algún es­
co ndenando al mundo .
t a do diferente. Esperan una última r� aliz ación que en el
Es en este aspecto c om o le fué útil al joven Da nte su febril
m omento presente no es sino ideal. Esta realiza ción o cum­
sensibilid ad. Le dió a su v1sión mor al un inaudito vigor Y
plimiento de su ser podría, de ab arcar el movimient o y l a
cl arid ad · le convirtió en el po eta clásico del cielo Y del in­
vid a , c omprender solamente su interiorid ad ; c o nsistiría en
fierno . Ál mismo tiempo , pudo hacer de él un rect o juez,
un a a ctivid ad co ntinua , j amás detenid a o alterada. T al acti­
u n terrible a cus a d o r de l a tierr a . T o das l as c o s a s Y t o d o s
los hombres de su ép oca y de su generación s� convirtiero n vidad es l a inmut able meta h a cia la cual avanza l a vida y
c o n arregl o a la cu al se estima n y juzg an sus diferentes
par a él, en virtud de su intensa lealtad a su :isión _int: r:1 ª•
f ases. Pero como l o que explica l as co s as es su finalid ad y
en ejemplo s de l a gra ci a divin a o de l a perversid ad d_iabohca .
n o sus c ausas naturales, podemos ll amar a es a a ctividad even­
La penetra ción y a gudez a de su a lma n o fuero n, � m dud a ,
tu al su razón de ser. Será así su m o tor inmóvil.
enteramente debidas al don del amor ; fuero n debid as ta m­
Pero , po demos pregunt arnos, ¿ cómo l o inalterable, lo
bién en p arte al orgullo , al resentimient o , a l o� p�ej �i �ios
idea l, l o eventua l pueden iniciar algo o determinar la dis­
teóricos. Pero figura s c omo l as de Francesc a di R1mim Y
po sición y tendencia. de l o que efectivamente vive y se mue­
Manfredo , así como l a luz y e l a rrob a miento que vibran a
ve ? L a respuesta, o , más bien, la imposibilidad de d ar una
través de to d o e l Paraíso, difícilmente podí an ser evocad o s
respuesta, puede expresarse en una simple palabr a : l a ma gia .
por un genio mer amente irritado . E l trasfo ndo y el punto
Hay m agia cuando se supo ne que un result ado bueno o
de partid a de todas l as cosas es en Dante l'íntelletto d" amore,
a t ra ctivo, sólo por ser b u en o o atr a ctiv o , determin a l a s co n-­
el nu men del amor.
dicio nes y evo ca l os seres que tienen que realiz arlo o cum­
Todos h an oído decir que Dios es a mor y que el amor
es l o que hace d ar vueltas a l mundo , y l o s qu� ha� _seguid o plirlo . Es n atural que yo teng a hambre y es n atural que
haya c osas apropi adas para c omer, pues de l o contrarío ya
l a pista de esta últim a idea h asta s u fuente a_nst_o �ehc a ,ru � ­
n o tendría hambre. Per o s i mi h ambre, en el c as o de ser
den haber tenido algun a n oción de l o que sigmfic a . Signi­
b ast ante aguda , pudiera p or sí misma prod u cir l os alimen­
fic a, según vimo s en l os comienzo� , qu e no debemo s intentar
. tos que exige, esto sería un a completa m a gi a . La naturaleza
explic ar el movimient o y la vida n:ed�an�e sus antece­
. serí a ev oc a da por l os encanta mientos de la volunt ad.
dentes naturales, pues éstos retro ceden in inhmtum. Debe­
No o lvid o que Aristóteles, y después de él D ante, s ostie­
ría mo s explicar el movimiento y la vida más bien por su
nen que el fin últim o de l a vid a gs un ser separado ya exis-
94
95
tente, esto es, el espíritu de Dios, que realiza eternamente huyera a la influencia material de los huesos y de los vesti­
lo que el mundo pretende. Sin embargo, la influencia de dos. De un modo similar, tendríamos que atribuir el poder
este espíritu sobre el mundo no es menos mágica que la q L1e que las cosas ejercen sobre nosotros, no a la densidad o te­
podría ejercer un ideal inexistente. Se reconoce, en efecto, nuidad de las sustancias, sino a las ideas eternas que exis­
que su acción no es transitiva o física. El mismo no cambia ten al expresarse y que· existen para expresarse. Las cosas
al influir sobre las cosas. No pierde ninguna de sus virtudes. se limitan a lo calizar -como las reliquias del santo- las
Según Aristóteles y Plotino, ni siquiera sabe que mueve las influencias que dimanan de lo alto. En el mundo de los
cosas. En realidad, mueve las cosas sólo porque éstas se ha- valores son meros símbolos, cauces accidentales por los que
11an dispuestas a perseguirlo en tanto que ideal. Iviientras se vierte la energía divina. Y como la divina energía, me ­
las cosas tengan esta disposición, persrguirán y se forjarán diante s u mágica asimilación de la materia, h a creado esas
su ideal tanto si no existe en parte alguna como si existe en cosas para expresarse a sí misma, resulta que son símbolos ·
no sólo en su uso, sino también en su origen y naturaleza.
alguna parte y está personificado. El fin último actúa sólo
en su capacidad de ideal ; por lo tanto, aun en el caso de
!
,
Un espíritu persuadido de que vive entre cosas que, como
las palabras, son esencialmente significativas, convencido

f
existir, influye sobre las cosas sólo mágicamente·. La materi a '
•I ' de que las cosas significan la mágica atracción 11amada
inferior siente el hechizo de su presencia y absorbe algo de
su imagen, al modo como las olas del mar reciben y reflejan amor, que arrastra tras él todos los objetos, es un espí­
trémulamente la luz derramada por la luna. Según esto, el ritu poético en su intuición, aun cuando el lenguaje que
mundo es movido y vivificado en cada una de sus fibras por emplee sea la prosa. La ciencia y la filosofía de Dante no
\
la magia, por la magia del fin último al cual aspira. tenían necesidad de ser puestas en verso para convertirse
Pero esta magia tenía, al estar sobre· la tierra, el nombre en poesía : eran fundamental y esencialmente poesía. Cuando
de amor. La vida del mundo era un amor producido por Platón y Aristóteles, siguiendo el grave precepto de
la mágica atracción de un bien que nunca poseyó y que, Sócrates, decretaron que la observación de la naturaleza
mientras siguiera siendo mundo, no sería capaz de poseer. debía cesar y ser substituída por una interpretación moral
Las cosas reales eran únicamente sugestiones de lo que debe­ de la misma, lanzaron al mundo una nueva mitología
rían ser los elementos en aque11a ulterior existencia : eran destinada a ocupar el lugar de la homérica, la cual estaba
meros símbolos. La be1lota es una mera profecía -un sím­ perdiendo ya su autoridad. El poder que habían perdido
bolo existente- del roble ideal, porque cuando la be1lota los poetas de producir ilusión, lo poseían en alto grado
cae sobre una buena tierra quedará corrompida, pero la idea estos filósofos, y nadi? ha estado más hechizado por ellos
del roble se levantará y manifestará en su lugar. La be1lota q� e D�nte. Dante fué con respecto al platonismo y al
.

¡;
es una especie de relicario en el que se guarda el milagroso cnstiamsmo, lo que Homero había sido con respecto al paga­
(¡ nismo. Y sí el platonismo y el cristianismo, lo mismo que el
poder de la idea. En la vulgar caracterización de las causas
nos parecemos, como Anaxágoras, a un supersticioso ado­ paganismo, dejaran un día de ser defendidos científicamente,
rador de reliquias, que olvidara que· la intercesión y méritos Dante conservaría viva su poesí a y su sabiduría, pudiendo
del santo son lo que realmente hace el mila gro, y lo atri- afirmarse con seguridad que las generaciones posteriores en-
'
96 • 1 97
Tres poeta.s filó sofos.-7.
vidian más que desprecian su filosofía. Una vez desapareci­ su tema es el hombre en tanto que, por sus méritos y culpas
das las absurdas controversias y las violentas pasiones que en en el uso de su libre voluntad, está expuesto a recompen­
alguna medida oscurecen la naturaleza de su sistema, nadie sas y castigos". Sin embargo, esto no agota los significa­
piensa en acusar a Dante por esta mala ciencia, por esta mala dos que podemos buscar en una obra de Dante. La multi­
historia y por esta teología de minucias. Estas cosas no plicidad de estos significados es señalada en la misma carta,
parecerán empañar su poesía, sino constituir partes inte­ poniendo como ejemplo el comienzo del Salmo 1 1 4 :
grantes de ella. "Cuando Israel salió de Egipto, cuando la casa de Jacob se
Mil años después de Homero, los críticos alejandrinos alejó de un pueblo de lengua extraña, Judá se convirtió
exponían sus encantadores mitos como si fueran un tra­ en su santuario e Israel fué su dominio". Aquí nos dice
tado de física y de moral. Mil años después de Dante, Dante, que "si consideramos solamente la letra, se nos ha­
podemos esperar que su escrupulosa visión del universo, bla de la liberación de los hijos. de Israel de la tiranía de
en la cual todo es amor, magia y simbolismo, hechice a Egipto en la época de Moisés ; si consideramos la alegoría,
la humanidad exclusivamente por su calidad poética. Así se nos da a entender nuestra redención a través de Cristo; si
concebida, la Divina Comedia señala el apogeo del largo consideramos el sentido moral, quiere decir el traspaso del
sueño diurno en el que los diálogos platónicos marcan alma, de su presente aflicción y desdicha, a un estado de
el comienzo : una pausa de dos mil años en la obra de gracia ; si consideramos el sentido anagógico ( esto es, la
la razón política, durante los cuales la imaginación moral revelación contenida acerca de nuestro superior destino ) ,
extrajo de sí misma una filosofía alegórica, como un mu­ significa el paso del alma santificada desde l a servidumbre
chacho, recluído en casa durante un día lluvioso y tenie,'1- de la corrupción terrenal a la libertad de la gloria eterna".
do a su alcance libros demasiado difíciles para sus años, Cuando los hombres cavilaban tanto sobre un sencillo
puede tejer su propia ficción a base de· los cuentos pater­ texto hasta encontrar en él todos esos significados, podemos
nales y definir, con infantil precisión, su amada ideal, las suponer que sus propias obras estaban repletas, siempr e que
batallas y los reinos. La edad media vió el bien en una fuesen profundas, de signos alegóricos. Así, por ejemplo,
visión. Corresponde a la nueva época convertir estos deli­ en el primer canto del Infierno encontramos a un león que
ciosos símbolos en objetivos de la naturaleza humana. mantiene a Dante lejos de una deleitable montaña. Y este
león, además de lo que es en el paisaje del poema, represen­
ta un símbolo del orgullo o del poder en general, del rey de
En una carta que la tradición atribuye a Dante y que fué Francia en particular y de todas las ambiciones políticas que
dirigida a su protector, Cangrande della Scala, señor de han robado a Dante su felicidad o le han distraído de la
Verona y Vicenza, se encuentran estas palabras acerca de piedad y de la fe. A través de toda la Divina Comedia ace­
la Divina Comedia : "El tema de la obra entera, tomado chan, tras las luminosas descripciones, los ocultos significa­
meramente en su sentido literal, es el estado de las almas dos. Y el poema, además de ser una descripción del otro
después de la muerte, considerado simplemente como un mundo y de las recompensas y los castigos destinados a las
hecho. Pero si se entiende la obra en su intención alegórica, almas, es una dramática visión de las pasiones humanas en

98 99
esta vida, una historia de Italia y del mundo, una teoría de manifiesto l a gran diferencia existente· e n e l parecer de
la Iglesia y del Estado, la autobiografía de un desterrado, Dios entre el bien y el mal.
y la confesión de un cristiano y de un amante, consciente de En la cosmología platónica, las esferas concéntricas eran
sus pecados y dd milagro de la divina gracia que interviene cuerpos formados y animados por inteligencias de diversos
para salvarle. órdenes. Cuanto más noble era una inteligencia, tanto más
El tema principal de la Díoína Comedía es, por consi­ veloz, externa o elevada era la esfera que movía. De ahí la
guiente, el universo moral en todos sus planos : el román­ identificación de lo "más alto" con lo mejor que ha sobre­
tico, el político, el religioso. Con el fin de presentar grá­ vivido absurdamente hasta nuestros días. Y aunque Dante
ficamente estos hechos morales, el poeta llevó a cabo una no podía atribuir una verdad literal a sus fantasías acerca
doble obra imaginativa. En primer lugar, escogió algún del infierno, del purgatorio y del cielo, creía que un cielo,
personaje histórico que pudiera ilustrar plausiblemente cada un purgatorio y un infierno habían sido efectivamente idea­
condición del alma. Luego, describió el mismo personaje dos por Dios con el fin de albergar a las almas poseedoras
en una actitud característica y simbólica de cuerpo y de de diferentes méritos y naturaleza, de suerte que aunque
espíritu, y con un medio ambiente simbólico y apropiado. la imaginación del poeta, excepto cuando se hacía eco de
Personificar de tal suerte las ideas morales sería en nuestros la revelación divina, era sólo humana y no profética, se
trataba, con todo, de una imaginación auténtica y plau­
días algo muy artificioso y acaso imposible, pero en la
sible que seguía las vías de la naturaleza y anticipaba cosas
época de Dante todo era favorable a esta tentativa. Noso­
que la experiencia podría perfectamente comprobar. La ob­
tros estamos habituados a pensar en los bienes y en los
jetivación de la moralidad por Dante, su arte de dar formas
males en cuanto funciones de una vida natural, como cen­
visibles y morada espacial a las virtudes y vicios ideales,
tellas que surgen en el encuentro casual de los hombres con
era para él un ejercicio completamente serio y filosófico.
las cosas o con sus semejantes. Para Dante, era natural que
Dios había creado la naturaleza y la vida sobre el mismo
fueran percibidas las distinciones morales, no sólo tal como
principio. El método del poeta repetía la magia del Géne­
brotan incidentalmente en la experiencia humana, sino tam­ sis. Su imaginación simbólica reflejaba este mundo sim­
bién, y más auténticamente, tal como están dispuestas en bólico ; era una sincera anticipación del hecho y no una
el orden de la creación. El Creador mismo era, según esta alegoría simplemente elaborada y premeditada.
visión, un poeta productor de alegorías. El mundo material Esta situación tiene una curiosa consecuencia. Probable­
era una parábola que había edificado en el espacio y que mente por primera y última vez en la historia del mundo,
había dispuesto para la representación. La historia era una guió la visión de un gran poeta una clasificacióri establecida
gran charada. Los símbolo s de los poetas terrenales son por un moralista sistemático. Aristóteles había distinguido,
palabras o imágenes; los símbolos del poeta divino eran nombrado y clasificado las diversas virtudes y sus contra­
cosas naturales y acontecimientos humanos. Habían sido rios. Perci obsérvese : si el otro mundo fué hecho -como
ideados para una finalidad, y esta finalidad, como también así ocurrió- para expresar y hacer palpables estas distin­
declara el Corán, había sido precisamente la de poner de ciones morales eternas, para expresarlas y hacerlas palpa-

100 101
bles con todo detaIIe y con todos sus posibles matices y las, todo mal tenía que surgir del desorden en que estas fa­
variedades ; y si Aristóteles había clasificado correctamente cultades se sumían, de su excesiva debilidad o fortaleza en
-como así lo hizo- las cualidades morales, se sigue que su relación mutua. Si la parte animal del hombre era de­
Aristóteles proporcionó (sin saberlo) el pla n fundamen­ masiado fuerte para su razón, caía en la incontinencia, esto
tal, por así decirlo, del infierno y del cielo. Tal fué la es, en la concupiscencia, la gula, la avaricia, la ira o el or­
idea de Dante. Con la Ética de Aristóteles siempre abierta guilo. La incontinencia procedía así de una persecución ex­
ante él, con alguna que otra insinuación extraída del cate­ cesiva o a destiempo de ,\lgún bien, de una parte de lo que
cismo, y con una constante preferencia (piadosa y casi la naturaleza pretende, pues los alimentos, los niños, las
filosófica ) por el número tres y sus múltiplos, no nece­ propiedades y la fama son bienes naturales. Según eIIo,
sitaba navegar sin carta. El más visionario de· los temas tales pecados son los más excusables y los menos odiosos.
-la vida después de la muerte- podría ser tratado con Dante coloca a los que han pecado por el amor en el pri­
sobriedad científica y profunda sinceridad. La visión no mer círculo del infierno, en el lugar más próximo a la luz
tenía que ser un sueño extravagante. Tenía que ser una del sol, o en la esfera superior del purgatorio, en el lugar
meditación sobria, una profecía filosófica, un drama pro­ más cercano al paraíso terrestre. Debajo de los amantes hay
bable -la más acerba, terrible y consoladora de todas las los glotones, en un lugar donde un poeta nórdico se habría
posibles verdades. visto obligado a colocar a los borrachines. Todavía más
El bien -ésta fué la idea fundamental de Aristóteles y abajo se encuentran los avaros, que son gentes peores porque
de toda la ética griega-, el bien es el fin al que aspira la son menos susceptibles de presentar la excusa de una falta
naturaleza. Las exigencias de la vida no pueden ser radi­ meramente pueril de dominio de sí mismo.
calmente perversas por cuanto son jueces de toda excelen­ Sin embargo, el desorden de las facultades puede pro­
cia. Como Dante dice, nadie podría odiar su propia alma ; ceder de otra fuente. Puede ocurrir que, mas bien que· los
nadie podría a la vez ser y contradecir la voz de sus ins­ sentidos, salga de su cauce el elemento brioso o combativo,
tintos__ y emociones. Un hombre no podría tampoco odiar conduciendo a los crímenes de la violencia. La violencia,
a Dios, pues si este hombre se conociera ·a sí mismo vería lo mismo que la incontinencia, es bastante espontánea en su
que Dios es, por definición, su bien natural, el blanco úl­ origen personal, y no sería odiosa si no infligiera e inten­
timo de sus aspiraciones 1 ) • Como era imposible, según esta tara infligir daño a los otros, de suerte que·, además de
visión, que nuestras facultades fueran intrínsecamente ma- incontinencia, hay en ella malignidad. La malevolencia
puede tener su origen en el orguilo, por creerse uno supe·­
1 ) Purgatorio, XVII, 1 O 6- 1 1 : rior a los demás, o en la envidia, por detestar que los de­
Or perche mai non puo dalla salute más parezcan superiores a uno mismo. Puede originarse
Amor del suo subietto volger viso, también en el deseo de venganza, por el resquemor sufrido
Dall' odio proprio son le cose tute; ante una ofensa. Los pecados de esta clase son más graves
E perche'ntender non si puo diviso,
que los de la disparatada incontinencia. Introducen mayor
Ne per se stante, alcuno esser dal primo ;
Da quello odiare ogni affeto e deciso 12) . complicación en el mundo moral ; introducen una intermi-

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nable oposición de intereses, así c'omo crímenes perpetuos privacton de lo superior e implican para la eternidad me­
y que claman venganza. Son odiosos. Dante siente· menos raménte una privación de goce. Son castigados en el limbo.
piedad por los que sufren a causa de ellos; recuerda los Hay allí suspiros, pero no lamentos, y la única pena con­
sufrimientos que estos malhechores han causado y experi­ siste en vivir en deseo sin esperanza. Este destino corres­
menta una especie de alegría al unirse a la justicia divina, ponde sobre todo a los hombres nobles y clarividentes en
pareciendo que él mismo estaría dispuesto a azotarles. quienes es tan frecuente su experiencia en esta esfera. Dante
No obstante, peor aun que la violencia es el engaño, el no ha sido nunca más justo que en esta pincelada 1). Por
pecado de los que, al servicio de· su intemperancia o de su otro lado, la herejía es una especie de pasión cuando es hon­
malignidad, han abusado del don de la razón. Corrnptio rada o una especie de fraude cuando es astuta, siendo cas­
optimi pessima. Y convertir la razón, la facultad que esta­ tigada, como el orgullo, en tumbas ardientes 2), o, como
blece el · orden, en un medio de organizar el desorden, cons­ la sedición, produciendo continuas heridas y horribles muti­
tituye una perversidad enteramente satánica; hace del mal laciones 3).
un arte. Pern inclusive esta perversidad tiene diferentes gra­ Exceptuando unas ligeras adiciones, Dante sigue hasta
dos, Y Dante distingue entre diez clases de dolo o simple aquí a Aristóteles, pero desde este momento sobreviene una
fraude, así como entre tres clases de perfidia. gran divergencia. Sí un poeta pagano hubiera concebido
Además de estas transgresiones positivas, hay una posi­ la idea de describir los vicios y la s virtudes a través de es­
bilidad de indiferencia y pereza moral. Con su ardiente cenas poéticas, habría elegido episodios adecuados a la vida
naturaleza, Dante las odia de un modo particular. Colo ca a humana y habría pintado los caracteres típicos que figuran
los indiferentes en el borde de su infierno; dentro de la en ellos con su medio ambiente terrenal, pues la m'oralidad
puerta para que no tengan esperanza, pero fuera del lim­
bo, para que tengan que sufrir tormentos y sean estimu­ 1) Jnferno, IV, 41. 42:
lados a una actividad tardía por el aguijón de avispas y Semo peráuti; e sol di tanto offesi,
avispones 1). Che senza speme, vivemo in desio.

A estos vicios, conocidos de Aristóteles, el moralista ca­ Cfr. Purgatorio, III, 37-45, donde Virgilio dice:
tólico se veía obligado a añadir otros dos: el pecado origi­ "State contenti, umana gente, al quia.
nal, una d2 cuyas consecuencias es la incredulidad espon­ Che se potuto aveste veáer tutto,
Mestier non era partorir Maria.
tánea, y la herejía o error, después de haber sido dada y E dis"iar vedeste senza Frutto
aceptada una revelación. El pecado original, y el paganismo Tai, che sarebbe lor disio quet.ato,
que lo acompaña, sí no conducen a nada peor son una mera Ch'eternamente e dato /or per /utto.
J' áico d'Aristote/e e di Plato,
1) Infemo, III, 64-66: E ái molt'-altri". - E qui chino la fronte,
E piu non áisse; e rimase turbato 14).
Questi sciaurati che mai non fur viví
Erano ignudi, e stimolati malta 2) lnferno, IX, 106-33, y X.
Da mosconi e áa vespe ch'eran ivi 13). :i) !bid., XXVIII.

104 105
pagana es una planta que brota de la tierra. No ocurre bres buenos. Nada introduciría entre ellos una abrumadora
así en Dante. Su poema describe este mundo de una ma­ diferencia. Los juicios morales serían sumamente imperti­
nera simplemente retrospectiva. El primer plano está ocu­ nentes y notablemente confusos. Si yo fuera un simple aman­
pado por las eternas consecuencias de lo que ha producido te de la bondad, podría acaso acomodarme a esta situación.
el tiempo. Estas consecuencias son nuevos hechos, y no Podría decir de las cosas que aprecio, lo mismo que Words­
meramente, como para el racionalista, los antiguos hechos worth dice de Lucía: puede no haber nadie que la alabe
concebidos en su verdad. Con frecuencia trastornan en su y pocos que la amen, pero ellos son los únicos que me
calidad emocional los acontecimientos que representan. Tal importan.
inversión es posible por la teoría de que la justicia es en Sin embargo, Dante no era meramente un simple amante
cierto modo retributiva, de que la virtud no es una recom­ de las cosas buenas; era también un enemigo vehemente de
pensa suficiente ni el vicio un suficiente castigo. Según la perversidad, alguien que tomaba el mundo moral por el
dicha teoría, esta vida contiene sólo una parte de nuestra la do trágico y deseaba elevar sus juicios a lo absoluto e infi­
experiencia, pero determina el resto. La otra vida es una nito. Ahora bien, cualquier hombre· vehemente en sus pre­
segunda experiencia, pero no contiene nuevas aventuras. ferencias dirá probablemente, con Mahoma, Tertuliano y
Se halla enteramente determinada por lo que hemos hecho Calvino, que el bien queda deshonrado si quienes lo des­
en nuestro paso por la tierra, de tal suerte que las almas precian resultan sanos y salvos y no se arrepienten nunca
no tienen después de la muerte ninguna iniciativa. de su abandono; que cuanto más horribles son las conse­
La teoría adoptada por Dante representa una mediación cuencias del mal, más tolerable es su presencia en el mundo;
entre dos anteriores concepciones. En tanto que griega, con­ que sólo los gritos y contorsiones sempiternos de los con­
cibe la inmortalidad idealmente, como algo intemporal. denados hacen posible que los santos estén tranquilos Y
Pero en tanto que hebraica, concibe una nueva ex;stencia y convencidos de que hay en el universo una armonía per­
un segundo y diferente saboreo de la vida. Dante piensa ferta. En este principio se basa la famosa inscripción que
en una segunda experiencia, pero en una experiencia que es Dante pone en la puerta del infierno, en la cual leemos que
completamente retrospectiva e inmutable. Es un epílogo que esta mansión de tortura fué establecida por el primer amcr,
resume el drama y es su último episodio. La finalidad de así como por la justicia y el poder. Primer amor, es decir,
este epílogo no consiste en proseguir indefinidamente la re­ amor hacia aquel bien que, mediante el severo castigo de
presentación; tal noción romántica de la inmortalidad no quienes lo desprecian, es honrado, vindicado y alumbrado
penetró nunca en la mente de Dante. La finalidad del epí­ con un resplandor parecido al del sol. Los condenados son
logo consiste meramente en vindicar ( de· una manera más condenados por la gloria de Dios.
inequívoca de lo que podría hacerlo el drama mismo, mal No puedo dejar de pensar que esta doctrina constituye
representado) la excelencia de la bondad y la miseria del una gran ignominia para la naturaleza humana. Muestra
vicio. Si esta vida lo fuera todo, el malvado podría reírse cuán desesperada es, en el fondo, la locura de una filosofía
de ella. Si no enteramente feliz, podría, por lo menos, jac­ antropocéntrica o egotista. Esta filosofía comienza por ase­
tarse de que su destino no es peor que el de muchos hom- gurarnos que todas las cosas han sido evídentemente creadas

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para subvenir a nuestras necesidades. Sostiene luego que toda montaña se estremece y prorrumpe en salmodias cuan:.
todas las cosas sirven a nuestros ideales, y revela, finalmen­ do alguna alma se liberta y llega hasta el cielo. ¿Es dema­
te, que todas las cosas están al servicio de nuestros ciegos siado para un comentario decir que estas almas cambian de
odios y escrúpulos supersticiosos. Porque mis instintos de­ prisión cuando cambian de ideal, y que un estado inferior
claran algo tabú, todo el universo, con insana violencia, del alma constituye su propio purgatorio y determina su
será declarado para siempre tabú. Dante heredó este apasio­ propia duración? En todo caso, Dante proclama en un pa­
namiento, no incompatible con su amargo y desmedido saje de un modo expreso el carácter intrínseco del castigo.
rencor. Sin embargo, vió algunas veces más allá de él. Como Entre los blasfemos hay cierto rey de Tebas que desafió los
muchos otros videntes cristianos, deja traslucir de vez en rayos de Júpiter. Este rey se muestra indiferente a su castigo
cuando una concepción esotérica de las recompensas. y de los y dice: "Tal como viví estoy muerto". A lo que Virgilio
castigos, que convierte en meros. símbolos de la calidad in­ responde, con una fuerza que Dante no había encontrado
trínseca del bien y del mal. El castigo, parece entonces decir, hasta entonces en su voz: "¡ Oh Capaneo ! es mayor tu cas­
no es nada que se agrega al mal: e$ lo que la pasión misma tigo por la no extinción de tu soberbia. Ningún tormento,
persigue; es el cumplimiento de algo que horroriza al alma excepto el de tu cólera, sería para tu furor pena adecua­
que lo deseó. da" 1) • Y ciertamente, la imaginación de Dante no puede
Por ejemplo, los espíri"tus recién llegados al infierno no exceder, ni siquiera igualar, los horrores que los hombres
tienen necesidad de ningún demonio que con su tridente les se han atraído en este mundo. Si tuviéramos que elegir la
conduzca hasta el lugar del castigo. Se dirigen hacia él por más espantosa de las escenas del Infierno, tendríamos que
propia voluntad 1). De modo similar, las almas del purga­ escoger la historia de Ugolino, pero ésta no es sino una
torio se mantienen por propia voluntad en la penitencia que pálida narración de lo que había realmente presenciado Pisa.
están cumpliendo. Ninguna fuerza externa las retiene, pero Un caso más sutil e interesante, bien que menos obvio,
hasta que están completamente purificadas. no pueden, por­ puede encontrarse en el castigo de Paolo y Francesca di
que no quieren, absolverse a sí mismas 2) • Nos dice allí que Rimini. ¿ Qué es lo que hace tan desdichados en el infierno
a estos amantes? Están todavía juntos. ¿Puede constituir
1) lnferno, III, 124-26: un castigo para los amantes el ser eternamente arrastrados
E prontí sano al trapassar del ria, por los vientos uno en brazos de otro? Es justamente lo
Che la divina Giustízia glí sprona que, de poder hablar, habría escogido su pasión. Es lo que
Si che la tema si volge in disío 15).
la pasión busca y quisiera prolongar para siempre. La sen­
Z) Purgatorio, XXI, 61 -69: tencia divina la ha tomado sólo de' un modo literal. El des-
Della mondizia il sol valer fa prava,
Che, tutto libero, a mutar convento 1) Inferno, XIV, 63-66:
L' alma sorprende; e di valer le gíova . . . "O Capaneo, in cío che non s' ammorza
Ed Ío che son gíacíuto a questa doglia La tua superbia, se' tu piu punito.
Cinquencent' anní e piu; pur mo sentíí N u/lo martirio, fuor che la tua rabbia,
Libera volanta di miglior soglia 16). Sarebbe al tuo furor dolor compito" 17).

108 109
tino mencionado es precisamente el que, en la bien conocida consecuencias, había visto su relación con respecto al resto
narración, desea Aucassin para sí mismo y para su amante de la naturaleza humana y a un ideal de paz y felicidad
Nícolette 1 ) : no un cielo ganado mediante la renuncia, sino definitivas. Había descubierto la necesidad de decirse conti­
la posesión, aunque sea en el infierno, de lo que ama e ima­ nuamente a sí mismo : debes renunciar. Y por esta razón.
gina. Y un gran poeta romántico, Alfred de Musset, ha no necesitaba para el infierno más adornos que los ideales
echado en cara a Dante el no habei; visto que el eterno des­ y realizaciones literales de nuestras pequeñas pasiones abso­
tino que ha correspondido a Paolo v Francesca sería no la lutas. El alma poseída por alguna de estas pasiones tiene.
ruina de su amor 2) , sino su perfe�to cumplimient;, Esto sin embargo, otras esperanzas. El amor mísmo sueña con
último parece ser muy cierto, pero, ¿ olvidó Dante esta ver­ algo más que con la mera posesíón. Para concebir la feli­
d �d? Si así fuera, ¿ qué ínstínto le guió en la eleccíón para cidad, debe concebir una vida en un mundo variado, lleno
dichos amantes del mismo destino que ellos habrían es­ de acontecimientos y actividades que constituyan entre los
cogido? amantes vínculos nuevos e ideales. Pero el amor ilícito no
Hay gran diferencia entre los aprendíces de la vida y los puede alcanzar esta manifestación pública. Está condenado
maestros. Aucassín y Alfred de Musset pertenecían a los a la mera posesión -posesión en la oscuridad, sin un am­
aprendices ; Dante era uno de los maestros. Podía experi­ biente, sin un futuro. Es amor entre ruinas. Y es precisa­
mentar tan profundamente como cualquíer mozalbete o mente éste el tormento de Paolo y Francesca -amor entre
cualquier romántico los nuevos estímulos de la vida, pero las ruinas de ellos mismos y de todo lo que hubieran podido
i
había vivido estas cosas, conocía sus posibles e imposibles poseer para entregarse. Entrégate, nos diría Dante, er trégate
completamente a un amor que no sea más que amor, y
1 ) La narración Aucassin et Nicolette es una de las composiciones, estarás ya en el infierno. Sólo un poeta inspirado podría
mezcla de prosa y verso, llamadas chante-fable, de autor desconocido. ser un tan penetrante moralista. Sólo un profundo mora­
Procede del siglo XVI y narra los amores entre Nicolette, cJutiva lista podría ser un tan trágico poeta.
comprada a los sarracenos, y Aucassin, hijo del conde Garin (N. El mismo tiento y fina sensibilidad que aparecen en estos
del T. ) .
pequeños dramas morales, aparecen también en el paisaje sen­
2 ) ALFRED DE MUSSET, Poesies Nouvelle�, Souuenir :
timentalmente afín en que cada episodío se desarrolla. El
Dante, pourquoi dis-tu qu'il n 'est pire misere poeta lleva a cabo la hazaña que atribuye al Creador ; evoca
Qu'un souuenir hereux dans les jours de douleur?
un mundo material para que sea escenario de las actitudrs
Que[ chagrín r'a dicté cette parole amere,
Cette offense au malheur? morales. La imaginación popular y los precedentes de Ho­
. . . Ce blasphi!me vanté ne uient pas de ton coeur. mero y Virgilío le habían conducido, ciertamente, hasta la
Un souuenir hereux est peut-i!tre sur terre mitad del camino en esta labor simbólica, como hace siem­
Plus vrni que le bonheur . . . pre la tradición con un poeta afortunado. Desde la más
a
E t e' est a
ta Fram;oise, ton ange de gloire, remota antigüedad, la humanidad había concebido un os­
Que tu pouvais donner ces mots a prononcer,
curo infíerno subterráneo habitado por desdichados espec­
Elle qui s'interrompt, pour conter son histoire,
D'un éternel baiser ! 18 ) . tros. En los tiempos cristianos, estas sombras se· habían

110 11 1
convertido en almas perdidas, atormentadas por espantosos
i Cuán fácil es, por otro 1ado, el éxito para 1os bendecidos
demonios. Pero Dante, que tenía delante de él la carta aris­
por la gracia ! Desde las bocas del Tíber, donde se congr: ·
totélica de los vicios, hizo de esas vagas cavernas borras­
gan las almas de los cristianos después de la muerte, un li­
cosas, un laberinto simétrico. Siete terraplenes descendían,
gero esquife piloteado por un ángel e impulsado únicamente
uno tras otro, hacia las aguas de la laguna Estigia, la cml
por sus blancas almas, surca veloz el mar hacia la montaña
rodeaba a su vez los fuertes muros de la Ciudad de Dios, o
del purgatorio, deposita allí los espíritus que conduce y re­
Plutón. Dentro de estos muros otros dos terraplenes con­
gresa el mismo día a la desembocadura del río. Eso en lo
ducían al borde de un precipicio prodigioso -tal vez de
que se refiere a la llegada al purgatorio. Cuando un espíritu
una profundidad de mil millas- que formaba el foso del
desembarca en él encuentra amplías y suaves las faldas de
infierno. En el fondo de éste, descendiendo todavía suave­
la montaña. Pero la cuesta se hace muy pronto dura y escar­
mente hacia el centro, había diez zanjas. o surcos concéntri­
pada. Después de haber atravesado la estrecha puerta del
cos que encerraban diez clases de malvados. Y, finalmente,
arrepentimiento, debe colocarse sobre cada uno de los bordes
un último escarpado precipicio conducía al lago helado de
que rodean la montaña a diferentes alturas hasta que sea
Cocito, en el mismo centro de la tierra, en medio del cual
purificado cada uno de sus pecados, pasando al borde más
Lucifer se helaba entre los más bajos traidores.
alto si es culpable de los pecados que en el mismo se expían.
La precisión y el horror, la representación gráfica y la
La montaña es tan alta que su cima penetra en la esfera de
verdad moral no han estado nunca tan maravillosamente
la luna, por encima del alcance de las tempestades de la
combinadas como en la descripción de este infierno. Con
tierra. Esta cima, consistente en una ancha. llanura circular.
todo, la concepción del purgatorio es más original y acaso
contiene el jardín del Edén, regado por los ríos Leteo y
más poética. El acceso al lugar es encantador. Tenemos por
Eunoe : el primero para borrar todos los recuerdos penosos ;
vez primera noticias de él mediante la fatal aventura atri­
e l segundo, para iluminar y aclarar todos los buenos pensa­
buída por Dante a Ulises. Impaciente en !taca después de
mientos. Desde este lugar, que roza literalmente la parte
su regreso de Troya, el héroe había convocado a sus com­
inferior del cielo, es fácil volar desde una esfera a otra.
pañeros sobrevivientes para un último viaje de exploración.
La astronomía de la época de Dante estaba bellamente de
Navegó con ellos hasta más allá de las columnas de Hér­
acuerdo con su tarea poética. Describía y medía un firma­
cules, bordeando la costa africana, y después de tres meses
mento que era identificado con el cielo póstumo de los san­
de permanencia en alta mar vió una montaña descomunal.
tos. Las invisibles esferas de esta astronomía tenían como
un gran cono truncado que surgía delante de él. Era la isla
centro de sus rotaciones la tierra. Las sublimes complicacio­
y la montaña del purgatorio, en los mismos antípodas de
nes de este sistema ptolemaico se hallaban día y noche pre­
Jerusalén. Antes de que Ulises pudiera desembarcar allí, lo
sentes al espíritu de Dante. Éste se complace en decirnos en
arrastró una borrasca, y su galera se hundió por la proa en
qué constelación sale o s.e pone el sol, y qué porción del cielo
aquel mar agitado y a la vista de un nuevo mundo. Así, la
se halla entonces en los antípodas. Tiene en su mente un
ausencia pagana de salvación debe conducir, por algún fatí­
planetario que le muestra en cada momento dado la posi­
dico impulso, cerca de la meta.
ción de cada estrella.
112
113
'I'rl�S µoetas filósofos.-8.
Tal constante exhibición de la erudición astronómica las ciudades. Por esta razón, cuando un poeta no es insen­
puede parecernos pueril o pedante, mas la situación astro­ sato, la filosofía se incorpora de modo inevitable a su poe­
nómica tenía para Dante el encanto de un paisaje, literal­ sía, por cuanto se ha incorporado antes a su vida. O, mejor
mente repleto de la s más maravillosas luces y sombras. dicho, el detalle de las cosas y el detalle de las ideas se· in­
Tenía también el encanto de un penoso descubrimiento que corporan igualmente a sus versos cuando ambos se encuen­
develaba los secretos de la naturaleza. Pensar rectamente·, tran en el sendero que le ha conducido a su ideal. Poner en
ver las cosas tal como son o tal como deberían naturalmente poesía objeciones a la teoría sería como poner objeciones a
ser, le interesaba más que imaginar cosas imposibles, y en las palabras, pues las palabras son también símbolos que
esto muestra no falta de imaginación, sino verdadero poder carecen del carácter sensual de· las cosas que representan. Y,
y madurez imaginativa. Sólo aquellos de nosotros que so­ sin embargo, es sólo por la red que las palabras tienden
mos demasiado débiles para concebir a fondo el mundo real sobre las cosas al evocarlas que la poesía surge. La poesía
o demasiado cobardes para enfrentarnos con él huímos hacia es una atenuación, un retoque, un eco de la cruda expe­
las vulgares ficciones que nos parecen suficientemente puras riencia ; es por sí misma una visión teórica de las cosas a
para la religión o la poesía. El capricho no es en Dante una prudente distancia.
vacío o arbitrario ; es serio, basado en el estudio de las cosas Hasta entonces o desde entonces no ha vívido un poeta
reales. Adopta su misma tendencia y adivina su verdadero en un paisaje tan amplio como aquel en que vivió Dante,
destino. Su arte es, en el sentido griego originario, una imi­ pues nuestros tiempos y distancias infinitos son de poco
tación o reproducción de la naturaleza, una anticipación del valor poético mientras no tengamos una imagen gráfica con
destino. Por esta razón se incorporan a sus versos. curiosos que llenarlos. Los espacios de Dante estaban llenos ; am­
detalles de la ciencia o de la teología. Con la honrada fe y pliaban hasta los límites de· la imaginación humana las mo­
simplicidad de su época devora estas interesantes imágenes radas y destinos de la humanidad. Aunque los santos no
que le ayudan a aclarar los misterios de este mundo. habitaban literalmente en las esferas, sino en el empíreo,
Cierta especie de sensualismo o de esteticismo ha decre­ cada espíritu podía manifestarse en aquella esfera cuyo ge­
tado en nuestros días que la teoría no es poética, como sí nio fuese más afín al suyo. En la visión de Dante, los
todas las imágenes y emociones que sacuden una mente cul­ espíritus aparecen como puntos luminosos de los cuales pro­
tivada no estuvieran saturadas de teoría. El predominio de ceden las voces, así como cierto resplandor. Excepto reprodu­
tal . sensuali �mo o esteticismo sería suficiente para explicar cirnos sus palabras ( que versan usualmeÚte sobre las cosas
la 1mpotenc1a de las artes. La vida de la teoría no es menos de la tierra) , Dante nos dice poco acerca de ellos. Cierto es
humana o menos emocional que la vida de los sentidos ; es que al final nos da una visión de la esfera celestial : filas y
más típicamente humana y más profundamente emocional. más filas de santos están sentados como en un anfiteatro y
La filosofía es una especie de experiencia más intensa que la la divinidad los abarca en forma de un triple arco iris con
vida cotidiana, del mismo modo que la música pura y sutil, una apariencia humana en el centro. Pero esto es, según se
oída en estado de recogimiento, es algo más profundo y confiesa ya, un mero símbolo, una pintura algo convencio­
más intenso que el rugido de las tormentas o el alboroto de nal a la cual Dante recurre de mala gana a falta de una

1 14 115
Por l o tanto, el santo cristiano tenía que conservar, in­
mejor imagen que reproduzca su intención mística. Lo que
clusive en el cielo, su esencial fidelidad, su separación y su
nos puede acaso ayudar a adivinar esta intención es el hecho,
humildad. Tenía que sentirse todavía desvalido y perdido
ya mencionado, de que, según él, las esferas celestiales no
en sí mismo, como Tobías, siendo feliz solamente en tanto
constituyen la sede verdadera de ninguna alma humana ; de
que el Angel del Señor fe sostenía por la mano. Para Píc­
que las almas puras las atraviesan con velocidad y facilidad
carda, decir que acepta la voluntad de Dios significa, no
cada vez mayores a medida que se aproximan a Dios, y de
que participa de ella, sino que se somete a ella. Estaría dis­
que los ojos de Beatriz -la revelación de Dios al hombre­
puesta a ir gustosamente más allá, pues su naturaleza mor� l
son solamente espejos que devuelven, meramente reflejadas,
lo exige, como Dante -incorregible platónico- ha pere1-
la belleza y la luz.
bido perfectamente. Pero no se atreve a mencionarlo, pues
Estas insinuaciones sugieren la doctrina de que· la finali­
sabe que Dios, cuyos pensamientos no son los de ella, lo
dad de la vida no es sino el seno de Dios, es decir, no cual­
ha prohibido. La esfera inconstante de la luna no le pro­
quiera forma finita de la existencia, por excelente y supe­
porciona una perfecta felicidad, pero como es virtuosa dice
rior que sea, sino una completa desaparición y absorción en
que le otorga una felicidad suficiente, toda la que tiene el
la divinidad. Así lo habían pensado los neoplatónicos, de
coraje de esperar un corazón afligido y contrito.
quienes procede todo este paisaje celestial, y las reservas que
a tal visión opone la ortodoxia cristiana no han estado Tales son las inspiraciones antagónicas que se encuentran
siempre presentes al espíritu de los místicos y de los poetas bajo las atractivas armonías del Paraíso. Lo que estaba aquí
cristianos. Dante roza justamente esta misma cuestión en la en conflicto no era el alma del poeta ; eran sólo sus tradicio­
memorable entrevista que tiene con el espíritu de Piccarda nes. Los conflictos de su propio espíritu habían sido relega­
en el tercer canto del Paraíso. Piccarda se encuentra en la dos a otras regiones, a la era de- la tierra que contemplaba
esfera inferior del cielo, la esfera de la luna inconstante·, por­ maravillado desde las alturas del cielo 1 ) , sorprendido de
que después de haber sido raptada de su convento y casada
a la fuerza no se sintió impulsada a renovar sus anteriores E la sua volontade e nostra pace.
Ella e que/ mare al qua/ tutto si mltot.Je
votos. Dante le pregunta sí no anhela alguna vez un estadio
Cio ch'ella cría, o che natura face . -­
más elevado del paraíso, más próximo a Dios, el fin de toda Chiara mi fu allor com'ogni dot.Je
aspiración. Ella le responde que participar de la voluntad In cielo e Paradíso , etsi la grazía
de Dios, que ha fundado en su casa muchas diferentes man­ Del Sommo Ben d'un modo non vi piove 19) .
siones, significa ser verdaderamente uno y mismo con :ÉL 1) Paradiso, XXII, 1 3 3 - 3 9 :
Desear estar más cerca de Dios arrastraría al alma más lejos Col viso ritornai per tulle quante
de lo debido, pues se opondría al orden establecido 1 ) . Le sette spere : e vídi questo globo
Tal, ch'io sorrisi del suo vil sembiante.
1 ) Paradiso, III. 7 3 - 9 0 :
E qucl consiglio per migliore approbo
"Se disiassimo esser piu superne, Che /'ha per meno : e chi ad ,altro pensa,
Fóran discordi g{i nostri disiri Chiamar si puote veramente probo 20) .
Dal valer di Colui che qui ne cerne . . .
1 17
116
que los hombres abracen tan apasionadamente esas tribu­ aspecto platónico de su inspiración y se h a convertido por
laciones de hormigas cuando los mejores son, según dice unos momentos en un ser enteramente histórico, enteramen­
Dante, los que menos piensan en ellas. te hebraico o romano. Hubiera sido un espíritu inferior si
En esta frase el poeta tiene acaso conciencia de una falta hubiese permanecido siempre en este nivel. Suprimidas las
personal, pues Dante estaba lejos de la perfección, inclusive esferas platónicas y la ética aristotélica, su Comedia no ha­
como poeta. Era demasiado un hombre de su tiempo y con bría sido divina. Para que sean verdaderamente dignas de
frecuencia escribía con una pasión no depurada por el juicio. recordación, las personas y los incidentes han de tener un
Es tanto lo que nos domina el interés puramente personal sentido, han de encontrar su puesto en el mundo moral,
Y dramático cuando leemos los pasajes referentes a un Boni­ han de ser juzgados, y juzgados rectamente, en, su dignidad
facio o a un Ugolino, que nos olvidamos de que estas figu­ y valor. Un sentimiento casual personal hacia ellos, por
ras históricas han sido convertidas en figuras eternas y cons­ apasionado que sea, no puede ocupar el lugar que corres­
tituyen meros fragmentos en el mosaico de las esencias ponde a la penetración afectiva que comprende y a la amplia
platónicas. El propio Dante casi lo olvida. El lector moder­ experiencia que juzga.
no, acostumbrado a las ficciones carentes de signifo::ación y Una vez más (y esto es fundamental en Dante) : el amor,
de s�ntido, deseoso de ser entretenido por imágenes sin pen­ tal como lo siente y lo expresa, no es un amor normal o
samientos, puede no advertir esta falta de perspectiva o pue­ sano. Es, sin duda, bastante real, pero demasiado limita­
de alegrarse de ella. Pero si es hombre sensato, no se ale­ do y expresado demasiado caprichosamente, de suerte que
grará mucho tiempo. Los Bonifacios y los Ugolinos no son cuando se amplía platónicamente y se identifica con la gra­
las figuras verdaderamente profundas y verdaderamente cia de Dios y con la sabiduría revelada, sospechamos que
atractivas de la Divina Comedia. Son, en un sentido relati­ si hubiera sido natural y viril, habría ofrecido más resisten­
vo, vulgaridades que se encuentran en la misma. En estos cia a una transformación tan mística. El poeta que desea
casos sentimos demasiado la vehemencia de los prejuicios o pasar convincentemente del amor a la filosofía (y esto pa­
de la indignación del poeta. No es, como fa ocurre habitual­ rece un progreso natural para un poeta) debe ser un amante
mente, justo ; no se detiene a pensar, como lo hace casi siem­ cordial y completo -un amante como Goethe y su Faus­
pre. Olvida que se halla en el mundo eterno y se sumerge to- más bien que como Platón y Dante. También Fausto
durante unos momentos en el alboroto de cualquier mercado pasa de Gretchen a Helena y regresa de nuevo, y Goethe
italiano o en la sala de consejos de cualquier faccioso con­ transitó todavía más de un lugar a otro. Si alguno de estos
dottiere. Los pasajes que Dante escribe de tal manera - tránsitos hubiera conducido a algo que no solamente fuera
como los dedicados a Bonifacio y Ugolino- son podero­ amado, sino que mereciera serlo, que no solamente pudiera
sos y vehementes, pero no son hermosos. Infaman más que inspirar toda una vida, sino que también debiera inspirarla,
descubren el objeto de sus invectivas ; sorprenden más que habríamos tenido entonces un auténtico progreso.
conmueven al lector. Además, Dante habla demasiado acerca de sí mismo. En
cierto sentido, este egotismo es un mérito o, cuando menos,
Este género inferior de éxito -pues es todavía un éxito
un motivo de interés para nosotros, los modernos, pues el
en retórica- envuelve al poeta porque ha abandonado el
1 19
118
egotismo es l a actitud característica de la filosofía moderna y el temor al diablo eran en aquellos días grandes virtudes.
y del sentimiento romántico 1 ) . Al ser egotísta, Dante se Pero la conclusión a que debemos llegar es precisamente la
adelantó a su época. Su filosofía hubiera perdido una di­ de que las virtudes de aquellos días no son las mejores
mensión profunda y su poesía un elemento patético si no virtudes y de que un poeta que represente tal época no pue­
se hubiera colocado a sí mismo en el centro del escenario y de ser un vocero leal ni definitivo de la humanidad.
si no hubiera descrito todas las cosas como experiencias Acaso hemos ya pasado ahora revista a los oh jetos princi­
propias o como revelaciones que se le hicieran con vistas a pales que poblaron la imaginación de Dante, a los principa­
su salvación personal. Pero el egotismo de Dante va más les ohjetos en el centro de los cuales nos transporta su poesía.
allá de lo necesario para que la comprensión trascendental Y sí el genio de un poeta nos conduce hasta su mundo en­
esté ausente de su filosofía. Se extiende tan lejos que pro­ cantado, el carácter de este mundo determinará la calidad
yecta la sombra de su persona no sólo sobre las galerías del y la dignidad de su poesía. Dante nos transporta, con evi­
purgatorio ( como nos anuncia repetidamente) , sino tam­ dente fuerza, primero hacia la atmósfera de un amor visio­
bién sobre toda Italia y toda Europa, las cuales contempló nario, y luego hacia la historia de su conversión, afectada
Y juzgó bajo la evidente influencia de los resentimientos y por este amor o por la divina gracia que con él se identifica.
pasiones privadas. El supremo ideal a que le condujo su conversión es expre­
Ademá,s,· una personalidad proyectada de modo tan in­ sado por él mediante la naturaleza universal y es encarnado
sistente no es siempre digna de contemplación. Dante es entre los hombres por la doble institución de una religión
muy orgulloso y muy severo. Al mismo tiempo, es curiosa­ revelada y de un imperio providencial. Para rastrear el
mente tímido, y el lector puede cansarse algunas veces de sus destino de estas instituciones se nos conduce' hasta el pano­
:perpetuos temblores y lágrimas, de sus arranques y compli­ rama de la historia entera, con sus grandes crisis y grandes
cadas dudas. Un hombre que se sabe bajo la especial pro­ hombres, y especialmente hasta el panorama de la Italia de
tección de Dios y de tres celestiales damas, que tiene como su tiempo, donde contemplamos los crímenes, las virtudes y
guía a un sabio y a un mago de la talla de Virgilio hubiera los infortunios de los hombres prominentes tanto en fomen­
podido considerar inclusive el infierno con un poco más de tar como en obstaculizar el ideal de· la cristiandad. Todas es­
confianza. j Cuán lejos se halla este estremecido y pasmado tas personas son colocadas ante nosotros con la simpatía y
filósofo del risueño coraje de Fausto que, al ver' su perro de la sencillez de un dramaturgo, pero no se trata de un me-ro
aguas convertirse en monstruo, luego en nube y, finalmente, carnaval, de una danza macabra, pues por encima de la
en Mefistófeles, dice en seguida : Esto era, pues, la esencia confusa refriega de los partidismos y de las pasiones escu­
del perro, Das also war des Pudels Kern. Dante era, sin chamos la voz firme, la implacable sentencia del profeta
duda, un hombre medieval, y la contrición, la humildad que los juzga.
Dotado así del más delicado sentido del color y del más
1 ) Egotismo se emplea aqu í en un sentido todavía más peyorativo
que egoísmo, el cual puede tener muchas veces un aspecto noble, tal
firme arte del dibujo, Dante ha colocado en su lienzo el
como Goethe pone de manifiesto en los Años de viaje de Wilhelm mundo entero. Este mundo se· manifiesta allí completo,
Meister (N. del T.) . claro, hermoso y trágico. Es vívido y veraz en sus detalles,

120 121
sublime en su march a y en su arm onía. No e s una poesía comp rende r, padecía de cierto convenci o na lí� mo Y unil a t� ­
e n la que l as partes son m ej ores que el to d o. Aquí. como ra lid ad. Su arte ígn oró muchas cos as de la vida Y d: la relt­
,
en un a gran sinfoní a , todo se integra y apoya : el compás gíón de su época. Era un arte adulador y eufem1st1co. Te­
se guarda, l a te nsión aument a , el volumen red obla , la fin a nía una especie de suavidad penetr a nte , como la que actu a! ­
me lodía se r emonta ca da v ez más alta, y tod o termina, no mente asocíamos con un elegante sermón. Era una poesta
con un estrépito repentino, no con un incide n te casu a l, sino que se dirigía a la c asta supe� ior, a los _ conquistadores, Y
media nte un reflejo soste nido en el sentido de que· no ha e xt endía un intenci onado h echiz o por ene1ma de sus p asadas

t ermina do, sino de que permanece para nosotros en su inre­ brutalidades y de sus presentes decepcione s . En Dante no
_
gridad como una revel ación y un recurso eternos. Nos ha e ncontr amos t a l p arcia lidad ; pint a lo que odi a con tanta

ense ñado a a mar y a r e nunciar, a juzg a r y a a dorar. ¿ Qué franqueza como lo que ama, y es e n todas � as cos as com­
más podí a hacer un poeta ? Dante poetizó la vid a y la natu­ ple to y sincero. Si tal sentido de l as proporciones es alcan­
r aleza tal como las encontró. Su ima gin a ción dominaba y z ado nuevamente por un poeta, no lo se rá sin duda por
abarc ab a el mund o entero. P o r ello alcanzó la última meta un poeta de lo sobrenatura l. Desde a� or� en _adel_a nte , lo
,
a que puede aspir a r un poet a : dejó est a blecida l a no rma d e sobre n a tural h a de figura r para cualqmer 1magm ac10n a m­

toda posible h a z a ñ a poética, se convirtió en el tip o del poe ­ plía y ho nra d a como una idea d? la mente huma n a ----<:?roo
t a supremo. Esto n o quiere decir que sea el "más grande" una parte de lo na tural. Concebi r lo de otra manera e qmva 1-
de los poe tas. El mérito relativo de l os poet as es un tema dría a ígnorar las tendencias d e la época, a n o expresarlas o
de estériles discusion es. El proble ma puede constantement e completa rlas. Sin embargo, por esta mi sma razón puede
pl a ntearse siempre que surja un crítico d e temp eramento esperarse que Dante seguirá sien do el supremo p oeta d e l o
,
original o con un nuevo crite rio. Menos aun n ecesit a mos sobrenatur a l, el exponente sin rival, después de Plat o n, de
decir que n o puede ya aparecer jamás un p oeta más gran­ aquella fase del pensamiento y d el sen timiento en la cual �o
de. Podemos confiar en que ocurrirá lo con tr ario. Pero sobr enatural pa reció ser ]a clave de la natural eza . Y de 1 �
Dante n os pr oporciona un afo rtun a do ejemplo de la más felicid ad . Ést a es l a hipótesis media nte la c ual meJ o r se h�
alta especie de poesía. Su poesía abarc a todo el campo de alcanza do h asta ah ora la unida d m o ra l en este mundo. A�:¡;u
que pu ede e xtr aerse lo poético y al cual puede aplicarse lo tenemos, pues, la más completa ide aliz a ción y c� mpr ens1on
poético, desde los más r ecónditos lugares del corazón hasta de las cosas rea lizada hasta ahora por l a humani dad. D a n­
los límites más extremos de la natural eza y del destino. Si te es el tipo del perf ecto poeta.
d ar v a lor imagin a tivo a algo es la t area mínima de u n
po eta, dar v alor imaginativo a todas las cosas y a l sistema
de las cosas es evidentemen te su máxima faena.
Da nte realizó est a tarea, des de luego b ajo especiales limi­
taciones y condiciones de tipo p ersonal y socia l. P ero 1a
realizó y con ello cumplió las condicio nes de la suprema
poesía . El propio Homero, como a ctualmente empe zam·os a

122 123
EL FAUSTO DE GOETHE
IV

E L F A U S· T O D E G O E T H E

Al acercarnos al tercero de nuestros poetas filósofos puede


interponerse un escrúpulo en nuestro espíritu. Lucrecio fué
indudablemente un poeta filósofo ; todo su poema está
dedicado a exponer y a defender un sistema de filosofía.
En Dante el caso es aproximadamente tan evidente. La
Divina Comedia es un poema personal y moral, pero no
sólo hay muchos pasajes explícitamente filosóficos, sino
que el conjunto es inspirado y dirigido por el más preciso
de los sistemas religiosos y de los códigos morales. Dante es
también inequívocamente un poeta filósofo. Pero, ¿ fué
Goethe un filósofo? ¿Y es el Fausto un poema filqsófico ?
Si asentimos a ello, debe ser dando cierta amplitud a
nuestras palabras. Goethe fué el hombre más ilustrado de
la humanidad ; demasiado ilustrado acaso para ser un filó­
sofo en el sentido técnico del vocablo o para someter este
mundo salvaje a la ortopedia de una terminología sutil­
mente cerebral. Es cierto que fué durante toda su vida un
partidario de Spinoza y que puede ser llamado sin vacila­
ción un naturalista en filosofía y un panteísta. Su
adhesión a la actitud ge-n eral de Spinoza no excluía, . sin
embargo, una gran plasticidad y libertad en sus propias
concepciones, inclusive· en los puntos más fundamentales.

127
Fausto e n l a que se insinuaba una filosofía d e l a vida : la
Goethe no admitió así la interpretación mecamca de la
de que quien se esfuerza y opone· se extravía, pero encuentra
naturaleza propugnada por Spinoza. Atribuyó también,
en este extravío su salvación. Esta idea cimentó toda esa
por l o menos a las almas privilegiadas, como la suya, una
_ sabiduría satírica y mefistofélica tan abundante en todo el
especie más personal de inmortalidad que la que Spinoza
poema, en las partes últimas tanto como en las primeras.
hab ía concedi� o. Además, profesó una generosa simpatía
_ Era una moral que adornaba la historia sin constituir su
h � cia las ex�ltcaciones dramáticas de la naturalez a y de la
_ fundamento y sin expresar siquiera lealmente el espíritu que
? isto_na habituales en la Alemania de su tiempo. Mas tal respira. El Fausto seguía siendo un poema esencialmente
idealismo trascendental, que hacía del mundo la expresión
romántico, escrito para permitir un desahogo a un genio
de un empeño del espíritu, era una inversión total de aque­
fecundo y activo, para conmover el corazón, aturdir la
lla convicción, tan profunda en Spinoza, según la cual todas
mente con un carnaval de imágenes, divertir, sorprender,
!as energías morales residen en particulares criaturas, cente­
humanizar. Y si tenemos que hablar de filosofí a había
llas de un mundo absolutamente infinito y sin una finalidad
muchas máximas adecuadas en el poema, muchas observa­
determinada. En una palabra : Goethe· no fué un filósofo
ciones medio ocultas que excedían en valor filosófico a la
sistemático. Sus opiniones acerca de la marcha de las cosas y
moral oficial y trasnochada con que el autor lo recubría y
de 1 � significación de los grandes personajes y d e las gran­
que ya nos advertía inclusive no tomar demasiado en serio 1 ) .
El Fausto no es, pues, un poema filosófico escrito en
des ideas fueron, realmente, filosóficas, aunque más román­
ticas que científicas. Sus ideas sobre la vida eran nuevas
Y variadas. Interpretaban el genio y la ciencia de su época. forma sincera y deliberada, pero ofrece una solución al pro­
No expresaban una firme actitud personal, radical, unifi­ blema moral de la existencia tanto como los poemas de
cada y transmisible a otros tiempos y personas.. Pues, des­ Lucrecio y Dante. Las filosofías conocidas son dulces, pero
pués de todo, los filósofos tienen sobre los literatos esta las desconocidas pueden ser más dulces todavía. Pueden
ventaja : que siendo sus espíritus más orgánicos, pueden ser más puras y más profundas justamente por ser adoptadas
pr?pagarse más fácilmente. Esparcen menos influencia, pero inconscientemente, por ser más bien vivídas que enseñadas.
_ Esto no equivale meramente a decir lo que podría decir­
mas semillas.
Si de Goethe pasamos al Fausto -y es sólo como autor se de toda obra de arte y de todo ohjeto natural : que po­
del Fausto que lo consideraremos- la situación no será dría convertirse en el punto de arranque de una serie de
menos ambigua. Tal como lo redactó primero el joven inferencias que nos revelarían el universo entero, como la
Goethe, la filosofía aparecía en la obra en primer plano, flor en el muro agrietado. Quiere decir más bien que la
-Hab nun ach die Philosophey- , pero aparecía allí y en ascensión vital hacia un ideal preciso pero latente, puede
toda la pieza meramente como una expe·riencia humana, expresar este ideal, cuando domina a una vida entera, de
una pasión o una ilusión, un acopio de imágenes o un arte
ambicioso. Cierto es que, más tarde, bajo el hechizo de la 1) ECKERMANN, Conversación del 6 de mayo de 1 8 2 7 : "Das ist
zwar ein wirksamer, manches erkliirender, guter Gedanke, aber es ist
moda y de Schiller, Goethe circundó sus escenas originarias
keine Idee die dem Ganzen . . . zugrunde liege" 21 ) .
con otras, como el prólogo en el cielo, o la apoteosis de
129
128 Tres poetas fil6sofos.-9.
un modo más completo que las palabras más cuidadosa­ viaje ; Goethe nos da un viaje filosófico y nosotros tene­
mente seleccionadas. mos que adivinar su meta.
Ahora bien, Fausto es la espuma en la cresta de dos gran­ Goethe es un poeta romántico, un novelista que escribe
des olas de la aspiración humana, olas que se funden y com­ en verso. Es un filósofo de la experiencia tal como se ofre­
penetran mutuamente : la ola del romanticismo, procedente ce al individuo. Es el filósofo de la vida, en tanto que la
de las profundidades del genio y de las tradiciones nórdicas, acción, el recuerdo o el soliloquio pueden poner delante de
y la ola de un neopaganismo, venido de Grecia a través de nosotros sucesivamente la vida. Ahora bien, la sustancia del
Italia. No son filosofías que el crítico pueda leer en el romanticismo consiste en tomar lo que se sabe es un mundo
Fausto; son pasiones que hierven en el drama. Es el drama antiguo y lejano como algo esencial para satisfacer las emo­
de una aventura filosófica, de una rebelión contra el conven­ ciones particulares de cada uno; El salvaje o el animal des­
cionalismo, de una ascensión hacia la naturaleza, la sensibi­ conocedores de la naturaleza o de la historia no podrían ser
lidad y la belleza, y de un regreso a lo convencional con el en modo alguno románticos. Serían suavemente idiotas y
sentimiento de que la naturaleza, la sensibilidad y la belleza, aceptarían todas las cosas sin sospechar lo que había dentro
a menos que se hayan encontrado allí, no se encontrarán de ellas. El romántico tiene que ser, pues, un hombre civi­
ya en absoluto. Goethe no describe nunca, como Dante, lizado, con el fin de que su egotismo y su primitivismo se
lo que su héroe persigue ; se limita a describir la persecu­ hagan conscientes, de que su vida contenga una rica expe­
ción. Como en el famoso apólogo de Lessing, prefiere la riencia y de que su reflexión recorra todas las variedades del
persecución del ideal al ideal mismo, tal vez porque, como sentimiento y del pensamiento. Al mismo tiempo, debe ser,
en el caso de Lessing, la esperanza de realizar el ideal y el en su genio íntimo, un bárbaro, un niño y un trascendenta­
interés en realizarlo comenzaban a abandonarlo. lista, con el fin de que su vida le parezca absolutamente
El caso se parece a lo que hubiera ocurrido si Dante, nueva, libre, imprevista e imprevisible. Constituye una
en vez de reconocer y de amar a Beatriz a primera vista y parte de su inspiración suponer que está creando un nuevo
de elevarse a una visión del mundo eterno ya hecho y per­ cielo y una nueva tierra cada vez que experimenta una
fectamente dispuesto, hubiera pasado de un amor a otro, de revolución en su temperamento o en sus propósitos. Igno­
una donna gentíle a otra donna gentíle, suspirando siempre ra o finge ignorar todas las condiciones de la vida hasta
por los ojos de Beatriz sin encontrarse jamás con ellos. La que acaso viviendo las descubre 1 ) . Como Fausto, escar-
Divina Comedía hubiera sido entonces solamente humana 1) Faust, Parte II, Acto V, 3 75 -8 2 :
pero habría sugerido y requerido la misma perfección qu� !ch bin nur durch die W elt gerannt;
describe. Y sin expresar esta perfección, nuestra comedía Ein jed' Gelüst ergriff ich bei den Haaren,
humana habría podido proporcionar materiales e impulsos Was nicht genügte, liess ich fahren,
para ella, de suerte que si se hubiese expresado la perfec­ Was mir entwischte, liess ich ziehn.
]ch habe nur begehrt und nur vollbracht
ción de referencia, habría sido sentida con más profundidad Und aberma/s gewünscht, und sQ mit Macht
Y comprendida más adecuadamente. Dante nos ofrece una Mein Leben durchgestürmt; erst gross und miichtig,
meta filosófica y nosotros tenemos que evocar y rastrear el Nun aber r;eht ei weise, geh t bediicht i r; 22) .

130 131
nece la ciencia y está dispuesto a probar la magia, la cual
hace de la voluntad de un hombre la dueña del universo en había enviado a l Doctor Fausto a l fuego del infierno ; su
que vive. Repudia toda autoridad, excepto la que se ejer­ cadáver, encontrado con el rostro pegado al suelo, no pudo
ce misteriosamente sobre él por su profunda fa en sí mismo. ser vuelto de espaldas a la tierra. Sin embargo, debemos
Es siempre honrado y valiente, pero varía de un modo cons­ sospechar que aun en los comienzos la gente reconoció en
tante y se absuelve de su pasado tan pronto como lo ha el Doctor Fausto un colega valiente, un reprobado algo
vívido u olvidado. Tiene propensión a ser díscolo y teme­ envidiable que se había atrevido a saborear la s buenas cosas
rario, justificándose a sí mismo mediante la razón de que de esta vida por encima de las tristes alegrías vagamente
toda experiencia es interesante, de que sus fuentes son in­ prometidas para la otra. Todo lo que el Renacimiento esti­
agotables y siempre puras y de que el futuro del alma es maba quedaba representado en él como una dádiva del
infinito. En el héroe romántico deben combinarse el hom­ diablo. Y el hombre medio podía muy bien dudar de si
bre civilizado y el bárbaro. Debe ser el heredero de toda era la religión o la vida humana lo que se hacía con ello
civilización y, no obstante, debe aceptar la vida de un modo menos amable. Los autores luteranos del primú libro
arrogante y egotista, como si se tratara de un experimento sobre el particular comprendieron, comprendieron rectamen­
absolutamente personal. te, que todas esas cosas hermosas que habían tentado a Fausto
Esta singular combinación quedaba notablemente ejem­ eran poco evangélicas, paganas y papistas, pero no podían
plificada en el Doctor Fausto, una figura medio histórica, dejar de admirarlas e inclusive de codiciarlas, especialmente
medio legendaria, familiar a Goethe en su mocedad a tra­ después de que lo s primeros ardores de la restauración del
vés de libros viejos y de funciones de títeres. Aventurero antiguo cristianismo habían tenido tiempo de enfriarse.
en el sentido romántico tanto como en el sentido vulgar de Marlowe, que escribió sólo unos años más tarde, empezó
la palabra, algo parecido a Paracelso o a Giordano Bruno, la rehabilitación del héroe. Su Fausto se condena todavía,
el Doctor Fausto había experimentado el misterio de la pero se transforma en la clase de· personaje que Aristóteles
naturaleza, había despreciado la autoridad, dado crédito a cree representativo del héroe trágico, esencialmente humano
la magia, vivído en la impostura y huído de toda prudencia. y noble, pero descarriado por algún vicio o error excusables.
Sus alardes blasfemos y su ruin conducta, junto con sus El público de Marlowe podía ver en el Doctor Fausto un
artes mágicas, habían hecho de él, aun durante el tiempo hombre y un cristiano como cualquiera de ellos, llevado
de su vida, un personaje escandaloso e· interesante. Apenas demasiado lejos por la ambición y por el amor al placer.
había muerto que ya innumerables leyendas se recogían acer­ No era un incrédulo radical, un compañero natural del dia­
ca de su vida. Se dijo que había vendido su alma al diablo blo, sin conciencia y pagano, como el villano típico del
a cambio de veinticuatro años de alocados placeres sobre Renacimiento. Por el contrario, había llegado a ser un buen
la tierra. protestante que creía varonilmente en todas las partes del
Esta leyenda implicaba un ejemplo terrible y edificante, credo que expresaban sus afecciones espontáneas. Un ángel
una advertencia a todos los cristianos para que evitaran las está con frecuencia susurrando en sus oídos, y si es el mal
celadas de la ciencia, del placer y de la ambición. Todo esto ángel el que finalmente predomina, ello acontece a pesar de
los continuos remordimientos y vacilaciones de Fausto.
132
Este excelente Fausto resulta condenado por accidente o No hay ninguna duda de que el diablo representa aquí
por P;edestinación; ha sido intimidado por el diablo y se el ideal natural de Fausto o de cualquier otro hijo del
_ Renacimiento. Invoca las vagas, pero sanas ambiciones de
1: ha rmv-ed1do arrepentirse cuando realmente se ha arrepen­
tido. Con ello se exalta el terror de Ia conclusión ; vemos un alma joven que se esfuerza por dominar el mundo.
que ?ºr haber prometido entregar eI afma en un momento En otros términos, este demonio representa el verdadero
apaswnado, un hombre esencialmente bueno es arrastrado, bien, y no es sorprendente que el honrado Fausto no pueda
contra su v_oiuntad, a 1a condenación y a Ia desesperación. resistir a sus sugestiones. Nos gusta por su amor a la vida,
L a alternativa de una solución feliz es casi inminente y es por su confianza en 1a naturaleza, por su entusiasmo por
, la belleza. Habla por todos nosotros cuando grita :
solo el moroso placer de 1o espeluznante y de lo horrible·
de que está impregnada esta especie de melodrama, lo qu�
_ ¿ Era éste el rostro que botó al mar mil naves
l o env1a, lanzando agudos gritos, al infierno.
Lo que hace de 1a conclusión de Marlowe la más violen­ y mandó incendiar las torres sin corona de Ilión ?
ta Y 1a menos �ilosófica es eI hecho de que para cualauier
persona no dominada por el convencionalismo, el buen ángel Sus mismas irreverentes travesuras contra el Papa le ha­
rece llevar en el diálogo 1a parte peor del argumento. cen más querido de un público anticlerical. Fausto atrae a
� _ los cortesanos y a los caballeros por su altivo desprecio
odo 1o que tiene para ofrecer es una agria admonición
Y una advertencia superficial : poético hacia profesiones tan ásperas como las leyes, la me­
dicina o la teología. En una palabra, el Fausto de Marlo­
¡Oh Fausto! pon aparte este libro condenado we es un mártir de todas las cosas que· el Renacimiento
Y defa de mirado para que· n o tiente tu a(ma alababa : poder, conocimiento curioso, espíritu de empresa,
riqueza y belleza.
despertando la pesada ira de Dios sobre tu cabeza.
Cuán profundamente coinciden Marlowe· y Goethe en
Lee, lee las Escrituras; (llquello es blasfemia .
el mismo camino de trastornar la filosofía cristiana de la
Dulce Fausto, piensa en el cielo y en tas cosas cefestiale:J.
vida podemos advertirlo si comparamos por un momento
( como se ha hecho con frecuencia para otros aspectos) el
A lo que replica el ángel malo :
Fausto con El Mágico prodigioso, de Calderón. Este más
No, Fausto, piensa en· la faima y m las riqueza:J. antiguo héroe, San Cipriano de Antioquía, es como Fausto
un erudito que promete entregar su alma al diablo, que
Y en otro pasaje: practica la magia, abraza el fantasma de la belleza y es,
últimamente, salvado. Aquí termina la analogía. Lejos
Penetra, Fausto, en este arte famoso de aborrecer toda teoría y particularmente la teología, Ci­
en que está contenido todo el tesoro de la naturaleza priano es un filósofo pagano que busca anhelosamente a
Has de ser en1 la tierra lo que· es Júpiter en el cielo, Dios y está desbrozándose el camino, con entera fe en su
Señor y dueño de estos elementos. método, hacia la ortodoxia cristiana, Cipriano abruma al

lH 135
diabl o co n argumentos escolástic os acerca de la unidad, po­ mina t odavía l a mente del poeta, n o d e u n modo superficial,
der, sabiduría y bondad de Dios. Se enamora y vende su sin o hasta el punto de enardecer su imaginación Y hacer
alma sól o con la esperanza de satisfacer su pasión. Estudia sublimes sus personajes y arrebatado s sus versos. El Fausto
magia principalmente por el mismo mo tivo. Pero la magia de G oethe, p or el co ntrario, glo rifica la vuelta del cristia­
n o consigue d omeñar la voluntad de la dama cristiana a la nismo al paganismo . Muestra e1 espíritu del Renacimiento
cual ama (una dama moderna y muy española, aunque la que libera a las almas · y r o mpe las c a denas de la fe tradi­
acción se supo ne desarrollada en Antioquía) . El diablo c io nal y de la moral tr adicional. Después de manifestarse
puede facilitar sólo un falso fantasma de su persona y cuan­ brillantemente en la época del Fausto histórico , ese espí­
r itu pareció quedar s o focado en el gran mundo durante el
do Cipriano se acerca a ella y levanta su velo no encuentra
bajo él más que una espant osa calavera, pues Dios puede sigl o XVII . Las pers onas y las leyes habían reafirmad o
hacer milagros que sobrepujan l os de cualquier mago y ven - su antigua vinculación al cristianism o y el Renacimiento
cer al diabl o en su propi o juego. Estupefacto p or este s obrevivía sólo de un m o do abstracto , en la eru dición Y
p o rtento , Ciprian o se co nvierte al cristianismo. Semidesnu­ en las bellas artes, a las cuales seguía prestand o cierta ele­
d o , extático, t o mad o por l o co, testim o nia recia y persisten­ gancia clásica o pseuclo -clásica. S i n embargo , en la época
temente el poder, sabiduría y b o ndad del único Dio s ver­ de G oethe penetraba en las almas humanas un segundo
dadero. Y co mo la persecución de Decio está arreciand o en Renacimiento. El am or a la vida, audaz y valiente, arrai­
aquell os momentos, ingresa precipitadamente en el martiro­ gaba en más de un individuo. En el m o vimient o r omántic o
logio . Su dama, sentenciada también po r la misma causa , v en la Revolución Francesa se separó este am or a la vida
l o alienta c o n su hero ica actitud y sus heroicas palabras. de los c o mpro misos po líticos y de las c o nvencio nes que lo
Su pasión terrenal ha muerto , pero sus almas están unidas habían estado ah o gand o durante do s siglos. El héroe de
en la muerte· y en la inmortalidad . Go ethe encarna esta segunda emancipación ro mántica del
Vem os en este drama que la magia ha sid o derrotada nor espíritu, que había sido durante demasiad o tiempo un mal
los milagro s, que la duda es sustituída p o r la fe, aue la dispuest o discípulo de la tradición cristi ana. Este espíritu
pureza resiste a la tentación, que la pasión se transforma c o mienza a pedir aire, naturaleza y experiencia, Cipriano ,
en fervo r y que todas las glorias del mundo se desvanecen un mal dispuesto discípulo del paganismo, había a su vez
ante fa desilusión y el ascet ismo. Estas glorias n o s o n, dice susoírad o por la verdad, por la soledad y p o r el cielo,
el poeta, sino polvo, ceniza, humo y air e. Tal fué la leyenda que, par a la may or suerte de la huma­
El c o ntraste con el Faust o de Goethe no puede ser más nidad, fascinó al joven Goethe y arraigó en su fantasía. En
c ompleto. Ambos po etas se toman grandes libertades en lo to rno a ella se acumulaban las exper iencias y las ideas de
que respecta a sus cron ol o gías, pero el espíritu de sus dn­ sesenta añ o s bien henchidos. El Fausto se co nvirtió en la
mas es n o tablemente co nforme con el de las épo cas co rres­ autobiografía p o ética y en el testamento fil o sófico de
p ondientes en que se supo nen l os hechos. Calderón gl o ri­ G oethe. En él insertó todo s los entusiasmos que diversi­
fica el tránsito del paganismo al cristianismo. La fil o so fía ficaban su propia vida, la gran alternativa entre el arte clá­
en que culminó ese tránsito -la o rtod o xia católica- do- sico y el ro mántico , inclusive la controversia entre el nep -

136 137
tunismo y el vulcanismo ge ológicos y 11U paternal admira­ dar con pavor en la magia, con un tspíritu de aventur a
' f' ·
ción por Lord Byron. Pero a pesar de las libertades qu e se análogo al de Fau sto ; podía ofre cer en su d esvan , sacru
permitió con la leyenda, y el giro personal que dió a la honor de la salida del sol ; podía s mergirse en el
cios e,�
desde las zonc1s
u

misma, nada omitió de s us asociaciones históricas. S u vida misticis mo cristiano y a veces podían manar
en Francfort y en Estrasb urgo había hecho familiar a su profund as de s u inconsciente chorros de palabra s, de imá­
fantasía la vida medieval. Herder le- había transmitido u n genes y de lágrima s. Era u n genio si e s qu e alguna vez lo
culto imaginativo hacia todo l o q ue era nacional y caracte­ ha habido. Y e ste genio se volcó en toda su lozanía sobre
rístico tanto en las artes como en las costu mbre s. Sobre la composi ción del Fausto -el más afín de los temas, la
él cayó el hechizo de la arqu itectura gótica, y en Shakespeare más pintoresca y mágica de las ficciones.
había aprendido a sentir la fuerza infinita de la su gestión En la primer a versión del poema , ante s de la histori a
mediante detalles, vislumbres innu merables, mezdas natu ­ de Gretchen , encontra mos, como en Marlowe , al estudioso
rales de júbilo y tristeza, h umilde realismo en las cos:is Fausto en un soliloquio sobre la vanidad de las ciencias .
externas en medio de efusiones líricas y metafísicas de las Las ciencia s no capta� nada de la auténtica verdad ; son fic­
pasiones. El sentido de la belleza clásica que había inspi­ ciones verbale s. Ni siquiera han proporcionado a Fau sto
rado a Marlowe sus versos inmortales y que debía más tarde renomb re o riqueza s. Aca so sería mejor la magia. El ai.re
inspirar a Goethe su propia Elena, estaba todavía latente, está lleno de espíritus ; sí pudiera conseguirse su ayu da
pero en vez de ello adoptó e l furor humanitario, entonces quedar ían posible mente desvela dos los secretos de la natu­
predominante, de defender e idealizar las víctimas de la raleza. Pod r íamos alcanza r la verdade ra ciencia Y con ella
ley y de la sociedad, y entre ellas la pobre mu chacha que u n poder no soñado sobre el m u ndo materia
l. Pues, según
para escapar a la deshonra se desprende de su hijo recién Goeth e la naturaleza tiene realme nte secreto s. No se revela
nacido. Tal víctima de un sedu ctor egoísta y de u n pú­ entera� ente median te u n xamen fort ito ; no es u n simple
leyes determ inables . Nues­
u
blico farisaico agregaba u n rasgo conveniente de feminidad s y d
e

mecan ismo de partes simple


y de emoción patética a la historia de Fau sto. Cuando menos mismo que n estra primer a
e

tra última visión de élla, lo


adivin a s alma
u

para la actualidad, Gretchen ocupaba el l u gar de la codi­ ojeada , debe ser interpretad a. Hemo s d
a través de la suma de sus manifestacion es. Por lo tanto,
e r u

ciada Elena.
Esta Gretchen no e ra u n ser común , sino u na criatur a sólo un arte retórico y poético , como la magia, tiene alguna
dotada de toda la inocencia, du lzu ra, inteligencia, ardor y probab ilidad de desve lárnosl a y de ponernos cara a cara
fortaleza que Goethe encontraba o creía encontrar en s u s frente a la verdad.
propias Gretchens, Katchens y Frede rickes. Pues el jove n En esta invoca ción de los espírit us, tal como la hace el
Goethe, aunque m uy erudito, no era un mero estu diante Fausto de Goeth e, no se trata de vender ni siquiera de
de libros. A su poder y competencia h umanas para alcanzar arriesgar el alma. Al revés del Fausto de Marlo we,_ el de
de
éxito agregaba los arrebatos de l sentimie nto, los irrespon­ Goethe no tiene fe ni temor. Desde el p u nto de vista
sables éxtasis, los repentinos pesares de un poeta auténtico. la Iglesia, está ya conden ado como incréd ulo, pero en tanto
los
Era un amante verdadero y u n amante díscolo. Podía ahon- que incrédulo busca la salvac ión en otra esfera . Como
138 139
se ofrece al que víve y trabaja, no es nada por dicha vi­
arrojados espíritus del Renacimiento, espera encontrar en sión teórica. La experiencia se convierte en la ciencia zn
la naturaleza universal, infinita, apacible y amplia un es­ múltiples hechos analizados, en el paso de una sustancia
cape de la cárcel de la doctrina y de la ley cristianas. Sus por múltiples formas. Pero Fausto no pretende una ima­
artes mágicas son el sacramento que le iniciarán en su nueva gen o descripción de la realidad ; anhela decretar y ser la
religión, en la religión de la naturaleza. Recurre a la natu­ misma realidad.
raleza también en otro sentido, más propio de la época de En esta nueva exploración fija sus ojos sobre el signo
Goethe que de la de Fausto. Anhela las soledades gran­ del Espíritu de l a Tierra, que parece· más apropiado a su
diosas. Siente que la luz de la luna, las cuevas, las mon­ nuevo deseo. Este signo constituye la clave de toda expe­
tañas, las nubes serían su mejor medicina y su mejor con­ riencia. Todas las experiencias tientan a Fausto, quien no
sejero. Las almas de Rousseau, de Byron y de Shelley están retrocede ante nada de l o que cualquier mortal ha vivido.
preencarnadas en este Fausto, resumen de todas las rebe­ Fausto está dispuesto a acometer todas las cosas realizadas
liones románticas. Allí coexisten con las almas de Paracel­ por cualquiera de los mortales. Quiere vivir en todos los
so y de Giordano Bruno. Piensa que los aspectos salvajes hombres y estará satisfecho de morir con el último hom­
de la naturaleza derretirán y renovarán su corazón en tanto bre 1 ) . Tan potente es su anhelo de nuevas experiencias,
que la magia le revelará los misterios de las leyes cósmicas que el Espíritu de la Tierra se ablanda y aparece tan pronto
y le ayudará a explotarlos. como es invocado. Dentro de una roja llamarada contem­
Lleno de estas esperanzas, Fausto abre su libro de magia pla su monstruoso rostro y su entusiasmo se convierte en
en el signo del Macrocosmos. Este libro le muestra el meca­ horror. Ante Fausto se despliega la furiosa e indistinta ca­
nismo del mundo donde todos los hechos y las fuerzas se tarata de la vida, su despiadada corriente, su infinita va­
entretejen y forman una cadena infinita. El espectáculo riedad y absoluta inconstancia. Esta vida universal no puede
!e fascina ; parece haber alcanzado con él una de sus más ser repetida por ningún individuo, pues trasciende todos
caras ambiciones. Pero inmediatamente llega al otro aspecto los límites de la personalidad. Cada hombre puede asi­
o, como Hegel diría, al otro momento de la vida román­ milarse sólo la parte que cae dentro de su comprensión,
tica. Sin importar lo alcanzado, nuestra insatisfacción debe sólo el aspecto que ofrecen las cosas desde· su particular
ser perpetua. Así, la visión del universo que tiene Fausto punto de vista y sus particulares intereses. Da gleichst, le
ante sí es, como él mismo indica, sólo una visión, una
teoría o concepción 1 ) . No se trata de· una interpretación 1) Faust, Parte l. En el gabinete de estudio :
de la vida interna del mundo tal como Shakespe·a re, por Du. Geist der Erde, bist mir niiher;
ejemplo, la siente e interpreta. La experiencia, tal como Schon fühl'ich meine Kriifte hoher,
Schon glüh'ich wie von neuem Wein ;
1) Faust, Parte I. En e-! gabinete de estudio, I : !ch fühle Mut, mich in die Welt :zu wagen,
Der Erde Weh, der Erde G/ück :zu tragen .
Welch Schauspiel! aber, ach! ein Schauspiel nur! Mit Stürmen mich herum:zuschlagen
Wo fass'ich dich, unendliche Natur? Uná in des Schiffbruchs Knirschen nicht :zu :zagen 2 4 ) .
Euch, Brüste, wo? 23) .
141
140
grita el Espíritu de la Tierra, du gleichst dem Geist den JOr, pues, después de todo, ¿no es la ciencia una parte de
du begreifst, nicht mir. la vida ?
Esta sentencia -que la única vida posible y buena para Cuando nos dirigimos a la primera parte en su forma
el hombre es la vida de la razón y no la vida de la natu­ definitiva o al drama entero encontramos muchos cambios
raleza- es muy áspera para el romántico, poco intelectual y adiciones que parecen transformar la romántica pintura
e insaciable Fausto. Cree, como muchos otros filósofos del de la primera escena y ofrecernos una filosofía completa.
sentimiento, que siendo una parte del conjunto de las ex­ Sin embargo, estos cambios se refieren más a la expresión
periencias, este conjunto o totalidad será análogo a él. Pero, que al contenido último, y las adiciones son principalmen­
en rigor, está mucho más cerca de la verdad lo opuesto. te nuevas ilustraciones del antiguo tema. Los críticos que
El hombre está constituído por sus limitaciones, por su estudian la Entstehu.ngsgeschichte o historia del origen de
condición frente a todas las demás condiciones, por sus las obras de arte nos ayudan a analizarlas más inteligente­
designios elegidos entre todos los designios. Todos los mente y a reproducir más exactamente lo que en diferentes
grandes objetivos que puede alcanzar se deben a su fuer­ momentos puede haber sido la intención de sus autores.
Pero estos pequeños fragmentos informativos serían com­
za de imaginación. Su entendimiento puede hacerle uni­
prados a muy alto precio sí nos distrajeran de lo que da
versal ; no puede hacerle universal su vida. Al oír esta
valor poético y carácter individual al resultado -su idio­
sentencia de labios del Espíritu de la Tierra, Fausto queda
sincrasia total, su puesto dentro del mundo moral. El pues­
postrado. Se siente impotente para negar lo que procla­
to que ocupa en el mundo moral el Fausto de Goethe es
ma el espíritu del mundo, pero no quiere aceptar por
justamente el mismo puesto que corresponde a la primera
mera autoridad una verdad tan importuna y desagradable. escena. En su conjunto llena más espacio y se refiere a mu­
Toda su larga experiencia futura bastará apenas para con­ chos más temas históricos y poéticos, pero su centro es el
vencerle de ella. antiguo centro y su resultado el antiguo resultado. Sigue
Éstas son las principales ideas filosóficas que aparecen siendo romántico en sus descripciones y en su filosofía.
en las dos primitivas versiones del Fausto -el Urfaust La primera adición que promete arrojar nueva luz sobre
y el Fragment. Lo que dice Mefistófeles al joven estudiante la idea del drama es el Prólogo en el cielo. A imitación del
es sólo una hábil prolongación de lo que Fausto ha dicho Libro de Job, empieza con el canto de las estrellas de la
en su primer monólogo acerca de la vanidad de la ciencia mañana -los tres arcángeles-, siguiendo luego una con­
y de las profesiones eruditas. Mefistófeles encuentra tam­ versación muy agradable y llena de donaire entre el Señor
bién cenicienta la teoría y verde y lleno de dorado fruto el y Mefistófeles. La escena tiene el estilo de las representa­
árbol de la vida , pero como tiene más experiencia que ciones religiosas medievales y esta circunstancia puede ha­
Fausto del segundo momento de desilusión en la dialéc­ cernos suponer que su punto de partida era la salvación
tica romántica, prevé que este fruto dorado se convertirá del alma de Fausto. Pero, en un sentido literal, el caso es
también en cenizas al ser mordido, como ocurrió en el jar­ muy distinto. Como en Job, la cuestión consiste en saber
dín del Edén. La ciencia es locura, pero la vida no es me- lo que pensará y sentirá el mortal sometido a tentación
142 143
durante esta vida y no el destino reservado luego a su espí­ sendero 1 ) . En otros términos, tener un ideal al que aspi­
ritu separado del cuerpo. Los hombres muertos, observa rar y, como Fausto, estar siempre insatisfecho, es por sí
Mefistófeles, no le interesan. No es un diablo de un infierno mismo la salvación del hombre. Fausto no sabe todavb
subterráneo ocupado, por resentimiento o por ambición, esto. Cree más o menos que hay en el último fondo un
en aumentar la población de sombras torturadas en aquella bien concreto y definitivo, y por esto es amargo y violento
región fabulosa. Habita en la atmósfera de la tierra ; nada en su insatisfacción. Pero a su debido tiempo llegará a
sabe de los soles o de los mundos -su elemento es la vida ponerse en claro este problema y comprenderá que sólt,
humana 1 ) • Sigue siendo --como en las primeras versiones merece libertad y vida el que las reconquista incesantemen­
de la obra- una parte del Espíritu de la Tierra, una de te 2) . El propio Mefistófeles, con sus burlas y seducciones,
sus encarnaciones. Su misión particular es, como veremos ayuda a sostener el movimiento del mundo y a mantener
inmediatamente, la de acelerar la continua destrucción im­ despiertos a los hombres 3 ) . La imperfección es todo lo
plicada en la continua renovación de la vida. Encuentra que es posible en el mundo de la acción, pero los ángeles
muy disparatado por parte de Fausto pedirlo todo y no pueden recoger y fijar en el pensamiento las formas per­
estar satisfecho de nada, y su empeño radica en que Fausto fectas que la existencia sugiere o roza 4 ) •
llegue a no pedir nada y a estar satisfecho con lo que el En las dos primeras versiones del Fausto aparece Mefis-
azar le depare, que llegue a morder el polvo y a morderlo
con gusto 2 ) , que renuncie a la dignidad de querer lo que 1) lbíd. ;
no existe y no puede existir y se arrastre, como la serpiente, Es irrt der Mensch, so /ang'er strebt.
gozando de las comodidades del momento. Ein guter Mensch in seinem dunkeln Drange
Contra esto, el Señor proclama que Fausto es su sirvien - 1st sich des rechten Weges wohl bewusst 27 ) .
te -es decir, el sirviente de un ideal- y declara que todo 2) Faust, Parte II, Acto V :
el que persigue un ideal necesita extraviarse, pero que en sus Ja ! diesem Sinne bin ich ganz ergeben,
errores necesarios el hombre bueno no olvida jamá� el recto Das ist der Weisheit letzter Schluss :
Nur der verdient sich Freiheit wie das Leben,
Der tiíglich sie erobern muss 2 8 ) .
1) Faust, Prólogo en el cielo:
3) Jbíd . , Parte l. Prólogo en el cielo :
.Mit den Toten
Des Menschen Thiítigkeit kann allzu leicht ersch/affen,
Hab'ich mich niemals gern befangen.
Er liebt sich bald die unbedingte Ruh;
Am meisten lieb'ich mir die vol/en, frischen Wangen.
Drum geb'ich gern ihm den Gesellen zu,
Für einen Leichnam bin ich nicht zu Haus;
Der reizt und wirkt und muss als Teufel schaffen 21l) .
Mir geht es, wie der Katze mít der Maus . . .
1
Van Sonn'und \Ve/ten weiss ich nichts zu zagen, 4) Ibíd. :
lch sehe nur, wie sich die Menschen plawn 25) . Das Werdende, das ewig wirkt und /ebt,
Umfass'euch mit der Liebe holden Schranken,
2) Faust, Prólogo en el cielo :
Und was in schwankender Erscheínung schwebt,
Staub sol/ er fressen, und mit Lust 26 ) . Befestiget mit dauernden Gedanken! 30 ) .

144 1 45
Tres poetas filósofos.-10.
inclusive en El mágico pro ­
com o lo hacen en el Fausto: e
t?feles sin ninguna introducción. Lo encontramos divír­ gruñían o ulu laban lo
_ digioso, y si en otros mo men tos
tlendose dando consejos ambiguos a un inocente erudito y , criaturas menos atra ctivas,
_ hac ían como ran as y buhos
acompanando a Fausto en sus peregrinaciones. Su tono colibrís.
per o no men os naturales que los
burlón Y sus poderes milagrosos lo señalan inmediatamente de esto s espíritus me nos
El Mefistófeles de Goethe es uno
como el diablo de la leyenda, pero diversos pasajes demues­ ecialmente del fue go que la
agradables de la atmósfera, esp
tran que es un representante del Espíritu de la Tierra evo­ un modo ing eni oso y pro ­
envuelve. El mis mo exp lica de
cado por Fausto en los comienzos. No debería sorprender cencia en el ma l en vez del
fun do el motivo de su compla
al hombre docto el hecho de que Mefistófeles fuera al mis­ , existieron antes del naci­
bien. La oscuridad o la nada, dice
mo tiempo diablo y demÓnio del mundo 1 ) • Los diablos oscuridad siguen siendo ia
miento de la luz . La nada o la
de_ la religió popular_ medieval no estaban cortados por el er, la parte mejor de esa
:1 par te fun dam ent al y, a su ent end
mismo p �tron_: eran simplemente los demonios neoplatóni­ que llam amo s la existencia.
mezcla de ser y de privación
cos del air_e, J _unto co� _los dioses del Olimpo y las más ser con serv ado ni merece serlo ;
. .
antiguas divmidades celticas, denigradas por el fervor sec­ Na da de lo que existe puede iese existido jam ás
no hub
_
ta�10 Y degradadas por una imaginación tímida y basta. por lo tan to, mejor sería que cos as y, de acuerdo
todas las
Cierto es que muchos de estos espíritus paganos habían sido nad a 1 ) • Ne gar el val or de am bición racional.
la única
originariamente malos y dañinos, por cuanto no son favo­ con ello, desear destru írla s es tinu amente, es el
niega con
rables ni atractivos todos los aspectos de la naturaleza ni Mefistófeles es el espíritu que ría compararse
-que pod
todos los sueños de los hombres. Pero en conjunto no sempiterno "no ". Este espíritu n pod er en el
o- tiene un gra
con el Marte de Lucreci pues en
�oseían ningún carácter maligno en su vida elemental e ela en cierto mo do,
mundo ; cada cambio lo rev
irres�onsable ; er �n potencias aladas que danzaban por el destrucción de algo. Este
cierto modo es cada cam bio la
�spacio entre la tierra y la luna. No eran habitantes de un
mherno subterráneo ; no eran atormentadores ni atormen­ e de estu dio, 1 :
l) Faust, Parte l. En el gabinet
tados. Con frecuencia pululaban y cantaban alegremente, tet s verneint !
lch b in der Geist, der s
Rec ht; d nn a/les was ents teht,
1 ) Faust, Parte l. Bosque y caverna : Un d das mit e
nde geh t;
1st wert, das s es zu Gru
Erhabner Geist, d u gab st mir, gabst mir a/les, ' , dass nich ts ents ti1n de . . .
Dru m besser wiir s
W arum ich bat. Du hast mir nicht ums ons t der anfangs a/les war,
Ich bin ein Teil des Tei/s,
Dein Angesicht im Feuer zugewendet . . . nis, die sich das Licht gebar . .
Ein Teil der Finster
O, dass dem Menschen nichts Vollkommnes wird, egen tellt ,
Was sich dem Nichts entg
s

Empfind'ich nun. Du gabst zu dieser Wonne, plum pe We lt,


Das Etwas, diese
Die mich den Góttem nah und niiher bringt, rnommen,
So viel als ich schon unte
Mir den Gefiihrten, etc. eizu kom men . . .
Ich wusste nicht ihr b

También ibíd., Día nublado : Grosser herrlicher Geist, der du mir hab 'ich scho n b egra b en!
Wie viele
zu erscheinen würdigtest, der du mein Herz kennest und meine See/e, s, frisches Blu t,
Und immer cirkuliert ein neue
warum an den Schandgesel/en mich schmieden, der sich am Schaden , man moc hte rase nd werden ! 32 ) .
So geh t es fort
weidet und am \1erderb en sich /etzt? 31) .
1-47
146
espíritu quiere siempre el mal, pues quiere 1a muerte, con victimas. Es el gran contradictor, el marchitador de toda
toda la locura, crimen y desesperación que contribuyen a e speranza. Pero r e aliza el bie n, porque si estas esperanzas
1 � muerte . Pero al querer el mal está realizando siempre e1 fueran abandonadas a sí mismas conducirían a la desgracia
b �en, pues estos mal es conducen a la nada y la nada es el y a lo absurdo. Su contradicción corta en flor la locura
bien verdade ro. El famoso pareado: de la vida. Como él mismo llega a reconocer, el poder d es­
tructor no alcanz a nunca una victoria decisiva. Mientras
. . . Ein Teil van jener Kraft las cosas van cayendo sucesivamente bajo su hoz, las semi­
Die stets das Base will und stets das: Gute schafft . llas de la vida siguen esparciéndose a sus espaldas. La Ve­
nus de Lucrecio tiene, lo mismo que Marte, sus épocas de
está muy l ejos de expresar e l lugar común hegeliano con mando. El vaivén ete rno, la antigua corriente, prosigue su
el q �e es usualment� _identificado. No significa que la des­ curso sin fin y sin fatiga.
, ,
truccion este al serv1c10 de· un buen propósito porque , des­ Mefistófeles posee así una filosofía y se halla justificado
,
pues_ de todo, desbroza el camino para "algo superior" y consecu ent e a sus propios ojos. Pero en el curso del dra­
, es no es no de esos filósofos para quienes el
M efi�tofel ma lleva varias máscaras y adopta diversos gestos. No todo
.�
ca �bio Y la evolucion son un bien por sí mismos. No ad­ lo que dice y hace es ente ramente compatible con la esen­
n:ite que su activid �d, dirigida al mal, contribuye ininten­ cia de su carácter, como Goethe llegó a comprender final­
c10nadamente al bien. Contribuye al bien intencionada­ mente. La dramática figura de Mefistófeles había sido di­
mente, porque el ma: que hace es, en su opinión, menor bujada desde mucho tiempo antes con todas sus caracterís­
que el que cura. Mefistófeles es el cruel cirujano de la en­ ticas. Mefistófeles, por ejemplo, es extremadament e viejo ;
fermedad de la vida. ,e siente más viejo que el universo. No hay nada nuevo
Si admitiera 1a int erpretación contraría adoptaría ip para él ; no tiene ilusiones. Su afección por un individuo
facto la c,pinión �o�tenida por el Señor ed el Prólogo. ;: determinado queda ahogada, como les ocurre a las personas
maldad se converti �ia a sus propios ojos en un útil servicio viejas, por la afección hacia el infinito número de personas
a la causa de la vida, en una condición para que la vida que recuerda. Es empedernido, porque es impersonal y uni­
fuer� realmente vital y . digna de vivirse. Podría entonces versal. Es enteramente inhumano ; no tiene ni la vergüenza
_
seguir cometiendo sus taimadas acciones y s eguir expresando ni las inclinaciones de los hombres. Con frecuencia adopta
sus mordaces ironías sin una partícula más de bondad la forma de un perro -su máscara favorit a en este carna­
a pesar de ello, s er sancionado en todo por el Ser absolui� val terrestre. No mira con repugnancia los laboratorios de
. .'
Y adoptar la sonrisa y la aureola del optimista . H ab na brujería con su obscenidad y necio estrépito. Se adapta ama­
comprend':do que él era el picante de· la vida, la levadura y blemente a la grotesca etiqueta del mundo de los espíritus,
e � pimenton del mundo n ecesarios para que la m ezcla pro­ observa todas las reglas acerca de· la rúbrica de contratos
_
videncial alcanzara un sabor ,,..rfecto Pe·ro M ef is
.t'- • ' to'fe l es es con sangre, golpeando tres veces y acatando los pentagra­

en realidad much? más modesto. Dice que quiere el mal. mas. ¿ Por qué no? Los perros y los demonios del aire
porqu e lo que quiere es lo contrario de lo que des ean sus son formas del Espíritu de la Tierra tanto como el hom-
148
! 49
d e s u pur a fuerza
c ar l a e xperiencia que anhel a e n virtud
bre. El hombre no tiene ninguna dignidad especial que Me­ istófeles es una exn re­
_ , v confianza. Su vinculación con Mef
f1stofeles ha1,a de respe tar. La moralidad hum ana- es una una v entaj a com p r ar
�i ón de esta fe romántica. No es ning
d e las moralidad es; sus convenciones no son m enos absur­ s futuros, pues ni
pbceres en l a tierr a a costa de tormento
�as que_ las conve nciones de otros monos. Mefistófeks n; que· tales p laceres
en e
Go ethe ni Fausto ni Mefístófele s creen
� n_mgún ?,re juício c_ontra la s e rpiente ; comprend e y valen l a pena o que t ales tormentos son
posibles.
esprec1a ªm � i en a su pnma hermana. S e comprende y d e s ­ do en l a bodega
_ : Fausto saborea por vez primera el mun
prec� a a s 1 mismo. H a tenido tie mpo de conoce rse bien. d esagr adable su
. . de Aue rbach y encu entra inmediatamente
Sin embargo' su entend'im1ento · no es imparcial, pues e.s pue de diver tine
sabor. Su espíritu desdeñoso y maduro no
el d efensor d e la muerte. N o pue de simpatizar la sencillez y
, .
• . con l a otr a con el júbilo que allí cont empla. Carece de
m :' tad del Espmtu de la Tierra , que él no representa -la a inclusive l a
cordialidad que lle gan a encontrar atr a ctiv
mitad c r: adora, impulsiva, enamorad a, l a mitad que rind e o con tal es
ale gría de los borrachos. Para estar de a cuerd
culto al id e al que ama lo qu e hace dar vueltas al mundo. o Brande r, o saberlo
: desatinos hay que ignorarlo todo, com
Lo � u: h echiz a a un alma ingenua sólo pue de divertir a todavía el "pat h,),;
. todo, como Mefistófeles. Fausto siente
�; f1stofe :es_: lo q1!e la atormenta, le produce una satisfac­ de algo incompra ­
de la distancia" ; tiene conciencia agud a
oon sa:dontca. As1 lle ga a conve rtirse en un diablo huraño ce. En el labora­
blem ente noble que está fuera d e su alcan
Y burlon. En otras ocasiones, cu ando se opone a la nece­ el p acer es todaví a más
torio de bruj ería que visit a luego, l
dad y al romanticismo de Fausto, parece ser el vocero d<>- es aqu í todaví a más
, . repugnante y superficial. El estrépito
toda razon y exPe r·ie ncta, • como cuan do advierte a Fausto Fau sto gana dos pun­
absurdo y el gusto más obsceno. Pero
ue ara ser h�y que ser algo determinado. Pero aun esto ado el e lixir de
f ? tos en su rehabilitación romántica : h a tom
° � ice_ c_on el fin de de tener y negar la pasión fáustica
.
por
juventud y h a visto en un espe jo
la ima g e n de Elena .
1 o mfm1to. Cuando la más cuerda verd ad es importuna belleza id l, y como
Desde ahora esta rá enamora do de l a
ea
1 � � arece al _hombre sentimental tan diabólica como la más esta b llez a en l pri-
se rá de nuevo jove n pod rá encontrar
e a

cm1ca 1:1 ent1ra. Así, a p esar de la desigual r e gul aridad d e


mer a muj er que vea.
en. Y cu ando la
sus v� r� ados sentimientos, Mefistófeles conse rva su unidad Sigue a esto el gran episodio de Gretch
drama :1ca. �econocemos sie mpre el tono d e su voz y bajo ) para contemplar
d e j a ( después del duelo con su hermano
cualquier mascara qu e se pr esente lo juzgamos un bellaco y purgis, su juventud
la salvaje algazara de l a noche d e Wal
lo e nc ontramos encantador. por tal orgí a. P ero
queda durante un momento contagiad a
salv a de toda ilu­
Ta l es el espíritu y tales son las condicionés desde los su amor insatisfecho a l a b elleza ide al le
cuales empr end e Fausto sus aventuras. Está s e di ento d n rojo se escapa de
sión pe rdurable . Fausto ve que un rató
toda clase de e xperie ncias, incluyendo la experiencia de� iguiendo, de tal
la boca de una ninfa a la que está pers
mal. No te me el _infie rno y no espe ra ninguna felicidad. ne se conv ierte en aver­
sue rte que su inclinación momentá
a
, en su prisión, y a
Confi a en la magia, es decir, cree o está dispuesto a ha,_e r tche n
sión. Cuando r e gresa al lado de Gre
cre er que, aparte cualesquiera condiciones establecidas por más que reco nocer la
es demasiado tarde pa ra hacer algo
la naturaleza o por Dios ' la voluntad persona 1 pued e ev0-

t50
r de nuevo el alm a infe liz
ruina que h a producido : Gretchen deshonrad a , su madre del segundo cuarto hac e sumergi
sust ancia de la n atur alez .
envenen a da, su herm ano asesinado, su hijo ahoga do por en l a infi nita e incorruptible
a

cent elle antes o tran aui­


ella en una l a guna Y ella misma a punto de ser ejecutad a . L ;, s Pstr ella s, gr ande s o peq ueñ as,
dispuesta paz , y e1 mar
Gretchen, el único verdadero person a je cristi ano en este las , llen an el ciel o con su b ien
esta uni vers al circulación
poem a , rehusa ser liberta d a p·orque dese a ofrecer su muerte con su refl ejo tembloroso. En
sión per man ente . En el
v_oluntaria como redención de sus graves bien que ininten­ no h ay voluntad priv ada ni divi
os que l a fuer za plás tica
non a das culpas. pró xim o cuarto de la noche vem
a rse ; las sem illas se
de l a natu rale za com ienz a a reaf irm
"Éste es el final de la carrera de Fausto a través del mun­ árb oles , surg en los capu­
hin cha n, l a s avi a asci end e por los
do de los intereses privados -el pequeño mundo-, v ind ivid uali d ad y una vo­
llos y todo recobra un a nueva
nodemos muy bien preguntarnos cuál ha sido el fruto de ente , la c anció n del últi ­
lun tad tier na y no usa d a . Fin alm
todas estas experiencias . .; Qué fortaleza o qué exoeriencia que abr an sus péta los Y
mo cuarto inv it a a l as flores a ­
h::i amonton ado par a sus ulteriores aventuras? Encontramos a s fuer zas late ntes reno
a Fausto a que abra sus ojo s. L
fa r<'souest a en la primera escen a de la segunda p arte, donde curso. L a natu rale za se
vad as h an de· emp render un nuevo
Goethe llega a su más alta cima como poeta y como filó­ ; tod o será noble para
entr ega al vali ente y al inteligente
sofo. Nos sentimos transporta dos a un p aís remoto ma()'­
el que se a treva a serlo )
nífico v virgen. Es la hora de la tarde y Fausto está �chado sto despierta llen o de
1 •

fati()'ado pero inquieto, sobre l a l a dera de una colin a llen; Aliv iado por estos exorcismos, Fau
bo contempla la luz
de flores. Los propicios espíritus de l a n aturaleza revolo­ nue va fuerz a y ambi ción . Con arro
tañas y desc end iend o
tea n_ en cim a de su c abeza . El ad alid de estos espíritus, Ariel, del sol rozando las cres tas de las mon
a ndo llega hast a él, da
_
fes invita a s0Ia2: a r al perturbado héroe. Basta s aber pa ra gr adua lme nte haci a los valles. Cu
a cara , pero queda des­
eIIo que es desdichado ; no importa saber si h a sido un l a vuelt a p ar a conte-mplarlo cara
de la Tie rra que le
s a nto o un pecador 1 ) . Los espíritus c a ntan en coro cua­ lum brado. Parece recorda r al Esp íritu
eam os, dice , pren der l a
tro bell as estrofas, u na pa ra c a da cuarto de la noche. La sedu jo para lueg o ab andon arlo. Des fla­
a ntorch a de l a vida
y producimos con ello una con
nrimera invoca la paz, el olvido, l a entrega a l a s a lud able de· alegr ía y dolo r, de
inf�uencia del sueño. L a pied ad y el remordimiento, p arece gración , una monstruosa con fusi ón za Y a
al sol, a la fuer
decir, con las mismas pal abra s de Spinoza , son m alos y amor y odio . Dem os l a espa lda nue stro s
os entr e ellos y
vanos ; l a culpa es casual ; el error es inocente. L a natura ­ l a exis tenc ia infi nito s. Inte rpo ngam ano s, divi ­
nego cios hum
lez a no tiene memoria ; olvida y serás olvid ado. El c a nto ojos l a c ascada , el torrente de los de ello s
Del vaho que
dido en innu merable·s riach uelo s.
1) Faust, Parte II, acto I, País ameno :
1) Faust, Parte II, Acto I, Id. :
Kleiner E!fen Geistergréísse
At!es kann der Edle leisten,
Ei!et, wo sie helfen kann; 35 ) .
Der versteht und rasch ergreift
Ob er heilig, ob er base, atentamente estudiada.
Jammert sie der Unglücksmann 84) . La escena entera es digna de ser

153
H2
s urge form a el s ol un arco-iris, que continuamente se des­
culpas convencionales, su carg a de resentimiento o sus re­
vanece Y reconstruye. Ésta e s la verdadera imagen de l a s c uerdos sórdidos. Todos ellos son lavados por el nuevo
posibilidades ra cion a les y hum a nas. Nuestra vid a se en ­ b a utismo. Lo que permanece es sólo lo que ha sido pro­
c�entra en el tornas ol del mundo 1 ) . O, como Shelley ha fundo en todo profundo espíritu, con una tal profundida d
dicho : que las nuevas situ a ciones pued an de nuevo implicarlo y
La vida, como una cúpula de multicolores cristales a dmitirlo.

tiñe el b la nco resplandor de la e·temidad Cu ando, después de la escena con el Espíritu de l a Tie­
hasta que es destruída por la muerte. rr a , Fau s to pensó en el s uicidio, lo con sideró como un
medio de es c ap ar a l a s condiciones opresor as y de empezar
Sin embarg o, esta muerte es t ambién inest able. Al mo­ una nueva vida en un est a do completamente diferente y
delar � e nuevo nuestro s sentido s e instint os, la Venus de desconocido. Era como si un hombre de ed a d madura,
Lucr :c '. o constru ye una vez más la abigarr ada cúpula . El disgustado de su profesión, la abandon ara p a ra emprender
a rco-m s se reh a ce ta n pronto como la otra. Tal resolución es grave. Expresa una gra n ins a tis­
neblina surge o el
viento cesa , Y l a cre a ción es t a n magnífica como en su fa cción h a cia las cosas tal como son, pero expre sa también
primer día. un a gr a n esper a nz a . L a muerte es para Fausto una aven­
Ésta_ es 1a teoría goethi a na del rejuvenecimiento y la in­ tur a como cualquier otra. Y si, contrariamente a su pre­
mort a l_idad. Es una teoría comple tament e natura list a . Hay sunción, e sta aventur a re sultara ser la última, estarí a tam­
u na vida t:as la muerte, pero sólo para las almas que bién di spuesto a correr e ste riesgo. Por eso, a l acerc ar el
_ . nte penetra ción
tienen suf1C1e par a identific arse· con l as for­ veneno a sus labios, bebió por el amanecer, por una nueva
� as que la natura leza, en sus incierta s oscilaci ones, tiende prim avera de la existencia. No fué en m a nera álguna ni
siempr e a reproducir. Un espíritu profundo arra iga profun ­ el momento más triste ni el más débil de su vida 1 ) .
d a mente en l a n a turalez a y florece incesan tement e Pero lo Aunque le detuvo el canto de un himno p ascual, evo­
.
que u n e spintu' · profundo conserva en sus reencarn aciones ca ndo en él recuerdos s entimentales de un a religión en la
-acaso en alguna remota e s fera- no son sus mérito s que ya no creí a, fué s ólo aplazada la transform a ción que
y
buscaba. No h ay gran diferencia entre morir como había
1) Faust, Parte II, Acto I, Id. : pensa do morir y vivir como estaba a punto de vivir. Las
Des Lebens Fackef woUten wir entzünden, su s t a ncias ponzoñosas, artificialmente el aboradas, no eran
Ein Feuermeer umschfingt uns, welch ein Feuer! . . .
So bleibe denn die Sonne mir im Rücken! 1) Faust, Parte I, En el gabinete de estudio :
Der Wassersturz, das Felsenriff durchb rausend.
!ns hohe Meer werd'ich hinausgewiesen, . . .
lhn schau'ich an mit wachsendem Entzücken . . .
Zu neuen Sphüren reiner Thütigkeit . . .
Allein wie herrlich, diesem Sturm erspriessend,
Hier ist es Zeit, durch Thaten zu beweisen,
Wolbt sich des bunten Bogens Wechseldauer, .
Dass Manneswürde n icht der Gotterhohe weicht, .
Der spiegelt ab das menschliche Bestreben . . .
Zu diesem Schritt sich heiter zu entschliessen
Am farbigen Abglanz haben wir das Leben $6) .
Und wéir'es mit Gefahr, ins Nichts dahin zu ftiessen 37 ) ,

154
apenas n e cesarias para prop o rci o narle una nueva vida. Las más anticuario y co l o có d e nuevo a Elena en su lug ar,
.
aventuras que emprendía eran sufici e ntemente suicidas, pues la transformó de un símb o lo de la mera belleza fe�e mna
en símb o l o d e t o da bellez a y e specialmente d e la mas alta
iba a esforzarse sin esperanza de alcanzar l o pretendid o , y
a obrar con apasionada t erquedad sin aceptar la disciplina be lleza : la de Grecia. El segund o amor d e Fausto es la
del arte o de la razón. Aho ra bien, al terminar la primera pasión p or el clasicismo .
parte había apurado hasta las heces esta vida empo nzoñada, Esta pasión n o e s tan paradójica co mo pue?� p arecerlo
y la fiebre que le a ta có fué sufici e nte para llevarle a una en una época r o mántica. Winckelmann y los filologos r e s­
nueva e xistencia. Retuvo , sin embargo, la parte funda­ tauraban algo antiguo. Lo que c o nstituí a para e llo s la p oe ­
mental de su carácte r. Su v oluntad perman e ció descarriada, sí a y el encant o de la antígü-edad er a la pasión románuca
.
pero indo mable, y sus hazañas r e sult aron infecundas. Des­ por toda experiencia -también p o r la marchitada expe­
de e ntonces quiso ser r omántico en un estadi o más vasto, riencia d e l os antiguo s. ¡ Qué digno e ra t o do en aquellos
el de la histo ria y el de l a civilización, y su magia invocó her oico s días ! ¡ Qué n oble, se ncill o y seren o ! i Qué puros
_
ilusiones algo más intelectuales, imitacio nes d el poder y l o s ciego s ojos de las estatuas, qué castos l o s bl ���o s phc­
de la belleza. Sus antiguo s amores h abían sid o barridos gues de las túnicas de márm o l ! Grecia era una v1si� n faso
_
c omo las tempestad es de un año ya transcurrido , y sól o nadora y remo ta, lo más r o mántic o en la histo ria de la
con e l recuerdo vago d e sus pasados erro res se dirigió al humanidad. La triste y de licio sa emo ción que aquell o s
encuentro de un nuevo día. hombres sentían ante las ruinas de un te mplo e ra t �n sen­
timental co mo la que e xperimentaban ante las ruinas � 2
un c a still o , p e ro más elegante y esco gid a . Era una se nt� ­
.
Entre las te ntaciones que, según la v1eJa leyenda, inci­ mentalidad marmórea. Los héroes de l a llíada eran ide ali­
taron a Fausto a vender su alma a l diabl o , una de ellas zad os de la misma mane ra que los salvajes de Rousseau o
e ra la be ll eza fem e nina. El p obre s olit a ri o , envejecido entre
que los bandidos de Schill e r.
, .
sus pergamin os, n o había reparado nunca e n mujeres ver­ El clasicismo r omántico de la épo ca napoleomca se hal�a
daderas o n o las había encontrad o hermosas. Pedante como entre el c o rtés clasicismo d el siglo XVII fr an :és Y el clasi­
era, al pensar e n la bell eza fe me nina pensaba sólo e n Elena cismo arqueológico de nuestros actuales helenistas. �l �l a ­
de Tro ya. Y Elena era simpl emente para el F austo legen­ sicismo francés había permanecid o completam:nte ind1f�
dario l o que po día ser Ve nus para Tannhauser : una mujer rente a los aspecto s pinto re scos de l a vida antigua. :o dia
más encantad o ra que las d emás mujeres encantadoras. Esta t olerar en el e sce nario un Aquile s c on peluca y e� caje. L�
mujer era el ej e mpl o suprem o de algo vulgar. No obstan­ que l os trágicos frances es adoptar on de los ant1guos f� e
te, el j ove n Goethe, que era un p oe ta y un ve rd adero ale­ a lgo interno, un m o del o de carácter y de asunto .º:un _ c,n-
mán, que amaba c o n su alma, no fué seducido por esta teno. de gusto . Estudiaron la armo nía y la dehmitacion ,
idea. Díó a su Fausto un amo r más delicad o , un amor del n o p o rque hubiesen sido cualidades griegas, smo porque
corazón tanto co m o de los sentido s. También más tarde, eran cualidade s ese ncialmente razo nables y hermo sa s, per­
cuando Goethe volvió a dar a la vieja leyenda un espíritu tenecientes de un modo natural y e spo ntáneo , aun en l a

1 56 1 57
época moderna, a una sociedad cultivada y a un poeta
culto. Además, la admiración por Grecia, común en nuestra como fcaro, y perece. En sus últimas palabras llama a su
época entre l a gente de buen juicio, difiere de la de Goethe madre, y ésta atiende a la llamada, abandonando su �elo
y su tiempo, pues si nosotros admiramos l a expresión ar­ y su manto como Euforión había abandonado su lua.
tística de la vida antigua en la poesía o en la escultura, Sobre el manto de E l ena, convertido en nube, Fausto regresa
sabemos también que estas manifestaciones nacieron de una a su nativa Germanía. Su virtud consiste en :evantarle por
larga disciplina política y moral, y que, a pesar de tal encima de toda vulgaridad. Esta l arga alegana es ba�tante
disciplina, el arte antiguo ha quedado muy mezclado y con encantadora -como una serie de cuadros _Y melo�ias--,
frecuencia ha sido grotesco e impuro. hasta el punto de dejar al lector satisfecho sm necesid�d de
Para Goethe, sin embargo, lo mismo que para Byron, interpretarla, pero la intención del poeta es clara si �os
Grecia era menos una pasada civilización digna de estudio proponemos desentrañar la. A l descend�r hasta l as �ntranas
científico que una idea viviente, una incitación a adoptar de la naturaleza, donde moran los dioses de la tie:r� _ -
nuevas formas artísticas y sentimentales. Goethe no fué las diosas fundamentales de toda vida _ y de_ toda ci�ihza-
.,
nunca tan romántico como cuando fué cl ásico. Sus dísticos cion _, podemos llegar a comprender mclus1ve . la mas ex-
son como ademanes teatrales; su toga barre el escenario a traña existencia. Después de tal regresion , a 1 a vo_1unta d
medid a que los desarrolla. Su Ifigenia es un sueño sentí-­ elemental, Grecia aparece ante nosotros con su sencille� Y
mental -verflucht h uman, como alguna vez el mismo be lleza únicas. Conseguimos esta visión aunque el obJeto
Góethe ha comprendido, y su Elena es una evocación de la visto pertenezca a un pasado rem?to. Y si_ nuestro entu­
magia, no sól o de un modo accidental y novelesco, sino siasmo es, como el de Fausto, apasionado e mdomable, po­
también de un modo esencial , en su espectral semiconscien­ dremos persuadir a la reina de la muerte de q�e- :1ºs entre �ue
cia y cristalina bel leza. La aparente incongruencia de las a Elena para casarnos con ella. Nuestra �rudic10n y nuestra
escenas en que aparece, rodeada de· cabal leros germanos en f·1
i oso f'a
1 , nuestra fiel imitación de la literatura y el arte
· . . .
el patio de un castillo feudal, nq es una incongruenci.J gnegos, pueden hacernos actua l mente fami l iares 1 os pai-
.
verdadera. Pues esta Elena no es algo perteneciente al pa ­ sajes helénicos. Pero la decoración que suve de f�ndo a
sado; es un sueño actual y una asimilación de asuntos c lá­ ', 1 este genio rescatado seguirá siendo moderna. L legara _a ser
sicos en una era romántica. Fausto y sus vasallos ofrecen a por sí misma semi-moderna y tendremos que ense � ar_ a
Elena el más caball eresco y exagerado homenaje ; la admiten Elena a armonizar con ella. E l producto d_e es:ª. hibnda
en su sociedad como una reina teatral . Fausto se retira inspiración será un alma romántica con r�pa}e clasico. Una
con ella a . la Arcadia, la tiérra del ocio estival. Allí l es nace cosa salvaje y deliciosa destinada � monr Joven. Cuando
un hijo, Euforíón, un joven genio clásico en su figura, este entusiasmo se haya desvanecido fr:nte a las _ ?ur�s
. ·
pero salvajemente romántico e ingobernable en su carácter. cond ic10nes de la vi·da • la belleza de Grecia que 1 e d 10 on-
.
Este genio escal a las más al tas cimas, persigue sobre todo gen pal idecerá también ante nuestros OJOS• . Forzosamente
a las ninfas que huyen de él, ama la viol encia y l a sinrazón, quedaremos satisfechos al verla regresar al remo del pasado
y, finalmente, al intentar volar, se pr�cípita temerariamente, u· revocable • So' lo sus adornos, los monumentos. de su arte
y de su pensamiento, seguirán elevándonos, si los hemos
158
1 5.9
amado, por encima de toda vulgaridad en el gusto y con
entera fidelidad moral.
aprovechar al espmtu y darle un aire de distinción. Tal
vez en la República que está a punto de fundar, Fau ��o
Una demostración de la gran sabiduría de Goethe es el desee establecer no sólo diques y libertad, mas ta�b1en
hecho de haber comprendido que el clasicismo romántico cátedras de griego y museos arqueológicos. Y la . Iir_a de
debe ser subordinado a otra cosa o ser abandonado, que Euforión, que también nos es transmitida, puede s1gmficar .
Elena debe desvanecerse mientras Fausto regresa a Germanía que poemas como Las islas de C! recia, de B �ron, L� urna
y admite de nuevo que, después de todo, Gretchen era su griega, de Keats, y Los dioses griegos, de S�h11Ier as1 �orno
amor verdadero 1 ) . Al mismo tiempo, el desenlace de este _ '.
las piezas clásicas del propio Goethe, seguiran ennque� 1� ndo
maravilloso episodio defrauda un poco. En el comienzo, la la literatura europea. Esto es algo, pero no es suf1e1ente
visión de Elena en un espejo inspiró a Fausto un nuevo
para elevar el inmenso entusiasmo de Fau�to hacia Elena
entusiasmo. Su nueva aparición en la representación mágica
por encima de una basta ilusión. Este suen o de una p,zr­
lo había arrebatado y anonadado por entero. Esta inspira­ _ .
fecta belleza posible, de una vida perfecta v1v1da de acuer­
ción s urgió cuando, tras la muerte de Gretchen, había deci­
do con la razón y la naturaleza, habría terminado en un
dido perseguir, no, como al principio, toda experiencia,
poco de erudición y en u n poco de pedantería. Fausto ha­
sino únicamente la mejor experiencia 2) , demostración de
que las transformaciones de la voluntad fáustica eran con­ bría conquistado a Elena con el fin de entregarla a Wagner.
sideradas de alguna manera como un verdadero progreso. Elena era reína de Esparta, y, aunque, desde luego, la
En realídacl, había entre los mortales tal infinita necesi­ Esparta dórica de Licurgo era algo muy posterior y nada
dad de esta incomparable y simbólica Elena, que podía tenía que ver con la Esparta de Homero, es, d_esde el punto
mover a misericordia y piedad a los mismos guardianes de de vísta simbólico, un hecho sobremanera feliz q� e Ele � a,
los muertos. Cuando recordamos todo esto, tenemos alguna el tip-� de la perfección griega en la belleza, haya s�d� r � ma
razón para esperar que, después de una tan rara gracia, ha de Esparta, el tipo de la perfección griega en 1 � d1sc1phna .
de tener lugar un grande y permanente progreso en la vida Un Fausto que hubiera verdaderamente merecido Y _ com­
y en el corazón de nuestro héroe. Mas para vivir en Ar­ prendido a Elena habría construído para ella una ciudad
cadia no se necesitaba Elena; cualquier Fílis habría pres­ helénica ; habría llegado a ser un conductor de hombres,
tado el mismo servicio. uno de esos poetas de las cosas, de esos forjadores de gene­
Elena deja sin duda detrás de sí algunos viudos por los raciones bien educadas y sabias leyes de que nos habla
cuales podemos comprender que la influencia de la historia, Platón, al revés de Homero y de otros poetas de la pala­
_
de la literatura y de la escultura griegas pueden todavía bra. Pues la belleza del cuerpo y del espíritu � ue fascma
al clasicista romántico y que inspiró a los �1smos ?ºe­
1) Faust, Parte II, Acto IV : primer monólogo. tas antiguos, no era un resultado de la sentimentalidad
2 ) Faust, Parte 1, Acto 11 : y el ocio ni de la actividad material y for � ada ; era un re­
Du, Erde, . regst und rührst ein kriiftiges Beschliessen sultado d,e la guerra, de la religión, del eJer<:1c10 metódico
Z"m hochsten Dasein immerfort zu streben 88 ) . y del imperio consciente sobre sí mismo.
160 161
Tres poetas filósofos.- 1 1

·¡
La nueva transformación de Fausto lo representa como te en su pecho. Desde la cima de la montaña a donde le
un comercíante, un estadista o un constructor de imperios, condujo el manto de Elena puede ver el Océano germánico
y sí tal canto rodado pudiese recoger todavía algún musg o , con sus mareas que cubren diariamente grandes extensiones
veríamos en él l os frutos de aquella "educación estética de de las riberas, haciéndo las salobres e inhabitables. Sería ad­
la humanidad" que representó Elena. Podríamos esperar mirable reclamar esos eriales y establecer allí una población
que Fausto, dormido en el regazo de la belleza absoluta, próspera. Después de Grecia, Fausto tiene una visión de
comprendiera su natur aleza. Podríamos esper ar que, me·­ Holanda.
díante una anhel osa busca de la perfección, se manifestara Esta última ambición de Fausto es tan romántica como
acerca de la distinción entre lo mejor y lo peor, una dis­ las demás. Fausto se siente inclinado a la política como se
tinción que nunca podrá ser suprimida o disfrazada por t o do ha sentido inclinado al amor o a la belleza 1 ) • Le fascina
el que haya amado la belleza. En otros términos, Fausto la transformación de las cosas mediante su voluntad, la im­
podría haber edificado una sociedad mor al fundada en presión de sus huellas dur ante épocas enteras sob re la natu­
grandes renuncias y esclarecidos heroísmos, de suerte que raleza y sobre la sociedad humana 2 ) . Pero su pasión por
la suprema belleza pudiera realmente descender y mora r en la actividad y el po der, que· algunos comentaristas cándidos
ella. Pero no encontramos nada de esta especie. Fausto fun­ dignifican con el nombre de altruísmo y de sacrificio por
da su reíno porque tiene que hacer algo, y su único ideal los demás, no tiene ningún propósito fijo o norma cons­
de lo que espera proporcionar a sus súbditos es el de que tante 3) . Goethe es especialmente pródigo en detalles para
tengan siempre algo en que ocuparse. Así, la voluntad de demostr ar este rasgo. La magia, e l ejercicio de una volun­
vivir no es en Fausto de ninguna manera educada y ende­ tad no educable, sigue siendo el instrumento de Fausto.
rezada por su experiencia. Transforma sus oh jetos porque
debe hacerle>. Las pasiones de la juventud ceden a las de 1) Faust, Parte IL Acto IV, Alta montaña;
la madurez, y entre t o das las ilusiones de su vida es la Erstaunenswürdiges sol/ geraten,
más insensata la ilusión del progreso. Ich fühle Kraft zu kühnem Fieisi.
Herrschaft gewinn'ich, Eigentum !
Característico del epíritu romántico absoluto es el hecho
Die That ist a/les, nichts der Ruhm.
de que cuando ha terminado de hacer algo debe inventar Da wagt mein Geist, sich selbst zu überfliegen;
una nueva empresa. Desbroza el camino para una nueva Hier mocht' ich kiimpi'en, dies mocht'ich besiegen 3g) .
caza ; está siempr e a punto de aburri rse m ortalmente . Cuan­ 2) Id., Acto V, Gran patio del palacio :
do Elena se ha desvanecido, Mefistóf eles debe, como una Es kann die Spur van meinen Erdetagen
amable nodriza, emprender el rescate y proponer toda clase Nicht in Aeonen untergehn 4 0) .
de pasatiempos. Francfort, Leipzig, París, Versalles son 8) Faust, Parte II, Acto IV, Alta montaña :
descritos con todas las diversiones que la vida puede pro­
Wer be{ eh/en sol/
porcionar, per o Fausto, que ha sido siempre difficile, l o Muss im Befehlen Se/igheit empfinden.
es todavía más a causa de sus recientes y espléndidas aven­ ]hm ist die Brust van bohem Willen vol!,
tur as. Sin embargo, un nuevo impulso surge repentinamen- Doch wai; er wilí, e, darf'i kein M eni:ch ergründen ' 1 ) .

1 62 163
ad, pue s hab ría echado
la experiencia total de la humanid
Mediante varias artes de i· 1 usión, M efistófeles asegura el de la autoacusación y
de men os la importante experiencia
triunfo del empe rador e n una gue rra viol t º u del rescate de sí mismo.
.
i�s�rrección justific_able. Como r ecompensa ;o: 1: ;;��a �� adano s que instala tr as
obida, Fau �to obtiene en feudo las riberas de l país · L·o s Es impo sible suponer que los ciud
que ten gan siempr e algo

cana l es y di ques necesanos s on construídos por 1 a magia.
. los dique s per me able s con el fin de
porcionar una satisfacción
, 't us d'mgi en que ocuparse , l e pu edan pro en
Los espm · 'dos por l\Iefistófeles los excavan Y cons- er el curs o de sus vidas
- . pura s i ha podido r e almente prev
truye n m e d iante· ' extranas encantacíones · El come rcio que un país inte r esant e, p ero
s e desarrol l a es también il egal y en él estª. me . 1 U1'd a 1 a sus detalles concretos. Hol anda es
ulo que arrebate durante
pirate ría. apenas puede constitui r un espectác o , el
exige nte como Faust
Est� no e s todo. En algunas dunas de arena que dividían largo tiempo a un ide alista tan s y las cien­
vanas las art
cual ha encontrado completamente
e
la antigua costa, un hombre vieJ·o y su muJ· er, p·1· ¡ emon y e indignas de con side ra­
B aucis, · , antes de la l legada de ,eausto y sus adelantos.
· v1vian cias, imposibl e la vida doméstica sto ha
vid a del propio Fau
Sobr e la loma, al lado de su choza ' se l evantab a una p e - ción las bru jerí as y tabe rnas. La sus
. · 11 a que mol e staba a Fausto en su pal . e l o que p o día n esperar
que~na capi · aoo rec1en
., s ido mucho má s libre y activa d
inte rés en instalarlos es un
eonstrm'd �• en parte por su sonido insistente e n arte po industriosos conciudadano s. Su
Es otra pasión arbitrar ia,
sus sugestiones cristi:nas y en parte por r ec�rdarl� que n� inte rés do minante e irre sponsable.
ha tenido co nciencia mo ­
era ent eram ente dueno del país y que a 1 g o exist1a
. , en e,ste otra ilusión egoísta. Así com o no
procurado la felicidad de
que, o era pro?ucto de su voluntad mágica. El antiauo ral en su amor y no ha buscado y
. b •
ral en su ambición y e n
pue o�o no quena v enderse, y en un acce so d . e 1·mpac1e ncia nad ie, tam poc o tie ne conci encia m o
se cum pla su voluntad,
F austo ordena que l o s habitantes s e an desalojados . de sus sus e mpr esas políticas. Con tal que er
o s, m er e ce la pena hab
casas y trasladados a u.na mansión mejor en cual , qme r otra no pregunta si, juzgado por sus frut
o toda su inmensa m elan ­
parte. M e fistóf ele s y sus e s.birros ejecutan e sas o r denes al go hecho lo que ha h echo . Y así c om
un sab io e n su lab ora tori o,
br�scamente. . L a eh oza y la capilla son incendiadas, y File - colía en e l com ie nzo, cuando e ra
r e al, sino en el de saso ­
mon y Bauc1s se consumen en las llamas o quedan ente- no se bas aba en ninguna desdicha
infinita, tam poco su defini­
rrados entre las ruinas. siego y en una vaga ambición
intención buena, sino en
F�u.st� lamenta e ste incidente , pero s e trata de una de tiva satisfacción s e bas a en una
., buenas a las cos as que
las m evitables consecu encias d e la a cc1on que un hombre una inte nción apasionada. Lla ma
se a conferirlas y no por que
va_l'iente debe arrostrar y olvidar l o ante s posible. De la desea para los de más , porque de
compasión, se co mplace
misma manera ha lamentado la de sgracia de Gretchen y
. los otros las nece siten. Incapaz de
, y en la última y "m ás
seguramente la mue rte de. Euforión· P·e ro as1 e s 1 a vida
. momentáneamente en la política, sta
, .
romant1ca. Aunqu e sacudida, su voluntad no queda extm- eleva da" expr esión de
su voluntad, en su labor de esta di
siendo r mán tic y, en
y supuesto espíritu patriótico sigue
o o
guida por tales desventuras. Mientras la v1'da dure, F austo
.
se guira, h aciendo · cosas qu e, de alguna manera, e stará obli-
. . caso necesa rio, criminal y agre sivo .
gado a lamentar. De otra suerte ' no. habna, part1c1pado en
165
164
En tre ta nto , su fin se apr
ox im a. El humo producid
aqu ell a ins ign ifica nte con o por i eres tan hermosa !. " 1) . y tras estas pal abra s -un último
fla gra ció n sé convierte en
figura s que representan som bría s reto y burlon a rend1c10n . . , a M efis to, f eles- cáe en el sepulcro
1a priv a ció n, 1a culpa, 1a inq
y la mu ert e qu e revolo uie tud abierto a sus pies.
tean en tor no a éL L
det eni da por su riq uez a pri vac ión es ,
a , y l a cul pa es
. en ha g an a do la apuesta ? Aunque no enterame�te ,
nu edo rom án tic o. M a supera d a por su de­ m .
s la inq uietud se des liz ¿ Q h a pronu� c1ado
Fausto c� s1. las. mism a s p a l abr a s que teman
,
1a cerradura, dej án do a po r el ojo de
le ciego y sin a lie nto que d ar la victona a Mef1 stofeks, pero su sentido es nuevo
muerte le pisa los tal , mi en tra s 1a
ones sin ad ver tir lo. Sin y Mefistófeles no ha 1ogradO .ue Fausto entrega ra d e b uen
viejo Fausto -tiene embargo, el .
ya cien a ños- perm a grado su vo l un t a d • su vago t�dea 1 ismo. Lo que satisface a
y todos sus pens a mi ent nece imp ávido, . d e que e·sta volunt a d
os se dir ige n a l fu tur Fausto es, una vez más ' la conc1enc1a .
que ha empren dido . o, a 1a ob ra
Orde n a que prosi ga 1a ha d e ser m a n t en ida y d e que m. e'1 m. los colonos a que h a
los c anales que está excava ción de
con struyendo, per o los d a d o origen han de mor d er nunc a e ¡ polvo y compl a cerse,
parecen obedecerle se espíritus que ,
le escap a n y exc ava n sin otr a a sp1· r a c1· on, en los. c a su a l es p'laceres del momento.
sepultura. en su luga r su
Fausto ha mantenido su entusia smo por una vi d a tempes-
Cu an do si-ente 1a mu ert
e cer nir se sob re él, Faust tuosa , difíc il e intermin able. Ha s1. d o fie1 a su f1' losof'1a
uno de sus más esp lén did o revela román tic a .
os momentos de a firm
mi sm o. Ha rec orr ido el ció n de· sí Por lo ta nto,_ � a sid o sa lv a do en el sentid o en que ¡ a
mu nd o, dic e, a cept a nd o
a

los em b a tes y los do nes igu lm ent e s a lva ción es d efimd a en e 1 p º'{oqo en el cielo, y nueva -
de 1a fortun a 1 ) , y Ia
a

bra d e Ia sab iduría últ im a pa la­ mente en 1 a c a noo · ' n de los a nge1 es que a cogen su a lm a ,
;
que h a apren dido es qu .
vida o Ia libertad e n o merece 1a cuan d o d icen : "Po d emos red'1m1r . a 1 que infa tigablemente
quien diaria mente no •
Ab an do na los diques qu las re conquiste . se esf uerza " 2) · Esta sa lvación no intro duce ninguna me-
e h a levanta do con el .
teger a 1a n a ció n qu e fun fin de pro­ Jora en e¡ carac ' ter d e Fausto -que ha sido peca dor hasta
dó -símbolo ae que .
y sal va ció n de cada un 1a lib erta d el f.m y h a s1. d o des de el comienzo e 1 inconsciente serv1'd or
o de sus ha bit an tes deb .
la perpetua lu cha con tr e con sis tir en de Dios- ni representa nmg n� revolución en su fortun a ,
a un ind om ab le
mu ch as gen era ciones ene mi go . L a idea de c omo si hubier a d� tene� en e � oe_lo un empleo d istinto que
viviendo en me dio de
tr a b ajo le IIe n a de s a tis l pelig ro y del en la tierra. Va a mstr r en l a v 1d a a l a s a lm a s d e los mu­
facción. En el mo me nto m
perspectiva se le ofr en qu e est a
ece pu ede casi decir : "D
ete nte , pu es 1) Faust, Parte II , Acto V• Gran patio, del palacio :
Solch ein Gewímmel mocht ich sehn,
1) Faust, Par te II, Act Auf freiem Grund mit freíem Volke stehn.
o V, Medianoche :
!ch bín nur duch die We Zum Augenblicke dürft'ich saqen :
!t gerann t : .
" .r 43)
Verweile doch, du bist so seh on
Ein jed'Gelüst ergriff ich
bei den Haaren,
Was nícht genügte, lies :C) Faust, Parte II, Acto V' Cíe lo :
s ích fahren,
Was mir ent wíschte, líes Wer immer strebend sich bemüht,
& ich ziehn 42) .
Den konnen wir erlosen.
1 66
1 67
s de l a existencia se gún
chacho s jóve nes que h an muer to demasiado pro nto p ara de pre te nd er evocar las c ondicion e
fue ra adm itid a de un mo do
te ner una e xperiencia pers on a l de l as tabernas, Gretchens, la vol unt ad de viv ir. Si esta idea na­
e l tras cen den tali sm o al
Elenas Y n o ches de Walpurgís 1 ) . Aunque no exactamente con stan te, represe nta rí a el paso d sí mis m ro­
l e s y a por o

�, e stos temas, la enseñanza había sid o l a primitiva profe ­ tura lism o. P e ro el espí ritu nat ura pre edit a­
e r o s a mente , sin
e m
s10n d e �austo, Y el cansancio d e e lla fué lo que le conduj o mán tico . Vive espontán e a y val ear un
or alca nza r o sab or
a l a ma gi a Y c a si a l suicidio hast a e l m o m e nto de a so m arse ción ; vive por viv ir má s que p uchas
tan cias o rdin aria s, serí a n m
al ?ran m un do de l a aventura . Cierta mente , n o estará m ás fin . Y aun en las circ uns ata ría de
rm in able . No se tr
satisfecho c on sus nue vo s alumnos. Su inquietu d romántic a las vicisitudes de una vid a inte fin o
de u n pr o greso inde id
no 1 � �band o nará ni siquier a en e l cielo. Algún bell o d ía alca nza r u n fin útil ni siquiera l vid a
e n un sen tid o det er min
ado . El cam bio de rum b o en a
a rr op r a p or l a ventana l o s text os ce lestiales y con l os alum­ y el
e s un a par te d e su vit a
lid ad . Es e sencial para la iro nía
n o s detrás d e él sald rá par a sab orear la vida en algun a más
_ _ valo r rom ánti co .
a ire ada región de las nubes.
en la mo r al de Fausto
El secret o de lo que hay d e se rio o en
No , Fausto n o e stá salvado en el sentid o de e star santi­ a fue nte de t o d o l o seri
ficad o o co nducido a un estad o fin al y ete rn o de bienaven­ debe se r buscado en Spin oza -l dm irab le doc ­
tiene un
l a filo so fía de G o ethe. Spinoza
a a
turanza . �1 único progreso e xperimentad o por su natura­ intu ició n, que c nsis te en
tr ina o ; más bie n, una adm irab le
o
le z a h � �t do el p � so, al c om ie nzo de la segun d a parte , d e la e tern i d. Est a f a cult ad
ver las cosas baj o el aspecto de
da
fas act1v1d ade s privad as a las. públicas. Si, al fin al de esta a na ; l p rc pció n y la
es fun d amenta l en la men te hum
a e e
p arte , expresa el deseo de abandonar la magia y de vivir s de ella . P r l o tan t o ,
memoria ord inar ias son e je mplo
o
c omo un h o mbre entre l os hombres, e n e l sen o de la natu­ pro blemas fun dam e nt a les
cua n do la util izamos par a tr atar
r � leza verdadera, se trat a d e un de se o m er amente plató­ la exp erie ncia , sin o ,que, p or el con t ra­
meo 2 ) . Durante su larga vida se le o currió con frecuencia n o no s alej amo s de os. S e ve
e xp er i e ncia y e n sus frut
r i o , n os fun da mos e n la
a G ? ethe l a id e a de que es inhe r e nte a la s abiduría ac eptar idad cua ndo tod as sus
_ una c o sa baj o el a spe cto de la etern
la vid a en sus circunstancias o r din arias y n aturaks en ve z en sus ve rdad eras re la­
p arte s o mom entos son co nceb idos
modo con tinu o . La bio ­
ciones y , por consiguiente , d e un
1 ) lbíd. :
mis mo Cés ar visto desd e el
gra fí a co mplet a de Cés ar es el
bien , l a bio graf í a completa
Wir wurden friih entfernt
Von Lebechore11 ; aspe cto de l a ete rnid a d . Ah ora
el punto de· vist a de la eter ­
Doch dieser hat gelernt, de F austo -Fausto visto de sde
s y el propio Fau sto, e n
Er wird uns lehren 44) .
nidad- muestr a su salv ación . Dio
ven que el hab e r vivido tal
2) Faust, Parte II, Acto V, Medianoche: su últi mo momento de lucide z,
ación, es de cir, que Fau sto
Noch hab'ich mich ins Freie nicht gekiimpft. vid a de t al m aner a requ ería l a salv
un h ombre deberí a ser . L o s
K�nnt'ich Magie t'on meínem Pfad entfemen, iba a ser la cl a se de h o mbre que
útil es y nece sario s ; sus pa­
b o rr on es de aque lla vida eran
Die Zaubersprüche ganz und gar verlernen,
Stünd'ich, Natur, vor dir ein Mann allein, Haber experimentado una
Da wiir's der Mühe wert, ein Mensch zu sein 45) . siones e ran n ecesarias y cread or as.
169
168
insatisfacción perpetua es algo enteramente satisfactorio ; el nuevo símbolo de la esencial justificación bajo e l aspecto
deseo de la experiencia universal es la verdadera experiencia. de la eternidad, de lo imperfecto e insuficiente en el tiempo.
Un hombre se salva en tanto que ha vivido de un modo La variada y obstinada vida de Fausto no es virtuosa en
conveniente ; se salva no después de haber cesado de vivir ninguna de sus partes, pero el carácter virtuoso es adscrito
de este modo, sino durante todo el proceso. El destino dd a ella en sú conjunto. El amor divino la acepta como sufi­
hombre es el de ser siervo de Dios. La verdadera salvación ciente. La razón especulativa declara que es la mejor vida
del hombre consiste en que Dios y su propia conciencia pro­ posible, aunque para el entendimiento monótono parez:a
nuncien tal fallo. Con ello queda fundada la dignidad del una serie· de faltas y tropiezos. Si el goce anticipado de su
hombre bajo el aspecto de la eternidad. nueva Holanda llena de satisfacción a Fausto agonizante,
En su desarrollo filosófico, la obra termina aquí, pero ¡ cuánto más merece ser aceptada y envidiada la maravillosa
Goethe agregó diversos otros detalles y escenas con esa abun­ existencia del propio Fausto, proclamándola su misma ra­
dancia y ese amor a las descripciones simbólicas y a los epi­ zón de ser ! Las culpas de Fausto en el tiempo no le son
gramas poéticos que caracteriza toda la segunda parte. Tan contadas en la eternidad. Sus crímenes y locuras son ben­
pronto como Fausto expira o, más bien, antes de que lo diciones disfrazadas. ¿ No hicieron su vida interesante y
haga, Mefistófeles coloca uno de su pequeños demonios en digna de constituir el objeto de un poema ? ¿ No fueron
cada o�-ificio del cuerpo del héroe·, con el fin de que el alma estas culpas y su redención las que hicieron que Fausto
salga sin ser apresada. Al mismo tiempo, desciende una ban­ fuera Fausto? Esta idea es la más alta razón, el amor di­
dada de ángeles esparciendo las rosas rojas deI amor y can­ vino, que interviene para salvarle. Lo que- debería ser imper­
tando sus alabanzas. Cuando estas rosas alcanzan a Mefis­ fecto en el tiempo es, a causa de su misma imperfección
tófeles y a sus demonios se convierten en bolas de fuego. contingente, perfecto desde el punto de vista de la eternidad.
Y aunque el fuego es su elemento familiar, quedan chamus­ Vivir, vivir exactamente tal como lo hacemos, es precisa­
cados Y huyen llenos de sobresalto. Los ángeles pueden así mente 1a finalidad y el galardón de la existencia. Debemos
recoger fácilmente el alma de Fausto y llevársela en triunfo. buscar las mejoras ; debemos estar insatisfechos con nosotros
No hace falta decir que esta lucha en torno a una mari­ mismos. Seguir haciendo correr la bol a es la actitud asig­
posa aturdida no puede ser lo que realmente determina el nada, la postura histriónica. Pero mientras sentimos esta
resultado de la apuesta, la salvación de Fausto. Pero Goethe, insatisfacción, somos perfectamente satisfactorios. Y mien­
en sus Conversaciones con Eckermann, justifica esta inter­ tras hacemos nuestro juego y constantemente lo perdemos,
vención de una especie de accidente mecánico por la analogía estamos ganando el juego para Dios.
con la doctrina -cristiana. Además de la virtud, se necesita Sin embargo, ni siquiera esta escena satisfizo la prolífica
la gracia, y la in tercesión de Gretchen y de la Virgen María fantasía del poeta, de suerte que le agregó una escena final :
-como la de 1a Virgen María, Lucía y Beatriz en el caso la apoteosis o Himmelfahrt de Fausto. Goethe había vi� to
de Dante-, lo mismo que la estratagema de· las bolas de en el camposanto de Pisa un fresco que representaba vanos
fuego, representan esta condición externa de la salvación. anacoretas viviendo en las faldas de alguna montaña sagn­
Esta intervención de la gracia es, en el fondo, sólo un da -Sinaí, Carmelo o Athos-, cada uno en su pequeña

1 70 171
c� eva O ermita. Por encim a de ello
s, en el an cho espacio de
cielo, ba ndadas de ángeles se rem
ontaban hacia la Mado nna . el punto de vist a de la eternidad) lo insuficie n te se con ­
El poeta n os m uestra a tra
vés de tal pai s aj e el vierte e n algo actual y comple to, y lo que en la experiencia
Fau sto lentame nte lle vada ha ci alma de
a lo alto. p arecía una busca inter min able es par a l a especulación una
�e ha considerado que esta escen a
está inspir ad a e n ideas
c a toh. cas, e n t anto q�e el Prólog
o en el cíelo es bíblico y
realiz ación perfecta . El ideal de algo infinitam ente atractivo
�ro sta nte Y el pr�p10 G�ethe _ y ese ncialmente i n agot able -lo e te rn o femenino, como
�; dice que su "i n tención poé ­ Goe the lo llam a- eleva la vida de un estadio a otro.
t ic a podn;a traducir se m eJor por
m edio de imá gen es pro ­ Gre tchen y Elena habían sido símbolos de este ideal. La
cedentes de la tradición e clesiást
ica medie val. Pero, en ve r­ lozan a m adurez de Goethe había s en tido h as ta el final el
da�, no hay en la escen a nada cató
lico excepto los nombre s en c an to de la m ujer, la dulzur a y la pen a de am ar lo que
0 titulos d e :ºs p ers_
_ . o najes. Lo que éstos dicen s e redu no podía esperar poseer, y lo que en su perfección ide al
�na descnpc1on se ntimen t al de ce a
paisajes o a un vago m isti­ n ecesa ri am en te elude l a pose sión . Se h abía r eco n ciliado, no
cismo, acorde con algun a pied
a d a lgo neb ulosa. Mu
chas sin lágrimas, con este deseo sin esperanza, y com o Piccarda
e n el Paraíso, había bendecido l a mano que c o ncedió y de­
cosas proceden, e n realidad, de
lo q� e es sweden borgiano -t
Swedenborg. No obsta nte,
al com o la noción del saber negó l a felicidad 1 ) • Así, soñando e n u n a satisfacción y
cel es:ial, el _raso de una esfer a
a ot ra y la interpret a r enunci a ndo a ell a , en cont ró u na s atisf a cción de otra e spe­
ción de
cie. El Fausto te rmin a en el m ism o n ivel filosófico e n que
l a m ,�ada aJen a-, es a su vez
una m e ra for m a de expresión .
La "mt en ción poé tica " del a uto
r es, como hem os vist o e mpezó: el niv el del roma nticism o. El v alor de la vida
co mpletamen te spín ozian a . Indud
alm a de �a usto ha de pasar a otro
abl em ente, concibe que
el r adica e n la p er s,xución y n o en el logro del fin p erseguido;
mundo a tra vés de al au n a por lo tan to, todo es digno de ser perseguido y nada pro­
nue.�a sen e de experie nci as. Pero
este destino n o es su"'sa1
- duce satisfacción, excepto este mism o destin o interm in able .
Tal es la m oral oficial del Fausto y lo que podem os lla­
va c1?n ; e s la c o ntinu ación de s
u esfuerzo. El fam oso coro
al . frnal de la ob ra r epite , con una
vari a ción int er esan t e , m a r su filosofía ge n e r al. Pero, como acaba m os d e v e r, est a
1:usm o contraste que hemos vis to el
entre el pun to de vi s t moral es sólo una ide a tardía y está lejos de agot ar las ideas
tiempo Y . el e la eter n idad. To a del
t1co /) , es sólo un a -image n ; aqu
, do lo transitorio, dice d filosóficas que contie ne el poe ma. S e e ncuentra a quí un
coro m1s
í (es d ecir, desde esque m a de la experien cia, pero cu a ndo la e xperie n ci a lo
1 ) Faust, Parte
II, Acto V, Cielo : re aliz a n os a bre m uch a s perspe ctivas, algu n as de las cuales
Alles Vergang{iche re velan cosas más profundas y elevadas que la experie n ci a
1st nur ein G{eichnís;
Das Unzul,ingliche, I) Cfr. Trilogía de la pasión, 1 8 23 :
Hier wird's Ereígnis:
M ích treibt umber ein unbezwinglích Sehnen;
Das Unbeschreibliche,
Da bleibt keín Rat als grenzen/ose Thranen . . .
Hier ist es getha n;
Und so das Herz erleíchtert merla behende
Das Ewíg -Weib/iche
Dass es noch /ebt und sch/iigt und mochte sch(agen, . .
Zieh t uns hinan 46) .
Da fühlte sich -o, dass es ewig b/íebe!-
Das. Doppelglück der Tone wie der Liebe 4 7 ) .
1 72
173
co y fabu1oso. De aquí 1a doble labor crítica e inci tadora
�isma. La senda del peregrino y las posadas en que se de­
tiene no son n i el paisaje entero que ve mientras viaja ni el que representa la reflexión romántica : cortar las ramas
verdadero altar ante el que se inclina. Y la filosofía O filo­ muertas y alimentar los retoños agon izantes. Como Kant
sofías incidentales del Fausto de Goethe son, a mi entender, dijo, esta filosofía es un catártico ; es depuradora y liber­
frecuentemente mejores que su filosofía fundamental. La tadora. Se propone hacernos empezar de nuevo y empezar
pri:1'.era es �ena �e la segunda parte, por ejemplo, es mejor, bien.
, De ello se sigue que el que no simpatiza con tal filoso­
poetica y filosof1camente, que la última. Muestra una com­
prensión más profunda de las realidades de la naturaleza y fía es una persona relativamente convencional. Tiene una
del alma, y es más sincera. Goethe interpreta allí la natu­ mente de segunda mano. Fausto tiene una mente de pri­
raleza según Spinoza ; no sueña con .Swedenborg ni lanza mera mano, un alma enteramente libre, s incera y valerosa.
con Hegel, equívocas paradojas. No obstante, se sigue de ello también que el que no tiene
En realidad el gran mérito de la actitud romántica en l a otra filosofía no tiene tampoco ninguna sabiduría. No pue­
poesía y del método trascendental en la filosofía consiste en de decir que algo es digno de arrebatarle, pues todo en él
h�cernos retroceder a los comienzos de nuestra experienci a. es actitud y nada es logro. Fausto, y especi almente Mefistó­
Disuelven lo convenci onal, que es frecuentemente pesado y feles, tienen otras filosofías por encima de su trascendenta­
confuso, Y restauran nuestra percepción inmediata y nues­ lismo, pues éste es sólo un método para alcanzar conclusi ones
tra voluntad primordial. Éste es el verdadero e inevitable que deben ser críticamente salvaguardadas y empíricamente
punto de partida. Sí no hubiéramos nacido, si no nos hu­ fundadas. Tales aspectos y perspectivas de 1a naturaleza son
biéramos asomado al mundo, cada uno fuera de nuestro liberalmente esparcidos en las páginas del Fausto. Cuerdas
cascarón personal, este mundo podría haber existido sin palabras modifican esta carrera de locura, como escenas ex­
nosotros, como pueden existir actualmente mil mundos por quisitas llenan este tortuoso y sobrecargado drama. La
_ mente ha llegado a ser libre y sincera, pero ha permanecido
descubrir. Mas para nosotros no hubiera existido. No ha­
bría necesidad de insisti r en esta verdad evidente·, por dos aturdida.
razones. Una de ellas es la de que el conoc imiento convencio­ Los méritos l iterar ios del Fausto de Goethe corresponden
nal, tal como lo proporcionan nuestras nociones de la cien­ exactamente a sus excelencias filosóficas. El propio Goethe
cia y de la � oralidad, es con frecuencia demasiado pesado ; los ha descrito en el Prólogo en el teatro: mucha decoración,
hace valer e impone mucho más de lo que justi fica nuestra mucha cordura, alguna locura, gran riqueza de incidentes y
experiencia, 1a cual es nuestro único acceso a la realidad. La descripciones y, detrás de ello, el alma de un poeta cantando
otra raz ?n es el reverso o contrapartida de 1a primera, pues sincera y ferv9rosamente las visiones de su vida. Hay aquí
_ profundidad, riqueza interior, honradez e indocili dad. Hay
el conoc1:111 �nto convencional frecuentemente ignora y pa­
rece suprimir partes de la experiencia no menos verdaderas aquí los más conmovedores acentos de la naturaleza y el
e importantes para nosotros que aquellas en que se basa el más var iado surtido de erud ición curiosa y grotescas fanta­
conocimiento convencional mismo. El mundo común es sías. Esta obra, d ice Goethe ( en un cuarteto compuesto
para el alma demasiado angosto, así como demasiado míti-- primitivamente a guisa de epílogo, pero no insertado final-

1 74 175
mente en el drama ) , esta obra es como la vida humana :
tiene un principio y un fin, pero no es una totalidad, no es
un conjunto 1 ) . Pues, ¿ cómo podríamos describir el con­
junto de una experiencia infinita sin circunstancias para
determinarla y sin últimos fines ? Todo lo que un poeta
de la experiencia pura puede ha-cer es, evidentemente, presen­
tar algunos fragmentos más o menos prolongados. Y cuan­
to más prolongada sea la experiencia pr-e sentada, tanto más CON CLUSIÓN
será una colección de fragmentos y tanto menos su última
parte tendrá que ver con la primera. Cualquier carácter que
pudiéramos atribuir al conjunto de lo que hemos ya exa­
minado, no podría ciertamente dominarlo sí tal conjunto
hubiera sido mayor y si hubiéramos tenido suficiente me­
moria o perspicacia para incluir otras partes de la experien­
cia enteramente diferentes en su género de los episodios
vividos. Ser diverso, ser indefinido e inacabado es algo esen­
cial a la vida romántica. ¿Podemos no decir que es esencial
a toda vida en su inmediata presencia? ¿Podemos no decir
que sólo con respecto a lo inanimado -a los objetos, idea­
les y fórmulas que no pueden ser experimentados, sino úni­
camente concebidos- puede la vida llegar a ser racional y
verdaderamente progresiva ? Aquí encontramos la radical e
intransferible excelencia del romanticismo, su sinceridad, li­
bertad, riqueza e infinitud. Aquí también encontramos sus
limitacíones en el sentido de que no le es posible asegurar
ninguno de sus ideales y de que cree ciegamente que el uni­
verso es tan indócil como él mismo, de tal suerte que la
naturaleza y el arte se escabullen siempre de sus dedos. Es
obstinadamente empírico y jamás aprenderá nada de la ex­
periencia.
1) De las obras póstumas :
Des M enschen Le ben ist ein iihnliches Gedicht ;
E s hat wohl einen Anfang, hat ein Ende,
Allein ein Ganzes ist es nicht 48) .

1 76 '.rres poetas fiJósofos.-12.


V

CON CL U S i óN

Después de estudiar estos tres poetas filósofos, puede


establecerse alguna comparación entre ellos. Por compara­
ción no entendemos una discusión acerca de cuál es el mejor.
Cada uno es el mejor a su manera, y ninguno es el mejor
de· un modo absoluto. Expresar una preferencia por cual­
quiera de ellos no es tanto una crítica como una confesión
personal. Si se tratara del placer relativo que un hombre
puede obtener de cada poeta, este placer diferiría según el
temperamento del hombre, el momento de su vida, el idio­
ma mejor conocido y la doctrina más familiar. Por compa­
ración entendemos un examen sumario del análisis que ya
hemos hecho acerca del tipo imaginativo y filosófico en­
carnado en cada uno de nuestros poetas, con el fin de ver
lo que tienen en común, aquello en que difieren o el orden
en que pueden colocarse desde diferentes puntos de vista.
Así, acabamos de ver que Goethe, en su Fausto, presenta la
experiencia en su inmediatez, variedad y aparente sinrazón,
y que la presenta como un episodio antes y después del
cual pueden concebirse otros episodios distintos del pri­
mero en la misma proporción en que de él se aleja el esp�c -
tador. No hay en esto ninguna totalidad posible, por
cuanto no hay ningún fundamento conocido. Volvamos a

179
a las primeras virtud y piedad, y a las segundas desatino y
Lucrecio, y l a diferencia es sorprendente. Lucrecio es el poeta pecado. Lo que hace precioso tal conocimiento no es sólo
de la materia. El fundamento es precisamente lo que ve en el hecho de que bosqueja en general el fin y el resultado
todas partes, y al ver el fundamento ve también sus posi­ de la vida, sino también el hecho de que pinta el detalle
bles productos. La experiencia aparece en Lucrecio, no -el detalle de lo posible no menos que el detalle (más
como la encuentra cada hombre en sí mismo, sino como la familiar a los poetas trágicos) de lo imposible.
examina el observador científico haciendo abstracción de· su La noción de Lucrecio acerca de lo que es positivamente
propia persona. La experiencia es para él un círculo natural, digno de ser alcanzado es, por ejemplo, muy pobre : libera­
inevitable y monótono, de sensaciones implicadas en las ción de las supersticiones, con la ciencia natural necesaria
acciones de la naturaleza. El fundamento y los, límites de la para asegurarla, la amistad y unos cuantos fáciles y salu­
experiencia llegan a ser en Lucrecío inmediatamente evi­ dables placeres anímales. No hay allí amor, patriotismo,
dentes. religión o espíritu de empresa. Así también, Lucrecio ve
En Dante tenemos también, por otro lado, una visión de sólo generalidades en lo que se nos prohibe : la locura de la
la experiencia en su totalidad, desde arriba y, en cierto sen­ pasión o l a plaga de la superstición. Dante, por el contra­
tido, desde fuera. Pero el punto de referencia externo no rio, ve con gran precisión las diversas trampas de la vida.
es físico, sino moral, y lo que interesa al poeta es saber Y como las ve claramente y comprende el carácter fatal de
cuál es la mejor experiencia y cuál es el proceso que con­ cada una, ve también la razón por la cual los hombres caen
duce a una existencia suprema, redentora e indestructible . en ellas, los ensueños que les seducen y la dulzura de los
Goethe es el poeta de la vida ; Lucrecio, el poeta de la natu­ bienes imposibles. Sintiendo, inclusive en lo que debemos
raleza ; Dante, el poeta de la salvación. Goethe nos da lo llamar en definitiva mal, el alma del bien que nos atrae,
más fundamental -el turbio flujo de los sentidos, el grito experimenta todo el encanto y variedad del bien mismo.
del corazón, el tanteo de las primeras nociones del arte y ¿ Dónde, excepto en Dante, podemos encontrar tantas estre­
de la ciencia que pueden proporcionar la magia o la astucia . llas distintas en gloria de otras, tantas deliciosas moradas
Lucrecio nos conduce más allá. Nuestro saber deja de ser para las almas superiores, tantas diferentes bellezas de forma,
impresionista y casual. Permanece atento a la comprensión acento, pensamiento e intención, tantas ternuras y heroís­
de las cosas, de suerte que la felicidad que nos corresponde mos ? Dante es el maestro de los que saben por la experien­
no nos engaña y podemos poseerla con paz y dignidad. El cia l o que es digno de ser conocido por la experiencia ; es
conocimiento de lo posible es el comienzo de la felicidad. el maestro de la distinción.
Dante, sin embargo, nos conduce mucho más lejos. Tam­ Aquí, pues, están nuestros tres poetas y sus mensajes:
bién él tiene el conocimiento de lo posible y lo imposible. Goethe, con la vida humana ofrecida en su inmediatez y
Ha recopilado los preceptos de antiguos filósofos y santos, tratada románticamente ; Lucrecio, con la visión de la natu­
así como los más recientes ejemplos de la sociedad de· su raleza y de los límites de la vida humana ; Dante, con la
época, y con ayuda de ellos ha establecido una distinción espiritual maestría sobre esta vida y un perfecto conoci­
entre las ambiciones que pueden permitirse cuerdamente en miento del bien y del mal.
esta vida y aquellas cuyo fomento es una l ocura, llamando
181
1 80
Cada uno podrá detenerse en el estadio que prefiera de Así también, si pasamos de Lucrecio a Dante encontrare­
acuerdo con su sentido de lo que es real e importante, pues mos abandonadas muchas cosas que no nos conviene per­
lo que uno llama superior es calificado de irreal por otro, der. A primera vista, puede parecer que Dante posee una
y lo que uno consider a lozano es estimado por otro como visión de la naturaleza no menos completa y clara que
fétido. En fin de cuentas, no nos satisfará ninguno de la de Lucrecio, una visión todavía más eficaz que la del
nuestros poetas si tenemos que renunciar a los otros dos. materialismo para fijar los límites del destino humano y
Cierto es que, desde el punto de vista formal y con respecto señalar el sendero de la felicidad. Pero hay aquí una ilu­
a su tipo de filosofía e imaginación, Dante está en un pla­ sión. La idea que tiene Dante de la naturaleza no es autén­
no superior a Lucrecio, y Lucrecio en un plano superior a tica ; no procede de un modo sincero de la observación razo­
Goethe. Pero el plano en que un poeta se mueve no lo es nada. Es una visión de la naturaleza interceptada por mitos
todo ; muchas cosas dependen de lo que cada cual arrastra y elaborada dialécticamente. Por consiguiente, Dante no
consigo hasta el nivel en que mora. Ahora bien, hay mu­ tiene una idea verdadera ni del sendero que conduce a la
chas cosas, muchísimas cosas en Goethe que Lucrecio des­ felicidad ni de sus condiciones reales. Su noción de la
conoce. Desconociéndolas, Lucrecio no puede acarrear tal naturaleza es una imagen invertida del mundo moral ; pro­
acopio de experiencias hasta el nivel intelectual y natura­ yecta como una gigantesca sombra sobre el cielo. Es un
lista ; no puede transmutar esta abundante materia empleada espejismo.
por Goethe mediante su más elevada penetración y más
Ahora bien, aunque conocer el mal, y especialmente el
clara fe ; no puede tejer tantos elementos en su poema. Así,
aunque la visión de la naturaleza por Lucrecio constituye bien, en todas sus formas y secretas impli.caciones, es algo
una proeza más grande que la mera vida esforzada a l modo muy superior a conocer las condiciones naturales del bien
romántico y produce un poema más puro y sublime que y del mal o su distribución real en el espacio y el tiempo,
la mezcla mágica de Goethe, esta última está llena de imá­ la filosofía superior no está a salvo si la inferior es defec­
genes, pasiones, recuerdos y saberes introspectivos que Lu­ tuosa o falsa. Desde luego, no está a salvo prácticamente,
crecio no podía siquiera haber soñado. La inteligencia de pero tampoco poéticamente. Hay en la Divina Comedia una
Lucrecio se remonta, pero de un modo relativamente igno­ contextura y una imaginación atenuadas. La voz que la
rante. Su visión contempla las cosas en su totalidad y en canta es, desde el principio hasta el fin, una fin a voz ati­
el lugar que_ a cada una corresponde, pero ve muy poco de plada, toda sorpresa e ingenuidad. Este arte no tiene sabor
ellas. Lucrecio es enteramente sordo para su complicación, de vida, sino de sonambulismo. La razón de ello consiste
para sus pequeñas almas multiformes y semejantes a pája­ en que la inteligencia ha sido hipnotizada por una filoso­
ros. Esto es precisamente lo que Goethe conoce de un modo fía legendaria y oral. Ha sido acobardada de modo singu­
admirable ; con ello realiza un acorde natural, tanto más lar por un exceso de 'humanismo, por la acariciada ilusión
natural cuanto que es a veces discordante, recargado y som­ de que el hombre y su naturaleza moral se encuentran en
brío. Es necesario pasar de Lucrecio a Goethe para com­ el centro dd universo. Dante piensa constantemente en el
prender el caudal de la vida. divino orden de la historia y de las esferas ; cree en la posi-

1 82 183
bílidad de dominar y corregir el alma individual, de suerte de la naturaleza ; hagámosle sentir el carácter precario de la
que parece ser un poeta cósmico y haber escapado a la pre­ vida, la variedad de objetivos, cívílízaciones y religiones
sunción antropocéntrica del romanticismo. Pero no ha esca­ aun en este pequeño planeta ; hagámosle seguir las huellas
pado a ella. Pues, como hemos visto, la jaula dorada dentro de los triunfos y locuras del arte y de la filosofía, así como
de la cual canta su alma es artificial ; ha sido construída para sus perpetuas resunecciones, de modo semejante a la del
satisfacer y glo rificar las distinciones y preferencias huma­ abatido Fausto. Sí bajo el estímulo de tal escenario no
nas. El pájaro no se halla en sus bosques nativos ; el hom­ compone algún día una comedia natural que sobrepase tan­
bre no se encuentra en el seno de la naturaleza. Se encuentra, to a la divina de Dante en sublimidad y riqueza como 1a
en un sentido moral, todavía en el centro del universo ; su sobrepasará en verdad, la culpa no radicará en el tema, que
ideal es la causa de todas las cosas. Ha sido elegido señor es incitante y magnífico, sino en el genio imperfecto, inca­
de la tierra, predilecto del cielo , y la historia es un drama paz de tratarlo dignamente.
breve dispuesto de antemano que tiene a Judea y a Roma Un universo como el antes descrito no carecería, sin
por principales escenarios. duda, de oscuras sombras y perpetuas tragedias. Esto radi­
Algunas de estas ilusiones están ya abandonadas y todas ca en la naturaleza de las cosas. A pesar de todo su idea­
han sido socavadas. A veces, en los momentos en que esta­ lismo místico, el cosmos de Dante no era tan falso que no
mos desalentados y faltos de inspiración, podemos lamen­ tuviera un infierno. Las esferas rodantes, con todas sus luces
tar la facilidad con que Dante pudo reconciliarse con un y músicas, daban vueltas eternamente alrededor del infierno.
mundo imaginado para acomodarse a la fantasía humana Acaso en la vida real de la naturaleza el mal no esté coloca­
y halagar la humana voluntad. Podemos envidiar a Dan te do en un lugar tan central. Parece más. bien tratarse de una
su ignorancia de la naturaleza, que le permitió suponer especie de fricción inevitable, pero incidental, capaz de ser
que la dominaba, pues una naturaleza exuberante e infini­ eliminada indefinidamente a medida que el mundo sea me­
ta no puede ser dominada en ninguna de sus partes. Sin jor conocido y la voluntad mejor educada. En las esferas
embargo, el conocimiento es, en última instancia, bueno para de Dante no podía haber ningún desacuerdo, pero en su cen­
la imaginación. El propio Dante lo creía así, y su obra tro había una "fricción" eterna. En el polvo estelar de nues­
demostró que· tenía razón al aventajar infinitamente la de tra física hay desacuerdos en todas partes y la armonía es,
todos los ignorantes poetas de su tiempo. La ilusión del como en la mejor vida terrestre, sólo cercana y aproximada.
conocimiento es, para un poeta, mejor que 1a ignorancia, Pero en su centro no hay nada siniestro ; sólo libertad, ino­
pero la realidad del conocimiento sería mejor que su ilusión ; cencia, inagotables posibilidades de todas clases de felici­
conduciría al espíritu a un escenario más vasto y estimu­ dad. La descripción de esas posibilidades puede seducir a
lante ; concentraría la voluntad sobre una felicidad más los futuros poetas, pero entretanto, si deseamos poseer una
asequible, precisa y afín. El desarrollo de lo conocido visión de la naturaleza que no sea fundamentalmente falsa,
aumenta la extensión de lo que puede ser imaginado y es­ debemos retroceder de Dante a Lucrecio.
perado. Abramos de par en par al joven poeta la infinitud Lo que sería deseable, lo que constituiría un verdadero

1 84 185
po e ta filosófico, s e ría la unión d e las intuiciones y los dones Hay dos dire cc ion es q ue pa rece n conve nie ntes par a el arte
poseídos por nuestros tres poe tas. Esta unión no e s impo­ racio n a l fundado en una limitada e xperie ncia. El arte pue­
sibl e . Las intuici on es pu e den superpon erse . L a e xperie n cia d e lle gar a soste ner una forma de terminad a de vida o puede
en toda su exte nsión, lo que Goe the r epres enta , te ndría qu e ll e gar a e xpres a rla . Todo lo que llamamos industria, cie n­
estar e n la b a se, pero como la e xtensión d e la expe rienci a es cia, trabajo, mora lid a d, s o stien e nuestra vida. Nos informa
pot en c ialmente infinita, como h a y toda cl a s e de p alabras acerc a de nuestras condicione s y nos adapta a el l a s ; nos ha­
posibl e s y d e hábitos de pe nsamiento, la más amplia visión bilita para la vida ; nos proporcíona la b ase n e cesaria para
dejaría todavía al poe ta dond e Goeth e n os dej a : con l a e l ju e go q ue estamos jug a ndo. Sin e mba r go, e sta l abor p re ­
s e nsa ción de una infinitud detrás de él. Te ndría la libertad limin ar no d eb e s e r servil. Re alizarla significa también
de evoca r del limbo d e lo potenci al c ualqui er forma que l e ej e rcer n u estras fac u lta d es, y e n e st e eje rc icio p ue d en nues­
in �er e sara. L a poesí a y el arte recobrarían su libertad prí­ tras fa cult a des libe rarse _como la imaginación de L ucre­
.
m1t1va ; no h a brí a b e llez a s prohibid as ni bell ez a s prescritas. · c ío al d escribir el curso d e los át o mos, brinca Y se re monta
P ues es algo s ublime y re dentor evocar, com o Fausto, la d el' modo más afín posible . Así, u na de las dimensiones
im a ge n de toda experien cia. A menos que esto s e h a ga, d el arte consistiría en hacer artísti ca, al e gre y simpátic a men ­
dejaremos al enemigo en n uestra retaguardia. Tod a s las te todo l o qu e te n em os qu e hacer. La liter a tura ( q ue e stá
interpre taciones qu e demos de la e xperi en cia s e rán imperti­ implica d a e n la historia, e n la política, en la cienc ia Y en la
n e nte s y despre ciabl e s si no te n emos ya a mano la misma a cción) po dría en pa rticular se r enteramen� e una obra �e
e xperiencia q ue e laboramos. Ninguna c onstrucción, por arte. Llegarí a a serlo, no por s us a d ornos, sino p or la ?��1 -
amplio que sea su f und a m ento, t endrá t a mpoco un a a uto­
ridad absoluta. Par a qu e la indomabl e líbertad d e la vida
bilídad d e su asimilación ; y el s e ntido d e una gr a n prec1s1on
y e xactitud s e apoderaría d e nosotros sie mpre qu e leyéramos
aum ente , para que s ea nu e va, para que sea lo que n o h a o escribiéramos. No s de l eit a ría ; n o s haría ve r cuán h erm oso
pen e tr ado hasta ahora e n el c orazón d el hombre, debe siem­ y satisfactorio es el arte de s e r ob servador, s obrio y sincer o .
pre perman ecer const a nte . Aco mpa ñ a a e sta libertad, tanto El poeta filósofo, c omo H omero o Sh ake spear e , s erí a un
e n físi ca como e n m oral, la m od e sti a d e l a razón, q u e pu e d e _ .
p oeta de las accion e s. Saborearía el mu ndo e n el cu al viviera
p retender sól o un con o cimiento p a rcial y la ord enación d e y tendría de él un a limpi a visión.
u n alma, d e una ci u da·d o d e una civilización d e t e rminadas.
Hay otra forma de l arte r acion al : la d e e x�r esar el i d� al
No obst a nte , la po esí a y l a filosofía s on artes civiliz adas ; .
ha cia e l cual n o s dirigiríamos e n e stas c ondmones � e J � ­
s on pr opi a s de un g e nio particular q ue ha logrado flore cer
ra das. P u es, cuando r e accionamos, manife stamos un princi­
e n un lug ar y una épo ca. Un po e ta qu e meram ent e sobre ­
n a de e n el mar de l a s ensibilidad e inte nte d escribi r todas pio intern o expresa do e n esta r ea cción. Poseemos u na
la s cosas posible s, reales e irreales, h u m a nas o inhumanas, natur a l ez a que s e l eccion a su p ropia di rección y la direc ción
s ólo a car r eará m a t erial e s a l t a ll er d el arte, pero no será un dentro de la cu al las a rtes práctica s han d e transformar el
artista. Al genio de G oethe deb erá añadi r el de Lucre cio mundo. La vida e xterna existe en virtu d de la inte rn a ; la
y D a nte. discíplina, en virtu d de la libe rtad ; la conquist a , e n virtud

186 187
de la serenidad. Esta vida interna es maravillosamente re­
Puede inspirar a u n po. eta está co ntenido e n esta tarea. Y
dundante. Hay en ella especialmente mucho más que una , · 10 · ' n . Podemos salud ar
so, 1 o esta tarea consumir a s
• . irac
u insp
conciencia de los actos mediante los cuales el cuerpo se adap­ esit amos. eorno los poetas
desde lejos este genio que nec
ta a su medio. Am farbigen Abglanz haben wir das Leben . gilío reap, arece entre ellos,.
· · o poet a.
On ora te l alt1 ss1m
en e1 l.1mbo de Da nte ' cua ndo. Vir
Cada sensación posee su cualidad arbitraria; cada lenguaje,
podemos sa1 udar·1 e d 1'ciendo ·
d al má s alto poeta pos1'bl e.
su arbitraria eufonía y prosodia ; cada juego sus leyes crea­ Ho nra d al má s alto poeta, h onra .
ía en el hmbo.
doras; cada alma, sus propias delicadas reverberaciones y Pero este supremo poeta está to dav
secretos ensueños. La vida tiene un margen de juego que
podría ser cada vez mayor si el núcleo que la sustentara
estuviera más firmemente establecido en el mundo. Al arte
de trabajar bien, una raza civilizada agregaría el arte de
jugar bien. Jugar con la naturaleza y hacerla decorativa,
jugar con las arm onías de la vida y hacerlas delici osas, es
una �specíe de arte. Es la clase de arte más artístico, más
perfecto, pero nunca podrá ser practicado con éxito mien­
tras la o tra clase se halle en un estado atrasado, pues si des­
con ocemos nuestro medio ambiente tomaremos nuestros en ­
sueños por una parte de él y echaremos a perder nuestra
ciencia haciéndola fantástica, y nuestros ensueños hacién­
dolos obligatorios. El arte y la religión del pasado, como
vemos claramente en Dante, han incurrido en este error.
Corregirlo significaría fundar una nueva religión y un nue­
vo arte basados en la libertad y en el coraje morales.
¡ Quién será el poeta de esta nueva visión ? No ha existido
nunca, pero es sin duda, necesario. Ha llegado el momento
de que aparezca algún genio que reconstituya la destrozada
imagen del orbe. Este genio habría de vivir, respetándola,
en presencia continua de toda experiencia ; habría de com­
prender, al mismo tiempo, la naturaleza, el fundamento de
tal experiencia, y tendría que poseer también un delicado
sentido de las resonancias ideales de sus propias pasiones y
de todos los matices de su felicidad posible. T odo lo que

188
189
APÉNDICE

-. ,
�'

VERSIÓN ESPAflOLA DE LAS CITAS NO TRADUCIDAS POR EL AUTOR

La traducción de los versos de Lucrecio procede de la de José Marchena; la de los


versos de Dante, de Cayetaao RoseJI.

1 ) Luego ningunos cuerpos se aniquilan ;


Pues la naturaleza los rehace,
Y con la muerte de unos otro engendra.
2 ) Engendradora del romano pueblo,
Placer de hombres y dioses, alma Venus:
Debajo de la bóveda del cielo,
Por do giran los astros resbalando,
Haces poblado d mar, que lleva nave,,
Y las tierras fructíferas fecundas;
Por ti todo animal es concebido
Y a la lumbre del sol abre sus ojos;
De ti, diosa, de ti los vientos huyen;
Cuando tú llegas, huyen los nublados;
Te da suaves flores varia tierra;
Las llanuras del mar contigo ríen,
Y brilla en larga luz el claro cielo..
Al punto que galana primavera
La faz descubre y su fecundo aliento
Robustece Favonio desatado,
Primero las ligeras aves cantan
Tu bienvenida, diosa, porque al punto
Con el amor sus pechos traspasaste.
3 ) Vivamente deseo me acompañes
En d poema que escribir intento .
Da gracia eterna, diosa, a mis acentos
Haz que entretanto el bélico tumulto
Y las fatigas de espantosa guerra
Se suspendan por tierras y por mares. . . .
Porque no puedo consagrarme al canto
Entre las guerras de la patria mía
Ni puedo yo sufrir que el noble Memmio
Su defensa abandone por oírle .

193
rres poetas filósofos.--13.
Pero tu virtud, Memmio, sin embugc, con hombres se reúnen cuando hay un aconteC1mlento luctuoso; mochas mujeres u
Y el placer cierto de amistad suave reunieron allí donde Beatriz se quejaba con lamentos, etc.
Me inducen a sufrir cualquier trabajo . . . los hermosos miembros en que encerré mi ser. y que hoy son despojos de la tinra.
Y a velar en la calma de las noches,
Buscando de qué modo y de qué verso J.l) que haga ver los ojos· de esta mujer; los ojos de esta mujer son sus demos-
Pueda en tu mente derramar las luces. traciones, que� dirigidas a los ojos del intelecto, enamoran el alma, libte de todas las
condiciones. ¡ Oh dulcísimos e inefables semblantes,, súbitos robadores de la mente
") Porque todos los cuerpos necesitan humana·, que aparecéis en las demostraciones en ojos de la filosofía cuando ésta habla
Ser con los alimentos reparados, a sus amantesl En vosotros está verdaderamente la salvación por la cual el que os
Renovados tam bil:n, y sostenidos : contempla llega a la bienaventuranza y queda · a salvo de la muerte, de la ignorancia y
En vano es todo, . . . de los vicios Y así, al fin:'11 de este segundo tratado, digo y afirmo que la Mujer
Así también los cercos del gran todo de la cual me enamoré después del primer amor fué la bellísima y honestísima hija
Por todas partes se vendrán abajo del Emperador del Universo a la cual dió Pitágoras el nombre de Filosofía.
Reducidos a pútridas ruinas; .
Ya cuánta:, veces labradot anciano 12 ) . . . y como no puede oponerse al bienestar de aquel en quien reside, nadie hay
Suspira meneando la cabeza que esté expuesto a su propio odio, y como tampoco se concibe fer alguno que puecb
Al ver frustrados todos sus afanes; estar separado de su Hacedor, o que exista por si solo, se haice imposible también todo
Y si el pasado tiempo parangona afecto de aborrecimiento a él.
Con el presen te, alaba de ordinario lS ) Estos menguados, que jamás gozaron de la vida, iban desnudos,, y se sentían
La suerte venturosa de sus padres . . .
aguijoneados por las moscas y avispas que allí había.
No ve que poco a poco todo cuerpo
Se va menoscabando, y que se estrellan 14 ) • . . Estamos condenados, y nuestra única pena es vivir con un deseo, sin
Contra el tiempo los seres fatigados. esperanza de conseguirlo.

i) . . . No obstante, allá tendidos "Y �sí contentaos, bombees, con Jo que los efectos os demuestran: pues si os
En tierra grama. cerca de un arroyo hubiera sido posible verlo todo, no era necesario el parto de María, y no luchadan
De algún árbol copudo sombreados, con inútiles deseos tantos que hubieran visto satisfechos los que llevan eternamente
A cuyo píe disfrutan los placeres consigo como un suplicio. Hablo de Aristóteles, de Platón y de otros muchos" .
Que cu�stan poco; señ.:dadamente Y en esto, inclinó la frente, y no dijo más, y quedó turbado.
Si el tiempo ríe y primavera esparce 15 ) . . y se dan priesa a cruzar el río; porque la Divina justicia de tal modo
Flores en la verdura de los campos.
los estimula, que su temor se trueca en anhelo.
6 ) Ni la crédula esperanza de un corazón recíproco . , . Mas, ¿ por qué, ay de mi, 16 ) Praeba de la purificación es únicamente h voluntad, que libre ya para trocar
por qué, ligurino, corren por mis mejíllas estas furtivas lágrimas? de morada, excita el alma y la ayuda con su desto . . . Y yo que he gemido en esta
1 ) Hay que considerar como fundamento la verdad de la historia y edificar encima pena qu inientos v m i s años, no he sentido hasu. este instante libre la voluntad para
mejorar de estado.
de ella las interpretaciones espirituales.
J1) " ¡ Oh Capancot En no amansar tu soberbia, recibes mayor castigo: níngún
") No tenía aderezos, ni coronas, ni mujeres caprichosamente engalanadas, ni ceñiw
suplicio sería pena tan proporcionada a tus furores como esa rabia".
dores que fuesen de ver más que la persona que los llevaba. Ni el nacimiento de una
hija era todavía una calamidad para el padre, porque la sazón en que había que ca­ 18 ) Dante, ¿ por qué dices que no hay peor desdicha � que un recuerdo dichoso
sarla ni el dote excedían en poco ni en mucho de los términos razonables. No había en los días dolorosos? - ¿ Qué pena te dictó esta amarga frase - esta ofensa a la
casas holgadas por demás para la familia, ni Sardanápalos que viniesen a acomodar desgraci a ?
una vivienda a sus torpes gustos . . . ¡ Di<.hosas ellas! Todas sabían donde tenían su
sepultura, y ninguna se veía sola en su lecho porque el marido se fuese a Francia. . Esta loada blasfemia no procede de tu corazón. - U n recuerdo dichoso es quizás
Una tenía sus ojos puestos en la cuna, y 2callaba al niño hablándole en la lengua que en esta tierra • más verdadero que la dicha . .
tanto encanta a los padres y a las madres: otra repelaba el lino de su rueca, discu­ ¡ Y es precisamente a tu Francesca, a tu ángel de gloria - que haces pronunciar
rriendo con su familia sobre los Troyanos, scbre Fiésoli y sobre Roma. estas palabras! ¡ A ella que se detiene para contar su historia - de un beso �terno!
0 :, • . . Daba impulso a mi anhelo y mi voluntad, como a una rueda que gira por 19 ) "y si pretendiéramos elevarnos más, i;.o se ajustarían nuestros deseos a la
i2ual. el Amor que mueve el Sol y las demá1 estrellas. voluntad del que nos destina a esta mansión ; . . En su querer se cifra nuestra ven­
1º) Según la costumbre de la mencionada ciudad, mujeres con mujeres y bon1bres tura: es como el mar a que afluye todo, as[ lo que él crió como lo que produce b

1 94 195
naturaleza". Claramente vi entonces que todo lo del cielo es paraíso, aunque no se habré eRterrado ! Y , a pesar de ello, circula siempre u n a sangre, joven y nueva. A s i las
comunique del mismo modo la gracia del biert supremo, cosas van: j es para desesperarse!

2º) Pasé la vista por todas las síete esferas, y vi este mundo tal, que me causó .33) Una parte de aquella fuerza, que quiere siempre el mal Y hace siempre e:l bitn.
risa su miserable aspecto; y así apruebo como mejor la opinión que le tiene en menos, 84) Los pequeños elfos r.e dirigen allí donde pueden ser útiles. Tanto si es bueno
y el que piensa en el otro puede llamarse verdaderamente bueno. como si es culpable, los invoca el desdichado con acentos quejumbrosos.
21 ) Se trata de una idea excelente, útil y que explica muchas cosas, pero que no
:'15) Puede realizarlo todo el que entiende y comprende con rapidez.
constituye su fundamento.
:>.G) Queríamos encender la antorcha de la ·¡vida. Un torrente de fuego nos rodea,
22) No he hecho más que recorrer el mundo y que coger por los pelos cada uno de
¡ y qué fuegol . . . ¡ Que el sol siga, pues, a mis espaldas! Cada vez más maravillad o
mis antojos. He abandonado lo que no me satisfacía; no he retenido lo que se me .
contemplo Lis aguas que con estrépito chocan contra los arrecifes . . . i Con que magntw
escapaba. Sólo he deseado y he realhado, y he deseado de nuevo, y con violencia he ficencia se comba, surgiendo de este torbellino, la línea del arco de abigarrados co-
abierto paso a m i vida, potente y grande en sus comienzos, prudente y circunspecta lores ! . Esto refleja la aspiración humana . . La vida es este reflejo matizado.
luego.
'3'1') Me dirigiré a 1a alta mar . a las nuevas esferas de 1a pura actividad ·
23 ) ¡ Qué espectáculo, mas, ¡ ay ! . tan sólo un espectáculo! ¿ Cómo podré ab:1r­ Ha llegado el momento de mostrar coa actos que la dignidad; humana no es menor que
carte, n.ituraleza infinita ? ¿ Cómo podré abarcar tu seno? . . . la grandeza divina . Ha !legado el momento de decidirse a dar este paso, aunque
"24) ¡ Oh Espíritu de la Tíerra, estás cerca de mí! Siento ya que mis fuerzH au­ ello represente hundirnos en la nada.
mentan y que me abraso como sí hubiera bebido un vino nuevo. Siento el valor de 38) Tierra, . . tú agitas y muevei; una enérgica resolución de aspirar siempre a la
aventurarme en el mundo, de afrontar las penas y las dichas de la tierra . . Siento el
suprema existencia.
valor de luchar contra la tempestad y no vacílo ante el crujir dd buque.
:.'l9) Debe alcanzar éxito lo que es digno de admiración. Siento que rni fuerza se
2r.) . . . Jamás me han preocupado los muertos. Prefiero las rojas y frescas mejillas.
eleva hasta la temeraria actividad y que alcanzo la dominación. La acción lo es todo,
Estoy ausente si un cadáver llama. Me ocurre en esto como al gato con el ratón . la gloria no es nada. Mi espíritu se arriesga a cruzar por sí solo este océano, aquí
Nada sé decir del sol y de los mundos: sólo veo las penas de los hombres. debo luchar y aquí debo vencer.
211) Que muerda el pol vo y que lo muerda con gusto.
411 ) La huelta de mis dí.is terrestres no puede dtsaparecer en los eones.
2'l ) En tanto que se esfuerza, el hombre se desvía . Un hombre bueno ha recor 41) Quien debe mandar ha de encontrar su dicha en el mandato. Su pecho CStá
dado, en medio de sus oscuros afanes , el justo sendero. lleno de la más elevada voluntad, pero ningún hombre debe ahondar en e11a.
28) Estoy de completo acuerdo con ello, pues es la última conclusión de la sabi­ 42') No he hecho más que recorrer el mundo y que coger por los � elos cada uno
duría: sólo merece la libertad y la vida el que las reconquista, incesantemente. de mis antojos. He abandonado lo que no m e satisfacía� no he retemdo lo que se
29) La actividad del hombre puede fácilmente relajarse, pues pronto aspira al re­ me escapaba.
poso absoluto. Por eso me gusta darle un compañero que le incite a obrar, aunque 43) ¡ Ojalá pueda ver tal hormigueo en un suelo libre y con un pueblo libre!
sea el diablo. Entonces diría al momento: Detente, pues i eres tan bello!
3º) ¡ Que lo que deviene, que eternamente obra y vive, os rodee con los dulces
44) Pronto nos apartamos de los coros de la ·vida, y el que mucho ha aprendido
lazos del amor, y que lo aparente que 'Vaci1a sea afirmado con pensamientos duraderos! nos va a instruir.
31 ) ¡ Espíritu sublime, me has dado, me has dado todo lo que te he pedido! ¡ no 45) No he podido todavía recobr�ume. i Si pudiera alejar la magia de mi camino
en vano me has dirigido en el fuego tu minda1 . . . ¡ Oh cómo comprendo ahora que y olvidar enteramente los exorcismos! Ante· ti no hay, Naturaleza, más que un hom­
nada perfecto es dado al hombre! Para esta fruición que me va acercando a los dioses bre ; valdría entonces la pena ser un hombre.
me has dado un compañero, etc.
-1.r,) Todo lo perecedero es sólo un símbo1o. Lo insuficiente llega aquí a comple•
Día nublado. Grande y magnífico espíritu que te has dignado aparecer ante m í . tarse. Lo inexplicable aquí tiene lugar. Lo eterno femenino nos arrastra.
q u e conoces mi corazón y mi alma, ¿ por q u é tienes figura de s e r siniestro q u e Ee
deleita con las penas y se recrea con los males? 47) Me empuja un anhelo in'.Vendble; ninguna resolución tiene lugar sin l á grimas
infinitas . . . Y así el corazón se aligera tápidamente· a medida que vive Y que late • • •
32 ) Soy el espíritu que constantemente niega, y ello con razón, pues todo lo que
Y así sentí �· ¡ ojalá durara eternamente!- la doble dicha del canto Y del amor.
nace no es sino digno de que perezca. Sería�1 pues, mejor que nada naciera . . . Soy una
parte de la parte que era en sus comienzos el todo, una parte de las tinieblas que 48f''"'La�fd�- humana es como un poema : tiene un principio y un fin, pero no es
dieron origen a la luz . . A pesar de mis esfuerzos, no he podido destruir en lo m á s un conjunto orgánico.
m ínim9 lo que a la nada se opone, el algo, este grosero mundo . . . ¡ Cuántas cosas no

196 197
INDICE
Pág.
Prefacio . . 9
Introducción 11
Lucrecio . . 25
Dante . . 71
El Fausto de Goethe 1 25
Conclusión 177
Apéndice 191

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